El crimen y el castigo

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El crimen y el castigo
F R A N C IS C O J . C IO C C H IN I
"The approach taken here follows the economists usual analysis of choise and assumes that a person commits an offense if the expected
utility lo him exceeds the utility he could get by using his time and other resources at other activities. Some persons become "criminal?,
therefore, not because their basic motivation differs from that of other persons, but because their benefits and costs differ. "
"
Crime an Punishment"
GARY BECKER
"Si todo lo hice am pleno conocimiento de causa y no estúpidamente, si tenía un fin definitivo y trazado en forma neta. ¿Cómo es
posible que no haya mirado ni siquiera dentro del monedero para saber qué beneficio me reportaba el asunto; y en virtud de qué me he
atraído todos estos tormentos y he cometido deliberadamente un acto tan bajo, tan cobarde, tan innoble?"
"
El crimen y el castigo"
FEDOR DosTOIEWSKI
1. INTRODUCCION
El objetivo del presente trabajo es hacer un
análisis crítico de los resultados a los que llega el
economista
Gary
Becker1
al
aplicar
el
instrumental de la teoría económica convencional
al problema de la conducta ilegal del hombre, y
compararlos con algunas de las posiciones
sustentadas por la doctrina penal.
En primer lugar se expone el enfoque del problema efectuado por Gary Becker (en adelante,
GB), presentando un modelo desarrollado en su
famoso artículo "Crime and Punishment".2 Luego
de establecer las ecuaciones y las condiciones de
óptimo, se analizan algunas de las implicancias del
modelo para la legislación penal.
En segundo lugar se realiza una serie de
comentarios
críticos
a
las
conclusiones
establecidas a partir del modelo, teniendo en
cuenta las opiniones de parte de la doctrina
penal, tanto nacional como internacional.
Finalmente se detallan algunas conclusiones de
carácter general acerca de la validez del enfoque
beckeriano.
II. EL ANÁLISIS BECKERJANO DE
LA CONDUCTA ILEGAL
II. 1) Consideraciones preliminares
Antes de comenzar formalmente con el análisis
del tema efectuado por GB, es ilustrativo exponer,
con palabras del mismo GB, cuál fue la causa que
originó el inicio de su pensamiento sobre la cuestión que nos ocupa:
"Comencé a pensar acerca del crimen en los 60
luego de manejar hasta la Universidad de Columbia
para tomar un examen oral a un estudiante de
teoría económica. Llegaba tarde y tuve que decidir
rápidamente si dejar el auto en un estacionamiento
o correr el riesgo de soportar una multa por estacionar ilegalmente en la calle. Calculé la probabilidad de ser multado, el monto de la pena, y el costo
de dejar el auto en el estacionamiento. Decidí que
era conveniente correr el riesgo y estacionar en la
calle (no fui multado).
Mientras caminaba las pocas cuadras hacia el aula de examen se me ocurrió que las autoridades de la
ciudad habían probablemente actuado en base a un
análisis similar. La frecuencia de sus inspecciones
de vehículos estacionados y el monto de la penalidad impuesta a los violadores dependería de sus
estimaciones acerca del tipo de cálculos que ha-rían
los violadores potenciales como yo. Por su-puesto,
la primera cuestión que le formulé al des-venturado
alumno fue que encontrara la conducta óptima de
ambos, los violadores y la policía...3
De la cita precedente se desprende claramente la
característica fundamental del análisis beckeriano,
que consiste en aplicar a todo tipo de actividades
humanas la metodología de la teoría económica
convencional. Esta se funda en la racionalidad de la
conducta humana, entendiendo por racionalidad
simplemente una conducta consistente en la
45
maximización de una función bien ordenada, tal
como una función de utilidad o beneficio.4
Aplicar esta idea al tema que estamos tratando
implica suponer que los individuos se vuelven criminales cuando los beneficios, monetarios y de
otro tipo, obtenidos por el ejercicio de actividades
ilegales son superiores a los obtenidos trabajando
legalmente, teniendo en cuenta la probabilidad de
captura y condena, y la severidad del castigo correspondiente.5
La pregunta principal que trata de contestar
GB es la siguiente: ¿Cuántos recursos y cuánto
castigo deberían ser utilizados para hacer cumplir
distintos tipos de legislación? O dicho de otro
modo: ¿Cuántos crímenes deberían ser permitidos
y cuán-tos criminales deberían quedar sin
castigo?.6
Para contestar esta pregunta, GB desarrolla un
modelo que exponemos en forma resumida a continuación, dejando su desarrollo formal para el
apéndice de este trabajo.
sis de la teoría de la elección, asume que una persona comete un crimen si su utilidad esperada es
superior a la utilidad que podría obtener si utilizara
su tiempo y otros recursos para realizar otras actividades. Por lo tanto, algunas personas se vuelven
criminales, por la sencilla razón de que sus costos y
beneficios difieren de los de las demás personas.
Por lo tanto, este enfoque implica que hay una
función que relaciona inversamente el número de
crímenes que una persona está dispuesta a cometer con la probabilidad de que sea condenada y el
castigo en caso de condena. Como el número total
de crímenes es la suma del número de crímenes
cometidos por los individuos, se puede obtener una
función agregada con las mismas propiedades que
las funciones individuales.
(3) 0 = O(p,f)
II. 2) El modelo
En primer lugar se presenta una función de
costo neto o daño sufrido por la sociedad, que no
es más que la diferencia entre el mal social
causado por el crimen y el valor social de la
ganancia que los criminales obtienen con sus
actos. Tanto el mal social como la ganancia de los
criminales se suponen funciones crecientes del
número de crímenes.
(1) D(0) = H(0) - G(0) donde: D(0) es el daño sufrido por la
sociedad.
H(0) es el mal social.
G(0) es el valor social de las
ganancias de los criminales.
0
es el número de
crímenes.
En segundo lugar, se describe el gasto en policías y jueces como una función creciente de su nivel de actividad. Este se puede aproximar por el
número de condenas, que a su vez puede
estimarse a partir del número de crímenes y de la
probabilidad de que un crimen sea clarificado y
provoque una condena.
(2) C - C(p,O)
donde: C
es el gasto en policía
y jueces.
P
es la probabilidad de que
se obtenga una condena.
En tercer lugar, GB sostiene, que más allá de las
distintas teorías acerca de los determinantes del
número de crímenes, prácticamente todas coinciden en que, ceteris paribus, un aumento en la
probabilidad de condena, o en la gravedad del
castigo en caso de condena, disminuirá
generalmente el número de crímenes cometidos
por un individuo.
El enfoque utilizado por GB, siguiendo el análi
46
donde: 0 es el número total de
crímenes.
p es un promedio ponderado de
las probabilidades de c/u de
los individuos.
f es un promedio ponderado de
los castigos por crimen.
En cuarto lugar, se tiene en cuenta los costos de
los diferentes castigos asociados a los distintos tipos
de cielitos. Para hacer comparables los costos de los
distintos castigos, se los convierte en su "equivalente" monetario. Así, en el caso de multas, el costo
está directamente medido por el monto de la multa.
En cambio, el costo de encarcelamiento, se mide
por el flujo descontado de los ingresos perdidos más
el valor asignado a las restricciones en el con-sumo
y la libertad. En este caso, el costo para cada
criminal será mayor cuanto mayor sea el período de
prisión, pues tanto los ingresos perdidos como el
consumo al que se renuncia están positivamente
relacionados con la longitud de la sentencia.
Pero los castigos no afectan solamente a los criminales, sino también a otros miembros de la sociedad. Por ejemplo, se requieren gastos en guardias
para las cárceles, personal de supervisión, etc., que
son financiados por toda la sociedad. Por lo tanto, el
costo social total de los castigos es el costo para el
criminal más el costo o menos la ganancia de otros
miembros de la sociedad.
Se puede entonces establecer una función que
relacione el costo social de los castigos con el costo
para el criminal.
(4) f = bf
donde:
f es el costo social de los
castigos.
f es el costo para el criminal b
es el coeficiente de
conversión de f en f.
El valor de b variará según el tipo de castigo. Por
ejemplo, para las multas será b = 0 porque el costo
para el criminal es un ingreso para el Estado
(su-poniendo costos de cobro despreciables). En
cambio b > 1 para cualquier crimen que
provoque un costo social mayor que el del
criminal, como por ejemplo tortura, prisión, etc.
II. 3) Condiciones de optimalidad
Para encontrar el óptimo social, GB asume que
la sociedad posee una función que mide la
pérdida social que provocan los crímenes. Esta
función puede expresarse en forma simple de la
siguiente manera:
(5)
L = D(0) + C (p,0) + bfpOdonde: L
es la pérdida social
bfp0 es la pérdida social
total por los castigos,
pues bf es la pérdida
por cada crimen
castigado y pO es el
número de crímenes
castigados.
Las variables que la sociedad puede controlar
di-rectamente son: el monto gastado en combatir
el crimen, C; el castigo por crimen para los
condena-dos, f; y la forma de los castigos,
representada por b. Sin embargo, conveniencias
analíticas sugieren que es preferible considerar
como variable de decisión a p y no a C. También
se supone que b es una constante superior a
cero. Por lo tanto, p y f serán las únicas variables
de decisión.
El problema planteado es el siguiente:
(6)
Min L = D(0) + C(p,O) + bfp0
Las condiciones de primer orden se obtienen
derivando L respecto de f y de p e igualando a cero :'
(7)
Lf-D'Of+C'Of+bpfUf+bpO0
(8)
LpD'Op+C'Op+Cp+bpfOp+btO=0
Y para Of y Op distintos de cero se obtiene:
(9) D' + C' _ -bpf(1-1/Ef)
donde:
Ef = (-f/0) 0f
(10) D'+C'+Cp(1/Op)-bpf(1.1/Ep)
donde:
Ep=(-p/O)Op
El término izquierdo de la ecuación (9) es el
costo marginal de aumentar el número de crímenes (0) a través de una reducción en el castigo (f).
El mismo concepto corresponde al término izquierdo de la ecuación (10), pero en este caso
por una reducción en la probabilidad de que se
obtenga una condena (p). El término derecho de
la ecuación (9) es el "beneficio" marginal de
aumentar 0 a través de una baja en f. Lo mismo
ocurre con (10) respecto de una baja en pe.
De las ecuaciones (9) y (10) se deduce que el
óptimo se da en un punto en el cual se cumple: Ef y
Ep menores que uno y Ep > Ef (ver apéndice).
Obsérvese que el óptimo corresponde a un punto en
el cual un aumento en la probabilidad de condena
disminuye el número de crímenes en una proporción
mayor que un aumento en los castigos para el
condenado. Puede demostrarse que la condición Ep >
Ef significa que los criminales tienen, en el margen,
preferencia por el riesgo,9 lo cual implica que, en el
margen, las actividades ilegales producen un ingreso
real menor que el que podría recibirse por actividades
legales menos riesgosas. En consecuencia, la pérdida
social se minimiza si p y f se eligen de manera tal que
los criminales tengan, en promedio, preferencia por
el riesgo.
Obsérvese, sin embargo, que si el número de crímenes (0) dependiese solamente del producto pf —lo
cual implica que los criminales son neutrales frente
al riesgo— una reducción en p "compensada" con un
aumento de f en la misma proporción, dejaría
inalterado pf y por lo tanto 0, D(0) y bfo0, pero
reduciría C(p,O) debido al aumento de p. En este
caso, la pérdida social se minimizaría disminuyendo
p arbitrariamente hasta un valor cercano a cero y
aumentando f lo suficiente como para que el
producto pf provocase el número de crímenes
óptimo. Esta conclusión se refuerza si los criminales
tienen aversión al riesgo, pues en este caso la
reducción "compensada" en p reduciría no sola-mente
C(p,O) sino también 0 y por lo tanto D(0) y bfp0.
II. 4) Ajustes ante cambios en las relaciones de
conducta
Un aumento en el daño marginal para un número
dado de crímenes [D'(0)] aumenta el costo marginal
de alterar el número de crímenes tanto por cambios
en f como en p. El número óptimo de crímenes
descenderá porque los valores óptimos de p y f
aumentan.'°
Si bien es difícil comparar objetivamente el daño
causado por distintos crímenes, es fácil ver que un
asesinato o una violación hacen más daño a la
sociedad que el robo de un auto. GB concluye que si
los otros componentes de la función de pérdida
fueran los mismos, la probabilidad óptima de captura y condena (p), y el castigo para el condenado (f)
deberían ser mayores cuanto mayor fuese la
gravedad del delito.
Un aumento de los dos componentes del costo
marginal de captura y condena (C' y Cp) debe provocar un aumento en el valor óptimo de f, pero no
necesariamente ocurrirá lo mismo con p y 0, que
podrán aumentar o disminuir.
Un aumento de los salarios de los policías incre-
47
mentará C' y Cp, mientras las mejoras
tecnológicas incorporadas por las fuerzas del
orden los disminuyen. El modelo implica que si
bien un mejora-miento tecnológico puede o no
aumentar el valor óptimo de p y reducir el de 0,
seguramente reducirá el valor óptimo de f, y así la
necesidad de recaer en castigos severos para los
condenados. GB sostiene que probablemente esto
explique por qué el mejoramiento secular de la
tecnología policial ha ido de la mano con la
secular reducción de las pe-n as.
Se sabe que una empresa que pueda dividir su
mercado total en submercados con diferentes
elasticidades de demanda maximizaría sus
beneficios cargando precios más altos en los
submercados con demandas más inelásticas. De
manera similar, pero en forma inversa, si el
"mercado" total de crímenes pudiese separarse en
"submercados" con diferencias significativas en
sus elasticidades de "oferta" de crímenes (Ef y Ep),
el modelo desarrollado aconsejaría cargar menores
"precios" —menores p y f— en los mercados con
menores elasticidades para reducir así la pérdida
social.
A veces es posible separar a las personas que
cometen el mismo crimen (el mismo "mercado"),
en distintos subgrupos ("submercados"). Por
ejemplo, dentro del grupo de asesinos, es de
esperar que el subgrupo de asesinos que matan
sin premeditación tengan una elasticidad menor
que el resto frente a cambios en p y f ya que
actúan en forma impulsiva. Igualmente, dentro de
la totalidad de los criminales se pueden distinguir
subgrupos de insanos y de menores, que
probablemente tengan menos noción de las
consecuencias futuras de sus acciones, y por lo
tanto, menores elasticidades de respuesta.
GB afirma que la tendencia, durante el siglo XX,
hacia una menor duración de las penas de privación de la libertad y hacia un mayor uso, tanto de
la libertad condicional como de las terapias de resocialización para los subgrupos antes mencionados, parece estar en línea con los resultados del
modelo. Más aún, el alejamiento de la doctrina de
"un castigo dado para un crimen dado" pareciera
ser, al menos en forma amplia, consistente con las
implicancias del análisis de optimalidad.
II. 5) El modelo y sus implicancias en
favor de las multas
Anteriormente observamos que una de las
variables de decisión del gobierno es b, que hace
referencia a la forma de imponer un castigo. En
esta sección se analizan las implicancias del
modelo respecto a las multas, que suponen una
elección de b = O. Se trata de averiguar si el hecho
de que en muchos países las multas son la forma
de castigo pre-
48
dominante (con otro tipo de castigos reservados para
crímenes de mayor gravedad), es un mero accidente o
responde a alguna razón lógica. Las conclusiones a
las que arriba GB son las siguientes:
—Las multas, para la sociedad, son un gasto de
transferencia (del criminal al Estado). En cambio,
otros tipos de castigo, como la prisión, provocan
pérdidas de recursos, ya sea en la forma de gastos
(salarios de guardias, etc.) o bien en la forma de
tiempo perdido.
—Las multas facilitan el cálculo de los valores de p
y f, pues las condiciones de optimalidad dejan de
depender de las elasticidades de respuesta frente a
los cambios en p y f, y por lo tanto se evita el problema de estimarlas.
— Las multas compensan a las "víctimas" (la sociedad) y, en el margen, restablecen el statu quo ante,
con lo cual, la sociedad no está peor que si el delito
no se hubiese cometido. Los otros castigos no
solamente fallan al compensar sino que además
provocan "víctimas" en las cuales se siguen gastan-do
recursos. Así, suele considerarse que los ex-prisioneros no "cumplieron" con la sociedad y, por lo
tanto, éstos siguen recibiendo castigos, tanto legales
(restricciones en sus oportunidades económicas)
como informales (dificultades para su reinserción
social). Esto genera, además, gastos de recursos para
permitir la resocialización de los ex-convictos
(consultas al psicólogo, etc.)
—A veces se argumenta en contra de las multas
diciendo que son inmorales porque permiten que los
crímenes sean comprados por un precio, de la misma
manera que las mercancías. Una multa puede ser
considerada el precio de un crimen, pero lo mismo
puede decirse de cualquier otra forma de castigo, por
ejemplo, el "precio" de robar un auto puede ser seis
meses de cárcel. La única diferencia se encuentra en
la unidad de medida: las multas son precios medidos
en unidades monetarias, mientras que la cárcel es un
precio medido en unidades de tiempo.
— Las multas óptimas dependen solamente del mal
social causando [H(0)] y del costo en fuerzas de
seguridad y jueces [C(p,0)] y no de la posición
económica del criminal. Esto ha sido criticado como
injusto, y algunos han propuesto multas proporcionales a los ingresos (por ejemplo: J. Bentham). Si
el objetivo es minimizar la pérdida social, y no tomar
venganza o hacer mal al criminal, entonces las
multas deberán depender del mal que hicieron los
criminales, y no directamente de sus ingresos, raza,
sexo, etc. De la misma manera, el valor monetario de
las sentencias de prisión óptimas y otros castigos,
dependen del mal, costo y elasticidades, pero no directamente del ingreso del criminal.
—Otro argumento esgrimido en contra de las
multas es que ciertos crímenes, como los asesinatos y las violaciones, son tan atroces, que
ninguna cantidad de dinero podría compensar
por el mal ocasionado. Este argumento es
meritorio y puede considerarse como un caso
especial del principio más general de que las
multas no pueden utilizarse exclusivamente cada
vez que el mal excede los re-cursos del criminal.
En estos casos, la víctima no podrá ser
plenamente compensada por los criminales, y las
multas deberán ser complementadas con prisión
u otros castigos. Esto explica por qué la cárcel y
otros castigos son utilizados para los crímenes
más graves: el mal causado es muy grande y los
criminales no tienen recursos suficientes para
compensar. De este análisis se desprende que si
algunos criminales pudieran pagar una multa por
un crimen determinado y otros no, los primeros
deberían ser castigados solamente con multas
mientras los últimos, en parte con multas y en
par-te con otros métodos (prisión, etc.). La
justicia o injusticia de estas medidas dependerá
del tiempo de la condena a prisión comparado
con la multa exigida.
III) COMENTARIOS CRITICOS A
LAS CONCLUSIONES DE GARY BECKER
—La primera conclusión obtenida por GB está
en línea con lo que sostiene generalmente en la
doctrina penal, a saber: que es necesaria una
cierta proporción entre los delitos y las penas. Ya
en 1764, en el famoso libro de Beccaria11 se
hacía ex-presa referencia a este tema:
"No sólo es de interés común que no se cometan
delitos, sino también que sean más raros en
proporción al mal que irrogan a la sociedad. Por lo
tanto, deben ser más fuertes los obstáculos que
aparten a los hombres de los delitos, a medida que
sean más contrarios al bien público... Por
consiguiente debe haber una proporción entre los
delitos y las penas. La verdadera medida de los
delitos [es] el daño a la sociedad".
Como indica Soler,12 la pena importa siempre,
en su primer momento, una coacción moral por
la cual se ponen contramotivos a la comisión del
delito. Este aspecto de la pena plantea al
legislador la primera tarea delicada, que consiste
en una valoración prudente y adecuada de las
magnitudes penales.13 Para determinarlas, se
atribuye un valor al bien jurídico perjudicado y se
lo pone en relación con el disvalor de los males
causados por el autor del delito. "Esta proporción
tiene un límite natural en la vida misma del
castigado, y además límites culturales que para el
derecho obran también como límites naturales"14
—Si bien es cierto que existe una correlación entre
el avance tecnológico y la reducción de los castigos,
no es para nada claro que las razones sean las que el
modelo beckeriano indica (caída en los costos
marginales de captura y condena de los delincuentes). Según otros autores, sería más lógico
suponer, que esa correlación obedece a otro fenómeno ya observado por Hippel: que "el sistema de
las penas se atenúa en los períodos de más alta civilidad y seguridad jurídica. Al contrario, los riesgos
culturales y políticos conducen a una retribución
más rígida".15 También Beccaria es de la misma opinión: "...a medida que los ánimos se suavizan en el
estado de sociedad, crece la sensibilidad, y al crecer
ésta debe disminuir la intensidad de la pena". 16
—GB deduce, a partir del modelo, que sería óptimo disminuir las penas (y las probabilidades de
arresto y condena) para los insanos, menores y delincuentes impulsivos. El razonamiento se basa en el
hecho de que es esperable una menor elasticidad de
reacción de estos grupos. Así se podría explicar la
tendencia a la caída en la duración de las penas de
privación de la libertad y el mayor uso de la libertad
condicional y las terapias de rehabilitación.
Efectivamente, esta tendencia se ha dado y es
apoyada firmemente por gran parte de la doctrina
penal. Sin embargo, los fundamentos de la propuesta son muy distintos.
"El Estado rechaza el empleo de algunos medios penales, solamente por considerar que aquellos, en vez de
evitar delitos futuros, los favorecen, creando causas,
principalmente psicológicas de delincuencia... La aplicación de la pena tiene efectos preventivos de orden general, en cuanto muestra a los malvados la efectividad
del mal amenazado, evita los hechos de venganza, etc.
Pero el mayor influjo que ella debe ejercer es sobre el delincuente... En consecuencia, la pena, en el momento de
su aplicación, debe atender, sobre todo a la necesidad
de suministrar a ese sujeto, motivos psicológicos y
sociales de buena conducta futura. A esto es a lo que se
llama prevención especial. Es el efecto de evitación de
nuevos delitos que la pena debe ejercer sobre el que la
sufre... Es tanta la importancia de la idea de la prevención especial en el derecho moderno que, en ciertos
casos, altera profundamente el régimen de una sanción
señala límites al interés del concreto, puedan dar
resultados poco favorables en el sentido de la prevención de futuros delitos. En este aspecto, el ejemplo típico
es el de las penas privativas de la libertad de corta
duración. La aplicación de éstas muestra que a veces
pueden tener ciertos efectos dañosos cuando se trata de
un delincuente primario: después de su entrada en la
cárcel, el sujeto ha perdido el saludable temor que ello le
inspiraba, sabe que está socialmente marcado como ex
penado y que, en definitiva, aquello no era tan terrible;
la policía lo tendrá siempre en sospecha; en la
49
cárcel se ha encontrado con verdaderos criminales
que pueden haber influido en su débil temperamento;
por cumplir la pena de uno o dos meses perdió su
ocupación, abandonó su familia, en la que, faltando
el jefe, ha cundido la miseria, el desorden, y hasta la
inmoralidad; los hijos tienen al padre en la cárcel, a
pesar de que el padre es, generalmente, el hombre
mejor del mundo, etc. Son tantos los males que causa
el cumplimiento de la pena privativa de liberad de
corta duración y tan manifiestos los riesgos de nuevos
delitos que crea, que el Estado se ve precisado a optar
por caminos menos peligrosos. El régimen de multas,
la condena condicional, el perdón, la admonición,
son procedimientos para evitar aquellos males.
En todos estos casos prevalece la idea de
a
renunciar en mayor o menor medida
la pequeña
retribución para evitar en el futuro la necesidad de
una represión mayor. El delito pasado es
encarcelable, los futuros pueden todavía evitarse':17
También Enrique Ramos Mejía sostiene una
posición semejante:
"
La prisión total en estos casos, suele generar, al cabo del encierro, un desocupado en muy difíciles
condiciones de subsistencia. La semilibertad permite
entonces una mayor racionalidad en relación a los
efectos preventivos especiales de la pena"18
—El argumento en favor de las multas basado
en la menor pérdida de recursos que genera es
válido sólo parcialmente. Es aceptable, en el
sentido de que la economía enfrenta una
restricción presupuestaria, y por lo tanto, los
recursos que se dedican a una actividad no están
disponibles para otras. Sin embargo, no es éste el
problema fundamental, pues lo que se busca es
hacer justicia y prevenir futuros delitos
(prevención general y especial). Por consiguiente,
es esto lo que hay que discutir en primer lugar, y
en un análisis posterior considerar el impacto
sobre la asignación de recursos.
—El argumento de la mayor facilidad de
cálculo de p y f en el caso de las multas adolece
de los mismos problemas que el punto tratado
anteriormente. La facilidad del cálculo debe estar
subordinada a otros valores más importantes.
—El argumento de compensación no es aplicable siempre. Es cierto que a veces se puede, mediante una multa, hacer que se vuelva al statu quo
ante. Sin embargo, el argumento tiene dos serias
limitaciones.
En primer lugar, GB supone que un castigo
ciado puede ser instrumentado de diferentes
formas y que para encontrar la equivalencia entre
los distintos tipos de castigos hay que
transformarlos en sus valores monetarios (f). Por
ejemplo, x años cíe prisión podrán hacerse
equivalentes a un monto dado
50
de multa descontando el flujo de ingresos perdidos
por el delincuente y sumándole el valor monetario
asignado a la libertad y consumo resignados. Los
dos castigos tendrán un mismo valor f aunque su
instrumentación diferirá (b), y por lo tanto su impacto sobre el costo del castigo para la sociedad (bf).
Es evidente que este tratamiento del tema es, como
mínimo, objetable. ¿Cuál sería el valor asignado a la
pérdida de libertad de una persona?, ¿cómo decir
que esa libertad perdida es equivalente a una multa
de un monto dado? Supongamos, como predice la
teoría económica, que el salario de mercado se
acerca a la productividad marginal del trabajador.
¿Cuál es el argumento que autoriza a su-poner que
el valor asignado a un castigo de cierta cantidad de
años de prisión es función de la productividad del
delincuente?
En segundo lugar, es evidente que hay pérdidas
que nunca podrán compensarse totalmente. Si una
persona es asesinada, es claro que la situación no
tiene remedio y tampoco podrá remediarse el vial
causado a sus parientes. GB responde que estos
casos caen dentro del principio general de que las
multas no pueden ser utilizadas en forma exclusiva
cuando el mal causado excede los recursos del
criminal. Este razonamiento no es aceptable, pues el
problema que se plantea, no es que los recursos no
alcancen sino justamente que nunca podrá
establecerse relación alguna entre la agresión a
ciertos valores (como la vida) y un monto determinado de dinero sin denigrar a la persona humana. Si se establece igualmente un pago en dinero, es
para aliviar la situación de los damnificados, y como
castigo para el delincuente, pero nunca se considera
que exista, o pueda existir, una compensación total.
IV) CONCLUSIONES
En este trabajo se ha analizado el tratamiento que
GB da al tema de la conducta ilegal de los hombres,
y se han comentado sus conclusiones teniendo en
cuenta distintas posiciones dentro de la doctrina
penal. Sin embargo, tenemos clara con-ciencia de
que dichas conclusiones podrían perfectamente
alterarse por el solo hecho de cambiar los supuestos
de partida del modelo desarrollado. Esto impone la
necesidad de una consideración, aun-que sea breve,
acerca de la validez del método utilizado por GB.
Como quedó establecido desde el principio de la
sección II, la característica fundamental del análisis
beckeriano es la aplicación del enfoque de la teoría
económica convencional al problema del crimen. El
mismo GB lo explicita diciendo:
"La contribución más importante de este ensayo...
es demostrar que las políticas óptimas para combatir
la conducta ilegal son parte de una asignación óptima de recursos. Como la economía ha sido
desarrollada para dirigir la asignación de recursos,
se puede aplicar un esquema "económico"... al
análisis de la conducta ilegal'19
Más aún, GB sostiene la posibilidad de aplicación de este tipo de análisis a cualquier tipo de
conducta humana:
"He llegado a la conclusión de que el enfoque
económico... es aplicable a todo comportamiento
humano... El corazón de mi argumento es que la
conducta humana no está compartamentalizada. Más
bien, toda la conducta humana puede ser vista como
el accionar de participantes que maximizan su
utilidad a partir de un conjunto de preferencias
estables y acumulan una cantidad óptima de
información y otros inputs en una serie de
mercados".20
"Simplemente digo que ningún enfoque con una generalidad comparable se ha desarrollado hasta ahora
que ofrezca una competencia seria a la teoría del
rational choice" 21
En primer lugar, es cierto que la conducta
humana no puede separarse en compartimentos
estancos, lo cual es una consecuencia inevitable
de la unidad de la persona humana. Esto, sin
embargo, no implica que el análisis económico
pueda aplicar-se en forma indiscriminada.
Justamente, el hecho de que la conducta humana
es indivisible, hace que el enfoque económico
pueda explicar válidamente sólo un aspecto de la
actividad del hombre.
En segundo lugar, la definición de racionalidad
utilizada por GB sigue siendo muy discutida. Que
la gran mayoría de los economistas utilice esta
no-clon, no significa que haya dejado de ser un
concepto controvertido.22
Por último, el análisis beckeriano, al igual que
el de la economía convencional, está impregnado
de utilitarismo.23 Este no es el lugar indicado
para discutir el tema, pero es claro que la filosofía
utilitarista no es la única sobre la cual se puede
basar el análisis económico. En la actualidad,
algunos investigadores realizan grandes esfuerzos
para liberar a la ciencia económica de este
problema. Es evidente que una investigación seria
en este campo permitiría una mejor comprensión
de la conducta humana y aumentaría las
posibilidades de que la ciencia económica pueda
ponerse al servicio del hombre.
Approach", Journal of Political Economy 76, March/April 1968, pp 169-217. Reproducido en: Becker, Gary.
The Economic Approach to Human Behavior, The University of Chicago Press, 1976.
3 Becker, Gary. "Nobel Lecture: The Economic Way of
Looking at Behavoir" , JPE 101, Nro. J 1993. (Traducción
propia).
4 Becker Gary. "Irrational Behavior and Economic Theory",
JPE 70, Nro. 1 1962. Reproducido en: Becker Gary. The
Economic Approach to Human Behavior, The University
of Chicago Press, 1976. (Traducción propia).
5 Becker, Gary. "Nobel Lecture..."
6 El concepto de crimen es usado en sentido amplio.
7 Para las condiciones de segundo orden, ver Becker,
Gary. "Crime and Punishment" , apéndice matemático.
8 Recuérdese que IMg = IMe(1-1/Ed). Puede verse, que
en nuestro caso, el IMe (-bpf) es negativo para la hipótesis de b > 0.
9 La preferencia por el riesgo se define por U" > 0, donde U
es la función de utilidad. La neutralidad implica U" = 0 y
la aversión al riesgo U" < 0.
10 Para la demostración formal de ésta y las demás relaciones ver: Becker, Gary. "Crime and Punishment" , apéndice
matemático.
11 Beccaria, Cesare. De los delitos y de las penas, Ediciones
jurídicas Europa-América, Bs. As. 1974.
12 Soler, Sebastián. Derecho Penal Argentino, Tipografía
Editora Argentina, Bs. As. 1973.
13 Algunos han criticado este aspecto de la pena alegando
que llevaría a un aumento indefmido de las mismas. Sin
embargo, como aclara Soler, esto seria cierto si el objeto
del Derecho Penal no fuese castigar el delito sino suprimirlo, lo cual provocaría serios inconvenientes.
Obsérvese que el modelo beckeriano implica que en el
nivel mínimo de pérdida social, el número de delitos es
mayor que cero.
14 Soler, Sebastián. Op. Cit.
15 Hippel. Lehrbuch, citado en Soler, Op. Cit.
16 Beccaria, Cesare. Op. Cit.
17 Soler, Sebastián. Op. Cit.
Para una opinión similar consúltese: Zaffaroni, Eugenio.
Manuel de Derecho Penal, EDIAR, Bs. As. 1990.
18 Ramos Mejía, Enrique. "Desincriminación, Despenalización, Desjudicialización" en Bergalli, R y Bustos, J
(comp.) El Poder Penal del Estado, Ediciones Depalma,
Bs. As., 1985.
19 Becker, Gary. "Crime an Punishment" .
20 Becker, Gary. `The Economic Approach to Human Behavior" en Becker, Gary. The Economic Approach to
Human Behavior, The University of Chicago Press. 1976.
21 Becker, Gary. "Nobel Lecture..."
22 Para una discusión interesante del concepto de racionalidad pueden consultarse con provecho: 1) Etzioni,
Amitai. The moral Dimension - Toward a New Economics, The Free Press, New York, 1988. Especialmente el
capítulo 8: "What is Rational?" . 2) Martínez Echevarría,
Alfonso. "Racionalidad y Comportamiento Económico " , en
Revista Valores.
23 No es casual que uno de los primeros en aplicar explícitamente un análisis económico al tema de la conducta
ilegal haya sido Jeremy Bentham en su conocida Theory of
Legislation.
Referencias bibliográficas
1 Gary Becker, Premio Nobel de Economía 1992.
2 Becker, Gary. "Crime and Punishment: An Economic
51
Apéndice Matemático
(1) H=H(0)
(1')
donde:
H es el mal social causado por la
actividad ilegal
0 es el número de crímenes
donde: L es la pérdida social
bfp0 es la pérdida social total por los
castigos, pues bf es la pérdida por
crimen castigado y pO es el número
de crímenes castigados.
H'>0
G=
G(0)
(2)
donde: G es el valor social de las ganancias
de los criminales
' (2') G' > 0
(3) D(0) = H(0) – D(0)
Se puede suponer:
"
(4) H > 0
(5)
Condiciones de optimalidad
(18) L = D(0) + C(p,O) + bfp0
D" < 0
donde: D es el daño sufrido por la sociedad
daño marginal creciente para
crímenes adicionales
ganancias marginales decrecientes
Luego:
(6) D"=H"—G">0
El problema consiste en:
(19) Min 1.= D(0) + C9p,0) + bfp0
Las condiciones de primer orden son:
(20) Lf= D'0f+ C'0f+ bpfOf+ bp0 = 0
(21) Lp=D'Op+C'Op+Cp+bpfOp+bf0=0
Dividiendo la ecuación (20) por Of s 0 se obtiene:
D' + C' + bpO/Of + bpf = 0 D' + C' =bpfjl+(0/f) (1/0f)]
(22) D' + C' =-bpf(1-1/Ef)
Dividiendo la ecuación (21) por Op * 0 se obtiene: D'
+ C' + Cp/Op + bf0/0p + bfp = 0 D' + C' +
Cp/Op = -bpfj l+(0/p) (1/Op) ]
(23)
D' + C' + Cp/Op = -bpf(1-1/Ep)
Tenemos:
(24) MCf=D'+C'
De las ecuaciones (3) y (6) se sigue que:
MCf es el costo marginal
crímenes a través de una
(7) D' = H' — G' > O para 0 > Oa donde D' (0a) = 0
H'
(25)
MCf > 0
donde:
de incrementar el número de
baja en f.
porque D' > O y C' > 0
'
(26) MCp = D + C' + Cp/op
donde: MCp es el costo marginal de incrementar el
número de crímenes a través de una
baja en p.
porque D' + C' > 0 y Cp/Op es negativo pero se supone que no lo suficiente como para
superar a D' + C'.
(27) MCp>0
Como Cp/Op es negativo se obtiene:
(28) MCf > MCp
o.
o
Durante el presente desarrollo se supone que 0 > Oa de manera que D' >
Además:
(29) MRf = -bpf(1-1/Ef)
O.
(8) A = f(m,r,c)
donde: A es el nivel de actividad de la
policía y los tribunales.
m es la fuerza de trabajo del
sector. r son los materiales
utilizados. c
es el capital
utilizado.
Dada f y los precios de rrt, r y c se puede expresar:
donde: C es el costo de la actividad de la
(9) C = C(A)
policía y los tribunales
(30)
MRp = -bpf(1-1/Ep)
donde: MRf es el "beneficio"
marginal
asociado a una baja en f.
donde: MRp es el "beneficio" marginal
asociado a una baja en p.
Por las condiciones de óptimo sabemos que:
(31) MCf = MRf
(32) MCp = MRp
Y como MCf> MCp debe cumplirse:
(33) MRf>MRp
Luego:
= bpf(1-1/Ef) > -bpf(1-1/Ep) 1-1/Ep > 1-1/Ef
(l0) C'>O
(34) Ep > Ef
El nivel de actividad de la policía y los tribunales puede aproximarse en forma
satisfactoria por el número de condenas. A su vez, el número de condenas puede
estimar-se a partir del número de crímenes y de la probabilidad de obtener una
condena cuando un crimen se esclarece. Por lo tanto, se puede escribir:
Se pueden graficar las curvas de costos y beneficios marginales:
(II) C = C(p,0)
donde: p es
Es de esperar que: la probabilidad de que se dicte una condena cuando un
(12) C'=Co>0
crimen es esclarecido.
(13) Cp>0
(14) 0=O(p,f)
(15)
donde: 0 es el número total de crímenes.
p es un promedio ponderado de las
probabilidades de c/u de los
individuos.
f es un promedio ponderado de los
castigos por crimen.
Op<0
(16) Of<0
(17) f = bf
52
donde: f es el costo social de los castigos. f
es el costo para el criminal
b es el coeficiente de conversión de
fenf.
Los cambios en las relaciones de conducta desplazarán las curvas hasta que se encuentre un nuevo número de crímenes de equilibrio, que tendrá asociados nuevos
valores óptimos para p y f.
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