Pihl 1 Emily Pihl Dra. Cardoso Español 180 8 de diciembre 2014

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Pihl 1
Emily Pihl
Dra. Cardoso
Español 180
8 de diciembre 2014
Para el bien común: Un análisis de las esferas públicas y privadas en La casa de los espíritus
De acuerdo con María Pía Méndez, “mantener a las personas sujetas a su mundo
privado…es en primera instancia un modo de reducir la oposición.” Pero, también ella advierte
que “debe tenerse en cuenta que hay una ideología detrás [de las esferas] que solamente
‘pareciera’ producir estabilidad.” Durante el siglo XX, existía exactamente esto: una ideología de
dos esferas, un mundo separado entre lo público y lo privado. Por las políticas, la religión y las
tradiciones de la sociedad, las mujeres y los hombres encajaron en dos esferas diferentes,
formando una separación del poder y especialmente una disparidad de la igualdad. Las esferas
aisladas crearon una sociedad patriarcal, basada en las ideas machistas, sujetando a las mujeres a
papeles confinados y domésticos. En su novela La casa de los espíritus, Isabel Allende captura
una gran parte de esta lucha, a través de tres generaciones de la familia Trueba. Se contiene una
representación de la convivencia discordante entre macho y hembra que viven en la disparidad
de estas esferas. (Ronie-Richele García-Johnson 2). Pero, cuando los papeles de género cambian
a través de ciertos movimientos sociales o políticos, también cambian la discrepancia entre
esferas. Allende establece en La casa de los espíritus, una dicotomía entre Esteban y Clara y sus
espacios diversos y apropiados para explorar que con más fluidez entre las esferas públicas y
privadas sigue más libertades y menos opresión.
En contexto latinoamericano, la separación entre las dos esferas era una norma en la
sociedad, especialmente en la clase burguesa en que viven Esteban y Clara, dos personajes
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principales del libro. Jean Franco explica que en la clase alta, especialmente durante el siglo XX,
existía una ideología de la estética, que “came into being with the bourgeois state’s separation of
the ethical, the political and the aesthetic” (Franco 74). Esta nueva ideología creó esferas
separadas entre la vida doméstica de las mujeres y la vida política de los hombres. Esta estética
permitía que los hombres pudieran separar “the private from the (masculine) public sphere of
citizenship so that eventually it could serve as a negative dialectic…[and thus] relegated women
to domestic space that was too crudely material to enter into the aesthetic” (Franco 74). Pero, en
La casa de los espíritus se ve más fluidez entre las dos esferas, especialmente a través de Clara y
Esteban. Sí, viven en una clase y cultura donde el género define las esferas sociales y donde las
apariencias de la familia tienen valor. Sin embargo, también viven en una casa y mundo
espiritual donde existe una disparidad entre la realidad y la posible. En la novela, Esteban, el
patriarca de la familia, se enfoca en el mantenimiento de su esfera pública y se rige por la lógica
y la razón. Pero, todavía depende en algunos momentos de privacidad. Clara mantiene una esfera
privada, como la sociedad dicta. Sin embargo, más que Esteban, ella manipula su esfera, crea
sus propios mundos, y muestra la fluidez de las esferas en relación con el rol de género. Se lo ve
a través de tres generaciones de la familia Trueba.
Para Esteban, la más importante en su vida es proteger el honor y las apariencias de los
Trueba. Primero, a causa de su niñez pobre, Esteban promete que nunca sería pobre. Por medio
de una devoción intensa, triunfa; se casa con Clara, se hace rico y construye una casa grandísima
como símbolo de su lugar en la sociedad y su esfera pública. Construye una casa neoclásica, con
“hileras de blancas columnas…un hall de mármol blanco, ventanas grandes e iluminadas, y en
general, un aspecto de orden y concierto, de pulcritud y civilización” (Allende 105). La
construcción lógica y controlada simboliza el deseo de Esteban para mantener una vida perfecta
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en su esfera pública. El color blanco, simboliza la limpieza y la perfección que Esteban trata de
capturar; pero no en realidad el blanco es “tanto color como la ausencia visible del color”
(Boschetto 57). Vive aparte de la naturaleza y la orgánica. Donde Clara emana la orgánica y las
colores, como se ve en su relación con las flores, las aves, y como espíritu de la casa, Esteban la
rechaza. Por ejemplo, una vez crea un jardín versallesca—un jardín perfecto y una emulación
estricta; aun su jardín tiene que ser perfecto, recto y simétrico como la arquitectura neoclásica.
No es natural. En contraste a Esteban, Clara lo hace natural, y con su toque tierno “el jardín
trasero era una selva enmarañada donde proliferaban variedades de plantas y flores…” (Allende
239). También, Esteban crea su propio espacio público adentro de la casa de la esquina, en la
biblioteca—un lugar del intelecto y la razón para los invitados del gobierno, y al mismo tiempo
un lugar separado de lo espiritual y el misticismo de Clara. Por medio de la casa y su espacio
público, Esteban rechaza su propia herencia histórica para “construirse una identidad según el
modelo de origen anglo sajón y francés…” (Isabel Allende: La casa de los espíritus 41). Repudia
su pasado y su herencia para conformarse con las normas burguesas. Para él, la esfera pública
cuenta más que todo—aún más que su propia familia. Por ejemplo, cuando Blanca se embaraza
ilegítimamente, Esteban como padre y patriarca utiliza su dominio e influencia para sobornar a
Jean de Satigny y obligar a Blanca casarse. Su propósito no es proteger a Blanca, es salvar su
apellido de la vergüenza que trae un nieto bastardo. También, cuando Jaime quiere cambiar su
apellido, Esteban se lo niega, hasta el momento cuando Jaime se quita los pantalones en público.
Después de este acto humillante, “cansado de defender su honor del ridículo… [Esteban]
autorizo a su hijo para ponerse el apellido que le diera la gana” (Allende 243). Esteban se
preocupa por lo que dirá la gente porque no quiere manchar la apariencia de su esfera pública.
Por eso, hace lo que es necesario esconder las realidades de su vida y de su familia.
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Sin embargo, cuando la novela continua, se ve el efecto del espacio público y la
influencia que podría tener. Como senador, Esteban encuentra que es muy difícil mantener la
vida pública porque en realidad, es una posición solitaria. Sí durante su campaña “aumenta el
número de personas que atender en la gran casa de la esquina, pero, al poco tiempo Esteban
comprendió que estaba tan solo como siempre;” sin muchas relaciones personales, se siente
rechazado (Allende 241). Pero, todavía trata de mantener su comportamiento, aún en tiempos
graves como la muerte de su esposa y del surgimiento del comunismo. Si quiere encajar con su
sociedad política, Esteban tiene que ponerse una fachada, para enmascarar las realidades y los
dolores en su vida. De acuerdo con Fuller, en la esfera pública “…el hombre usualmente es
menos moral porque el mundo público no está concebido como ‘buen común’ sino como una
esfera de negociaciones difíciles, donde vence el más fuerte, el más astuto…” (Fuller 249). A
través del libro, Esteban juega con esas “negociones difíciles” para ser el vencedor principal.
Sacrifica mucho porque siempre se enfoca en ganar, lograr, y tener éxito. Pero, esto no ocurre sin
repercusiones porque nadie existe sin alma—ni sin sentimientos.
Cuando Clara se muere, se ve la esfera privada del Esteban—su corazón y amor por
Clara. Aunque Esteban representa el opresor y violador, adentro es sensitivo y apasionante. Dice
Esteban que “la noche que murió me encerré con ella…[y] quería morir lo antes posible porque
la vida sin mi mujer no tenía sentido para mi…de modo que saque el escritorio…y me puse
dibujar el más digno y lujoso mausoleo” (Allende 307-308). La ironía es que cuando Clara vive
no tiene un rol y propósito en la esfera política y pública de Esteban, pero ahora Esteban quiere
crear un espacio donde los dos—y Rosa—pueden coexistir por la eternidad. El mausoleo se hace
un símbolo de la mezcla de esferas. Públicamente, en crear algo tan presuntuoso, representa la
riqueza de la familia y mantiene las apariencias de los Trueba. Pero privadamente, representa lo
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más íntimo angustia de Esteban y su deseo preservar los cuerpos de sus únicos amantes. Lily
Kong hace una reseña de los mausoleos y los panteones, interpretándolos a través del lente del
género y espacio. Enfoca en un mausoleo en el centro de Tel Aviv, construido por la muerte del
primer ministro de Israel. Dice que:
“Such a memorial space represents an ‘authentic articulation of public sentiments, of
mourning and remembrance…the square became a liminal zone in which the boundaries
between the popular and official, and the private and public, became blurred. In effect,
Azaryahu illustrates the ‘making of place,’ a process of meaning infusion” (Kong 7).
Esta teoría se aplica con el mausoleo de Clara, porque ilumina la mezcla de esferas que ocurre
cuando Esteban decide construirlo. Como en Tel Aviv, la construcción del mausoleo se
intersecta dos mundos; hay una infusión de los sentimientos profundos con la razón y las
políticas. Existe una infusión de la privada con el público en la vida de Esteban. Se ve esta
misma idea al fin del libro. Esteban reconoce el daño que su control irracional ha causado en su
familia, cuando Esteban García le encarcela a Alba, su nieta. Se da cuenta de que aún el patriarca
de la sociedad tiene que depender en otras personas, y depender en ambos esferas—la de los
sentimientos y la de los recursos públicos. Le pide ayuda a Tránsito Soto—una prostituta, y
utiliza ambos esferas para el bien común— rescatar su nieta. Esteban muestra la capacidad que
tiene un hombre de influir la sociedad para el bien de todos, si reconoce los beneficios de
mantener la moralidad y la ética en su esfera pública.
Clara, como mujer, lucha por su propia voz en la esfera privada. Para escapar del dominio
androcéntrico, Clara se retira en la esfera mental y espiritual. En su niñez, Clara habita un
universo interno dónde no hay tiempo normal ni lineal, no hay leyes lógicas ni físicas, y no hay
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violencia ni opresión. Este universo sigue en su madurez y como adulta Clara habla por medio de
la telepatía, se mueve los muebles con su mente, se comunica con los espíritus, puede prever el
futuro y puede interpretar los sueños. Todos estos dones mantienen su propio ambiente en la
esfera privada de la casa. En ese mundo, Clara vive “ocupada en sus fantasías, acompañada por
los espíritus del aire, del agua, y de la tierra” donde “el pasado y el futuro eran parte de la misma
cosa y la realidad del presente era un caleidoscopio de espejos desordenados donde todo podía
ocurrir” (Allende 94). Allende lo destaca como un “caleidoscópico de espejos desordenados”
implicando con esta metáfora las anomalías del mundo espiritual. De acuerdo con la teoría de
Baker, las imágenes diferentes del caleidoscopio “represent possibilities, opportunities and
horizons created from random disorder, chaos and shattered dreams…and [create] intuitive
knowing that all the pieces are falling into place” (Baker). Similar a un caleidoscopio,
oportunidades infinitas e imprevisibles llenan el mundo espiritual de Clara. Crece con vigor en
este mundo abstracto e inmaterial. Clara no vive debajo de las limitaciones de la sociedad ni las
definiciones de la mujer típica chilena; vive libre y encuentra la belleza en el desorden.
Igualmente, porque Clara controla lo que ocurriría en su mundo espiritual, no es
solamente una esfera privada e íntima, sino una esfera de escape mental. Por eso, utiliza ese
espacio privado y espiritual para subvertir Esteban. Fuertemente oprimida, ella lucha contra las
normas de la sociedad y aun contra el dominio físico de su esposo; su lucha muestra que las
mujeres son capaces de suprimir a los hombres, especialmente cuando hay abuso. Por ejemplo,
cuando Esteban golpea a su esposa, Clara “no volvió a hablarle a su marido nunca más en su
vida” (Allende 215). Instintivamente se revierte a su esfera privada—la de su mente y espíritu—
y esta vez permanentemente rechaza la entrada de su esposo en su espacio mental; le excomulga.
También, cuando decide no hablar, decide nunca más tener relaciones sexuales con Esteban. Le
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niega a Esteban lo que desea más: el control de su cuerpo sexualmente y físicamente. Con este
acto, “para un hombre que se había acostumbrado a violar y a controlar a todas las mujeres…su
experiencia con Clara constituía un derrota total” (Handelsman 60). En consecuencia, Esteban
se queda frustrado y enojado porque no puede tocar el cuerpo ni la mente de Clara, sino
controlarlo. Clara vale más que lo físico pero como dicta la sociedad durante la época chilena, la
mujer y su rol es someter completamente al hombre y no evitarle como hace Clara. En la esfera
privada, una mujer puede vivir oprimida por las injusticias, o una mujer puede escoger luchar por
sí misma. Clara decide vivir libremente y espiritualmente—en su cuerpo, mente y alma.
Otra esfera privada es la casa chilena. Durante esta época las mujeres se consideran
principalmente como guardianas pasivas y por eso se asocian con la casa donde crían a los niños,
regulan las tareas domésticas, y someten a la autoridad patriarcal de los esposos. En la novela, la
casa de la esquina—como la casa chilena—se hace en un símbolo de la represión de Clara. Sin
embargo, de acuerdo con Syvlia Chant, aunque “feminist analyses have highlighted families and
households as sources of gender oppression…” muchas mujeres modernas y otras feministas
“…have sought to disrupt precepts about the natural rule of husbands and fathers and its benefits
for women and children” (Chant 164). En la novela, Clara interrumpe los preceptos naturales del
poder, como Chant nota, especialmente a dentro del mundo físico que le rodea—la casa de la
esquina. Esta casa—una casa neoclásica, solemne, frígida y compacta—simboliza un mundo
controlando. Aun así, Clara escoge superar las estructuras físicas y hace lo que quiere con este
espacio. Clara se manipula su esfera a su gusto, a su ventaja. No presta atención a los quehaceres
domésticos, ni aprende los nombres de los sirvientes, ni cuida por la casa; hace lo que quiere en
su propia esfera, al contrario de los roles de género contemporáneos. Ignorando su rol de género,
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Clara define su propio espacio sin escuchar a las normas de la sociedad o los deseos de su
esposo.
En vez de seguir el orden que Esteban crea con esa casa uniforma, ella crea una
aberración torcida; construye sus propios cuartitos en la casa, “hasta dejar la mansión convertida
en un laberinto encantado imposible de limpiar, que desaviaba numerosas leyes urbanísticas y
municipales” (Allende 105). Por Clara, la casa se convierte en un espacio caótico, mítico y
desorganizado. Se convierte en un laberinto encantado con espacios diversos. Pero, al mismo
tiempo con este laberinto de cuartitos, se convierte en una salida de la persecución, como otra
dimensión de la vida—muy parecido a su mente. Maria Odette Canivell analiza el laberinto en la
novela como un escape metafísico, o símbolo de la esperanza y el refugio. Contra al estereotipo
del laberinto como un lugar de la desesperación, ella argumenta que “the writer’s characters take
refuge inside the hearts of these labryinths, where their minds wander (and wonder) without
being subjected to scorn and prejudice” (Canivell 72). Clara encuentra la paz en su laberinto
porque es un espacio físico donde no existen reglas físicas. En su laberinto no tiene que
conformar al rol de mujer pasiva y quieta que la sociedad quiere. En vez, Clara hace su propia
esfera pública dentro del laberinto en que vive. Invita a las tres hermanas Moras, Pablo Neruda, y
“… sus amigos rosacruces, los teósofos, los acupunturistas, los telepates, los fabricantes de
lluvia, los peripatéticos, los adventistas del séptimo día” (Allende 224). Handlesman lo describe
como un corte de personas dentro de un matriarcado. Mientras Esteban es anfitrión de los
políticos y utiliza la casa por su campaña, Clara es anfitriona de los místicos y utiliza la casa a
su gusto. Invita a sus propios huéspedes del público a una esfera usualmente reservada para la
mujer y rompe las fronteras de género, mostrando una fluidez de las esferas típicas de la cultura
chilena. Todo este se ve en el argumento de Ronie-Richele y Garcia-Johnson, en cual su tesis
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principal analiza las estructuras y los espacios en que consisten como metáforas de barreras del
género. Reconocen que en vez de “allowing these metaphorical or symbolic obstacles to
determine their lives…” las mujeres de los Trueba “…overcame them…and confronted Esteban
in his own space, usurped his control of that area, expanded their lives into alternative spaces or
left Trueba’s property altogether” (Ronie-Richele y Garcia-Johnson 185). Aunque Clara puede
retirar en su mundo espiritual o mental, ella no tiene miedo de confrontar el espacio físico de
Esteban y añadir su propia esfera sin su consejo. Se defiende y triunfa porque crea un laberinto
fuera del lance del patriarca.
La importancia del espacio y el motivo del laberinto se relacionan con otros personajes,
también, y a través de la novela muestra que las fronteras entre esferas podrían estar bastante
fluidas. Canviell está de acuerdo que muchos personajes “must travel through strange and at
times surreal spaces, with boundaries that are not clear” (Canivell 76). Y, es verdad que muchas
veces los personajes del libro, como los gemelos Nicolás y Jaime, sufren adentro de límites
confusos. Los dos viven con una madre espiritualista, y un padre machista y no saben con quién
se deben identificar. Nicolás se entretiene con flamenco, invenciones como Tío Marcos, y
eventualmente el mundo espiritual. Jaime revierte al mundo intelectual, como su padre, con los
libros y estudios de ser médico, pero eventualmente decide ayudar al pobre como Clara. Articula
Canivell que los dos hombres “meander through labyrinths, some physical, others psychological,
searching for the center…” pero nunca lo enceuntran (Canivell 76). No viven libremente en su
mente, su físico y su alma, como Clara. En la novela, gracias a la sabiduría y las experiencias de
Clara, las generaciones siguientes—Blanca y Alba—eventualmente aprenden como utilizar y
vivir en ambos las esferas privadas y las esferas públicas. Cohn comenta que “her daughter and
granddaughter follow her precedent, appropriating more and more of the patriarch’s domain, but
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at the same time displacing most of the final remnants of her magic” (Cohn 382). Blanca evita el
dominio de Satigny—un patriarca erótico—pero vive en la casa porque es todo que se conoce.
Alba, sin embargo, sigue las tradiciones orgánicas de su abuela; le observa, le habla y le respeta a
su abuela. Por eso, en los en los últimos momentos del libro, la presencia de Clara le ayuda a su
nieta, Alba, a vivir. Le trae la idea de escribir para “mantener la mente ocupada, evadirse de la
perrera y vivir” (Allende 434). Clara muestra esto: la importancia de vivir con una mente
ocupada y un corazón lleno de fuerza interior.
A través de su novela La casa de los espíritus Allende explora las esferas públicas y
privadas, por medio de la dicotomía entre Clara y Esteban. La discrepancia entre Clara y
Esteban, y las esferas diferentes en que ellos ocupan, muestran los roles de los géneros en el
siglo XX. Clara ocupa la esfera privada, y aprende a crear una vida libre de la opresión de la
sociedad patriarcal; ella, como un ejemplo a las mujeres, encuentra fuerza en lo espiritual y en su
alma interior. Vive una vida natural y orgánica, contra las ideas rígidas de su esposo; sus mundos
físicos y mentales muestran la fluidez del público y la privada. En contraste con Clara, Esteban
muestra lo público—una esfera basada en la opinión pública y las reglas de la sociedad. Sin
embargo, también ocupa un espacio privado en su corazón, y con la muerte de Clara, se ve este
espacio abrir al público. Ronie-Richele Garcia Johnson dice, “The struggle for independence was
not just a feminine one; it was a fight for the rights of all classes, creeds and sexes” (RonieRichele Garcia-Jonhson 192). Sí, la lucha de obtener la igualdad y una voz no es solamente para
una esfera—es una lucha para ambas esferas, la pública y la privada. Se debe valorar la esfera en
que se vive y luchar para el bien común del mundo.
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Obras citadas
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Cohn, Deborah. "To See or Not to See: Invisibility, Clairvoyance, and Re-Visions of History in
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The Crisis of Contemporary Latin American Culture. Minneapolis: U of Minnesota,
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