TLCAN

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MÉXICO: EL TLCAN Y LA APERTURA A MERCADOS EMERGENTES
El debate sobre el costo-beneficio del Tratado de Libre Comercio en América del Norte
(TLCAN) ha tenido diferentes tonos, comentarios y ahora consecuencias.
La complejidad del tema es pobremente retratado en la prensa nacional y extranjera, que
lanzan a la opinión pública una visión parcial que nos deja con una lectura incompleta,
donde percibimos un socio mexicano limitado en las exportaciones, un socio
estadounidense que acata o viola clausulas a conveniencia y uno más canadiense,
olvidado y marginado de la negociación y del debate mismo.
Para comprender el verdadero espíritu del TLCAN Gustavo Serra, Director del Centro de
Estudios Internacionales, Visión Retrospectiva y Retos a Futuro, nos orienta a través de
su libro “El Tratado de Libre Comercio en América del Norte”, presentado el pasado
jueves 29 de abril en el Colegio de México, con la presencia de Sidney Weintraub, Beatriz
Leycegui, Enrique Cárdenas y Jaime Serra Puche.
Serra no sólo hace un balance de los 15 años de relación comercial, sino que analiza el
papel que México ha desempeñado y propone un plan estratégico que beneficie a las tres
economías.
2010 se convirtió en un año de balance del mayor tratado comercial que ha firmado
nuestro país pues lleva consigo la eliminación de candados de cada uno de los acuerdos,
es ahora cuando la verdadera esencia del TLCAN mostrará su rostro y a Serra no le gusta
nada, pues, a pesar de tener claro la situación coyuntural de la reciente crisis económica
mundial y sus consecuencias comerciales, califica los resultados de “insatisfactorios”.
En primer lugar el autor pone énfasis en señalar que los incontables movimientos entre
los hechos y las ideas sobre nuestras ciencias sociales, han dejado por mucho adelantar
tratados con EUA dejando un lado a Canadá.
La politización del tratado y la dependencia económica que mantiene México con Estados
Unidos, ha limitado su capacidad de comercio con Canadá, privándose de los beneficios
económicos que suponen dicha relación.
El segundo punto tratado es nuestra consistencia en aumentar fronteras para
comercializar con otros países como Colombia o Brasil, a cuyas relaciones no hemos
dado la importancia que merecen (uno por ciento en comercio mundial, del cual 12.7 por
ciento han sido exportaciones.
El mayor riesgo de este descuido de mercados radica en que México pierda la
oportunidad de establecerse como una potencia en el proceso de recuperación
económica en la actual coyuntura internacional, aumentando con ello el progreso
económico promoviendo condiciones de competencia de libre comercio y respetando la
aplicación de derechos intelectuales de cada país.
Tercero, el tejido fino de los acuerdos para asegurar en la medida de lo posible que todos
van a apoyar. Nada asegura que en los tratados todos sumen. Reconociendo a México
como la tercera economía más importante en América Latina y como séptimo lugar como
exportador mundial de productos industriales.
Sin embargo, estas ideas no fueron compartidas por Sidney Weintraub, especialista en el
TLCAN, quien rechazó la falta de interés de Estados Unidos para igualar las
oportunidades comerciales de México, pues aunque describe al Tratado como “moribundo
y flojo”, EUA tiene interés en estabilizar los acuerdos entre ambas naciones.
Esto nos lleva al lugar común de que no necesariamente “se puede considerar que el
TLCAN puede ser exitoso si no se crean suficientes empleos que vayan rumbo a una
economía efectiva”. Habría que preguntar entonces ¿cómo logramos estabilizar todos
estos acuerdos de manera que trabajen de manera estable sin descuidar los que ya se
hicieron?
El reto es convencer a EUA de que México es un socio comercial estratégico, y que el
tratado pueda ser utilizado como una herramienta para regularizar los costos de
producción, diversificar las exportaciones y lograr una economía más grande con
participación justa para todos.
La propuesta, pues, es calibrar cuánto en verdad suma el TLCAN y hacer de nuestro país
un lugar atractivo para empresarios mexicanos y extranjeros, crear proyectos de comercio
que reconozcan la importancia de las pequeñas y medianas empresas, que son las que
más participación reportaron en la exportación de productos de comercio libre, así como
reactivar los índices de empleo aprovechando la mano de obra nacional.
La esperanza de que en el 2010 México se convierta en una economía brillante con la
apertura de tratados con países de América Latina como Nicaragua, Honduras y
Guatemala, que suponen una gran inversión de utilidades, sobre todo en los ramos de
manufactura, servicios financieros, comercio, transportes, comunicaciones y construcción,
es el punto de convergencia entre Serra y Weintraub.
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