INVOQUEMOS EL NOMBRE DE DIOS Por Pastor Fredy

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INVOQUEMOS EL NOMBRE DE DIOS
Por Pastor Fredy Ávila
“Usado con permiso”
“Entonces los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová.” Gn.4:26b
El culto de oración es lo más cercano al cielo que podemos llegar aquí en esta vida. Lo que hacemos
los martes por la noche no es algo exclusivo de nuestra iglesia, lejos de ser un nuevo invento, este
tipo de oración contiene raíces antiguas. Se remonta al tiempo antes de Cristo, antes de David,
incluso, antes de que Moisés organizara un sistema formal de culto dentro del tabernáculo. La
primera mención ocurre allá por Génesis 4:25-26 “25Y conoció de nuevo Adán a su mujer, la cual
dio a luz un hijo, y llamó su nombre Set: Porque Dios (dijo ella) me ha sustituido otro hijo en lugar
de Abel, a quien mató Caín. 26Y a Set también le nació un hijo, y llamó su nombre Enós. Entonces
los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová.”
Meditemos sobre esto: Hasta entonces, las personas habían conocido a Dios principalmente como el
creador. El había creado el jardín del Edén y el resto del mundo donde les alcanzaba la vista.
Ahora llegó el principio de la primera relación colectiva con el todo poderoso. Antes de que
hubiera una Biblia disponible, antes de que se ordenara el primer pastor o se formara el primer coro,
una raza de hombres y mujeres que amaban a Dios se quiso diferenciar de sus vecinos impíos por
“invocar el nombre de Dios.” Caín y sus descendientes habían tomado su propio rumbo
independiente de Dios. Por contraste, este pueblo afirmó su dependencia de Dios al “invocar su
santo nombre.” En efecto, el primer pueblo de Dios no se llamaba “judío” ni “los hijos de Israel”
ni “hebreos.” Allá por el principio su nombre original era “los que invocaban el nombre del
Señor” Algún día sin particularidades; a alguna hora desconocida; se activó un instinto puesto por
Dios en los corazones humanos. La gente percibió que si uno está en dificultades e invoca a Dios,
él responderá. Él intervendrá en su situación.
Trasladémonos en nuestra imaginación a aquel tiempo y veamos cómo una mujer le dice a otra:
__ ¿Usted ya escuchó del Dios que responde cuando se le invoca? Fíjese que es más que sólo un
creador. Fíjese que se interesa por nosotros y responde ante nuestras necesidades. Verdaderamente
entiende lo que estamos sintiendo.
__ ¿De qué estas hablando usted? Dios hace lo que le place; la gente no puede ejercer influencia
alguna sobre él.
__No, no, no. Usted está equivocada. Cuando lo invocamos, no hace oídos sordos. Él escucha,
responde, actúa.
Invocar a Dios no significa hacer una oración para acallar la cosquillita espiritual que sentimos en
el corazón. Invocar a Dios significa clamor, implorar pidiendo ayuda. Ésta es la esencia de la
oración verdadera que toca a Dios. Charles Spurgeón una vez comentó: “El mejor estilo de oración
es aquel que sólo se pueda definir con la palabra (Clamor)”. Veamos la confiada aseveración de
David en el Salmo 4:3 “Sabed, pues, que Jehová ha escogido al piadoso para sí; Jehová oirá
cuando yo al él clame”. Es interesante ver cómo Dios define a las personas malvadas en el Salmo
14:4 “No tienen discernimiento todos los que hacen iniquidad, que devoran a mi pueblo como si
comiesen pan, y a Jehová no invocan”. Esa es la definición divina de los impíos. Harán muchas
cosas, pero no se humillarán para reconocer la omnipotencia de Dios al invocar su nombre de todo
corazón. En renuevo invocaremos más el nombre de Jehová porque Dios responde a un pueblo que
le clama.
El pastor Jim Cimbala en su libro “Fuego vivo, viento fresco” dice que los signos vitales de una
iglesia saludable son: Su buena enseñanza, su amor por las personas, especialmente por los que no
conocen a Cristo, su adoración, pero hace un énfasis mayor, en la vida de oración de la iglesia. Para
él, invocar el nombre de Dios, hace la diferencia.
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