C.N? 1293/98 “Ratti, Susana y ot. s/art. 174 inc. 2 CP” Juzg. Fed. n? 1. S. Martín Secretaría n? 3 (c. 1442) Sala I, Sec. 1. Reg: Poder Judicial de la Nación ///Martín, de noviembre de 1999. VISTOS; Y CONSIDERANDO: I.- La apelación deducida por la defensa de Susana Esther Ratti, contra la resolución de fs. 624/647, donde el Sr. Juez a quo decretara el procesamiento de la nombrada por considerarla prima facie coautora del delito de circunvención de incapaz, en dos hechos que concurren materialmente entre sí (arts. 45, 174, inc. 2?, y 55 del Código Penal), trabando embargo sobre sus bienes hasta cubrir la suma de treinta mil pesos ($ 30.000). II.- En la decisión recurrida el Magistrado instructor tuvo por acreditado en los términos del art. 306 del ritual, que Susana Esther Ratti desde fecha incierta y hasta el 8 de mayo de 1998, habría intervenido en el abuso de las necesidades de los incapaces (no declarados como tales) Héctor Alzzari y Hugo Gregorio Camaya, internados en el Hogar “San José” a su cargo, con el objeto de hacerles firmar sendos poderes legales para poder percibir sus haberes previsionales, lo que habría posibilitado que -simulado una donación referida- a la se asociación cooperadora desviaran hacia remuneraciones, en lugar de allí de la parte institución de esas entregarse en su totalidad a aquellos, generándoles un perjuicio patrimonial, al no poder percibir lo que realmente debían. III.- La defensa se agravia en que para el dictado de la decisión recurrida, el a quo sólo ha agregado -luego de la anterior resolución de mérito revocada por esta Alzada- la información médica producida a fs. 609/621 que no se notificó a las partes, respecto de la cual las conclusiones de la mayoría (constituida por los tres galenos del Cuerpo Médico Forense) son susceptibles de fundadas observaciones y reflejan divergencias no elucidadas con relación al criterio desarrollado por el restante experto que oficiara como perito de parte. Asimismo, vuelve a cuestionar la valoración que el juez de grado hiciera de las constancias de autos para concluir la responsabilidad de su asistida, en especial de la llamada telefónica anónima que diera origen a la causa, de aquella comunicación de igual tenor que -con posterioridadaportara datos a la instrucción, de los testimonios del personal del “Hogar San José”, por considerar a estos últimos teñidos de parcialidad en contra de su defendida, como así también respecto de las distintas manifestaciones de las propias víctimas Camaya y Alzzari de las cuales, según sostiene, surgen numerosas contradicciones. Por otra parte afirma, con relación al encuadre legal, que los hechos no admiten la calificación que se les asigna, además de que no se han probado ni constituyen delito alguno, toda vez que si bien Susana Esther Ratti aprobó y estaba al tanto de la instrumentación de los poderes para -2- Poder Judicial de la Nación C.N? 1293/98 “Ratti, Susana y ot. s/art. 174 inc. 2 CP” Juzg. Fed. n? 1. S. Martín Secretaría n? 3 (c. 1442) Sala I, Sec. 1. Reg: facilitar la gestión de los ancianos interesados, no estuvo ni se ocupó de la tarea concreta de tal otorgamiento. Además, entiende que la figura del art. 174, inc. 2?, supone que se haga suscribir un documento que por sí mismo produzca un efecto jurídico dañoso, sin que un simple poder como el firmado en autos pueda tener ninguna consecuencia dañosa intrínseca, pues no generaba obligaciones pecuniarias para los referidos internos sino, por el contrario, constituía una prestación lógica teniendo en cuenta el impedimento impuesto por las situaciones de Camaya y Alzzari. Es por ello que entiende que el a quo hace una interpretación extensiva del artículo citado, evocando en apoyo de su postura la opinión de Ricardo Nuñez y otros autores. Con respecto a los hechos posteriores a la firma de los poderes que, según el magistrado de la anterior instancia habrían consistido en el desvío de fondos ocasionando a los ancianos un daño patrimonial, sostiene el recurrente que aquello no se encuentra acreditado en el sub lite, toda vez que no es dable inducir de los elementos reunidos, ni las circunstancias de tiempo, ni la manera concreta en cada caso, ni los montos, ni la intervención específica de cada uno de los encartados en ellos, así como tampoco se podría acreditar el destino de tales sumas dinerarias. IV.- Teniendo en cuenta lo resuelto por esta Alzada en el decisorio de fecha 12 de noviembre de 1998, donde se revocara el auto cautelar decretado por la presunta comisión del delito de circunvención de incapaces contra Susana Esther Ratti y otros encartados, en la inteligencia de que no se encontraba aún acreditada prima facie la condición de incapacidad de los sujetos pasivos, cabe analizar previamente los informes de la junta médica glosados a fs. 609/621 que versan sobre ese punto en particular. En dicha pieza procesal, la mayoría integrada por tres miembros del Cuerpo Médico Forense, al hacer referencia a la lucidez mental de los examinados, entendida como un estado en el que las áreas intelecto-afectiva-volitiva no presenten alteraciones y permitan una buena relación del sujeto con sus circunstancias, señalan la necesidad de distinguir grados de lucidez de acuerdo a la complejidad del acto a realizar, ejemplificando la diferencia entre aquella requerida para pedir un vaso de agua, de la necesaria para decidir una acción que trasciende el presente y que tiene consecuencias futuras como lo es un acto de administración. Agregan, que para el último caso se requiere un estado de lucidez mental pleno, sin interferencias afectivas de importancia para permitirle al sujeto actuar con autonomía y decisión independiente. Continúan los galenos expresando que frente a una situación que interfiera dicha autonomía (por ejemplo limitaciones psicofísicas) la carga emocional displacentera va a interferir en la deliberación y en la -4- C.N? 1293/98 “Ratti, Susana y ot. s/art. 174 inc. 2 CP” Juzg. Fed. n? 1. S. Martín Secretaría n? 3 (c. 1442) Sala I, Sec. 1. Reg: Poder Judicial de la Nación decisión conductal haciendo que el individuo, ante una necesidad, busque ayuda o apoyo en terceros, sobre todo si los cree confiables y aún bajo presión de las circunstancias cuando se sienta desprotegido, para que lo ayuden a tomar la decisión volitiva esperada, lo que los torna en dependientes, influenciables y sugestionables. Prosiguen encuentran expresando perturbados que Camaya psíquicamente y (sin Alzzari ser se alienados) debido a sus situaciones históricas personales y a las minusvalías que presentan, padeciendo un déficit en su conciencia discriminativa y reflexiva que, junto a su pérdida de autonomía, los torna proclives a estados de sugestionabilidad e influenciabilidad, razón por la cual ante la sobrecarga afectiva displacentera que exhiben como consecuencia de sus estados de dependencia psicoemocionallas decisiones asumidas al tiempo de disponer actos de administración se encontraban animadas por una situación de dependencia o influenciabilidad que les impedían la toma de conciencia reflexiva, siendo -en ese lapso- verosímil que los examinados no contaran con la libre autonomía intelectivoafectiva-volitiva para otorgar actos de administración, concluyendo que, por tales situaciones, se vieron impedidos de tener un alcance mental necesario para enfrentar con total autonomía actos de administración consecuentes de sus determinaciones. y prever los riesgos Por su parte, el médico propuesto por la defensa, opinó en sentido contrario, dada la reticencia de ambos entrevistados a firmar un papel al momento de realizarse su examen psíquico y por el contenido de sus declaraciones vertidas en el expediente según las cuales, en el caso de Camaya (fs. 463), aquél inicialmente se negó a firmar el poder que se le pedía para percibir sus sueldos y luego se cansó de que le insistieran y lo suscribió. Respecto de Alzzari (fs. 298), sostiene que no surge de su deposición ante el Tribunal que hubiese sido víctima de presiones psíquicas o físicas para que firmara el poder, concluyendo que en ninguno de los dos casos se trata de personas fácilmente captables. Ante la disparidad de criterios sustentados en los informes referidos, corresponde merituarlos de acuerdo con las reglas de la sana crítica (cfr. art. 263, última parte del C.P.P.N.). En el caso de las conclusiones de la mayoría, integrada por tres galenos del Cuerpo Médico Forense, se advierte que se llegó a ellas no sólo a través del estudio de las respuestas recibidas en el interrogatorio practicado, sino también evaluando las situaciones históricas personales y las minusvalías físicas que padecían cada uno de los examinados; en cambio, el perito de parte extrajo sus conclusiones fundamentalmente de las respuestas recibidas por -6- Poder Judicial de la Nación C.N? 1293/98 “Ratti, Susana y ot. s/art. 174 inc. 2 CP” Juzg. Fed. n? 1. S. Martín Secretaría n? 3 (c. 1442) Sala I, Sec. 1. Reg: los nombrados al momento de la entrevista, en especial a partir de una prueba practicada en donde aquellos se negaban a firmar un papel a su requerimiento. Cabe señalar, en relación con esto último, que la apuntada reticencia a suscribir un documento resulta razonable teniendo en cuenta el perjuicio que la actitud opuesta les habría ocasionado con anterioridad, sin que pueda soslayarse que la solicitud del facultativo tuvo lugar en un contexto totalmente distinto a aquél en donde sucedieron los hechos y ya en el marco de una investigación en curso relacionada justamente con la suscripción de un documento. Además, la referida actitud se compadece con la circunstancia de que mentales tanto Alzzari alienantes, como sino Camaya no presentan perturbaciones cuadros psíquicas, las cuales no les habrían impedido -a través del recuerdo de lo ya vivenciado- el tomar en esta oportunidad una postura de desconfianza más acorde con la defensa de sus intereses. Resulta aquí oportuno aclarar, que precisamente la desconfianza mostrada en dichas circunstancias, por constituir una característica de la paranoia llevó a los peritos oficiales a dejar sentado que Camaya adoptó una “actitud y porte paranoico”, de modo que el motivo de su postura solo ha revelado un comportamiento en una determinada situación, mas no una “personalidad paranoide” como le atribuye la defensa; calificación por otra parte a la que ni siquiera arribó el propio perito disidente. De manera que, si el objetivo es tratar de precisar el grado de opacidad o claridad de la conciencia en relación al acto en cuestión, es decir, al momento del hecho, la sola actividad negativa antedicha no obsta a que en una ocasión anterior la voluntad haya sido fácilmente dominable, máxime si se tiene en cuenta que el nivel de conciencia no permanece constante, pues existen variaciones fisiológicas como, a modo de ejemplo, el sueño-vigilia y otras con carácter patológico, como la obnubilación y el coma. (Conf. M.S. Gisbert, F.A.. Verdú y R.Vicent, “Glosario de Psiquiatría Forense”, Pag. 45, Ed. Masson S.A. -Barcelona-). Por otro lado, debe repararse que en el caso de Camaya su negativa inicial a rubricar el documento en el lugar en donde estaba internado, y su posterior suscripción ante la insistencia de las autoridades del Hogar (conforme surge de su propia declaración a fs. 463), no pueden significar -como lo sostiene el perito de parte- que no se trate de una persona captable, sino más bien reflejan que hizo falta de un mayor esfuerzo para superar su voluntad, pero que aquello en definitiva se concretó. Con relación al nombrado el Dr. Do Pico inicia su disidencia admitiendo -aunque leve- un deterioro psíquico, propio de su edad y estado social, excluyendo tácitamente como causal -de adverso a lo sostenido por los peritos de la -8- Poder Judicial de la Nación C.N? 1293/98 “Ratti, Susana y ot. s/art. 174 inc. 2 CP” Juzg. Fed. n? 1. S. Martín Secretaría n? 3 (c. 1442) Sala I, Sec. 1. Reg: mayoría- la minusvalía física que padece. Adviértase al respecto que las deficiencias orgánicas o funcionales como los estados de parálisis o la ceguera, entre otras, ante la persistencia pueden autogobierno y repercutir sobre autoadministración la (Conf. capacidad J.A. de Gisbert Calabuig, “Medicina Legal y Toxicología”, Pag. 857, edición 4ta.; Ediciones Científicas y Técnicas S.A. -Barcelona-). Por tanto, contrariamente a lo que se sostiene en el memorial de la esmerada defensa, se deduce fundadamente que la minusvalía física como la que padecen Camaya y Alzzari pueden llevar a afectar la conciencia a un nivel de perturbación como para captar la voluntad; y con mayor razón atendiendo a determinadas circunstancias como la internación y que no tienen familiares. Respecto de Alzzari, el propio idóneo de parte, si bien afirma que no presenta una voluntariedad captable, señala -por el contrario- que se trata de un individuo que, por su ceguera y dado su carácter, posee una personalidad bondadosa, complaciente, benevolente, indulgente y sobre todo pasiva, pues depende en todo de un tercero, que puede ser cambiante o variable, circunstancias estas que, a criterio del Tribunal, sumadas las limitaciones físicas derivadas de la ceguera que padece y al déficit psíquico que presenta, de acuerdo a las fundadas razones expuestas en el informe de la mayoría, y a lo aquí expuesto sobre la influencia en este contexto de las enfermedades minusvalentes, tornan también al último de los nombrados susceptible de ser captado fácilmente. Finalmente, es preciso puntualizar, que si bien es cierto que los peritos oficiales al ilustrar sobre los distintos niveles de conciencia, el último que ubican como conciencia reflexiva y asignan preponderancia, no se encuentra en la obra que citan, no es menos exacto que en definitiva lo que importa es que cuando -como pudo ocurrir en este caso- se incorpora una idea o un pensamiento al margen de la crítica y de la razón, o sea, no “por arriba de la conciencia” sino por la vía inferior “irreflexiva”, hay sugestibilidad, característica propia de quienes no disponen de una buena organización mental capaz de captar contradicciones y decisiones por lo más conveniente, siendo consecuentemente fácilmente influenciables por personalidades más fuertes (Conf. Vicente P. Cabello, “Psiquiatría forense en el derecho penal”, T. 2-B, Pags. 169/171). Y si la conciencia integradora permite relacionarse “reflexivamente” con su entorno, conforme todo lo dicho, no parece que ello pudo haber ocurrido en el momento del hecho. Sentado cuanto precede, es dable colegir que la postura de la minoría -en cuanto apoyada en las referidas actitudes- pierde sustento ante las fundadas afirmaciones de los tres médicos forenses, todo lo que lleva a esta Sala a -10- C.N? 1293/98 “Ratti, Susana y ot. s/art. 174 inc. 2 CP” Juzg. Fed. n? 1. S. Martín Secretaría n? 3 (c. 1442) Sala I, Sec. 1. Reg: Poder Judicial de la Nación compartir las conclusiones de los últimos y tener por acreditada -con la provisionalidad que requiere este estadio procesal- la situación de incapacidad de los ancianos Camaya y Alzzari, en los términos del art. 174, inc. 2?, del Código Penal. V.- Establecida por tanto, con el alcance de esta etapa y con la incorporación del informe referido, la disminución psicofísica de Camaya y Alzzari, que los colocara en condiciones de inferioridad -en el momento del hecho- para resistir la voluntad de un tercero que los pudiera inducir a realizar determinada actividad, corresponde analizar los demás agravios de la defensa con relación al auto recurrido. Respecto de las llamadas telefónicas anónimas mediante las cuales se diera origen a estos autos, cabe señalar el reiterado criterio del Tribunal en cuanto a su entidad -como simple estado de sospecha o mero anoticiamiento de la existencia de una posible conducta ilícita- para motivar una requisitoria Fiscal que dé legítimo comienzo a la instrucción, conforme lo exige la ley ritual -art. 195- (Cfr. en tal sentido, causas 934/95 “Post, Eugenio s/inc. de nulidad” de fecha 15/8/95, reg. 3737; causa 924/95 “Inc. de nulidad promovido por el Dr. Sagretti”, de igual fecha, reg. 3738; causa 1235/95 “Inc. de nulidad prom. por el Sr. Defensor Oficial” de fecha 19/9/95, reg. 3767; causa 1691/95 “Inc. de nulidad promovido por la defensa de Daniel Héctor Antonietti y Andrés Eduardo Antonietti”, de fecha 19/12/95, reg. 3835, causa 856/96 “Incidente de nulidad promovido por el Dr. Olmo”, de fecha 8/8/96, reg. 3941; causa 244/97 “Olivera, Eduardo s/inc. de nulidad”, de fecha 29/4/97, reg. 4114; causa 776/97 “Inc. de nulidad”, de fecha 24/7/97, reg. 4185, todas de la Secretaría Penal n? 1 y causa 922/95 “Caru, Rosana s/nulidad” de fecha 15/8/95, reg. 615 de la Secretaría Penal n? 3, entre muchas otras). En lo que hace al posterior llamado anónimo al que alude el recurrente (fs. 200), debe apuntarse que una vez promovida la instrucción por el órgano pertinente y ya en manos del juez, ante cualquier información recibida que pueda resultar de interés para la instrucción, salvo que tuviese un origen ilegítimo, aquél -como director del proceso- puede orientar la pesquisa de la forma que considere más adecuada para el descubrimiento de la verdad material. VI.- Sobre los testimonios del personal del Hogar “San José” parcialidad que incriminan a Susana Esther Ratti cuya alega la defensa, debe señalarse que si bien ellos resultaban empleados a cargo de la causante, no se advierte -por el momento y por ésa sola circunstancia- que sus relatos, en cuanto atañen al manejo de la cooperadora del Hogar y a la intervención que en él tendría la encartada, puedan estar teñidos de parcialidad, toda vez que las circunstancias por ellos destacadas en este punto a fs. 208, -12- C.N? 1293/98 “Ratti, Susana y ot. s/art. 174 inc. 2 CP” Juzg. Fed. n? 1. S. Martín Secretaría n? 3 (c. 1442) Sala I, Sec. 1. Reg: Poder Judicial de la Nación 209, 212, 217, 220 y 222, encuentran -en principio- correspondencia con lo referido por los propios internos Alzzari y Camaya y a su vez con otras constancias del legajo (vid. declaración fs. 6/9 del suboficial Félix Barros, constancia de fs. 159 relativa al listado de internos que “deben” aportar a cooperadora y declaración de fs. 198/199). Adviértase especialmente que existieron otros casos de internos o familiares de ellos que depusieron en autos, que si bien manifestaron estar conformes con aportar dinero a la cooperadora del hogar, expresaron que aquellos no eran voluntarios (vid. decl. Ramón Gómez a fs. 296 y Silvia Beatriz Ameglio a fs. 573). VII.- En relación a la inteligencia que el a quo diera a la resolución 221/90 emanada del Consejo del Menor y la Familia, más allá de los alcances que pueda otorgársele, no existen dudas de que aquella prohíbe la imposición imperativa de un pago a la cooperadora por parte de los internos. VIII.- En lo que respecta a las alegaciones formuladas por Ratti a fs. 412/419, cabe señalar que su versión desincriminante no puede enervar la prevalencia de los elementos convictivos de cargo antes reseñados, suficientes para sustentar el dictado de una medida de cautela personal en su contra, además de advertirse una contraposición en sus dichos en una parte sustancial con lo manifestado por Myriam Teresa Noguera a fs. 421/427 quien sostiene que Lorenzo le suministraba a Ratti lo recibido a nombre de Camaya y Alzzari y el cincuenta por ciento de los haberes quedaban para la cooperadora, entendiendo que los internos habrían manifestado su conformidad al servicio social y el dinero restante permanecía en la caja fuerte para los gastos de los mismos quienes, conforme a sus necesidades lo solicitaban, mientras que Ratti afirma -por el contrario- que ni bien recibía los haberes por parte de Lorenzo, ella se los daba a los referidos internos para que personalmente abonaran a la cooperadora, extremo enfáticamente negado por aquellos y que -a su vez- no condice con el resto de las probanzas ya enunciadas. Las constancias antes referidas permiten, por tanto, concluir que la nombrada resulta prima facie coautora del delito de circunvención de incapaces previsto por el art. 174. Inc. 2? del C.P., reiterado en dos oportunidades, por su intervención en hacerles firmar, en abuso de sus necesidades, a Alzzari y Camaya (incapaces no declarados) sendos poderes en favor de Lorenzo para que aquél pudiese percibir sus haberes jubilatorios para luego entregárselos a la causante, quien -al menos- retenía la parte correspondiente a la cuota de la cooperadora, provocando a los nombrados una disposición patrimonial perjudicial. IX.- Cabe señalar, ante los agravios de la defensa, -14- Poder Judicial de la Nación C.N? 1293/98 “Ratti, Susana y ot. s/art. 174 inc. 2 CP” Juzg. Fed. n? 1. S. Martín Secretaría n? 3 (c. 1442) Sala I, Sec. 1. Reg: que la firma del poder, por sí sola implicó daño para los ancianos, toda vez que los elementos incorporados al legajo permiten concluir -al menos con el alcance de esta etapa- que el único objeto de su suscripción no podía ser otro que el de retener compulsivamente parte de sus haberes con destino a la cooperadora del Hogar. Así resultan relevantes las manifestaciones del propio Alzzari a fs. 32/33 en cuanto a que antes de que aquél extendiese el mandato en favor de Lorenzo lo acompañaban al banco donde debía cobrar y no le daban todo el dinero de su jubilación, pues parte de él se lo quedaba una persona del Hogar, y que luego de haber firmado el poder a Lorenzo empezó a retirar “con cuentagotas” su haber, el cual primero se lo entregaba Ratti y luego Leticia Erario, afirmando que nunca le proporcionaron más de la mitad, sin que hubiese autorizado a que una parte de su jubilación fuera entregada a la cooperadora del Hogar. También corresponde destacar -como un elemento másque luego de firmado el poder los beneficiarios se vieron privados de percibir libremente sus haberes previsionales, quedando además obligados al pago, ya sea en forma directa o indirecta de los viáticos del apoderado, conforme sostieneentre otros- tanto Lorenzo como Ratti que se efectuaban (v. fs. 412/419 y 539/445). X.- En relación a los hechos posteriores a la firma de los mandatos, esto es el desvío de fondos que se hacia a la cooperadora, si bien es dable afirmar, por la prueba testimonial mencionada y por el propio reconocimiento de los imputados, que se destinaron parte de los haberes de Alzzari y Camaya a dicha asociación (aunque en el caso de los encartados ellos sostienen que tal afectación fue con el consentimiento de los nombrados), corresponde que el Sr. Juez a quo, a través de los recibos respectivos secuestrados en la causa determine con mayor precisión el monto total de lo receptado en ese concepto por cada uno de los damnificados desde el momento de la suscripción de los poderes en cuestión. Sentado cuanto precede, corresponde homologar la decisión recurrida. XI.- Por último, se advierte que a fs. 226, 244/246 y 247/248, se agregaron actuaciones que corresponderían, en el primer caso, a otra causa del juzgado, y en los dos últimos a sumarios en trámite ante otros órganos jurisdiccionales, por lo que corresponde que el Sr. Juez de grado disponga su desglose para su agregación a los respectivos legajos. Por ello, el Tribunal RESUELVE: I.- CONFIRMAR la decisión apelada en cuanto fuera materia de recurso. II.- INDICAR al Sr. Juez de grado que proceda al -16- Poder Judicial de la Nación C.N? 1293/98 “Ratti, Susana y ot. s/art. 174 inc. 2 CP” Juzg. Fed. n? 1. S. Martín Secretaría n? 3 (c. 1442) Sala I, Sec. 1. Reg: desglose de las constancias agregadas a fs. 226, 244/246 y 247/248 a los fines señalados en el considerando XI. Regístrese, notifíquese y devuélvase. Reg. N? 4764 Firmantes: Dres. BARRAL-LUGONES-FOSSATI Sec. actuante: Dr. Culotta (Sec. 1) Fecha: 4/11/99