LA CONSTRUCCIÓN IMAGINARIA DEL MIEDO EN EL CINE La construcción imaginaria del miedo en el cine María Josefa Erreguerena Albaitero RESUMEN. El objetivo de este trabajo es tratar de explicar por qué vamos al cine a sentir miedo y cuáles son los temas que en los últimos años nos han producido dicho placer. El cine proyecta las ansiedades y los miedos colectivos, mirados desde adentro de la propia subjetividad, lo que hace que cada espectador reconozca parte de sí mismo. No podemos destruir nuestros propios impulsos pero verlos proyectados en el otro nos produce un profundo placer y de alguna manera esa parte oscura es lo que finalmente miramos. Los temas tratados en la pantalla son: a) esquizofrenia: con American Psycho (2000). Critica a la sociedad actual, a una sociedad basada en el placer del cuerpo, del poder y del dinero. The fight Club: la esquizofrenia total es la división (no metafórica sino real) de una persona escindida en dos personajes. b) El futuro: Cube: metáfora sobre la sociedad moderna; sociedad globalizada y totalmente organizada que conduce a los sujetos a un punto sin salida. Matrix , Abre los ojos, El piso Doce o Termineytor: la obsesión de que las máquinas nos dominen y se apoderen del mundo está sobre la mesa. c) Los fantasmas: The six sense, Los Otros y El Aro cuestionan al espectador acerca de si está realmente vivo y es capaz de amar. EL CINE COMO INSTITUCIÓN del imaginario social es parte de la concepción transformadora que tenemos del mundo y de nosotros mismos. A pesar de la globalización y de los avances tecnológicos el miedo sigue siendo una de las más profundas y permanentes emociones. En los últimos años se ha exhibido una gran cantidad de películas de terror. Desde producciones millonarias hasta películas de muy bajo costo y todas ellas con enorme éxito taquillero. El objetivo del presente trabajo es tratar de explicar cuáles son los temas del cine de ese género durante los últimos años. Cabe apuntar que por la extensión de este artículo no intento ni puedo otorgar definiciones psicológicas de la esquizofrenia, el miedo o el placer. Baste con señalar cómo el cine, como institución instituyente del imaginario, nos motiva a sentir la emoción denominada miedo y qué es, en el discurso cinematográfico, lo que nos lo transmite o produce. Este artículo forma parte de una investigación más amplia, donde abordo cómo el cine construye el imaginario social sobre asuntos tales como: la familia, la ciudad, la mujer o los jóvenes. ANUARIO 2002 • UAM-X • MÉXICO • 2003 • PP. 361-370 361 ANÁLISIS DE MEDIOS Y RECEPCIÓN El placer El género del horror proyecta en el cine los miedos y las ansiedades colectivos. En sus inicios creaba monstruos que permitían al espectador destruir el mal; hoy, en cambio, la pantalla nos presenta a psicópatas, fantasmas o vampiros (Erreguerena, 2002) mirados desde adentro, desde su propia subjetividad, lo que hace que cada espectador reconozca parte de sí mismo. No podemos destruir nuestros propios impulsos pero verlos proyectados en el otro, y de alguna manera mirar esa parte oscura nos produce un placer profundo. El mito hace palpable, y traduce en lenguaje imaginario —simbólico— el misterio de la vida, que incluye implícitamente su propio fin. Sin embargo, el terror surge cuando la sublimación se torna imposible, o prohibida. Es entonces cuando la angustia, mediada por la imaginación, crea y multiplica secuencias de perversidad. Vencer al monstruo forma parte de todo mito, pues implica, en un esfuerzo también vital, una victoria sobre la angustia fundamental. Paul Diel observa que la visión mítica ha expresado el terror sagrado y que “la investigación psicológica debe llegar a comprender que esta trascendencia es una imagen basada en el sentimiento inmanente del terror ante la profundidad misteriosa de la existencia y de su legalidad” (Duvignaud, 1987:26). El cine de terror cumple, según Ferraras, con tres elementos: 1) Elemento sobrenatural inédito: toda narración fantástica debe presentar uno o varios elementos que no siguen las leyes naturales; por ejemplo, que el único alimento del vampiro sea la sangre. 2) Universo identificable o hiperrelidad: el universo en que se desarrolla la narración fantástica tiende a ser réplica del nuestro. 3) Ruptura radical entre el protagonista y el universo: la narración fantástica tiende a oponer de manera constante al protagonista, víctima del elemento fantástico, con sus estructuras representadas por su familia, vecinos o conciudadanos. Esta oposición se puede analizar también en función de razón contra irracionalidad, realidad contra lo sobrenatural o individuo contra colectividad [1995:20 y s.]. Es cierto, como advierte Losilla (1993), que es arbitraria la división en géneros. Sin embargo, hablar de cine de terror nos indica ciertas bases que nos permiten entender cuál es el desarrollo de una serie de filmes que siguen un patrón. El cine de terror sigue sus reglas, aunque esa gramática cambia con el tiempo y con las diversas producciones que transforman al imaginario social que incluye nuevos significantes en cada uno de los símbolos utilizados en dicho subgénero. Porque, en efecto, la identidad del cine de terror como tal posee dos únicos puntos de referencia para su colocación teórica y práctica en el espectro de los 362 LA CONSTRUCCIÓN IMAGINARIA DEL MIEDO EN EL CINE géneros: por un lado, su propia condición de entelequia emisora, productora de sentido por medio de ciertos mecanismos: por otro, su relación con un receptor, con un destinatario dotado de una configuración inconsciente y a la vez de un saber adquirido —su saber acerca del funcionamiento de la ficción popular— que en definitiva tiene la última palabra en lo que se refiere a la clasificación de los filmes. En cuanto a lo primero, basta, sí, con acudir a conceptos ya establecidos aquí, como “reglas compositivas”, “puesta en escena” y “estructura arquetípica”. Pero lo segundo necesita algo más detallado de las relaciones del espectador con los mecanismos de sentido que desarrolla el género que traspase el punto de vista meramente subjetivo [Losilla, 1993:18]. El imaginario construido por el discurso cinematográfico es un espejo de la realidad donde el espectador mira sus ansiedades y sus propios miedos. Por la universalidad del mito podemos suponer que responde al arquetipo de la sombra planteado por Jung. Por medio de los sueños podemos entrar en el conocimiento de los aspectos de nuestra personalidad, que por diversas razones hemos preferido no contemplar muy de cerca; eso es lo que Jung llamó “percepción de la sombra”: Empleo la palabra sombra para esa parte inconsciente de la personalidad porque, en realidad, con frecuencia aparece en los sueños en forma personificada [1984:170]. Cuando este mito es representado en el discurso cinematográfico, con las características particulares de la sociedad que lo produce, se convierte en estereotipo. En la modernidad el miedo no está representado por el monstruo sino por la irracionalidad. En su artículo “Lo siniestro”, Freud explica que el psicoanálisis no toma a la estética como objeto de estudio: En lo restante, nos advierte que esta palabra, heimlich, no posee un sentido único, sino que pertenece a dos grupos de representaciones que, sin ser precisamente antagónicas, están sin embargo, bastante alejadas entre sí: se trata de lo que es familiar, confortable, por un lado; y de lo oculto, disimulado, por el otro [...] Unheimlich sería todo lo que debía haber quedado oculto, secreto, pero que se ha manifestado [Freud, 1974:2487]. El horror —lo siniestro para Freud— es, por una parte, lo familiar y, por la otra, lo desconocido. Sería suficiente explicar que en cualquier narración que utilice el género de terror, literatura o cine, se nos presenta un aspecto hiperreal, algo profundamente familiar y de pronto surge algo desconocido; algo que debería seguir oculto y que al conocerlo devela el secreto, con lo que ya nada volverá a ser lo familiar y conocido. 363 ANÁLISIS DE MEDIOS Y RECEPCIÓN El miedo es, para Lovecraft (1989:7) la emoción más antigua e intensa de la humanidad, y el más antiguo e intenso de los miedos es el miedo a lo desconocido. Es cierto que siniestro, para Freud, no puede identificarse con lo espeluznante, pero resulta algo muy cercano a lo desconocido. El término utilizado por el autor en alemán —unheimlich— se refiere a todo aquello que se opone a lo íntimo, secreto, familiar, hogareño o doméstico, y que por lo tanto, incide en el terreno de lo desosegado, lo oculto que sale a la superficie en un momento dado, aunque en el fondo proceda de una cosa conocida. Vuelve aparecer, pues, una doble realidad: por un lado, lo familiar; por otro, lo oculto, lo siniestro como paso de uno a otro, la experiencia, la la revelación, que en este caso se puede asimilar a la manifestación artística. El arte, en este sentido —o digamos que cierto tipo de arte, incluido aquel en el que se enmarca la representación de lo horrendo— actúa siempre como espejo de la realidad, y por tanto como espejo del lector o espectador, por lo que todo lo que muestra ante sus ojos acaba diciéndole algo acerca de él o de sus deseos prohibidos (Losilla,1993:18). Así, del inconsciente individual de Freud al inconsciente colectivo de Jung, el terror hacia lo desconocido alcanza su máxima expresión cuando las pulsiones individuales del espectador y sus miedos como ser social, perteneciente a un grupo biológico e históricamente determinado, encuentran una codificación estética común que permite a la vez experimentarlo y exocizarlo (ibid.:23 y s.). El cine es el medio artístico privilegiado para la representación de lo horrible y lo terrorífico. En el cine de terror el espectador puede encontrar el reflejo de su propio inconsciente. El cine nos permite ser espectadores sin tener consecuencias, podemos ver imágenes violentas o amorosas desde nuestro asiento y sin ningún riesgo. El cine como rito y como sueño nos permite tener experiencias extraordinarias, inclusive el miedo extremo. Aquí abordaremos la distinción de los géneros u subgéneros tan discutidos en el cine de terror. Sin embargo, podemos afirmar, por un lado, que el cine de terror tiene estructuras básicas que nos permiten sentir miedo y por otro lado que es un medio privilegiado para actualizar los mitos (veáse Erreguerena, 2002: a y b). El espectador se ve obligado a observar asesinatos, sin poder participar en el desarrollo de la historia. Un ejemplo, en el género de horror de las películas llamadas psycho-killer, es el punto de vista del psicópata. La enfermedad mental es presentada como el mal absoluto que habita dentro de cada uno de nosotros. Al respecto Jung tiene un concepto interesante, la percepción de la sombra: Por medio de los sueños podemos entrar en conocimiento de los aspectos de nuestra personalidad, que por diversas razones hemos preferido no contemplar muy de cerca [...] La sombra no es total de la personalidad inconsciente. Representa cualidades y atributos desconocidos o poco conocidos del ego: aspectos que, en 364 LA CONSTRUCCIÓN IMAGINARIA DEL MIEDO EN EL CINE su mayoría, pertenecen a la esfera personal y que también podrían ser conscientes. En algunos aspectos la sombra también puede constar de factores colectivos que se entroncan fuera de la vida personal del individuo [1984:170]. Esta parte negada de uno mismo genera hostilidad y agresión, pero se convierte en fuente de energía y en espíritu que nos anima y vivifica cuando por obra de la conciencia puedemos integrarla en el sistema del propio yo. Otto Rank plantea cómo en muchas culturas se considera a la sombra como el alma del sujeto. Si se daña a la sombra se dañará al sujeto. Rank sostiene, basado en algunos estudios antropológicos —especialmente de Frazer—, cómo en la sombra o en la imagen se construye al doble —por ejemplo la del espejo—, se puede ver el alma, y revela aspectos ocultos del sujeto, lo que vemos es el doble. Dorian Grey, de Oscar Wilde, es una muestra que Rank utiliza para explicar cómo funcionan la sombra y la imagen como un doble. Esa imagen, que es una pintura, es la que envejece y degrada mientras que Dorian sigue invariablemente hermoso, hasta que no puede sostener más la simulación, el miedo y tal vez algún remordimiento y se suicida. Carroll sostiene que los diferentes monstruos transgreden nuestros esquemas conceptuales, éticos. Es decir, nuestros valores y límites. Basado en la teoría de la antropóloga Mary Douglas, afirma que tales proyecciones son vividas como algo malo, por lo que nos producen disgusto y miedo (1990:137). Para Carroll, la paradoja del horror supone que el placer de la ficción del horror procede sobre todo del proceso de descubrir los mecanismos utilizados en el género del horror. Gran parte de lo que produce el placer cuando vemos un filme de horror consiste en descubrir los mecanismos ocultos. En particular los monstruos horribles que tienen la función de hacernos conocer las marcas ocultas del discurso. Ese conocimiento, tanto de los mecanismos del género como los secretos que descubrimos en el monstruo, son la esencia de las historias de horror. Carroll define al monstruo afirmando: [es] cualquier ser que es desconocido para la ciencia contemporánea. Los dinosaurios y los visitantes no humanos de otra galaxia hoy no existen pero tal vez en el futuro pueden existir. Algunos monstruos son horribles y otros no los son, pero depende del contexto discursivo en el que se encuentren [1990:27]. Carroll aclara su posición. Con respecto al arte de horror afirma: requiere que la emoción esté enfocada en el monstruo, entendiendo que son criaturas no contempladas en la ciencia contemporánea. Pero esta teoría es demasiado estrecha, pues existe una gran variedad de monstruos. Por ejemplo los psicópatas, que en realidad 365 ANÁLISIS DE MEDIOS Y RECEPCIÓN son desconocidos para la ciencia contemporánea. Carroll expone el ejemplo de la película Psicosis, de Hitchcock, donde Norman Bates, el personaje central, no es un monstruo sino una esquizofrénica. La película sin duda es parte del cine de horror tanto por su estructura narrativa como por las técnicas y estrategias desplegadas en ella, para despertar el miedo. La patología de su personaje es el monstruo, puesto que es capaz de realizar actos malvados y perversos al igual que los monstruos (ibid.:227). Por otra parte, Zizek (1991:40) habla sobre la realidad y cómo, mediante formas expresivas, se dan diversas lecturas de la realidad, y de ellas surgen diferentes calidades de emociones. Carroll afirma que el placer que nos produce el horror tiene dos aspectos. Por un lado la curiosidad y por el otro la proyección de nuestros miedos. Sobre la curiosidad sería necesario, entonces, que tratáramos de entender cuál es el núcleo psicológico que mueve a la curiosidad y al goce de los discursos del horror. Carroll plantea la proyección de los deseos y los miedos de la audiencia. En este sentido el concepto de la sombra nos permite entender cómo construimos un Otro con todo lo desconocido u oculto. Así, en la posmodernidad se plantea un cuestionamiento profundo a los valores y a todos los estereotipos propuestos por la modernidad, principalmente a la razón. El miedo Cada película inicia como un sueño que se convierte en pesadilla. En esta parte del trabajo trataré de explicar algunos de los discursos cinematográficos de la última década que considero significativos y que sintetizan los miedos y angustias colectivos. La esquizofrenia Entenderemos por esquizofrenia el desorden psíquico caracterizado por la incoherencia mental (Larousse, 1984:435). Es una de las representaciones que más se repiten en los últimos años. Hollywood es la industria cultural más importante del mundo. En esta sociedad globalizada todos consumimos sus discursos. La esquizofrenia, subgénero del psychokiller, se ha desarrollado mucho. El monstruo se ha transformado en un sujeto inadaptado socialmente pero con muy buenas justificaciones. El cine nos hace ver el mundo desde ese sujeto. La película que marca este punto de vista —la imagen subjetiva del asesino o el violador—, es Asesinos por naturaleza (1994) de Oliver Stone, que propone una historia de amor al estilo Boony and Clay, donde hay un final feliz. 366 LA CONSTRUCCIÓN IMAGINARIA DEL MIEDO EN EL CINE American Psycho (2000), dirigida por Mary Harron, logra una adaptación magistral de la novela de Bret Easton Ellis. Continúa el género de los psychokiller. El monstruo está representado por un sujeto “normal” que funciona como un ganador en su vida social, pero que en el fondo sólo es un enfermo mental que lleva una doble vida donde la sexualidad, la violencia y el crimen sirven únicamente para salvarlo del vacío, la insatisfacción y la soledad. Resultado: es una crítica de la sociedad actual. De una sociedad basada en el placer del cuerpo, del poder y del dinero. La directora logra construir un reflejo de la esquizofrenia. No sólo el de un sujeto sino el de la sociedad en su conjunto. Lo que nos produce miedo en esta película es la enfermedad mental disfrazada de la normalidad de un ganador, de un yupi. La enfermedad no es del sujeto mismo sino de la sociedad en su conjunto. Bajo esta misma idea, pero tal vez más brutal y más reflexiva, se encuentra la película de David Fincher, The fight Club, con Edward Norton y Brad Pitt. La sociedad es representada ahí como el vacío reflejado sólo en el consumismo y el sexo, sin llegar a concretar una relación con el otro. El otro es construido por cada uno de los espectadores. El personaje de Pitt es lo que cada uno quiera. Al final no existe. Es la esquizofrenia total, la división (no metafórica sino real) de una persona escindida en dos personajes. El futuro ¿Cómo entender el mundo que nos rodea? El miedo a perder la razón (tan venerada en la modernidad) se traduce en el cine, en presentarnos un mundo que no entendemos o tal vez presentando la realidad como algo construido, virtual o fantasmal. En 1997 Cube, de Vincenzo Natali, gana las pantallas con seis personas abandonadas en un extraño lugar. Han sido secuestrados y metidos allí sin ningún motivo aparente. Juntos deberán encontrar la salida de un laberinto lleno de trampas, en el que cada habitación tiene forma de cubo y se conecta con otras seis habitaciones. Entre los desafortunados hay un policía, un experto en fugas, una doctora, un retrasado mental, una estudiante y un ladrón. La película nunca nos explica quién los ha secuestrado, o por qué están allí. Es una metáfora sobre la sociedad moderna y cómo nuestras decisiones personales de ciudadanos nos llevan en una sociedad globalizada y totalmente organizada a un punto ciego a un camino sin salida perfectamente enmarcado por las leyes, las estadísticas, y las instituciones. En todo caso resulta una alegoría donde el poder aplasta al sujeto y no deja ninguna opción. 367 ANÁLISIS DE MEDIOS Y RECEPCIÓN En 1999 se realizan dos películas interesantes en la construcción de estos mundos virtuales. Por un lado Matrix, de Andy Wachowski y Larry Wachowski. La historia narra la vida ordinaria de un hacker, Thomas Anderson, en 1999. De pronto se altera su existencia cuando Murpheus contacta con él y le revela que su vida es una farsa creada por inteligencias artificiales 200 años en el futuro. Un mundo que mantiene dormidos a los seres humanos mientras extraen la energía de sus cuerpos, que necesitan para seguir funcionando. Thomas —piensa Morpheus— es el elegido para acabar con el demonio de las máquinas. La historia se repite en otras películas como Abre los ojos, El piso trece y en otras más antiguas, como Terminator. La obsesión de que las máquinas terminan por dominarnos y se apoderan del mundo está sobre la mesa. Todos los días vemos en la prensa escrita artículos acerca de los usos de la internet y de cómo cada vez más personas la utilizan para satisfacer sus necesidades, tanto de consumo como emocionales o de comunicación. A pasos acelerados el destino nos alcanza y lo que nos produce miedo es ver cómo este futuro se acerca y no hacemos nada para detenerlo. Los fantasmas En 1999 se produce la película The six sense, con las actuaciones de Bruce Willis y Joel Osment. Es la historia de un doctor que se involucra con un niño al que nadie cree que ve y habla con los muertos. Al final sabremos que el doctor es un fantasma más y que antes de irse de este mundo tiene cosas personales que arreglar. Esta película mantiene el suspenso como un clásico y lo que nos produce miedo es justamente la noticia de que en el mundo contemporáneo siempre se corre el riesgo de haber muerto y no saberlo. Finalmente la película Los otros —con un presupuesto de 20 millones de dólares y una recaudación hasta septiembre del 2001 de 68 millones de dólares sólo en los Estados Unidos— narra una historia que ocurre en la isla Jersey, en el Canal de la Mancha, en 1945. La Segunda Guerra Mundial ha terminado pero el marido de Grace no vuelve. Sola en un aislado caserón victoriano, Grace educa a sus hijos bajo estrictas normas religiosas. Los niños sufren una extraña enfermedad: no pueden recibir directamente la luz del dia. Los tres nuevos sirvientes que se incorporan a la vida familiar deben aprender una regla vital: la casa estará siempre en penumbras; nunca se abrirá una puerta si no se ha cerrado la anterior. De pronto aparecen los otros, los vivos que entran en contacto con este mundo, y es cuando sabemos que todos están muertos. Grace al enterarse de que su marido no regresará ha matado a sus hijos y se ha suicidado. Los Otros cuestiona —además de cuestionar al espectador si está vivo— la figura de la madre. Presenta una buena madre que asesina a sus propios hijos. 368 LA CONSTRUCCIÓN IMAGINARIA DEL MIEDO EN EL CINE Finalmente la película El Aro, dirigida por Gore Verbinski, quien realiza un remake de la película japonesa Ringu, producida en 1998. La historia narra cómo quien ve un video muere a los ocho días. Repite la anécdota de una madre que es capaz de matar a su hija. La niña muerta es la causante de las posteriores muertes como venganza. Película efectista. Con buenas actuaciones y un final que desilusiona. Conclusión En la posmodernidad se plantea un cuestionamiento profundo a los valores y a todos los estereotipos. Principalmente a la razón y a las instituciones sociales que no nos hacen más felices ni más racionales. El cine formula pues un serio cuestionamiento a la moral social frente a la ética personal. Con Carroll podemos decir que la proyección de los deseos y los miedos de la audiencia y en este sentido el concepto de la sombra, nos permiten entender cómo construimos un Otro con todo aquello que nos es desconocido u oculto. Los temas que el cine de terror trata actualmente son: a) La esquizofrenia. Resulta una crítica de la sociedad actual, basada en el placer del cuerpo, el poder y el dinero. b) El futuro. Una sociedad dominada por las máquinas, donde los sujetos duermen mientras una mente superior controla todo. c) Los fantasmas. El miedo a perder la razón (tan venerada en la modernidad) se traduce en el cine, al presentarnos un mundo que no entendemos, tal vez porque es una realidad construida de manera virtual o fantasmal. La película es una metáfora sobre la sociedad moderna y de cómo nuestras decisiones personales, de ciudadanos, nos llevan a un punto ciego, a un camino sin salida perfectamente enmarcado por las leyes, las estadísticas, y las instituciones en una sociedad globalizada y totalmente organizada. En todo caso resulta una alegoría donde el poder aplasta al sujeto y no le deja ninguna opción. El cine de terror además de preguntar al espectador si está vivo, cuestiona también la figura materna. Se vale del ejemplo de la buena madre que llega al asesinato de sus propios hijos. Bibliografía Andriano, A.; Serrano, C.; López, E.; Gamboa, R. (1995), La evolución estructural del film, mimeo, UAM, México. 369 ANÁLISIS DE MEDIOS Y RECEPCIÓN Carroll, Noël (1990), The philosophy of horror or paradoxes of the heart, Routledge, Nueva York. Castoriadis, Cornelius (1988), Las encrucijadas del laberinto, Gedisa, España. Duvignaud, Francoise (1987), El cuerpo del horror, FCE, México. 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