La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas

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TRABAJO FIN DE GRADO
Título
La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las
Partidas
Autor/es
Almudena Bermejo Díaz
Director/es
María del Carmen Sáenz Berceo
Facultad
Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales
Titulación
Grado en Derecho
Departamento
Curso Académico
2013-2014
La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas, trabajo fin de
grado
de Almudena Bermejo Díaz, dirigido por María del Carmen Sáenz Berceo (publicado por la
Universidad de La Rioja), se difunde bajo una Licencia
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.
Permisos que vayan más allá de lo cubierto por esta licencia pueden solicitarse a los
titulares del copyright.
©
©
El autor
Universidad de La Rioja, Servicio de Publicaciones, 2014
publicaciones.unirioja.es
E-mail: [email protected]
UNIVERSIDAD DE LA RIOJA
FACULTAD DE CIENCIAS JURIDICAS Y SOCIALES
- GRADO EN DERECHO –
LA MUJER EN LA EDAD MEDIA: SU CONDICIÓN
JURIDICA EN LAS PARTIDAS
TRABAJO FIN DE GRADO
Curso Académico: 2013-2014
Almudena Bermejo Díaz
Directora: Dra. Dña. Mª Del Carmen Sáenz Berceo
La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
INDICE
I.
Resumen/Abstract……......................................................…...…………...….....pág. 4
II.
Introducción………...................................................................….…….....….....pág. 5
III.
La obra legislativa de Alfonso X el Sabio............................................................pág. 6
III. 1 El sistema jurídico en Castilla en la Alta Edad Media
III. 2 Las Siete Partidas o El Libro de las Leyes.
IV.
La mujer en la Edad Media…….........................................................………....pág. 10
V.
La condición jurídica de la mujer en Las Partidas…………………...………...pág. 13
V. 1 La mujer como sujeto de derecho
V. 2 Las actividades jurídicas que desarrolla la mujer
V. 3 La mujer según su posición social
V. 3. 1 Mujeres privilegiadas
V. 3. 1. 1 Las nobles
V. 3. 1. 2 La mujer que dedica su vida a Dios: monjas y beguinas
V. 3. 2 Mujeres no privilegiadas, comunes o del pueblo llano
V. 3. 3 Mujeres marginadas: Prostitutas
V. 3. 3. 1 El “status” de las prostitutas
V. 3. 3. 2 Los lugares de trabajo de las prostitutas
V. 4 La mujer según su estado civil
V. 4. 1 La soltera y sus posibilidades de actuación jurídico-privadas
V. 4. 2 Las barraganas y las concubinas
V. 4. 3 Las viudas y su capacidad jurídica
V. 4. 4 La mujer casada
V. 4. 4. 1 Presupuestos para la constitución del matrimonio
V. 4. 4. 1. 1 Los esponsales
V. 4. 4. 1. 2 Donatio ante nuptias. Donatio propter nuptias
2
La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
V. 4. 4. 1. 3 La dote
V. 4. 4. 1. 4 Las arras
V. 4. 4. 2 El matrimonio
V. 4. 4. 3 Régimen económico del matrimonio
V. 4. 4. 3. 1 Introducción: tipos de regímenes económicos
matrimoniales
V. 4. 4. 3. 2 La propiedad familiar
VI.
Conclusiones…………………………………………………………….…......pág. 49
VII.
Bibliografía………………………………………………………………..…...pág. 50
3
La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
I. RESUMEN/ABSTRACT
RESUMEN
El propósito de este trabajo es abordar el estudio de la condición jurídica de la
mujer en la Edad Media especialmente a través del código de Las Siete Partidas, obra
de Alfonso X el Sabio, a finales del siglo XIII. He considerado centrarme en esa obra,
no solo por la importancia de la misma en el tiempo de su publicación, sino, y sobre
todo, porque ejerció una poderosa influencia en el sistema legislativo español que
incluso se puede decir que llega hasta la aprobación de los códigos actuales y vigentes.
Con este trabajo se intenta analizar la situación jurídica de la mujer en el
Medievo estudiando su situación de iure y su situación de facto, que a veces no
coincide. Además, el estudio de la mujer en la Baja Edad Media Castellana es necesario
abordarlo desde diferentes perspectivas, pero especialmente debemos acercarnos a ella
desde la estructura de la familia como organización fundamental, sustentadora y
transmisora de valores porque es en ella donde se sitúa a la mujer y donde alcanza su
verdadera entidad como persona.
Comenzaremos, por tanto con una pequeña introducción sobre la magna obra
alfonsina, para pasar a continuación al estudio concreto del status de la mujer en el
código de Las Siete Partidas.
Palabras clave: Partidas, condición jurídica, mujer, “status”, limitación en la
capacidad de obrar.
ABSTRACT
The objective of this final year dissertation is to approach the study of the legal
status of women especially through the code of Las Siete Partidas, the work of Alfonso
X the wise in the 13th century. I've seen focus on that work, not only by the importance
of it at the time of publication, but mostly because it exerted a powerful influence on the
Spanish legal system that you can even say that arrives to the approval of existing
codes.
This essay attempts to analyze the status of women in the Middle Ages and
compare their situation de jure and de facto situation in known as difference and
opposition between them on many occasions. The study of women in the late middle
ages castellana need to approach it from the structure of the family as the fundamental
organization, sustaining and transmiting values because it is in places where women and
where it reaches its true entity as a person.
We start therefore with a brief introduction to the great work alfonsina to happen
next to the concrete study of the status of women in the code of Las Siete Partidas.
Keywords: Partidas, legal status, woman, “status”, limited capacity to act.
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La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
II. INTRODUCCIÓN
Este trabajo supuso una lectura y descodificación de la fuente principal utilizada
– Las Partidas –. Decidí abordar su estudio por el interés que esta obra suscitó en mí
desde que tuve noticia de su importancia siendo alumna de primer curso. Los datos
seleccionados, referentes a la condición jurídica de la mujer, han sido completados con
otros documentos (fueros locales, leyes reales, recopilaciones anteriores...). También se
ha utilizado bibliografía española y extranjera sobre el tema.
Ya que Las Partidas están compuestas por un gran número de leyes, y su estudio
en profundidad sería imposible para el objeto de un Trabajo Fin de Grado, escogí
centrarme en el estudio de la mujer y ver cómo contempla la obra al sexo femenino. La
historia tradicional reduce el papel de la mujer a unos niveles biográfico-anecdóticos, y
se le estudiaba siempre como protagonista aislada de hechos irrepetibles. En palabras de
María Pilar SANCHEZ VICENTE, opinión que yo suscribo, “ni la historia tradicional ni
las nuevas corrientes historiográficas, abordan el estudio de la mujer, porque la consideran un
sujeto pasivo de la historia – por contraposición al hombre, que aparece, implícitamente, como elemento activo y modificador de las estructuras”1.
Antes de comenzar con el desarrollo del trabajo, advierto que no son muchas las
fuentes bibliográficas que se ocupan de la mujer y su status jurídico en la etapa
medieval. Debido a esto, la búsqueda de información ha sido costosa. Por ello, me he
visto en la obligación de recurrir a regulación complementaria que paliase las
dificultades que iban apareciendo conforme leía pasajes de Las Partidas. A esto
añadiremos que los ejemplares manejados están redactados en lenguaje original, es
decir, en castellano antiguo, y para una estudiante como yo, sin formación en latín, ha
sido sin duda un plus de dificultad.
Por otro lado, y siguiendo con los retos del trabajo, fue necesario un
conocimiento general sobre la situación de la mujer en la Edad Media, análisis que creí
conveniente añadir al trabajo justo antes de afrontar el estudio de la condición jurídica
de la mujer en Las Partidas. Además, también he considerado esencial incorporar en lo
posible, antecedentes legales de la etapa romana y visigoda para entender mejor la
evolución del status de la mujer en la sociedad medieval. He de decir que todas esas
llamémoslas “dificultades” han servido como mayor acicate para continuar el trabajo.
Por último señalar que la organización de los temas a tratar en el trabajo ha sido
quizá la tarea más difícil con la que me he encontrado. He considerado que la mejor
forma de entender el estudio era estructurarlo según la posición social y estado civil de
la mujer. Resumiendo dado que el sexo (hombre-mujer), pertenencia social (pueblo
llano o privilegiado), y estado civil (casada, soltera o viuda) determinan el status social
y jurídico, hemos realizado el estudio desde esa perspectiva. Obviamente, es una
posibilidad entre otras muchas todas igual de válidas.
SANCHEZ VICENTE, M. P, “La condición jurídica de la mujer a través de las Partidas” en Memoria de
licenciatura que presenta Dª Mª Pilar Sánchez Vicente, bajo la dirección del Dr. D. Juan Ignacio Ruiz de
la Peña Solar, Catedrático de Historia Medieval. Oviedo. 1985
1
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La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
III. LA OBRA LEGISLATIVA DE ALFONSO X EL SABIO
III. 1 El sistema jurídico en Castilla en la Edad Media
Hasta mediados del siglo XIII no se construye un verdadero sistema jurídico
castellano, ya que anteriormente coexistían diversos ordenamientos de naturaleza
heterogénea. De un lado, el visigodo procedente del Liber Iudiciorum que regía en la
mayor parte del territorio, especialmente en León, pero también en tierras de Toledo,
Andalucía y Cataluña. De otro, el derecho judicial y de albedrío, presente en Castilla la
Vieja. Y finalmente, una compleja red de fueros municipales propios, de desigual
carácter y observancia, extendido por los reinos cristianos.
Hay que señalar que en la segunda mitad del siglo XII se llevó a cabo un primer
intento de refundición de toda la legislación que existía dispersa en el reino de Castilla
por parte de Alfonso VIII. El texto mediante el cual se intentó, se llamó Fuero de
Toledo, y reconoció la vigencia general del Liber Iudiciorum y aunó los estatutos de la
nobleza mozárabe y castellana. A su vez, Fernando III, en la primera mitad del siglo
XIII, intenta la unificación jurídica por vía mediata e indirecta, concediendo el mismo
fuero a distintas localidades, una por una, logrando así que un idéntico derecho rigiera
en amplios territorios o regiones.
“Los que han escrito hasta ahora de la historia del derecho español,
decía el docto padre Burriel, fuera de otros muchos yerros y faltas han
dejado vacio de noticias el largo tiempo de casi seis siglos que mediaron
desde la entrada de los moros hasta la formación del Fuero real y Partidas...
Desde la entrada de los moros en España a principios del siglo VIII
continuaron en gobernarse los cristianos, así vasallos como libres de los
moros, por las leyes godas del Fuero-Juzgo... Sin embargo, por las años de
mil de la era cristiana, el conde don Sancho, soberano de Castilla, hizo
nuevo fuero para su condado; y estas son después del Fuero-juzgo las leyes
fundamentales de la corona de Castilla, como distinta y separada de la de
León; y este fuero y leyes se dieron, como ya se dijo, por propios a los
castellanos pobladores de Toledo, a distinción del fuero de los mozárabes
(...) y antes de los fueros sobredichos, á saber, el de Nájera y el de las leyes
de don Alfonso X, se juzgaba en España, por fazañas, arbitrios y usos
desaguisados”2.
Esta situación de política legislativa será heredada por Alfonso X al suceder a su
padre. Alfonso X fue proclamado rey de León y Castilla3 a los 30 años y su reinado se
extendió entre 1252 y 1284. Como sus antecesores, el monarca optó por una política
unificadora que desterrase la diversidad jurídica en sus territorios, y para ello intentó
ofrecer un Corpus de carácter general. A él se le atribuyen obras de notable calidad y
MARTINEZ MARINA, F. Ensayo histórico-crítico sobre la legislación y principales cuerpos legales
de los reinos de León y Castilla, especialmente sobre el Código de las Siete Partidas de D. Alonso el
Sabio. Imprenta de la Sociedad Literaria y tipográfica. Madrid. 1845. pp 150-164.
3
Alfonso X heredó de su padre los reinos de León y Castilla, que se habían unificado definitivamente en
1230, y que se ampliarán territorialmente con las sucesivas conquistas sobre musulmanes.
2
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La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
envergadura, como la conclusión del Setenario, el Espéculo, el Fuero Real y finalmente
Las Partidas.
(...) Algunos, como Sotelo, le conceden la gloria de haber publicado
varias leyes; otros, con Mesa, pretenden que no se hizo novedad en la
antigua legislación gótica hasta el reinado de don Alonso el Sabio, y que en
este, intermedio no se conocieron sino leyes particulares, usos y costumbres.
[...] “Nuestra España no reconoció otras leyes generales desde el rey don
Pelayo hasta don Alonso el Sabio que las leyes que decretaron los reyes
godos, porque, aunque hay memoria de otros fueros, como son los de Toledo,
de Baeza, de Sepúlveda, de Sahagún y de Silos, son leyes particulares y
estatutos que los reyes daban a algunas ciudades y villas”4.
La finalidad de Las Partidas es un tema discutido dentro de la doctrina,
existiendo distintas opiniones que explican el por qué de la redacción de la obra. Una de
las corrientes de estudio asume que la aspiración de Alfonso X a la corona imperial5,
conllevó la redacción de un código que recogiese todo el derecho común, es decir, aquél
que de alguna forma era conocido en los países a los que aspiraba gobernar como
emperador, y no precisamente el derecho particular de Castilla. En palabras del profesor
GIBERT: “Todo nos habla de un proyecto legislativo universal, ligado al Imperio”6.
En contraposición a esta teoría, otros estudiosos del Derecho se preguntan por
qué no fueron redactadas Las Partidas en latín en vez de en castellano, ya que, la teoría
anteriormente expuesta, veía que Las Partidas estaban ligadas al “fecho del Imperio” y
tenían unos objetivos universalistas. Siguiendo esta línea, el latín podría ser conocido
por todos los súbditos, presentes y futuros, y en cualquier caso era la lengua universal
del momento. También se cuestionan el por qué se refieren Las Partidas únicamente a
la organización de Castilla, cuando éstas, estaban pensadas para regir en el Imperio. Ello
ha llevado a otros estudiosos a cuestionarse si esta obra en verdad no estaría creada
exclusivamente para regir en Castilla. Razonamientos a favor y en contra de las diversas
opiniones que no han llevado hasta el momento a ninguna conclusión definitiva.
III. 2 Las Siete Partidas o El Libro de las Leyes
He elegido el estudio de esta obra porque considero que es una de las más
relevantes del Derecho español. Las Siete Partidas representan un momento importante
en el esfuerzo centralizador y normativo de la monarquía. Presenta la relación entre el
rey y sus súbditos como superior a las tradicionales relaciones feudales, una idea que
será clave en la constitución de las monarquías modernas a partir del siglo XVI.
Durante el reinado de Alfonso X, un conjunto de juristas dirigidos por el
monarca, comenzó la redacción del código presumiblemente el 23 de junio de 1256,
ultimando éste el 28 de agosto de 1265. La corte de juristas asesores del Rey Alfonso X
Op. Cit. pp 150-164.
Alfonso X fue el hijo primogénito de Fernando III el Santo y Beatriz de Suabia (nieta del emperador
Federico I Barbarroja) y en ello fundó sus aspiraciones legítimas al trono imperial.
6
GIBERT, R. “El derecho municipal de León y Castilla” en AHDE 31. 1961. pp. 695-753.
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La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
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estaría integrada por el Maestro Jacobo el de las leyes 7, Fernando Martínez de Zamora8,
y el Maestro Roldán, se discuten las intervenciones de San Raimundo de Peñafort,
Pedro Gallego y Monaldo. La autoría por parte de Alfonso X ha sido debatida por los
estudiosos del derecho, mas quisiera en mi más humilde opinión seguir la postura del
profesor MARTINEZ MARINA que en su obra sobre Las Partidas, defiende sin
paliativos que el autor fue Don Alfonso X el Sabio: “que las compiló y autorizó”.
Las Siete Partidas representan el apogeo de la recepción en Castilla del derecho
común, y aparecen, a su vez, como una verdadera enciclopedia humanística y doctrinal.
En ellas, se compendia el saber medieval mediante el aprovechamiento de la filosofía
greco-latina, los textos bíblicos, de la patrística y escolástica, y naturalmente, de las
obras jurídicas. Ocupan un lugar central las fuentes romano-canónicas del derecho
común: el Corpus Iuris – “La mayor parte de sus leyes están tomadas de las Pandectas”
-, las Decretales y las obras de glosadores y comentaristas, así como las feudales
especialmente los Libri feudorum.
El monarca intentaba crear un código jurídico unificado en la corona de Castilla,
algo que se puede observar con el título original que recibió: Libro de las leyes que
posteriormente sería cambiado al de Siete Partidas, por el número de libros o partes en
que se estructuró, partición que obedece a la virtud extraordinaria concedida al número
siete en las interpretaciones bíblico-cabalísticas de la época. Estos libros se dividen, a su
vez, en títulos y éstos en leyes – aproximadamente unas 3.000 -, plan que presenta
similitudes con el Digesto9.
Veamos ahora la organización de la obra. Me he permitido hacer una descripción
del contenido completo del Código, aunque el núcleo del trabajo se centra en el estudio
de los libros IV y VII que corresponden al derecho matrimonial y al derecho penal:
 Partida I: Fuentes del Derecho y materias canónicas
Cuenta con 24 títulos y trata de las fuentes del derecho y del ordenamiento eclesiástico.
Esta Partida establece que las leyes eran dictadas por el monarca y que todo el mundo
debía cumplirlas sin excepción. La ignorancia de las mismas sólo sería legítima: por
parte de las mujeres, rústicos y militares. Además, hablaba de la religión en cuanto a los
artículos de fe, sacramentos, el fuero del obispo, clérigos y religiosos, así como asuntos
como la creación de iglesias, cementerios y sepulturas…
 Partida II: Derecho Público
Cuenta con 31 títulos, y contiene el derecho público: familia real, sucesión al trono,
oficios palatinos, etc… Su contenido solo se refería especialmente a las grandes fortunas
7
Autor de las obras: El Doctrinal de los juicios y Las Flores del Derecho.
Capellán y Notario del Reino y Obispo de Oviedo, y autor de la obra La Margarita de los pleitos.
9
El Digesto estaba formado por 9000 textos de 40 juristas. Ordenadas de manera sistemática en 50 libros,
divididos en títulos y cada uno de éstos en leyes. A cada título le precedía una inscripción (Inscriptio) que
determinaba el autor, el título de la obra y el número de libro del que se había extraído cada fragmento.
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La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
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y/o clases privilegiadas, a los deberes de los oficiales de la corte, el régimen de tenencia
de los castillos, pero también temas como la guerra y las universidades.
 Partida III: Organización judicial y procedimiento
Se ocupa en 32 títulos de la organización judicial y del proceso: los agentes judiciales,
pruebas, sentencias, apelaciones y ejecuciones de dichas sentencias, es decir, lo que
ahora denominamos como Derecho Procesal.
 Partida IV: Derecho civil: Derecho matrimonial
 Partida V: Derecho civil: Contratos
 Partida VI: Derecho civil: Derecho sucesorio
Estas tres partidas recogen derecho privado organizado en 61 títulos. Las materias que
regulan son: derecho matrimonial, contratos y derecho sucesorio. La Partida IV se
centra en los matrimonios, la filiación, la tutela de menor, etc. Además de regular la
relación entre el amo con criados y siervos, el vasallaje o simplemente la amistad. La V
versa sobre materias mercantiles, y en particular los préstamos, compras y contratos
comerciales. El tema de los testamentos, herencias, desheredamiento y tutela de bienes
de menores se regula en la Partida VI.
La Partida IV es de vital importancia para nuestro estudio ya que recoge la normativa
sobre el matrimonio, y sabido es que la mujer verá su desarrollo pleno y alcanzará
relativa importancia en la sociedad medieval cuando contraiga nupcias con un hombre.
Como señalaremos posteriormente, la mujer que encuentra regulación específica de su
status y condición jurídica en Las Partidas será la mujer casada, y en situaciones
excepcionales la viuda. Es decir, a los ojos de la legislación será prácticamente
irrelevante la mujer soltera.
 Partida VII: Derecho penal: Delitos y penas
Es una de las más amplias y regula el derecho penal en 34 títulos. Dentro del derecho
penal, los delitos más importantes eran los que tenían implicaciones sexuales y/o
religiosas, como el adulterio, el incesto, o la sodomía. Además, eran bastante
importantes los delitos de sacrilegio, hechicería y adivinación, así como la blasfemia.
Alude esta partida a los estatutos jurídicos de musulmanes y judíos (títulos veinticuatro
y veinticinco), y engloba los delitos cometidos conjuntamente por cristianos y judíos, o
cristianos y musulmanes. Según lo enunciado anteriormente, no se recogen los delitos
cometidos exclusivamente por cristianos. Lo referente a las penas, acusaciones,
traiciones, homicidios y todo lo demás que tuviera relación con el derecho penal en que
se viera envuelto exclusivamente un cristiano, irá en leyes apartadas de los estatutos de
musulmanes y judíos. Por tanto, el derecho penal trata de forma distinta a los cristianos
por un lado, y a los musulmanes y judíos por otro, ya que éstos últimos están sometidos
a sus propias leyes religiosas.
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La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
IV. LA MUJER EN LA EDAD MEDIA
Para entender mejor el contenido y las circunstancias que rodearon la
composición de la obra en la cual está basado este trabajo – Las Partidas – será
necesario un relato del ambiente en el cual estaba inmersa la mujer en esa época y eso
es lo que trataré de hacer en este apartado.
La Edad Media se presenta como profundamente misógina. La mujer como
sector social sufrirá las penalidades de su sometimiento al hombre, concepción que se
basa en el mensaje bíblico predominante en un mundo teocéntrico. Un argumento que
fundamenta nuestro pensamiento sobre la misoginia de la Edad Media está basado en
“El concilio de Mâcon” donde clérigos de diferentes diócesis llegan a plantearse si la
mujer podía o no tener alma. Incluso se cuestionaban el por qué del término “homo”
(hombre) que también se venía aplicando a la mujer.
Las circunstancias presentes en la vida del ser humano durante la Edad Media
eran: inseguridad, guerras, epidemias, hambres, peso del poder feudal, tradición jurídica
heredada a la vez del Derecho Romano y del Derecho germánico, y finalmente, poder
ideológico muy fuerte de la Iglesia. La amalgama de todos ellos resulta especialmente
perjudicial para la parte femenina de la población.
La mujer es considerada inferior intelectualmente por serlo físicamente,
prácticamente inválida y débil mental. Además es considerada eternamente menor de
edad. Además es considerada eternamente menor de edad. En los países basados en la
costumbre – en su mayoría de legislación germánica – no se reconoce la tutela paterna
sobre una mayor de edad, sino que se reconoce un paso hacia la potestad marital. En
cambio en los países de derecho escrito – Italia, Península Ibérica o Sur de Francia – la
potestad del padre sigue a la del marido. En estos casos, como veremos, la mujer no
podrá disponer de su fortuna, administrar sus bienes o presentarse ante un tribunal, y
para cualquiera de estas gestiones necesitará la presencia imprescindible de un hombre.
Santo Tomás de Aquino, santo y doctor de la Iglesia, llegó a concluir que “el
hombre había sido ordenado para la obra más noble, la de la inteligencia; mientras
que la mujer había sido ordenada con vista a la generación”. Esto nos lleva a la
institución del matrimonio como único fenómeno de cambio en el status de la mujer y
donde ésta cobra alguna importancia. El matrimonio supone para la mujer, en primer
lugar, un cambio de familia, puesto que dejaba la casa paterna para ir a vivir a la de su
marido. Y en segundo lugar, el paso del dominio del padre a la subordinación al esposo.
Por supuesto, no era libre para decidir si quería casarse o no, responsabilidad que recaía
en su padre o tutor. En definitiva, no es de extrañar que el derecho canónico, elaborado
en su mayor parte en este ambiente de los siglos XII y XIII, parezca tan misógino.
El papel de la mujer estaba en casa, en el ambiente privado. No estaba preparada
ni se concebía que tuviera presencia ninguna fuera de ese ámbito. La esfera pública era
privativa del hombre. Sin embargo, como bien dice Adeline RUCQUOI “en las
sociedades tradicionales, en las que la escritura no desempeña el papel fundamental
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La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
que ahora tiene, la transmisión de la mayor parte de los conocimientos se efectúa
precisamente en el marco de la vida privada”. Desde esa perspectiva, considerada la
mujer (madre) como transmisora de valores y de conocimientos, su presencia es no sólo
valiosa en la sociedad medieval sino hasta cierto modo imprescindible.
Una vez concretado cómo se veía a la mujer de la Edad Media, conviene señalar
los distintos estamentos, a los que la mujer podía pertenecer, porque ello, además del
sexo y el estado civil, condicionaba su status y presencia en la sociedad del Medievo.
Son los siguientes:
A. Nobleza
La nobleza representa al status más alto, junto al clero. Y constituye un
estamento privilegiado. Ello implica unas posiciones socio-económicas elevadas,
además de controlar el poder. El sector más alto de la nobleza es la realeza. De forma
que en crónicas y otros textos sobre reyes y sus reinados se pueden hallar noticias
acerca de mujeres que integran la familia real. Por ello, aquí aparecen las mujeres más
destacas y es el sector del que más información tenemos.
B. Clero
Grupo privilegiado y caracterizado por su dedicación a la vida religiosa. Dentro
de este hay amplias diferencias. Lo más destacado es que también tienen un amplio
poder y además van a ser los que capitalicen la cultura a lo largo del Medievo
C. Estado llano
Por ser el estado llano, mayoritariamente rural y más alejado de la vida pública y de
la cultura desconocemos mucho sobre las mujeres y hombres de este grupo social.
La mayor parte de la población femenina estaba encuadrada en él. Se pueden
establecer muchos matices, especialmente teniendo en cuenta la cuestión económica y
productiva. Sin embargo, nos encontramos ante un ambiente general de pobreza y
exclusión. La mujer está recluida en el hogar dedicada a la crianza y educación de los
hijos. No tiene una proyección exterior y es totalmente dependiente del hombre, aunque
trabaje para ayudar al mantenimiento económico de la familia.
Es en el campo donde la actividad laboral ocupa el mayor número de mujeres.
Primero en tareas en el interior de la casa, que iban desde la producción láctea y
ganadera, cuidado del huerto, fabricación del pan y cerveza, hasta la producción de
vestidos y sábanas. En relación con las tareas del campo podemos afirmar que el arado y
la siembra eran tareas reservadas al sexo masculino, pero la cosecha del grano, la siega
del heno y la recolección de la vid eran trabajos que se compartían. También la
elaboración de ropa, curtido de pieles, e hilado solían estar a su cuidado.
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La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
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La gran mayoría de las mujeres que ejercían algún tipo de actividad en las
ciudades, se ocupaban en talleres artesanos. En general la vida era dura pero algo más
suave que en el campo.
A pesar de que esa era la situación general, hubo algunos pocos casos en que la
mujer se enfrentó a los estereotipos de la época prevalecientes en el ámbito de la
cultura. Un ejemplo fue Christine de Pisan. Sus escritos innovadores, en los que hacía
uso de técnicas retóricas, desafiaban a los escritores renombrados de la época como Jean
de Meun, quien expresaba ideas misóginas en sus trabajos literarios
De Pisan10, al quedar viuda a la edad de 24 años, expresó su autoridad como escritora
desafiante, contra el uso de términos vulgares en el poema alegórico de Meun, que
denigraban la función natural de la sexualidad femenina. La disputa ayudó a establecer a
de Pisa como una intelectual capaz de defender sus opiniones en un ámbito literario de
dominio masculino. Esto supuso también el sostenimiento de su familia que tras la
muerte de su marido había quedado inundada por las deudas.
Con el uso de figuras retóricas, de Pisan expresa una perspectiva completamente femenina llegando, en
décadas recientes, a considerarse como una feminista incipiente por expresar con un lenguaje eficaz que
la mujer podía tener un papel importante en la sociedad. Con ella se crea un foro para hablar de temas de
importancia para la mujer, donde únicamente voces femeninas dan sus opiniones y ejemplos. Sostiene,
además, que los estereotipos femeninos sólo se dan en casos en que no se le permite a la mujer entrar en
la conversación masculina. La autora buscó la colaboración de otras mujeres en la creación de su trabajo.
10
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La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
V. LA CONDICIÓN JURIDICA DE LA MUJER
V. 1 La mujer como sujeto de derecho
En el antiguo Derecho romano, la mujer se encontraba sometida a una tutela
análoga a la de los menores, a una potestad del tutor, sobre la persona y bienes de la
pupila. Con el tiempo estas facultades se restringen, no exigiéndose la auctoritas
tutoris11 más que para la realización de determinados actos.
En la etapa visigoda, la posición de la mujer también estaba supeditada a la del
hombre, como establecía el Derecho Romano. La mujer pasaba de la patria potestad
paterna a la subordinación respecto del marido tras el matrimonio. Y si el padre moría
antes de que la mujer estuviera casada, quedaba bajo la tutela del hermano o pariente
varón más cercano por línea paterna.
Tras la etapa visigoda, hacia el siglo XII, algunos fueros, llegaron a negar a las
mujeres participación en la vida económica y política de la localidad. En otros, sin
embargo, se les reconoció su capacidad de actuación en la vida pública y económica en
la que ejercieron como mano de obra complementaria e incluso controlaron algunos
talleres textiles12. Lo que establecen ciertos fueros contrastaba con lo que recogía en
concreto uno de ellos, el Fuero de Soria, en el cual la mujer fue considerada como
menor de edad, y a la que se le negó, entre otras, la capacidad para ser testigo. Tampoco
se le permitía ser tutora, salvo a la madre respecto a sus hijos y a la abuela respecto a
sus nietos. No podía vender o empeñar sus bienes inmuebles ni ser fiadora aunque no
estuviese sujeta a la patria potestad.
La condición jurídica de la mujer se vio igualmente afectada por la imagen de
“debilidad física y espiritual”13 recogida en textos religiosos como La Summa
Theológica de Tomás de Aquino:
La mujer está sujeta al hombre debido a la debilidad de la naturaleza
de ella, tanto en lo referente a la mente como el cuerpo. (...) El hombre es el
principio y fin de la mujer como Dios es principio y fin de toda criatura 14.
Y por si fuera poco, se señalan sus vicios y defectos, así: inconsciencia, imprudencia,
superficialidad, inconstancia, avaricia, concupiscencia, frivolidad, etc.
BERMÚDEZ, F: “La palabra "Autoritas" viene de la voz "augere", aumentar. El tutor completa o
aumenta con su presencia y consentimiento la insuficiencia del pupilo en cualquier acto o negocio
jurídico. Esta se da en la infancia mayor, el tutor debe dar su autorización o consentimiento para los
actos realizados por el pupilo, el cual podía administrar su patrimonio pero para obligarse requería de
las auctoritas del tutor“.
12
GONZALEZ ASENJO, M. La Mujer y su medio de vida social en el fuero de Soria. Madrid. 1986. pp.
87 y ss.
13
CÁTEDRA GARCIA, P. “La mujer en el sermón medieval” en La condición de la mujer en la Edad
Media. Madrid. 1986. pp 39-49.
14
AQUINO, T. “Suplemento 39”, Summa Theologica. Editorial Biblioteca de autores cristianos. Madrid.
2010. p. 3.
11
13
La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
La primera impresión que sufre quien trata de aproximarse al régimen jurídico de
la mujer medieval es la insuficiencia del lenguaje jurídico, que es el habitualmente
empleado en una investigación histórico-jurídica, para verificar una captación aceptable
de la realidad social que se pretende comprender. La normativa de la Baja Edad Media
no regula un numerus clausus de prerrogativas concedidas a la mujer, sino que delimita
su capacidad para ejercer una serie de profesiones o constituir una serie de actos pero
incidiendo en el ámbito negativo, especificando las restricciones. Por ello la condición
jurídica de la mujer en la Edad Media se manifiesta después del análisis/estudio del
conjunto de disposiciones legislativas que limitan su capacidad de obrar.
Todo lo anteriormente dicho pasó a Las Partidas15, también atribuyen a la mujer
“defectos” como la fragilidad física y la debilidad mental que le impiden tener
capacidad propia para obligarse, enajenar y administrar con libertad sus propios bienes.
La mujer, por esa consideración de debilidad física que arrastra de siglos anteriores, está
inhabilitada legalmente para el uso de las armas, lo que restringe sus derechos civiles y
políticos. De ahí que su participación en la vida pública se considere perniciosa para su
honra y recato. Como expresa Hinojosa16:
(...) el derecho a intervenir en la vida pública, el pleno goce de los
derechos civiles eran inseparables de la posibilidad y del deber de defender
la patria. Sólo el que podía empuñar las armas poseía íntegramente la
capacidad jurídica (...) El menor, el anciano, el impedido físico o
moralmente, la mujer, vivían bajo la tutela de otro. La tutela de la mujer era
perpetua por ser constante su causa17.
Por otro lado, en los fueros medievales, la mujer es considerada como un
elemento pasivo en las relaciones sociales. Su honor queda reducido a la honestidad
carnal, y así se recoge en Las Partidas la idea de afrenta colectiva en el tratamiento que
recibe el adulterio (Séptima Partida). Es decir, la transgresión de la norma autoriza la
reacción del grupo, por ello se consideraría lesionado, vejado... no sólo el marido
burlado sino toda la familia, de manera, que además del honor familiar se considerará
lesionado el círculo más amplio como es la comarca, el pueblo, la clase social o la
corporación profesional; similar a como sucede actualmente en los países musulmanes.
La inferioridad de la condición jurídica de la mujer encuentra múltiples
formulaciones en Las Partidas, como iremos analizando. Un ejemplo es aquel en el que
se establece la tradicional preferencia cultural por el varón al ocuparse de los
nacimientos:
Nacen a las vegadas dos criaturas de una vez del vientre de alguna
muger e contece que es dubta qual dellas nasce primero; e dezimos, que si el
Partidas. Libro III, Título IV, Ley IV. Cuando hagamos referencia a Partidas nos referiremos al Código
de Las Siete Partidas del sabio rey Alonso el Sabio, glosadas por el licenciado Gregorio López tomos I, II
y III. Edición digital en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. 2009. y edición en papel en Madrid en
la Oficina de Benito Cano. 1789.
16
Hinojosa fue un jurisconsulto e historiador español del siglo XIX que editó, entre otras obras, el primer
tomo de una Historia general del Derecho español, 1887, que fue interrumpida.
17
HINOJOSA, E. Obras II. Madrid. 1955. p. 354.
15
14
La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
uno es varón, e el otro fembra, que debemos entender que el varón salió
primero, pues que non se puede averiguar el contrario18.
Hay dos ámbitos en los que el tratamiento legal hombre-mujer no difiere mucho. Una es
la mayoría de edad, en la que ambos son tratados de la misma forma; y en segundo lugar
la madurez sexual o pubertad, la que es alcanzada en diferentes edades.
Podíamos pensar que ambos – mujer y hombre – llegarían a su correspondiente mayoría
de edad cuando alcanzasen la pubertad, pero debido a que los hombres se desarrollan
físicamente después, encuentran su pubertad a los 14 años y las mujeres a los 12, es
decir, cuando son capaces de mantener relaciones sexuales que comprendan la
capacidad para reproducirse. Así pues, un varón con catorce años podía ser menor de
edad pero capaz para contraer matrimonio y formar su propia familia, asumiendo el rol
del pater familia. Así mismo la mujer con doce años podía abandonar la tutela parental y
pasar a una tutela marital provocada por su matrimonio.
Sin embargo, la mayoría de edad – insignificante para la mujer, ya que seguirá sujeta a
la tutela del varón – se consigue a la vez que el hombre. La maior aetas19 se alcanza a
los veinticinco años tanto para hombres como para mujeres, pero la independencia – por
lo menos para el varón – podía llegar antes de cumplida esa edad. La pubertad – hecho
que constituye la capacidad biológica para reproducirse - se señala a los catorce años
para los varones y a los doce para las mujeres.
La posición de la mujer en la esfera pública está condicionada por la situación
que ocupa como esposa o hija en la familia. Ello se hace patente en el texto de nuestro
estudio, Las Partidas, en el Libro VII, Título XXXIII, Ley XII. La imagen de la mujer
se asocia con calificativos como: debilidad, inferioridad, fragilidad, deber de
honestidad, inhabilitación para ejercer determinadas actividades... así como con la
consideración de que el hombre siempre precede a la mujer. Las Partidas situándose
dentro de esta concepción colocan a la mujer en una posición inferior a la del varón,
limitando su capacidad de obrar. Las capacidades que tiene limitadas y que son función
del varón, pueden ser ejercidas en la mayor parte de los casos por ellas si falta el pater
familias, sea el padre, tío, hermano o abuelo20. Únicamente la mujer viuda y la soltera
emancipada pueden actuar por sí mismas y sólo en algunas ocasiones.
V. 2 Actividades jurídicas que desarrolla la mujer
Las Partidas sitúan a la mujer al lado de menores21, ciegos, mudos y enfermos
considerando su feminidad como un impedimento para decidir y actuar. Acompañada
Partidas. Libro VII, Título XXXIII, Ley XII.
CORRAL SALVADOR, C.: “La pubertad no otorgaba la plena capacidad jurídica de obra, que
comenzaba con la maior aetas (25 años cumplidos). Los púberes menores de 25 años eran menores, que
no podían intervenir por sí y ante sí en procesos y tenían limitada su capacidad contractual, de no ser la
matrimonial.”. Diccionario de Derecho Canónico. Tecnos. Madrid. 2000. En imprenta 2ª ed. Pág. 268.
20
Debido a que en la Edad Media eran constantes las guerras, las mujeres se quedaban solas al cuidado de
la casa y podían ejercer funciones que correspondían al varón y las cuales le estaban prohibidas a ellas.
Igualmente podían realizarlas cuando quedaban viudas.
21
Partidas. Libro IV, Título XXIII, Ley II.
18
19
15
La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
por el principio de tutela permanente del varón, aparece una excepción que confirma la
regla de no intervención de la mujer en la vida pública: las pertenecientes al más alto
estamento, que ante la ausencia o inexistencia del varón, tienen dispensa legal y pueden
actuar en su nombre. Las decisiones quedarán sin embargo supeditadas al consejo que
un equipo de hombres sabios dé, y que puede llegar a la enmienda o suspensión del
dictamen judicial emitido:
(La mujer) non sería cosa guisada, que estoviesse entre la
muchedumbre de los omes librando los pleitos (...) Pero seyendo reyna o
condessa, o otra dueña que heredasse señoría de algund reyno, o de alguna
tierra, tal muger como ésta bien lo puede fazer, por honrra del logar que
toviesse; pero esto con consejo de omes sabidores porque si en alguna
errasse, le supiessen consejar, e enmendar22.
En Las Partidas, siguiendo casi literalmente el Derecho Romano, queda
explicitado que las mujeres “no saben dret”, es decir, ignoran el derecho, lo que en la
práctica las exime de toda responsabilidad legal.
Vamos a enumerar ahora, algunas de las actividades jurídicas más importantes,
que le están vetadas a la mujer según recogen Las Partidas. Más adelante, incorporaré
un cuadro sinóptico para mejor comprensión del apartado.
Actividades litúrgicas
Las mujeres no pueden recibir órdenes de clérigo ni ser admitidas (para recibirlas)
porque no pueden predicar, bendecir, excomulgar, dar penitencia, aunque sean muy
buenas, abadesas ó santas23.
Actividades caballerescas y bélicas
Como hemos dicho anteriormente, solo los hombres por su fuerza física podían
empuñar armas y por tanto participar en actividades caballerescas o bélicas, y eran
quienes poseían íntegramente la capacidad jurídica. Y de ella carecerían: menores,
ancianos, impedidos físicos o mentalmente, y las mujeres que vivía bajo tutela del otro.
Tampoco podía la reina luchar ya que por muy alta que fuera su posición social seguía
teniendo la condición de mujer y seguía supeditada a la tutela de un varón cercano.
Actividades jurídicas y testamentarias
Entre otras limitaciones, la mujer no puede vender o comprar, ni empeñar.
Tampoco puede realizar, a priori, un contrato o ser fiadora; aunque sorprendentemente
se recogen en Las Partidas hasta ocho excepciones en las que la mujer puede ser
fiadora24:
Partidas. Libro III, Título IV, Ley IV.
Partidas. Libro I, Título VI, Ley XXVI
24
Fiador: persona que responde por otra de una obligación de pago, comprometiéndose a cumplirla si no
lo hace el que la contrajo (RAE)
22
23
16
La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
Otrosí dezimos, que muger nonguna non puede entrar fiador por otri.
Ça non sería cosa guisada, que las mugeres andoviessen en pleito, por
fiadoras que fiziessen, aviendo a llegar a logares do se ayuntan muchos
omes, a usar cosas que fuessen contra castidad o contra buenas costumbres,
que las muferes deven guardar25.
(...) pero razones y a, porque lo podría fazer. La primera es, cuando
fiasse alguno por razón de libertad (...). La segunda es, si fiasse a otri por
razón de dote (...). La tercera es, quando la muger fuesse sabidora e cierta,
que non podía, nin devía entrar fiador si después lo fiziesse, renunciando de
su grado, e desamparando el derecho que la ley les otrogó a las mugeres en
esta razón. La cuarta razón es si alguna muger entra fiador por otri, e
durasse en la fiadura fasta dos años (...). La quinta razón es, si la muger
rescibiesse precio por la fiadura que fiziesse. La sexta es quiando la muger
se vistiesse vestiduras de varón engañosamente o fixiesse otro engaño
cualquier porque le rescibiesse alguno por fiador cuyando que era varón. Ça
el derecho que han las mugeres en razón de las fiaduras, non les fue
otorgado para ayudarse del en el engaño, más por la simplicidad e la
flaqueza que han naturalmente. La setena razón sería quando la muger
fiziesse fiadura por su fecho mismo (...) La octava razón es, quando la muger
entra fiador por alguno, e acesciere después desso, que ha de heredar los
bienes de aquel que fió26.
La mujer no puede ser personero27 salvo en casos extremos:
Otrosí dezimos, que muger non puede ser personera en juyzio por
otri. Fueras ende por sus parientes que suben, o decienden por la liña
derecha que fuessen viejos, o enfermos o embargados mucho en otra manera.
E esto, quando non oviesseotri en quien se pudiessen fiar que razonase por
ellos. E aún deximos que puede la muger ser personera para librar sus
parientes de servidumbre e tomar, e seguir alçada de juyzio de muerte, que
fuesse dado contra alguno dellos28.
E otrosí dezimos, que maguer el menor de veintyzinco años nin la
muger non pueden ser personeros por otri que en tal razón cómo esta
sobredicha (sobre pleito por el que pueda venir sentencia de muerte,
perdimiento de miembros o destierro) bien podrían razonar por acusado en
juyzio mostrando por él alguna escusa derecha porque non puede venir al
plazo: más non para defenderlo en el pleito de la acusación29.
Por otro lado, contamos con el caso de la abogacía, que tampoco podía ejercer:
Ninguna muger, quanto quier que sea sabidora, non puede ser
abogada en juyzio por otri: E esto por dos razones. La primera porque non
es guisada, nin honesta cosa, que la muger tome oficio de varón, estando
públicamente envuelta con los omes para razonar por otri. La segunda,
25
Partidas. Libro V, Título XII, Ley II.
Partidas. Libro V, Título XII, Ley III.
27
Personero: el que llamamos comúnmente procurador porque, representando la persona de otro,
procura y solicita la expedición del negocio ajeno e introduce la defensa del pleito o la consecución de
algún derecho. Diccionario de la Real Academia Española (en adelante RAE)
28
Partidas. Libro III, Título V, Ley V.
29
Partidas. Libro III, Título V, Ley XII.
26
17
La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
porque antiguamente lo defendieron los sabios por una muger que decían
Calgurnia, que era sabidora: porque era tan desvergonzada que enojava a
los juezes con sus bozes que no podían con ella. Onde ellos, catando la
primera razón que diximos en esta ley, e otrosí veyendo que quando las
mugeres pierden la vergüença es fuerte cosa el oyrles e de contender con
ellas: e tomando escarmiento del mal que sufrieron con las voces de
Calgurnia defendieron que ninguna muger non pudiesse razonar por otri30.
Sin embargo, la mujer de buena fama si podía ser testigo en los pleitos:
Muger de buena fama puede ser testigo en todo pleito, fueras ende en
testamento (...) Mas si contra la muger fuesse dado juyzio de adulterio, o
fuesse vil e de mala fama, non debe ser cabido en testimonio en ningund
pleito31.
Resumiendo, y al objeto de facilitar su comprensión:
ACTIVIDADES JURIDICAS PROHIBIDAS
Litúrgicas. Se les prohíbe a las mujeres ser sacerdotes, Libro I, Título VI, Ley XXVI.
bendecir, excomulgar, y tampoco imponer penitencia.
Libro I, Título IX, Ley IV.
Caballerescas y bélicas. Están excluidas de la caballería, Libro II, Título XXI, Ley II.
inclusive la Reina. Además las mujeres no podían ser Libro VII, Título III, Ley II.
retadas porque no podían llevar armas. Siempre debían
ser representadas por un varón.
Jurídicas y testamentarias
 Solo podían ser jueces si eran reinas, condesas o Libro III, Título IV, Ley IV.
dueñas, pero siempre con consejo de hombres sabios
 No podían acusar.
Libro VI, Título I, Ley II.
 No podían ser testigos en los testamentos.
Libro III, Título XVI, Ley XVII.
 No podían ser cabezaleras (albaceas).
Libro VI, Título X, Ley II.
 No podía ser admitido su testimonio acusativo de Libro III, Título XVI, Ley XVII.
adulterio cuando fuera mujer vil o de mala fama.
 No podían ejercer como abogadas o procuradoras
Libro III, Título VI, Ley II. Y Libro
 No podían ser emplazadas ante el juez si eran III, Título V, Ley IX.
mujeres honestas cualquiera que fuese su condición. Libro III, Título VII, Ley III.
 Nunca serviría como testigo la esposa en una causa Libro III, Título XVI, Ley XV.
contra su marido. Solo si fuera por traición contra el Libro III, Título II, Ley V.
rey, reino o por adulterio.
 No podían ser fiadoras, salvo excepciones.
Libro I, Titulo IX, Ley IV.
 No podían ser depositarias de privilegios o cartas, Libro V, Título XII, Ley II.
pues este era cometido del varón.
Libro VI, Título XV, Ley VII.
IV. 3 La mujer según su posición social
La posición de la mujer en la sociedad medieval, manifiesta una triple
diferenciación: las mujeres privilegiadas, las mujeres no privilegiadas y las marginadas.
Las mencionadas en el primer bloque eran las únicas que solían gozar de privilegios y
las que, alcanzaban, en su caso, un mayor reconocimiento social.
Partidas. Libro III, Título VI, Ley VI.
Partidas. Libro III, Título XVI, Ley XVII.
30
31
18
La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
Para facilitar la comprensión he organizado el estudio, viendo por un lado lo que
Las Partidas establecen respecto a la mujer en cuanto perteneciente a distintas clases
sociales, de ahí la diferenciación entre mujeres privilegiadas, mujeres no privilegiadas, y
en último lugar las mujeres marginadas. Más adelante el estudio lo enfocaremos según
sea su estado civil.
IV. 3. 1 Mujeres privilegiadas
IV. 3. 1. 1 La mujer noble
El objetivo de este apartado se centra en delimitar lo que constituyó el ámbito
normal de actuación de la mujer noble: el gobierno de los bienes del patrimonio familiar
y sus tareas al frente de su propio círculo doméstico, ya sea como delegada de parientes
masculinos o ella como titular propia. Nos ceñiremos a estos supuestos en los que se les
permite actuar en nombre de su marido por estar ausente del señorío – bien por las
numerosas guerras que asolaban Castilla o bien por encontrarse viuda –.
La enorme diferencia socio-económica e ideológica de cada estrato social
propicia que el ámbito en que se desenvuelve la mujer sea bastante diferente. A
diferencia de sus contemporáneas, las mujeres pertenecientes a la nobleza contaban con
mayor poder de acción, por estar situadas en un nivel mayor en lo social, aunque
seguían siendo inferiores a la mayoría de sus parientes masculinos. Las nobles, a
diferencia del resto de las mujeres, estaban libres de las preocupaciones de la propia
subsistencia. Es decir, no tenían que trabajar para sobrevivir y ni siquiera tenían que
ocuparse de sus hijos solas. Para ello contaba con sirvientas y niñeras que aliviaban el
trabajo tanto doméstico como educacional de los hijos. Si bien es cierto que aunque la
mujer noble no debía ocuparse directamente de los asuntos domésticos, asegurarse de la
buena disposición de estos. Y así una de sus ocupaciones era precisamente la
administración de los recursos del hogar.
Estas mujeres eran utilizadas frecuentemente como moneda de cambio en
uniones matrimoniales, sirviendo para sellar pactos estratégicos o políticos. Su
sometimiento a la autoridad paterna era explicita en ese asunto. Para las hijas de los
honrats32 o ciudadanos de elevada posición social, el alcanzar la edad adulta era un
proceso casi imperceptible, en el cual su “independencia” social y económica podía ser
posterior al reconocimiento de su madurez sexual alcanzada mediante el matrimonio.
Además, la mujer noble podía y solía, recibir una buena educación bien por
haber pasado su juventud en un convento o bien por haber tenido maestros particulares.
Siempre claro está en lo que se consideraba una buena educación femenina y que era
diferente de la del varón. Esto le permitía acceder a la cultura de forma que podía
distraerse y cultivarse con la escritura y la lectura, también a veces la musica. Si bien
32
La expresión en catalán Ciutadans honrats (en español, ciudadanos honrados) se refiere a una clase de
aristocracia urbana que se desarrolló en la Corona de Aragón durante la baja edad media
simultáneamente al propio crecimiento político de las grandes ciudades extraído en www.wikipedia.es
19
La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
hay que tener en cuenta que en muchas ocasiones la nobleza era prácticamente
analfabeta o carecía de interés por la cultura.
Actuaba en nombre de su marido por ausencia de éste, como ya señalamos.
Entonces las ocupaciones de la mujer noble eran más o menos complejas, según las
posesiones que tuviese que gobernar en nombre de su esposo; de sus sirvientes y del
número de personas que componían la familia. A la mayoría no se les permitía
intervenir en política y, aunque eran las transmisoras de la dote, no podían disponer de
ella ni en su estado de casadas, solteras ni viudas porque la dote pertenecía al padre,
esposo o hijo33 respectivamente.
Salvo en el acceso a la titularidad de señoríos34, no hay ninguna diferencia entre
la legislación que afecta a la mujer noble y a la mujer de otros grupos sociales. Por
norma general, la Ley VI del Título XXVI, en la Partida IV, incapacita a la mujer para
heredar feudos, sin embargo las mujeres titulares de señoríos, aunque fuesen muy pocas,
existían. Además, parte de las damas gobernaban señoríos durante largos periodos por:
numerosas guerras civiles, luchas nobiliarias y esporádicas incursiones al reino nazarita,
que tuvieron lugar durante los siglos XIV y XV, debido al abandono temporal de la
nobleza masculina de sus territorios. Durante esas ausencias las señoras constituyen la
máxima autoridad en los dominios señoriales.
En estos periodos, y aparte de realizar compras, ventas y trueques, necesarios para el
desarrollo del día a día en las villas, las señoras negocian con las autoridades de las
villas del señorío sobre el préstamo de cantidades, nombran cargos concejiles y
presentan públicamente nuevos cargos eclesiásticos, por citar sólo alguna de las
cuestiones más relevantes. Estas mujeres son receptoras de mercedes en dinero y en
inmuebles, en calidad de consortes de un señor.
En líneas generales, se puede afirmar que las mujeres acceden a la titularidad del
señorío solamente cuando no hay ningún heredero directo masculino. También puede
ocurrir que el padre les haya asignado una villa en dote, lo que, es, en realidad, una
herencia anticipada. Existía una tendencia a excluirlas de la sucesión en beneficio de los
varones más alejados en el orden de descendencia o de bastardos legitimados. En
relación con esto, habitualmente, la herencia de las hijas de familias nobles estaba
constituida por dinero, rentas diversas y juros, ajuar de oro y plata y todo tipo de telas y
paños. Y cabe añadir que la mujer no era la que transmitía el título nobiliario, sino que
era el varón el encargado de esta tarea35.
No olvidamos la realeza. Quisiera hacer referencia, dentro de este apartado, a la
figura de las reinas regentes, es decir, a aquellas mujeres que gobernaban el reino en
Como veremos en el apartado de las viudas, si una mujer queda viuda solo recibirá una parte igual que
la que le correspondería a sus hijos en concepto de herencia. Si por el contrario no tenían hijos, la
herencia le pertenecería en exclusiva a ella y sería su administradora.
34
Partidas. Libro IV, Título XXVI, Ley VI.
35
Partidas. Libro II, Título XXI, Ley III.
33
20
La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
mientras sus hijos o parientes herederos al trono y que eran menores de edad36. Don
Alonso el Sabio, ante la evidente práctica que venía dándose durante los últimos siglos,
y conformándose con esta política, recogió por ley en Las Partidas, Partida II, Título V,
Ley III lo siguiente:
Que si aveniese que el reu niño fincase madre, ella ha de ser el
primero et el mayoral guardador sobre todos los otros, porque naturalmente
ella lo debe amar mas que otra cosa por la laceria et el afán que levó
trayéndolo en su cuerpo, et desí criéndolo; et ellos débenla obedescer como
á señora, et facer su mandamiento en todas las cosas que fueren á pro del
rey, et del regno; mas esta guarda debe haber en cuanto non casare et
quisiere estar con el niño
IV. 3. 1. 2 La mujer que dedica su vida a Dios: monjas y beguinas
He añadido dentro del apartado de las mujeres privilegiadas a las monjas y
beguinas ya que gozaban según Las Partidas de una mayor protección que el grupo
social de las mujeres no privilegiadas. La mujer que opta por dedicar su vida a Dios está
en una posición más relevante que el estamento de las mujeres no privilegiadas y, por
tanto, se le puede considerar en cierta medida privilegiada, pero sin llegar a tener las
prerrogativas de las mujeres nobles o de alta cuna, como la posibilidad de acceso a la
educación.
La imagen femenina en la Edad Media estaba muy condicionada por las
creencias religiosas. La iglesia católica no contempla la posibilidad de que la mujer
acceda al orden sacerdotal en ninguno de sus grados. Las razones que se aluden para
esta separación las vemos muy bien reflejadas en Las Partidas:
Mujer ninguna non puede recebir orden de clerecía, et si por ventura
veniese a tomarla quando el obispo face las ordenes, débela desechar; et
esto es porque la muger non puede predicar aunque fuese abadesa, nin debe
bendecir, nin descomulgar, non absolver, nin dar penitencia, nin judgar, nin
debe usar de ninguna órden de clérigo, maque sea buena et santa. Ca como
quies que Santa maría Madre de nuestro señor Jesu Cristo fue mejor et más
lata que todos los apóstoles empero nol queiso dar el poder de ligar et
absolver, más diolo a ellos porque eran varones”37.
La presencia de la mujer en el mundo monástico-conventual cristiano es
importante, en parte, debido al discurso de la iglesia sobre la exaltación de la virginidad.
En concreto, las religiosas eran consideradas sagradas y, por tanto, era sacrilegio
tocarlas38. Estas mujeres podían llegar al monasterio o al convento por diferentes
motivos. En ocasiones los padres destinaban a sus hijas a la vida conventual a muy
temprana edad, en otros casos la mujer es la segundona de la familia noble y ha visto
como su dote se la ha llevado su hermana mayor y no tiene otra opción más decorosa
que la vida religiosa. También había mujeres que veían el convento como una
Doña Elvira, tía de Don Ramiro III fue reina regente hasta que Ramiro fue mayor de edad. En la
minoría de edad de Don Alonso V también gobernó el reino su madre.
37
Partidas. Libro I, Título VI, Ley XXVI.
38
Partidas. Libro I, Título XVIII, Ley I y II.
36
21
La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
escapatoria de un seguro matrimonio pactado que no deseaban, o eran viudas que sin
recursos económicos ni hijos que sustentar decidían retirarse al convento para finalizar
sus vidas piadosamente y con una mínima seguridad. De igual forma, algunas pecadoras
que se arrepentían de sus pecados, buscaban la paz del convento para redimirse.
La ocupación del clero femenino era similar al del clero masculino en su aspecto
general. La meditación, la oración y el trabajo, eran los pilares ocupacionales de la vida
monacal, si bien las ocupaciones divergían de acuerdo con las tradiciones y reglas
monacales. Sin embargo, la regla benedictina, así como las diversas reformas en otras
tantas órdenes, permitieron una mayor uniformidad de los conventos. Como sus
homónimos masculinos, las monjas rezaban, meditaban, estudiaban y escribían.
También se dedicaban a labores para su propia supervivencia, como era el cultivar
huertos, y además realizaban otras actividades “propias de las mujeres”, como la
costura, la preparación de ciertos productos alimenticios, etc. Todavía hay dulces
monacales que gozan de amplia y merecida fama.
Por otro lado, los monasterios femeninos, como centros culturales principales,
sobre todo hasta el surgimiento de las universidades, sirvieron también para el
desarrollo intelectual de las mujeres. Fueron un medio de educación para las mujeres,
casi exclusivamente de las casas nobiliarias. Aquí se les educaba y se las preservaba de
cualquier peligro para su honestidad hasta que se casaban. Con ello se aseguraba que
hubieran tomado unos modelos de vida y un modo de comportarse según los valores
morales cristianos.
Un caso especial al que quiero hacer referencia es al de las beguinas. Eran
mujeres que dedican su existencia a la religión, pero sin ingresar en un convento. Estas
mujeres pretendían tener un contacto con Dios diferente al de clérigos y monjas, sin
intermediación de instituciones eclesiásticas: se dedicaban a la defensa y cuidado de los
pobres, enfermos y huérfanos, y al campo del conocimiento traduciendo textos a
lenguas romances. Las beguinas formaban asociaciones de mujeres cristianas,
contemplativas y activas.
No había casa-madre, como tampoco una orden general sino que cerca de los
hospitales o de las iglesias establecían sus viviendas en sencillas habitaciones, donde
podían orar y hacer trabajos manuales. Cada comunidad o beguinage39, era autónoma, y
organizaba su propia forma de vida con el propósito de orar y servir como Cristo en su
pobreza. Hacían voto de castidad durante su vida dentro de la asociación de la que
formaban parte, y conservaban sus bienes personales y trabajaban para mantenerse.
Ahora bien, como los votos de castidad no los hacían de forma solemne eran libres de
dejar la asociación en cualquier momento para casarse.
Una carta de 1065 menciona la existencia de una institución similar al beguinaje de Vilvoorde en
Bélgica. Desde la región de Lieja el movimiento se difundió rápidamente por Holanda, Alemania,
Francia, Italia, España, Polonia y Austria. Extraído de www.wikipedia.es
39
22
La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
IV. 3. 2 Mujeres no privilegiadas, comunes o del pueblo llano
Antes de comenzar con este apartado, quiero concretar que nos ceñiremos
únicamente al estudio del status jurídico de las mujeres que vivían dentro del grupo
artesanal, y no a las que formaban parte de la población dedicada al sector primario
(agricultura, pesca o ganadería) – aunque fuese el mayoritario – debido a que Las
Partidas sólo hacen referencia en sus leyes a las mujeres que se incorporaban al trabajo
artesanal en las villas o ciudades.
Sin duda, eran las mujeres no privilegiadas – la mayoría - quienes
experimentaban las condiciones de vida más duras. Dentro del hogar la mujer “del
pueblo” era la encargada de la cocina, ropas de limpieza, aprendizaje de los hijos, etc.
Fuera de él debía ocuparse del ganado y del huerto, y no era raro verla también en las
tierras de cultivo. Si por el contrario la mujer residía en la ciudad, además de ocuparse
de su familia y de la casa, debía encargarse en lo posible del negocio familiar y/o desde
luego, debía ayudar a su marido fuera cual fuese la actividad a la que éste se dedicase.
Es bien sabido que la primera y más genuina función de la mujer es procrear y
criar a los hijos. Pero incluso en eso hay diferencias. Debemos distinguir entre las
madres que amamantaban a sus hijos y las nodrizas que amamantaban a los hijos de
otras. Las mujeres de elevada posición social no solían amamantar a sus hijos que, por
regla general, eran confiados a una nodriza.
Superado con éxito el periodo de lactancia, y unos años más tarde, las hijas de
artesanos eran con frecuencia arrancadas del grupo doméstico familiar para pasar niñez,
adolescencia y juventud en familias de artesanos más acomodados, con otras
compañeras de trabajo. Aunque la regla general era que las hijas convivieran dentro del
círculo familiar, debido a la alta tasa de mortalidad por guerras o enfermedades, muchas
de estas niñas quedaban huérfanas muy jóvenes. En estos casos, el abandono del hogar y
su incorporación a un puesto de trabajo, será su única posibilidad de subsistencia.
En este ámbito su vida estaría más próxima a una situación de semi-servidumbre
que a una relación laboral de tipo contractual. Habitualmente desempeñaban el papel de
sirvientas, y el dueño de la casa se comprometía a proveer a la muchacha en todas sus
necesidades elementales. La mención de la edad de las jóvenes sirvientas es uno de los
datos de mayor interés para nosotros, pero también más infrecuentes. No hay una edad
fija de acceso al servicio doméstico.
Su edad oscilaba entre los 4 y los 14 años y permanecían en la casa
desempeñando esa función o trabajo hasta el límite de 18 o 19 años en que salían de la
casa patronal para casarse. El salario pagado por el patrón a las sirvientas representa
más la constitución de una dote, externa a la familia de origen, que de remuneración del
trabajo asalariado. El cumplimiento del contrato hasta la mayoría de edad y el abandono
de la casa en la que sirven, es el único medio que tienen las jóvenes de percibir una
remuneración. Es decir, mientras ellas estuvieran en la casa, no recibían salario ni
dinero alguno, sino que el dueño solamente las alimentaba y les facilitaba cobijo. Una
23
La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
vez que éstas salían de la casa patronal para casarse, recibían una cantidad monetaria
que haría a su vez de salario y dote, facilitando su posibilidad de contraer matrimonio.
En conclusión, para las hijas de los artesanos, el matrimonio y la “independencia”
económica venían al mismo tiempo tras los años de servicio o de aprendizaje.
Las mujeres no privilegiadas cuentan, como es evidente, con menos recursos
económicos que sus coetáneas de más alta posición como las nobles y burguesas. Con
esto quiero destacar dos casos que evidencian esa falta de recursos y que serán objeto de
regulación en Las Partidas. Por un lado se encuentra la doncella pobre, es decir, aquella
que carece de lo suficiente como para constituir una dote con que poder casarse, y que como hemos visto – solía trabajar en una casa patronal para conseguirla. En similar
posición de pobreza se encuentra la mujer que ha quedado viuda, y no tiene bienes
materiales suficientes con los que proveer a su subsistencia en condiciones iguales o
similares a las anteriores a la muerte de su marido.
Existen dos actitudes básicas que definen la respuesta social de cara a estas situaciones
de pobreza: por un lado la asistencia caritativo-religiosa; y por otro lado la represión.
A viudas y huérfanos es a quienes se ha de dirigir con preferencia la atención del rey,
que, si bien “es tenudo de guardar todos los de la su tierra, señaladamente lo debe
facer á estos porque son asi como amparados et mas sin consejo que los otros”40. Es el
caso de mujeres pobres, especialmente doncellas el que resulta más significativo: la
ayuda a las mismas es necesaria, tal y como señalan Las Partidas, porque hay que evitar
que “con la pobreza no hayan a seer malas mugeres”41.
En el ámbito de la pobreza hay situaciones en que la mujer recibe al menos en el plano
teórico un trato idéntico al hombre. Y ello se da claramente en todo lo que hace
referencia al tema de las gentes baldías, ociosas y vagabundas, que viven “sin señor y
sin oficio”. La mujer, en este caso, sufre la amenaza de las mismas penas y a ella se
dirige idéntico discurso represor que al varón. Por tanto, no hay discriminación por sexo
en este caso concreto.
IV. 3. 3 Mujeres marginadas: Prostitutas
IV. 3. 3. 1 El “status” de las prostitutas
La prostitución en la Roma clásica era entendida como un bien social y
necesario. Era ejercido en la capital del Imperio tanto por hombres como por mujeres de
distinto rango social. Como decía CATÓN EL VIEJO: “Es bueno que los jóvenes
poseídos por la lujuria vayan a los burdeles en vez de tener que molestar a las esposas
de otros hombres”. Tenemos constancia por ejemplo de un lupanar conservado en
Pompeya, situado cerca del foro y del mercado y que contenía escenas eróticas.
Partidas, Libro III, Título XXIII, Ley XX.
Partidas, Libro III, Título XXVIII, Ley XII.
40
41
24
La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
En lo que respecta a la prostitución medieval no se cuenta con mucha
información sobre la vida y el status de estas mujeres. Sin embargo, las dispersas
noticias sobre burdeles nos permiten conocer que la prostitución se encuentra en calles o
casas especializadas, en albergues y tabernas, y alrededor de los baños públicos.
Las causas que llevaban a la prostitución eran muchas y variadas. Dependían en
ocasiones del carácter de la sociedad, la imposición monogámica, los matrimonios
concertados, la lejanía de los maridos o la soltería, entre otras muchas explicaciones. A
esto se añaden las circunstancias socio-económicas que llevarían a las mujeres a
prostituirse, y presentes asimismo en el contexto medieval. Para muchas mujeres la
prostitución era la única salida para poder sobrevivir. Este era el caso de las mujeres que
emigraban a la ciudad en busca de trabajo, huyendo de las crisis coyunturales del campo
y que se hallaban sin ningún medio ni preparación.
Hay legislación variada sobre la prostitución y se pueden observar datos sobre la
existencia constante de lupanares en muchas ciudades. También encontramos la figura
de las prostitutas en otros textos legales, anteriores a Las Siete Partidas:
Fallándola por pesquisas los alcaldes que de 2 a 3 la fodieron 42. Más
assaber es que aquella es puta pública que con V varones o con más será
provada o será manifestada43.
Del mismo modo, Las Partidas en su Libro VII, Título XIX, Ley II enuncian
que podían ser las prostitutas vejadas impunemente, y que una mujer podía ser
considerada prostituta si no guardaba el debido decoro vistiendo y/o en sus relaciones44.
El refranero recoge este sentir y afirma: Casada que mucho callejea con sus vecinas, de
mala espina45. Se considera que el yerro está en el acto punible en sí. Por ello a la luz de
la legislación para la prostituta, su propio oficio es su castigo46. Sin que ello implique
que no merezca una remuneración por su “servicio” y por tanto la ley castiga al
presunto fornicador en caso de impago a la prostituta. También se hallan las meretrices
en la legislación. Pero, en resumen, ¿cómo definen Las Partidas a las prostitutas?:
Muger puta, que se da a muchos47. Muger baldonada, que se da a todos48.
De hecho, con el desarrollo de las ciudades, los lupanares crecieron como un
elemento más. Dependiendo de épocas y lugares, se fue, más o menos permisivo con su
existencia.
Fuero de Sepúlveda del año 1076 concedido por el Rey Alfonso VI de Castilla.
Fuero de Teruel concedido por Alfonso II de Aragón en 1177. Su redacción definitiva es de 1247.
44
Partidas. Libro VII, Título IX, Ley XVIII.
45
FERNANDEZ PONCELA, A. “Papeles sociales de las mujeres en el refranero” en Revista de Folklore
número 259. Valladolid. 2002. pp. 2-9
46
Partidas. Libro V, Título XIV, Ley LIII.
47
Partidas. Libro VII, Título XIII, Ley XI.
48
Partidas. Libro VII, Título XXIV, Ley IX.
42
43
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La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
IV. 3. 3. 1 Los lugares de trabajo de las prostitutas
Que las prostitutas tenían sus lugares reservados en las ciudades (a veces barrios
enteros) era conocido por todos. La prostitución estaba controlada y regulada (por
motivos de higiene y salud pública antes que morales), aunque también se practicaba al
margen de la ley. Las Partidas aceptan como un hecho la existencia de lupanares y
zonas urbanas reservadas a ese “arte”, así como al peculiar y distintivo ropaje de las
meretrices. Las disposiciones normativas nunca pretendieron erradicar la prostitución
sino que lo que se intentaba era aislar su práctica en unas calles o plazas determinadas,
alejadas en lo posible del centro vital de la villa, amuralladas y con una o dos puertas de
entrada y salida vigiladas.
Las mujeres honradas que frecuentan los lugares destinados a las prostitutas o
mujeres públicas incurrían en pena grave y eran objeto de fuertes sanciones, que podían
llegar a mantener la impunidad del agresor en caso de violación u otra ofensa. Por otro
lado, no se permitirá a las prostitutas ser factor de alteración del orden público. Su
ropaje llamativo y su aspecto físico, con el pelo suelto y largo atraían miradas y
comentarios no demasiado ortodoxos. Se entendía que la mujer que anduviera por los
mismos lugares que una prostituta o se vistiera como ella había de ser tratada como tal.
Aparte de la reclusión y el confinamiento de las prostitutas, de la diferenciación
en el vestido y de sus miserias, observamos también el trato diferencial que existía entre
el hombre y la mujer dentro del ámbito de la prostitución. Mientras la mujer trabajaba,
el hombre denominado alcahuete, vivía de las ganancias que el comercio de cuerpos
femeninos le daba. No habría que concebirlo como el actual proxeneta. Esta figura está
prohibida en nuestro actual ordenamiento. Y sin embargo la figura del alcahuete estaba
permitida en Las Partidas, por tener éste mujeres en condición de siervas en propiedad.
Leno en latín, tanto quier decir en romance como alcahuete: e tal
como este quier tenga sus siervas, o otras mujeres libres en su caso,
faziendoles fazer maldad de sus cuerpos por dineros quier ende en otra
manera, sosacando mujeres para otro, es enfamado49.
Partidas. Libro VII, Título VI, Ley IV.
49
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La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
V. 4 La mujer según su estado civil
El análisis de Las Partidas nos sugiere el estudio diferenciado de la mujer como
soltera, casada o viuda. Es un sistema de clasificación tan bueno como cualquier otro y
desde luego no exclusivo, que pretende como, ya he señalado anteriormente, facilitar el
examen y comprensión de como la magna obra alfonsina contempla a la mujer.
V. 4. 1 La soltera y sus posibilidades de actuación jurídico-privadas
La figura de la mujer está caracterizada por una falta de personalidad jurídica y
status social propio que solo vendrá determinado por su matrimonio. Por lo tanto, la
posición de la mujer soltera no es objeto de regulación jurídica específica.
Desde antiguo, la posición de la mujer se concretaba en su supeditación al
hombre. Estaba sujeta a una tutela perpetua por lo que su capacidad de obrar está muy
limitada. La mujer pasaba de la patria potestad paterna a la protección del marido tras el
matrimonio, y si el padre moría antes de estar casada, quedaba bajo la tutela del
hermano o pariente varón más cercano por línea paterna. Cuando la mujer soltera no
tenía parientes varones cercanos, el concejo que regía y controlaba la vida ciudadana,
actuaba como tutor y administrador de los bienes de las solteras, hasta que cumplieran
la edad legal para hacerlo por sí mismas. Finalmente, se decidió sustituir esta figura por
la del “curator”50.
La soltera lleva su cabello suelto mientras que las casadas y las viudas lo llevan
recogido. Por su parte, la riqueza y color de tocados y atuendos diferencian los status
sociales. Por ello podemos decir que el aspecto físico también sirve para diferenciar a la
mujer en grado y estamento (soltera, casada, viuda, prostituta y barragana).
Muger virgen o otra cualquier que fuesse de buena fama si se vistiesse
pannos de aquellos que usan vestir las malas mujeres; o se pusiesse en las
casas, o en los lugares, do tales mujeres moran, o se acogen; si algund ome
la ficiere estonce deshonra de palabra o de fecho. O travasse della, non
puede ella demandar que le fagan enmienda como a mujer virgen que
deshonrran. Esto es, porque ella fue en grand culpa vistiendo pannos que
non le convienen, o posándose en lugar deshonrado o malo, que las buenas
mujeres non devenir51.
En lo que se refiere al Derecho penal encontramos una discriminación positiva,
que choca con lo encontrado el resto de la obra Las Partidas, en el que la mujer es
tratada como un sujeto inferior al hombre. Las penas que tenía que soportar la mujer
soltera por injuria y deshonra son más leves que aquellas que se aplican al varón,
aunque uno y otro hayan cometido idéntico acto delictivo. Y las penas serán más leves
para las menores y las solteras que para el resto de sus compañeras – salvo en el caso de
En la Antigua Roma, los curatores eran oficiales públicos encargados de diversas funciones, pero en
este caso concreto “eran una especie de tutores nombrados o dados, datus, por los jueces. Se distinguía
entre los curadores legítimos y los testamentarios en www.wikipedia.es a 17 de Mayo de 2014
51
Partidas. Libro VII, Título IX, Ley XVIII.
50
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La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
las prostitutas que se hallan en una situación permanente de deshonor y por ello reciben
penas iguales que los varones –.
V. 4. 2 Las barraganas y las concubinas
Las barraganas son definidas por Las Partidas como aquellas “otras mugeres
que tienen los omes, que non son de bendiciones”. Así pues, quedan excluidas las
casadas de la normativa referente a las barraganas, condición accesible al resto de las
mujeres.
Ingenua mulier es llamada en latín, toda muger que desde su
nascencia es siempre libre de toda servidumbre e que nunca fue sierva. E
esta atal puede ser rescebida por barragana segund las leyes; quier sea
nascida de vil linage o de vil logar; o sea mala de su cuerpo quier non (...)
Otrosí puede ser rescebida por tal muger, también la que fuesse forra, como
la sierva52.
Son conocidos los disturbios que provocan en la historia castellana las ramas
bastardas, producto del adulterio y de la ilegitimidad tanto de la realeza como nobleza.
Para controlar los límites del estamento nobiliario era necesario poner orden en la
confusión de los linajes. Es dentro de ésta atmósfera donde podemos situar el tema de
las concubinas reales, llamadas en la documentación doncellas, amigas o barraganas del
rey.
Las barraganías, legisladas en los fueros y en las sumas legales como Las
Partidas, aparecen como en un capítulo subsidiario del matrimonio. La ilegitimidad es
peligrosa en una sociedad de linajes en expansión y el poder debe tomar sus medidas
para controlar el adulterio y la “poligamia”. El derecho reflejado en Las Partidas es al
respecto conciliador: prohibida y considerada pecado mortal por la Iglesia, la barraganía
es para la ley alfonsina un mal menor que evita la poligamia y que debe estar sujeta a
ciertas normas.
Ante todo, la barragana debe ser mujer libre, y no mujer “vil”, es decir, nacida
de “vil linaje, o en vil logar o que sea mala de su cuerpo”. Tampoco puede ser ni
virgen, ni menor de doce años, ni viuda que viva honestamente, ni pariente hasta cuarto
grado. La ley limita además a uno solo el número de barraganas y sólo justifica
plenamente la práctica en el caso de los adelantados de frontera, aceptable en una
sociedad en expansión guerrera. La permisividad alcanza asimismo a la clase señorial
que debe evitar también a la mujer no libre y a las mujeres consideradas viles como las
taberneras, regateras, manumisas, alcahuetas, juglaresas, submundo femenino que logra
apenas emerger en la documentación, al lado de la mujer noble y de la campesina. Todo
esto se halla recogido en un texto de Las Partidas:
(...) que non aya virgen, nin sea menor de doze años nin tal viuda, que
biva onesta, e que sea de bien testimonio. E tal viuda como esta queriéndola
alguno rescebir por barragana, o a otra muger que fuesse libre de su
Partidas. Libro IV, Título XIV, Ley I.
52
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La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
nascencia, que non fuesse virgen; develo fazer, quando la rescebiere por
barragana ante buenos omes, diciendo manifiestamente ante ellos, como la
rescibe por su barragana (...) Pero sí fuesse otra biuda que non fuesse a tal
como sobredicho es, más que fuesse de muy vil linage, o de mala fama; o
fuesse judgada que avía fecho adulterio con ome que oviesse muger legítima,
maguer ella fuesse suelta; a tal como esta no ha porque la rescebir por
barragana ante testigos (...) Otrosí ninguno non puede tener por barragana
ninguna muger que sea su pariente, nin su cuñada, fasta el quarto grado e
esto; porque farían grand pecado segund que dicho avemos, que es llamado
en latín incesto (...) Otrosí ningund ome non puede aver muchas barraganas.
Ça segund las leyes mandan, aquella es llamada barragana que es una sóla:
e ha menester que sea atal, que pueda casar con ella, si quisiere, aquel que
la tiene por barragana53.
El rey, aunque goce de las mismas prerrogativas de la clase señorial, en tanto
cabeza y modelo de esa sociedad, no debe “envilecer la nobleza de su linaje”, usando de
“mujeres viles o de muchos”. Las Partidas se preocupan por controlar los desbordes
sexuales del monarca, pues éstos son causantes de daños que afectan al cuerpo y al alma
y complican las sucesiones con hijos ilegítimos. La posibilidad de concubinato del rey
queda pues abierta de manera tácita mientras la barragana sea de procedencia noble y
única, aunque la moral que se trate de imponer sea la conyugal. La infracción de esta
normativa traen consecuencias para los hijos habidos de la unión – llamados fornezinos
o spurios, equiparándolos a los hijos de las prostitutas - la pérdida de los derechos y
beneficios de la paternidad. La barragana es quien asegura la descendencia en caso de
esterilidad de las esposas legales. Puesto que la ley reglamenta asimismo los
mecanismos de la legitimación de los hijos ilegales, la barraganía aparece a primera
vista como una institución subsidiaria pero necesaria para la perpetuación del linaje, y
por ello no resulta extraño que los clérigos tengan prohibido repetidamente en Las
Partidas, la tenencia de barraganas:
Comunalmente, segund las leyes seglares mandan, todo ome que non
fuesse embargado de Orden, o de casamiento, puede aver barragana, sin
miedo de pena temporal54.
Temiendo la poligamia y el abuso de poder, Las Partidas facilitan el
concubinato. Es tal la permisividad que desprende la normativa que en los testamentos
de los reyes Alfonso X (1221), Alfonso XI (1311), Pedro I (1334) se satisface a
concubinas y bastardos55. Y más adelante, con Juan I (1358), Enrique III (1379) y y
Enrique IV (1425) las mancebas pasan a un primer plano, llegando a cumplir funciones
de reinas56.
Partidas. Libro IV, Titulo XIV, Ley II.
Partidas. Libro IV, Título XIV, Ley II.
55
En las Partidas se introducen los bastardos en el Libro VII, Título VII, Ley III. También la concepción
de relaciones extramatrimoniales con hijos en esta relación en el Libro III, Título XIV, Ley IX.
56
Para más información sobre el tema puede verse: ARIAS BAUTISTA, M.T. Barraganas y concubinas en
la España Medieval. ArCiBel Editores. 2010.
53
54
29
La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
V. 4. 3 Las viudas y su capacidad jurídica
Las viudas presentan un “status” que las distingue del resto de las mujeres, que
es la independencia personal. No está sujeta a tutela masculina y económicamente
cuenta con un capital propio como es la dote. La viuda es la sucesora de su marido en
los negocios contractuales y puede mantener la casa y el núcleo familiar o reintegrarse
al domicilio paterno. En ninguno de los casos pierde los derechos y privilegios de
condición adquiridos a través del marido.
En el derecho recogido en Las Partidas, mientras la mujer viuda no vuelva a
casarse, y salvo legado expreso, sólo recibe, en usufructo, de la herencia del marido una
cuota igual a la que corresponde a cada uno de los hijos legítimos del matrimonio. La
sucesión ab intestato al cónyuge muerto sólo se produce en defecto de descendientes,
ascendientes, hermanos e hijos de hermanos.
En Las Partidas, solteras y viudas se hallan equiparadas a las religiosas, y los
tres grupos se hallan protegidos por la ley frente a la seducción con engaño. El castigo
por el delito de seducción es idéntico sea cometido contra religiosas, solteras o viudas.
Pero en ninguno de los tres casos existe una pena o condena si la ofendida o raptada
fuera muger vil o de mala fama. Las casadas no aparecen englobadas en este precepto
debido a que este delito es considerado adulterio en su caso, y merecedor de legislación
específica, como veremos en el epígrafe correspondiente. Si el delito es rapto o
violación por fuerza, con armas o sin ellas, las casadas son equiparadas a los tres grupos
anteriores57.
Gravemente yerran los omes que se trabajan de corromper las
mujeres religiosas (…) Otrosí dezimos que fazen gran maldad aquellos que
sonsacan con engaño, o falago, o de otra manera, las mujeres vírgenes, o las
biudas, que son de buena fama, e biven honestamente; e mayormente quando
son huéspedes en casa de sus padres, o dellas (…) e non se puede escusar, el
que yoguiere con alguna muger destas, que non fizo muy gran yerro maguer
diga que lo fizo con su placer della non le faziendo fuerça. Ça segund dizen
los Sabios Antiguos, como en manera de fuerça es, sonsacar e falagar las
mugeres sobredichas, con prometimientos vanos, faziendoles fazer maldad de
sus cuerpos; e aquellos que traen esta manera más yerran que si lo fiziessen
por fuerça58.
Cabe el caso de que la mujer raptada o forzada accediese gustosa después al
casamiento. Las penas indemnizatorias que debe pagar el raptor a la propia víctima o a
la familia de la mujer serán monetarias y la diferencia estribará únicamente en si media
o no consentimiento familiar para un posterior matrimonio.
Partidas. Libro VII, Título XX, Ley I: “Forçar, o robar muger virgen, o casada, o religiosas, o biuda
que biva honestamente en su casa, es yerro e maldad muy grande por dos razones. La primera, porque la
fuerça es fecha sobre personas que biven honestamente e a servicio de Dios, e a buena estança del
mundo. La segunda es, que fazen muy gran deshonrra a los parientes de la muger forçada, e muy gran
atrevimeinto contra el Señor, forçandola en desprecio del señor de la tierra do es fecgo (…) e esta fuerça
se puede fazer de dos maneras; la primera con armas, la segunda sin ellas”.
58
Partidas. Libro VII, Título XIX, Ley I.
57
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La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
Robando algún ome alguna muger biuda de buena fama, o virgen, o
casada o religiosa, o yaciendo con alguna dellas por fuerça, si le fuere
probando en juyzio deve morir por ende; e de más deven ser todos sus bienes
de la muger que assó oviesse rabada, o forçada. Fueras ende, si después
desso ella de su gardo casasse con el que la robó, o forçó no habiendo otro
marido. Ca estonce los bienes del forçador deven ser del padre, e de la
madre de la muger forçada, si ellos non consintiessen (…) Ca si provado les
fuesse que avían consentido en ello, estonce deven ser todos los bienes del
forçador de la Cámara de Rey59.
Respecto a las viudas, en lo que más se detienen Las Partidas es en las segundas
nupcias. La mujer, no puede casarse antes de cumplir el tiempo de luto que es un año,
concretamente. La infracción de esta norma laica, al margen de la Iglesia, hace caer
sobre la mujer no sólo penas morales, sino también materiales:
Librada, e quita es la muger del ligamento del matrimonio después de
la muerte de su marido. E por ende non tovo por bien Santa Eglesia, que le
fuesse puesta pena, si casara quando quisiera, después que el marido fuesse
muerto (…) Pero el Fuero de los Legos defendióle que non case fasta un año,
e ponéles pena a las que antes se casan. E la pena es ésta: que es después de
la mala fama, e deve perder las arras, e la donación que le dizo el marido
finado, e las otras cosas que la oviessen dexado en el testamento; e devenlas
aver los fijos que fincaren dél; e si fijos non dexare, los parientes que ovieren
de heredar lo suyo60.
El mantenimiento de los bienes que le hubiera transmitido su cónyuge difunto,
exigía, para conservarlos, llevar una vida honesta o, en caso de contraer nuevas nupcias,
que éstas no fueran deshonrosas ni dentro del primer año de enviudar. Si la viuda posee
caudal propio que le permita vivir honestamente, no puede demandar nada de los bienes
del finado a sus herederos. Pero también puede darse el caso de que acceda al estado de
viudez carente de recursos, porque su marido no tuviera bienes o propiedades a su
muerte. Las Partidas, inspirándose en la indefensión de las viudas y el principio general
de tutela del sexo disponen la protección de la mujer pobre “sí casasse sin dote, e non
ha de que bevir” a la muerte del marido.
En cuanto a la tutela de los hijos menores, Las Partidas no recogen diferencias
en razón del sexo del cónyuge supérstite, esto es, las competencias son iguales para el
viudo que para la viuda. Se introduce un matiz propio del Derecho Romano: el requisito
exigido a la viuda de no contraer nuevas nupcias mientras dure el período de tutela de
los pequeños.
V. 4. 4 La mujer casada
Este epígrafe, regulado en profundidad por el libro cuarto de Las Partidas, es un
eje importante de este trabajo. Para ver el proceso de construcción de la figura legal del
matrimonio es necesario recurrir a las influencias que recibió el monarca Alfonso X del
derecho común y de las fuentes romano/canónicas de los textos regios. Tomaremos
Partidas. Libro VII, Título XX, Ley III.
Partidas. Libro IV, Título XII, Ley III.
59
60
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La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
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también en cuenta el Fuero Juzgo, en la medida en que fue otorgado por Fernando III
como texto de Derecho regio, aunque implicase la aplicación de la antigua ley visigoda.
V. 4. 4. 1 Presupuestos para la constitución del matrimonio61
El matrimonio supone para la mujer la adquisición de unas obligaciones
económicas, conyugales y materno-filiales. Supone el cambio de una tutela parental a
una tutela marital.
Las Partidas realizarán una serie de innovaciones con respecto al derecho
precedente en la fase de la Alta Edad Media o del período de dispersión normativa
como lo definió el profesor Lalinde Abadía. Estas innovaciones son fundamentalmente:
1. Cambia el concepto de dote, considerando como tal, de conformidad con el
Derecho romano, la aportación de la mujer al matrimonio: “el algo que da la
muger al marido por razón de casamiento… e segund dizen los sabios antiguos,
es como propio patrimonio de la mujer”62.
2. Introducen el régimen de la dote romana, como su inalienabilidad, la hipoteca
legal sobre los bienes inmuebles del marido para asegurarla y las incapacidades
impuestas a la mujer por el Senado-consulto Veleyano.
3. Cambia el concepto de arras63 desnaturalizando su significado antiguo y
haciéndolas equivalentes a las donaciones propter nuptias del derecho romano,
que se daban por el marido a la mujer como compensación de la dote. Esta
donación la hacía el marido a la mujer antes del matrimonio y luego la mujer la
restituía en concepto de dote al celebrarse el matrimonio.
4. Introducen también los parafernales romanos, cuyo control corresponde a la
mujer, mientras no los entregue ésta al marido para que los administre64.
5. Modifica los bienes que habían de constituirlos, pero los gananciales no los
abolen ni regulan directamente. Excluyen los productos de la dote y de arras,
que, de acuerdo con el criterio romano, se habían de hacer propiedad del marido.
V. 4. 4. 1. 1 Los esponsales
Los esponsales son, en primer lugar, una promesa verbal de matrimonio,
generalmente realizada ante testigos y que no obliga a la presencia física de los
contrayentes, que pueden ser sustituidos en el acto promisorio por sus padres, parientes
Para desarrollar este apartado he tomado como referencia básica además de las disposiciones legales el
artículo de C, SEGURA GRIAÑO “La situación jurídica y realidad social de casadas y viudas en el
Medievo Hispano (Andalucía)” en La condición de la mujer en la edad media: actas del coloquio
celebrado en la Casa de Velázquez, del 5 al 7 de noviembre de 1984. Madrid. 1986. pp 121-134. Aunque
otros textos traten este tema, elegí este porque los fueros que recibe Andalucía son herederos de otros
castellanos, es decir, la legislación es similar para Andalucía y para el resto de la Corona castellana.
62
Partidas. Libro IV, Título XI, Ley I.
63
Partidas. Libro IV, Título XI, Ley II “… et lo que el varon da á la muger por razón de casamiento es
llamado en latin donatio propter nuptias que quiere decir como donadio que da el varon á la muger por
razón que casa con ella: et tal donacion como esta dicen en España propiamente arras…”.
64
Partidas. Libro IV, Título XI, Ley XVII: “De los bienes que ha la muger apartadamiente que non son
dados en dote, á que dicen en latin paraferna”.
61
32
La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
directos o un personero o mandadero. De hecho la mayoría de los esponsales se realizan
por conveniencia entre familias:
Llamado es desposorio, el prometimiento que fazen los homes por
palabra, quando quieren casar. E tomo este nome de una palabra que es
llamada en latín spondeo (en romance prometer). E esto es porque los
Antiguos ovieron por costumbre de prometer cada uno a la muger con quien
se quería ayuntar, que casaría con ella. E tal prometimiento se faze también,
no seyendo delante, aquellos que se desposan como si lo fuesen 65.
El ritual de los esponsales es contemplado detenidamente en Las Partidas. Y son
dos los tipos de desposorio: por palabras de presente, que obliga a celebrar inmediato
matrimonio; y por palabras de futuro, promesa a largo plazo que exige, además del
consentimiento mutuo de los futuros contrayentes, entrega de algún objeto (arras o
anillo) o bien juramento sobre la cruz o los Evangelios.
Desposorios se fazen en dos maneras. La una de ellas se faze por
palabras, que muestra el tiempo que es por venir. La otra por palabras que
demuestra el tiempo que es presente66.
Diferencia, nin departimento ninguno non ha, para ser matrimonio
valedero, entre aquel que se faze por palabras de presente, e el otro que es
acabado, ayuntándose carnalmente el marido con la muger67.
En Las Partidas se nos muestra en toda su extensión el principio de tutela y
poder paternos, resultando su voluntad decisoria para el buen fin del compromiso. La
boda es preparada y pactada por el padre sin que la novia pueda rechazar la decisión
paternal. En el caso de desobediencia la hija díscola pierde su herencia. La elección del
marido queda sujeta al “buen juyzio del padre”, que puede llegar al desheredamiento y
confiscación de los bienes dotales de sus hijas, “maguer que non la puede apremiar, si
estas no otorgasen su beneplácito a los desposorios que él concertó, porque non le
agradesce a su padre el bien quel fizo, e fázele pesar, non le obedesciendo”68. La
importancia que el cumplimiento de las promesas tiene dentro de los parámetros
medievales queda sobradamente manifiesta en Las Partidas69, contemplando que la
muerte de la joven prometida en matrimonio obliga al padre a dar cualquiera otra de sus
hijas antes de romper el pacto, aunque no quiera.
Hay dos casos, en que las palabras de presente son equivalente de
“desposajas”70. Esto sucede tanto cuando no se tiene consentimiento paterno por uno u
otro lado, como cuando son dichas las palabras entre menores de edad. En el caso de
que no exista consentimiento, hemos comprobado que la ley concede al padre la
facultad de desheredar al hijo o hija que quiere contraer el matrimonio.
Partidas. Libro IV, Título I, Ley I.
Partidas. Libro IV, Título I, Ley II.
67
Partidas. Libro IV, Título I, Ley IV.
68
Partidas. Libro IV, Título I, Ley X.
69
Partidas. Libro IV, Título I, Ley XI.
70
Las desposajas equivalen a esponsales.
65
66
33
La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
El otro caso que la promesa fuera hecha entre menores de edad. En esa situación
una vez alcanzada la mayoría de edad, tanto la forma manifiesta como la silenciosa, o
política de hechos consumados, devengarán válidas. Para intentar comprender esto
mejor, lo ilustraremos con un supuesto que no era extraño en aquel tiempo: “una niña,
prometida desde su infancia a un varón, iba a morar a la residencia paterna de éste,
criándose a su lado hasta alcanzar la edad pertinente que le permitiera consolidar la
unión acordada previamente. El matrimonio se consolida en el momento en que se
establezcan relaciones sexuales entre los dos jóvenes comprometidos”71.
Palabras dizen los omes, de presente en sus desposajas que como
quier que asemejan de matrimonio no son sino desposajas. E esto seria como
si dixesse el varón: yo te recibo por mi muger si plugiere a mi madre: e esso
mesmo sería si la muger lo dixesse al varón. E por esta razón es desposaja e
non casamiento, (...) non valdria el pleito que ficiesse si el otro no lo otorgar.
Otrosí quando acesciesse que algunos non oviessen hedad complida para
casar (...) non sería por ende casamiento, mas desposorios. Pero si estos
atales durasen en esta voluntad fasta que oviessen hedad cumplida, non lo
contradiziendo alguno dellos, non sería consintiesse manifiestamente o
callando. E callando se entiende que consentirían, quando morassen de so
uno, o quando rescibiessen dones el uno del otro, o se acostumbrassen a ver
el uno del otro en sus casas, o si yoguiesse con ella como varón con muger72.
¿Cuál es la edad legalmente establecida para contraer compromiso matrimonial?
¿Y la edad lícita para consumarlo? La primera respuesta es 7 años indistintamente para
uno u otro sexo y la segunda respuesta es 14 años para el varón y 12 años para la mujer.
El único requisito que se exige es que ambos tengan desarrollada su capacidad de
reproducción, fin primordial del matrimonio.
Desposarse pueden, también los varones como las mugeres des que
ovieren siete años, porque entonce comiençan a ver entendimiento e son de
edad, que les plaze las desposajas. E si ante desta edad se desposassen
algunos o fiziessen el desposorio sus parientes en nome dellos, seyendo
amos, o uno dellos, menor de siete años, non valdría ninguna cosa de lo que
fiziessen; fueras ende, si desque pasassen esta edad les pluguiese lo que
avíen fecho, e lo consintiessen (...) Mas para el casamiento fazer ha menester
que el varón sea de edad de catorze años e la muger de doze. E si ante deste
tiempo se casasssen algunos, non sería casamiento, más desposajas; fueras
en de, si fuesen tan cercanos a la hedad, que fuesen ya guisados para
poderse ayuntar carnalmente. Ca la sabiduría, e el poder, que han para esto
fazer, cumple la mengua de la hedad73.
Excepto en casos concretos, el desposorio obliga al matrimonio. Los casos a los que nos
referimos son los siguientes:
“Constitución del grupo familiar. El matrimonio y la mujer” en Régimen jurídico de la mujer en la
familia castellana medieval de Gámez Montalvo. MF; y “Situación jurídica y realidad social de casadas y
viudas en el medievo hispano” en La condición de la mujer en la Edad Media de Segura Graíño. C.
72
Partidas. Libro IV, Título I, Ley III.
73
Partidas. Libro IV, Título I, Ley VI.
71
34
La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
1. Si uno de los futuros cónyuges entra en Orden de Religión antes de la unión
carnal. El otro, en este caso, queda libre de todo compromiso.
2. Si uno de los dos desaparece – sin concretar la razón -. El otro debe esperar tres
años tras los cuales se anulan los desposorios.
3. Si se hace gafo, contrahecho, pierde la vista o un miembro, etc.
4. Si se descubre algún grado de parentesco entre ellos.
5. Si uno de los dos fornica con otro.
6. Si el desposorio fue por palabras de futuro.
7. Si raptan a la prometida. Aunque la devuelvan, el vínculo deja de existir.
8. Si los esponsales se realizaron entre menores de edad.
Excepto en los casos primero y sexto, la disolución del vínculo esponsalicio necesita
juicio y consentimiento eclesiásticos.
V. 4. 4. 1. 2 Donatio ante nuptias. Donatio propter nuptias
La donatio ante nuptias es una donación patrimonial entre esposos que surgió en
el Bajo Imperio Romano y que gozará de una gran importancia posterior74. Esta
donación correspondía hacerla al esposo75.
En el derecho justinianeo tendrá el significado de contrapartida de la dote.
Justiniano permitió que se aumentasen tales donaciones inmediatamente contraído
matrimonio, llegando a admitir la posibilidad de otorgarlas a lo largo de la vida
conyugal. De aquí pasó la “donatio ante nuptias” a “donatio propter nuptias”76. Estas
últimas se harán, siempre que sea posible, por palabras de futuro, cuando se realizan los
esponsales, y entregándolas más tarde.
Las Partidas acogen la posibilidad de la “donatio propter nuptias”77, facilitando
esta donación bajo la condición de que se celebre el matrimonio. Si no hay celebración,
la donación volverá íntegra a la persona que la ha dado. Ocurrirá lo mismo si el
matrimonio se disuelve por muerte de uno de los cónyuges. Esta donación había nacido
con la finalidad de que sirviese para el mantenimiento económico del nuevo núcleo
familiar. Y este fin se conserva en las Partidas.
V. 4. 4. 1. 3 La dote
La dote es la porción de bienes que la mujer, u otra persona por ella, entrega al
marido y aporta al matrimonio78, con la finalidad de atender al sostenimiento de las
GARCIA GARRIDO, M. “El régimen jurídico del patrimonio uxorio en el derecho vulgar RomanoVisigótico” en Anuario de historia del derecho español. Madrid. 1924. p. 397.
75
Ídem pág. 399.
76
BRADILONE, P., “Sulla storia e la natura della <donatio propter nuptias>” Seritti (1963). pp.117 y ss
77
Partidas. Libro IV, Título I, Ley II: “Desposorios se facen en dos maneras; et la una dellas se face por
palabras que demuestran el tiempo que es por venir,… se puede facer en cinco maneras:…la quarta es sil
da alguna cosa deciendo así: yo te do estas arras et prometo que casaré contigo…”. Aunque esta
donación no podría tratarse de la “donatio propter nuptias” (identificada con las arras), sino de una
donación esponsalicia recíproca.
78
Partidas. Libro IV, Título XI, Ley I.
74
35
La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
cargas matrimoniales y serán considerados propiedad de la mujer pero de libre
disposición por el marido79. Las arras serán la donación del cónyuge masculino. Existe,
pues, una contraprestación en el acto dotal previo a la celebración del matrimonio: dote
y arras. La dote, queda recogida en la legislación en treinta y una leyes de la Cuarta
Partida.
El algo que da la muger al marido por razón de casamiento, es
llamado dote: e es como manera de donación, fecha con entendimiento de
mantener e yuntar el matrimonio con ella (…)80.
Hemos dicho que no sólo puede ceder la dote la mujer, sino que serán
preferentemente terceros, sobre todo el padre, quién dará la dote al marido, o el abuelo o
bisabuelo cuando falte el primero, y siempre que la mujer no tenga propiedades y no
pueda dotarse ella misma. Aunque, en este caso, son también los ascendientes los que
dotan pues la mujer no tiene la plena disposición de dotarse ella misma al no poder
disponer de sus propios bienes sin autorización de un varón: “…pero si ella hobiere de
que la dar non es tenudo el abuelo de la dotar si non quisiere de lo suyo, mas débela
dotar de lo della…”81. Las condiciones que suelen acompañar a estas donaciones suelen
ir referidas al matrimonio, con el fin de asegurar a la moza soltera, carente de dote
propia, una posición honrosa a la hora del enlace.
Si el testador que faze el testamento dixesse: mando a tal muger cient
maravedíes e fágola mia heredera si casara con tal ome; si acaesciere que la
muger se muera o aquel con quien la mandava casar ante que se cumpla la
condición, estonce non vale el establecimiento, o la manda que assí fuesse
fecha. Más si aquel con quien la mandava casar, queriendo ella cumplir el
mandamiento del testador e el otro non quisiesse, entonces será la muger
heredera, o avrá tal manda e non se le embargará por esta razón. E si la
muger non quisiere cumplir la condición non queriendo casar con aquel con
quién le mandava el testador non avrá el heredamiento nin la manda 82.
La dote aparece como un seguro de vida y tiene su origen en Roma, donde fue
usada junto a la “donatio ante nuptias” masculina. Al estar vetada la mujer en la
participación de las esferas del poder local, excluida de los cargos públicos y afectada
por numerosas restricciones su actividad laboral, la mujer hallará en la dote el único,
medio material de supervivencia. Constituye la posibilidad de independencia económica
en la viudez. Aunque resulta obvio el papel secundario que la mujer casada desempeña
en la administración de los bienes familiares, la posesión de una dote sustanciosa cuya
propiedad, aunque trasferidos el uso y disfrute al marido, es exclusivamente suya. Dicha
posesión le confiere un status de igualdad.
Para J, IGLESIAS “la dote surgió en el ámbito del matrimonio por la manus, y al objeto de compensar,
en alguna medida, la pérdida de los derechos hereditarios que sufría la mujer como consecuencia de la
ruptura de todo vínculo con su familia paterna. Posteriormente paso al matrimonio libre, con el carácter
de aportación destinada a sufragar los gastos del hogar doméstico” en Derecho romano. Historia e
Instituciones . Barcelona. 1990. p. 534.
80
Partidas. Libro IV, Título XI, Ley I.
81
Partidas. Libro IV, Título XI, Ley VIII.
82
Partidas. Libro VI, Título IV, Ley XIV.
79
36
La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
En Las Partidas se distinguen dos tipos de dote:
E aquella es dicha adventitia que da la muger por sí misma de lo suyo
a su marido, o lo que da por ella su madre o algún otro pariente (…) Es
llamada adventitia porque viene de las ganancias que fiso la muger por sí
misma, o de donación que le dieron, que viene de otra parte que non es de
los bienes del padre nin del abuelo nin de los otros parientes que suben por
línea derecha onde ella asciende. La otra manera de dote es llamada
profectitia, e dizenle así porque sale de los bienes del padre, o del abuelo, o
de los parientes que suben por la línea derecha83.
Las dotes adventicias, es decir, aquellas que concede la mujer por sí misma
porque tiene un patrimonio propio (heredado u obtenido) son extrañas, ocasionales y
accidentales. Llegarían con ellas al matrimonio las viudas, prostitutas o huérfanas
protegidas por alguna institución o particular benefactor y en algún caso aislado, por
herencias, etc. Por otro lado, la postura ante la donación será distinta según esté referida
a bienes muebles o raíces.
Asignada o establecida puede ser la dote también en las cosas que son
llamadas raíz, como en las que son dichas muebles, de qual natura quier que
sean. Pero si la muger quisiesse dar dote a su marido de cosa que fuesse
raíz; si ella fuesse menor de ventizinco años non lo puede fazer por sí,
maguer oviesse guardador, a menos de lo fazer saber al juez de aquel logar,
que gelo otorgue. Más si quisiesse dar la dote de las cosas muebles, puéde lo
fazer con consentimiento de aquel que ha guarda della, e de sus cosas; e non
ha porqué lo dezir al juez del logar84.
El marido adquiere la propiedad de la dote pero sólo puede gastar la renta
producida por los bienes dotales, que debe conservar íntegros como una reserva para la
mujer, en el caso en que el matrimonio se disuelva por muerte del marido o por
divorcio85. Así, la dote se concibe como una entidad patrimonial formada por los bienes
aportados por la mujer al matrimonio y destinada, de una parte, a producir réditos con
que atender a las cargas matrimoniales, y de otra, a su conservación, en cuanto
pertenencia que debe recuperar la mujer tras la disolución del matrimonio. Además la
mujer puede reclamar en juicio si el marido ha utilizado la dote de manera inadecuada86.
La dote podía constituirse antes o después del matrimonio. En el primer caso,
aunque el marido adquiría la propiedad de esos bienes, sólo se convertían en auténtica
dote cuando se celebrase el matrimonio. Si el matrimonio no se celebra se podía exigir
la restitución de los bienes dotales basándose en la condictio causa non secuta87. Esta
condición pasó desde el Derecho Romano al derecho castellano a través de las Partidas
al estipular la condición que se puede establecer para dar la dote al esposo, siendo ésta
la de que se celebre el matrimonio:
Partidas. Libro IV, Título XI, Ley II.
Partidas. Libro IV, Título XI, Ley XIV.
85
Partidas. Libro IV, Título X, Ley I-II-III.
86
Partidas. Libro IV, Título XI, Ley XXIX.
87
Era una acción ("condictio") para la recuperación de una transferencia de la propiedad, donde el
propósito de la transferencia había fracasado (causa no secuta).
83
84
37
La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
Puramiente se puede establecer la dote ó con condicion:… Et con
condicion se face quando dice la muger al marido, ó otro por ella, que
promete ó face pleito de darle alguna cosa por dote si se compliere el
matrimonio: et tal condicion como esta siempre se entiende quier sea
nombrada ó non88.
Las Partidas señalan que la dote sólo podía pasar al marido por pleito o por
adulterio de la esposa. Excluidos esos hechos quedaban siempre para ella o, en el caso
de muerte, para su padre. Lo habitual era que la propia mujer designara en su testamento
la persona o personas que deseaba que heredasen sus bienes dotales. Y si la mujer
fallecía antes que el marido, éste continuaba controlándola hasta su propio
fallecimiento. Después pasaba a poder efectivo de los herederos.
Gana el marido la dote quel da su muger et la muger la donacion quel
face su marido por el casamiento, por alguna destas tres maneras: la una es
por pleito que ponen entre sí, la otra por yerro que face la muger faciendo
adulterio, la tercera por su costumbre. Et la que es por pleito que ponen
entre sí, se face desta guisa, como quando otorgan amos el uno al otro que
muriendo alguno dellos sin hijos, el otro que fincare que haya la dote ó la
donacion toda ó alguna partida della segunt lo establescieron: et tal pleito
como este debe seer fecho egualmiente entre ellos. Et si por aventura fuese
puesto pleito de como el marido ganase la dote de la muger, et sobre la
donacion ó las arras non fuese dicha alguna cosa, entiéndose que el pleito
que puso en la dote, ha logar en la donacion. La tercera razon que es de
costumbre por que se gana la dote ó la donacion, es como si fuese costumbre
de la ganar alguno dellos quando entre el otro en órden. Et lo que dice en
esta ley de ganar el marido ó la muger la dote ó la donacion que es fecha por
el casamiento por alguna de las tres razones sobredichas, entiéndose si non
hobiesen fijos de so uno; ca si lo hobiesen, entonce deben los fijos haber la
propiedat de la donacion ó de la dote, et el padre ó la madre, el que fincare
vivo, ó el que non entrare en órden ó que non ficiera adulterio, debe haber en
su vida el fruto della. Otrosi decimos que finándose el marido ó la muger sin
testamento et non dexando fijos nin otro parientes que hereden lo siyo, que el
otro que finca vivo gana la dote ó la donacion que fue fecha por el
casamiento, et todos los otros bienes que hobiere el que moriere asi. Et salvo
en este caso et en los otros tres que deximos, ó por otra razon qualquier que
se departa el matrimonio derechamiente, siempre se debe tornar la donacion
al marido, et la dote á la muger89.
Por último habrá que señalar quien se hace responsable del daño o mejoras que
aparezcan en los bienes dados en dote, cuando el matrimonio se rompa. A la hora de
concretarlo, será relevante, en primer lugar, quien tenga la capacidad de elección entre
el bien o el precio estimado de éste. Si quien tiene esa acción de elegir es la mujer, la
responsabilidad recaerá sobre ella90. Igualmente cuando dé en dote una sierva que no
sea apreciada o estimada o con algún defecto psicológico o físico que le haga estar en
mal estado91. En segundo lugar, también depende de si se ha realizado el matrimonio o
Partidas. Libro IV, Título XI, Ley XI.
Partidas. Libro IV, Título XI, Ley XXIII y XXX.
90
Partidas. Libro IV, Título XI, Ley XIX.
91
Partidas. Libro IV, Título XI, Ley XX.
88
89
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La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
no. Si se rompe la promesa de matrimonio, aunque los bienes dotales ya hubiesen
pasado al poder del hombre, la responsabilidad es de la mujer92, salvo en el caso de que
la mujer no tenga culpa de la disolución, es decir, no se produjese adulterio93.
La asunción de responsabilidad por mejoras o daños sobre la dote, podrá venir,
determinada por el hecho de haber realizado previamente la apreciación o estimación de
los bienes dotales. Si al constituir la dote se fija su valor con estimación que cause
venta, el marido adquiere sobre ella el dominio además del usufructo, pudiendo por
tanto enajenarla94, o también cuando la mujer pueda probar que su marido tuvo la culpa
del menoscabo de la dote95. Aun así, los frutos de la dote serán del marido para
mantener el matrimonio96. Cuando la dote fuera inestimada, el marido adquiere la
obligación de devolver no el valor de los bienes dotales, sino los bienes mismos y por
eso Las Partidas prohíben al marido enajenarlos, aunque la mujer consienta en la
enajenación.
V. 4. 4. 1. 4 Las arras
Las arras son la donación que el marido da a la mujer, y se encuadra en las
aportaciones de los cónyuges al matrimonio. La donación del marido es más bien
simbólica ya que continúa siendo propietario de los bienes que él dona, y recibe además
la dote aportada por la mujer.
E lo que da el varón a la muger por razón de casamiento es llamado
en latín donatio propter nuptias; que quier tanto dezir como donación que da
el varón a la muger, por razón que casa con ella: e tal dicen arras 97.
Las Partidas entienden que se trata de la misma donación que en derecho
romano se denominaba donatio ante nuptias. Las arras eran una especie de prenda que
se daba antes del matrimonio como garantía de compromiso para efectuarlo 98. Las
viudas también recibían arras99, igual que las doncellas. Esto es puesto de manifiesto en
diversas recopilaciones jurídicas medievales100 al precisar que cualquiera que casara a
un hijo, ya fuera con virgen, ya sea con viuda, no podía dar en arras a la esposa más de
la décima parte de los bienes de éste. La cuantía de las arras dependía también de si la
mujer era noble o no.
Durante la Alta Edad Media, a través de la pervivencia del Liber Iudiciorum, se
mantuvo la costumbre de ser el marido el que dotase a la mujer a través de las arras,
Partidas. Libro IV, Título XI, Ley XVIII.
Partidas. Libro IV, Título XI, Ley XXI.
94
Partidas. Libro IV, Título XI, Ley XVIII.
95
Ídem.
96
Ídem.
97
Partidas. Libro IV, Título XI, Ley I.
98
Partidas. Libro IV, Título XI, Ley I.
99
Estas arras podían ser acumuladas si la mujer se casaba dos o más veces de la misma forma que ocurría
en Borgoña, según CARON, M. T., La Noblesse dans le duché de Bourgogne 1315-1477. Lille, 1987.
Págs. 199-200.
100
Leyes de Toro o Fuero Real.
92
93
39
La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
hecho que pasó a ser regulado en algunos Fueros y a la obra legislativa de Alfonso X, el
Fuero Real, que contempla las arras como el patrimonio fundamental aportado al
matrimonio, recogiendo a su vez la tradición visigoda de no dar más del diezmo de los
bienes del marido. Ello también será recogido en las Leyes de Toro (1505) y en la
Nueva Recopilación (1567).
En esta tradición no queda claro si el padre podía conservar las arras en su poder,
o bien si debía entregarlas a su hija después de verificado el matrimonio. Lo más
probable es que no se siguiera una regla constante, razón por la que el Fuero Real vino a
establecer que si la mujer era menor de 25 años, debía su padre o pariente más próximo
retener las arras, pero no sus frutos. La hija no podía reclamarlas hasta que alcanzaba la
mayoría de edad101.
En cuanto a la administración de estos bienes, el Fuero Real extendió los
derechos de la mujer sobre ellos, permitiéndole disponer de todos ellos a la viuda
cuando no tenía hijos del marido que las había donado, y sólo de la cuarta parte, cuando
los tenía. La mujer podía enajenar todos los bienes recibidos como arras o dejarlos por
testamento a quien quisiera sin consentimiento del marido. Por el contrario, las
facultades del marido sobre estos bienes eran limitadísimas, pues no podía enajenarlos
aún con el consentimiento de la mujer. Lo único que le quedó fueron sus antiguos
derechos de recuperar los bienes cuando la mujer cometía adulterio102.
Las Partidas no marcaron límites ni criterio alguno para la entrega de arras, de
forma que, a partir del siglo XIV no es posible asegurar que las arras representen el 10%
de la fortuna del novio, ni cualquier otra cifra. Esta rápida evolución de la cuantía de las
arras se produjo, desde el punto de vista jurídico, en estrecha relación con la evolución
paralela experimentada en la entrega de la dote. Si hasta el siglo XII fueron las arras la
donación matrimonial más destacada, a partir de esa época la dote ocupa sin discusión
el primer lugar; y mientras ésta va creciendo en cantidad y valor, las arras descienden
considerablemente.
101
Fuero Real III, II y III: “Cuando el que casare diere arras a la manceba con quien casa, si ella non
oviere XXV años, el padre o la madre de la manceba aya poder de guardar estas arras para su fija por
que non se puedan vender nin enagenar. Et si padre o madre non oviere, los hermanos de la manceba o
los otros mas propincos parientes ayan este poder, e cuando la manceba viniere a hedat de XXV años
entreguengelas, e si arras non le dio luego, e gelas prometió de dar, estas personas las puedan demandar
e guardar, asi como sobre dicho es; et entretanto la manceba e el marido vivan en los frutos
comunalmiente”.
102
Fuero Real III, II, VI: “Si alguna mujer ficiere adulterio, sil fuere provado, pierda las arras si el
marido quisiere. Otrosi la mujer se fuere de casa a su marido, o se partier dél por razón de facer
adulterio, pierda las arras, maguer quel non sea provado que cumplió la maldat que puso por algún
embargo, pues que non fincó por ella de lo cumplir”.
40
La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
V. 4. 4. 2 El matrimonio
La palabra matrimonio proviene del latín matris y munium que quiere decir
deber, tarea u oficio de madre. El modelo de matrimonio cristiano corresponde a un
vínculo monogámico e indisoluble103.
En el Fuero Real se apuntaba que a la hora de contraer matrimonio los parientes
no pueden imponer a la mujer un marido104. Las mujeres, no obstante, necesitaban el
consentimiento familiar y no podían casarse sin la autorización del padre, hermano u
otro pariente, perdiendo la herencia si no obedecían105. Las viudas y mujeres mayores
de treinta años tienen libertad para contraer matrimonio sin autorización familiar106. Las
viudas sufren, sin embargo, restricciones en su actuación con respecto a los viudos,
puesto que ellas deben esperar un año para contraer nuevo matrimonio107, limitación
que no les afecta a ellos. En Las Partidas no se incluye lo recogido en el Fuero Real,
sino que solamente se hace referencia al tipo de esponsales “palabras de presente”, que
hemos estudiado, llamado “desposajas”.
En el prólogo a la Cuarta Partida aparece en primer lugar el concepto de
matrimonio y a continuación se enumeran los pilares que sustentan la institución
matrimonial, según la concepción cristiana, asumida y defendida por Las Partidas:
El matrimonio es ayuntamiento de marido et de muger fecho con tal
entencion e vevir siempre en uno, et de non se partir guardando legaltad
cada uno dellos al otro, et non se ayuntando el varón á otra muger, nin ella á
otro varon veviendo amos á dos108.
Los pilares son:
 Superioridad del varón y sometimiento a él de la mujer.
 Indisolubilidad del matrimonio y reproducción de la especie como fin inherente
al mismo.
 Constitución como sacramento y, por tanto, sujeción al poder eclesiástico.
El matrimonio se nos muestra como un medio creado para satisfacer los apetitos
carnales con fines diversos, los primeros de los cuales son la reproducción de la especie
y la continuación del propio linaje. En conclusión, el hombre debe tomar mujer para no
pecar. El ayuntamiento de hombre y mujer supone, cuando se realiza sin afán
procreador, un pecado mortal.
Aunque se concedieron anulaciones matrimoniales basándose en los impedimentos que la doctrina de
la Iglesia iba dogmatizando. Estas anulaciones matrimoniales tuvieron especial incidencia para las casas
nobles y reales. Ejemplo de ello lo encontramos en la anulación del matrimonio del hijo bastardo de
Enrique II, D. Alfonso, con Dª Isabel, bastarda de Fernando I de Portugal, bodas realizadas para sellar la
Paz de Santarem de 24 de marzo de 1372. URIA RIU, J., “El matrimonio del conde D. Alfonso, bastardo
de Enrique II y su anulación” Archivum 1. 1951. pp. 123-144.
104
Fuero Real, IV, X, VIII.
105
Fuero Real, III, I, II y V.
106
Fuero Real, III, I, V y VI.
107
Fuero Real, III, I, XI y XIII.
108
Partidas, Libro IV, Título II, Ley I.
103
41
La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
Cuando se ayuntan con intención de fazer fijos non caen en pecado
ninguno, antes fazen lo que deven como Dios manda. La otra es quando se
ayuntan el uno dellos al otro non porque lo haya de voluntad de lo fazer, mas
porque el otro lo demanda, en esta manera otrosí no han pecado ninguno. La
tercera razón es, quando lo venze la carne, e ha sabor de lo fazer: e tiene por
mejor de se allegar a aquella con quién es casado, que de fazer fornicio en
otra parte, e esto faze pecado venial, porque se movió a fazer lo con cobdicia
más de la carne que non de fazer fijos. La quarta razón es quando se
trabajasse el varón por su maldad, porque lo pueda más fazer, comiendo
letuarios calientes, o faziendo otras cosas: en esta manera peca mortalmente,
ca muy desaguisada cosa faze, al que usa de su muger tan locamente como
fería de otra mala, trabajándose de fazer lo que la natura non le da 109
.
He resaltado una frase del texto en color porque considero que es relevante hacer
hincapié en ello. En Las Partidas no es la mujer quien tiene que estar a disposición del
marido – como se ha dicho a lo largo de los últimos siglos – sino que se encuentran en
una situación de igualdad a la hora de mantener relaciones íntimas, y cualquiera de los
dos puede pedírselo al otro.
Aunque una de las funciones del matrimonio era evitar las relaciones sexuales
extra-conyugales, estas fueron muy frecuentes y admitidas en la sociedad medieval,
siempre que no implicasen adulterio de la mujer casada. En la época medieval, la virtud
más importante que podía esgrimir la mujer era la castidad, incluso se exigía a la mujer
el despojarse del goce y disfrute del acto sexual, y de entenderlo como un deber
conyugal, que tiene como objetivo la procreación110. Solo es aceptado realizar el acto
sexual dentro del matrimonio y con el esposo, no estando permitidas para la mujer, bajo
pena de escarnio y muerte, las relaciones adúlteras. En Las Partidas, además de lo
indicado en la Partida IV, Libro II sobre el adulterio, se dedica al mismo asunto el título
XVII de la partida VII con sus sucesivas leyes.
En lo que se refiere al adulterio, los textos medievales establecen que si un
hombre encuentra a su mujer yaciendo con otro, puede matarla sin recibir ningún
castigo por ello; en cambio, si mata también al hombre que está con ella, tendrá que
pagar e indemnizar a la familia de éste111. La mujer casada es propiedad de su marido, e
incluso el rigor de la ley es mayor para la mujer que comete adulterio con un judío o
moro. El castigo de ambos será morir quemados en la hoguera112. La sumisión de la
mujer al hombre se constata también en otra disposición del mismo texto: “si un marido
tiene sospechas de que su mujer es adúltera, no basta la palabra de ella para demostrar
su inocencia; necesitará el testimonio de doce mujeres para quedar libre de culpa”113.
En Las Partidas se recoge el adulterio de esta forma:
Partidas. Libro IV, Título I, Ley IX.
MOLINA REGUILÓN, A. “La Mujer en la Edad Media” artículo de www.arteguías.com a 3 de Mayo
de 2014.
111
Fuero de Úbeda, XXVIII, I, 301.
112
Fuero de Úbeda, XXIX, II, 304.
113
Fuero de Úbeda, XXIX, III, 304-305.
109
110
42
La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
E por ende dixeron los sabios antiguos que maguer el ome casado
yoguiesse con otra muger que oviesse marido, que non lo puede acusar su
muger ante el juez, seglar sobre esta razon (…) porque del adulterio que faze
el varon con otra muger non naze daño, ni deshonra, a la suya (…) e demas
porque del adulterio della puede venir al marido gran daño. Ca si se preñase
de aquel con quien fiso adulterio vernia el fijo estraño heredero en uno con
los fijos (…) e por ende pues que los daños e las deshonras no son iguales
guisada cosa sea que el marido aya esta mejoria, e pueda acusar a su muger
del adulterio, si lo fisiesse, e ella non a él114.
La infidelidad del hombre tiene un tratamiento diferente en Las Partidas que el
adulterio de la mujer. Las Partidas justifican que la infidelidad del hombre no causa
daño a la mujer ni la deshonra porque solo la mujer puede concebir un hijo de otra
persona. La mujer que comete adulterio puede traer al mundo un heredero que es
extraño a la familia, sin embargo el hombre puede elegir no responsabilizarse del hijo
que otra mujer diferente a su esposa conciba o simplemente no declararlo heredero.
En la Cuarta Partida, se establece que hasta diez meses después de la muerte de
su marido, los hijos que la mujer traiga al mundo son legítimos115. Los parientes más
próximos al difunto, es decir, los herederos en caso de que no haya descendencia previa
a la muerte, deben cuidar de la veracidad del embarazo, incluso recluyendo a la
embarazada en casa. Y se establecen medidas como: la mujer debe notificar su
embarazo a los parientes susodichos dos veces al mes y avisar treinta días antes del
parto, ser examinada “por cinco buenas mugeres que le caten el vientre”. La casa do
oviere a parir, no puede tener más que una entrada, con guardianes que examinen a
todo el que salga o entre. Llegado el día del parto las luces de la casa tienen que estar
encendidas. Y la mujer será vigilada y acompañada por otras en todos los movimientos.
Deven catar aquellas que la guardan toda la casa, do quier que
entrare, o el logar do se quisiere bañar no es otra que el temor a que sea
dentro otra muger que fuere preñada, o algund niño escondido, o otra cosa
alguna, en que pudiessen rescebir engaño116.
La mujer embarazada es protegida por la ley en razón de su descendencia y no
puede ser atormentada ni ajusticiada. Con el mismo afán protector la mujer “preñada
que come o beve yerbas a sabiendas o otra cosa cualquier, con que echasse de sí la
criatura, o se fiziesse con puños en el vientre, o con otra cosa, con intención de perder
la criatura, e se perdiesse porende si era ya biva en el vientre, quando ella esto fiziere,
debe morir por ello”. El mismo castigo recibe tanto el que la obligue a abortar no
queriendo ella, como el marido que hiere a su mujer, sabiendo que está embarazada, y
Partidas. Libro IV, Título I, Ley VIII.
Partidas. Libro IV, Título XXIII, Ley IV.
116
Partidas. Libro VI, Título VI, Ley XVI. A la hora de la redacción de este apartado, los juristas
alfonsinos que asesoraban en la redacción de Las Partidas al Rey Alfonso X, se asientan sobre dos
influencias. Por un lado la popular, reflejada en la anterior ley a que hemos aludido – Fuero de Úbeda -,
demostrando también que es la postura legislativa real ante el acto adulterio, y que es heredada de las
tradiciones germánicas. Y por otro lado, la culta, el criterio cristiano de igualdad que, de forma un tanto
tímida, pretenden introducir.
114
115
43
La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
haciéndole perder la criatura117. La pena de muerte por homicidio, tanto para los casos
citados como para cualquier otro parricidio o delito de sangre, es la misma:
Que sea açotado públicamente ante todos; e de sí lo metan en un saco
de cuero e que encierren con él un can, e un gallo, e una culebra, e un ximio;
e después que fuera en el saco con estas cuatro bestias, cosas la boca del
saco e lancenlos en la mar o en el río que fuera más cerca de aquel lugar de
acaescciere118.
Respecto de los hijos, durante el matrimonio la autoridad de la mujer queda
anulada por la del marido, de tal modo que carece de ella sobre los hijos. La patria
potestad la ejerce el padre, y a cargo de la madre corren exclusivamente los gastos y
cuidados de la lactancia y crianza hasta los tres años. A partir de esta edad los hijos
pasan a la guarda del padre. Si el matrimonio se separa “por alguna razón derecha,
aquel por cuya culpa se partió, es tenudo de dar lo suyo, de que crien los fijos, si fuere
rico, quier sean mayores de tres años, o menores; e el otro que no fue en culpa, los deve
criar, e aver en guarda”. Si es la madre la que accede a la tutela, unas posteriores
nupcias anularían los derechos adquiridos sobre los hijos, cosa que no sucede si es el
padre el que se erige como tutor tras la separación119.
Si el cónyuge que ejerce las funciones de manutención, es pobre, queda
excusado y le corresponden al otro cónyuge junto con las de tutela física. Si ambos
carecen de recursos, los hijos quedarán a cargo de los abuelos o familiares pudientes120.
A la muerte del padre, la mujer ejerce la patria potestad sobre los hijos, bajo unas
condiciones expresas, cuyo incumplimiento supone el nombramiento de un tutor. La
madre puede, si testa, establecer en el testamento un tutor para los hijos que deja como
herederos121.
Pero los verdaderos problemas se suscitan con la filiación ilegítima, producido
por uniones sexuales ilegitimadas. Las obligaciones paternas de crianza, tutela, etc.,
para con estos “atales que no son dignos de ser llamados fijos porque son engendrados
en grand pecado”122, difieren sustancialmente de las obligaciones para con los
legítimos.
Engendran los omes fijos en sus mugeres, legítimos, e a las vegadas,
en otras, que lo non son. E en criar estos fijos ha departimento. Ca los fijos
que nascen de las mugeres, que han los omes de bendición, también los
parientes que suben por la liña derecha del padre como de la madre, son
tenudos de los criar. Esso mismo es, de los que nascen de las mugeres, que
tienen los omes por amigas manifiestamente en lugar de mugeres; non
aviendo entre ellos embargo de parentesco, o de Orden de Religión, o de
casamiento. Más los que nascen de las otras mugeres, assí como de adulterio
Partidas. Libro VII, Título VIII, Ley VIII.
Partidas. Libro VI, Título VIII, Ley XII.
119
Partidas. Libro IV, Título XIX, Ley III.
120
Partidas. Libro IV, Título XIX, Ley IV.
121
Partidas. Libro VI, Título XVI, Ley VI.
122
Partidas. Libro IV, Título XVII, Ley II.
117
118
44
La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
o de incesto, o de otro fornicio, los parientes que suben por la liña derecha
de partes del padre, no son tenudos de los criar, si non quisieren; fueras
ende si lo fizieren por su mesura, moviéndose naturalmente a criarlos e a
fazerles alguna merced, assí como farían a otros estraños, porque non
mueran. Mas los parientes que suben por liña derecha de partes de la madre,
también ella como ellos tenudos son de los criar, si ovieren riqueza con lo
que puedan fazer. E esto es por esta razón: porque la madre siempre es
cierta del fijo que nasce della, que es suyo; lo que non es el padre, de los que
nascen de tales mugeres123.
V. 4. 4. 3 Régimen económico del matrimonio
V. 4. 4. 3. 1 Introducción: tipos de regímenes económicos matrimoniales
Existen cuatro tipos de regímenes económicos matrimoniales que convivirán en
Castilla124, y que afectarán a la capacidad de obrar de la mujer casada: régimen de
gananciales125, de unidad126, de mitad127 o de separación128. En Las Partidas, a pesar de
que el régimen económico matrimonial se basa en la dote y en la “donatio propter
nuptias”, y de que disuelto el matrimonio cada cónyuge aparta para sí o para sus
herederos la parte que le corresponde tras el divorcio, libre de todo gravamen, se admite
la posibilidad de que a través del pacto o acuerdo los cónyuges establezcan la partición
de los bienes adquiridos durante el matrimonio.
Los bienes que conforman cualquier sistema económico matrimonial se pueden
encuadrar dentro de alguno de los siguientes grupos:
A. Bienes privativos (parafernales) – Existen unos bienes sobre los que no pesa
ningún gravamen paternal ni marital, que están a libre disposición de la mujer casada.
Estos bienes privativos de la mujer pueden ser retenidos como independientes sin
aportarlos al matrimonio, o bien pueden ser aportados para ayudar a sostener la familia.
Paraferna son llamados en griego todos los bienes e las cosas quier
sean muebles o rayzes que retienen las mugeres para sí apartadamente, e
non entrar en cuento de dote: E todas estas cosas llamadas en griego
paraferna, si las diere la muger al marido con entención que aya señorio
dellas mientras durare el matrimonio averlo ha; bien assí como de las que da
por dote. E si non las diere al marido señaladamente, nin fuere su intención
que aya el señorio dellas, siempre finca la muger por señora dellas. Eso
mismo seria quando fuesen en dubdas, si las diera al marido o non. E todas
estas cosas que son dichas paraferna, han tal privillejio como dote; ca bien
assí como todos los bienes del marido son obligados a la muger si el marido
Partidas. Libro IV, Título XIX, Ley V.
MARTINEZ GIJON, J. “El régimen económico del matrimonio”, A.H.D.E., XXIX, Madrid. 1959. Pág. 94
125
Fueros de Cuenca, Béjar, Zorita de los Canes, Plasencia, Teruel-Albarracín, Alcalá de Henares,
Brihuega, Fuentes de la Alcarría, Soria, Coria, Cáceres y Usagre.
126
Fueros de Cuenca, Béjar, Zorita de los Canes, Plasencia, Teruel-Albarracín y Soria.
127
Fueros de Daroca, Alcalá de Henares, Coria y Cáceres-Usagre.
128
Fueros de Cuenca, Béjar, Zorita de los Canes, Plasencia, Teruel-Albarracín y Soria. Las referencias
de las notas 125-128 se encuentran recogidos en: GÁMEZ MONTALVO, M.F “Régimen jurídico de la
mujer en la familia castellana Medieval” en Cuadernos de estudios medievales y ciencias y técnicas
historiográficas. Granada. 1998.
123
124
45
La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
enagena o malmete la dote, asssí son obligados por la paraferna a quien
quier que passe. Ca luego quel marido recibe la dote o las otras cosas que
son llamadas parafernas, son obligados por ende a la muger todos sus
129
bienes .
Lo normal es que, aunque queden en su propiedad, no pueda venderlos ni
enajenarlos sin el consentimiento y la supervisión del marido y la administración, por lo
general, suele ser conjunta, operándose con ellos en régimen de gananciales.
Si han sido aportados al matrimonio como dote y el marido pretendiese
enajenarlos, respondería con todos sus bienes. Esto supondría una garantía legal que
preservaría a la mujer de arbitrariedades y contribuiría a asegurar su capital en previsión
de cualquier contingencia. En conclusión y dentro del terreno patrimonial, la mujer
casada dispone con libertad de sus parafernales, lo que no sucede con la dote.
B. Bienes aportados por cada uno de los cónyuges – por un lado las donaciones del
marido a la mujer (propter/ante nuptias o arras); y por otro lado las donaciones de la
mujer al marido (dote). La novia aporta una dote al matrimonio y recibe unas arras del
novio. Ambos bienes permanecen improductivos durante el matrimonio, pues se
considera que serán el seguro de supervivencia de la mujer si queda viuda. Por esto,
tanto las arras como la dote no deben gastarse ni invertirse mientras viva el marido. La
mujer viuda puede usufructuar las arras siempre y cuando no vuelva a contraer nuevo
matrimonio. Si hace esto, las arras pasarán a los hijos del matrimonio anterior o
volverán a la familia del marido en el caso de no haber hijos. Por el contrario, no tiene
restricciones en el uso de su dote, que retornará a su familia si muere sin hijos. En el
caso de haber hijos del matrimonio, éstos son los herederos. La casada no puede
disponer de sus arras ni dote, cosa que, le está permitido a la viuda. Ésta, en el caso de
no tener ningún hijo con edad suficiente, capacitado para administrar el patrimonio,
debe encargarse de dicha administración hasta que su hijo alcance la mayoría. No nos
extenderemos más dado que esto ya ha sido estudiado en “Los presupuestos para el
matrimonio”.
C. Bienes gananciales o ganancias de consumo – Será el predominante en Castilla
donde se ponen en común todo o parte de los bienes del matrimonio. Con los productos
generados por los bienes se atiende a las necesidades de la familia y al término del
matrimonio se extingue la comunidad y se reparten los bienes. El marido y la mujer no
tienen en vida “bienes ramificados”, pues si bien la propiedad está separada, los
patrimonios de ambos cónyuges forman durante el matrimonio una masa unitaria
administrada por el marido en nombre de la comunidad conyugal.
Las Partidas no recogen el régimen de gananciales de una forma sistemática, sino que
sólo hacen referencia a él en cuanto afecta a la dote y a las arras. También encontramos
el reconocimiento de los bienes gananciales en otro texto de Las Partidas en un título
dedicado al adulterio, sintomático de la posición que estos bienes encontraban en el
129
Partidas. Libro IV, Título XI, Ley XVII.
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La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
matrimonio y de la función que la mujer ejercía dentro de él. De esta forma los bienes
que se ganaban “de consumo” entre los dos cónyuges serían los gananciales130.
Por lo que respecta a la enajenación de los bienes gananciales por parte del marido fue
regulado en las Leyes de Estilo, texto también Alfonsino. Estas leyes determinan que
sea el marido quien puede enajenarlos, siempre que fuera estrictamente necesario y no
actuase con malicia y ánimo de perjudicar a la mujer131. En Las Partidas se va más allá
y se establece además, que el usufructo de los bienes sea ilimitado y si la venta se
produce sin consentimiento de la mujer o con malicia por parte del marido, ésta puede
demandarlos al comprador, que pierde todos los derechos adquiridos sobre ellos132.
V. 4. 4. 3. 2 La propiedad familiar
Las Partidas establecen que los conciertos hechos por el marido y la mujer,
antes o después del matrimonio, respecto a los bienes, conforme a la ley o costumbre
del lugar en que se los otorgaron mutuamente, se tuvieran por válidos aunque
trasladasen después su domicilio o falleciesen en sitios en los que rigieran normas
diferentes. Las Partidas reconocen la existencia de normativas de ámbito local que
operan con valor de derecho por encima de la pretendida unidad y universalidad del
código alfonsino133.
Los bienes que componen el patrimonio común pueden ser aportados por los
cónyuges que a su vez lo han recibido en herencia anteriormente, sobretodo en el caso
del marido, o dotales en el de la mujer. También pueden haber sido adquiridos por el
matrimonio, en cuyo caso son considerados gananciales. Sin embargo su administración
es asumida plenamente por el marido que es el padre de familia. Incluso en el caso de
los bienes dotales, que podían permanecer como propiedad exclusiva de la esposa, el
marido obra con plena libertad, compensando a la mujer por la pérdida de éstos134. Así
ocurre con la masa de bienes que la mujer entrega al constituirse el matrimonio como
dote:
“En posesión debe meter el marido á
face, et otrosi la muger al merido de la dote
uno meta al otro en tenencia dello, todavía
poderoso de todo esto sobredicho, et de
la muger de la donación quel
quel da. Et como quier que el
el marido debe seer señor et
rescebir los frutos de todos
Partidas. Libro VII, Título XVII, Ley XV “…e demás desto deve perder la dote, e las arras que le
fueron dadas por razón del casamiento, e deven ser del marido…e si la la recibiere después assi, dezimos
que la dote, e las arras, e las otras cosas que tienen de consuno, deven ser tornadas en aquel estado que
era ante que el adulterio fuesse fecho…”.
131
Leyes de estilo 205: “Si alguno seyendo casado con alguna muger compró alguna heredad, o otra cosa
que ganó estando en uno con su muger, estos bienes que asi compró, puedelos vender el marido, si
mester le fuere, en tal que no lo faga el marido maliciosamente, maguer la muger haya su meytad en
aquella ganancia de lo que el marido había ganado, ó comprado”.
132
Partidas. Libro III, Título XVIII, Ley LVIII.
133
Partidas. Libro IV, Título XI, Ley XXIV.
134
BRUMONT, F., “L’exploitation paysanne en Vielle-Castille a la fin du XVI siècle” Congreso de
Historial Rural. Madrid, 1981. Págs. 139-160.
RUIZ GOMEZ, F., “Las formas del poblamiento rural en la Bureba en la Baja Edad Media: la villa de
Oña”. Madrid. 1988. Tomo II, pp. 909 y ss.
130
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La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
comunalmiente, también de lo que da la muger como de lo que da el marido
para gobernar a sí mesmo, et á su muger et á su compaña, et para mantener
135
et guardar el matrimonio bien et lealmiente” .
Aún así, la propiedad de los bienes de la mujer está protegida por el ordenamiento
bajomedieval al prohibir al marido la venta y enajenación de los mismos, en la medida
en que estas donaciones deben conservarse “porque si acaesciese que se departa el
matrimonio, que finque á cada una dellos quito et libre lo suyo para facer dello lo que
quisiere, ó á sus herederos si se departiese el matrimonio por muerte”136.
Disuelto el matrimonio por la muerte de uno de los cónyuges, el sobreviviente
viene obligado a partir los bienes adquiridos durante el matrimonio con los herederos,
hijos o parientes, del premuerto o bien a restituir los bienes que éste aportó para ayudar
a llevar las cargas matrimoniales. El estudio de la partición ha de hacerse en relación
con el régimen económico bajo el cual se constituyó el matrimonio137. Normalmente
los objetos de uso personal como el caballo, armas, vestidos, lecho matrimonial, joyas,
una bestia… se excluyen de la partición en beneficio del cónyuge sobreviviente para su
mejora. Y otros bienes resultan indivisibles como los siervos, las bestias, horno, molino,
lagar, árboles y castillos.
En definitiva y a modo de conclusión. Las Partidas, detallan más extensamente
la posición de la mujer casada que la de las solteras. Si bien, dentro de la vida conyugal,
regula con más detalle los múltiples aspectos económicos referentes a los esponsales y
al matrimonio, tanto que al status jurídico de la mujer casada.
Partidas. Libro IV, Título XI, Ley VII.
Partidas. Libro IV, Título XI, Ley VII.
137
MARTINEZ GIJON, J. “La comunidad hereditaria y la partición de la herencia”, A.H.D.E., XXVIIXXVIII, Madrid, 1957-58. pp. 221-303.
135
136
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La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
VI. CONCLUSIONES
La primera conclusión a la que llegamos es que: las mujeres no son, ante la ley,
iguales al hombre. La mujer está situada al lado de menores, ciegos, mudos, enfermos...
La legislación proporciona privilegios al hombre, y limita derechos a la mujer. Se
observa que está sometida a una tutela permanente del varón, y que presenta una
inferioridad destacada dentro del ámbito jurídico, proveniente de que se la concibe
también como inferior en el ámbito físico, psicológico e intelectual. Por muy alta que
sea la posición social que ocupe la mujer, siempre será considerada inferior a todo varón
aunque sea de clase inferior.
El status femenino estará determinado por el estado civil. La mujer tendrá un
tratamiento diferenciado en Las Partidas según esté soltera, casada o viuda. Si bien es
verdad que la protección que establecía la ley quedaba cuanto menos difuminada
cuando no se tenían muchos medios de fortuna. Todo lo referente al matrimonio y los
presupuestos para éste, pierden en la práctica su razón de ser cuando los futuros
contrayentes solo cuentan con lo básico para celebrar nupcias. Y sin embargo, cobran
vital importancia cuando hablamos de contrayentes con una elevada posición social y
recursos que proteger. Así pues vemos que no es del todo coincidente lo que la ley
establece y lo que ocurre en la realidad. Iure y facto, no vendrían a ser lo mismo.
Por lo que se refiere a la patria potestad, la mujer perderá todos sus derechos
sobre los hijos a favor de la autoridad paterna. La patria potestad será ejercida por el
padre, y a la madre solo se le atribuirán los gastos de lactancia y crianza hasta los tres
años. La madre solo accedería a la tutela cuando se produjera la disolución del
matrimonio, pero con la condición de no volver a casarse. No es así en cambio para el
varón que puede contraer nuevas nupcias sin perder la tutela de sus hijos.
Por último, hombres y mujeres tampoco tendrán igual tratamiento en lo que
compete a la figura del adulterio. El adulterio solo existirá para las mujeres, que son las
únicas que pueden deshonrar a su marido si quedan embarazas de otro hombre. El
marido no podrá ser castigado por una infidelidad hacia su esposa, que además no puede
declarar contra él en juicio en ningún caso.
La conclusión definitiva sería que el tratamiento que Las Partidas dan al hombre
y a la mujer dista mucho de ser igual, semejante o equitativo. Unas veces se protegerá a
la mujer por ser débil o inferior, y otras se la penará con mayor fuerza que al varón por
dañar el honor de éste, pero no por el suyo propio ya que el honor que tiene le vendría
determinado por su matrimonio.
Solo me quedaría mostrar mi más sincero agradecimiento a mi tutora Mª del
Carmen Sáenz Berceo, por su orientación y asesoramiento a lo largo de la composición
de este trabajo. En palabras de William Arthur Ward “El profesor mediocre dice. El
buen profesor explica. El profesor superior demuestra. El gran profesor inspira”.
49
La mujer en la Edad Media: su condición jurídica en Las Partidas
Bermejo Díaz. A
VII. BIBLIOGRAFIA Y PÁGINAS DE INTERES
BIBLIOGRAFIA
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www.wikipedia.org y www.rae.es a 17 Mayo de 2014
Todos los Fueros locales han sido consultados en el buscador digital de la Biblioteca Virtual Miguel de
Cervantes (www.cervantesvirtual.com).
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