Índice Salutación de la Presidenta…………………………....3 Acta del Jurado……………………………………………….5 Relatos Premiados La Última Foto de Aquel Antiguo Carrete Sergio Ferrer Rozalén Sobre Sergio…………………………………………………..7 Relato…………………………………………………………….9 T’Estime Vicent Baydal Sala Sobre Vicent…………………………………………………26 Relat…………………………………………………………….27 Nubes Cristina Quintero Martínez Sobre Cristina………………….……………………………45 Relato…………………………………………………………..46 Agradecimientos…………………………………………..61 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa En el arte de escribir, sobre todo cuando alguien desea expresar aquello que rodea a su propia existencia, como sin duda lo es el pulso vital de un barrio, de sus gentes y de sus inquietudes, el relato corto sirve de poderoso vehículo de expresión, porque tiene la facultad de llegar directamente a quien lo lee. Desde la Junta Municipal de Ruzafa, no podemos ni debemos dejar de impulsar este genuino proceso de creación, que junto a otras diversas disciplinas artísticas, caracterizan y ponen en valor la enorme creatividad de la que siempre hace gala nuestra vecindad. El certamen de relato corto se encuentra consolidado, ya en su cuarta edición, y además de premiar la creatividad, nos consta que anima a otros vecinos y vecinas a escribir para que expresen sus inquietudes a través de las letras. Y para que esta acción no sea un proyecto aislado y adquiera su verdadera dimensión, continuamos con las acciones de promoción lectora que tanto éxito tuvieron el año pasado, colaborando una vez más con muchas entidades, instituciones y centros educativos de la Junta de Distrito. 3 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa Es un placer poder leer los dos primeros relatos ganadores de cada categoría, como el de Sergio Ferrer con “La última foto de aquel antiguo carrete” en la modalidad de castellano, y el de Vicent Baydal con “T’Estime” en valenciano, así como el de la segunda categoría en castellano de Cristina Quintero con “Nubes”, a quienes quiero expresar mi más sincera enhorabuena. Como Presidenta de la Junta Municipal de Ruzafa, animo una vez más a todos los vecinos y vecinas a que participen del placer de escribir, y que nos muestren a través de sus palabras, el poderoso pulso cultural de nuestro querido barrio, tan fecundo, diverso y profundamente vital. María Irene Beneyto Presidenta de la Junta Municipal de Ruzafa Enero 2014 4 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa En Valencia, a 6 de noviembre de 2013, reunidos los miembros del Jurado del Certamen, D. Manuel Turégano, Dª Leticia Gisbert, D. Javier Roselló, Dª. Montserrat Yedra y Dª. Aurora Cantero, designan como ganadores los siguientes relatos: CATEGORIA PRIMERA EN CASTELLANO Relato ganador: La Ultima Foto de Aquel Antiguo Carrete. CATEGORIA PRIMERA EN VALENCIANO Relato ganador: T’Estime. CATEGORIA SEGUNDA EN CASTELLANO Relato ganador: Nubes. CATEGORIA SEGUNDA EN VALENCIANO No se presentaron relatos al concurso. Una vez abiertas las plicas, se constata que los autores de los relatos ganadores son los siguientes: La Ultima Foto de Aquel Antiguo Carrete. Autor/a: Sergio Ferrer Rozalén, con D.N.I. 22.587.403 T T’Estime. Autor/a: Vicent Baydal Sala con D.N.I. 29.197.722 G Nubes. Autor/a: Cristina Quintero Martínez, con D.N.I. 21.800.551 R 5 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa Por tanto, acuerdan elevar a la Sra. Presidenta de la Junta Municipal de Ruzafa a las citadas personas como ganadores de las diferentes categorías. Y para que conste la presente y a los efectos oportunos, firman este acta D. Manuel Turégano, D.ª Aurora Cantero, D. Javier Roselló, Dª. Leticia Gisbert y Dª. Montserrat Yedra. 6 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa “Desde pequeño siempre me ha gustado escribir; fundamentalmente, porque siempre he tenido algo que contar. En muchas ocasiones miles de sentimientos me invadían y necesitaba sacarlos de algún modo. Cuando esto ocurría, en la escritura encontraba una forma de expresión bastante apta para ello. Me hacía sentir muy cómodo. He seguido escribiendo a lo largo de los años, pero ha sido recientemente cuando he empezado a contar historias algo más largas, como la que presenté a este concurso. Escribir me permite transmitir sentimientos y emociones. Supongo que, en cierto modo, me gusta compartir lo que pasa por mi cabeza; darle forma a través de las palabras. Me gusta que los demás puedan imaginarlo y sentirlo también. Al principio empecé escribiendo en varias redes sociales y abrí un blog. Actualmente, sigo publicando en mi blog personal [www.sergioferrer.es]. No sólo historias, sino también sobre diversos temas que invitan a la reflexión y el debate, artículos de actualidad, galerías fotográficas y curiosidades. Aparte del blog, he ganado un par de concursos de relatos más y también me han publicado en algunos sitios. Y, por supuesto, trato de leer y escribir siempre que puedo para seguir mejorando.” 7 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa Además del certamen de la Junta de Ruzafa, Sergio Ferrer ha ganado el concurso de relatos breves “Foto Perruna”. Fue publicado en el II Concurso "Pluma, Tinta y Papel" y Premio Especial del Público del concurso “1 Foto 1 Historia” de la IV en la Semana Internacional de Intercambio UPV 8 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa Despertó, pero deseó no haberlo hecho, no todavía, o al menos, no de ese modo. Una mañana más, los alaridos de su madre la sacaban de un sueño relajante y conciliador. - ¡Venga, despierta, que ya son las ocho! - Pero, mamá, sabes que no tengo que hacer nada hoy, déjame dormir un rato más. - ¡Que no, ya está bien de vaguear, levántate y ponte a buscar trabajo! 9 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa Acto seguido, encendió la aspiradora y dio por terminada la conversación. Laura se levantó de la cama y se dirigió al baño a lavarse la cara. Hacía dos meses que había finalizado los estudios de derecho y, aunque lo había intentado, hasta la fecha no había tenido la suerte de encontrar trabajo. Por si no fuera suficiente, todas las mañanas a las ocho en punto tenía que escuchar aquellos gritos recordándoselo insistentemente. Pero, sin duda, los peores días eran los lunes y los jueves, sí, lunes y jueves, cómo olvidarlo, esos eran los días en los que los chillidos de su madre eran acompañados por el insufrible ruido de la aspiradora que le taladraba la cabeza. No aguantaba más en esa casa, no soportaba a la mujer que la había criado y que, sin motivo aparente, se mostraba siempre tan autoritaria, presumiendo a diario de persona ejemplar y modélica. Tampoco soportaba que su padre, a quien veía como el típico calzonazos, no hiciera nada por poner remedio a la situación. Más de una vez se había planteado marcharse de casa con el dinero que había ganado trabajando de 10 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa camarera los últimos cuatro veranos, irse bien lejos para poder vivir tranquila, pero nunca se decidía a dar el paso. Pronto salió de su ensoñación cuando volvió a oír de fondo la voz de su madre: - Ya que dices que hoy no tienes nada que hacer, me vas a ayudar con las tareas de la casa. Sube al desván y tira todo lo que no necesitemos, tenemos que hacer hueco antes de que vengan a reformarnos la cocina la semana que viene. Laura, cabizbaja, se dirigió hacia allí sin rechistar, no le apetecía discutir y, además, así podría disfrutar durante un rato de la soledad y la tranquilidad que encontraría lejos de la presencia de su madre. Decidida, abrió la trampilla, subió las escaleras y se asomó al interior; y fue entonces, mientras sentía que la envolvía ese olor tan característico a cerrado, cuando se percató de las pocas veces que había estado ahí arriba; ni siquiera recordaba que guardaran tal cantidad de cajas. Se fijó en que cada caja llevaba escrito su contenido y 11 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa sintió cierto alivio al pensar que eso le facilitaría la tarea. Se acercó a la caja que tenía más cerca, la cual tenía escrito “Decoración de Navidad”, decidió moverla al fondo y así ir separando las cajas que ya había revisado de las que quedaban por ver. La siguiente caja contenía los apuntes universitarios de su padre; si llevaban tantos años allí escondidos, seguramente no los necesitaría. Y, al fin, después de sacar del desván dos cajas llenas de ropa de cuando ella era pequeña, otra con la cuna y otra con mantas viejas, y de apilar otras tantas, descubrió una que hizo que se le iluminaran los ojos. En ella se leía “Cosas de la casa vieja” con una caligrafía que le recordó a una niña de siete años, con una letra que no era otra que la suya propia dieciséis años atrás. No podía creer que llevase tanto tiempo teniéndola tan cerca y que no supiera de su existencia. Rápidamente la abrió, no aguantaba la intriga. Un montón de muñecas aparecieron ante sus ojos, entre las que se encontraba la que un día fue su tercera muñeca preferida, la señorita Pepis. Obviamente, sus 12 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa dos preferidas la habían acompañado una en cada mano durante todo el proceso de mudanza, era una de las pocas cosas que recordaba bien. De hecho, seguían en uno de los estantes de su cuarto, recordándole una niñez que llevaba años desaparecida. Después encontró algunos cuentos, cintas y películas; también algunos dibujos que ella misma había hecho. Y en el fondo de la caja, su antiguo diario y una vieja cámara de fotos desechable. Cogió la cámara y vio que tan solo le quedaba una foto para terminar el carrete. Giró la ruedecilla para cargar la siguiente foto y apretó el disparador, pero no funcionó; así que se puso a rebobinar el carrete de forma manual y, mientras lo hacía, le vino a la cabeza la tienda de fotografía que había a dos calles de su casa, recordó que tenían un cartel anunciando revelados en una hora y decidió llevarlo de inmediato. Miró el reloj. Sin darse cuenta había pasado ya toda la mañana, por lo que salió a toda prisa hacia allí poniéndole a su madre la excusa de que iba a llevar la ropa vieja a la 13 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa parroquia. Estaba emocionada, excitada por ver las fotos que contenía aquel carrete. - Vale, hija, pero no tardes, la comida estará lista en media hora. Entre llevar el carrete a la tienda y la ropa a la parroquia cuando llegó a casa la comida ya estaba sobre la mesa. Se sentó y la devoró con ansia para acabar pronto y subirse a su habitación a leer el diario de su niñez. Lo ojeó por encima hasta que se hizo la hora de ir a recoger el carrete y rápidamente, aunque en silencio, salió de casa; esta vez sin excusa, pues su madre dormía la siesta. En cinco minutos ya tenía el sobre con las fotos en sus manos y empezó a verlas de camino a casa. En las primeras encontró a sus amigas de aquel entonces, Raquel y Carla, cuyos nombres había recordado hacía tan solo unos minutos al leerlos en su diario. Llegó a casa y entró con sumo cuidado para asegurarse de no despertar a su madre y comenzar con ello uno de los 14 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa interrogatorios a los que le tenía acostumbrada. Subió a su cuarto y siguió contemplando las fotografías. Las siguientes eran con su familia, del último día en la casa vieja, minutos antes de la cena de despedida que celebraron. Se emocionó al ver las fotos de su abuelo, quien había muerto hacía un año y no pudo evitar que se le escapara una lagrimita antes de seguir con las demás fotos, pero cogió aire y continuó. Y, de pronto, al llegar a la última imagen se quedó helada, un escalofrío la recorrió de arriba abajo y las manos le empezaron a temblar, no podía creer lo que estaba viendo. Sintió como sus fuerzas se desvanecían, las fotos se le cayeron al suelo y a ella le tocó tumbarse en la cama para no acompañarlas. Y fue allí cuando, de repente, miles de recuerdos que aparentemente habían permanecido en el rincón más oculto de su cerebro, inundaron su mente. Aquel día del que tan poco recordaba, su último día en la vieja casa, se le apareció claramente ante sus ojos como si de una película se tratase. 15 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa “Viernes 22 de junio de 1990 Querido diario, hoy ha sido un día triste. Siempre me alegro de que acabe el cole y empiece el verano. Hoy no. Me ha tocado despedirme de todos. Papá dice que no los volveré a ver en un tiempo. Raquel me ha regalado una bolsa de chuches. Es mi más mejor amiga. Es la mejor. Carla es la niña más lista y graciosa que conozco. Es increíble. Las echaré mucho, mucho de menos. Luego hemos ido al parque. Nos hemos hecho fotos juntas. Papá me regaló ayer una cámara. Ahora vamos a cenar con la familia. El pollo del horno huele genial. Papá me ha dicho que nos vamos a vivir a otro país. Dice que hay que despedirse de los seres queridos cuando uno se va a vivir a otro país. Yo no quiero irme. No me gustan las despedidas. No quiero dejar de ver a los yayos, ni a los tíos, ni 16 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa a mi prima Sandra. No quiero dejar de ver a mis amigas. No sé por qué me hacen esto. Papá y mamá dicen que es lo mejor. Dicen que el nuevo trabajo de papá es muy importante. Dicen que ahora en el trabajo ya no es Fernando, es Don Fernando” - Laura, cariño, lávate las manos y baja a ayudarme a preparar la mesa antes de que vengan los demás. Tenemos que tenerlo todo listo para la despedida. La pequeña Laura hizo caso a su padre y acabaron de poner la mesa justo cuando los abuelos, acompañados de sus tíos y su prima, llegaron a casa. De pronto sonó el teléfono, el padre descolgó y tras un par de minutos de conversación colgó y se dirigió a los abuelos y los tíos. - Era María, que ya sale de la oficina hacia aquí. - ¿Por qué mamá llega hoy tan tarde? ¿Qué hace en la oficina? 17 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa - Cielo, ¿recuerdas que te dije que te despidieras de tus amigas hoy? - Sí, ¿mamá también tiene que despedirse? - Todos tenemos que despedirnos, vamos a estar lejos y nos veremos menos. Laura sintió que a su padre le costaba decir aquellas palabras, lo que la entristeció aún más. Entonces cogió la cámara y empezó a hacerse fotos con todos los presentes, quería tener un recuerdo para no olvidarlos nunca por muy lejos que estuviera. De repente algo rompió la emotiva escena que estaban viviendo, se oyó un fuerte golpe que provenía de la calle acompañado de un fuerte grito y las ruedas de un coche que parecía salir a toda prisa de allí. El padre rápidamente corrió las cortinas del salón y ordenó a los abuelos que permanecieran en casa con los niños, mientras él y los tíos salían para ver lo ocurrido. Laura, que siempre había sido muy curiosa, subió a su cuarto con la excusa de ir a por su muñeca favorita y se asomó por la ventana para ver qué estaba 18 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa pasando. Lo que encontró allí la dejó de piedra, el tío Arturo había sido atropellado y estaba tendido en el suelo junto a un río de sangre que brotaba de su cráneo y lo impregnaba todo, hasta su ropa. Junto a él los tíos y el padre intentaban reanimarlo sin éxito alguno. A partir de ese momento la calle se convirtió en un ir y venir de coches de policía. Al poco tiempo llegó la madre en un taxi y se quedó allí fuera, con los mayores, contemplando la situación. Laura le escuchó decir que habían bebido vino en la despedida y era mejor no conducir. Tras unos días de investigación, la policía concluyó que había sido un accidente y que el conductor se había dado a la fuga. Seguirían intentando encontrar algún indicio que los llevara a él, pero sin testigos ni pruebas adicionales iba a ser casi misión imposible. Poco a poco, Laura se fue incorporando, se quedó sentada en la cama y cogió del suelo esa última foto del carrete, la misma que hace tan solo unos minutos había hecho que sus fuerzas flaquearan. La observó intensamente, clavó su mirada en ella, 19 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa tratando de asimilar lo que estaba viendo. No lo podía creer. En la foto aparecían ella y su prima, y al fondo, tras la ventana, se apreciaba perfectamente como un todoterreno como el que su madre conducía en aquella época arrollaba a su tío. No se podía apreciar la matrícula, pero sí que la conductora era una mujer rubia con camisa rosa. Todo encajaba: su madre había matado a su tío, pero ¿por qué? Laura no daba crédito a lo que veían sus ojos, no podía creer lo que se ocultaba bajo la apariencia de mujer correcta que caracterizaba a su madre. Y entonces empezó a sentir un profundo miedo, el terror la invadía al haber descubierto con qué tipo de persona estaba conviviendo. Al mismo tiempo, un mar de dudas la sacudía. Había algo que desconocía del pasado de su madre y estaba dispuesta a averiguar qué era lo que escondía. Por supuesto, no podía decir nada, no sabía en quién podía confiar y además no le dejarían marcharse de casa por las buenas, así que pensó que lo mejor sería salir esa 20 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa misma noche, cuando sus padres durmieran y tratar de descubrir el oscuro secreto que envolvía a su madre. Justo a media noche, tal y como había previsto, salió de casa en completo silencio con la única compañía de una mochila. Se dirigió directamente a la estación de tren. Si todo iba según lo previsto tras nueve horas estaría en casa de su abuela y allí podría empezar a investigar. Era un trayecto largo, así que se pasó la mayor parte durmiendo. Al llegar a casa de su abuela, tocó al timbre tres veces, como hacía de pequeña. Cuando ésta abrió la puerta no podía creer que su nieta Laura, a quien no veía desde hacía un año en el funeral del abuelo, estuviera allí mismo. Pasaron dentro y la abuela sacó un par de vasos de leche y algunas galletas y pastas para acompañar. 21 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa - Bueno, Laura, ¿qué te trae por aquí? ¿Cómo es que no has avisado de que venías? ¡Qué ilusión me hace que hayas venido! - Lo siento, yaya, no lo tenía planeado. Me habría gustado avisarte, pero ha sido pensado y hecho, me apetecía pasar unos días fuera de casa, ver a la familia… Tras la típica conversación de cortesía después de tanto tiempo sin verse, la abuela notó preocupación en la mirada de su nieta, la notaba intranquila, distante, como si no estuviera a gusto; así que lanzó la pregunta que ambas deseaban escuchar: - Bueno, ¿no me vas a decir qué haces aquí? - Verás, me gustaría ver las cosas del tío Arturo, si no te importa. - ¿Las cosas del tío Arturo? Pero si apenas le conociste, tenías siete años cuando murió ¿qué quieres saber? 22 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa - Es una larga historia, simplemente me gustaría saber si todavía conservas sus pertenencias, como sé que vivía aquí cuando pasó todo… - Su habitación sigue estando como la dejó, han pasado dieciséis años y no he tenido el valor de cambiar nada, sube y mira lo que quieras, pero luego déjalo todo como estaba. - Gracias, yaya, sabía que podría contar contigo. Laura abrió la puerta y se quedó de pie en la entrada, contemplando la habitación, no sabía por dónde empezar. Al fin se decidió, se sentó en la silla que había frente al escritorio y echó un vistazo a todos los papeles que había sobre éste, después fue abriendo sus cajones uno a uno, rebuscando con detenimiento, pero no encontraba nada. Se levantó y se dirigió a unas estanterías llenas de libros que tenía en la pared opuesta de la habitación, los sacó, hojeó algunos buscando alguna marca, algo dentro de sus páginas que le fuera útil, pero nada. Incluso miró debajo del colchón, movió algunos muebles, su ansia era infinita y cada fracaso en su 23 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa búsqueda hacía que su desesperación aumentase. Y finalmente, cuando ya lo había dado todo por perdido, abrió el armario y, al fondo de éste, encontró una caja de zapatos llena de cartas. Las sacó y empezó a leer. Las primeras eran cartas llenas de amor, quien las escribiera llamaba al tío Arturo Romeo y firmaba bajo el seudónimo de Julieta. Fue avanzando en su lectura, parecía todo un romance contado desde prácticamente sus inicios y, en las últimas cartas, se volvió todo más turbio. Por lo que iba leyendo, Laura intuyó que había algo que su tío Arturo, Romeo, quería contar, algo que no le dejaba vivir, que perturbaba su ser haciéndole pasar noches en vela. Supuso que él había amenazado con revelar la verdad de un momento a otro y, por eso, Julieta imploraba que no lo hiciera, que esperase, que había mucho en juego. Laura no entendía nada, parecía que en aquella historia nada tenía sentido. Todas esas cartas eran difíciles de interpretar, ya que faltaban todas las que enviaba Romeo, 24 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa esas que le darían conexión a aquel montón de correspondencia. Cansada, desmoralizada y a punto de desistir, Laura cogió la última carta. En primera instancia, se percató de que el tipo de papel era diferente, era como más grueso y rugoso, tenía un estilo más cuidado. Al abrirlo se dio cuenta de que también la caligrafía era diferente, cogió aire y como con todas las demás cartas se dispuso a leer. Querida Laura, Sé que eres pequeña todavía para entender esto, pero no podía vivir más tiempo con ello dentro y menos ahora que os vais a otra ciudad. Necesito que sepas que yo soy tu verdadero padre. Y a ti, Fernando, hermano, de veras que lo siento, no pude luchar contra mi corazón. Te quiere, tu tío Arturo 25 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa Vicent Baydal Sala es Doctor en Historia Medieval con Mención de Doctorado Europeo, por la Universidad Pompeu Fabra y pertenece al Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Barcelona Por su labor investigadora, ha recibido los premios Notari Raimon Noguera en Historia Medieval (2012) y Ferran Soldevila de biografía, memorias y estudios históricos. (2011). Entre sus numerosas publicaciones, podemos destacar El Llibre dels fets de Jaume I, a pams del sol naixent, “La croada d’Almeria, 1309-1310. La host de Jaume II i el finançament de la campanya”, «Nacionalisme i historiografia: la interpretació diversa de les propostes polítiques valencianes realitzades durant la guerra del Francès», o «Guerra y fiscalidad en el reino de Valencia: el gasto militar en las campañas de la primera mitad del siglo XIV», 26 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa Mariem el mirava fixament. Contemplava embadalida el cos esvelt i nu de Joan, que dormia al seu costat. Acabaven de fer l’amor i pensava en les darreres paraules que li havia dit, just abans d’arribar al clímax: «T’estime». Era la primera vegada que li ho deia en els escassos dos mesos que s’havien vist. No recordava que li ho hagueren dit mai abans. Probablement la mare, les iaies o les ties li ho havien repetit de menuda, però l’havien apartada d’elles massa prompte com per a tindre’n memòria. L’any de 1317 un lleny cristià havia fet una incursió contra la població algeriana de Sersell. Se l’havien emportada quan era una xiqueta de bolquers, juntament amb sa mare, que havia mort durant el viatge de tornada. Captius de bona guerra, foren ràpidament venuts a un mercader especialitzat en revendre esclaus. Els 27 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa comprava musulmans per a oferir-los a les aljames islàmiques del regne, que practicaven la caritat amb els seus germans de fe. Mentre encara pertanyia al mercader, un acaptador s’havia fet càrrec de Mariem, demanant almoina per a pagar la seua llibertat. S’hi presentava sobretot als socs, i també a l’eixida de les mesquites, quan acabava l’oració dels divendres. Explicava el seu desgraciat cas i ella, en la seua desesperació infantil, plorava i plorava, el que, ben lluny de despertar la compassió requerida, dificultava l’operació. A la fi, després d’un any rodant, la comunitat de Bunyol decidí ferse càrrec del seu preu i acordà l’alliberament amb el mercader. Però allà la vida no li fou gens fàcil. Continuà sent una esclava en la pràctica: criada a la mesquita local, que també feia de madrassa, hi fou emprada de serventa fins als dotze anys. La matrona del lloc li encarregà des del principi faenes impròpies de la seua edat: feia el pa a trenc d’alba, fregava agenollada les rajoles de les estances, endreçava les habitacions, llavava les robes al safareig, parava i desparava la taula per a professors i alumnes, escurava els atifells, 28 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa llevava la brossa de l’hort, netejava les latrines, etc. Així durant set llarguíssims anys, en què l’única distracció que tingué fou aprendre a llegir i escriure rudimentàriament, quan, d’amagat, entreveia les classes que s’impartien. Tot plegat, quan la van prometre en matrimoni amb un terrisser de Manises i la van substituir per una altra xiqueta rescatada es va sentir realment alleujada. Tanmateix, les coses no anaren a millor, sinó que empitjoraren. Desarrelat, arribat de l’aljama de Pedralba, on no hi havia treball per a ell, aquell home, deu anys major que ella, s’ho gastava tot en vi i tafureries. Al principi la respectava i tractaren de fer vida de parella, però resultava ben difícil. El terrisser solia arribar begut a casa, menjava, la jeia a l’estora del dormitori i la penetrava durant un minut fins ejacular. Ella es mantenia immòbil, passiva, sense saber molt bé què fer davant la manca absoluta d’afecte del seu marit, que pudia sempre a alcohol. El desastre arribà ben prompte: en passar els mesos i observar que les relacions no donaven fruit, l’home es tornà més i més agressiu. La cridava, la 29 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa insultava, li demanava un fill, i un dia, mentre ella preparava unes farinetes -ho recordava perfectament-, li aventà un puntelló al ventre. Caigué a terra presa pel dolor i l’estupefacció. Ell li escopí a la cara i se n’anà de casa, segurament a la taverna. A partir d’aquell moment no hi hagué fre. Pràcticament cada dia li pegava una pallissa. I amb les blaüres cobrint-li el cos, havia de rebre l’esperma d’aquell maleït terrisser. Primer ho guardà en silenci, durant molt de temps. Després ho acabà contant a les altres dones joves de la moreria, que no li pogueren oferir cap solució. Finalment es decidí a explicar-li-ho a l’alfaquí de la localitat, que podia concedir-li el divorç si demostrava un maltractament continuat. Però no volgué atendré a raons. Justificà l’ús de la força en l’autoritat marital. Potser els alfaquins d’altres llocs s’hagueren mostrat més benvolents, li digueren les seues companyes, però éste era particularment rigorós amb les qüestions matrimonials. I, una volta perdut el cas, la situació no féu més que anar de mal en pitjor. Els colps foren encara més forts i més freqüents. Fins que no pogué més. 30 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa Una nit, després d’una surra que la deixà agenollada vora la porta de casa, rajant sang del nas i dels llavis, no s’ho pensà dos voltes i arrancà a córrer. No sabia ben bé cap a on, però necessitava abandonar aquell infern. Instintivament isqué del poble quasi vorejant el riu, avançant pels màrgens dels camps de blat i botant sèquies ocasionals. Prompte arribà a l’aljama de Quart, que veia baix la llum de la lluna a dos centenars de colzes; amagada en un canyar, tractà de prendre un respir per pensar què podia fer. La ciutat de València, que podia abastar en poc més d’una hora, semblava la millor solució. Però no sabia com la rebrien. Dubtava que socorreren a una dona macada enmig de la nit... Decidí continuar corrent sense perdre de vist el riu fins arribar a les proximitats de la moreria. Hi descansaria arrecerada baix algun arbre fins a fer-se de dia. Però a penes si pogué dormir: tremolà de por i ansietat durant hores, fins que el dolor i el cansament pogueren amb ella. Tan sols un parell d’hores després isqué el sol i, resseguint el camí de Quart, féu via cap a la moreria de València. 31 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa Semblava que estaven esperant-la, o així ho recordava ella. Saludà la primera dona que veié i, destapant-se la cara per ensenyar les ferides, intentà explicar-li el que li havia succeït. La dona tractà de calmar-la i li digué que l’acompanyara a casa, on podria descansar en condicions: després de rentar-la i donar-li de menjar, la deixà reposar durant unes hores. Cap a migdia, però, un home entrà a l’habitació per explicar-li que eren moltes les dones que arribaven en les seues condicions a València i l’aljama no podia fer-se’n càrrec; de fet, estaven obligats a avisar als de Manises per a informar-los de la seua arribada, ja que ella continuava pertanyent al seu marit... Només hi havia una altra opció: un home de la moreria la podia posar en contacte amb el Rei Arlot, l’algutzir del bordell de València. Era l’única persona amb suficient poder com per fer desaparéixer tot rastre d’ella. Això sí, l’assignaria a un hostal i hauria d’exercir la prostitució almenys durant un any. Li deixarien uns dies per a pensar-s’ho i triar. La decisió, en tot cas, estava més que presa des del primer moment en què escoltà les dos opcions: qualsevol cosa abans que tornar amb aquell home 32 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa que li havia fet perdre les ganes de viure. En realitat, la prostitució no podia ser pitjor i, qui sap, tal vegada podria eixir-ne en acabar l’any. Però això tampoc succeí. El Rei Arlot, en efecte, s’encarregà de tot. La conduí davant l’escrivania del Consell municipal i la registrà com a «çabia», és a dir, com a fembra pública, pecadriu, errada, excusera, bagassa, puta, putana, meretriu, corredissa i tantes altres paraules vils que havia sentit durant el temps que duia exercint a l’hostal de la Viuda Navarra. Dos anys de la seua vida, dels quinze als dèsset, i encara no havia pogut estalviar el capital mínim per a anar-se’n. Ans al contrari, devia sumes molt importants que l’hostalera li havia prestat: per als vestits, el calçat, la bijuteria, les apòzemes, el menjar i el llit diaris, etc. Al remat, els deutes i els interessos es mossegaven la cua i feien impossible l’eixida. Mariem, per molt que intentava ser curosa, devia ja la considerable xifra de trescents sous, una quantitat que tardaria anys a liquidar. Llavors conegué a Joan... 33 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa Succeí un matí que havia aconseguit permís de l’hostalera per a eixir del bordell i visitar una remeiera de la moreria que li subministrava certs beuratges guaridors. Després havia decidit pegar una volta pel mercat de la Boatella, com solia fer les poques vegades que eixia, per admirar el tràfec de tendals, paradetes, venedors i compradors. Tanmateix, la remeiera l’advertí: acabaven d’arribar notícies d’un atac nassarita al sud del regne, que havia arrasat per complet la vila cristiana de Guardamar, i no convenia deixar-se vore amb la seua roba de bagassa musulmana. Seguint el seu consell, doncs, decidí abandonar la moreria per la porta del Malcuinat, que a penes distava cinc minuts del bordell. Un poc inquieta pel que acabava de sentir, accelerà el pas, amb tan mala sort que entropessà amb una pedra i caigué a terra. En qüestió de segons un home s’abalançà sobre ella i l’agafà dels braços, disposat a alçar-la. Ella es girà, corglaçada, i aleshores creuaren les mirades: tenia uns ulls intensament grisos, com Mariem. Aquell gris que s’havia vist en comptades ocasions i que sempre li remarcaven quan la coneixien. Amb tot, dominada per 34 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa la por, es tragué de damunt les mans del cristià i arrancà a córrer en direcció al bordell. Arribà a l’hostal amb el cor desbocat i entrà a corre-cuita en la seua habitació. Però passà les hores següents pensant en aquells ulls grisos. No havia pogut vore molt més: un nas afilat, unes celles clares i aquells ulls que la miraven com si la conegueren des de sempre. Mentre palpava els clients de la taverna per tractar d’aconseguir algun servici, continuava pensant en aquells mateixos ulls, i fins i tot a la màrfega, enxacamallada per a rebre les envestides dels cristians, no podia deixar de reviure el moment en què s’havien mirat fixament durant un instant... Llavors succeí una cosa inesperada. La Viuda Navarra l’esperava fora de l’habitació. - Un xicon nou, amb la teua mirada, pregunta per la mora dels ulls grisos. - Com? - Ja m’has sentit. Està esperant-te a la taula de l’entrada! Mariem dubtà uns instants, però s’adonà que no havia de témer res. Estaven a l’hostal i ningú s’havia mostrat especialment ofensiu 35 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa aquell dia per la seua condició de musulmana. Isqué al saló de la taverna i avançà tractant de divisar a l’home de la mirada que s’havia apoderat de la seua ment durant tot el dia. El veié a contrallum, assegut, mirant cap a ella. Primer distingí la seua gonella, d’un color blau cel que contrastava amb els seus cabells rossos. Poc a poc anà albirant els perfils de la seua cara, molt marcats, de mentó prominent, llavis fins i nas afilat, com havia advertit pel matí. Ja al costat de la taula, accedí a contemplar-lo per complet. Li resultà realment atractiu. Els seus trets, un per un, no eren especialment bells, però la mirada d’ulls ametllats els harmonitzava conformant un rostre singular, de forta personalitat. I calia afegir els ulls grisos, els mateixos ulls grisos que ella tenia... Mariem s’assegué al seu costat i el mirà fixament. - Bon jorn. Sóc en Joan Sala - inicià ell la conversa. - Bon jorn, monsenyor. Em diuen Mariem, però ací tots em coneixen com la Grisa - respongué ella sense deixar de mirar-lo als ulls. 36 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa -Tracta’m de tu, per favor... He vingut a demanar-te perdó. Crec que este matí t’he espantat. - La veritat és que sí, prou. Tenia por que algun dels teus anara a per mi. -Algun dels meus? - se sorprengué ell. -Un cristià, vull dir. Amb tot això del saqueig de Guardamar esclarí ella en veu baixa. - Entenc -assentí Joan amb el cap-. Disculpa’m, no volia fer-te cap mal. - Ja... Suponc. En realitat Mariem no ho dubtava en absolut, aquell jove era un tant misteriós, però els seus ulls no albergaven cap mala intenció. I com que m’has trobat? - Bé, les teues robes et delaten: treballes a la pobla de les fembres pecadrius. No havia vingut mai, però no m’ha costat massa descobrir on estava la mora dels ulls grisos. No és gens comuna, eixa mirada. - Com la teua. - Com la meua. Per això he vingut a buscar-te... 37 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa Mariem se sentia cada vegada més nerviosa. En parlar dels seus ulls, el cor començà a bategar-li amb molta més intensitat. Encara no sabia si aquell Joan voldria el mateix que tots, però no volia que se’n anara. Li digué que hauria de demanar un got de vi si volia allargar la conversa abans que la Viuda Navarra s’impacientara. Els en serviren dos i, de seguida, ell li preguntà pels seus ulls. D’on els havia tret, de quina part del regne venia. Ella mai no havia contat a ningú la seua història. No volia, però tampoc li ho demanava ningú. Aquell jove, en canvi, volia saber d’ella. Es preocupava per ella pel simple però extraordinari fet de tindre el mateix color d’ulls. Uns ulls grisos que li resultaven tan amistosos, tan familiars, tan transparents... No podia més que obrir-li el seu cor. - Si vols t’ho conte, però ací no puc. Hauries de pagar un servici i podríem xarrar tranquil·lament en l’habitació... I el que tu vullgues, clar -Mariem no oblidava que potser s’havia encapritxat d’ella i que, al cap i a la fi, no volia més que llogar-la. 38 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa - Caram, caram, tu sí que saps traure rèdit d’eixos ulls -li somrigué, una mica astorat, Joan-. Però bé, anem, em muic de la curiositat. Pagà a l’hostalera i entraren a l’habitació de Mariem. Ella, amb cura perquè les mans li tremolaven lleugerament, encengué un ciri per a calcular el temps: quan es consumira haurien de tornar a la taverna. Els darrers raigs de llum del vespre il·luminaven, per una finestreta, l’estretor de l’estança. Ella es quedà plantada sense saber ben bé què fer. Ell la mirà als ulls i finalment, després d’uns segons de silenci, li acabà preguntant: «Seiem a la màrfega?». Així ho feren i tornà a demanar-li per l’origen dels seus ulls. Ella li digué que no sabia molt bé d’on provenia, de la costa algeriana li havien dit, i li relatà la història del seu captiveri, tal com li l’havien transmesa. Ell assentia i la contemplava atentament. Com més li contava, més en volia saber, però el ciri arribà a la seua fi... -Em sap mal, però haurem d’eixir -digué Mariem assenyalant la metxa fumejant. 39 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa - Ja? -respongué Joan realment sorprès-. I no podem continuar? No podríem estar tota la nit? Era la primera volta que li ho demanaven, però Mariem coneixia de sobres el procediment. - Hauries de llogar l’habitació i pagar deu servicis. Sis sous en total. Joan sabia perfectament quants diners portava al sarró. En tenia suficients, però dubtà si l’absència nocturna seria advertida pel capatàs de l’alqueria. Mai no havia faltat una nit, però l’atracció per Mariem era massa poderosa. L’havia fascinat reconèixer-se en els seus ulls i l’havia acabat de seduir la seua forma de parlar: els gestos, la veu, el lleu tic de mossegar-se la part esquerra del llavi inferior... Isqué de l’habitació, ho pagà tot i tornà amb un pitxer gran de vi jove de Quart. Ella li narrà tota la seua història fins a l’arribada al bordell. Ell, en correspondència, li contà coses de la seua vida a València. Tenia díhuit anys i era fill de Ramon Sala, un mercader de draps pertanyent a una de les famílies més antigues de la ciutat, que havia arribat en temps de la conquesta. Sa mare, de qui havia 40 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa heretat els ulls grisos, havia mort feia molt, i ell i el seu germà havien sigut criats per una dida. Sabia de lletres i havia començat els estudis de lleis per a ser advocat. A més, estava fent-se càrrec de l’alqueria que son pare acabava de comprar a Marxalenes. Primer havien instal·lat un capatàs per a dirigir les faenes agrícoles i després s’havia traslladat ell mateix per a supervisar que tot funcionara correctament. Quan l’alqueria estiguera adobada per complet, la utilitzarien com a residència d’estiu. Així passaren quasi tota la nit, xarrant i bevent. Quan els primers raigs de sol entraren per l’habitació se sorprengueren mig beguts, adormits i abraçats. Mariem, per primera vegada a la seua vida, sentí un desig irrefrenable de besar l’home que tenia al costat. Ho féu suaument, al coll, i Joan respongué la carícia inclinant lleument el cap, mentre tancava els ulls. Li besà l’orella i les galtes, més suaument encara, mentre ell es deixava fer, fins que girà completament el rostre i la besà als llavis, ficant-hi la llengua, alhora que la seua mà dreta buscava el pit esquerre d’ella, per baix de l’aljuba. Mariem s’estremí; el cor li glatia més fort que mai. 41 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa Llavors decidí fer-li l’amor amb tot l’afecte del món. No queta, com preferien els homes de bordell, sinó besant-lo per tot arreu, llepant-lo, tocant-lo dolçament, entrelligant mans, cames i braços, jugant amb el seu penis i introduint-se’l amb cura, sentint-lo entrar tot d’una, de tan extremadament humida com estava... A partir d’aleshores passaren quasi tots els dies junts. Quan ell acabava les classes de lleis, anava a l’obrador de son pare per a rebre instruccions i arreplegar diners per pagar despeses de l’alqueria. Fets els encàrrecs, s’acostava al bordell, on la Viuda Navarra, per una suma diària, permetia les escapades de Mariem, vestida de cristiana. Solien passejar pels afores de València, caminant de vegades fins a la platja. A poqueta nit, quan la família del capatàs es recollia a la seua caseta, s’acostaven silenciosament a l’alqueria, per la part de darrere, per tal de no ser descoberts. Compartien el sopar que la capatassa havia preparat per a ell, afegint-hi algun tros de pa i fruites que compraven pel camí, i, després, Joan treballava un poc en el que havia aprés a classe. Mentrestant, Mariem jeia gitada al matalaf de llana, des d’on el 42 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa contemplava llegir i esperava el moment en què anara cap al llit per a fer l’amor: una, dos o tres voltes, fins que queien rendits de l’excitació. El dia que Mariem, en un dels seus passeigs fins a la platja, va confessar que coneixia les lletres aràbigues, Joan li demanà que escriguera el nom d’ell sobre l’arena. Ho féu àgilment amb un parell de traços: «»ناوج. Ell admirà la novetat durant uns segons i escriví damunt: «Mariem». - Mira, este és el teu nom en cristià. - M’agrada molt, entrellaçat amb el teu nom en àrab. - Són diferents, però en són un... Ara, dos mesos després d’aquell primer encontre fortuït, li havia dit que l’estimava. Amb ell havia conegut tota una sèrie de sensacions noves, però el que sentí en aquell moment, en aquell precís instant en què veié com Joan arribava a l’orgasme mentre declarava el seu amor per ella, era pràcticament indescriptible. Una felicitat infinita que no sabia que podia arribar a existir. Malgrat la comoditat del matalaf de Marxalenes, no pogué dormir 43 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa en tota la nit. Simplement es dedicà a observar el cos de Joan i a fantasiejar amb la possibilitat de deixar el bordell. Tal volta Joan pagaria els seus deutes i ella podria fer-se passar per cristiana per a sempre, com havia fet tots aquells dies sense que ningú se n’adonara. La seua pell clara no la delatava en absolut. El problema seria el casament. Com anava el fill d’un mercader a casar-se amb una òrfena que no tenia on caure morta? I el seu accent? Com anava a fer-lo desaparèixer? Per més voltes que li pegava, no trobava solució. Però s’aferrava a les paraules que Joan li havia dit aquella mateixa nit: «T’estime». 44 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa “Respecto a por qué me gusta escribir, pienso como muchas personas que no es una razón concreta que puedas decir sin más y quedarte tan ancho. Creo que a veces sientes algo en tu interior que necesita ser expresado, expresado para aclararte contigo mismo y para que tu conciencia sepa a qué atenerse. Esto lo intentas transmitir lo mejor que lo sientes mediante palabras, cada uno con su propio estilo pero con el sentimiento inconfundible. También esperas que si alguien por alguna razón te lee conecte con lo que has querido expresar. Si sucede, ya ha valido la pena. Diría que es como dejar trocitos de ti mezclados con ficción como si fueran pistas enrevesadas. Nunca he pensado qué espero conseguir porque tampoco lo tengo claro. Por ahora escribo sin más, cómo surge, no lo hago regularmente y tampoco sigo pautas fijas.” 45 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa Mi madre solía decir que somos nubes. Claro, que no hubiese dicho esto sin unos buenos argumentos, sobre todo cuando se trata de convencer a una niñita de cinco años cuya curiosidad era como una de esas huchas de cerdito que da la sensación de que no se terminan de llenar jamás. Cuando leemos en cualquier lugar “un día de primavera”, evocamos un paisaje bañado suavemente por al luz del sol, flores colocadas con tal gracia cromática que cualquiera diría que se sienten orgullosas de su belleza, las palmas meciéndose suavemente con el aire de mayo. Pero aquel no era un día así. Era primavera, sí, pero las nubes poblaban el cielo como los dientes la 46 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa boca de un tiburón, amenazantes, advirtiendo de que iba a suceder algo. Estábamos en el parque, mi madre leyendo una revista en un banco y yo un poco más allá, elevándome en los columpios. De vez en cuando, unos ojos relucientes cambiaban su habitual dirección y me contemplaban por encima de una estrambótica portada de la Cosmopolitan. Era una sensación bonita: me sentía protegida, reconfortada. Por aquel entonces pensaba que mis padres eran seres extraños, peculiares y algo así como infinitos, criaturas mágicas que tenían que estar ahí sí o sí, cuidando su pequeño equilibrio del mundo, cuidando que su familia no estalle como la tormenta que nos pilló por sorpresa aquel día. Como pinceladas de agua dejadas caer intencionadamente, las letras que anunciaban la nueva película de Johnny Depp se emborronaron y mi madre frunció el ceño. Al mismo tiempo, el paisaje que yo contemplaba subir y bajar, subir y bajar, subir y bajar, se desplomó. Literalmente. Quizá suene exagerado, pero a 47 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa los cinco años, desde mi visión frágil y desorientada del mundo, fue así. Le dijeron a mis vistas desde el columpio que ya habían actuado demasiado, que era suficiente, y las echaron a patadas. Y tan rápido como se fueron surgió un elemento imprevisto: el cielo había bajado a escena. La tormenta que actuó me desagradó totalmente. Hacía gestos demasiado exagerados: hizo que una palmera se arqueara demasiado y que el agua de la fuente se desbordase como un tazón de cereales en el que un niño ha derramado leche con demasiado ímpetu. Y, por encima de todas las cosas, hizo que me sintiera sola. Ahora, tirada en la cama, reflexionando, recuerdo aquel día con una ligera sonrisa. Por un parte, aún siento la angustia que durante varios minutos experimenté al no encontrar a mi madre; había quedado relegada a personaje secundario en esa obra imprevista. Fueron unos minutos de un miedo irracional, pero quizá por eso, experimenté el alivio con una fuerza tan devastadora; al vislumbrar esos rasgos suaves que tantas veces había recorrido con la punta de mis dedos, la tormenta se disipó y 48 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa un nuevo torrente fue directo hacia mí. Un torrente que nada tenía que ver con el agua que había empapado mi vestido rosa con volantes, un torrente de alivio. Aplaudí en ese momento con cierta inquietud, la obra había finalizado. La tormenta se había retirado del escenario sutilmente, con la misma rapidez con la que había entrado. Mamá creyó que mis aplausos eran gestos para que viniera a socorrerme y yo corrí, y corrí hacia ella, porque algunas obras de teatro tienen epílogo, y me gustaba el final de aquella. Ya no soy aquella niña asustada. Al menos no niña. Tengo quince años y muchos dirán que la edad en la que estoy es bonita, que si la adolescencia es una etapa en la que te encuentras con tu yo más íntimo, que vives experiencias únicas…En fin, quizá lo sea, pero una cosa que sí sé es que es larga, TERRIBLEMENTE LARGA. Hay confusión, dudas, cambios extraños y confusión y confusión. Y lo peor es que la gente de tu misma edad, la gente de tu alrededor, está tan confusa como tú y todo esto conlleva un círculo vicioso que la salud mental no agradece demasiado. No me 49 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa juzguéis, no pretendo que ésta sea una historia de lo horroroso que es ser adolescente, de lo incomprendidos que estamos, de lo mucho que odiamos todo. No todos somos unos monstruos devoradores de almas paternas. No todos reivindicamos cualquier cosa que nos sirva de excusa para iniciar una pequeña rebelión. Algunos sólo intentamos no salir muy malparados de ésta. Bien, comencemos con mi pequeña historia. Una historia como otra cualquiera, perdida en el intrincado tejido de historias de miles y millones de personas que viven lúcidas y con banda sonora propia en nuestra mentes que funcionan como un gastado corazón: palpitantes y sangrantes de recuerdos. No sucedió en un día, ni en dos, tampoco en una semana, ni en un mes. Fue sucediendo poco a poco, con dulzura y lentitud y, cuando me di cuenta, mi situación era demasiado parecida a la de la mosca que se queda atrapada en una compleja telaraña. 50 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa Los días en clase se sucedían monótonos. Pero no todo lo monótono es malo, sólo rutinario. Y la rutina puede acabar contigo u otorgarte cierta estabilidad. Mi punto de amarre eran mis amigos de clase. La mayoría nos conocíamos desde pequeños, íbamos toda la vida juntos, exceptuando los que llegaron nuevos en primero de la E.S.O. pero se integraron como si su presencia siempre hubiese estado en nuestros recuerdos infantiles. Ese año no entró nadie nuevo en clase, pero afiancé amistades. Llevábamos hablando todo el verano por skype, tuenti y demás redes sociales, y nos entendíamos a la perfección. No entendía cómo podía haber estado tanto tiempo sin conocer esas pequeñas partes de él, sin deleitarme con su conversación que parecía comprenderme tan bien, con esas bromas que llegaron a ser privadas e íntimas, que sólo nosotros entendíamos. Yo estaba exultante. Me habían gustado muchos chicos, pero me limitaba más que nada a aspectos físicos, en plan “qué ojos tan bonitos tiene ese chico”, “qué mono”, “ay, qué sonrisa”…ya me 51 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa entendéis. El caso es que nadie me había llenado totalmente en el plano “intelectual”, por llamarlo de alguna manera. La mayoría de las conversaciones que mantenía eran sosas, de temas que se repetían constantemente, totalmente insípidas y por llenar un metafórico hueco en el aire. Y no era culpa de nadie, intereses distintos y formas de expresarse y entenderse que no compartían patrones. Y podía entenderlo, pero no podía evitar sentirme desganada, ligeramente vacía, todo tenía un tono de color más apagado que de costumbre, aunque suene melodramático. Emociones…cuánto pueden llegar a influir en nosotros y en nuestra manera de ver el mundo. En definitiva, todo esto cambió cuando observé y dejé de ver a esos ojillos azules. Buceé en ellos, como si de agua de mar se tratase, un descenso largo y dulce, y me gustó lo que vi. Él era un chico normal, ojos azules, pelo castaño y estatura media, pero cada vez que lo conocía mejor, que conocía una migaja más de sus gestos y expresiones, sus rasgos adquirían más atracción en mí. Me gustaba. Me gustaba mucho. 52 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa Creo que una de las cosas más preciadas que puedes compartir con alguien es la complicidad. Y cuando estábamos solos mi pierna descansaba sobre la suya, nuestras manos se entrelazaban, las caricias eran pequeñas y curiosas. En esos instantes de inocente felicidad yo ya no necesitaba nada más. Los días pasaban y, a pesar de que nada cambió, todo fue distinto. Quizá se produjera un pequeñísimo cambio en su actitud cada día y por eso no me di cuenta hasta que ya invadía mi vista como una bandada de pájaros que puebla el cielo sin avisar. Eran pequeños gestos: miradas desviadas, excusas disfrazadas de obligaciones, cualquier tontería que me decía que ya no era como antes. Su ignorancia era como una pequeñita daga que me hundía más y más el corazón, y la autoestima se negaba a salir a escena: estaba demasiado dolida por lo que estaba sucediendo, porque no pasó nada, y eso fue lo peor. Supongo que él no buceó lo suficientemente profundo como yo en él, quizás se quedó en la superficie, quizás se hundió y no le gustó lo que vio. 53 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa Me dijo tantas cosas. Me dijo tantas cosas que sonaban a verdades y que nunca sabré si se las creyó realmente o era otro constructor de amalgama que rellena los silencios vacíos. Me dijo que le encantaba hacerme reír porque le gustaba mi sonrisa. Me dijo que me quería, pero que no quería perderme, romper esa conexión tan especial que teníamos. ¿Cómo puedes hacerle daño a una persona de la que te gusta su sonrisa? Me dijo que ante todo éramos amigos. Que nos habíamos hecho el uno al otro en nuestro día a día, y ahora mi pierna no descansaba suavemente sobre la suya, estaba asfixiantemente entrelazada con las suyas. Atrapada. Si sólo me dejase comprender. Si sólo se explicara. Si sólo me dijera por qué hizo lo que hizo, porque así a lo mejor podría comprenderle. Los por qué son los que matan, los que desquician, los que pueden hacer de una persona cuerda una persona nudo, enredada de tantas preguntas que nunca nadie logró responderle. 54 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa Y sigo preguntándome por qué hay heridas que nunca se han producido pero están ahí, las sientes, las notas abiertas y palpitantes, henchidas de incomprensión. De acuerdo, estaréis pensando en estos instantes: ¿Y ese dramatismo qué narices tiene que ver con “ser nubes”? Paciencia, queridos. Como nubecillas locuaces que sois, os nubla la impaciencia. Y cuando algo tiende a nublarse, por las leyes de este universo, se precipita y cuando algo se precipita…nunca hay vuelta atrás. Y como dos cometas que han pasado demasiado tiempo en el espacio rodeados de cuerpos celestes que no conseguían comprender, nos precipitamos. Y como sabréis, ningún cuerpo lanzado desde el espacio llega igual a su destino que cuando comenzó. Se pierde velocidad, se pierden muchas cosas, puedes llegar a perderlo todo… 55 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa Me levanté de un salto. Un atronador sonido que sonó como si algo se hubiera quebrado en mil pedacitos, me catapultó como un cohete hacia la realidad, hacia mi cuarto de paredes lila y sábanas suaves y frescas. Acudía hacia el lugar donde había oído el sonido, hacia el salón, y me encontré a mi hermana pequeña de diez años plantada en mitad de la estancia, con una mirada que sólo podía delatar su culpabilidad. Cuando me vio, abrió los ojos como platos y corrió hacía mí los escasos metros que nos separaban. - Lo siento, lo siento, lo siento, ha sido sin querer, te lo juro, en serio…-no dejaba de repetir esas palabras mientras me miraba con los ojos muy abiertos a la espera de mi reacción. - ¿Qué dices, niña loca, a ver, qué ha pasad…? Entonces me fijé. El suelo estaba lleno de trocitos muy pequeños de cristal justo debajo de la vitrina. La diferencia es que ahora estaba vacía. Allí, en esa pequeña vitrina plateada colocamos la escultura de un dragón con la que gané el concurso nacional de 56 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa artesanía, y en la que invertí horas y horas, un reloj de arena poblado con la arena de todo un desierto. Entonces vinieron los gritos, los insultos y la luminiscencia de color rojizo de mi cara provocada por la reciente ira que me dominaba. Mi padre acudió al trágico lugar del crimen y le expliqué lo que había sucedido, remarcando la culpabilidad de mi hermana entre líneas. Ella se defendía como podía con voz nasal y las mejillas encharcadas (¡DE CULPABILIDAD!). Mi padre no sabía muy bien qué hacer, así que riñó a mi hermana por lo sucedido y la castigó sin su preciado y recién adquirido móvil, y a mí por hablarle de esa forma. Me fui a mi habitación con un nudo en la garganta, y furiosa con mi hermana: la causante de la situación. Furiosa con el mundo por haber propiciado esa situación, o por existir simplemente, quién sabe. De pronto noté una sensación extraña: eso ya me había pasado antes, era una especie de dejà vu. 57 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa Analicemos la situación: una persona a la que quiero (aunque cueste admitirlo, mi hermanita ha tenido sus años y ha conseguido hacerse querer final y triunfalmente) había roto algo importante para mí. Solté una carcajada, una carcajada que sólo se podía calificar como demente, que retumbó por la casa e hizo que mi padre se replantease mi estado mental. Me reí y me reí, porque esto ya había pasado. Me habían roto el corazón. Y solté otra carcajada. Y si me ponía a pensar en el futuro, sabía lo que pasaría en esta situación: yo acabaría perdonando a mi hermanita por haberme destrozado mi preciado dragón, y la vida fluiría como siempre. Y comprendía que sería agotador lastrar eternamente mi ira. Aunque, por supuesto, duela dejarla correr, sin la vendetta posterior que clama siempre la sangrienta y fantasiosa mente. Aún dolía recordar algunas cosas, quemaban esos momentos risueños y cómplices, pero ahora comprendía que debía aceptar esos recuerdos como lo que son, recuerdos. Las aguas estancadas 58 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa no pueden fluir. Y yo en ese momento necesitaba fluir, necesitaba desesperadamente fluir. Ahora sí, de acuerdo, está bien, llega el momento de quitarle el antifaz al misterio nebuloso. Los humanos somos nubes. Acumulamos odio, energía negativa, tormentas. Pero también alegría, paz, sosiego, luz. Somos canalizadores, como las nubes. Pero ellas lo descargan, descargan lo que no consideran necesario, lo que sobra en su mullido cuerpo de algodón. Nosotros no. Nos guardamos lo que llevamos dentro, creyendo así que con el tiempo se irá, que podemos sobrellevarlo nosotros solos, pero no es así. Y cuando no podemos soportarlo más, estalla la tormenta. Y cuando estalla te sientes solo, desamparado porque no hay nadie más contigo, como aquel día de primavera, como aquel día de primavera. Nunca pensamos que una nube gris y pequeña que vemos en el cielo está mejor guardándose todo eso que lleva dentro, todo ese 59 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa material que parece polvo viejo y gastado. Pero lo hacemos continuamente con nosotros mismos. Tenemos un síndrome de Diógenes en nuestro interior. Vivimos con miedo a desprendernos del odio, creemos que nos hace fuertes, que constituye una barrera, pero sólo hace que nos apaguemos cada vez más, que nos ennegrezcamos como esa nube gris de algún lugar, que no se siente preparada para estallar en una tormenta que la liberará. Que la hará brillar con tanta fuerza que no habrá atardecer que no quiera tenerla en el cielo. 60 IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa La Junta Municipal de Ruzafa quiere expresar su más cordial agradecimiento a los jurados del concurso, - D. Manuel Turégano - Dª Leticia Gisbert - D. Javier Roselló - Dª. Montserrat Yedra - Dª. Aurora Cantero Así mismo, desea hacer constar su agradecimiento por la colaboración desinteresada en la semana de promoción lectora y en este concurso, donando lotes de libros para los diferentes premios y, en el caso del concurso, para la ganadora del primer premio de la segunda categoría en castellano. 61