CRUCES DE CAMINOS ÁLBUMES ILUSTRADOS

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bienvenidosalafiesta.com – Luis Daniel González
CRUCES DE CAMINOS
ÁLBUMES ILUSTRADOS: CONSTRUCCIÓN Y LECTURA
Fernando Zaparaín y Luis Daniel González
INTRODUCCIÓN
Cuando los autores fuimos niños conocimos bien el mundo del cómic pero no
tuvimos ninguna noticia de la existencia de los álbumes ilustrados. Nuestro primer
contacto con ellos fue a mediados de los años noventa con ocasión del trabajo de
selección y crítica de libros infantiles que abordó uno de nosotros.
Al ir contrastando nuestras opiniones sobre los álbumes que veíamos, hablamos
varias veces de que las categorías de una crítica literaria o artística normal no eran
suficientes para juzgarlos, y nos dimos cuenta de que intentar definir el álbum
ilustrado con precisión no resultaba tan sencillo como parecía.
Más tarde decidimos preparar una serie de artículos acerca de las distintas
opciones formales en la construcción de los álbumes y entonces nos planteamos que
vendría bien intentar aclarar, con más precisión, la naturaleza y el lenguaje propios
de los álbumes. Y durante los tres últimos años, sin toda la continuidad y rapidez que
nos hubiera gustado, fuimos preparando el trabajo que presentamos aquí: un intento
de analizar el lenguaje propio los álbumes o, si se quiere, una explicación de cómo se
construyen y cómo son los álbumes por dentro.
Para enfrentarnos a ese trabajo hemos procurado ver todos los álbumes que,
según lo que conocemos, son importantes de acuerdo con criterios históricos, de
originalidad y de calidad, por ser los primeros en algún aspecto, por innovar algo o
por estar sancionados unánimemente como los mejores. Luego, entre ese conjunto
de álbumes reconocidos, fuimos seleccionando algunos de los que nos han parecido
más valiosos de los últimos años. Aunque una mayoría los hemos tenido en
bibliotecas a nuestro alcance, algunos los hemos ido adquiriendo, y otros los hemos
buscado expresamente para tenerlos un tiempo entre las manos y poder estudiarlos.
Luego, al ir poniendo ejemplos, varios se han quedado fuera por razones obvias de
espacio y para no multiplicar demasiado los ejemplos.
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Otra consideración previa es que nuestro enfoque se centra por completo en el
mundo occidental. Por desgracia conocemos muy poco la tradición oriental de libros
ilustrados y tampoco estamos bien informados sobre la ilustración en los países de
Europa Central y Oriental. A la vez es cierto que la corriente principal de la historia
de los álbumes tal como la conocemos depende casi por completo de la ilustración
occidental europea en el siglo XIX, a la que se suma la norteamericana a partir del
segundo tercio del XX.
Y otra más es el peso de nuestras particulares historias personales. Ni nuestras
formaciones académicas ni nuestras perspectivas iniciales eran ni son comunes entre
quienes trabajan en la literatura infantil. Entre otras cosas eso quiere decir que
nuestros apoyos bibliográficos y nuestras observaciones son a veces algo singulares
o, al menos, no encajan del todo con los de otras personas que estudian el mismo
tema. De todas formas, lo que por un lado pueden ser limitaciones, por el otro son
nuevas perspectivas.
Dicho lo anterior, puede ser útil explicar las razones por las que decidimos no
desarrollar dos extensos capítulos previos. Uno estaba dedicado a la historia de los
álbumes: un recorrido que comenzaba por los ilustradores del XIX y comentaba los
sucesivos avances en los distintos álbumes históricos a lo largo del XX. Otro era una
especie de vistazo general al mundo de los álbumes, tal como podría darlo quien se
acercase a una biblioteca o a una librería e intentase describirlos y agruparlos de
distintos modos: según edades, según contenidos genéricos, según contenidos
educativos y formativos, según andamiajes estructurales, según núcleos temáticos,
según estilos artísticos, etc.
Después de bastante tiempo de dedicación a esos temas pensamos no abordarlos
aquí, entre otras razones, porque la extensión de este libro sería enorme; porque no
tenemos todos los datos para preparar una historia de los álbumes que, con
tranquilidad, pudiéramos presentar como justa; y, en lo que se refiere a los intentos
de clasificación de los álbumes, porque las subdivisiones son muchas y, al multiplicar
los ejemplos, el texto acababa siendo una enumeración de muchos álbumes que
bastantes lectores no podrían conocer. Sin embargo, los motivos principales para no
incluir esos capítulos fueron dos: uno, que lo específico de nuestro trabajo no era ni
la historia ni la clasificación de los álbumes; otro, que no habría forma de cumplir el
objetivo que nos marcamos de incluir ilustraciones de todos los álbumes que se
mencionan.
En cuanto al contenido del libro, el primer capítulo, después de presentar muy por
encima el mundo de los álbumes, se centra en explicar qué rasgos caracterizan a un
álbum y en qué se distingue de otros medios narrativos que también combinan texto
e imágenes.
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El segundo capítulo aborda la construcción narrativa y estructural de los álbumes.
En su primera parte se intenta dar cuenta, sobre todo, del proceso de confección de
sus tramas. En la segunda se observa el particular proceso de comunicación entre
autor y lector que se da en ellos. No trata de responder a la pregunta de cómo se
confecciona prácticamente un álbum, pues a ella quienes deben responder son, en
cada caso concreto, los creadores; ni tampoco intenta realizar un análisis exhaustivo,
algo que sólo es posible tomando un álbum determinado o un conjunto muy
homogéneo de álbumes.
El tercero es un análisis de la construcción gráfica de los álbumes. En la primera
parte se ven los mecanismos que convierten una historia en una secuencia de
imágenes, los que permiten expresar una realidad continua en una serie discontinua
de ilustraciones. En la segunda se analiza el espacio no sólo como marco de
referencia para el desarrollo de lo que se cuenta, sino como elemento narrativo, pues
en los álbumes el espacio construye la historia.
El cuarto habla sobre las opciones formales en que se pueden agrupar los álbumes
o, mejor, formula una propuesta de ordenación de los álbumes según las tendencias
artísticas con las que se han confeccionado. Pensamos que sirve para dar idea de la
riqueza de los álbumes como género, de su valor como instrumento para desarrollar
la sensibilidad artística, de las distintas posibilidades de conjugar armoniosamente
contenidos y realización gráfica.
El quinto contiene una ficha de todos los álbumes citados y manejados en el libro:
datos editoriales, argumento y un breve comentario. Por razones prácticas los hemos
ordenado según el apellido del ilustrador pues de alguno se comentan varios
álbumes. A quien no conozca bien el mundo de los álbumes le puede ayudar
comenzar por echar un vistazo a este capítulo y al anterior.
La redacción de los capítulos uno —excepto su primera parte— y tres corresponde
a Fernando Zaparaín. La de esta introducción, de la primera parte del capítulo uno, y
del segundo a Luis Daniel González. La del quinto, también a Luis Daniel, con la
excepción de algunos análisis formales más técnicos que se mencionan al principio y
que hace Fernando. La redacción del cuarto ha sufrido más vaivenes y se puede
considerar una labor conjunta. Además, lógicamente, ambos hemos aportado
sugerencias y correcciones a la parte del otro.
Hemos intentado que el texto se pueda leer de corrido sin necesidad de
conocimientos técnicos. Para eso, a veces suministramos definiciones en el propio
texto y volvemos a nociones ya tratadas antes, y otras veces las precisiones van en
las notas al pie. También, para simplificar la lectura, cuando mencionamos un álbum
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normalmente no citamos al autor pero, en el capítulo quinto, están las referencias a
las páginas en las que se habla de su o sus álbumes.
Tienen particular importancia las Notas. Con ellas hemos pretendido, además de
aliviar el texto principal para facilitar su lectura, añadir explicaciones adicionales y
abrir posibilidades para la reflexión y para desarrollos posteriores. Naturalmente,
también en ellas se indica la bibliografía manejada, que ha terminado siendo mucha,
rica y variada.
En cuanto a las ilustraciones, hay una de casi todas las portadas en el capítulo
quinto, lo que nos ahorra ponerlas cuando se menciona el álbum respectivo.
Además, a lo largo del texto, aparecen todas las ilustraciones que se citan
expresamente para ejemplificar algo, también algunas que proceden de otros medios
visuales como la fotografía, la pintura y, sobre todo, el cómic.
Citamos los álbumes según el título de la edición que hemos manejado, casi
siempre la edición española pero no en todos los casos: en algunos no hay edición
en castellano, en otros la hay en los Estados Unidos o el álbum español está
descatalogado, y no los teníamos a mano, por lo que hemos trabajado con la edición
original.
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