4 La Palabra Israelita VIERNES 25 DE AGOSTO DE 2006 La indiferencia es el peor enemigo de las mejores causas... POR ISIDORO BRODSKY C. La Real Academia de la Lengua concede esta acepción al vocablo Indiferencia: «Estado de ánimo que no siente inclinación ni repugnancia por alguien o algo determinado». La indiferencia inhibe y discapacita emocionalmente. Provoca desamor, desinterés, lesa tolerancia y, lo que es peor aun, induce a la desinformación. Es un «no estar ni ahí» con los acontecimientos. Es un estado anímico en que la mente está permeable a las noticias «fáciles», sin contrastarlas, optando por la posición más cómoda: ¡Callar! Impidiendo dimensionar los hechos en su real magnitud, para entender cuál es la verdadera verdad. Esta actitud ha sido causal de las más nefastas experiencias para nosotros. Por esta aparente inofensiva palabrita los judíos hemos sido víctimas de los más tremendos e ignominiosos vejámenes. Desde la destrucción del Segundo Templo, las Cruzadas, la Inquisición Española, los pogroms, las expulsiones, terribles atentados como los perpetrados en la Embajada de Israel y contra la AMIA en Buenos Aires; culminando con la Shoá, expresión de la máxima degradación a que pudo bajar el hombre. Hito histórico que heredarán las generaciones venideras. Bien sabemos que el sufrimiento padecido por nuestro pueblo, históricamen- OS LES G E I JU ANT F IN te, es tan doloroso como injusto. ¿No son estos horrorosos recuerdos suficiente argumento para sacudirnos el indolente letargo de la fácil inercia? Y si no ahora, ¿cuándo? Si no reaccionamos a tiempo, tal vez estemos brindando una segunda oportunidad para lo que jamás debió existir como la primera. En nuestra colectividad existe una minoría, no despreciable, «atacadas» del síndrome de indiferencia, que, por lo mismo, se «abastece» informáticamente a través de los medios más recalcitrantemente tendenciosos, aceptándolos como creíbles. Día y noche todos los medios de comunicación nos «bombardean» con sus tendenciosas informaciones que, por supuesto, no son verídicas, lo que advertimos en el énfasis con que éstas se presentan. Subliminalmente arteras, venenosas, inmorales, en una campaña anti-israelí, judeofóbicas. Nosotros, aquí en Chile, país auténticamente democrático, los judíos que estamos conscientes de los últimos dramáticos acontecimientos que está viviendo Israel desde hace más de un mes; cuando casi simultáneamente la atacaron arteramente, primero Hamas desde Gaza, luego Hezbolá desde Líbano, sentimos la ineludible obligación de despejar dudas, esclarecer conceptos, sin ningún afán proselitista; no tan sólo a nuestros DE RICO SA YU NO EL COLEGIO ABRE SUS PUERTAS PARA TODOS QUIENES QUIERAN CONOCERLO. Invitación abierta a toda la Comunidad Domingo 27 de agosto 10:30 a 12:00 horas desinformados hermanos sino también, muy especialmente, al noble pueblo chileno, de reconocida tradición como genuinos defensores de los derechos humanos y que, por lo mismo, desconocen la fiel realidad que está padeciendo actualmente Israel. Después de las horribles matanzas desatadas por los terroristas palestinos en sus demenciales ataques suicidas, selectivamente escogidos para perpetrar tamañas atrocidades a inocentes víctimas civiles: niños, adolescentes, mujeres y ancianos –barbarie que no tiene parangón en los anales de las distintas etapas de la era civilizada– supusimos que el último gran gesto de Israel de retirar sus fuerzas de Gaza, reiterando los enormes esfuerzos desplegados anteriormente en aras de la tan anhelada pacificación en toda la región; sería justamente apreciado por los terroristas de Hamas, que ahora son «gobierno» y «ablandarían» su posición (aunque sólo fuese en apariencia). Sorpresivamente, estos satánicos terroristas penetraron a territorio israelí, asesinaron a dos jayalim llevándose raptado a uno, previo varios ataques a Sderot y alrededores con cohetes Kassam. Luego de unos días, Hezbolá comenzó un sistemático bombardeo con cohetes hacia el norte del territorio israelí, culminando con una emboscada en la frontera Israel-Líbano, asesinando cuatro jayalim, raptando a dos e intensificando su bombardeo con misiles. No a objetivos militares. Todo lo contrario, con el único propósito de matar el mayor número de civiles posible. Israel, Estado democrático soberano, reaccionó como lo haría, lógicamente, cualquier país en circunstancias similares, ante tan horrorosas agresiones, en legítima defensa de sus ciudadanos. Eligiendo como blanco exclusivo al inmisericorde Hezbolá, cabeza de los más sanguinarios terroristas, procurando evitar, dentro de las escasas posibilidades, víctimas inocentes, mediante avisos radiales y panfletos, instándoles a abandonar los edificios que albergan a estos impíos y su armamento. Israel es un paradigma humanitario, demostrado tantas veces en similares circunstancias. Más aun, Israel lamenta igualmente tanto sus propias víctimas civiles como las de su implacable enemigo. Esta es la incomparable diferencia. Mientras que Israel mantiene sus bases militares alejadas de sus centros poblados, estos cobardes inhumanos de Hezbolá guardan todo su material bélico entre su propia población, escondiéndose entre las faldas de sus mujeres y sus niños, empleándolos como escudos, como ni siquiera las fieras más salvajes hacen y desde donde, incluso, disparan proyectiles de largo alcance. Esto explica por qué hay más víctimas civiles que los propios terroristas, único objetivo que Israel ataca selectivamente, contrariamente a lo que persiguen estos vesánicos terroristas, los que, distorsionando criminalmente su religión, pretenden justificar lo injustificable: matar el máximo de civiles inocentes. Volver atrás POR ALAN MEYER FRANKFURT Existe, en lo más profundo de nuestros oídos, un silbido que nos llama desde una profundidad a la que tememos, a la que no le permitimos oportunidad, y sin poder evitarlo, nos reclama. Algo nos va quemando por dentro, y el no ser capaces de entender nos obliga a buscar. Entonces vagamos, faltos de huella, ausentes de un sendero, y ensayamos ideas carentes de identidad. De pronto, una luz muy radiante ofrece un algo imposible de describir. Revisando la historia, es fácil notar como el ser judío tiende a alejarse naturalmente de sus raíces. Difícil es, aunque suene escueto, vivir como un judío pleno, gozar y no sufrir, enorgullecerse sin dudar, evitar avergonzarnos de nuestra esencia. Muchos creen que el mundo ha cambiado, y tienen razón, pero solo ha cambiado de una forma ajena a nuestras costumbres a otra nueva, tan extraña como la anterior. Sumemos el efecto Shoá, es decir, el desapego de D's que el dolor extremado consiguió luego de años del sufrimiento y la agonía de todo un pueblo. Soberbio sería, sin duda, juzgar desde nuestra perspectiva. Todo se resume, de pronto, a generaciones perdidas en la vida, que amenazan con extinguirnos. La mística ha desaparecido, y los jóvenes ya no tenemos dónde encontrarnos. Sin duda, un cruento panorama se dibuja inexorablemente en la imaginación colectiva. No obstante, la historia nos indica un irrazonable, avalándose por 3500 años de existencia. Pero hay consecuencias: en dos palabras, el vacío espiritual. Muchos son ya los que han crecido sin entender, esclavos de la praxis, exploradores censurados de la verdad, castrados por una ignorancia de la que no tienen noción. Así nace el fenómeno que muchos comienzan a cuestionar, y es que la juventud de nuestra colectividad se acerca cada día más a la base constitutiva de nuestra identidad, optando deliberadamente por el camino de la Torah, acercándose a pasos agigantados, como tantas veces ocurrió en el pasado, a la doctrina más recta, la que tanto ha sido criticada como inflexible, y los hijos, poco a poco, comienzan a enseñar a sus padres, cual si se tratara del propio advenimiento del Mashiaj. La ortodoxia judía en Chile está de fiesta, y es que, definitivamente, ha llegado su turno, y ha tomado la iniciativa sabiamente. En más de alguna ocasión me ha tocado escuchar el descontento de algunos padres, las historias de familias fragmentadas por la ideología. Sin embargo, la infinitud del vacío no conoce límites, y por tanto, los jóvenes, con nuestra energía tan característica, saltamos, inevitablemente, como hambrientos sobre un plato de conocimientos, bagaje que trasciende el placer de satisfacer una necesidad, creando, a su vez, nuevas dudas, e invitándonos a todos a disfrutar de un goce ya olvidado. Es que, con el paso de los minutos, se nos ha olvidado quiénes somos, por qué existimos, y por sobre todo, donde están las respuestas a esas preguntas que ya no sabemos contestar. Nos encontramos en medio de una manada de ideales que comienzan a encontrar su sendero, y es peliagudo resistirse de correr con todos. Quizás, es momento de preguntarnos cómo fue que llegamos a este punto, analizar el índice de asimilación que albergamos, buscar dentro de nuestros corazones y escuchar esa voz que nos habla, y nos invita a reencontrarnos con nuestras raíces, con lo que somos, sin la estética que hoy en día ha transformado el santísimo día de Yom Kipur en una actividad meramente social, las fiestas en festines, y que ha arrancado el regalo de paz y sabiduría que alguna vez rodeó a nuestra religión.