Una auto-descalificación impactante y cruel

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Una auto-descalificación impactante y cruel
Ten-Golf
Domingo, 08 Junio 2014 08:25
Jason Millard llamó para eliminarse del US Open cinco días después de haberse
clasificado por la previa
Jason Millard es un joven golfista estadounidense de 24 años que llevaba mucho tiempo
buscando un guiño del destino, un golpe de suerte que por fin le cambiara la vida y le diera
una oportunidad de estar con los mejores. Y llegó.
Jugó la previa del US Open en el Colonial Country Club de Memphis y se clasificó
brillantemente con dos vueltas de 68 golpes. Sin embargo, cinco días después, con las maletas
hechas y su viaje en coche hacia Pinehurst ya iniciado, decidió llamar a la USGA y autodescalificarse. Su conciencia le estaba ahogando. No estaba seguro de nada, sólo de que no
podía vivir con ello.
Millard ha pasado a la historia. Su caso se estudiará, se revisará, se analizará y se pondrá de
ejemplo cada vez que se hable de ética en el deporte. Los hechos ocurrieron en el hoyo 18 del
recorrido Norte del Colonial, cuando le quedaban nueve hoyos para terminar. Su bola cayó en
un búnker de green y durante la preparación del golpe sintió que ocurría algo extraño. “No lo
puedo decir con seguridad porque todo pasó muy rápido, pero me dio la sensación de que el
palo podría haber tocado la arena justo antes de empezar el swing”, explica Millard.
Fue un momento duro, tenso y cruel. Miró su palo, el búnker, la bola, miró al cielo. Trataba
de hallar una respuesta firme, pero no la había. Preguntó a su compañero, el experimentado
Tommy Gainey, que le dijo que no había visto nada. También llamó a un árbitro, pero no
salió de dudas. Es algo que debes decidir tú solo, eres el único que lo puedes saber, le indicó.
“Ojalá hubiera habido una cámara de televisión allí para salir de dudas”, se lamentó el joven.
Millard se lo pensó mucho. Si su palo había tocado la arena debía ponerse una penalidad de
dos golpes. Pero no estaba seguro, era imposible saberlo a ciencia cierta. Sólo fue una
sensación de un segundo, una especie de fogonazo a medio camino entre la realidad y la
ilusión. Finalmente, decidió seguir adelante sin penalidad, hizo 68 golpes y se metió en el US
Open.
Tenía el billete a Pinehurst en el bolsillo y un horrible mar de dudas azotando su cabeza y
destrozándole el estómago. “No podía pensar en otra cosa, cada minuto, cada segundo, era
terrible. Me estaba comiendo por dentro. No podía decir que hubiera pasado y tampoco podía
decir que no hubiera pasado”, explica. Qué debía hacer...
Ayer sábado, Millard hizo las maletas, cargó el coche, recogió a su caddie y emprendieron el
camino hacia Carolina del Norte, destino Pinehurst. Sin embargo, a medio camino su
conciencia ya no podía más. Se paró y llamó a la USGA. Se auto-descalificó. “No estoy cien
por cien seguro, pero pudo pasar. Ante la duda, prefiero no seguir con esto que me está
comiendo por dentro”, contó a los árbitros.
La historia de Millard es aún más impactante si se conoce su vida. Hace justo un año murió su
padre víctima de una leucemia galopante que se lo llevó en apenas un año. Se quedó entonces
al cuidado de su madre, diagnosticada de esclerosis múltiple desde que él era un niño. Ya no
puede andar y Millard vive con ella y se encarga de todo. Tiene atención médica y un
enfermero, pero él hace la compra, paga las facturas y está al tanto de que no falte ninguna de
las medicinas que necesita.
Todo esto le ha venido en un año clave en su carrera, recién graduado por la Universidad de
Middle Tennessee State. Intentó la escuela del Web.com Tour, pero se quedó a un golpe de la
tarjeta, con estatus condicionado que, de momento, no le ha permitido jugar ni un solo torneo.
Ha disputado siete previas de lunes para jugar alguna semana, pero aún no ha conseguido
pasar ninguna.
Millard necesitaba un guiño de la fortuna y parecía que por fin había llegado, hasta que cinco
días después se hizo añicos. Se lo contó a su madre, castigada físicamente, pero a quien la
cabeza le funciona aún como un reloj. “Me dijo que estaba muy orgullosa de mí y de mi
decisión y que estaba segura de que en el año conseguiría clasificarme. Estoy destrozado, pero
no habría sido capaz de vivir con la duda”, señaló.
Su auto-descalificación ha abierto las puertas del US Open al amateur Sam Love que hizo 68
y 69 golpes en la, misma previa de Memphis. Se rompe un sueño y comienza otro
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