¡NAMASTÉ! Recuerdo que hace unos meses una buena amiga volvía de un viaje a la India relacionado con su trabajo y me enviaba un mail. “Es impresionante, durante todo el viaje lo que más me hubiera apetecido hubiera sido coger a los niños que hay por la calle, llevarlos al hotel darles un baño y una crema, una comida decente y mimarles hasta la saciedad” Cuando vivimos cercanos a este tipo de situaciones, las vivencias que nuestra experiencia va recogiendo sirven para ir descubriendo en los demás esas carencias que nos gustaría ir, poco a poco, subsanando a base de nuestro esfuerzo si fuera necesario. Desde aquel viaje cuando tenemos la posibilidad de vernos o hablar, utilizamos siempre un saludo que ella aprendió allí “Namasté”. El significado aproximado dado por los habitantes de aquel lugar en el que... “...Las vacas, los cerdos y los monos campan por sus respetos en las calles mientras la gente duerme en las aceras, arropadas por mantas y junto a los bebes que juguetean con los excrementos, humanos animales que pueblan su entorno...” ...era algo asó como: “Te saludo e inclino mi cabeza en señal de respeto a ti, para demostrarte que te admiro”. ¿No es impresionante que una gente sumida en la más absoluta pobreza siga pensando así de sus semejantes? Nosotros en nuestra vida diaria, como educadores, caminamos entre otro tipo de necesitados, de cadencias. Tenemos ante nosotros alumnos que precisan no sólo nuestros números y letras, que también necesitan para desenvolverse esta sociedad, sino algo más. Piden a gritos nuestro afecto, nuestro cariño, todo aquello que les hace crecer como auténticas personas respetables y respetuosas con cuantos les rodean en la vida que les está tocando vivir. Pensemos que a la mayoría de nuestros alumnos les quedan interminables horas de permanencia en nuestras/sus aulas y todavía podemos hacer mucho. Si en cada uno de ellos, aunque nos hagan rabiar, somos capaces de distinguir lo que nos está pidiendo a gritos para ser persona, y de responder en la medida en que podamos y esté en nuestras manos y en nuestro corazón estaremos como en el saludo que te he enseñado líneas mas arriba, siendo modelo a imitar, mostrándoles nuestro respeto hacia ellos y demostrándoles que les admiramos como personas. Queridos compañeros y amigos ¡Namasté! Fco. Javier Lozano