Rev de Psic.

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DE LOS PARADIGMAS
Raúl Jorge Aragonés
Esta Sociedad de la Historia del Psicoanálisis se reúne hoy para fijar su atención en
aquella parte que constituye la médula del sistema nervioso de nuestra disciplina: sus
paradigmas. El psicoanálisis hizo su aparición en tiempos de paradigmas, cabalgando
entre el comienzo y el fin de un siglo que ponía fin a un fijismo milenario, con Darwin
que nos presentaba al sujeto de la prehistoria, con Nietzsche que mostraba las jorobas
del que debería haber sido el superhombre y con Marx que ponía al desnudo las
superestructuras.
Freud fue uno de ellos que con su obra dejó sembrado de paradigmas un vasto
territorio inexplorado de la mente y de la realidad. A modo de introducción de esta
jornada dedicada a paradigmas y autores que le sucedieron, me ocuparé de parte de
ese legado.
Los paradigmas son modelos epistemológicos alternativos que contienen otros
modelos de un nivel inferior a los que vienen a reemplazar, son esquemas formales de
organización con representaciones abstractas, conceptuales, gráficas con in put y out
put, que analizan, descubren, explican o simulan. Siempre significan cambio, traen
interrogantes que marcan pautas nuevas de interrogación, que se adelantan a la
percepción de una época. Interactúan, establecen una dramática del poder entre sí,
producen efectos, estableciendo
nuevos límites, “verdades universales”,
cosmovisiones… destinadas a ser reemplazadas.
Hacer un recorrido, cronológico o clasificatorio de todos los paradigmas freudianos
sería una tarea importante para nuestra Asociación pero rebasaría en mucho a esta
jornada y a esta introducción. Tampoco creo posible seleccionar un paradigma central
que nos convoque a todos porque en Freud los paradigmas divergen, se solapan,
conviven, pasan de una dirección lineal a una estructura en mosaico, marcan límites
sin renunciar a la ambigüedad que los hace atemporales, proyectándose al futuro,
pero conservando su estado embriológico inicial. Además hay que considerar que sus
paradigmas fueron fruto del contexto de descubrimiento y de los acontecimientos,
teniendo en cuenta que Freud dirigió un movimiento ideológico más allá de lo
terapéutico en que hubo disensiones, seguidores y colaboradores
Dadas todas estas características de su obra mi propósito en este trabajo es señalar
algunas de las encrucijadas en que renace, se contradice, deja y retoma, suma y no
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resta, solapándose a sí mismo, abriendo siempre muchos caminos sin una
resignificación final.
Ejemplos ilustrativos del mundo paradigmático que Freud nos dejó son los 3
mecanismos de formación de síntomas que se corresponden a los 3 modelos de
formación del yo y a las 3 reformulaciones de la teoría del narcisismo, todos vigentes,
retomados por él y otros autores, muchas veces sin diferenciarlos o sumándolos. Son
todos distintos, a veces se contradicen, a veces se complementan. Entre estas distintas
formulaciones del yo, del narcisismo y sus mecanismos, como dos ejes, prevalecen y
sobresalen, dos paradigma centrales que se suceden y se complementan: el primero
demanda “hacer consciente lo inconsciente”; el segundo, construye una nueva y
compleja formulación: “donde estaba el ello el yo debe advenir”. Ambos vigentes. Por
otro lado, si nos situamos a un nivel gnoseológico superior veremos que todo el
ordenamiento comienza con una explicación mecánica, biológica y filogenética que va
languideciendo y que sin desaparecer totalmente, se continúa con una estructurada
teoría orgánica de la mente.
De todas estas formulaciones podemos extraer algunos paradigmas, son muchos, y
observarlos como piezas separadas, con un antes y un después, donde pivotea la
teoría. Por ejemplo:
- cuando presenta la segunda concepción del autoerotismo;
-cuando abandona el mecanismo de la sofocación de las pulsiones reemplazándolo
por el de pérdida de objeto, pieza extraña que se confunde con la segunda teoría de la
angustia y sirve para reformular la teoría del Edipo; o
-cuando introduce la escisión del yo como mecanismo de formación de síntomas, a la
vez que complementa una nueva formulación ontológica del ser.
UNO
Propongo examinar con más detalles algunos de estos paradigmas. Elijo en primer
término, por sus consecuencias y por pasar bastante inadvertido, las dos versiones el
autoerotismo.
1914-“Ahora bien, las pulsiones autoeróticas son inicialmente primordiales; por tanto,
algo tiene que agregarse al autoerotismo, una nueva acción psíquica, para que el
narcisismo se constituya” (pág. 74)
1915- "Llamamos narcisismo a la fase temprana del desarrollo del yo, durante la cual
sus pulsiones sexuales se satisfacen de manera autoerótica" ( página 126)
1916-: “Por lo tanto, el autoerotismo era la práctica sexual del estadio narcisista de la
colocación de la libido” (Conferencias de introducción al psicoanálisis, Vol. 16, página
378).
Entre la primera versión de 1914 y las segundas, Freud
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desprende al narcisismo de un origen pulsional. Es decir, cuestiona la noción de
autoerotismo como energía sexual que opera en recinto cerrado que al ser sofocada se
estanca dando lugar a las neurosis actuales, a las fantasías o a la sublimación y que al
inconscientizarse desencadena el mecanismo formador de síntomas. En esta versión son
las pulsiones autoeróticas las que al unificarse forman el yo y originan la primera
definición de narcisismo.
En la segunda versión de 1915 y 1916 se produce un vuelco,
planteó la existencia inicial de un yo, el yo del narcisismo primario en coexistencia
indivisa con un “otro que es parte del sí mismo”. No era el autoerotismo el que daba
origen al narcisismo, sino que la estructura relacional narcisística del yo encauzaba a la
pulsión autoeróticamente, la pulsión se hacía autoerótica como producto secundario de
la organización narcisista, que era tanto como decir que todo objeto de la pulsión, en la
fase narcisista se hacía autoerótico y todo objeto era extensión del sí mismo. Estas
afirmaciones reconvertían todo el sistema en un sentido contrario: las pulsiones en su
origen eran "narcisizadas", inscriptas y encauzadas en la naciente relación sujeto-objeto
y toda pulsión, en el tiempo narcisístico, antes del desprendimiento, era autoerótica.
Este cambio de paradigmas trajo una
cascada de
consecuencias imposibles de sintetizar en este trabajo. Cambia la noción de objeto y la
noción de pulsión con lo cual sale del mecanicismo y de un biologismo encubierto. Los
instintos se hacen “pulsiónes” porque son caracterizados y tutelados por las
investiduras. El "objeto de la descarga" del primer modelo pierde su condición
“natural” y adquiere la “noción de objeto” que tiene la posibilidad de ser “lo mío” y “lo
otro”. “Lo otro”, en cuanto noción de objeto, es “parte del sí mismo” que se lo
proporciona la nueva definición de autoerotismo. La noción de duelo, su próximo
descubrimiento, sólo sería posible con este “objeto” y con este modelo: “Lo mío” que es
parte de mí se hace “otro”. La dinámica de este nuevo paradigma es formadora de la
diada y de la triada1 , la madre y el padre son sujetos que se ofrecen como objetos
autoeróticos. De aquí a reformularlar el “Edipo” hay solo un trecho.
Visto este escenario desde este nuevo contexto el
contenido de las “fantasías originarias” –necesarias para el primer modelo- “no se
heredan, se hacen”: son producto de la misma dialéctica del autoerotismo narcisista:
-“la “fantasía de seducción” escenifica el autoerotismo de la madre simbiótica que
inviste al bebé en forma incestuosas, idealizantes, idealizadoras, canibalísticas,
claustrofóbicas, etc.;
-en los juegos autoerótico de alianzas y exclusión de la triada madre-padre-hijo
encontraremos distintas versiones de la presencia de la “pareja combinada” y del tercero
Los autores que no abandonaron el modelo anterior, o que no incorporaron el nuevo, hicieron
sus propios desarrollos. Para M. Klein, originalmente, las relaciones no son narcisísticas. Las
investiduras narcisistas (identificaciones proyectivas, 1946) son siempre secundarias y
defensivas. La dinámica intersubjetiva del narcisismo primario de la díada y la triada
(indiferenciación, seducción, pareja combinada, castración y otras) la sitúa en otro plano, en el
de “las fantasías inconscientes” de un yo originario; Para Lacan el sujeto se hace con el objeto
(con los significantes de los sujetos-objetos ya establecidos). Winnicott “cabalga” entre M.
Klein y Freud estableciendo un puente con el descubrimiento del espacio y del objeto
transicional.
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excluido.
-en esta dinámica se hace presente la “fantasía de castración” en la amenaza al self por
pérdida traumática del objeto autoerótico. 2
DOS
Otro ejemplo de complejidad de los paradigmas freudianos es cuando Freud anuncia el
abandono de la teoría de la angustia del primer modelo, a la vez, que reformula la
teoría del Edipo.
Ya lo había adelantado en “El sepultamiento del Complejo de Edipo” pero es en 19251926 que reconoce lo que faltaba: lo que desencadenaba la angustia y el mecanismo de
formación de estructuras era “la noción de pérdida de objeto”. Descubrió que no era la
libido estancada la que desencadenaba la angustia: la angustia era la señal que
anunciaba la pérdida de objeto, del objeto autoerótico, del “objeto parte del sí
mismo”, del objeto incestuoso. Este giro teórico introdujo firmemente el narcisismo en
la concepción de la formación de las estructuras al describir el doble desenlace del
complejo de Edipo: existe un Edipo narcisista fusional en que no hubo renuncia del
objeto (narcisístico, autoerótico, incestuoso), y un Edipo neurótico en que hubo
abandono definitivo de los objetos narcisistas bajo la amenaza de castración, objetos
que en adelante el sujeto añora y busca a través de las formaciones sustitutivas.
Se perfilan con claridad los distintos conceptos de autoerotismo.
-existe un autoerotismo que se queda en lo biológico (el mono o el bebé que se
chupan el dedo). Es el objeto de la descarga.
-perdura una explicación mecanicista en que el autoerotismo como energía sexual
sofocada en recinto cerrado, por acción y reacción se decante en tres planos
(inconsciente, preconsciente, consciente), permanece como angustia o se abre al
exterior, buscando la realidad, como sublimación o síntomas. En esta propuesta el
objeto sigue siendo objeto de la descarga.
-en una tercera formulación el autoerotismo es concebido dentro de la “noción de
objeto” “en que se es parte y se es otro”. En esta versión lo autoerótico se encauza
dentro de la dialéctica sujeto-objeto, en la que se destaca una etapa de fusión y de
internalización y otra de desprendimiento. Con esta formulación, que tiene como
2
Esta hipótesis de considerar la pérdida de objeto como castración la sugirió Lou Andreas-Salomé
(1916). Freud admitió e incorporó la noción de pérdida de objeto (1925-1926, pag. 123) reservando el
término castración “a las excitaciones y efectos enlazados con la pérdida del pene” (nota a pie de 1923 en
“Análisis de la fobia de un niño de cinco años”,pag.9)
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antecedente la teoría estructural iniciada en “El yo y el ello”, Freud se inclina a una
concepción orgánica de la mente.
TRES
El tercer paradigma que propongo es cuando Freud introduce la renegación y la
escisión del yo como mecanismo de formación de síntomas, a la vez, que apunta más
lejos, a una nueva formulación ontológica del ser, a un dualismo evolutivo en la que
puede quedar atrapado.
Freud presentó la renegación en el trabajo sobre fetichismo (1927) y lo describió como
un mecanismo en que están presentes dos corrientes, una que acepta la realidad
mientras que la otra la rechaza. En una versión más completa (Freud, “La escisión del
yo en el proceso defensivo” 1938) aclara que se trata de un mecanismo en que el yo se
escinde y convive en dos realidades: una corriente que perpetúa creencias narcisísticas
que no pasaron por la castración (el ejemplo que ofrece Freud es la negación de la
castración de la madre con pene como continuación de la indiferenciación sexual y de la
completud) y se mantiene como realidad escindida, y otra que acepta la realidad,
entendiéndose ésta como la realidad objetiva de un yo discriminado que ha pasado por
la castración.
Si retrotraemos esta fórmula al proceso evolutivo, vemos que
designa un antes y un después, un progresivo pasaje siempre amenazado, con
interrupciones y fijaciones, desde una realidad narcisística inicial a una realidad objetiva
de diferenciación sujeto-objeto. Freud dejó asentada esta última afirmación en un caso
de escisión del yo infantil que evolucionó a una neurosis obsesiva (Freud 1927)3. Con
este nuevo paradigma Freud acababa de darle un giro a toda la teoría, sin mostrar lo que
mostraba y sin resignificar su obra. En este caso no aportaba un mecanismo más,
describía un doble escenario evolutivo.
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Freud (1927) hace referencia a "dos jóvenes (que) no habían "escotomizado" la muerte de su padre más
que los fetichistas la castración de la mujer" (…) "en uno de los dos casos, esa escisión pasó a ser la
base de una neurosis obsesiva de mediana gravedad” y agrega: “Empecé a vislumbrar también que los
sucesos de esta índole en modo alguno son raros en la vida infantil, y pude tenerme por convicto de mi
error en la caracterización de neurosis y psicosis” (las bastardillas son mías) (pag. 150-151)
En “Esquema del psicoanálisis” Freud incluye la escisión del yo dentro del proceso evolutivo: “Tales
desmentidas sobrevienen asaz a menudo, no solo en fetichistas; y toda vez que tenemos oportunidad de
estudiarlas se revelan como unas medidas que se tomaron a medias, unos intentos incompletos de
desasirse de la realidad objetiva”. “No se crea que el fetichismo constituiría una excepción con respecto a
la escisión del yo; no es más que un objeto particularmente favorable para el estudio de esta” (Pág. 205)
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-Con este nuevo paradigma, Freud, además de rescatar la dialéctica del ser y el tener
con la dinámica de la doble dirección del narcisismo, incorpora e integra las dos
corrientes de la renegación como mecanismos en el proceso evolutivo que escinde al yo
formando desarrollos dobles (Aragonés, 1999): un doble atemporal, “inmortal”,
narcisístico, un resto, el reservorio de la patología narcisística que no ha pasado por la
discriminación sujeto-objeto, ni ha abandonado los objetos edípicos, y un doble “ideal”,
normal o neurótico que los abandonó y al que le atribuimos “haber pasado por la
castración”.
- En este modelo el papel del Ideal del yo adquiere una esencial importancia en la
resolución de la discriminación sujeto-objeto o la perpetuación de la fusión.
-De ahí la importancia del papel de la patología de la reificación, del sujeto que puede
quedar secuestrado como objeto-alienado tanto en el triángulo inicial, como en las
relaciones entre generaciones.
-Algo fundamental ha cambiado en la concepción del deseo. El deseo no es búsqueda
y reedición de la vivencia de satisfacción con “el objeto de la descarga” del primer
modelo (Freud, 1895,1900), sino búsqueda o añoranza de la fusión (pulsional y
narcisística) con el objeto-autoerótico. En el ser humano (esto nos diferencia de las otras
especies) el deseo es “deseo narcisístico”, es el “deseo del reencuentro” “de lo otro
que es parte mía”.
-La renegación, considerada en la evolución individual, es un proceso dinámico que va
rescatando y diferenciando al yo estructural de un yo narcisístico inicial. En este
proceso el yo puede quedar escindido quedando la parte narcisista indiscriminada como
resto con distintos grados de organización. Encontramos ejemplos de esto en las
perversiones, las psicosis y en general en la patología narcisista..
Retomando, y vistos en conjunto, sus paradigmas, tienen la promesa, la
ambigüedad, la frescura, el sincretismo, la apertura y la atemporalidad de los libros
sagrados.
Queda a la vista que Freud nunca intentó resignificar su obra
y dudo que lo hiciera contado con tiempo para ello. Considero, antes bien, que Freud
dejó todos estos paradigmas deliberadamente abiertos, con todas las contradicciones y
aceptando que había diferentes maneras de aprehender la realidad.
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-------------- (1938/1941), Conclusiones, ideas, problemas", Vol. XXlll.
Siguiendo la ordenación de las fechas propuesta por la edición de 1986.
La segunda numeración corresponde a la de su publicación cuando esta no
coincide con la fecha en que Freud escribió el texto.
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