LA INSTRUCCIÓN DE LOS HIJOS DE DIOS He. 12:4­11 INTRODUCCIÓN: La instrucción es necesaria y determinante en la vida del hombre, porque la Biblia dice: “Da instrucción al niño acerca del camino, y aun cuando llegue a viejo, no se apartará de él (B. Aramea, Pr. 22:6), también leemos que el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud (Gn. 8:21), de manera que el hecho que alguien se desvíe del camino no depende tanto de su edad o de alguna etapa de la vida, sino de la instrucción que recibió acerca del camino por el que debe andar. DESARROLLO: Es evidente que, cuando alguien comete un error o un pecado, debe ser corregido, tanto en su corazón como en su forma de pensar, a fin de que su caminar sea agradable delante de Dios. Sin embargo, la corrección no debe ser un trato tan severo en el cual se azote o golpee inmediatamente a la persona que ha cometido un error, porque corregir no es solo castigar, es guiar en el camino, porque se puede corregir sin necesidad de golpear, y esto debe ser un trato de acuerdo a la voluntad de Dios. Dios el Padre perfecto nos enseña, por medio de su palabra, la forma en que El instruye a sus hijos. La palabra disciplinar se traduce del griego paideuö y se traduce como instruir o enseñar; corregir o disciplinar, o bien, castigar o azotar. Estos conceptos nos dan el parámetro para entender el orden que debe llevar el proceso de instrucción de los hijos y también nos dejan ver la forma en que Dios corrige a todo aquel que toma por hijo, es decir, debe iniciar con una instrucción o enseñanza, seguido por una corrección o disciplina y finalmente sí es necesario el castigo o azote. De la misma manera, este proceso tiene el objetivo de perfeccionar la conducta o forma de vida de un hijo, a fin de que, después de haber sido ejercitado en el mismo pueda dar “... fruto apacible de justicia, en conformidad a la voluntad de Dios en propósito, en pensamiento y en acción” (B. Amplificada, He. 12:11), es decir, debe haber una instrucción o enseñanza para ministrar o corregir las intenciones del corazón, debe haber una corrección o disciplina para ministrar los pensamientos, y por ultimo, debe haber un castigo o azote, para ministrar o corregir las acciones erróneas o desagradables delante de Dios. A. INSTRUCCIÓN: La palabra instruir es sinónimo de doctrina (B. Antigua, Pr. 1:8). Existen dos palabras griegas que se traducen como doctrina, didache, que significa forma de vida y didaskalia, que significa enseñanza, algo que se enseña; esto quiere decir que la instrucción que se debe dar a un hijo, debe ser equilibrada, en cuanto a su forma de vida, desde el punto de vista espiritual, así como en cuanto a aspectos prácticos de la vida secular. De la misma manera, son los padres quienes, en primer lugar, deben instruir a su hijo y, en segundo lugar, los maestros de la iglesia y colegio. Así mismo, la instrucción debe estar basada en la Palabra de Dios y no en conceptos humanistas ni tradicionales con los que posiblemente nos criaron a nosotros, a fin de que la conducta del niño sea conforme a la voluntad y la justicia de Dios (2 Ti. 3:16). B. CORRECCIÓN: La forma en que Dios corrige el pecado es con misericordia y con verdad (Pr. 16:6). a) Misericordia: La Biblia dice que Cristo es un Sumo Sacerdote misericordioso y fiel, que se compadece de nuestras debilidades, por cuanto El mismo fue tentado (He. 2:17; 4:15); esto nos enseña que, para corregir alguna falta, debemos ser misericordiosos, considerando que nosotros mismos somos débiles (Gá. 6:1) y, de la misma manera la corrección debe ser con mansedumbre (2 Ti. 2:24­26). b) Verdad: Al corregir alguna falta debe hacerse con el propósito de que el niño o la persona luego de haber sido corregido se aparte de lo que no es agradable delante de Dios y se apegue a la verdad, a lo recto delante de El. C. DISCIPLINA: Esta etapa se refiere a un trato fuerte, que conlleva sufrimiento, el cual no consiste en golpes o azotes, sino que, en algunos casos puede consistir en quitar o suprimir algunas cosas como dejar de ver televisión, quitar permisos pasa salir con los amigos, etc. sí después de haber sido instruido y corregido, persiste en alguna actitud errada o incorrecta D. CASTIGO: Esta etapa es de sufrimiento, luego que se ha instruido, corregido con amor y verdad, y se ha disciplinado la persona no endereza su caminar sin embargo, dicho sufrimiento puede ser por medio de azotes o mano dura, tal como le sucedió a David, después de haber censado al pueblo de Israel (2 S. 24:10­16). En este pasaje se puede ver que Dios utiliza diferentes medios para azotar a sus hijos, tales como: Hacerles caer en manos de los enemigos, o bien, que Dios mismo azote a aquel que falló y aun a los de su casa (1 Co. 11:29­30; Jos. 7:24­26). Este castigo también debe aplicarse con amor y no desahogando la ira o el enojo contra los hijos, porque el propósito es que el niño corrija su caminar, de la misma forma como Dios corrigió a David, porque Dios es misericordioso y es amor. CONCLUSIÓN: La Biblia nos enseña que sí Dios nos disciplina es señal de que somos hijos de El y, aunque nos parezca ser motivo de gozo, Dios lo hace con el propósito de que participemos de su santidad (He. 12:10) y, aun cuando nos castiga, lo hace con misericordia (2 S. 24:14), sin embargo, tampoco debemos tener en poco la disciplina del Señor, para no ser querantados o desechados por El (Pr. 29:1).