Reflections - Saint John Paul II Parish

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Series III, Number 2
Reflections
A publication of St. John Paul II Parish intended to raise your Spirit.
“We Walk in the Footsteps of Christ and Set Hearts on Fire”
“I hesitated, then stood, huddling a little as I walked back to my pew under the smiles of my
mother and father and the ever-wary gaze of Sr. Mary Evans, my second grade teacher—still feeling the
wafer on the roof of my mouth, but not disliking the taste. Then I knelt heedfully upright and mentally
prayed as we’d been instructed to do some scared and scientific part of my assaying myself for chemical
reactions or a sudden infusion of wisdom while fancying Christ now sitting dismally in my scoundrel soul,
my oh so many sins pooling like water at his sandaled feet. But I soon saw that I was still me; there
would be no howls of objection, no immediate correction or condemnation, no hint that I was under
new management, just the calming sense that, whoever I was, was fine with Jesus. It was a grace I
hadn’t imagined.”
The above is a description of his First Holy Communion in Ron Hansen’s essay on the Eucharist in
Signatures of Grace. Thomas Grady and Paula Huston edited seven essays by seven Catholic authors
about the sacraments. You may find Hansen’s introduction strikes a chord close to home because he
made his First Communion the same way many of us did, and many of the details he includes echoes our
own experience. Hansen’s novels are often referred to in homilies. One of the most popular during the
Lenten Season is his reworking of the Prodigal Son.
As we recently celebrated the Solemnity of the Body and Blood of the Lord (Corpus Christi) and
the Feast of the Sacred Heart of Jesus, we find Hansen’s closing sentence particularly powerful: “It was a
grace I hadn’t imagined.”
Now, how could a seven year old imagine the immensity of what God chose to do? We could
read it at that level. But remember that Hansen is writing this as an adult. He’s reading back into his
childhood experience with all that life has brought him to this point. Hansen, writer in residence at the
(Jesuit) University of Santa Clara, has been ordained a deacon. So the author has read some theology.
It’s as an adult that the idea of what Jesus has done staggers his imagination.
We shouldn’t be surprised if we hear in our own day someone say, “How can this man give us
his flesh to eat?” (John 6:52). The tempter may whisper that in our own hearts, making it easier for us to
find something else to do on Sunday. Of course God’s imagination is greater than all of ours collectively.
God wants to burst the tiny limits we set for what’s possible. He knows that, by His grace, we can be and
do more than we can imagine. His love makes that possible. It’s that love we taste in the Body and Blood
of the Lord and when we delve into His Sacred Heart. Let us carry this message with us as we forge
ahead through Ordinary Time. His love makes everything possible and brings us grace that we can
hardly imagine!
Series III, Número 2
Reflexiones
Una publicación de la Parroquia San Juan Pablo II para elevar su espíritu
“Caminamos en las Huellas de Cristo y encendemos Corazones”
“Lo dudé, después me paré, amontonándonos un poco a la vez que caminaba de regreso a mi
banca bajo la risa de mi madre y mi padre y la mirada cada vez más cautelosa de la Hermana Mary
Evans, mi maestra de segundo grado—todavía sintiendo la hostia en el paladar de mi boca, pero sin
desagradarme el sabor. Después me arrodillé muy atento y oré mentalmente como nos habían dicho
que hiciéramos, un poco asustado y atento a la parte científica de mí, esperando las reacciones químicas
o la infusión súbita de sabiduría mientras imaginaba a Cristo ahora sentado tristemente en mi alma
sinvergüenza y mis muchos pecados cayendo como agua sobre sus pies. Pero muy pronto me di cuenta
que seguía siendo yo; no había aullidos de objeción, no corrección inmediata ni condenación, ningún
indicio de que yo estaba bajo nueva dirección, solo el sentido de calma que, quiensea que yo fuera,
estaba bien con Jesús. Fue una gracia que yo no había imaginado.”
Lo anterior es una descripción de la Primera Santa Comunión de Ron Hansen en su escrito sobre
la Eucaristía en Firmas de Gracia. Thomas Grady y Paula Huston editaron siete escritos de siete autores
Católicos sobre los sacramentos. Ustedes pueden encontrar que la introducción de Hansen se asemeja
a la de uno mismo por que él hizo su Primera Comunión de la misma manera que muchos de nosotros la
hicimos, y muchos de los detalles que el incluye nos recuerdan nuestra propia experiencia. Las novelas
de Hansen son muchas veces mencionadas en homilías. Una de las más populares durante la
temporada de Cuaresma es su reelaboración del hijo Pródigo.
Como recientemente celebramos la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor
(Corpus Christi) y la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, encontramos la última frase de Hansen
particularmente poderosa: “Fue una gracia que yo no había imaginado.”
Ahora, ¿cómo puede alguien de siete años imaginar la inmensidad de lo que Dios decide hacer?
Podemos interpretarlo a ese en nivel. Pero recuerden que Hansen escribió esto cuando ya era un
adulto. Él está basándose en la experiencia de su niñez. Con todo lo que la vida le ha traído hasta ese
punto. Hansen, escritor en residencia en la Universidad Jesuita de Santa Clara, había sido ordenado
diácono. Así que el autor ha estudiado sobre teología. Es como un adulto que con sólo la idea de lo que
Jesús ha hecho, logra tambalear su imaginación.
No deberíamos sorprendernos si escuchamos en la actualidad que alguien diga, “¿cómo puede
este hombre darnos su propia carne a comer?” (Juan 6:52). El tentador puede susurrar eso en nuestros
propios corazones, haciendo más fácil para nosotros el encontrar algo más que hacer el domingo. Por
supuesto la imaginación de Dios es más grande que la de todos nosotros juntos. Dios quiere hacer
estallar los pequeños límites que nosotros ponemos para lo que es posible. Él sabe que, por Su Gracia,
nosotros podemos ser y hacer más de lo que podemos imaginar. Su amor logra hacerlo posible. Ese
amor que saboreamos en el Cuerpo y Sangre de nuestro Señor y cuando nosotros adentramos dentro de
su Sagrado Corazón. Llevemos este mensaje en nosotros a la vez que continuamos en este Tiempo
Ordinario. Su amor hace todo posible y nos ofrece gracias que difícilmente podemos imaginar.
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