La violencia sexual como mecanismo de tortura - Patagonia.

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ANALÍA LUCÍA PRESENTÓ POR PRIMERA VEZ EN LA PATAGONIA EL LIBRO “GRIETAS EN
EL SILENCIO”
La violencia sexual como mecanismo de tortura
2013-07-06 00:41:35
Analía Aucía, abogada e integrante del Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de
los Derechos de la Mujer (CLADEM) presentó parte del libro “Grietas en el silencio” en el Centro
Cultural de la Memoria de Trelew, en el marco de las jornadas de violencia sexual con perspectiva
de género que organizó el INADI, CLADEM y la Cátedra Abierta de Derechos Humanos,
Sexualidades y Género de la sede Puerto Madryn de la Universidad Nacional de la Patagonia San
Juan Bosco.
En este ámbito, se refirió a los testimonios que dieron como resultado una investigación sobre la
violencia sexual ejercida hacia las mujeres en los Centros Clandestinos de Detención y aseguró
que “la violencia sexual fue un mecanismo más de infringir el miedo”, y aseguró que hoy muchas
mujeres que fueron torturadas durante la última dictadura militar no se animan a confesar que
fueron brutalmente violentadas y violadas, reiteradas veces al día y por diferentes hombres, incluso
algunos relatos dan cuenta de penetraciones con armas a las cuales eran sometidas las mujeres.
En diálogo con El Diario, Aucía manifestó que “esta investigación surge de diversas
organizaciones, una de ellas es CLADEM, tuvimos conocimiento de víctimas mujeres que estaban
denunciando violencia sexual padecida durante su cautiverio en el marco de la dictadura militar y
que esto no se había tenido en cuenta por la Justicia, es decir que los jueces no hacían lugar a
estas denuncias aduciendo que eran delitos que estaban prescriptos, etcétera. Entonces iniciamos
una investigación para poder determinar la magnitud y la extensión de la violencia sexual ejercida
en los centros clandestinos de detención”.
Acerca de la investigación
La investigación implicó relevar distintos casos que abarcaron provincias como Buenos Aires,
Santa Fé, La Pampa, Tucumán y Córdoba, y el final de la investigación concluyó con el libro
“Grietas en el silencio” que fue lanzado en 2011 pero que desde 2009 se estaba investigando y
que trata sobre violencia sexual en el marco del Terrorismo de Estado.
“Efectivamente el resultado al que se llegó fue que la violencia sexual no fue aislada, que fue
extendida y fue un mecanismo más del terror, de degradar a las víctimas, lograr el quiebre y que
fue un mecanismo más como la tortura, los tormentos”, afirmó Aucía.
Son seis las autoras del libro, y desde su edición están recorriendo diversas provincias Argentinas
e incluso países limítrofes para lograr concientizar tanto a las mujeres que aún no se animan a
denunciar, como así también a los integrantes de los Poderes Judiciales, “empezamos a hacer la
presentación en diferentes provincias, en diferentes ciudades, para incidir en las decisiones de la
Justicia, tanto magistrados como fiscales, en las querellas, para incentivar a las víctimas a que se
animen a denunciar, y esto ha tenido repercusiones e incidencia y efectivamente algunos jueces de
juzgados federales que están con causas por delitos de lesa humanidad, que han empezada a
juzgar, investigar e imputar a los responsables por los delitos de violencia; por eso estamos
recorriendo el país para incidir en la mayor cantidad de espacios posibles”.
Por una Justicia no misógina
Entre los reclamos de las diversas organizaciones de mujeres, tanto en nuestro país como a nivel
internacional, se encuentra el hecho de tener una Justicia misógina, que emite fallos que no
contemplan una perspectiva de género, que siguen aplicando estereotipos en desventaja de las
mujeres y aplicando construcciones históricas que en definitiva no hace más que reproducir una
sociedad machista.
Consultada al respecto, Aucía manifestó que “la Justicia no tiene perspectiva de género porque no
la tiene la formación de los profesionales que integran la Justicia, la base no está en las carreras
de abogacía, también hay una forma de funcionamiento del Poder Judicial un poco cerrada, que
hace que sea un sistema rígido, a diferencia de otros poderes del Estado, entonces los cambios y
estas nuevas perspectivas como género y diversidad sexual, ingresan con más lentitud. Entonces
esta investigación junto a otros trabajadores y el activismo en el país, están empezando a cambiar
y que jueces y juezas introduzcan esta perspectiva muy lentamente”.
Mujeres valientes
Una de las cuestiones que resaltan permanentemente las autoras del libro es la gratitud hacia
aquellas mujeres valientes que se han animado a hablar, a denunciar, a contar los tormentos a los
que fueron sometidas, “han tenido las fuerzas, el coraje, han podido vencer los tabúes, los
prejuicios, el sentimiento de vergüenza que desde diferentes lugares como la Justicia por su
ceguera, la familia por no poder escuchar, desde la sociedad que invisibiliza y niega, por poder
romper con estas murallas estamos profundamente agradecidas porque sin esos testimonios esta
investigación no hubiera sido posible, no hubiera aportado su granito de arena que aportó junto con
otras investigaciones de otras instituciones para que la Justicia empezara a poder ver”.
Según manifestó Aucía, la violencia sexual es “una manifestación que esos lugares subordinados
en los que históricamente las mujeres estamos situadas en el campo de lo político, lo social y lo
económico. No solamente la violencia sexual es un mecanismo de disciplinar sino también el temor
a padecer violencia sexual” y agregó que “los contextos represivos están atravesados por las
diferencias de género y además lo reconocen, una de las hipótesis que manejábamos y que fuimos
confirmando con los testimonios, tiene relación con la construcción de las identidades de género,
cómo se construye lo masculino y lo femenino”.
Deudas pendientes
En alusión a aquellas cuestiones que aún están pendientes en nuestra sociedad para equiparar los
derechos de los hombres y las mujeres, Aucía como referente del CLADEM opinó que “una de las
deudas principales tiene que ver con un ámbito de políticas públicas que hace la promoción y
prevención de la violencia, esto requiere de una conciencia, un compromiso y una consideración
muy fuerte con ver que la violencia hacia la mujer no es algo coyuntural, circunstancial, sino que
forma parte de desigualdades históricas y de la propia cultura. Entonces, ver esto y generar
políticas públicas tiene que ver con una deuda del Estado de promover los derechos de las
mujeres para combatir la violencia”.
En este mismo sentido se refirió a los derechos sexuales y reproductivos, “no ser víctima de
violencia sexual forma parte de los derechos, también poder decidir sobre nuestro propio cuerpo
respecto de la maternidad o no, no poder gozar de esos derechos es una forma de ejercer
violencia” y destacó que “también es un derecho humano vivir sin violencia, lo establece la
Conferencia de Belem Do Pará que la Argentina la ha firmado y ratificado y que establece el
derecho de vivir una vida libre de violencia en todos los planos, no solamente la física, sino
también reproductiva, sexual, psicológica, patrimonial, esto implica no sufrir violencia en nuestro
trabajo, no sufrir acoso, igualdad de remuneración por igual tarea, hay deudas pendientes en
varios aspectos”.
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