A y S t. 216 pág. 481/486 - Poder Judicial de la Provincia de Santa Fe

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Reg.: A y S t 216 p 481-486
Rosario, 13 de noviembre del año 2.006.
VISTA: La queja por denegación del recurso de inconstitucionalidad interpuesto por la
codemandada “Servicios Viales S.A.” contra la sentencia nro. 27, de fecha 22 de abril de 2.003,
dictada por la Cámara de Apelación en lo Civil, Comercial y Laboral de la ciudad de Reconquista, en
autos “PANIAGUA, Osvaldo Rubén contra LOPEZ, Demesio; ESTEBLER, Carlos y SERVICIOS
VIALES S.A. -Indemnización Daños y Perjuicios- (J.O.) - (Expte. 35/01)” (Expte. C.S.J. nro. 563, año
2.003); y,
CONSIDERANDO:
1. Surge de las constancias de la causa que por sentencia nro. 27 de fecha 22/04/03 la Cámara
de Apelación en lo Civil, Comercial y Laboral de la ciudad de Reconquista resolvió desestimar el
recurso de nulidad deducido por la codemandada “Servicios Viales S.A.”; acoger parcialmente los
recursos de apelación de la codemandada “Servicios Viales S.A.”, de su aseguradora y del
codemandado Demesio López, revocando el fallo en cuanto a los rubros y montos acogidos, con los
alcances especificados en los considerandos, confirmándolo en lo demás; establecer las costas de
ambas instancias en el 50% a cargo de la actora y en el 50% a cargo de los demandados.
Contra este decisorio interpuso “Servicios Viales S.A.” recurso de inconstitucionalidad
tachándolo de arbitrario por considerar que el mismo vulnera los derechos de defensa, debido
proceso y propiedad (artículos 7, 9 y 15 de la Constitución provincial).
Señala que el fallo incurre en falta de motivación, toda vez que se apartó de la doctrina sentada
por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el caso “Colavita, Salvador y Otro c. Provincia de
Buenos Aires y Otros” (de fecha 07/07/00) sin fundamentación alguna, pese a que su parte incluso
lo transcribió en la expresión de agravios, y en el cual se estableció que el concesionario vial no
responde en casos como el de autos, sino sólo el propietario o guardián del animal.
Expresa que el pronunciamiento claramente vulnera los derechos al debido proceso, defensa
en juicio y propiedad, en tanto genera un precedente como único Tribunal de Alzada en los
Departamentos Vera y General Obligado que “...determinará una lluvia de juicios similares contra mi
mandante, alterando la ecuación económico financiera del contrato de concesión, lo que hace que
se de un supuesto de apartamiento inequívoco de la realidad económica...”
En segundo lugar endilga a la sentencia violación al principio de congruencia, y por ende, al
debido proceso, desde que el fundamento de la condena impuesta a su parte radica en un supuesto
de responsabilidad contractual cuando, afirma, en la demanda no se invocó la existencia de un
contrato, ni existe en la causa elemento fáctico alguno que hiciera presumir a la demandada que se
le hacía un reclamo de esta naturaleza. Agrega que el actor no alegó, y menos aún probó, haber
pagado el peaje, por lo que no puede pretender un supuesto deber de seguridad.
En el mismo orden alega que el juez no puede suplir a las partes integrando hechos omitidos
al momento de la traba de la litis, siendo cuestión ajena a ella, por lo tanto, la supuesta
responsabilidad contractual.
Como consecuencia de este proceder sostiene el recurrente que la Cámara vulneró el principio
de congruencia imponiendo a “Servicios Viales S.A.” una actividad probatoria que no estaba obligada
a efectuar, violando así el derecho de defensa.
Por otro lado sostiene que la sentencia se basa en afirmaciones dogmáticas que contradicen
las constancias de la causa.
En este aspecto señala que el fallo no consideró la propia afirmación del actor en la demanda
acerca de que había visto al caballo pastar en las inmediaciones de la ruta, como así tampoco las
omisiones en que incurrió Paniagua -como prever que el animal se cruzaría en su camino, reducir
sensiblemente la velocidad, incluso detener la marcha para evitar el accidente-, hechos que a su
criterio interrumpen el nexo causal y determinan la irresponsabilidad de la concesionaria.
Aclara que en caso de que la aparición del equino hubiera sido súbita, se trataría de un caso
fortuito o de fuerza mayor, toda vez que si bien el acontecimiento puede ser previsible, resulta
inevitable por las condiciones de la concesión que abarca más de cuatrocientos kilómetros.
En este sentido afirma que el Estado no transfirió el poder de policía a su mandante, por lo que
no cabe exigírsele una obligación inexistente.
La Cámara por auto de fecha 04/12/03 resolvió -en lo que aquí es de interés- denegar la
concesión del recurso de inconstitucionalidad interpuesto por “Servicios Viales S.A.”.
2. Pese al matiz constitucional que el recurrente intenta otorgar a sus planteos, los mismos
no traducen sino su disconformidad para con la solución brindada por la Cámara en orden a
considerar responsable a la empresa demandada por los daños y perjuicios sufridos por el actor.
En efecto, de la lectura del escrito respectivo puede deducirse que el quejoso funda sus
planteos esencialmente en dos pilares: por un lado invoca la falta de fundamentación de la sentencia
en tanto se aparta, a su criterio, de jurisprudencia que considera vinculante de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación, y por otro, la violación del principio de congruencia, toda vez que entiende que
se decidió sobre la base de hechos ajenos a la litis, como lo es la supuesta existencia de contrato
-que dio fundamento a la imputación de responsabilidad a su parte-.
De ese enfoque parten a su vez los restantes cuestionamientos enderezados por el
compareciente: el pretendido soslayamiento de la realidad económica, la ausencia del alegado deber
de seguridad y la contradicción con las constancias de la causa.
Mas, conforme se verá, estos vicios de ningún modo pueden considerarse configurados en el
pronunciamiento.
Así, en relación al señalado apartamiento de precedentes de la Corte nacional el quejoso nada
dice en su presentación directa acerca de lo aseverado por los juzgadores en el auto denegatorio del
recurso al remitir a lo sentado también por ese Alto Tribunal respecto a que, si bien hay un deber
moral para los jueces inferiores en conformar sus decisiones a sus fallos, el mismo no importa la
imposición de un puro y simple acatamiento de la jurisprudencia de la Corte, sino el reconocimiento
de la autoridad que la inviste, y en consecuencia, la necesidad de controvertir sus argumentos cuando
se aparten de dicha jurisprudencia al resolver las causas sometidas a su juzgamiento.
Tales aseveraciones quedan sin respuesta por parte del impugnante, pudiéndose apreciar que
efectivamente en la sentencia se brindaron razones suficientes en orden a condenar a la
concesionaria que justifican la disimilitud con la solución oportunamente brindada por el Máximo
Tribunal a casos análogos.
Se advierte en este sentido que el fallo en primer lugar se ocupó de encuadrar jurídicamente
la cuestión, descartando la figura de una relación de consumo por no ser la normativa vigente al
momento del accidente. Seguidamente consideró que debía analizarse a la luz del derecho común,
optando por una de las posturas doctrinarias existentes en la materia, esto es, estimar configurado
en el sub examine un supuesto de responsabilidad contractual.
Y en ese orden no puede vislumbrarse siquiera que la Cámara hubiera incurrido en causal
alguna de arbitrariedad desde que con sustento en nutrida doctrina, también recepcionada en
numerosos fallos, consideró a la relación concesionario-usuario como originada en un contrato atípico
del cual nacen para la empresa dos obligaciones fundamentales: habilitar al usuario el tránsito de la
ruta a la que accede, y garantizarle seguridad.
Siguiendo este razonamiento concluyó que se trata de una responsabilidad objetiva, de la cual
puede eximirse demostrando la ruptura del nexo causal (por culpa de la víctima o de un tercero por
quien no debe responder, o por caso fortuito), aclarando el Tribunal que esta circunstancia fue
solamente alegada por el recurrente pero sin acreditación alguna en la causa.
Como se advierte, la motivación que sustenta las conclusiones a las que arribó el a quo resulta
suficiente y de modo alguno puede entenderse que importe desconocimiento específico de derechos
o garantías constitucionales, por lo que el invocado apartamiento de precedentes no constituye en
este caso cuestión federal que permita la apertura de esta vía.
Así, debe también desestimarse la alegada incongruencia, desde que conforme se desprende
de las constancias de la causa siempre estuvo en discusión la naturaleza de la relación entre las
partes: por un lado el conductor del automóvil que sufre las consecuencias dañosas de un accidente
en una ruta concesionada, y por otro la empresa que la explota y administra, encontrando la Cámara
que de ese contexto nace para ésta en forma tácita una obligación de seguridad por los daños que
en el tránsito y circulación de la ruta pueda sufrir el usuario.
Y de este razonamiento no se infiere una alteración de la litis tal como quedó trabada en autos,
en tanto los elementos tenidos en cuenta en la sentencia corresponden a los hechos que siempre se
debatieron: la pretensión por el actor de extender la responsabilidad civil a “Servicios Viales S.A.” por
tener esta firma la concesión del peaje sobre la ruta nacional nro. 11, y la obligación de vigilancia y
mantenimiento de la misma; y la invocación por la accionada desde la misma contestación de la
demanda acerca de que su mandante no tiene responsabilidad ni contractual ni extracontractual frente
al actor, alegando así la inexistencia de contrato, que no es el titular de la guarda de los animales ni
que le corresponde la vigilancia de los mismos, y que hubo culpa del conductor en la producción del
accidente.
En suma, así como fue planteado este agravio debe también rechazarse.
Por último, y al no lograr el recurrente demostrar la arbitrariedad que atribuye al decisorio en
cuanto entendió la responsabilidad como contractual, deja también sin sustento la alegada ausencia
del deber de seguridad que, conforme el criterio de la Cámara resulta ser factor de atribución objetivo
de dicha responsabilidad.
Y en este sentido, debe admitirse, tal como lo aseveraron los sentenciantes, que nada aportó
el impugnante en orden a conseguir la ruptura de causalidad.
En efecto, sus reproches en tal orden no son más que una reiteración de los ya vertidos
anteriormente y que en la sentencia se consideraron insuficientes para eximir de responsabilidad a
la concesionaria.
Así, por un lado, el quejoso nuevamente esgrimió las supuestas omisiones en que habría
incurrido Paniagua al no reducir sensiblemente la velocidad tras ver al equino pastando, o inclusive
detener la marcha para evitar el accidente, mas estos planteos fueron desestimados en la valoración
efectuada por el Tribunal por resultar adversa a la demandada la confesional del actor, y por otro,
continuó alegando la imposibilidad de evitar el acceso de animales a la ruta, lo que no alcanza para
desvirtuar el razonamiento de la Cámara al entender que la empresa “...debía al menos probar que
puso la diligencia necesaria para evitar que ello ocurra, lo que ni siquiera insinuó haber tomado, no
pudiendo resultar indiferente ante el usuario, tomando una actitud pasiva, sólo por el pretexto de que
no es problema suyo...”.
Tampoco puede admitirse el planteo relacionado con un supuesto desconocimiento de la
realidad económica, desde que bajo la excusa de que el fallo “determinará una lluvia de juicios
similares contra mi mandante, alterando la ecuación económica financiera del contrato de concesión”
no puede el quejoso desconocer e incumplir con una obligación a su cargo, conforme lo ha resuelto
la Cámara.
Y en tal sentido, es de destacar que, más allá del grado de acierto o error que pudiera
advertirse, no lucen irrazonables ni ilógicas las conclusiones a que arribó el Tribunal de Alzada toda
vez que, en un supuesto que ha dividido a la doctrina y a la jurisprudencia, los juzgadores optaron por
una interpretación de las normas consideradas aplicables que no violenta ni principios ni garantías
constitucionales brindando una solución posible que no descalifica el pronunciamiento como acto
jurisdiccional válido.
En definitiva y como se expresó, los reproches enderezados no son susceptibles de fundar una
impugnación constitucional, evidenciando únicamente el disenso para con lo decidido, por lo que deben
ser desestimados.
Por las razones expuestas, la Corte Suprema de Justicia de la Provincia RESUELVE: Rechazar
la queja interpuesta y declarar perdido para el recurrente el depósito efectuado.
Regístrese, hágase saber y oportunamente remítanse copias al Tribunal de origen.
FDO.: GUTIÉRREZ FALISTOCCO(con ampliación de fundamentos) NETRI (con ampliación de
fundamentos) SPULER Fernández Riestra (Secretaria)
AMPLIACIÓN DE FUNDAMENTOS DE LOS SEÑORES MINISTROS DOCTORES
FALISTOCCO Y NETRI:
Adherimos a los fundamentos brindados por el señor Presidente doctor Gutiérrez y el señor
Ministro doctor Spuler, considerando necesario formular la siguiente aclaración.
La lectura del presente recurso permite concluir, en primer lugar, que los agravios de la
demandada, a pesar de encapsularlos en distintas causales de arbitrariedad, convergen en un planteo
recursivo central, cual es que el Tribunal prescinde de la doctrina sentada por la Corte federal en la
causa “Colavita, Salvador y otro contra Provincia de Buenos Aires y otros” (7.03.2000), en donde se
ha sostenido que, en casos como el presente (daños causados por un animal suelto en la ruta), no
responde el concesionario vial, ni el Estado, sino sólo el propietario o guardián del animal.
Este endilgado apartamiento de la jurisprudencia de la Corte nacional en la materia importa -a
juicio de la recurrente- la descalificación de la sentencia de acuerdo a la tradicional doctrina de ese
Tribunal respecto a la obligatoriedad de sus fallos.
Dicha postulación no ha de prosperar conforme lo resuelto por la Corte nacional in re “Ferreyra,
Víctor y otro”, dictada el 21.03.2006). En efecto:
En dicha causa, el juez de primera instancia había hecho lugar a la acción de daños y perjuicios
deducida contra un concesionario vial y en virtud del accidente de tránsito sufrido por el actor al
colisionar con un animal suelto mientras se desplazaba por una ruta cuya concesión había sido
otorgada a la demandada.
La Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial confirmó ese decisorio. Deducidos recursos
de inconstitucionalidad y de inaplicabilidad de la ley por la demandada, el Superior Tribunal de Justicia
de la Provincia del Chaco, los desestimó.
Para así resolver, el Alto Tribunal del Chaco consideró que no resultaba arbitraria la decisión
de la Alzada que confirmó la sentencia de primera instancia; adhirió, asimismo, a los fundamentos
vertidos por la Cámara en relación al vínculo que se establece entre el concesionario y el usuario de
una ruta de peaje, señalando que la misma es una relación contractual; que la responsabilidad de la
demandada era amplia, derivada del incumplimiento del deber de seguridad, al no haber tomado
precaución alguna respecto a los animales sueltos a fin de evitar accidentes como el ocurrido en autos,
ya sea intentando retirarlos de la ruta, requiriendo la intervención de la autoridad competente o
alertando a los usuarios acerca de su existencia; entendió, por otro lado, que el caso se encontraba
subsumido en las previsiones de la ley 24.240 de Defensa del Consumidor, que hace operativa la
protección otorgada de modo amplio en el artículo 42 de la Constitución nacional, al considerar que
se trataba de una típica relación de consumo.
Contra esa resolución la demandada interpuso recurso extraordinario federal.
La Corte nacional lo declaró inadmisible por aplicación del artículo 280 del Código Procesal de
la Nación.
En este punto de la solución se advierte una clara mayoría de la Corte -en disidencia los
doctores Petracchi y Fayt- integrada por los Ministros Maqueda, Argibay, Highton, Zaffaroni y
Lorenzetti, los tres últimos según sus respectivos votos, en el sentido que si la sentencia atacada
decide sobre temas de derecho común y cuenta con fundamentos suficientes del mismo orden que
bastan para sustentar el fallo apelado -entiéndase como la razonable determinación de los preceptos
de derecho común que deben aplicarse y regir el pleito-, las cuestiones sometidas a revisión son de
facultad privativa de los jueces de la causa.
Conforme a este precedente la Corte nacional deja firme una exegética de las normas aplicables
distinta a la seguida por ese Tribunal en los casos “Colavita”, “Bertinat” y causas similares.
Siendo ello así, cabe concluir que la imputada arbitrariedad de la sentencia por apartamiento
de lo resuelto por la Corte nacional en “Colavita” al considerar la cuestión de responsabilidad de las
empresas concesionarias de peaje en el caso de colisión del usuario con un animal suelto en la ruta,
no constituye un agravio idóneo para suscitar un “caso federal” en los términos del artículo 14 de la ley
48 o, en el caso, una “cuestión constitucional” (artículo 1, ley 7.055).
FDO.: FALISTOCCO NETRI Fernández Riestra (Secretaria)
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