tema 10. el ascenso de los totalitarismos fascista y nazi

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H.M.C. TEMA 10: EL ASCENSO DE LOS TOTALITARISMOS FASCISTA Y NAZI
TEMA 10. EL ASCENSO DE LOS TOTALITARISMOS FASCISTA Y NAZI
1. DEMOCRACIAS Y DICTADURAS EN LA EUROPA DE ENTREGUERRAS
La crisis de las democracias en la Europa de entreguerras tuvo como origen una doble
amenaza y una doble dificultad: la amenaza venía tanto de las organizaciones de derechas que
habían derivado en movimientos fascistas, como del comunismo soviético a través de la Komintern;
estos extremismos se reforzaron por las dificultades derivadas tanto de la IGM (muertos,
destrucciones, reivindicaciones, etc) como de la gran depresión.
1.1. El contexto de la crisis de las democracias
Hubo dos vías para superar esta situación: las democracias avanzadas y asentadas,
reformaron el capitalismo, mientras que las nuevas democracias optaron por el fascismo para frenar
la revolución, como vemos a continuación.
Tras la IGM, la democracia parlamentaria y pluripartidista se generalizó en los nuevos
estados del centro y del este de Europa (solo Rusia y Hungría escapaban a esta realidad). Pero estos
nuevos gobiernos democráticos no fueron capaces de resolver los graves problemas del período de
entreguerras, por lo que amplios sectores de la población –sobre todo la burguesía y las clases
medias- se desencantaron de la democracia liberal parlamentaria y la sacrificaron para defender
Estados fuertes y autoritarios que impusiesen la disciplina y la cohesión nacional frente a la crisis.
Justificaron su actitud en la necesidad de evitar, en las clases bajas, el contagio revolucionario del
comunismo soviético (como había sucedido en Hungría y Alemania en el final de la IGM), y en el
intento de superar los efectos devastadores de la crisis económica de los años 30.
1.2. El triunfo de las dictaduras
La democracia solo subsistió en los países en que estaba más asentada (Europa
occidental, los países escandinavos), y la depresión económica no quebró la vida democrática ni dio
lugar a una oleada de crispación social, aunque hubo organizaciones y grupos fascistas en algunos de
estos países (la Cruz de Hierro en Francia, la Unión de Fascistas Británicos, etc). En estas naciones,
el capitalismo se reformó, se incrementó la intervención económica del Estado, y se integró a los
partidos socialistas en el juego parlamentario.
En el resto de Europa -central, oriental, balcánica y mediterránea-, el triunfo del partido nazi
y la llegada al poder de Hitler en 1933, dio un nuevo impulso a los movimientos fascistas, y se
impusieron dictaduras nacionales radicales de derechas entre 1922 y 1939. Pero solo en Italia en
1922 y en la ya citada Alemania en 1933 se implantaron dictaduras plenamente fascistas.
2. IDEOLOGÍA Y BASES SOCIALES DEL FASCISMO
2.1. La ideología fascista
Fascismo es el movimiento político fundado en Italia por Mussolini, que aspiraba al control
totalitario de la sociedad por el Estado y al engrandecimiento de la nación por la guerra. El término
se aplica también a otros movimientos similares, como el nacionalsocialismo alemán.
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El fascismo nunca pretendió tener un sistema coherente de ideas o doctrina, ya que valoraban
más el pragmatismo y la acción por encima de la teoría. No obstante, las principales características
de la ideología fascista son:
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El establecimiento de un Estado totalitario que englobe todas las esferas de la vida
(política, económica, social, cultural), por lo que el Estado prima sobre el individuo,
por lo que niega los derechos individuales y los principios del liberalismo
(igualdad jurídica, separación de poderes, libertad de expresión, etc).
Sistema político dictatorial de partido único que moldea una sociedad con los
principios de jerarquía, orden, obediencia, etc.
Exaltación del líder único, carismático, dotado de todos los poderes, que crea una
voluntad general, y que tiene una autoridad indiscutible de hombre excepcional. Se
establece el culto a la personalidad del líder –el Führer, el Duce, el Caudillo- y lleva a
sus últimas consecuencias el postulado de la desigualdad de los hombres.
Radical anticomunismo y anticapitalismo. Defendía una “tercera vía” o “socialismo
nacional” que acabase con el conflicto de clases integrando, junto a los patronos y
capitalistas, a las clases medias y obreras.
Nacionalismo agresivo, expansionista y militarista, que mitifica los valores
nacionales, y busca la guerra para el engrandecimiento de la nación.
Racismo, ya que postulaban la superioridad de la raza aria, que tenía derecho a
dominar a las razas inferiores, especialmente a los judíos (antisemitismo), que son
presentados como culpables y víctimas propiciatorias.
Desconfianza en la razón y de todos los principios que se derivan de la Ilustración,
como el racionalismo, el materialismo o el igualitarismo. Los fascistas apuestan por
los elementos irracionales de la conducta, como el fanatismo, la obediencia ciega, la
intolerancia, los tabús, etc.
En esta línea, defienden la violencia frente a los oponentes políticos (internos y
externos), considerándola como un valor positivo y terapéutico.
Gran capacidad para movilizar a las masas encuadrándolas, desde la infancia, en el
partido y sindicato único, a través de sus milicias y grupos paramilitares. Para todo
ello, se otorgaba una gran importancia a los símbolos, mítines, desfiles, etc.
Exaltación de los principios masculinos y relegación de la mujer al hogar y a la
crianza de los hijos.
2.2. Las bases sociales del fascismo
Su base social se fue incrementando y se componía de los siguientes grupos:
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Reclutó a sus primeros seguidores entre los excombatientes de la IGM, que se
muestran desarraigados en su vuelta a la vida civil, y entre jóvenes activistas y
románticos, frustrados por el sistema e impresionados por la guerra.
Las clases medias y obreras, fuertemente afectadas por la depresión, y que, por una
parte, se muestran temerosos del comunismo y, por otra, se encuentran atraídos por el
extremismo y la violencia.
Los grandes empresarios y terratenientes fueron su principal apoyo, ya que
financiaron a las organizaciones fascistas para que se enfrentaran a los socialistas y
comunistas, les ayudaron en su toma del poder para implantar una política autoritaria
y un control sobre la economía que favorecía sus intereses.
Recibió apoyos de instituciones del Estado liberal como el ejército y la policía, que
toleraron, e incluso colaboraron, con la violencia fascista.
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3. LA ITALIA FASCISTA
3.1. La crisis del régimen liberal italiano
El final de la guerra tuvo en Italia graves efectos económicos y sociales (dos millones de
parados, inflación disparada). Todo ello provocó una oleada de huelgas obreras y revueltas de ligas
campesinas, dando lugar, en 1919 y 1920, a la ocupación de fábricas y de tierras que atemorizaron
a los empresarios, terratenientes (que veían disminuir sus beneficios) y clases medias ante la
amenaza de una revolución bolchevique. Al final, las movilizaciones fracasaron por la división
entre los socialistas reformistas y los revolucionarios.
Al mismo tiempo, se daba una crisis política del sistema monárquico liberal
parlamentario, y de los partidos tradicionales (conservador y liberal) que, ante la irrupción de los
partidos de masas –como los socialistas- por la implantación del sufragio universal, no dudaron en
aliarse con los populares católicos e incluso con los nacionalistas y fascistas, para excluir a los
socialistas del gobierno. Por su parte, el Partido Socialista italiano se dividió en dos sectores: los
reformistas (partidarios de colaborar con los liberales en el Parlamento) y los maximalistas
(partidarios de la revolución, y que terminaron fundando el Partido Comunista de Italia).
Por último, la frustración por lo logrado tras la IGM había provocado la indignación de los
nacionalistas y el irredentismo, es decir, la reivindicación de las tierras irredentas que Italia
consideraba legítimamente suyas (Trentino, Istria, Niza y Saboya).
3.2. La marcha al poder del fascismo
El fundador del fascismo es Benito Mussolini, que proviniendo del socialismo radical pasó a
ser un nacionalista y anticomunista extremo. En 1919 fundó los Fascios Italianos de Combate,
grupo paramilitar ultranacionalista que se identificaba por la camisa negra, y que se nutría de gente
muy variada: antiguos anarquistas y sindicalistas revolucionarios, socialistas partidarios de la entrada
de Italia en la guerra, ultraderechistas, nacionalistas, nacionalistas y excombatientes. Los fascistas se
erigieron en defensores de las reivindicaciones nacionalistas dentro de un programa socialista
revolucionario.
La creciente desconfianza de algunos sectores sociales –clases medias, gran patronal,
terratenientes y propietarios campesinos- hacia el parlamentarismo, así como la complicidad del
ejército y de la policía, hizo que aumentase la influencia de los movimientos fascistas, del que se
esperaba “orden” y confrontación con el socialismo revolucionario. Esto hizo que Mussolini
cambiase su táctica: creó el Partido Nacional Fascista y reprimió violentamente a las
organizaciones obreras y campesinas con sus escuadras de combate.
En agosto de 1922, los socialistas promovieron una huelga general que los fascistas hicieron
fracasar. Su camino al poder estaba abierto, y en octubre de 1922, el mando fascista decidió la
“marcha sobre Roma” para exigir el poder. Este les fue facilitado por las fuerzas del Estado
(ejército, políticos liberales, etc) y, sobre todo, por la acción del rey Víctor Manuel III, que se negó a
tomar medidas de excepción y solicitó a Mussolini que formara gobierno.
3.3. La etapa parlamentaria
En un primer momento, de 1922 a 1925, Mussolini pareció respetar el régimen liberal
organizando un gobierno de coalición junto a liberales, conservadores y populares. Pero poco a poco
dio paso a una dictadura solapada cuando consiguió del Parlamento poderes extraordinarios y una
amplia mayoría parlamentaria a través de una nueva ley electoral, además de la violencia y de la
intimidación, algo denunciado por el dirigente socialista Mateotti, y que le costó ser asesinado por
bandas fascistas.
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3.4. La dictadura fascista
A partir de 1925-26 Mussolini implantó la dictadura fascista con las llamadas “leyes
fascistísimas”: creación de un tribunal de delitos políticos y de una nueva policía secreta (la OVRA),
eliminación de los demás partidos políticos y de los sindicatos obreros, censura de prensa, y poderes
de Mussolini ilimitados, siendo solo responsable ante el rey. Se establece un régimen totalitario de
partido único -el Partido Nacional Fascista-, aunque el poder real residía en Mussolini, asistido
por el Gran Consejo Fascista. En 1938, el Parlamento fue sustituido por la Cámara de los Fascios y
de las Corporaciones.
Con la Iglesia firma los Pactos de Letrán, en los que, a cambio de que la Santa Sede
reconociese el Estado fascista y a Roma como su capital, obtenía el reconocimiento de su nuevo
estado, el Vaticano, del matrimonio eclesiástico, del catolicismo como la religión oficial del estado, y
de la enseñanza obligatoria de la religión en las escuelas.
El estado fascista dio una gran importancia a la educación, ya que aspiraba a controlar el
pensamiento y la actividad de su población. Por ello, controlaron totalmente la cultura y los
medios de comunicación, y encuadraron a los niños y jóvenes en las organizaciones infantiles y
juveniles del partido: se quería forjar al “italiano nuevo” en las virtudes militares de la disciplina y
la obediencia. Las mujeres fueron penalizadas salarialmente y reforzadas en su papel de esposas y
madres.
En cuanto a la política laboral y económica se optó por el corporativismo, es decir, la
superación de la lucha de clases a través de la colaboración entre obreros y patronos. Este
corporativismo se inicia con la Carta del Trabajo (1927), que solo permitía el sindicato fascista y
prohibía las huelgas. De una política económica liberal, al principio, se pasó a una política
intervencionista, que la propaganda presentaba como “batallas” (la del trigo, la de la lira, etc). Tras
la crisis de 1929, la intervención estatal aumentó y se optó por la autarquía, fomentándose la
concentración industrial con la creación del IRI (Instituto para la Reconstrucción Industrial), que
canalizaba las inversiones estatales hacia industrias de valor estratégico. A partir de 1936 se siguió
una economía de guerra.
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4. LA ALEMANIA NAZI
4.1. La República de Weimar
En noviembre de 1918, el Partido Socialdemócrata (SPD) proclamó la república, y su líder
Ebert fue nombrado canciller. Además de hacer frente a la firma del armisticio, la república tuvo que
afrontar la insurrección bolchevique de los espartaquistas a los que, con el apoyo del ejército y de
voluntarios, aplastó con violencia, asesinando a sus líderes (Liebknecht y Rosa Luxemburgo).
Se celebraron elecciones a una Asamblea Constituyente en Weimar, que elaboró la
Constitución del mismo nombre que establecía: república federal, sufragio universal, amplios
poderes para el presidente que era elegido cada siete años, y que designaba a un canciller o jefe de
gobierno que necesitaba el respaldo del Reichstag. Se formó un gobierno de coalición (Coalición de
Weimar) formado por el SPD, el Zentrum (católico) y el Partido Democrático (liberal), cuya primera
decisión fue la firma del Tratado de Versalles que, como ya sabemos, supuso una carga insoportable
para la economía alemana y terminó provocando la hiperinflación en 1923, que arruinó al país. El
gran malestar social y político minó la confianza en la joven república, aumentando las
movilizaciones obreras y las intentonas golpistas de sectores ultraderechistas y nacionalistas del
ejército. Sin embargo, entre 1924 y 1929, la República de Weimar conoció una relativa estabilidad
política (Pacto de Locarno e ingreso en la Sociedad de Naciones) y económica (Plan Dawes).
4.2. Los comienzos del nazismo
En 1919 se fundó en Munich el Partido de los Trabajadores Alemanes (DAP). Hitler ingresó
en él y elaboró el programa de 25 puntos del partido, en los que destacaba ya el racismo y
antiparlamentarismo que le acompañará en toda su carrera. El partido pasó a llamarse Partido
Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes y tuvo como organización paramilitar a las SA.
La ideología del partido era la siguiente: “socialismo nacional” anticapitalista que superase la lucha
de clases en beneficio de los intereses superiores de la nación; dictadura nacionalista fuerte que
preserve la pureza ; y unir a todos los alemanes en la Gran Alemania, dotada de un “espacio vital”
para el desarrollo de la raza aria. Quedaban afirmados el antisemitismo, el antiparlamentarismo y el
anticomunismo, así como el nacionalismo, el “espacio vital, el belicismo, etc.
Hitler fue elegido en 1921 líder del partido, constituyéndose en el führer y en el soporte
central de la organización. En 1923 protagonizó el putsch de la cervecería en Munich, en protesta
por la ocupación del Ruhr por los franceses. El golpe fracasó y Hitler fue encarcelado. En 1925,
cuando sale de prisión, Hitler refunda el partido para convertirlo en un partido de masas y
parlamentario (utiliza todos los métodos de propaganda a través de uno de sus dirigentes, Goebbels)
y replantea su programa para recabar más apoyos sociales, sobre todo de los grupos dirigentes:
limita sus postulados anticapitalistas, insiste en el antisemitismo y anticomunismo y carga contra
el Tratado de Versalles (revisionismo).
4.3. La crisis de la república y el ascenso del nazismo
La gran depresión de los años 30 (quiebra bancaria por la repatriación de los capitales
estadounidenses, descenso de la producción industrial, más de seis millones de parados) hundió la
democracia de la República de Weimar e impulsó al nazismo, que vio ampliadas sus bases
sociales a las clases medias y obreros. Las actividades violentas de las SA se intensificaron y en las
elecciones de 1930 los nazis pasaron de 12 a 107 escaños.
Pero el apoyo más importante fue el de la derecha tradicional, la de los grandes poderes
financieros e industriales que, a través del Frente Harzburg, deciden acabar con la política
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democrática, los sindicatos y los partidos de izquierda (socialistas y comunistas), apoyando la
llegada al poder de Hitler. En las elecciones presidenciales de 1932, Hindenburg derrotó a Hitler con
el apoyo de todas las fuerzas políticas. Nombró canciller a Von Papen; éste invitó a Hitler a formar
parte del gobierno, ya que el NSDAP se había convertido en la primera fuerza política, pero Hitler
renunció. Sin embargo, las rivalidades entre los políticos de derechas elevaron, en enero de 1933, a
Hitler al puesto de canciller, al que Hindenburg (presidente) y Von Papen (vicecanciller) confiaban
controlar y moderar desde el gobierno. Pero se equivocaron.
4.4. La dictadura nazi y el nacimiento del Tercer Reich
La conquista del poder absoluto por Hitler fue muy rápida: obtuvo de Hindenburg la
disolución del Reichstag y convocó elecciones, que se desarrollaron en un clima de violencia
extrema por parte de las SA y las SS, y que terminó con el incendio del Reichstag en febrero de
1933, del que culparon a los comunistas. Aun así, en las elecciones los nazis no consiguieron la
mayoría absoluta, pero con el apoyo de los partidos de derechas, aprobaron una ley que otorgaba al
canciller plenos poderes durante cuatro años, lo que los nazis aprovecharon para eliminar a los
restantes partidos políticos. Alemania se convertía en una dictadura de partido único.
A continuación, y para ganarse el apoyo del ejército y de la oligarquía económica, Hitler
eliminó a los elementos más radicales y revolucionarios de las SA, en la llamada “noche de los
cuchillos largos” (junio de 1934). Cuando Hindenburg muere en agosto de 1934, Hitler asoció la
cancillería a la presidencia del Reich, del Tercer Reich. Las SS y la Gestapo, dirigidas por Himmler,
vigilaban la política del Reich y subordinaban a la policía y el ejército.
4.5. La política nazi de adoctrinamiento y propaganda
El régimen nazi desató una campaña masiva de adoctrinamiento y control ideológico de
toda la sociedad, y fomentó el culto al führer. Este adoctrinamiento se hacía a través de la educación
y de las organizaciones juveniles (Juventudes Hitlerianas), inculcando en ellas la camaradería, la
obediencia, el sentido del deber, además del racismo, el antisemitismo y el militarismo.
Se suprimió la libertad de expresión, se desarrolló la censura y se impulsó la quema de
libros. Las artes plásticas fueron utilizadas para transmitir los valores raciales y patrióticos. Joseph
Goebbels, como Ministro de la Propaganda, concentró en su persona el control de todas estas
actividades, de los medios de comunicación y de la cultura.
4.6. Racismo y antisemitismo
Para asegurar la cohesión social, la división de clases fue sustituída por la unidad y
supremacía racial, en pos de la cual, era necesario eliminar todas las “impurezas” que no se
ajustasen al estereotipo ario: otras razas y etnias, incapaces físicos o mentales, marginados
sociales, etc. Sin embargo, el grupo de víctimas más amplio fue la comunidad judía, a los que se
fueron aplicando las siguientes medidas:
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Entre 1933 y 1938 se les suprimieron los derechos políticos y sociales y se les expolió
sus bienes y, además, las leyes de Nuremberg les excluían de la ciudadanía alemana
y prohibían los matrimonios mixtos.
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Desde finales de 1938 se dio vía libre a su persecución, y en la noche del 9 al 10 de
noviembre de 1938, tiendas y sinagogas judías fueron saqueadas y destruídas en la
“noche de los cristales rotos”; a continuación miles de judíos alemanes y austríacos
fueron encerrados en campos de concentración.
A partir de 1942, Hitler ordenó la “solución final”, es decir, la eliminación total de la
población judía de Europa, lo que implicó el asesinato de más de cinco millones de
judíos.
4.7. Autarquía y rearme
El gobierno nazi intervino en la economía. Eliminó los sindicatos de clase y obligó a los
obreros a integrarse en el único sindicato, el Frente Alemán del Trabajo. Entre 1934 y 1936 el
régimen se centró en resolver los problemas más acuciantes: reactivación de la economía, impulso al
comercio exterior (controlando las importaciones e incrementando los intercambios con Europa
central y oriental) y la lucha contra el desempleo (a través de las obras públicas). Desde 1936, y a
las órdenes de Goering, se siguen los planes cuatrienales, con una decidida política autárquica y
de rearme. Para ello, se explotan los recursos del suelo y del subsuelo, se desarrolló la producción
de sucedáneos y de sintéticos y se incrementó la inversión en la industria de guerra. La recuperación
económica tenía que superar dos obstáculos: la falta de alimentos y de materias primas
estratégicas (petróleo, caucho, wolframio, etc). La solución era la guerra para ampliar el “espacio
vital” a costa de otros países.
El aumento de la producción y el pleno empleo hicieron olvidar a los alemanes –clases
medias y campesinos- los sacrificios impuestos a los obreros (congelación de salarios y aumento de
la jornada laboral). Pero esta política económica era insostenible a largo plazo y su mantenimiento
dependía de la obtención de recursos de otros países y del estallido de la guerra para dar salida a la
gran acumulación de armamento.
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