EL CRISTIANO LLENO DEL ESPÍRITU SANTO Contribución La Biblia se compara a un espejo por la cual el cristiano puede ver para averiguar cómo va en su vida cristiana. De la misma manera, la Palabra de Dios claramente dice que debemos ser “hacedores de la Palabra, y no tan solamente oidores”. De otra manera nos engañamos a nosotros mismos. Entonces de vez en cuando, es importante que revisemos nuestro estado espiritual con la Palabra de Dios. Lo que sigue son diez puntos de las Escrituras para recordarnos de las tremendas posibilidades delante de nosotros para tener una vida llena del Espíritu Santo. 1. El cristiano verdaderamente espiritual vive una vida fructífera. Por medio del Espíritu morando en él, Jesucristo se manifiesta, y así cumple la promesa del Señor que “el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.” Este fruto no un esfuerzo humano, sino que es la expresión espontánea de la nueva vida que tenemos en Cristo. Permanecer en Cristo es esencialmente obediencia, haciendo lo que él nos manda en su Palabra. Nos declara en 1 Juan 3:24 “Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.” Permanecer en él es obedecer – la consecuencia espontánea es una vida fructífera. Ese fruto se especifica en Gálatas 5:22-23. Allí encontramos nueve características de fruto que cualquiera debe ver al observar un cristiano lleno del Espíritu Santo. Estas características son producidos por el Espíritu Santo. 2. El cristiano verdaderamente espiritual demuestra el amor de Dios. El amor, la compasión, la ternura del corazón y la devoción del cristiano lleno del Espíritu se dirige tanto a su salvador como a los que le rodean. El Señor Jesús declaró que el primer mandamiento y el más grande es de amar a Dios con todo su corazón, toda su alma y toda su mente (Mateo 22:37-38). El nuevo mandamiento de nuestro salvador es el de amar unos a otros como él nos ha amado. Por medio de esta característica, otros sabrán que somos sus discípulos (Juan 13:34-35). El amor de Dios se explica más ampliamente en 1 Corintios 13. 3. El cristiano verdaderamente espiritual demuestra gozo, regocijo, gusto, deleite, y animo los cuales rebozan de su corazón. Nuestro salvador nos prometió: “Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido.” El gozo del cristiano lleno del Espíritu se observa mejor en los tiempos de tentación, pruebas y dificultades. Santiago nos amonesta: “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas” (1:2). Durante las pruebas de nuestra fe debemos alegrarnos “con gozo inefable y glorioso” (1 Pedro 1:8). Al padecer pruebas difíciles Dios, nos da la seguridad de que podemos regocijarnos como “participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría” (1 Pedro 4:13). 4. El cristiano verdaderamente espiritual refleja la paz, la calma, la compostura, el descanso de Dios mismo. Jesús nos prometió: “La paz os dejo, mi paz os doy. . . no se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27). Por medio del Espíritu Santo el creyente es justificado por fe en el Salvador, y tiene “paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1). Cuando entregamos todas nuestras cargas al Señor y le hacemos saber las peticiones de nuestros corazones, experimentaremos “la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento” (Filipenses 4:7). Los santos del Antiguo Testamento vivieron esta paz. David testificó que “en paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado” (Salmo 4:8). Isaías agregó la promesa del todopoderoso: “Tu guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado” (Isaías 26:3). El Espíritu Santo ha dado un corazón lleno de paz al creyente y a cambio él puede ser pacificador, así compartiendo lo que Jesús dijo en Mateo 5:9: “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.” La llenura del Espíritu cumple en el cristiano la exhortación en Hebreos 12:14: “Seguid la paz con todos…” 5. El cristiano verdaderamente espiritual es paciente. Esta paciencia, esta benignidad, persistencia, esperanza, expectación y temperamento calmado es la que marca el cristiano lleno del Espíritu. Como las otras características de la vida llena del Espíritu Santo, esta se nota más que nada cuando llegan las presiones y la perplejidad. Podemos estar seguros que tribulaciones producen paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba esperanza, y “la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” (Romanos 5:3-5). Posiblemente nuestras oraciones no serán contestadas inmediatamente, y eso nos ayuda a tener paciencia. “No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa” (Hebreos 10:35-36). El cristiano lleno del Espíritu puede ver a Jesucristo y correr “con paciencia la carrera que tenemos por delante” (Hebreos 12:1). 6. El cristiano verdaderamente espiritual es benigno. Esa amabilidad, esa gentileza, la cortesía, la consideración para otros es una expresión verdadera de la morada del Espíritu. Gentileza en días pasados hablaba del lugar de su nacimiento. Se hablaba de una mujer gentil, porque nació de familia de nobleza, o un caballero nacido de familia noble. Pero aquí estamos hablando del nuevo nacimiento que tenemos en Cristo. Por el nuevo nacimiento, “renacido por el Espíritu de Dios”, el cristiano lleno del Espíritu es el caballero noble o la mujer de nobleza de Dios. El Señor Jesucristo nos enseñó cómo ser gentiles. El mismo dijo, “soy manso y humilde de corazón..:” (Mateo 11:29). 2 Timoteo 2:24-25 nos declara “Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen…” Pablo les recordó a los tesalonicenses que cuando él estaba con ellos fue tan tierno como una nodriza “que cuida con ternura a sus propios hijos” (1 Tesalonicenses 2:7). Del Antiguo Testamento podríamos pensar que el secreto de la grandeza de David era su valentía; pero él mismo declara: “…Tu benignidad me ha engrandecido” (Salmo 18:35). Hay un dicho, “Entre más limpio, más santo”. Pero las Escrituras nos hablan de “añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.” El amor de Dios en nuestras vidas. 7. El cristiano verdaderamente espiritual es bondadoso. Esa buena voluntad, ese deseo de ayudar a otros es una característica natural del cristiano lleno del Espíritu. Del Señor Jesús se dice que fue ungido por Dios con el Espíritu Santo y con poder, “y…éste anduvo haciendo bienes…” (Hechos 10:38). De Bernabé, el hijo de consolación, la Biblia dice que “era varón bueno, y lleno del Espíritu Santo” (Hechos 11:24). Lo fructífero de la vida llena del Espíritu Santo se repite en Colosenses 1:10, donde dice, “…llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios”. Por el Espíritu las jovencitas se enseñan “a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos…” y enseña a los jóvenes a que “sean prudentes” y que se presenten “en todo como ejemplo de buenas obras” (Tito 2:5-7). El cristiano lleno del Espíritu, puede que no sea hombre sabio, ni rico, ni ocupado en muchas cosas, ni una persona destacada. Pero debe ser una persona buena. Debe ser, como se habla de Bernabé en Hechos 11:24, varón bueno, lleno del Espíritu Santo y de fe. 8. El cristiano verdaderamente espiritual es fiel. Lealtad, honradez, e integridad son características del cristiano lleno del Espíritu. Por medio de las Escrituras encontramos versículos que nos hablan de la fidelidad de Dios (Deuteronomio 7:9; 1 Corintios 1:9; 1 Pedro 4:19 entre muchos). Jeremías aún en su angustia agobiante aprendió que “grande es tu fidelidad” (Lamentaciones 3:23). Por nuestra parte debemos demostrar, por medio del Espíritu Santo, una fidelidad que corresponde a la fidelidad del altísimo. La fidelidad, además de la mansedumbre, fue la característica apremiante de Moisés (Números 12:3; Hebreos 3:5). Cada siervo debe ser fiel (1 Corintios 4:2). El Señor Jesús nos enseñó que el ser fieles en las cosas pequeñas significa que seremos fieles en la responsabilidades más grandes (Lucas 16:10). 9. El cristiano verdaderamente espiritual es manso. La humildad, la modestia, la sumisión y la humillación del Señor Jesús se hace real en nuestras vidas por medio del Espíritu Santo. Es por “la mansedumbre y ternura de Cristo” que estamos exhortados a ser cristianos consistentes (2 Corintios 10:1). La Biblia nos amonesta que nos separemos del mundo y que sigamos “la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre” (2 Timoteo 6:11). Es con mansedumbre que podemos restaurar a un hermano que “fuere sorprendido en alguna falta” (Gálatas 6:1). Por el poder transformador del Espíritu, podemos preferirnos unos a otros (Romanos 12:10). Y es “con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor; solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz…” (Efesios 4:2-3). 10. El cristiano verdaderamente espiritual ejerce templanza. El autocontrol, el autodominio, la ecuanimidad y la tranquilidad imperdurable son evidencia del la morada del Espíritu Santo en el cristiano. Al conocimiento de las verdades de Dios, debemos agregar este dominio propio (2 Pedro 1:6). El atleta bien sabe la necesidad de la autodisciplina, cuánto más el cristiano que corre la carrera por el poder del Espíritu (1 Corintios 9:24-27). La lengua es la prueba más alta del autocontrol. Mateo 12:34 nos dice que “de la abundancia del corazón habla la boca”. Si uno puede frenar la lengua, también puede dirigir todo el cuerpo (Santiago 3:2). El cristiano se le manda: “Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre. Peri si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad.” Ser fructífero, demostrar amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y templanza son evidencias de la vida llena del Espíritu. No se pueden imitar. No hay sustituto para estas características. La prueba ácida para la vida llena del Espíritu Santo es si el cristiano batalla dentro de sí para lograr este fruto; si experimenta la obra del Espíritu en quitar lo que no debe tener en su vida, y en su lugar llenarle del fruto del Espíritu. Mírese al espejo. ¿Eres cristiano lleno del Espíritu? Examínate 1. ¿Estoy obedeciendo a Cristo por permanecer en él, y así llegando a ser cristiano fructífero? 2. ¿Demuestro el amor y la hermosura del Señor en mi vida? 3. ¿Tengo gozo que es espontáneo y sereno, a pesar de las circunstancias? 4. ¿Tengo la paz impasible que sobrepasa todo entendimiento? 5. ¿Son paciente cuando llegan las pruebas difíciles? 6. ¿Soy amable, considerado, cortés, afectuoso con todos? 7. ¿Soy verdaderamente bueno (ayudador) de corazón y me gozo en hacer bien a otros? 8. Tanto en las tareas más pequeñas, como las grandes, ¿puede la gente confiar en mi fidelidad para hacerlo bien y de corazón? 9. ¿Estoy contento aunque nadie se dé cuenta de mí, aunque no aprecien lo que hago? 10. ¿Tengo tranquilidad que solo da el Espíritu Santo? ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.