¿Qué representa la juventud que se rebela?

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¿Qué representa la juventud que se rebela?
Extraído de Viento Sur
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Palestina
¿Qué representa la juventud
que se rebela?
- solo en la web -
Fecha de publicación en línea: Sábado 14 de noviembre de
2015
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¿Qué representa la juventud que se rebela?
Ni "Tercera Intifada", ni simple yuxtaposición de incidentes aislados; a comienzos del mes de octubre ha estallado
un nuevo levantamiento en los territorios palestinos. El efecto de sorpresa, incluso estupefacción, que parece haber
embargado a ciertos observadores que se extrañan por esta explosión de la juventud, tiene algo de... sorprendente.
¿Era razonable pensar que jóvenes que, desde que tienen uso de razón, sufren opresión y discriminación en la vida
cotidiana en Jerusalén y en Cisjordania, permanecerían eternamente callados? Una nueva generación palestina se
levanta contra la ocupación, y hay que constatar que si el 11 de noviembre de 2015 es el 11º aniversario de la
muerte de Yasser Arafat, el dirigente histórico de la OLP (Organización de Liberación de Palestina), estos jóvenes
no se reconocen en ningún líder y no se reivindican de ninguna pertenencia partidaria.
Los futuros líderes están en la calle
La historia palestina se escribe por ciclos de movilización, a medida que las generaciones que se suceden toman
conciencia de las injusticias sufridas: de la "generación de la expulsión" de 1948, que fundó el Fatah a comienzo de
los años 1960 y tomó las armas en 1965, a la "generación del muro" que se muestra hoy ante nuestros ojos,
pasando por la "generación de la ocupación" de 1967, principal protagonista de la Intifada de 1987.
Es así como se han conformado unas generaciones políticas, en el sentido de las "unidades de generación"
definidas por el sociólogo Karl Mannheim: "Un conjunto generacional se constituye a partir de la participación de los
individuos que comparten la misma situación de generación en un destino común y en los contenidos que tienen que
ver con él y que están unidos en él. Entonces, en el interior de esta comunidad de destino pueden surgir unidades
de generaciones particulares".
Es lo que no comprenden quienes quieren explicar la revuelta actual por la acción de los grupos políticos, o quienes,
de forma desesperada, tratan de encontrar a los "dirigentes del levantamiento". Los jóvenes que realizan ataques
con puñal o se manifiestan ante las posiciones militares israelíes no obedecen a nadie. Los líderes de la juventud
que se rebela actualmente no son aún conocidos: están en las calles o en la cárcel.
En efecto, la historia de las movilizaciones sociales y políticas nos enseña -incluso a medio plazo-, que es siempre
en el curso de experiencias de amplias confrontaciones de donde emergen los líderes. Los jóvenes palestinos que
se levantan hoy no han conocido la OLP de Arafat, y una buena parte de ellos solo sabe de Marwan Barghuti que es
un preso palestino un poco más célebre que los otros 6000.
Las corrientes tradicionales desbordadas
A partir de ahí, no existe ninguna razón para que obedezcan a los llamamientos a la lucha o a la calma de unos y
otros, incluso si algunos grupos, por razones que tienen que ver ante todo con las correlaciones de fuerzas entre
grupos palestinos, intentan aparecer al mando. Incluso Hamas, que no tiene ningún control sobre los acontecimiento
y, al contrario, tiene más bien tendencia a correr detrás de la juventud que a arrastrarla.
Los acontecimientos actuales son el último avatar de la crisis de dirección que atraviesa el movimiento nacional
palestino desde comienzos de los años 2000, y de la incapacidad de las principales corrientes (izquierda, Hamas,
Yihad islámica, Fatah) para ofrecer un marco y perspectivas a la juventud. Presos de la lógica de Oslo y controlados
por cuadros envejecidos, viven en un desfase flagrante con jóvenes que no tienen, al contrario que muchos de sus
"dirigentes", nada que perder.
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En efecto, décadas de ocupación han generado lógicas de adaptación que según pasa el tiempo se han convertido
en fines en si mismas y no en medios para "aguantar". A fuerza de vivir a pesar de la ocupación, se acaba por vivir
con la ocupación; y esto, incluso si se mantienen discursos de venganza. A partir de ahí, son numerosos los
palestinos y palestinas que tendrían algo que perder en una recuperación duradera de la tensión con el ocupante
israelí, que a fortiori puede ser incontrolable y que, por tanto, no se puede "traducirse" en ventajas,.
La ocupación prolongada y la ausencia de toda perspectiva de arreglo del "conflicto" han producido dinámicas
institucionales conservadoras, incluso en el movimiento de liberación. Hay que pensar aquí en la "dialéctica de las
conquistas parciales", de la que hablaba el economista Ernest Mandel a propósito de la burocratización de las
organizaciones obreras, señalando "(a quienes) se comportan como si toda nueva conquista del movimiento obrero
debiera ser subordinada de forma absoluta e imperativa a la defensa de lo que existe".
Los principales grupos y dirigentes palestinos están así en una lógica de defensa, incluso de consolidación de un
espacio en el seno de un dispositivo de poder regido por los acuerdos de Oslo, con la existencia de "zonas
autónomas" autoadministradas cuyo control se ha convertido en un fin en si mismo, cuando en su origen eran
consideradas como una simple etapa antes de la emergencia de un Estado. Un control tanto más deseado cuanto
que permite desarrollar una base en el seno de la población, en primer lugar entre quienes tienen un empleo en la
Administración.
La industria del "proceso de paz"
Las repetidas crisis y las divisiones en el seno del movimiento nacional son producto de este desplazamiento de los
objetivos, de la liberación nacional hacia el control de un seudo aparato de Estado que ofrece ventajas materiales
(ayudas internacionales, salarios, etc.) y simbólicas (contactos internacionales, puestos con "responsabilidades",
etc.). Así, mientras que el proceso de Oslo ha caducado, las estructuras salidas de él continúan ofreciendo ventajas
a las élites políticas y administrativas, haciéndolas reticentes a cualquier agitación amplia.
Los jóvenes palestinos que se rebelan "no tiene nada que perder, salvo sus cadenas". La mayor parte de ellos no
tienen situación profesional que preservar, familia que alimentar o carrera que construir. "Nada que perder", "nada
que esperar", "nada que alcanzar": estas fórmulas se repiten como una trágica cantinela en todos los recientes
reportajes. La "generación del muro" no responderá a los llamamientos a la "calma" de los beneficiarios de la
industria del "proceso de paz", más motivados por la defensa de sus intereses que por la liberación colectiva,
incapaces de hacer balance de sus fracasos y que se niegan a transmitir el testigo a las nuevas generaciones.
En último análisis, el levantamiento actual es la expresión de la insostenibilidad de un "statu quo" que en realidad no
lo es y del callejón sin salida de un "proceso de paz" que no ha sido más que una reorganización del dispositivo de
ocupación. La incapacidad de la dirección palestina para ofrecer un marco y perspectivas políticas a la juventud que
se rebela, forma parte de una crisis bastante más profunda en el campo político palestino, que no podrá comenzar a
resolverse más que levantando el acta final de la muerte del "proceso de paz" y el fracaso de la estrategia de las
negociaciones, sin correlación de fuerzas, de cara a la constitución de un improbable Estado palestino cuyas bases
materiales han desaparecido desde hace mucho tiempo.
11/11/2015
Julien Salingue, doctor en ciencias políticas y coanimator de Acrimed
The Conversation
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http://www.france-palestine.org/Generation-spontanee-en-Palestine
Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR
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