impresión - Religiosas de la Asunción de Centroamérica y Cuba

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Un legado por descubrir
Leila Salinas r.a.
Violeta Pacas r.a.
2016
“Amantes de su tiempo”
Religiosas de la Asunción - Provincia de Centroamérica y Cuba
PARA REFLEXIONAR
En el origen de nuestra Asunción, encontramos dos mujeres excepcionales
conducidas por el Espíritu. Apasionadas por Jesucristo, amaron su época e
intentaron dar respuesta desde su propio Carisma.
“En Cristo, Dios nos bendijo con toda clase de
bendiciones espirituales y celestiales.
En Cristo, nos eligió antes de la creación del mundo
para ser consagrados y estar ante Él por el AMOR”.
(Ef, 1,3)
Siguiendo sus huellas:
1. ¿Nos sentimos urgidas a amar nuestro tiempo?
2. ¿A reconocer los desafíos que nos plantea y poder dar respuestas
audaces, sin conformismos?
3. ¿A estar abiertas a las mociones del Espíritu, a vivir en continuo
discernimiento y ser capaces de mirar al futuro para incidir en los puntos
neurálgicos de nuestra realidad?
SANTA MARÍA EUGENIA DE JESÚS
“Señor, Tú sabes que te amo”
“Jesucristo fundó nuestra Congregación en
una dependencia total de Él”.
“Yo soy la Primera piedra colocada por su Mano”.
____________________
(M.M.E.)
Bibliografía
1. Capítulos de Madre María Eugenia: 15.12.1872 / 27.12.1872 / 24.02.1878 /
05.05.1878 / 26.10.1882.
2. El siglo XIX M. Ma. Eugenia realidad..ppt
3. M. Therese Emmanuel. Instrucción a las Novicias de la Asunción, Tomo I
4. Madre María Eugenia Milleret. Mere Helene Marie Bories
5. P. Jerónimo Cornelis, Agustino de la Asunción. “Apasionada por el Evangelio
y por su época: Madre María Eugenia de Jesús.” 1974.
6. Textos de Referencia del Congreso Internacional de Educación, Auteuil,
1988.
7. Textos Fundacionales. Capítulos (20.07.1879) y (28.04.1889)
8. Textos Fundacionales. Carta al P. Lacordaire
9. Textos Fundacionales. Consejos sobre educación (1842) no. 1511.
10. Un largo camino juntas: Madre María Eugenia y Madre Therese Emmanuel
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MADRE THÉRÈSE EMMANUEL
¡Santo! ¡Santo! ¡Santo!
“Soy Yo quien te nombró ‘Emmanuel’”
Yo te he llamado con Mi Nombre.
Quiero que mi Ser sea en ti,
que sea Yo quien viva en ti. Yo te predestiné”.
(N.S. a M.T.E. 24.12.1842)
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En lugar de lamentarse por ese estado de hecho, Madre María Eugenia se dedica a
modificarlo, inculcando por medio de la educación un espíritu social cristiano que
corrige la superficialidad que denuncia, y dice: “El fin de la educación es que, una
vez que están ya en el mundo, sean mujeres cristianas capaces de llevar los
pensamientos, los sentimientos, las costumbres cristianas al seno de la familia”.
(Capítulo 20.07. 1879)
La inteligencia debe formarse de manera que anime la voluntad y le proporcione
una dirección. Que se actúe según la razón y con razones para actuar. “Todas
habíamos experimentado los inconvenientes de una enseñanza inspirada por un
principio mundano o anti católico. Y no es que hubiera en esta educación el
prejuicio de evitar el nombre de Dios y de no querer poner a la religión como
fundamento de la enseñanza, pero faltaban convicciones, se leían libros de toda
especie, había profesores de todas las creencias”. (Capítulo 28.04.1889)
La reflexión sobre su propia experiencia, las necesidades de su tiempo, así como
las causas del creciente divorcio entre fe y razón, llevaron a Nuestras Fundadoras
a elegir la educación como respuesta a estos grandes desafíos.
“La educación cristiana nos ha parecido ser la gran necesidad de nuestra época”
(Madre Therese Emmanuel a las Novicias de la Asunción, Tomo I p. 76-77)
La educación es la obra más útil y necesaria. Se trata de formar en el corazón de
las niñas el amor a Nuestro Señor y su espíritu en el conocimiento de Jesucristo.
ELLAS SERÁN LA FUENTE DE UNA RAZA NUEVA Y FORMARAN UNA NUEVA
GENERACIÓN CRISTIANA. (Ídem. p. 289)
María Eugenia y Therese Emmanuel, amaron su tiempo, amaron la Iglesia y con
realismo quisieron dar una respuesta convencidas de que su PROYECTO era la
causa de Dios. Su fe les proporcionaba, no sólo la audacia, sino también la
resistencia, no sólo la energía de actuar, sino también las fuerzas de hacer frente a
la incomprensión, la oposición e incluso la persecución. Su fe y su amor a Cristo
les permitieron hacer la unidad; su obediencia a la voluntad de Dios y el sentido
de su llamada conservaron sus miradas fijas en su ideal.
“Lo propio de los corazones grandes es descubrir la necesidad principal de la
época y consagrarse a solucionarla”. (P. Lacordaire 28.08.1844)
“Para tener influencia en su siglo, se necesita haberlo comprendido”. (Montalembert)
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DESAFÍOS – RESPUESTAS
TRANSFORMACION DE LA SOCIEDAD – EDUCACIÓN DE LA MUJER
UN LEGADO POR DESCUBRIR
Las Fundadoras de la Asunción, comprenden que Dios tiene un proyecto sobre el
mundo y que cada uno está llamado a colaborar con él. En su “Credo”, Madre
María Eugenia afirma:
BICENTENARIO DEL NACIMIENTO DE
SANTA MARIA EUGENIA DE JESÚS Y MADRE THERESE EMMANUEL
1817-2017
“Creo que cada uno de nosotros tiene una misión que cumplir en la tierra…
El fin de esta religión no es solamente esforzarnos en buscar por todos los
medios nuestra bienaventuranza eterna, sino esforzarnos también en
buscar en qué puede Dios servirse de nosotros para la difusión y
realización del Evangelio”. (Carta al P. Lacordaire)
La luz de la fe cristiana es fuente de coherencia. Madre María Eugenia cree en las
consecuencias sociales del Evangelio si éste se vive y en su poder de
transformación de la sociedad. Presiente que si sus contemporáneos no
colaboran en el proyecto de Dios, es más por ignorancia que por malicia. Se trata
de comprender este tiempo y de educar en una perspectiva cristiana de acuerdo
con el Evangelio. Y apunta:
“Lo que falta hoy… son órdenes religiosas en relación con los caracteres,
los espíritus e incluso con las fuerzas físicas de nuestro tiempo”. (Carta al P.
Lacordaire)
Ambas Fundadoras tienen confianza en la capacidad de la mujer de realizar esta
transformación de la sociedad. “Ya ve usted que las mujeres creen que su papel en
la familia es el de asegurar la fortuna, casi nunca el honor y la rectitud, ellas, que
el cielo hizo educadoras del mundo”. (Consejos sobre educación (1842))
Por su parte Madre Therese Emmanuel dice: “La educación es nuestra Obra al
interior de la Iglesia. Tiene como fin formar jóvenes fuertemente empapadas de
espíritu cristiano y poseyendo al mismo tiempo las ciencias profanas que las hacen
capaces de ejercer influencia a su alrededor.
Estas jóvenes en su mayoría están destinadas a formar familias; por eso es muy
importante que ellas sean suficientemente inteligentes e instruidas en todos los
campos y sepan hacer respetar lo que ellas dicen y lo que ellas son”. (Instrucciones de
“El Reino de Dios es como un comerciante que busca
perlas finas; cuando encuentra una de mucho valor,
va y vende todo lo que tiene y compra esa perla.”
(Mt 13,45-46)
La Celebración del Bicentenario del nacimiento de Nuestras
Madres, Fundadora y Cofundadora de la Congregación de
Religiosas de la Asunción, nos desafía a llegar hasta las raíces
más profundas de nuestro Carisma y Espiritualidad.
Acontecimiento tan importante para nuestras generaciones
actuales y futuras, nos lanza a beber en las fuentes, a reflexionar
sobre la herencia espiritual recibida y a descubrir su riqueza
para avanzar juntos hacia “la otra orilla”.
Este material intenta dar respuesta a la propuesta de Madre
Martine: “… avanzar con confianza, apoyándonos en la Fe de
nuestras antepasadas en la Congregación, porque en ellas
encontramos inspiración y aún más, en Jesucristo, en quien
ambas se anclaron para avanzar.” (M. Martine 10.03.16)
1.
Madre Therese Emmanuel a las Novicias de la Asunción p. 285)
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¿quién osaría decir, que el Reino de Jesucristo no sea la meta del mundo y que no
sea bueno consagrase a Él?”
“Dar a conocer a Jesucristo, libertador y rey del mundo; enseñar que todo le
pertenece, que presente en nuestras almas por la vida de la gracia, quiere
trabajar en cada uno de nosotros para la gran obra del Reino de Dios; que cada
uno entre en este proyecto, ya sea para rezar, para sufrir o para actuar; que
negarse a ello, bajo cualquier pretexto, es apartarse del mayor bien y tomar el
camino del egoísmo. Le aseguro, que para mí, esto es el principio y el fin de la
enseñanza cristiana“.
En esta travesía del desierto, Nuestras Fundadoras, hacen oír su voz profética. La
Congregación se desarrolla. Sus intuiciones las hacen caminar en la línea de una
restauración cristiana y evangélica que confirmarán un día las orientaciones del
Vaticano II”. (P. Jerónimo Cornelis A.A.)
Esta manera de ver, esta contemplación de la realidad, lejos de apartarlas del
mundo, las lleva a amarlo cada vez más. Madre María Eugenia exclama:
“Me cuesta oír llamar a la tierra un lugar de destierro; yo la contemplo como un
lugar de gloria para Dios,
puesto que puede recibir de nuestras
voluntades libres y que sufren, el único homenaje que no encuentra en sí
mismo…” (Carta al P. Lacordaire)
Por su parte, Madre Therese Emmanuel en sus “Notas sobre nuestra Obra
Apostólica” hace eco en sus enseñanzas:
“El amor de Dios debe gobernar las sociedades cristianas y las órdenes
religiosas. Las máximas del Evangelio consisten en: dar su vida por el prójimo,
amar a los enemigos, ver a Jesucristo en el más pequeño de los hermanos;
servirle en ellos, todo conduce a la práctica de un amor universal, porque
encontramos a Jesucristo en todo prójimo, amigo o enemigo y le servimos en
ellos. La base de la sociedad cristiana es el sacrificio de uno mismo. Es también
la condición de la entrega y del celo. HAY QUE DEJARLO TODO PARA SEGUIR A
JESUCRISTO. La entrega a la obra de Jesucristo en el mundo nace de su amor“.
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ANA EUGENIA Y CATALINA
Desgraciadamente los acontecimientos de junio, con la muerte de Monseñor
Affre, suscitan una reacción violenta. Para María Eugenia y Therese Emmanuel es
el derrumbamiento de un gran sueño, o mejor, la toma de conciencia de que falta
por llevar a cabo un largo combate en favor de la liberación del hombre.
3. AMANTES DE SU TIEMPO
“Si ustedes saben interpretar el aspecto del cielo…
¿Cómo no saben interpretar las señales de estos tiempos?”
En este contexto histórico tan particular, hay que situar la Fundación de la
Congregación de Religiosas de la Asunción. A pesar de las angustias, los choques,
y las dificultades de toda clase, que encuentran incluso, por parte de la Iglesia a
la que quieren servir con todas sus fuerzas. (P. Jerónimo Cornelis A.A.)
(Mt 16,3)
SIGLO XIX - CONTEXTO HISTÓRICO o
UTOPIA – EL REINO
Madre María Eugenia y Madre Therese Emmanuel, contemplan su tiempo con
una mirada de fe y esperanza y, a diferencia de ciertas corrientes espirituales y
religiosas de su época, consideran al mundo como lugar de revelación y gloria
para Dios.
Ambas se sienten llamadas a fundar una Congregación Religiosa para aportar un
cambio radical en la sociedad de su tiempo, haciendo que ésta se deje penetrar de
los principios, valores y visión del Reino de Dios que Jesucristo vino a proclamar e
instaurar en la tierra.
Madre María Eugenia le escribe al P. Lacordaire:
“¿Concibe usted lo maravilloso de una sociedad verdaderamente cristiana? Dios,
Maestro de los espíritus, bajo las sombras de la fe, de las voluntades, en las
angustias de la prueba. Maestro que reina en todas partes aunque de modo
invisible, adorado cuando hiere y, todas las virtudes que son la vida de Dios,
preferidas a las necesidades de que se compone la vida natural del hombre.
Soy muy sencilla y muy atrevida al hablar así; pero ante esta idea no me puedo
contener, y este Reino de Cristo es quizá todavía más precioso para mí, más
querido para mi alma, que las tiendas de Israel de las que habla el profeta; más
que la Jerusalén Celestial, en donde no se puede pertenecer a Dios, más que al
recibir su recompensa“.
“Hay quien dice: ¡Hermosa Utopía! Le aseguro que esta exclamación me
escandaliza, porque observo que nuestro Maestro ha dicho: No habrá más que un
rebaño y un Pastor. El Hijo del hombre atraerá a todos hacia Él. Por otra parte,
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Un período marcado por profundos cambios
Esta época, conocida como “El Gran Siglo de las Almas”, marcó profundamente las
almas y las inteligencias de nuestras Fundadoras. En ese ambiente de clases
medias, cercano a la aristocracia, encontramos el crisol de la renovación cristiana.
“1817-1898: en los 81 años de la vida de María Eugenia, 7 regímenes políticos se
han sucedido en Francia. Es un período confuso, rico en cambios e innovaciones,
desde el punto de vista social, filosófico, artístico y eclesial.
La Revolución Francesa de 1789, significó una ruptura con el pasado: los nuevos
valores de Igualdad, Fraternidad, Libertad, presagian el final de las monarquías en
Francia y en otros lugares de Europa. Nuevas filosofías modernas modelan las
mentalidades y lanzan dudas sobre el modo de conocimiento: una nueva
conciencia de sí mismo, de su relación con los demás invade los espíritus; crece
más y más el interés por las emociones, las pasiones; la naturaleza humana se
convierte en campo de observación.
Las escuelas románticas, naturalistas y simbolistas se suceden tanto en literatura
como en pintura poniendo el acento en la afectividad, las emociones y la
imaginación.
El método y la mentalidad científicos ganan terreno y forman los espíritus,
agudizando el conflicto entre ciencia y fe; se teme actuar mal, se desarrolla un
sentimiento paralizante del pecado y del miedo a ofender a Dios.
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La industrialización va transformando no sólo las estructuras económicas sino
también el estilo de vida de las sociedades, las relaciones y las ambiciones.
El filósofo alemán Hegel (1770-1831) había proclamado una mística del progreso,
pero los pobres pagaban el precio.
Los reformadores sociales y los teóricos inventan el vocabulario que Karl Marx
(1859-1913) hará universal, teorizando e imponiendo así una lectura económica
de la historia. Los obreros empiezan a organizarse; Francia descubre el
proletariado y la fuerza de los movimientos populares.
Toda esta borrasca de la historia aporta profundas modificaciones en la cultura y
desestabiliza todas las estructuras de la sociedad: Gobierno, organización social,
económica, educación, Iglesia”. (Congreso Internacional de Educación, Auteuil, 1988)
o
Contexto Eclesial
La Iglesia del siglo XIX es el blanco de los asaltos conjugados del ateísmo y de la
revolución. El materialismo gana terreno. En Francia muchos se dejan seducir por
el racionalismo y el positivismo de Augusto Comte. (1798-1857)
El espíritu crítico con el que Renan aborda y presenta los textos de la Biblia está en
armonía con estas ideologías. Frente a este “humanismo ateo”, en frase de Henri
de Lubac, los cristianos ponen en tela de juicio los problemas fundamentales. Ya
Víctor Hugo había afirmado: “la prensa y la escuela harán desaparecer a la
Iglesia”. La amenaza se hace realidad con la fundación, en 1866, de la famosa
“Liga de la Enseñanza”, por el francmasón Macé.
o
Un combate por la libertad
La Iglesia, prisionera de su opción contrarrevolucionaria, encuentra dificultad para
reconocer que no todo es negativo en el ideal de Libertad y Fraternidad de 1789.
Quizá Lamennais es uno de los hombres más clarividentes: en 1817, año del
nacimiento de Ana Eugenia y Catalina, publica su “Ensayo sobre la Indiferencia”,
vehemente llamada a la libertad y a la justicia. Este profeta presenta su tesis de
que una sociedad atea está condenada a la desintegración, y quiere hacer del
cristianismo un fermento que renueve el mundo moderno: se trata de hacer
penetrar el Evangelio en la vida, en las instituciones sociales, en la política. Sin
embargo, por su falta de equilibrio, pondrá en peligro la causa grandiosa a la que
sirve.
Otros católicos liberales luchan también para promover lo que hay de válido en las
tesis de las que se hace portavoz “l ’Avenir”, especialmente el combate por la
libertad: entre otras la libertad de enseñanza, consagrada por la ley Guizot de
1833 y la ley Falloux de 1850.
Entre estos luchadores infatigables, encontramos al P. Teodoro Combalot,
predicador de fama y fogoso polémico, ardientemente convencido del papel que
la educación cristiana representa en la transformación de la sociedad: “Instaurare
omnia in Christo”.
Para rehacer un mundo cristiano según el Evangelio, la Iglesia posterior a la
revolución, necesita restaurar la educación religiosa de la juventud y, sobre todo,
de la juventud femenina. Es el sacerdote que Dios pondrá en el camino de María
Eugenia y Therese Emmanuel para fundar la Asunción.
Levadura en la masa, los cristianos comprometidos trabajan en todos los sectores
con un auténtico espíritu de fe y esperanza.
El siglo XIX es la edad de oro de la apologética: Gratry, el Cardenal Newman. Los
sabios son al mismo tiempo hombres de ciencia y de fe: Laennec, Ampére,
Pasteur. “L’Avenir”,”L’Ere nouvelle”,”L’Univers” y más tarde “La Croix” son un
ejemplo del papel que la prensa católica tendrá en la polémica. Las conferencias
Cuaresmales continúan, impulsadas por Lacordaire.
Desde 1830, el grupo de “l ’Avenir” tiene herederos en vela. La revolución de 1848
provoca una llamarada de espíritu social en los católicos liberales y su periódico
”L’Ere nouvelle”. Nace una gran esperanza, la Madre María Eugenia hace eco en
una carta de marzo de 1848 al P. d’Alzon y dice: “Nadie mejor que nosotros ha
sido fundado en vistas a esta sociedad del futuro”.
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