crimen organizado y no habían hecho nada. Y allí es- taba la

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crimen organizado y no habían hecho nada. Y allí estaba la masacre, esperándolos.
Lo recuerdo como un horror que se vuelve a reeditar
ahora con la masacre de Ayotzinapa. Creo que no nos
podemos permitir más esto. También la comunidad
internacional debe hacer suyo el asunto, porque si nos
dejan solos el Gobierno nos va a destruir, va a seguir
matando gente. Hay que presionarlos para que haya
un cambio de política y de vida del mismo Estado.
¿Imaginó que alguna vez acabaría encabezando
un movimiento por la paz?
Jamás. Yo soy un poeta, un hombre dedicado a las letras. He hecho activismo, pero no era mi función principal.
Creo que un escritor o un poeta ha de estar comprometido con la vida social, civil y política de su
pueblo, pero nunca me imaginé esto. Nadie quiere
salir a pelear por los derechos humanos y por la dignidad de un pueblo cuando ya está haciendo su trabajo, su vocación. En mi caso, la literatura, la poesía y
la formación de muchachos en ese ámbito. Nunca me
imaginé esto y ha sido terrible.
¿Qué recuerda de aquellas caravanas por la paz y
de aquel movimiento que surgió de manera casi
espontánea?
Fue una respuesta espontánea, con mucha creatividad
política y social, con gran capacidad de inventiva para
enfrentar el horror.
Lo recuerdo con mucho dolor porque visibilizamos
un México devastado, de víctimas destruidas no solo
por el crimen, sino también por las procuradurías
que las revictimizaban y criminalizaban.
Debíamos voz a esas víctimas y, dentro del horror,
eso fue lo mejor.
Creo que la respuesta de los padres de Ayotzinapa,
la respuesta que están teniendo las víctimas y la sociedad tuvo un momento importante de construcción
y de pedagogía con el Movimiento por la Paz. Eso es
lo que puedo recordar: el horror y la dignificación de
gente destruida y despedazada.
¿Cómo se lleva la sobreexposición mediática en
unos momentos tan complicados? ¿Fue algo
consciente o actuó por una especie de inercia?
Fue una reacción nacida de lo más profundo de las
entrañas del amor que le tengo a mi hijo y a mi país.
En mi vida espiritual, soy un gran lector del Evangelio, de los grandes autores de la tradición cristiana,
de la poesía… Eso me ha formado y me permitió reaccionar como uno debe hacerlo ante estas situacio30 zazpika
nes, con mucha dignidad, mucha indignación y mucha creatividad.
¿Cómo se asumen las críticas que, casi de manera
inevitable, trae consigo la sobreexposición?
Tratando de mantenerse fiel a uno mismo. Yo no dejaba de intentar escuchar a mi corazón y a mi conciencia. Cuando uno está bien plantado en sus propias
convicciones, las críticas, que fueron muy duras, no
hacen mella.
¿Tuvo miedo de las consecuencias que podría traerle ponerse al frente de un movimiento de ese
tipo?
Cuando a uno le asesinan a un hijo, ya se arregló con
lo peor. Siempre que me hacían una pregunta así recordaba un poema del español Miguel Hernández que
se ha musicalizado en uno de los discos de Serrat. Esos
versos dicen: «Si me matan, bueno; si vivo, mejor».
Había una fidelidad al amor y eso hacía que el
miedo no existiera.
Fue a su hijo, precisamente, a quien dedicó su último poema. ¿Ha vuelto a escribir poesía?
No, ya no. Mi renuncia es definitiva. Un pueblo que
ha degradado la lengua al grado que permite un discurso político que puede albergar lo peor y puede generar criminales que decapitan y matan no se merece
la palabra sagrada de la poesía.
La dignidad de la lengua que ellos han degradado
no alcanza para decir lo indecible. Hay que preservarlo en el silencio.
Entiendo que, entonces, tampoco tiene intención
de volver a hacerlo.
No. Sigo escribiendo periodismo, ensayo y una novela
que espero terminar pronto. Es una novela autobiográfica sobre la realidad que tuve que vivir.
Es un testimonio de lo que fue mi vida en esos momentos y un diagnóstico profundo de la realidad política y espiritual de este país.
El propio proceso de escritura de esa novela le
habrá dado la oportunidad de reflexionar mucho. ¿Qué pautas ha sacado de cara al futuro?
Si las partes sanas de la ciudadanía no hacen un
vuelco en las líneas de la resistencia civil y la lucha
no violenta para refundar el país, como el boicot electoral, la constituyente ciudadana o la construcción
de un comité de salvación nacional, lo que nos
aguarda va a ser un infierno mucho más grande y
más terrible.
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