ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL CONCEPTO “SOBERANÍA”. APORTES PARA EL DEBATE DE POLÍTICA EXTERIOR EN CHILE ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL CONCEPTO "SOBERANÍA". APORTES PARA EL DEBATE DE POLÍTICA EXTERIOR EN CHILE SUPERANUS Resumen. Este ensayo se propone analizar los usos del concepto “soberanía” y, de esa forma, constituir un aporte a los debates sobre política exterior en Chile. Basándose en premisas teóricas y metodológicas provenientes del análisis de discurso, la formación de conceptos en ciencias sociales y una tipología de la soberanía, se discuten las ventajas y limitaciones cuando se refiere dicha categoría. Como modo de ilustrar dicho análisis, se reflexiona sobre los desafíos que representa la fijación de significados del significante “soberanía” para los escenarios de integración regional, tomando como ejemplo algunas trazas discursivas expresadas en el Tratado Constitutivo de UNASUR. Una conclusión importante es la necesidad de desanclar el uso de la noción de “soberanía” de su acepción predominante, complejizando los debates sobre política exterior. Palabras clave Soberanía – Conceptos Políticos – Política Exterior Integración Regional – Discursos ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL CONCEPTO “SOBERANÍA”. APORTES PARA EL DEBATE DE POLÍTICA EXTERIOR EN CHILE I. INTRODUCCIÓN El 01 de abril de 2013, el Presidente de la República, Sebastián Piñera, y el Canciller, Alfredo Moreno, recibieron en La Moneda a líderes de todos los sectores políticos con representación parlamentaria para abordar la inminente demanda que el Estado de Bolivia presentaría ante la Corte Internacional de Justicia de la Haya (CIJH) por reclamaciones territoriales asociadas a una salida soberanía al mar pacífico, lo que hizo efectivo el día 24 de abril. En la oportunidad, el Presidente Piñera recalcó que “siempre dentro del respeto del derecho y los tratados internacionales, Chile va a defender con mucha fuerza y decisión lo que nos corresponde, lo que nos pertenece, nuestro territorio, nuestro mar y nuestra soberanía. Ningún país debe llamarse a engaño: la actitud de diálogo y la actitud constructiva no debe confundirse jamás con una actitud de debilidad en la defensa de nuestra soberanía, territorio y mar”1. Reforzando esa posición, el día 24 de abril, materializada la presentación boliviana, el Presidente Piñera sostuvo: “quiero dar la más plena garantía a todos y cada uno de mis compatriotas de que, utilizando todos los instrumentos de los tratados y del derecho internacional, este Presidente va a defender con toda la fuerza del mundo, cada metro cuadrado de nuestro territorio y cada metro cuadrado de nuestro mar. Y que no vamos a ceder soberanía chilena a ningún país, porque nuestro territorio, nuestro mar, nuestra soberanía nos pertenece legítimamente a todos los chilenos”2. Antes, el 16 de enero de 2008, el Estado de Perú había recurrido a la misma Corte “invocando que la delimitación marítima entre los dos países tenía que ser definida mediante criterios distintos a los de la línea del paralelo que rige actualmente”3, es decir, desafiando internacionalmente la soberanía nacional. Gobierno de Chile (2013) “Reunión con parlamentarios y políticos para abordar tema boliviano”. Sección Discursos, 01 de abril de 2013. En http://www.gob.cl/discursos/2013/04/01/reunion-con-parlamentarios-y-politicos-para-abordar-temaboliviano.htm (énfasis propio). 2 Presidencia de la República (2013) “Palabras de S.E. el Presidente de la República, Sebastián Piñera, en ceremonia de colocación de primera piedra de hospital de Puerto Aysén”. Sección Discursos, 24 de abril de 2013. En <http://www.prensapresidencia.cl/discurso.aspx?codigo=8410> 3 Gobierno de Chile (2012) “Caso Perú – Chile en la Corte Internacional de Justicia”. Cronología del Caso. En <http://www.gob.cl/media/2012/11/Cronología-del-caso.pdf> 1 ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL CONCEPTO “SOBERANÍA”. APORTES PARA EL DEBATE DE POLÍTICA EXTERIOR EN CHILE Como se aprecia, ambas intervenciones, que fijan la posición chilena en política exterior, contienen el siguiente núcleo argumental: la soberanía chilena se identifica plenamente con el territorio físico delimitado, pertenece legítimamente a un “nosotros” (la comunidad imaginada nacional) y se defiende jurídicamente con el derecho internacional. Pero, ¿de qué, exactamente, estamos hablando cuando referimos la categoría “soberanía”? Etimológicamente, el vocablo soberanía proviene del latín “superanus” y está constituida por dos partes: super (encima) y el sufijo anus (pertenencia, procedencia, relación). La soberanía, así vista, es la capacidad o autoridad de alguien o algo por encima de todos. En esa perspectiva, la soberanía está vinculada a la dimensión estatal, por cuanto es el Estado la entidad moderna que posee el monopolio de la decisión por encima de todos. Con ese marco, las teorías del Estado han establecido la existencia de la dimensión interna y externa de la soberanía estatal. Otras aproximaciones, sin embargo, han abordado la soberanía trascendiendo los límites del Estado (aunque en concordancia con el derecho internacional), por ejemplo, en clave de soberanía compartida tomando como modelo el proceso de integración de la Unión Europea (López Escuedero et al, 2000), o incluso en clave de capacidades individuales (PNUD, 2004). Este tipo de discusiones, no obstante, parecieran estar ausentes del debate público. Ello podría explicarse pues los debates públicos, particularmente los debates políticos, se caracterizan por el uso de múltiples conceptos o categorías que pretenden instalar determinadas visiones de la realidad y, por tanto, contribuyen a construirla socialmente. En términos socio-lingüísticos, ésta es una de las conclusiones relevantes (simplificada) derivada de aquella tradición epistemológica que conocemos como constructivismo social (Berger & Luckmann (1968) 2001). En ese marco, una interesante perspectiva de análisis sobre lo político es aquella que vincula el uso de ciertos conceptos (y en una perspectiva aún más amplia la producción y difusión de discursos) con los procesos sociopolíticos. ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL CONCEPTO “SOBERANÍA”. APORTES PARA EL DEBATE DE POLÍTICA EXTERIOR EN CHILE En particular, pareciera ser metodológicamente productivo observar con detención el uso de determinados conceptos para analizar cómo ello incide en la esfera de acción en la que esos conceptos se inscriben. Al respecto, una premisa teórica importante es que los conceptos pueden ser presentados públicamente por los actores políticos como si ellos remitiesen a una definición unívoca, esto es, conceptos fijados en su significado y clausurados discursivamente (Laclau & Mouffe, (1985) 2004), o bien, ser presentados estratégicamente como conceptos despolemizados, mientras que en realidad se trata de “conceptos esencialmente polémicos” (Freeden, 1996), es decir conceptos sobre los cuales existen muchas disputas. Al ser presentados como conceptos despolemizados, lo que hay es una naturalización de “los significados de términos políticos convirtiendo una variedad de significados opcionales en una certeza monolítica” (Larraín, 2010:167). La certeza monolítica “es el rasgo inevitable de una decisión política” (p. 169). Pero los conceptos y categorías no tienen significados fijos o esenciales. Más bien, “se construyen mediante su uso en el contexto de otros conceptos” (p. 168)4. A lo que se apunta, en definitiva, es que conceptos cuya definición o elementos caracterizadores no se explicitan en los debates políticos pueden ser: i) conceptos potencialmente vacíos de significado, también denominados conceptos flotantes (Laclau & Mouffe, (1985) 2004); o ii) conceptos con múltiples significados (esencialmente polémicos), pero fijados en significados parciales, despolemizados (Freeden, 1996). En el primer caso, los actores políticos lucharán o bien por dotar de un contenido particular al concepto, o bien por mantenerlos potencialmente vacíos de contenido particular resguardando que en ellos se sientan identificados una multiplicidad de actores (pues cada actor significará el concepto según sus motivaciones y generará una cierta identidad con él). Este último caso suele ser la estrategia utilizada por los 4 Por ello Freeden propone el análisis morfológico, pues los conceptos adquieren sentido cuando se considera su posición estructural vis-à-vis otros conceptos políticos: conceptos nucleares, conceptos adyacentes y conceptos periféricos. ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL CONCEPTO “SOBERANÍA”. APORTES PARA EL DEBATE DE POLÍTICA EXTERIOR EN CHILE movimientos sociales cuando aspiran a representar más allá de su sector específico 5. Si el primer caso encuentra un buen ejemplo de uso en los movimientos sociales, el segundo caso (conceptos con múltiples significados, pero fijados en significados parciales), pareciera encontrar buenos ejemplos en el uso que le dan los gobiernos. Es decir, habría un predominio en la asignación de significado de ciertos conceptos utilizados, versus otros significados posibles pero no deseados. Lo anterior no supone que sea negativo dotar a ciertos conceptos de significados principales; es más, al igual que en el caso de los movimientos sociales, ello tiene sus rendimientos. Ejemplos en ambos sentidos hay varios. Piénsese cuando los debates políticos en Chile refieren términos como “participación”, “democracia”, “gobernabilidad”, “seguridad” o “populismo”. Claramente cada uno de estos conceptos posee múltiples definiciones teóricas, y pueden ser operacionalizados en diversos elementos empíricamente verificables. Son densos conceptualmente. Sin embargo, sus usos dependerán del interés que el actor emisor posea, dotándolo de un cierto contenido particular, fijando su significado o dejándolo flotar libremente. En la esfera de acción que compete a la política exterior, hay un concepto clave que puede ser analizado en el sentido teórico-metodológico descrito. La categoría “soberanía” bien puede ser concebida y analizada como un concepto -funcional y/o disfuncional- a la política exterior de un país. La soberanía sería un concepto con definiciones múltiples, pero con significados o usos limitados. Correspondería a un concepto polémico, pero despolemizado discursivamente. Las páginas que siguen reflexionan en torno a los usos de la soberanía como categoría conceptual relevante para la política exterior, mostrando sus rendimientos y limitaciones. Se pretende, por tanto, realizar un aporte metodológico y conceptual a los Notable resulta ser el ejemplo de Chile con el uso del concepto “No al lucro”, que ha articulado amplias cadenas de significantes en distintos sectores sociales. 5 ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL CONCEPTO “SOBERANÍA”. APORTES PARA EL DEBATE DE POLÍTICA EXTERIOR EN CHILE debates sobre política exterior en Chile. Para ello, el trabajo se estructura en cuatro secciones. Aparte de esta introducción, se discute y reflexiona sobre la noción de soberanía asociada a la formación de conceptos en ciencias sociales, específicamente en relaciones internacionales, proponiendo un esquema de análisis a partir de los posibles usos de la soberanía (parte II); enseguida se expone un análisis aplicado de la soberanía y los desafíos que sus usos conceptuales imponen a los procesos de integración regional ilustrado a través de extractos del Tratado Constitutivo de UNASUR (parte III); en la última sección se exponen algunas reflexiones finales (parte IV). II. USOS DEL CONCEPTO “SOBERANÍA” Los estudios internacionales pueden ser adscritos a la ciencia política como una de sus subdisciplinas. O bien, ser concebidos como disciplina autónoma de naturaleza eminentemente transdisciplinaria (en tanto se incluye en ella el derecho, la economía, la politología, la historia, la sociología, entre otras disciplinas). En cualquiera de los dos casos, estamos frente a un área de estudios perteneciente o estrechamente vinculada a las ciencias sociales. En ese sentido, la formación y el análisis de conceptos deviene en una estrategia metodológica y un procedimiento analítico útil para observar fenómenos internacionales. En efecto, muchas cuestiones relevantes para la evaluación de los problemas internacionales han sido investigadas y en parte clarificadas por las ciencias sociales (Calduch, s/a:130). Incluso, desde un punto puramente teórico-conceptual, la evaluación sistemática de la literatura científica o la utilización de resultados teóricos, constituyen fuentes de conocimiento de la mayor relevancia en relaciones internacionales (Calduch, s/a). En esa línea, la evaluación de conceptos en relaciones internacionales nos puede decir “algo más” sobre este campo de estudio. Condición necesaria para ello es precisar lo que entenderemos por concepto. Un concepto es “expresión de un término (palabra), cuyos significados son declarados por definiciones, lo que se relaciona con los ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL CONCEPTO “SOBERANÍA”. APORTES PARA EL DEBATE DE POLÍTICA EXTERIOR EN CHILE referentes” (Sartori, 2000:65). Aquellos conceptos que tienen referentes son conceptos empíricos, es decir “reducible a cosas observables” (p. 66). Esa reducción, no obstante, presenta riesgos, tales como identificar una serie de elementos observables que si bien forman parte del concepto, no lo definan. Por ello, señala Sartori, “el problema previo es <delimitar>, o limitar, esto es, <aferrar el referente> estableciendo sus confines: qué está incluido en él, y por lo mismo qué está excluido” (p. 67). De ahí que la estrategia para formar y definir un concepto sea identificar sus características definidoras siendo la operación más importante… separar las características definidoras de las características contingentes. Las características definidoras, o definitorias, son las características necesarias, sin las que una palabra no tiene aplicabilidad” (Sartori, 2000:68). Así, definir un concepto es “quedarse con las definiciones mínimas” (p. 69). Las características contingentes, en tanto, pueden aparecer momentánea y/o espectralmente para contribuir u obstruir la comprensión de un concepto. Por lo tanto, “hasta que los conceptos no están “formados”… no sabemos de qué estamos hablando” (p. 75). Establezcamos, por tanto, que la soberanía es un concepto perteneciente al campo de las relaciones internacionales y, más precisamente, un concepto político, por cuanto se vincula con la distribución de poder en el sistema internacional. En ese marco, la soberanía pertenecería a aquella clase de conceptos con definiciones múltiples, pero con usos limitados, fijados o despolemizados. Georg Jellinek ha planteado que la soberanía es, derechamente, un concepto polémico. O bien, debido a la creciente pérdida de soberanía (Castells, 1997), ella sería expresión de una insistencia ciega en el uso de un concepto, vacío, que ha perdido por tanto su razón de ser. Sin embargo, desde el punto de vista del derecho internacional, “no tiene sentido hablar del fin de la soberanía” (Hillgruber, 2009:12). ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL CONCEPTO “SOBERANÍA”. APORTES PARA EL DEBATE DE POLÍTICA EXTERIOR EN CHILE La clave radica entonces en proponer un esquema para la clarificación de conceptos polémicos. Dicho esquema metodológico es el proporcionado por Kurt Weyland (2001) quien, basándose en Sartori (1984), estudia un concepto político según las “directrices para el análisis de un concepto”. En nuestro caso, buscamos aplicar dicho esquema al concepto de soberanía, teniendo como horizonte los usos en política exterior chilena. Tres estrategias existen para clarificar conceptos polémicos o no claros: i) la acumulación elabora definiciones que combinan los atributos de diferentes dominios. Sólo los casos en que todas las características principales de los diferentes dominios son aplicadas, califican como ejemplos de este concepto, llamados conceptos acumulativos; ii) la adición conecta los atributos de diferentes ámbitos. Cualquier caso que muestre al menos una de las características definitorias es subsumido bajo el concepto de que se trate. Mientras solamente los casos que comparten todos los atributos de diferentes ámbitos se consideran casos completos, los casos en que participan algunas de estas características califican como "subtipos disminuidos" marcados por adjetivos calificativos, creando conceptos radiales; iii) la redefinición identifica el dominio principal entre los diferentes ámbitos y descarta los atributos de otros dominios. Genera definiciones "mínimas" que contienen sólo los atributos de un dominio que son necesarios y suficientes en forma conjunta para identificar las instancias de un concepto, generando los conceptos clásicos (Weyland, 2001). Pensando como teoría de conjuntos, los conceptos clásicos minimizan los conflictos fronterizos, apoyándose en las definiciones mínimas que se centran en un dominio, facilitando su delimitación (Weyland, 2001:03). ¿A qué tipo de concepto corresponde, exactamente, la soberanía? La respuesta es en función de a qué concepto se recurra. Pero condición necesaria para dicho examen es conocer los posibles usos o las variadas definiciones de la soberanía. Suele plantearse que la soberanía está indisolublemente asociada al Estado, presentándose habitualmente como doble: externa e interna: “la primera se manifiesta en las relaciones ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL CONCEPTO “SOBERANÍA”. APORTES PARA EL DEBATE DE POLÍTICA EXTERIOR EN CHILE internacionales de los Estados, excluyendo cualquier subordinación o dependencia entre ellos y situándolos en un plano de igualdad en sus relaciones recíprocas”. La segunda, en tanto, implica que el Estado detenta “una autoridad suprema en el sentido de que su voluntad predomina sobre todas las voluntades” (Carré de Malberg en Moreno, 2007). Esa división suele ser funcional pero irreal, pues la soberanía sería siempre una, con múltiples expresiones. Por ello, al juzgar la soberanía estatal debemos tratar separadamente la soberanía interna y la soberanía externa (Hillgruber, 2009). La confusión parece ser un mal aliado en la búsqueda de clarificar el concepto de soberanía para el análisis de fenómenos internacionales. “El hecho de que reine tanta confusión respecto del contenido y sentido de la soberanía radica no sólo en la naturaleza indefinida de dicho concepto, en su ‘siniestra ambigüedad’, sino también en que la concepción en que éste se basa no sale a la luz” (Hillgruber, 2009:04). Dicha concepción basal tiene profundos sustratos filosóficos, morales, jurídicos y políticos, lo que contribuye con el oscurantismo reinante en este campo discursivo (Moreno, 2007). Pero al menos podríamos concordar en que la soberanía operaría como un concepto adyacente al Estado-nación, que operaría como concepto nuclear. Es decir, concebir la soberanía como uno de los atributos inherentes al ejercicio del poder estatal. “La soberanía no es, pues, más que un carácter de la potestad del Estado, pero no se confunde con esta última” (Moreno, 2007:IV-04). Aunque conceptualmente la soberanía amenaza espectralmente la potestad estatal hasta el punto de confundirse con ella. Ahora bien, si antes decíamos que la soberanía es un concepto empírico, podemos entonces atribuirle referentes. Hay autores que, como Hillgruber (2009) defienden que la soberanía, a pesar de ese componente empírico, es en su núcleo un concepto jurídico. En esa perspectiva, “de la imposibilidad práctica de una actuación soberana no se derive lógicamente la inexistencia de soberanía, pues, como concepto jurídico que es no desea saber cómo es la práctica estatal, sino cómo debe ser ésta en caso de ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL CONCEPTO “SOBERANÍA”. APORTES PARA EL DEBATE DE POLÍTICA EXTERIOR EN CHILE conflicto” (Di Fabio, 1998, en Hillgruber, 2009:05). Así vista, la soberanía se activa y los actores políticos apelan a la soberanía cuando se presentan coyunturas críticas (crisis o conflictos), no en coyunturas rutinarias. Por ejemplo, cuando se trata de conflictos internacionales, operará la noción más clásica de soberanía, aquella identificada con el Estado-nación y la defensa de sus límites físicos, pertenecientes legítimamente a la comunidad imaginada que denominados nación, idea reforzada por los medios de comunicación que contribuyen a instalar el discurso sobre lo nacional, que deviene en funcional para la política exterior, en tanto conserva la unidad (psicológica y territorial) y los confines de la nación (Anderson, 1983 en Schlesinger, 2002). Otra interpelación a la soberanía clásica se expresa en los esfuerzos de cooperación supraestatal que tendrían como horizonte procesos más profundos de integración regional, por ejemplo en el caso de la Unión de Naciones Suramericanas. Ante este tipo de interpelaciones, la soberanía ha tenido, históricamente, una extraordinaria capacidad de adaptación. La soberanía es, en ese sentido, sempiterna. Es un principio subsistente (Hillgruber, 2009). A pesar del diagnóstico de Manuel Castells (1997), el Estado soberano se ha visto enfrentado a mayores riesgos que los vigentes: la soberanía posee una extraordinaria capacidad de adaptabilidad. Podemos incorporar entonces la noción de “soberanía perdurable” de Stephen Krasner (2001), quien distingue cuatro usos que se realizan del término: “soberanía de interdependencia”, “soberanía interna”, “soberanía westfaliana” y “soberanía legal internacional”. Siguiendo el esquema de análisis de conceptos, los usos posibles permiten clarificar un concepto polémico, pues estamos explicitando sus múltiples usos. Son nociones flotantes, disponibles para el uso estratégico de los actores políticos. ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL CONCEPTO “SOBERANÍA”. APORTES PARA EL DEBATE DE POLÍTICA EXTERIOR EN CHILE La “soberanía de interdependencia” se refiere a la capacidad de los Estados para controlar el movimiento a través de sus fronteras. Se ve vulnerada cuando se producen intromisiones ilegales. La política migratoria suele regular este tipo de soberanía. La “soberanía interna” se refiere a las estructuras de autoridad dentro de los Estados y a la capacidad de estas estructuras para regular efectivamente el comportamiento. Es la “cara interna” de la soberanía. La “soberanía westfaliana” se refiere a la exclusión de fuentes externas de autoridad dentro de sus propios límites: el Estado tiene un monopolio sobre la toma de decisiones autorizadas. Es la conocida regla de la no intervención en los asuntos internos de otros Estados en el derecho internacional. Finalmente, la “soberanía legal internacional” se refiere al reconocimiento mutuo entre Estados en tanto entidades territoriales jurídicamente independientes que son capaces de incorporarse en acuerdos contractuales voluntarios (Krasner, 2001). Esta última variante ha sido ampliamente desarrollada en la literatura sobre soberanía (Moreno, 2007; Hillgruber, 2009). De este modo, es factible pensar la soberanía como concepto articulador, nuclear, y ver sus usos múltiples como conceptos adyacentes. Es decir, examinar la soberanía será posible únicamente analizando su posición estructural en medio de otros conceptos y usos posibles. O, lo que es lo mismo, situar los usos del concepto soberanía en contextos temáticos específicos. Un análisis empírico en esa línea puede rastrearse en los esfuerzos asociados a los procesos de integración regional. Particularmente interesante son los discursos declarativos que originan estos procesos. El Tratado Constitutivo de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) es ilustrativo al respecto. ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL CONCEPTO “SOBERANÍA”. APORTES PARA EL DEBATE DE POLÍTICA EXTERIOR EN CHILE III. LA SOBERANÍA COMO LÍMITE POLÍTICO Y COMO DESAFÍO CULTURAL PARA LA INTEGRACIÓN REGIONAL: EL CASO DE UNASUR Chile ha sido un activo promotor de diversos mecanismos de integración regional. Hay instalado un discurso de integración regional. La realización de la Cumbre de Estados Latinoamericanos y del Caribe en Chile el año 2013 (CELAC) y la constitución de la Alianza del Pacífico ratifican esa vocación. Antes, Chile promovió fuertemente la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR). UNASUR es uno de los últimos y más importantes esfuerzos de integración regional latinoamericana. Su acta de nacimiento data del año 2008 y es un intento más por constituir un espacio de diálogo y coordinación de acciones a nivel supranacional en Sudamérica. Como esfuerzo de integración presenta, no obstante, el límite político de la soberanía. O, desde un punto de vista alternativo, la soberanía refuerza el orden jurídico internacional, la capacidad estatal y, finalmente, la soberanía popular en sentido clásico (Hillgruber, 2009). Como límite político, el punto problemático radicaría en la persistencia de los conceptos adyacentes a la soberanía: las identidades estatales y el discurso nacional; discurso configurado por un principio de orientación y acción que es a la vez el eje articulador que condiciona el proceso mismo de la integración: la soberanía. Como desafío cultural, en tanto, la constitución de espacios posnacionales vía procesos de integración regional requieren más que la apertura de mercados o la supresión parcial o total de barreras arancelarias; para ser viables culturalmente necesitan, además, conciliar identidades políticas múltiples: locales o subnacionales -asociadas generalmente a grupos étnicos o religiosos-; nacionales -asociadas al moderno Estado nacional-; y supranacionales -asociadas a la generación de espacios o bloques regionales basados en historias y culturas compartidas. ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL CONCEPTO “SOBERANÍA”. APORTES PARA EL DEBATE DE POLÍTICA EXTERIOR EN CHILE En el caso de la región, resulta clave comprender el rol del Estado en la constitución de identidades nacionales, sustentada en la reafirmación del principio de soberanía y en la conformación de la “comunidad imaginada” (Anderson, 1993). Dicha reafirmación del concepto clásico de soberanía y de un imaginario nacional deviene entonces en un fortalecimiento del discurso político del Estado nacional, requiriendo potenciar condiciones de posibilidad para la expresión de identidades políticas alternativas, tal como las identidades posnacionales o supranacionales. Con el concepto de “soberanía perdurable” Krasner (2001), es factible observar que en los procesos de integración sigue primando el concepto más clásico de Estado nacional: aquel delimitado territorialmente, con el monopolio del uso de la fuerza legítima sobre la comunidad política y con autonomía jurídica. Dice Garretón al respecto: “la principal y casi única diversidad reconocida históricamente en América Latina es la de los diferentes Estados-Nación” (Garretón, 1999: 14). Sobre esa base, la integración regional en un contexto de globalización puede modificar la matriz conceptual clásica de soberanía, por ejemplo mediante el fortalecimiento de nuevas identidades que emergen por las propias lógicas de la globalización que desbordan las capacidades del Estado-Nación (Castells, 1999). No obstante, al deconstruir ciertas trazas discursivas del proceso de integración que UNASUR proyecta6, se ve cómo el refuerzo del concepto clásico de soberanía opera como núcleo articulador de un discurso de integración regional que presenta tensiones con sus conceptos adyacentes y con el propio discurso estatal. 6 Tratado Constitutivo de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), firmado en Brasilia el 23 de mayo del año 2008 por los siguientes doce Estados a través de sus representantes: República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez; República de Argentina, Néstor Kirchnner; República de Bolivia, Evo Morales; República Federativa de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; República de Chile, Michelle Bachelet; República Colombia, Álvaro Uribe; República de Ecuador, Rafael Correa; República Cooperativa de Guyana, Bharrat Jagdeo; República de Paraguay, Nicanor Duarte; República del Perú, Representante; República de Suriname, Ronald Venetiann; República Oriental de Uruguay. ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL CONCEPTO “SOBERANÍA”. APORTES PARA EL DEBATE DE POLÍTICA EXTERIOR EN CHILE Por ejemplo, el cuarto punto preambular del Tratado Constitutivo establece una de las definiciones políticas fundamentales del proyecto integrador: el sitial de privilegio que en la articulación discursiva adquiere el Estado soberano: “Seguras de que la integración es un paso decisivo hacia el fortalecimiento del multilateralismo y la vigencia del derecho en las relaciones internacionales para lograr un mundo multipolar, equilibrado y justo en el que prime la igualdad soberana de los Estados”. Es la expresión material de la “soberanía perdurable” y, específicamente, la referencia al mantenimiento de la soberanía legal internacional. El siguiente punto del preámbulo refuerza definitivamente la persistencia del Estado nacional y la soberanía perdurable: “Ratifican que tanto la integración como la unión suramericana se fundan en los principios rectores de: irrestricto respeto a la soberanía, integridad e inviolabilidad territorial de los Estados; autodeterminación de los pueblos; solidaridad; cooperación; paz; democracia; participación ciudadana y pluralismo; derechos humanos universales, indivisibles; reducción de las asimetrías y armonía con la naturaleza para desarrollo sostenible”. Estos enunciados fijan discursivamente los principios rectores del proceso de UNASUR: irrestricto respeto a la soberanía, que remite a la soberanía westfaliana; integridad e inviolabilidad territorial de los Estados, que refiere a la mantención de la soberanía de interdependencia; y, finalmente, la autodeterminación de los pueblos, que implica el refuerzo de la soberanía interna. Por tanto, ambos puntos del Tratado Constitutivo refuerzan los cuatro tipos de soberanías, configurando un escenario donde la identidad Estado-nacional, enaltecida, afecta (en un sentido u otro) el esfuerzo integrador. ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL CONCEPTO “SOBERANÍA”. APORTES PARA EL DEBATE DE POLÍTICA EXTERIOR EN CHILE Luego, una segunda parte del Tratado Constitutivo es la definición de los objetivos del proyecto integrador. En primer lugar, el objetivo general refuerza el concepto de un espacio de integración y otorga centralidad a su desafío cultural, aunque al final del objetivo refuerza la centralidad y fortalecimiento del principio de soberanía estatal: “Construir, de manera participativa y consensuada, un espacio de integración y unión en lo cultural, social, económico y político entre sus pueblos, otorgando prioridad al diálogo político, las políticas sociales, la educación, la energía, la infraestructura, el financiamiento y el medio ambiente, entre otros, con miras a eliminar la desigualdad socioeconómica, lograr la inclusión social y la participación ciudadana, fortalecer la democracia y reducir las asimetrías en el marco del fortalecimiento de la soberanía e independencia de los Estados”. De este modo, el concepto clásico de soberanía entra en tensión permanente con el esfuerzo de integración regional que propugna UNASUR, reflejando la existencia de contradicciones propias de procesos que involucran identidades políticas múltiples, en el marco de un discurso nacional cuyos conceptos centrales y adyacentes reafirman las voluntades estatales y de política exterior de sus actores estratégicos. IV. REFLEXIONES FINALES El presente ensayo clarificó y analizó los usos del concepto “soberanía”, aportando a los debates sobre política exterior en Chile y América Latina. Considerado como concepto político que forma parte del campo de las relaciones internacionales, la soberanía debe leerse en sus contextos discursivos y temáticos específicos. Es un concepto polémico desde el punto de vista de las ciencias sociales, pero despolemizado o fijado en significados parciales desde el punto de vista de la política ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL CONCEPTO “SOBERANÍA”. APORTES PARA EL DEBATE DE POLÍTICA EXTERIOR EN CHILE exterior. La contribución analítica y metodológica radica entonces en examinar los usos de que la categoría soberanía posee, y con ello complejizar los debates sobre la política exterior. Por ejemplo, se ha podido ver cómo el proyecto de UNASUR produce y reproduce el concepto clásico de soberanía, vinculado a conceptos adyacentes –identidad nacional, Estado-nacional, soberanía perdurable- que refuerzan un discurso nacional en el marco de esfuerzos supranacionales por profundizar procesos de integración regional. Por ello, complejizar los debates sobre la política exterior pasa también por analizar y evaluar el la producción, los usos y el rendimiento de sus conceptos centrales. V. BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES CONSULTADAS ANDERSON, Benedict, Comunidades imaginadas. Sobre los orígenes y difusión del nacionalismo. México, FCE, 1993. BERGER P., & T. LUCKMANN, La construcción social de la realidad. Amorrortu editores, Buenos Aires, 2001. 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