PERSPECTIVA HISTÓRICA DEL ESPACIO MUNDIAL ( http://www.portalplanetasedna.com.ar/sistema_potitico.htm) El sistema político mundial es el resultado de una serie de procesos históricos, llamados órdenes geopolíticos mundiales. En cada uno de ellos es importante tener en cuenta la distribución del poder en el mundo y la influencia de las principales potencias, que imponen sus ideas y concepciones al resto de los países, sobre todo a los menos poderosos. Poder: capacidad que tienen los países para alcanzar sus objetivos, influir sobre otros y oponerse a aquellos que obstaculizan sus intereses En la historia del sistema interestatal mundial se distinguen los siguientes órdenes geopolíticos: la hegemonía europea (1815-1871), la era del imperialismo (1871-1914), las guerras mundiales (19141945), el mundo bipolar (1945-1 989) y el mundo multipolar (1989 en adelante). Fallas de Huntington A la hora de definir las distintas civilizaciones para unas utiliza criterios políticos, económicos e históricos (como en el caso de la civilización occidental), para otras un criterio puramente geográfico (la civilización subsahariana) y para otras criterios religiosos (civilización ortodoxa, mundo musulmán…). Lo primero que se observa es que la civilización con unos criterios más complejos es, obviamente, a la que el autor pertenece: la occidental (la cual, por cierto, comprende la práctica totalidad del mundo considerado como “desarrollado”). La presunta civilización subsahariana aparece con un criterio puramente geográfico en el que entran en el mismo nivel Sudáfrica con su democracia liberal, la monarquía absoluta de Swazilandia o Liberia, estado creado para acoger a los esclavos liberados durante el siglo XIX. La gran cantidad de conflictos que durante las últimas décadas se han producido en esta región (desde movimientos revolucionarios a conflictos étnicos pasando, obviamente, por guerras para controlar recursos naturales) no parece que merezcan un análisis más detallado sobre la naturaleza de esta “civilización” en la que coexisten decenas de grupos étnicos, modos de producción, creencias religiosas o formas de organización social que en muchas ocasiones entran en contradicción con las delimitaciones y formas de los estados. La definición de la civilización musulmana como una unidad basada en el Islam también muestra una fuerte simplificación, más grave aun si tenemos en cuenta los conflictos que se dan en estas regiones en las que se encuentran involucradas potencias occidentales bajo el liderazgo estadounidense. Mientras que Huntington acepta definir a la “civilización ortodoxa” en base a la adscripción mayoritaria de la población a esta rama del cristianismo, las divisiones del Islam (las principales, los sunitas quienes reclaman que los descendientes de los omeyas son los verdaderos califas y son el grupo musulmán mayoritario en la comunidad islámica mundial) y los chiítas (quienes sólo aceptan a los descendientes de Alí, el yerno de Mahoma, como legítimos gobernantes y son el grupo minoritario) no parecen merecer la misma consideración. Los chiítas constituyen menos del 15% de los mil millones de musulmanes en todo el mundo. Pero son casi un 60% de la población de Irak, aunque los sunitas dominaron el país bajo Saddam Hussein y otros regímenes previos. Los chiítas también son mayoría en Irán y en Bahréin y forman amplias minorías en Arabia Saudita, Kuwait, Siria y el Líbano. También hay grandes grupos de chiítas en Afganistán, Pakistán y Tayikistán. Obviamente, tampoco entran en el análisis las diversas formas que tienen sus habitantes de vivir el credo islámico en todos sus aspectos, entre las que se encuentran manifestaciones culturales que entran abiertamente en contradicción con los preceptos coránicos y que, debido a su arraigo, son tolerados e incluso alentados por las autoridades políticas, sociales y religiosas de las distintas comunidades. Tampoco se soluciona la contradicción entre establecer una “civilización” más o menos homogénea en el “mundo islámico” con las fuertes tensiones geopolíticas y sociales que se viven en esta región. La alianza entre la fundamentalista Arabia Saudí y Estados Unidos contra el Iraq laico de Saddam Hussein, las tensiones fronterizas entre Argelia y Marruecos o la fuerte desestabilización en la frontera entre Pakistán y Afganistán rompen el modelo de civilización relativamente homogénea enfrentada inevitablemente a Occidente. Y estos ejemplos tan solo tienen en cuenta factores geopolíticos, ya que si entramos a valorar todos los factores que influyen en el interior de una sociedad (factores socioeconómicos, de estructura de clases, de organización del estado, de lazos sociales…), cualquier intento de homogeneizar seriamente a los 1.500 millones de musulmanes del mundo cae al primer intento. En el plano político, desde el Panarabismo de Nasser (por cierto, basado en la cultura árabe antes que en la religión, y con una fuerte influencia del modelo de desarrollo occidental) no ha existido un intento serio de crear algún tipo de unidad en el “mundo islámico”. Más bien, el destino de cada estado ha estado marcado por diversas oligarquías locales en muchos casos fuertemente vinculadas al “mundo occidental”. El crecimiento de la conciencia de civilización se ve incrementado por el papel dual de Occidente. Por un lado es una potencia. Sin embargo, al mismo tiempo, y quizá como resultado, está sucediendo un fenómeno de retorno a las raíces entre las civilizaciones no occidentales: "asianización" en el Japón, la "hinduización" de la India, la "re-islamización" del Medio Oriente, y ahora un debate sobre la occidentalización contra la rusianización en el país de Boris Yeltsin. Un Occidente en la cima del poder se enfrenta a países no occidentales que cada vez más tienen el deseo, el objetivo y los recursos, para organizar el mundo, en modos no occidentales. Las características y las diferencias culturales son menos mutables y son menos fáciles de comprometer y resolver que las políticas económicas. En los conflictos entre civilizaciones, la pregunta es "¿qué eres-"?, un hecho dado que no puede cambiarse. Más que el asunto étnico, la religión discrimina precisa y exclusivamente entre los pueblos.