La mayoría de personas tiene miedo de ir a terapia. Es una situación nueva y no tienen ni idea de lo que se van a encontrar, imaginan que no sabrán qué hacer ni qué decir. Se van a encontrar con una extraña por primera vez para hablar de temas muy personales. ¿Cómo no iba a dar miedo, vergüenza? Es normal. ¿Te gustaría solucionar algunos temas que te molestan, pero sientes todos o alguno de estos 5 miedos? 1. La terapeuta me obligará a hacer cosas que no quiero hacer, o a hablar de temas de los que no quiero hablar No sé lo que hacen otros profesionales, pero para mí el espacio terapéutico es tuyo. Es verdad que la ayuda psicológica se centra en hablar. Pero si no te gusta mucho hablar, o te cuesta, no hay problema. El terapeuta puede ayudarte haciendo dibujos, u otras actividades creativas que te ayuden a expresar lo que piensas y sientes. Lo que se haga en una sesión depende en gran parte de ti. Y no importa tanto qué hagas, como que sientas que realmente te está ayudando en tu vida. La realidad de la terapia es que las personas suelen sentirse mejor después de una sesión, no peor, y que suelen sentirse más esperanzadas sobre su futuro. 2. Si empiezo, voy a acabar dependiendo dela terapeuta, y tendré que quedarme para siempre Esto me recuerda a algunas películas de Woody Allen, en las que el personaje lleva toda su vida tumbado en el diván del psicoanalista, y ha creado una relación de dependencia con el profesional. Es la ficción y resulta cómica. ¡A mí me encantan las pelis de Woody Allen! Pero la realidad y la ficción son muy distintas. Para empezar, yo no tengo diván, sino un cómodo sillón de color azul. Tampoco soy psicoanalista. No te miro inmutable como si lo que me cuentas me importara un bledo y me dedico a tomar notas. No tengo ninguna intención de diseccionarte psicológicamente ni de que te quedes en mi consulta hasta que envejezcamos juntas. Sería un aburrimiento total. Tú decides cuánto tiempo vas a quedarte. Puede que solo quieras trabajar un aspecto determinado de tu vida que te está molestando, y lo soluciones en 5 ó 6 sesiones. Pero también debo ser realista y decirte que la mayoría de procesos duran varios meses. Cuando me doy cuenta de que ya has solucionado tu demanda inicial te lo digo y empezamos a despedirnos, a no ser que quieras quedarte a trabajar otros temas. Tú decides siempre. Recuerdo a una chica que vino a terapia hace unos años y cuando le dije que ya era el momento de empezar a despedirnos se quedó alucinada. Me dijo que ella imaginaba que nunca le diría eso. ¡Pero si precisamente la meta de la terapia es que la persona adquiera herramientas de autoapoyo! Para mí, despedir a alguien es una alegría. Claro que me da pena, pues hemos creado una relación muy importante, pero lo que más siento es orgullo y una alegría inmensa. 3. Tengo miedo de que la terapia no funcione Mucha gente piensa que la terapia no sirve para nada, que no funciona. La mayoría habla desde el desconocimiento y, sobre todo, desde el miedo. Otras puede que hayan ido a terapia y no hayan logrado establecer una buena relación con su terapeuta. Pero eso es como ir a una peluquería nueva, salir decepcionada con tu corte de pelo y decidir cortártelo tú en adelante porque las peluquerías son un asco. A lo mejor necesitas probar varias peluquerías hasta dar con la peluquera que te corte como a ti te gusta. ¡A mí me ha pasado! Creo profundamente en los procesos de terapia porque he visto cómo funcionan una y otra vez con los adultos y niños con los que he trabajado. Tan solo verbalizar cosas que normalmente te dices en silencio hace que las cosas se movilicen para mejor. Si decides empezar terapia, te animo a que busques a un profesional respetuoso que siga tu ritmo, se centre en tus prioridades y en tus necesidades, te mire con empatía y te respete de forma incondicional. Tú eres la clienta, así que tú decides. Trabaja con quien sientas que es mejor para ti, como si estuvieras eligiendo a tu peluquera de confianza. 4. Mi círculo cercano va a pensar que me pasa algo grave, que estoy loca Si tuvieras una enfermedad mental, verías a un psiquiatra, tomarías algún medicamento. Yo no soy psiquiatra. Las personas que vienen a mi consulta son totalmente funcionales; gente súper valiente que quiere mejorar su vida, darle un mayor sentido, resolver sus dificultades. Otros solamente buscan un espacio de crecimiento personal donde poder mirar sus cosas con tranquilidad y perspectiva, porque es difícil encontrar ese espacio en la vida cotidiana. 5. La terapia requiere mucho esfuerzo No tienes que hacer nada con lo que haces en terapia. Llegas a la consulta, pones la lupa en algunos temas durante una hora, luego guardas la lupa y sigues con tu vida. Y eso ya tiene un impacto, para mejor. Yo no tengo todas las respuestas, no soy una gurú ni una sabia. Me he formado como psicoterapeuta y tengo algunas herramientas que me permiten ayudarte con tus dificultades o dudas para que logres ser más feliz. Y mi objetivo es que tú también las tengas, para que puedas usarlas una y otra vez en el futuro. La opinión de una clienta sobre lo que significa para ella hacer terapia resume a la perfección lo que has leído en este artículo: "Ir a terapia me daba mucho miedo porque por un lado no creía que me pasase nada realmente y me daba apuro llegar allí y no saber qué decirle a la terapeuta, o parecer ridícula por no tener ningún problema grave. Tampoco me sentía cómoda con la idea de hablarle de mis cosas a alguien que no conozco. Estas dos cosas se resolvieron prácticamente desde el primer día: vi que eran miedos totalmente infundados y que, por un lado, tenía mucho que decir y, por otro, no me costaba decirlo en ese espacio destinado específicamente a mí. Por último, temía empezar a ver cosas que no había visto hasta entonces, y que fueran cosas difíciles o que me costasen de digerir y eso me hiciera sufrir de algún modo o que interfiriera con mi vida. Evidentemente, así fue, pero considero que ver la realidad tal como es y verme a mí tal como soy es lo mejor que me ha pasado jamás. Sí que supone un cambio, a infinitamente mejor, pero no un esfuerzo. Desde que empecé a ir a terapia, y solo hace unos meses, las cosas han empezado a abrirse y es como si todo se fuera colocando solo a mi alrededor. El simple hecho de ver lo que sucede hace que todo cambie y que las cosas que antes te asustaban, o paralizaban, o no entendías, desaparezcan o se aflojen sin más".