Relatos IV Certamen

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Índice
Salutación de la Presidenta…………………………....3
Acta del Jurado……………………………………………….5
Relatos Premiados
La Última Foto de Aquel Antiguo Carrete
Sergio Ferrer Rozalén
Sobre Sergio…………………………………………………..7
Relato…………………………………………………………….9
T’Estime
Vicent Baydal Sala
Sobre Vicent…………………………………………………26
Relat…………………………………………………………….27
Nubes
Cristina Quintero Martínez
Sobre Cristina………………….……………………………45
Relato…………………………………………………………..46
Agradecimientos…………………………………………..61
IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
En el arte de escribir, sobre todo cuando alguien
desea expresar aquello que rodea a su propia existencia,
como sin duda lo es el pulso vital de un barrio, de sus gentes y
de sus inquietudes, el relato corto sirve de poderoso vehículo
de expresión, porque tiene la facultad de llegar directamente
a quien lo lee.
Desde la Junta Municipal de Ruzafa, no podemos ni
debemos dejar de impulsar este genuino proceso de creación,
que junto a otras diversas disciplinas artísticas, caracterizan y
ponen en valor la enorme creatividad de la que siempre hace
gala nuestra vecindad.
El certamen de relato corto se encuentra consolidado,
ya en su cuarta edición, y además de premiar la creatividad,
nos consta que anima a otros vecinos y vecinas a escribir para
que expresen sus inquietudes a través de las letras. Y para
que esta acción no sea un proyecto aislado y adquiera su
verdadera dimensión, continuamos con las acciones de
promoción lectora que tanto éxito tuvieron el año pasado,
colaborando una vez más con muchas entidades,
instituciones y centros educativos de la Junta de Distrito.
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
Es un placer poder leer los dos primeros relatos
ganadores de cada categoría, como el de Sergio Ferrer con
“La última foto de aquel antiguo carrete” en la modalidad de
castellano, y el de Vicent Baydal con “T’Estime” en
valenciano, así como el de la segunda categoría en castellano
de Cristina Quintero con “Nubes”, a quienes quiero expresar
mi más sincera enhorabuena.
Como Presidenta de la Junta Municipal de Ruzafa,
animo una vez más a todos los vecinos y vecinas a que
participen del placer de escribir, y que nos muestren a través
de sus palabras, el poderoso pulso cultural de nuestro
querido barrio, tan fecundo, diverso y profundamente vital.
María Irene Beneyto
Presidenta de la Junta Municipal de Ruzafa
Enero 2014
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
En Valencia, a 6 de noviembre de 2013, reunidos los
miembros del Jurado del Certamen, D. Manuel Turégano, Dª
Leticia Gisbert, D. Javier Roselló, Dª. Montserrat Yedra y Dª.
Aurora Cantero, designan como ganadores los siguientes
relatos:
CATEGORIA PRIMERA EN CASTELLANO
Relato ganador: La Ultima Foto de Aquel Antiguo Carrete.
CATEGORIA PRIMERA EN VALENCIANO
Relato ganador: T’Estime.
CATEGORIA SEGUNDA EN CASTELLANO
Relato ganador: Nubes.
CATEGORIA SEGUNDA EN VALENCIANO
No se presentaron relatos al concurso.
Una vez abiertas las plicas, se constata que los autores de los
relatos ganadores son los siguientes:
La Ultima Foto de Aquel Antiguo Carrete. Autor/a: Sergio
Ferrer Rozalén, con D.N.I. 22.587.403 T
T’Estime. Autor/a: Vicent Baydal Sala con D.N.I. 29.197.722 G
Nubes. Autor/a: Cristina Quintero Martínez, con D.N.I.
21.800.551 R
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
Por tanto, acuerdan elevar a la Sra. Presidenta de la Junta
Municipal de Ruzafa a las citadas personas como ganadores
de las diferentes categorías.
Y para que conste la presente y a los efectos oportunos,
firman este acta D. Manuel Turégano, D.ª Aurora Cantero, D.
Javier Roselló, Dª. Leticia Gisbert y Dª. Montserrat Yedra.
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
“Desde pequeño siempre me ha gustado escribir;
fundamentalmente, porque siempre he tenido algo que
contar. En muchas ocasiones miles de sentimientos me
invadían y necesitaba sacarlos de algún modo. Cuando esto
ocurría, en la escritura encontraba una forma de expresión
bastante apta para ello. Me hacía sentir muy cómodo. He
seguido escribiendo a lo largo de los años, pero ha sido
recientemente cuando he empezado a contar historias algo
más largas, como la que presenté a este concurso.
Escribir me permite transmitir sentimientos y emociones.
Supongo que, en cierto modo, me gusta compartir lo que
pasa por mi cabeza; darle forma a través de las palabras. Me
gusta que los demás puedan imaginarlo y sentirlo también.
Al principio empecé escribiendo en varias redes sociales y abrí
un blog. Actualmente, sigo publicando en mi blog personal
[www.sergioferrer.es]. No sólo historias, sino también sobre
diversos temas que invitan a la reflexión y el debate, artículos
de actualidad, galerías fotográficas y curiosidades. Aparte del
blog, he ganado un par de concursos de relatos más y
también me han publicado en algunos sitios. Y, por supuesto,
trato de leer y escribir siempre que puedo para seguir
mejorando.”
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
Además del certamen de la Junta de Ruzafa, Sergio Ferrer ha
ganado el concurso de relatos breves “Foto Perruna”. Fue
publicado en el II Concurso "Pluma, Tinta y Papel" y
Premio Especial del Público del concurso “1 Foto 1 Historia”
de la IV en la Semana Internacional de Intercambio UPV
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
Despertó, pero deseó no haberlo hecho, no todavía, o al
menos, no de ese modo. Una mañana más, los alaridos de su
madre la sacaban de un sueño relajante y conciliador.
- ¡Venga, despierta, que ya son las ocho!
- Pero, mamá, sabes que no tengo que hacer nada hoy,
déjame dormir un rato más.
- ¡Que no, ya está bien de vaguear, levántate y ponte a buscar
trabajo!
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
Acto seguido, encendió la aspiradora y dio por terminada la
conversación. Laura se levantó de la cama y se dirigió al baño
a lavarse la cara. Hacía dos meses que había finalizado los
estudios de derecho y, aunque lo había intentado, hasta la
fecha no había tenido la suerte de encontrar trabajo. Por si no
fuera suficiente, todas las mañanas a las ocho en punto tenía
que escuchar aquellos gritos recordándoselo insistentemente.
Pero, sin duda, los peores días eran los lunes y los jueves, sí,
lunes y jueves, cómo olvidarlo, esos eran los días en los que
los chillidos de su madre eran acompañados por el insufrible
ruido de la aspiradora que le taladraba la cabeza. No
aguantaba más en esa casa, no soportaba a la mujer que la
había criado y que, sin motivo aparente, se mostraba siempre
tan autoritaria, presumiendo a diario de persona ejemplar y
modélica. Tampoco soportaba que su padre, a quien veía
como el típico calzonazos, no hiciera nada por poner remedio
a la situación. Más de una vez se había planteado marcharse
de casa con el dinero que había ganado trabajando de
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
camarera los últimos cuatro veranos, irse bien lejos para
poder vivir tranquila, pero nunca se decidía a dar el paso.
Pronto salió de su ensoñación cuando volvió a oír de fondo la
voz de su madre:
- Ya que dices que hoy no tienes nada que hacer, me vas a
ayudar con las tareas de la casa. Sube al desván y tira todo lo
que no necesitemos, tenemos que hacer hueco antes de que
vengan a reformarnos la cocina la semana que viene.
Laura, cabizbaja, se dirigió hacia allí sin rechistar, no le
apetecía discutir y, además, así podría disfrutar durante un
rato de la soledad y la tranquilidad que encontraría lejos de la
presencia de su madre. Decidida, abrió la trampilla, subió las
escaleras y se asomó al interior; y fue entonces, mientras
sentía que la envolvía ese olor tan característico a cerrado,
cuando se percató de las pocas veces que había estado ahí
arriba; ni siquiera recordaba que guardaran tal cantidad de
cajas. Se fijó en que cada caja llevaba escrito su contenido y
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
sintió cierto alivio al pensar que eso le facilitaría la tarea. Se
acercó a la caja que tenía más cerca, la cual tenía escrito
“Decoración de Navidad”, decidió moverla al fondo y así ir
separando las cajas que ya había revisado de las que
quedaban por ver. La siguiente caja contenía los apuntes
universitarios de su padre; si llevaban tantos años allí
escondidos, seguramente no los necesitaría. Y, al fin, después
de sacar del desván dos cajas llenas de ropa de cuando ella
era pequeña, otra con la cuna y otra con mantas viejas, y de
apilar otras tantas, descubrió una que hizo que se le
iluminaran los ojos. En ella se leía “Cosas de la casa vieja” con
una caligrafía que le recordó a una niña de siete años, con
una letra que no era otra que la suya propia dieciséis años
atrás. No podía creer que llevase tanto tiempo teniéndola tan
cerca y que no supiera de su existencia. Rápidamente la abrió,
no aguantaba la intriga. Un montón de muñecas aparecieron
ante sus ojos, entre las que se encontraba la que un día fue su
tercera muñeca preferida, la señorita Pepis. Obviamente, sus
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
dos preferidas la habían acompañado una en cada mano
durante todo el proceso de mudanza, era una de las pocas
cosas que recordaba bien. De hecho, seguían en uno de los
estantes de su cuarto, recordándole una niñez que llevaba
años desaparecida. Después encontró algunos cuentos, cintas
y películas; también algunos dibujos que ella misma había
hecho. Y en el fondo de la caja, su antiguo diario y una vieja
cámara de fotos desechable. Cogió la cámara y vio que tan
solo le quedaba una foto para terminar el carrete. Giró la
ruedecilla para cargar la siguiente foto y apretó el disparador,
pero no funcionó; así que se puso a rebobinar el carrete de
forma manual y, mientras lo hacía, le vino a la cabeza la
tienda de fotografía que había a dos calles de su casa, recordó
que tenían un cartel anunciando revelados en una hora y
decidió llevarlo de inmediato.
Miró el reloj. Sin darse cuenta había pasado ya toda la
mañana, por lo que salió a toda prisa hacia allí poniéndole a
su madre la excusa de que iba a llevar la ropa vieja a la
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
parroquia. Estaba emocionada, excitada por ver las fotos que
contenía aquel carrete.
- Vale, hija, pero no tardes, la comida estará lista en media
hora.
Entre llevar el carrete a la tienda y la ropa a la parroquia
cuando llegó a casa la comida ya estaba sobre la mesa. Se
sentó y la devoró con ansia para acabar pronto y subirse a su
habitación a leer el diario de su niñez. Lo ojeó por encima
hasta que se hizo la hora de ir a recoger el carrete y
rápidamente, aunque en silencio, salió de casa; esta vez sin
excusa, pues su madre dormía la siesta. En cinco minutos ya
tenía el sobre con las fotos en sus manos y empezó a verlas
de camino a casa. En las primeras encontró a sus amigas de
aquel entonces, Raquel y Carla, cuyos nombres había
recordado hacía tan solo unos minutos al leerlos en su diario.
Llegó a casa y entró con sumo cuidado para asegurarse de no
despertar a su madre y comenzar con ello uno de los
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
interrogatorios a los que le tenía acostumbrada. Subió a su
cuarto y siguió contemplando las fotografías. Las siguientes
eran con su familia, del último día en la casa vieja, minutos
antes de la cena de despedida que celebraron. Se emocionó
al ver las fotos de su abuelo, quien había muerto hacía un año
y no pudo evitar que se le escapara una lagrimita antes de
seguir con las demás fotos, pero cogió aire y continuó. Y, de
pronto, al llegar a la última imagen se quedó helada, un
escalofrío la recorrió de arriba abajo y las manos le
empezaron a temblar, no podía creer lo que estaba viendo.
Sintió como sus fuerzas se desvanecían, las fotos se le
cayeron al suelo y a ella le tocó tumbarse en la cama para no
acompañarlas. Y fue allí cuando, de repente, miles de
recuerdos que aparentemente habían permanecido en el
rincón más oculto de su cerebro, inundaron su mente. Aquel
día del que tan poco recordaba, su último día en la vieja casa,
se le apareció claramente ante sus ojos como si de una
película se tratase.
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
“Viernes 22 de junio de 1990
Querido diario, hoy ha sido un día triste. Siempre me alegro
de que acabe el cole y empiece el verano. Hoy no. Me ha
tocado despedirme de todos. Papá dice que no los volveré a
ver en un tiempo. Raquel me ha regalado una bolsa de
chuches. Es mi más mejor amiga. Es la mejor. Carla es la niña
más lista y graciosa que conozco. Es increíble. Las echaré
mucho, mucho de menos. Luego hemos ido al parque. Nos
hemos hecho fotos juntas. Papá me regaló ayer una cámara.
Ahora vamos a cenar con la familia. El pollo del horno huele
genial.
Papá me ha dicho que nos vamos a vivir a otro país. Dice que
hay que despedirse de los seres queridos cuando uno se va a
vivir a otro país. Yo no quiero irme. No me gustan las
despedidas. No quiero dejar de ver a los yayos, ni a los tíos, ni
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
a mi prima Sandra. No quiero dejar de ver a mis amigas. No sé
por qué me hacen esto. Papá y mamá dicen que es lo mejor.
Dicen que el nuevo trabajo de papá es muy importante. Dicen
que ahora en el trabajo ya no es Fernando, es Don Fernando”
- Laura, cariño, lávate las manos y baja a ayudarme a preparar
la mesa antes de que vengan los demás. Tenemos que tenerlo
todo listo para la despedida.
La pequeña Laura hizo caso a su padre y acabaron de poner la
mesa justo cuando los abuelos, acompañados de sus tíos y su
prima, llegaron a casa. De pronto sonó el teléfono, el padre
descolgó y tras un par de minutos de conversación colgó y se
dirigió a los abuelos y los tíos.
- Era María, que ya sale de la oficina hacia aquí.
- ¿Por qué mamá llega hoy tan tarde? ¿Qué hace en la
oficina?
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
- Cielo, ¿recuerdas que te dije que te despidieras de tus
amigas hoy?
- Sí, ¿mamá también tiene que despedirse?
- Todos tenemos que despedirnos, vamos a estar lejos y nos
veremos menos.
Laura sintió que a su padre le costaba decir aquellas palabras,
lo que la entristeció aún más. Entonces cogió la cámara y
empezó a hacerse fotos con todos los presentes, quería tener
un recuerdo para no olvidarlos nunca por muy lejos que
estuviera. De repente algo rompió la emotiva escena que
estaban viviendo, se oyó un fuerte golpe que provenía de la
calle acompañado de un fuerte grito y las ruedas de un coche
que parecía salir a toda prisa de allí. El padre rápidamente
corrió las cortinas del salón y ordenó a los abuelos que
permanecieran en casa con los niños, mientras él y los tíos
salían para ver lo ocurrido. Laura, que siempre había sido muy
curiosa, subió a su cuarto con la excusa de ir a por su muñeca
favorita y se asomó por la ventana para ver qué estaba
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
pasando. Lo que encontró allí la dejó de piedra, el tío Arturo
había sido atropellado y estaba tendido en el suelo junto a un
río de sangre que brotaba de su cráneo y lo impregnaba todo,
hasta su ropa. Junto a él los tíos y el padre intentaban
reanimarlo sin éxito alguno. A partir de ese momento la calle
se convirtió en un ir y venir de coches de policía. Al poco
tiempo llegó la madre en un taxi y se quedó allí fuera, con los
mayores, contemplando la situación. Laura le escuchó decir
que habían bebido vino en la despedida y era mejor no
conducir. Tras unos días de investigación, la policía concluyó
que había sido un accidente y que el conductor se había dado
a la fuga. Seguirían intentando encontrar algún indicio que los
llevara a él, pero sin testigos ni pruebas adicionales iba a ser
casi misión imposible.
Poco a poco, Laura se fue incorporando, se quedó sentada en
la cama y cogió del suelo esa última foto del carrete, la misma
que hace tan solo unos minutos había hecho que sus fuerzas
flaquearan. La observó intensamente, clavó su mirada en ella,
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
tratando de asimilar lo que estaba viendo. No lo podía creer.
En la foto aparecían ella y su prima, y al fondo, tras la
ventana, se apreciaba perfectamente como un todoterreno
como el que su madre conducía en aquella época arrollaba a
su tío. No se podía apreciar la matrícula, pero sí que la
conductora era una mujer rubia con camisa rosa. Todo
encajaba: su madre había matado a su tío, pero ¿por qué?
Laura no daba crédito a lo que veían sus ojos, no podía creer
lo que se ocultaba bajo la apariencia de mujer correcta que
caracterizaba a su madre. Y entonces empezó a sentir un
profundo miedo, el terror la invadía al haber descubierto con
qué tipo de persona estaba conviviendo. Al mismo tiempo, un
mar de dudas la sacudía. Había algo que desconocía del
pasado de su madre y estaba dispuesta a averiguar qué era lo
que escondía. Por supuesto, no podía decir nada, no sabía en
quién podía confiar y además no le dejarían marcharse de
casa por las buenas, así que pensó que lo mejor sería salir esa
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
misma noche, cuando sus padres durmieran y tratar de
descubrir el oscuro secreto que envolvía a su madre.
Justo a media noche, tal y como había previsto, salió de casa
en completo silencio con la única compañía de una mochila.
Se dirigió directamente a la estación de tren. Si todo iba
según lo previsto tras nueve horas estaría en casa de su
abuela y allí podría empezar a investigar. Era un trayecto
largo, así que se pasó la mayor parte durmiendo.
Al llegar a casa de su abuela, tocó al timbre tres veces, como
hacía de pequeña. Cuando ésta abrió la puerta no podía creer
que su nieta Laura, a quien no veía desde hacía un año en el
funeral del abuelo, estuviera allí mismo. Pasaron dentro y la
abuela sacó un par de vasos de leche y algunas galletas y
pastas para acompañar.
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
- Bueno, Laura, ¿qué te trae por aquí? ¿Cómo es que no has
avisado de que venías? ¡Qué ilusión me hace que hayas
venido!
- Lo siento, yaya, no lo tenía planeado. Me habría gustado
avisarte, pero ha sido pensado y hecho, me apetecía pasar
unos días fuera de casa, ver a la familia…
Tras la típica conversación de cortesía después de tanto
tiempo sin verse, la abuela notó preocupación en la mirada
de su nieta, la notaba intranquila, distante, como si no
estuviera a gusto; así que lanzó la pregunta que ambas
deseaban escuchar:
- Bueno, ¿no me vas a decir qué haces aquí?
- Verás, me gustaría ver las cosas del tío Arturo, si no te
importa.
- ¿Las cosas del tío Arturo? Pero si apenas le conociste, tenías
siete años cuando murió ¿qué quieres saber?
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
- Es una larga historia, simplemente me gustaría saber si
todavía conservas sus pertenencias, como sé que vivía aquí
cuando pasó todo…
- Su habitación sigue estando como la dejó, han pasado
dieciséis años y no he tenido el valor de cambiar nada, sube y
mira lo que quieras, pero luego déjalo todo como estaba.
- Gracias, yaya, sabía que podría contar contigo.
Laura abrió la puerta y se quedó de pie en la entrada,
contemplando la habitación, no sabía por dónde empezar. Al
fin se decidió, se sentó en la silla que había frente al escritorio
y echó un vistazo a todos los papeles que había sobre éste,
después fue abriendo sus cajones uno a uno, rebuscando con
detenimiento, pero no encontraba nada. Se levantó y se
dirigió a unas estanterías llenas de libros que tenía en la
pared opuesta de la habitación, los sacó, hojeó algunos
buscando alguna marca, algo dentro de sus páginas que le
fuera útil, pero nada. Incluso miró debajo del colchón, movió
algunos muebles, su ansia era infinita y cada fracaso en su
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
búsqueda hacía que su desesperación aumentase. Y
finalmente, cuando ya lo había dado todo por perdido, abrió
el armario y, al fondo de éste, encontró una caja de zapatos
llena de cartas. Las sacó y empezó a leer. Las primeras eran
cartas llenas de amor, quien las escribiera llamaba al tío
Arturo Romeo y firmaba bajo el seudónimo de Julieta. Fue
avanzando en su lectura, parecía todo un romance contado
desde prácticamente sus inicios y, en las últimas cartas, se
volvió todo más turbio. Por lo que iba leyendo, Laura intuyó
que había algo que su tío Arturo, Romeo, quería contar, algo
que no le dejaba vivir, que perturbaba su ser haciéndole
pasar noches en vela. Supuso que él había amenazado con
revelar la verdad de un momento a otro y, por eso, Julieta
imploraba que no lo hiciera, que esperase, que había mucho
en juego. Laura no entendía nada, parecía que en aquella
historia nada tenía sentido. Todas esas cartas eran difíciles de
interpretar, ya que faltaban todas las que enviaba Romeo,
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
esas que le darían conexión a aquel montón de
correspondencia.
Cansada, desmoralizada y a punto de desistir, Laura cogió la
última carta. En primera instancia, se percató de que el tipo
de papel era diferente, era como más grueso y rugoso, tenía
un estilo más cuidado. Al abrirlo se dio cuenta de que
también la caligrafía era diferente, cogió aire y como con
todas las demás cartas se dispuso a leer.
Querida Laura,
Sé que eres pequeña todavía para entender esto, pero no
podía vivir más tiempo con ello dentro y menos ahora que os
vais a otra ciudad. Necesito que sepas que yo soy tu
verdadero padre. Y a ti, Fernando, hermano, de veras que lo
siento, no pude luchar contra mi corazón.
Te quiere, tu tío Arturo
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
Vicent Baydal Sala es Doctor en Historia Medieval con
Mención de Doctorado Europeo, por la Universidad Pompeu
Fabra y pertenece al Consejo Superior de Investigaciones
Científicas de Barcelona
Por su labor investigadora, ha recibido los premios Notari
Raimon Noguera en Historia Medieval (2012) y Ferran
Soldevila de biografía, memorias y estudios históricos.
(2011).
Entre sus numerosas publicaciones, podemos destacar El
Llibre dels fets de Jaume I, a pams del sol naixent, “La croada
d’Almeria, 1309-1310. La host de Jaume II i el finançament de
la campanya”, «Nacionalisme i historiografia: la interpretació
diversa de les propostes polítiques valencianes realitzades
durant la guerra del Francès», o «Guerra y fiscalidad en el
reino de Valencia: el gasto militar en las campañas de la
primera mitad del siglo XIV»,
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
Mariem el mirava fixament. Contemplava embadalida el cos
esvelt i nu de Joan, que dormia al seu costat. Acabaven de fer
l’amor i pensava en les darreres paraules que li havia dit, just
abans d’arribar al clímax: «T’estime». Era la primera vegada que li
ho deia en els escassos dos mesos que s’havien vist. No recordava
que li ho hagueren dit mai abans. Probablement la mare, les iaies
o les ties li ho havien repetit de menuda, però l’havien apartada
d’elles massa prompte com per a tindre’n memòria. L’any de 1317
un lleny cristià havia fet una incursió contra la població algeriana
de Sersell. Se l’havien emportada quan era una xiqueta de
bolquers, juntament amb sa mare, que havia mort durant el
viatge de tornada. Captius de bona guerra, foren ràpidament
venuts a un mercader especialitzat en revendre esclaus. Els
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
comprava musulmans per a oferir-los a les aljames islàmiques del
regne, que practicaven la caritat amb els seus germans de fe.
Mentre encara pertanyia al mercader, un acaptador s’havia fet
càrrec de Mariem, demanant almoina per a pagar la seua llibertat.
S’hi presentava sobretot als socs, i també a l’eixida de les
mesquites, quan acabava l’oració dels divendres. Explicava el seu
desgraciat cas i ella, en la seua desesperació infantil, plorava i
plorava, el que, ben lluny de despertar la compassió requerida,
dificultava l’operació.
A la fi, després d’un any rodant, la comunitat de Bunyol decidí ferse càrrec del seu preu i acordà l’alliberament amb el mercader.
Però allà la vida no li fou gens fàcil. Continuà sent una esclava en la
pràctica: criada a la mesquita local, que també feia de madrassa,
hi fou emprada de serventa fins als dotze anys. La matrona del lloc
li encarregà des del principi faenes impròpies de la seua edat: feia
el pa a trenc d’alba, fregava agenollada les rajoles de les estances,
endreçava les habitacions, llavava les robes al safareig, parava i
desparava la taula per a professors i alumnes, escurava els atifells,
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
llevava la brossa de l’hort, netejava les latrines, etc. Així durant set
llarguíssims anys, en què l’única distracció que tingué fou
aprendre a llegir i escriure rudimentàriament, quan, d’amagat,
entreveia les classes que s’impartien. Tot plegat, quan la van
prometre en matrimoni amb un terrisser de Manises i la van
substituir per una altra xiqueta rescatada es va sentir realment
alleujada. Tanmateix, les coses no anaren a millor, sinó que
empitjoraren.
Desarrelat, arribat de l’aljama de Pedralba, on no hi havia treball
per a ell, aquell home, deu anys major que ella, s’ho gastava tot en
vi i tafureries. Al principi la respectava i tractaren de fer vida de
parella, però resultava ben difícil. El terrisser solia arribar begut a
casa, menjava, la jeia a l’estora del dormitori i la penetrava durant
un minut fins ejacular. Ella es mantenia immòbil, passiva, sense
saber molt bé què fer davant la manca absoluta d’afecte del seu
marit, que pudia sempre a alcohol. El desastre arribà ben
prompte: en passar els mesos i observar que les relacions no
donaven fruit, l’home es tornà més i més agressiu. La cridava, la
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
insultava, li demanava un fill, i un dia, mentre ella preparava unes
farinetes -ho recordava perfectament-, li aventà un puntelló al
ventre. Caigué a terra presa pel dolor i l’estupefacció. Ell li escopí a
la cara i se n’anà de casa, segurament a la taverna. A partir
d’aquell moment no hi hagué fre. Pràcticament cada dia li pegava
una pallissa. I amb les blaüres cobrint-li el cos, havia de rebre
l’esperma d’aquell maleït terrisser. Primer ho guardà en silenci,
durant molt de temps. Després ho acabà contant a les altres
dones joves de la moreria, que no li pogueren oferir cap solució.
Finalment es decidí a explicar-li-ho a l’alfaquí de la localitat, que
podia concedir-li el divorç si demostrava un maltractament
continuat. Però no volgué atendré a raons. Justificà l’ús de la força
en l’autoritat marital. Potser els alfaquins d’altres llocs s’hagueren
mostrat més benvolents, li digueren les seues companyes, però
éste era particularment rigorós amb les qüestions matrimonials. I,
una volta perdut el cas, la situació no féu més que anar de mal en
pitjor. Els colps foren encara més forts i més freqüents. Fins que
no pogué més.
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
Una nit, després d’una surra que la deixà agenollada vora la porta
de casa, rajant sang del nas i dels llavis, no s’ho pensà dos voltes i
arrancà a córrer. No sabia ben bé cap a on, però necessitava
abandonar aquell infern. Instintivament isqué del poble quasi
vorejant el riu, avançant pels màrgens dels camps de blat i botant
sèquies ocasionals. Prompte arribà a l’aljama de Quart, que veia
baix la llum de la lluna a dos centenars de colzes; amagada en un
canyar, tractà de prendre un respir per pensar què podia fer. La
ciutat de València, que podia abastar en poc més d’una hora,
semblava la millor solució. Però no sabia com la rebrien. Dubtava
que socorreren a una dona macada enmig de la nit... Decidí
continuar corrent sense perdre de vist el riu fins arribar a les
proximitats de la moreria. Hi descansaria arrecerada baix algun
arbre fins a fer-se de dia. Però a penes si pogué dormir: tremolà
de por i ansietat durant hores, fins que el dolor i el cansament
pogueren amb ella. Tan sols un parell d’hores després isqué el sol
i, resseguint el camí de Quart, féu via cap a la moreria de València.
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
Semblava que estaven esperant-la, o així ho recordava ella. Saludà
la primera dona que veié i, destapant-se la cara per ensenyar les
ferides, intentà explicar-li el que li havia succeït. La dona tractà de
calmar-la i li digué que l’acompanyara a casa, on podria descansar
en condicions: després de rentar-la i donar-li de menjar, la deixà
reposar durant unes hores. Cap a migdia, però, un home entrà a
l’habitació per explicar-li que eren moltes les dones que arribaven
en les seues condicions a València i l’aljama no podia fer-se’n
càrrec; de fet, estaven obligats a avisar als de Manises per a
informar-los de la seua arribada, ja que ella continuava pertanyent
al seu marit... Només hi havia una altra opció: un home de la
moreria la podia posar en contacte amb el Rei Arlot, l’algutzir del
bordell de València. Era l’única persona amb suficient poder com
per fer desaparéixer tot rastre d’ella. Això sí, l’assignaria a un
hostal i hauria d’exercir la prostitució almenys durant un any. Li
deixarien uns dies per a pensar-s’ho i triar. La decisió, en tot cas,
estava més que presa des del primer moment en què escoltà les
dos opcions: qualsevol cosa abans que tornar amb aquell home
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
que li havia fet perdre les ganes de viure. En realitat, la prostitució
no podia ser pitjor i, qui sap, tal vegada podria eixir-ne en acabar
l’any. Però això tampoc succeí.
El Rei Arlot, en efecte, s’encarregà de tot. La conduí davant
l’escrivania del Consell municipal i la registrà com a «çabia», és a
dir, com a fembra pública, pecadriu, errada, excusera, bagassa,
puta, putana, meretriu, corredissa i tantes altres paraules vils que
havia sentit durant el temps que duia exercint a l’hostal de la
Viuda Navarra. Dos anys de la seua vida, dels quinze als dèsset, i
encara no havia pogut estalviar el capital mínim per a anar-se’n.
Ans al contrari, devia sumes molt importants que l’hostalera li
havia prestat: per als vestits, el calçat, la bijuteria, les apòzemes, el
menjar i el llit diaris, etc. Al remat, els deutes i els interessos es
mossegaven la cua i feien impossible l’eixida. Mariem, per molt
que intentava ser curosa, devia ja la considerable xifra de trescents sous, una quantitat que tardaria anys a liquidar. Llavors
conegué a Joan...
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
Succeí un matí que havia aconseguit permís de l’hostalera per a
eixir del bordell i visitar una remeiera de la moreria que li
subministrava certs beuratges guaridors. Després havia decidit
pegar una volta pel mercat de la Boatella, com solia fer les poques
vegades que eixia, per admirar el tràfec de tendals, paradetes,
venedors i compradors. Tanmateix, la remeiera l’advertí:
acabaven d’arribar notícies d’un atac nassarita al sud del regne,
que havia arrasat per complet la vila cristiana de Guardamar, i no
convenia deixar-se vore amb la seua roba de bagassa musulmana.
Seguint el seu consell, doncs, decidí abandonar la moreria per la
porta del Malcuinat, que a penes distava cinc minuts del bordell.
Un poc inquieta pel que acabava de sentir, accelerà el pas, amb
tan mala sort que entropessà amb una pedra i caigué a terra. En
qüestió de segons un home s’abalançà sobre ella i l’agafà dels
braços, disposat a alçar-la. Ella es girà, corglaçada, i aleshores
creuaren les mirades: tenia uns ulls intensament grisos, com
Mariem. Aquell gris que s’havia vist en comptades ocasions i que
sempre li remarcaven quan la coneixien. Amb tot, dominada per
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
la por, es tragué de damunt les mans del cristià i arrancà a córrer
en direcció al bordell. Arribà a l’hostal amb el cor desbocat i entrà
a corre-cuita en la seua habitació. Però passà les hores següents
pensant en aquells ulls grisos. No havia pogut vore molt més: un
nas afilat, unes celles clares i aquells ulls que la miraven com si la
conegueren des de sempre. Mentre palpava els clients de la
taverna per tractar d’aconseguir algun servici, continuava pensant
en aquells mateixos ulls, i fins i tot a la màrfega, enxacamallada
per a rebre les envestides dels cristians, no podia deixar de reviure
el moment en què s’havien mirat fixament durant un instant...
Llavors succeí una cosa inesperada. La Viuda Navarra l’esperava
fora de l’habitació.
- Un xicon nou, amb la teua mirada, pregunta per la mora dels ulls
grisos.
- Com?
- Ja m’has sentit. Està esperant-te a la taula de l’entrada!
Mariem dubtà uns instants, però s’adonà que no havia de témer
res. Estaven a l’hostal i ningú s’havia mostrat especialment ofensiu
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
aquell dia per la seua condició de musulmana. Isqué al saló de la
taverna i avançà tractant de divisar a l’home de la mirada que
s’havia apoderat de la seua ment durant tot el dia. El veié a
contrallum, assegut, mirant cap a ella. Primer distingí la seua
gonella, d’un color blau cel que contrastava amb els seus cabells
rossos. Poc a poc anà albirant els perfils de la seua cara, molt
marcats, de mentó prominent, llavis fins i nas afilat, com havia
advertit pel matí. Ja al costat de la taula, accedí a contemplar-lo
per complet. Li resultà realment atractiu. Els seus trets, un per un,
no eren especialment bells, però la mirada d’ulls ametllats els
harmonitzava conformant
un rostre singular,
de forta
personalitat. I calia afegir els ulls grisos, els mateixos ulls grisos que
ella tenia... Mariem s’assegué al seu costat i el mirà fixament.
- Bon jorn. Sóc en Joan Sala - inicià ell la conversa.
- Bon jorn, monsenyor. Em diuen Mariem, però ací tots em
coneixen com la Grisa - respongué ella sense deixar de mirar-lo als
ulls.
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
-Tracta’m de tu, per favor... He vingut a demanar-te perdó. Crec
que este matí t’he espantat.
- La veritat és que sí, prou. Tenia por que algun dels teus anara a
per mi.
-Algun dels meus? - se sorprengué ell.
-Un cristià, vull dir. Amb tot això del saqueig de Guardamar esclarí ella en veu baixa.
- Entenc -assentí Joan amb el cap-. Disculpa’m, no volia fer-te cap
mal.
- Ja... Suponc. En realitat Mariem no ho dubtava en absolut, aquell
jove era un tant misteriós, però els seus ulls no albergaven cap
mala intenció. I com que m’has trobat?
- Bé, les teues robes et delaten: treballes a la pobla de les fembres
pecadrius. No havia vingut mai, però no m’ha costat massa
descobrir on estava la mora dels ulls grisos. No és gens comuna,
eixa mirada.
- Com la teua.
- Com la meua. Per això he vingut a buscar-te...
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
Mariem se sentia cada vegada més nerviosa. En parlar dels seus
ulls, el cor començà a bategar-li amb molta més intensitat. Encara
no sabia si aquell Joan voldria el mateix que tots, però no volia
que se’n anara. Li digué que hauria de demanar un got de vi si
volia allargar la conversa abans que la Viuda Navarra
s’impacientara. Els en serviren dos i, de seguida, ell li preguntà
pels seus ulls. D’on els havia tret, de quina part del regne venia.
Ella mai no havia contat a ningú la seua història. No volia, però
tampoc li ho demanava ningú. Aquell jove, en canvi, volia saber
d’ella. Es preocupava per ella pel simple però extraordinari fet de
tindre el mateix color d’ulls. Uns ulls grisos que li resultaven tan
amistosos, tan familiars, tan transparents... No podia més que
obrir-li el seu cor.
- Si vols t’ho conte, però ací no puc. Hauries de pagar un servici i
podríem xarrar tranquil·lament en l’habitació... I el que tu
vullgues, clar -Mariem no oblidava que potser s’havia encapritxat
d’ella i que, al cap i a la fi, no volia més que llogar-la.
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
- Caram, caram, tu sí que saps traure rèdit d’eixos ulls -li somrigué,
una mica astorat, Joan-. Però bé, anem, em muic de la curiositat.
Pagà a l’hostalera i entraren a l’habitació de Mariem. Ella, amb
cura perquè les mans li tremolaven lleugerament, encengué un
ciri per a calcular el temps: quan es consumira haurien de tornar a
la taverna. Els darrers raigs de llum del vespre il·luminaven, per
una finestreta, l’estretor de l’estança. Ella es quedà plantada
sense saber ben bé què fer. Ell la mirà als ulls i finalment, després
d’uns segons de silenci, li acabà preguntant: «Seiem a la
màrfega?». Així ho feren i tornà a demanar-li per l’origen dels seus
ulls. Ella li digué que no sabia molt bé d’on provenia, de la costa
algeriana li havien dit, i li relatà la història del seu captiveri, tal com
li l’havien transmesa. Ell assentia i la contemplava atentament.
Com més li contava, més en volia saber, però el ciri arribà a la seua
fi...
-Em sap mal, però haurem d’eixir -digué Mariem assenyalant la
metxa fumejant.
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
- Ja? -respongué Joan realment sorprès-. I no podem continuar?
No podríem estar tota la nit?
Era la primera volta que li ho demanaven, però Mariem coneixia
de sobres el procediment.
- Hauries de llogar l’habitació i pagar deu servicis. Sis sous en total.
Joan sabia perfectament quants diners portava al sarró. En tenia
suficients, però dubtà si l’absència nocturna seria advertida pel
capatàs de l’alqueria. Mai no havia faltat una nit, però l’atracció
per Mariem era massa poderosa. L’havia fascinat reconèixer-se en
els seus ulls i l’havia acabat de seduir la seua forma de parlar: els
gestos, la veu, el lleu tic de mossegar-se la part esquerra del llavi
inferior... Isqué de l’habitació, ho pagà tot i tornà amb un pitxer
gran de vi jove de Quart.
Ella li narrà tota la seua història fins a l’arribada al bordell. Ell, en
correspondència, li contà coses de la seua vida a València. Tenia
díhuit anys i era fill de Ramon Sala, un mercader de draps
pertanyent a una de les famílies més antigues de la ciutat, que
havia arribat en temps de la conquesta. Sa mare, de qui havia
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
heretat els ulls grisos, havia mort feia molt, i ell i el seu germà
havien sigut criats per una dida. Sabia de lletres i havia començat
els estudis de lleis per a ser advocat. A més, estava fent-se càrrec
de l’alqueria que son pare acabava de comprar a Marxalenes.
Primer havien instal·lat un capatàs per a dirigir les faenes agrícoles
i després s’havia traslladat ell mateix per a supervisar que tot
funcionara correctament. Quan l’alqueria estiguera adobada per
complet, la utilitzarien com a residència d’estiu. Així passaren
quasi tota la nit, xarrant i bevent. Quan els primers raigs de sol
entraren per l’habitació se sorprengueren mig beguts, adormits i
abraçats. Mariem, per primera vegada a la seua vida, sentí un
desig irrefrenable de besar l’home que tenia al costat. Ho féu
suaument, al coll, i Joan respongué la carícia inclinant lleument el
cap, mentre tancava els ulls. Li besà l’orella i les galtes, més
suaument encara, mentre ell es deixava fer, fins que girà
completament el rostre i la besà als llavis, ficant-hi la llengua,
alhora que la seua mà dreta buscava el pit esquerre d’ella, per
baix de l’aljuba. Mariem s’estremí; el cor li glatia més fort que mai.
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
Llavors decidí fer-li l’amor amb tot l’afecte del món. No queta,
com preferien els homes de bordell, sinó besant-lo per tot arreu,
llepant-lo, tocant-lo dolçament, entrelligant mans, cames i braços,
jugant amb el seu penis i introduint-se’l amb cura, sentint-lo
entrar tot d’una, de tan extremadament humida com estava...
A partir d’aleshores passaren quasi tots els dies junts. Quan ell
acabava les classes de lleis, anava a l’obrador de son pare per a
rebre instruccions i arreplegar diners per pagar despeses de
l’alqueria. Fets els encàrrecs, s’acostava al bordell, on la Viuda
Navarra, per una suma diària, permetia les escapades de Mariem,
vestida de cristiana. Solien passejar pels afores de València,
caminant de vegades fins a la platja. A poqueta nit, quan la família
del capatàs es recollia a la seua caseta, s’acostaven silenciosament
a l’alqueria, per la part de darrere, per tal de no ser descoberts.
Compartien el sopar que la capatassa havia preparat per a ell,
afegint-hi algun tros de pa i fruites que compraven pel camí, i,
després, Joan treballava un poc en el que havia aprés a classe.
Mentrestant, Mariem jeia gitada al matalaf de llana, des d’on el
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
contemplava llegir i esperava el moment en què anara cap al llit
per a fer l’amor: una, dos o tres voltes, fins que queien rendits de
l’excitació.
El dia que Mariem, en un dels seus passeigs fins a la platja, va
confessar que coneixia les lletres aràbigues, Joan li demanà que
escriguera el nom d’ell sobre l’arena. Ho féu àgilment amb un
parell de traços: «‫»ناوج‬. Ell admirà la novetat durant uns segons i
escriví damunt: «Mariem».
- Mira, este és el teu nom en cristià.
- M’agrada molt, entrellaçat amb el teu nom en àrab.
- Són diferents, però en són un...
Ara, dos mesos després d’aquell primer encontre fortuït,
li havia dit que l’estimava. Amb ell havia conegut tota una sèrie de
sensacions noves, però el que sentí en aquell moment, en aquell
precís instant en què veié com Joan arribava a l’orgasme mentre
declarava el seu amor per ella, era pràcticament indescriptible.
Una felicitat infinita que no sabia que podia arribar a existir.
Malgrat la comoditat del matalaf de Marxalenes, no pogué dormir
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
en tota la nit. Simplement es dedicà a observar el cos de Joan i a
fantasiejar amb la possibilitat de deixar el bordell. Tal volta Joan
pagaria els seus deutes i ella podria fer-se passar per cristiana per
a sempre, com havia fet tots aquells dies sense que ningú se
n’adonara. La seua pell clara no la delatava en absolut. El
problema seria el casament. Com anava el fill d’un mercader a
casar-se amb una òrfena que no tenia on caure morta? I el seu
accent? Com anava a fer-lo desaparèixer? Per més voltes que li
pegava, no trobava solució. Però s’aferrava a les paraules que
Joan li havia dit aquella mateixa nit: «T’estime».
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
“Respecto a por qué me gusta escribir, pienso como muchas
personas que no es una razón concreta que puedas decir sin
más y quedarte tan ancho. Creo que a veces sientes algo en
tu interior que necesita ser expresado, expresado para
aclararte contigo mismo y para que tu conciencia sepa a qué
atenerse. Esto lo intentas transmitir lo mejor que lo sientes
mediante palabras, cada uno con su propio estilo pero con el
sentimiento inconfundible. También esperas que si alguien
por alguna razón te lee conecte con lo que has querido
expresar. Si sucede, ya ha valido la pena. Diría que es como
dejar trocitos de ti mezclados con ficción como si fueran
pistas enrevesadas.
Nunca he pensado qué espero conseguir porque tampoco lo
tengo claro. Por ahora escribo sin más, cómo surge, no lo
hago regularmente y tampoco sigo pautas fijas.”
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
Mi madre solía decir que somos nubes. Claro, que no hubiese
dicho esto sin unos buenos argumentos, sobre todo cuando se
trata de convencer a una niñita de cinco años cuya curiosidad era
como una de esas huchas de cerdito que da la sensación de que
no se terminan de llenar jamás.
Cuando leemos en cualquier lugar “un día de primavera”,
evocamos un paisaje bañado suavemente por al luz del sol, flores
colocadas con tal gracia cromática que cualquiera diría que se
sienten orgullosas de su belleza, las palmas meciéndose
suavemente con el aire de mayo. Pero aquel no era un día así. Era
primavera, sí, pero las nubes poblaban el cielo como los dientes la
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
boca de un tiburón, amenazantes, advirtiendo de que iba a
suceder algo.
Estábamos en el parque, mi madre leyendo una revista en un
banco y yo un poco más allá, elevándome en los columpios. De
vez en cuando, unos ojos relucientes cambiaban su habitual
dirección y me contemplaban por encima de una estrambótica
portada de la Cosmopolitan. Era una sensación bonita: me sentía
protegida, reconfortada. Por aquel entonces pensaba que mis
padres eran seres extraños, peculiares y algo así como infinitos,
criaturas mágicas que tenían que estar ahí sí o sí, cuidando su
pequeño equilibrio del mundo, cuidando que su familia no estalle
como la tormenta que nos pilló por sorpresa aquel día.
Como pinceladas de agua dejadas caer intencionadamente, las
letras que anunciaban la nueva película de Johnny Depp se
emborronaron y mi madre frunció el ceño. Al mismo tiempo, el
paisaje que yo contemplaba subir y bajar, subir y bajar, subir y
bajar, se desplomó. Literalmente. Quizá suene exagerado, pero a
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
los cinco años, desde mi visión frágil y desorientada del mundo,
fue así. Le dijeron a mis vistas desde el columpio que ya habían
actuado demasiado, que era suficiente, y las echaron a patadas. Y
tan rápido como se fueron surgió un elemento imprevisto: el cielo
había bajado a escena. La tormenta que actuó me desagradó
totalmente. Hacía gestos demasiado exagerados: hizo que una
palmera se arqueara demasiado y que el agua de la fuente se
desbordase como un tazón de cereales en el que un niño ha
derramado leche con demasiado ímpetu. Y, por encima de todas
las cosas, hizo que me sintiera sola.
Ahora, tirada en la cama, reflexionando, recuerdo aquel día con
una ligera sonrisa. Por un parte, aún siento la angustia que
durante varios minutos experimenté al no encontrar a mi madre;
había quedado relegada a personaje secundario en esa obra
imprevista. Fueron unos minutos de un miedo irracional, pero
quizá por eso, experimenté el alivio con una fuerza tan
devastadora; al vislumbrar esos rasgos suaves que tantas veces
había recorrido con la punta de mis dedos, la tormenta se disipó y
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
un nuevo torrente fue directo hacia mí. Un torrente que nada
tenía que ver con el agua que había empapado mi vestido rosa
con volantes, un torrente de alivio. Aplaudí en ese momento con
cierta inquietud, la obra había finalizado. La tormenta se había
retirado del escenario sutilmente, con la misma rapidez con la que
había entrado. Mamá creyó que mis aplausos eran gestos para
que viniera a socorrerme y yo corrí, y corrí hacia ella, porque
algunas obras de teatro tienen epílogo, y me gustaba el final de
aquella.
Ya no soy aquella niña asustada. Al menos no niña. Tengo quince
años y muchos dirán que la edad en la que estoy es bonita, que si
la adolescencia es una etapa en la que te encuentras con tu yo
más íntimo, que vives experiencias únicas…En fin, quizá lo sea,
pero una cosa que sí sé es que es larga, TERRIBLEMENTE LARGA.
Hay confusión, dudas, cambios extraños y confusión y confusión. Y
lo peor es que la gente de tu misma edad, la gente de tu
alrededor, está tan confusa como tú y todo esto conlleva un
círculo vicioso que la salud mental no agradece demasiado. No me
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
juzguéis, no pretendo que ésta sea una historia de lo horroroso
que es ser adolescente, de lo incomprendidos que estamos, de lo
mucho que odiamos todo. No todos somos unos monstruos
devoradores de almas paternas. No todos reivindicamos cualquier
cosa que nos sirva de excusa para iniciar una pequeña rebelión.
Algunos sólo intentamos no salir muy malparados de ésta.
Bien, comencemos con mi pequeña historia. Una historia como
otra cualquiera, perdida en el intrincado tejido de historias de
miles y millones de personas que viven lúcidas y con banda sonora
propia en nuestra mentes que funcionan como un gastado
corazón: palpitantes y sangrantes de recuerdos.
No sucedió en un día, ni en dos, tampoco en una semana, ni en un
mes. Fue sucediendo poco a poco, con dulzura y lentitud y,
cuando me di cuenta, mi situación era demasiado parecida a la de
la mosca que se queda atrapada en una compleja telaraña.
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
Los días en clase se sucedían monótonos. Pero no todo lo
monótono es malo, sólo rutinario. Y la rutina puede acabar
contigo u otorgarte cierta estabilidad. Mi punto de amarre eran
mis amigos de clase. La mayoría nos conocíamos desde pequeños,
íbamos toda la vida juntos, exceptuando los que llegaron nuevos
en primero de la E.S.O. pero se integraron como si su presencia
siempre hubiese estado en nuestros recuerdos infantiles.
Ese año no entró nadie nuevo en clase, pero afiancé amistades.
Llevábamos hablando todo el verano por skype, tuenti y demás
redes sociales, y nos entendíamos a la perfección. No entendía
cómo podía haber estado tanto tiempo sin conocer esas
pequeñas partes de él, sin deleitarme con su conversación que
parecía comprenderme tan bien, con esas bromas que llegaron a
ser privadas e íntimas, que sólo nosotros entendíamos.
Yo estaba exultante. Me habían gustado muchos chicos, pero me
limitaba más que nada a aspectos físicos, en plan “qué ojos tan
bonitos tiene ese chico”, “qué mono”, “ay, qué sonrisa”…ya me
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
entendéis. El caso es que nadie me había llenado totalmente en el
plano “intelectual”, por llamarlo de alguna manera. La mayoría de
las conversaciones que mantenía eran sosas, de temas que se
repetían constantemente, totalmente insípidas y por llenar un
metafórico hueco en el aire. Y no era culpa de nadie, intereses
distintos y formas de expresarse y entenderse que no compartían
patrones. Y podía entenderlo, pero no podía evitar sentirme
desganada, ligeramente vacía, todo tenía un tono de color más
apagado que de costumbre, aunque suene melodramático.
Emociones…cuánto pueden llegar a influir en nosotros y en
nuestra manera de ver el mundo.
En definitiva, todo esto cambió cuando observé y dejé de ver a
esos ojillos azules. Buceé en ellos, como si de agua de mar se
tratase, un descenso largo y dulce, y me gustó lo que vi. Él era un
chico normal, ojos azules, pelo castaño y estatura media, pero
cada vez que lo conocía mejor, que conocía una migaja más de sus
gestos y expresiones, sus rasgos adquirían más atracción en mí.
Me gustaba. Me gustaba mucho.
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
Creo que una de las cosas más preciadas que puedes compartir
con alguien es la complicidad. Y cuando estábamos solos mi
pierna descansaba sobre la suya, nuestras manos se entrelazaban,
las caricias eran pequeñas y curiosas. En esos instantes de
inocente felicidad yo ya no necesitaba nada más.
Los días pasaban y, a pesar de que nada cambió, todo fue distinto.
Quizá se produjera un pequeñísimo cambio en su actitud cada día
y por eso no me di cuenta hasta que ya invadía mi vista como una
bandada de pájaros que puebla el cielo sin avisar. Eran pequeños
gestos: miradas desviadas, excusas disfrazadas de obligaciones,
cualquier tontería que me decía que ya no era como antes. Su
ignorancia era como una pequeñita daga que me hundía más y
más el corazón, y la autoestima se negaba a salir a escena: estaba
demasiado dolida por lo que estaba sucediendo, porque no pasó
nada, y eso fue lo peor. Supongo que él no buceó lo
suficientemente profundo como yo en él, quizás se quedó en la
superficie, quizás se hundió y no le gustó lo que vio.
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
Me dijo tantas cosas. Me dijo tantas cosas que sonaban a
verdades y que nunca sabré si se las creyó realmente o era otro
constructor de amalgama que rellena los silencios vacíos. Me dijo
que le encantaba hacerme reír porque le gustaba mi sonrisa. Me
dijo que me quería, pero que no quería perderme, romper esa
conexión tan especial que teníamos. ¿Cómo puedes hacerle daño
a una persona de la que te gusta su sonrisa?
Me dijo que ante todo éramos amigos. Que nos habíamos hecho
el uno al otro en nuestro día a día, y ahora mi pierna no
descansaba suavemente sobre la suya, estaba asfixiantemente
entrelazada con las suyas. Atrapada.
Si sólo me dejase comprender. Si sólo se explicara. Si sólo me
dijera por qué hizo lo que hizo, porque así a lo mejor podría
comprenderle. Los por qué son los que matan, los que desquician,
los que pueden hacer de una persona cuerda una persona nudo,
enredada de tantas preguntas que nunca nadie logró responderle.
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
Y sigo preguntándome por qué hay heridas que nunca se han
producido pero están ahí, las sientes, las notas abiertas y
palpitantes, henchidas de incomprensión.
De acuerdo, estaréis pensando en estos instantes: ¿Y ese
dramatismo qué narices tiene que ver con “ser nubes”? Paciencia,
queridos. Como nubecillas locuaces que sois, os nubla la
impaciencia. Y cuando algo tiende a nublarse, por las leyes de este
universo, se precipita y cuando algo se precipita…nunca hay vuelta
atrás.
Y como dos cometas que han pasado demasiado tiempo en el
espacio rodeados de cuerpos celestes que no conseguían
comprender, nos precipitamos. Y como sabréis, ningún cuerpo
lanzado desde el espacio llega igual a su destino que cuando
comenzó. Se pierde velocidad, se pierden muchas cosas, puedes
llegar a perderlo todo…
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
Me levanté de un salto. Un atronador sonido que sonó como si
algo se hubiera quebrado en mil pedacitos, me catapultó como un
cohete hacia la realidad, hacia mi cuarto de paredes lila y sábanas
suaves y frescas. Acudía hacia el lugar donde había oído el sonido,
hacia el salón, y me encontré a mi hermana pequeña de diez años
plantada en mitad de la estancia, con una mirada que sólo podía
delatar su culpabilidad. Cuando me vio, abrió los ojos como platos
y corrió hacía mí los escasos metros que nos separaban.
- Lo siento, lo siento, lo siento, ha sido sin querer, te lo juro, en
serio…-no dejaba de repetir esas palabras mientras me miraba
con los ojos muy abiertos a la espera de mi reacción.
- ¿Qué dices, niña loca, a ver, qué ha pasad…?
Entonces me fijé. El suelo estaba lleno de trocitos muy pequeños
de cristal justo debajo de la vitrina. La diferencia es que ahora
estaba vacía. Allí, en esa pequeña vitrina plateada colocamos la
escultura de un dragón con la que gané el concurso nacional de
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
artesanía, y en la que invertí horas y horas, un reloj de arena
poblado con la arena de todo un desierto.
Entonces vinieron los gritos, los insultos y la luminiscencia de color
rojizo de mi cara provocada por la reciente ira que me dominaba.
Mi padre acudió al trágico lugar del crimen y le expliqué lo que
había sucedido, remarcando la culpabilidad de mi hermana entre
líneas. Ella se defendía como podía con voz nasal y las mejillas
encharcadas (¡DE CULPABILIDAD!). Mi padre no sabía muy bien
qué hacer, así que riñó a mi hermana por lo sucedido y la castigó
sin su preciado y recién adquirido móvil, y a mí por hablarle de esa
forma.
Me fui a mi habitación con un nudo en la garganta, y furiosa con
mi hermana: la causante de la situación. Furiosa con el mundo por
haber propiciado esa situación, o por existir simplemente, quién
sabe. De pronto noté una sensación extraña: eso ya me había
pasado antes, era una especie de dejà vu.
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
Analicemos la situación: una persona a la que quiero (aunque
cueste admitirlo, mi hermanita ha tenido sus años y ha
conseguido hacerse querer final y triunfalmente) había roto algo
importante para mí. Solté una carcajada, una carcajada que sólo
se podía calificar como demente, que retumbó por la casa e hizo
que mi padre se replantease mi estado mental. Me reí y me reí,
porque esto ya había pasado. Me habían roto el corazón. Y solté
otra carcajada. Y si me ponía a pensar en el futuro, sabía lo que
pasaría en esta situación: yo acabaría perdonando a mi hermanita
por haberme destrozado mi preciado dragón, y la vida fluiría
como siempre. Y comprendía que sería agotador lastrar
eternamente mi ira. Aunque, por supuesto, duela dejarla correr,
sin la vendetta posterior que clama siempre la sangrienta y
fantasiosa mente.
Aún dolía recordar algunas cosas, quemaban esos momentos
risueños y cómplices, pero ahora comprendía que debía aceptar
esos recuerdos como lo que son, recuerdos. Las aguas estancadas
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
no pueden fluir. Y yo en ese momento necesitaba fluir, necesitaba
desesperadamente fluir.
Ahora sí, de acuerdo, está bien, llega el momento de quitarle el
antifaz al misterio nebuloso.
Los humanos somos nubes. Acumulamos odio, energía negativa,
tormentas. Pero también alegría, paz, sosiego, luz. Somos
canalizadores, como las nubes. Pero ellas lo descargan, descargan
lo que no consideran necesario, lo que sobra en su mullido cuerpo
de algodón. Nosotros no. Nos guardamos lo que llevamos dentro,
creyendo así que con el tiempo se irá, que podemos sobrellevarlo
nosotros solos, pero no es así. Y cuando no podemos soportarlo
más, estalla la tormenta. Y cuando estalla te sientes solo,
desamparado porque no hay nadie más contigo, como aquel día
de primavera, como aquel día de primavera.
Nunca pensamos que una nube gris y pequeña que vemos en el
cielo está mejor guardándose todo eso que lleva dentro, todo ese
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
material que parece polvo viejo y gastado. Pero lo hacemos
continuamente con nosotros mismos. Tenemos un síndrome de
Diógenes en nuestro interior. Vivimos con miedo a desprendernos
del odio, creemos que nos hace fuertes, que constituye una
barrera, pero sólo hace que nos apaguemos cada vez más, que
nos ennegrezcamos como esa nube gris de algún lugar, que no se
siente preparada para estallar en una tormenta que la liberará.
Que la hará brillar con tanta fuerza que no habrá atardecer que no
quiera tenerla en el cielo.
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IV Certamen de Relato Corto Junta de Ruzafa
La Junta Municipal de Ruzafa quiere expresar su más cordial
agradecimiento a los jurados del concurso,
-
D. Manuel Turégano
-
Dª Leticia Gisbert
-
D. Javier Roselló
-
Dª. Montserrat Yedra
-
Dª. Aurora Cantero
Así mismo, desea hacer constar su agradecimiento por la
colaboración desinteresada en la semana de promoción
lectora y en este concurso, donando lotes de libros para los
diferentes premios y, en el caso del concurso, para la
ganadora del primer premio de la segunda categoría en
castellano.
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