Cenaguero de pura cepa. Por: Yamila Sánchez y Mayuri Martín 20/01/2010 Un trovador encuentra propicia cualquier ocasión para cantar. Osvaldo Soto es así. Disfruta de igual manera ante el público, reunido con sus hermanos o en la intimidad del hogar, acompañado por su esposa y sus dos hijos. Ciénaga de Zapata le vio crecer al calor de padres sencillos y nueve hermanos mayores, quienes le inculcaron el "bichito" de la música, el amor al suelo natal y a sus costumbres. "Ser cenaguero es algo grande. Nunca he despreciado este pedacito de isla. Es uno de los lugares más hermosos de Cuba, sobre todo por su riqueza natural. Por eso el que viene quiere quedarse." Esta pasión por el terruño aflora en cada una de sus composiciones. "Me inspiro en lo vivido. Le canto al amor, a la tierra donde nací y he permanecido siempre". A veces le abruman las dificultades y tira la guitarra a un lado. Después la retoma. "Uno se desencanta. Me hace falta algo y no lo encuentro. Pero la necesidad de expresar lo que siento me hace volver a ella. Entono una canción ? aunque esté llorando? para reír, para alegrarme". Osvaldo recuerda sus inicios en el grupo musical Relámpago. "Nosotros participamos en el rodaje de la telenovela Cuando el agua regresa a la tierra , fue mi primer encuentro con el artista Manuel Porto". Esta experiencia le permitió conformar el conjunto musical del proyecto Korimacao. Recientemente trabajó como miembro de un cuarteto en la aventura Coco Verde. En una visita del popular sonero Cándido Fabré, este lo invitó a grabar un disco a La Habana. "La gente me decía: %u2018si te vas no vires', yo si regreso ? les decía? soy cenaguero de pura cepa". Así le nacía la letra de Cenaguero Soy , con ella estuvo ocho semanas consecutivas en el número uno de la lista de preferencia de la emisora municipal La voz de la Victoria. "Porque lo de uno no se puede olvidar".