Febrero 2002 - Fundación San Valero

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¡NAMASTÉ!
Recuerdo que hace unos meses una buena amiga volvía de un viaje a la India
relacionado con su trabajo y me enviaba un mail.
“Es impresionante, durante todo el viaje lo que más me hubiera apetecido
hubiera sido coger a los niños que hay por la calle, llevarlos al hotel darles un baño y
una crema, una comida decente y mimarles hasta la saciedad”
Cuando vivimos cercanos a este tipo de situaciones, las vivencias que nuestra
experiencia va recogiendo sirven para ir descubriendo en los demás esas carencias
que nos gustaría ir, poco a poco, subsanando a base de nuestro esfuerzo si fuera
necesario.
Desde aquel viaje cuando tenemos la posibilidad de vernos o hablar, utilizamos
siempre un saludo que ella aprendió allí “Namasté”. El significado aproximado dado
por los habitantes de aquel lugar en el que...
“...Las vacas, los cerdos y los monos campan por sus respetos en las calles mientras
la gente duerme en las aceras, arropadas por mantas y junto a los bebes que
juguetean con los excrementos, humanos animales que pueblan su entorno...”
...era algo asó como: “Te saludo e inclino mi cabeza en señal de respeto a ti, para
demostrarte que te admiro”. ¿No es impresionante que una gente sumida en la más
absoluta pobreza siga pensando así de sus semejantes?
Nosotros en nuestra vida diaria, como educadores, caminamos entre otro tipo
de necesitados, de cadencias. Tenemos ante nosotros alumnos que precisan no sólo
nuestros números y letras, que también necesitan para desenvolverse esta sociedad,
sino algo más. Piden a gritos nuestro afecto, nuestro cariño, todo aquello que les hace
crecer como auténticas personas respetables y respetuosas con cuantos les rodean
en la vida que les está tocando vivir.
Pensemos que a la mayoría de nuestros alumnos les quedan interminables
horas de permanencia en nuestras/sus aulas y todavía podemos hacer mucho. Si en
cada uno de ellos, aunque nos hagan rabiar, somos capaces de distinguir lo que nos
está pidiendo a gritos para ser persona, y de responder en la medida en que podamos
y esté en nuestras manos y en nuestro corazón estaremos como en el saludo que te
he enseñado líneas mas arriba, siendo modelo a imitar, mostrándoles nuestro respeto
hacia ellos y demostrándoles que les admiramos como personas.
Queridos compañeros y amigos ¡Namasté!
Fco. Javier Lozano
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