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FUNDACIÓN HISTÓRICO CULTURAL JUCHITÁN A.C.
5 DE SEPTIEMBRE DE 1866
LA BATALLA DE JUCHITAN
TRIUNFO DE LOS JUCHITECOS CONTRA LOS FRANCESES Y TROPAS CONSERVADORAS AL
MANDO DEL GRAL. LUCIANO PRIETO
(Tomado de los apuntes históricos del Coronel de Infantería D.E.M.)
Aurelio Martínez López
ANTECEDENTES
En el mes de noviembre del año 1864, cuando el general don Porfirio Díaz Jefe Republicano en
el Estado de Oaxaca, se decidió a resistir dentro de la plaza de Oaxaca a los franceses comandados por el Mariscal Bazaine, llamo en su auxilio al coronel tehuantepecano Remigio Toledo
que venía sirviendo al Estado en la misma causa republicana, y que se encontraba
destacamentado en el Departamento de Tehuantepec (a este Departamento pertenecía
Juchitán). El coronel Remigio Toledo fingió obedecer en principio la orden de llevar el auxilio a
la Capital del Estado. amenazada por el Ejército Imperialista; pero en la primera jornada del
camino que hizo, en "Salazar" traicionó a la República, pronunciándose con sus tropas en favor
del Imperio, regresándose a ocupar la plaza de Tehuantepec, donde reclutó soldados
regionales e impuso préstamos forzosos.
Estando Tehuantepec bajo el dominio de Remigio Toledo, invitó constantemente a la
guarnición de Juchitán y a los lideres juchitecos, secundar su actitud y reconocer al Imperio de
Maximiliano; pero tanto la guarnición como lo juchitecos le dieron siempre las más rotundas
negativas, mismas que sirvieron de base para que guerrillas de juchitecos y traidores toledistas
se persiguieran y se atacaran con gran saña durante cerca de dos años, desde noviembre de
1864, hasta el 5 de septiembre de 1866, en que se decidió la suerte del Imperio en el Istmo.
El 4 de febrero de 1865, después de heroicos y patrióticos esfuerzos, el General Díaz se rindió,
entregando la plaza de Oaxaca a los franceses.
Al día siguiente de la capitulación, 5 de febrero de 1865, se estableció en Oaxaca el Gobierno
Imperial de Maximiliano de Habsburgo, fungiendo como Prefecto Imperial del Departamento
de Oaxaca el señor licenciado don Juan Pablo Franco.
El 6 de agosto de 1866 asumió el cargo de Prefecto Imperial y Comandante Militar del Estado,
el general don Carlos Oronoz, quien inmediata-mente, y por órdenes de. Bazaine, apremió a
Remigio Toledo y al general Luciano Prieto que era el jefe del Departamento de Tehuantepec,
a que hicieran efectiva su promesa en el sentido de que Juchitán se convertiría de grado o por
fuerza al Imperialismo.
Para el efecto, una vez ocupada la Capital del Estado por Bazaine, éste ordenó desde luego la
campaña en el Istmo para someter al pueblo de Juchitán y a los demás pueblos de la región,
para después invadir el Estado de Chiapas. Esta orden se cumplió en la forma siguiente:
Salida inmediata por tierra hacia Tehuantepec del licenciado Juan Pablo Franco, investido con
el título de Visitador Imperial, con amplias facultades e instrucciones sobre el caso del
irreductible pueblo de Juchitán, La columna de tropas francesas y austriacas que se organizó
para acompañarlo, estaba compuesta de 2,000 hombres debidamente armados y equipados
con artillería, al mando del general Luciano Prieto, quien contaba entre sus corporaciones más
distinguidas, al 91o. Batallón Francés de Línea apodado "Cola del Diablo", que en las campañas
se habla distinguido por su ferocidad en los combates.
A fines del citado mes de agosto de 1866, arribó a Tehuantepec el licenciado Juan Pablo Franco
con su columna francesa de apoyo, el 91o. Batallón "Cola del Diablo" a la vanguardia. Sin
pérdida de tiempo, el Visitador Imperial licenciado Juan Pablo Franco ordenó la integración de
una comisión de personas distinguidas de la localidad, que el día 2 de septiembre de 1866 se
trasladó a Juchitán con la misión de convencer y persuadir a los juchitecos para reconocer al
Imperio y entregar la Plaza al Ejército Invasor. A esta embajada se le brindó toda clase de
atenciones y hospitalidad, tanto de parte del entonces Jefe Político de Juchitán don Máximo
Pineda, como de parte del pueblo; pero en la conferencia en que se abordaba el objetivó
principal de la embajada, que puso de su parte todo el calor y el entusiasmo que su delicada
misión requería, desde el principio hasta su fin topó con la más enérgica oposición del grupo
de "principales" o "notables" juchitecos que concurrió a la conferencia, distinguiéndose los
hermanos Marcos y Amós Matus, que fueron los adalides de aquella batalla diplomática. Y
como en el texto del mensaje verbal enviado por el Visitador Imperial no podía hacer falta la
amenaza de que "sí no se convertían al Imperialismo y entregaban la Plaza, serían batidos por
las armas francesas e incendiado el pueblo", los juchitecos aceptaron el reto; empero, dieron
toda clase de seguridades y protección a los miembros de la embajada hasta su custodia fuera
de la zona de peligro hacía Tehuantepec, donde pusieron en conocimiento del licenciado Juan
Pablo Franco, la negativa de los juchitecos de someterse al Imperio.
La suerte de la Patria estaba echada. ¿Qué importaba morir por la libertad de México, si ya el
juchiteco en la defensa del Sector de la Ladrillera encomendada al general Porfirio Díaz, en la
histórica jornada de la Batalla del 5 de Mayo de 1862, había demostrado con su ejemplo hecho
cumbre, que habla derrotado y vencido al enemigo? San Vicente Ferrer, Santo Patrono de
Juchitán y Dios de la Guerra de sus hombres, es invocado por el más anciano de los jerarcas
juchitecos, exclamando: "Ella Padre Vicente, luu guiácabe, o láacabe o láanu pero rarí qui
zadidicabe". Traducción "¡Ahora, Padre Vicente, sobre ellos, o ellos o nosotros; pero de aquí
no pasarán!" No bien había desaparecido la polvareda de los caballos montados por los
embajadores imperialistas, cuando ya el pueblo, hombres y mujeres, estaba reunido al
llamado de los repiques de campanas de la Iglesia de San Vicente, escuchando las vibrantes
arengas de Amós y Marcos Matus, que con palabras enérgicas y convincentes, hicieron que el
pueblo entero se alistase para la defensa de su Patria, de su hogar y de sus convicciones
genuinamente liberales.
En estos discursos se instruyó al pueblo acerca de la "táctica de la tierra calcinada", misma que
emplearon los rusos contra Napoleón I en 1812, que culminó con su derrota. En vista de que al
enemigo se le esperaba de un momento a otro, se ordenó a todos los habitantes evacuaran la
población llevándose hacia Ranchu Gubiña, hoy Unión Hidalgo, cuanto tuvieran y pudiera ser
útil al ene-migo, sea para comer o pelear.
Después de la junta de "notables" juchitecos con los Jefes y Oficiales del Batallón de Zaragoza,
de guarnición en la Plaza, se tomaron las siguientes determinaciones:
la.—Pedir auxilio urgentemente, con enviados propios, a los pueblos hermanos de la región.
2a.—En vista de lo inesperado de los acontecimientos, y del personal y material escaso, solamente convenía una táctica defensiva activa, re-tardando el movimiento de la columna
francesa con tropas en contacto sobre el Río de los Perros a la altura de Ixtaltepec, tratando
siempre de ganar tiempo y canalizando el movimiento enemigo sobre el camino carretero
Espinal-Juchitán.
3a.—Defender la Plaza de Juchitán por unas horas y luego evacuarla con la retirada de las
tropas amigas hacia el Oriente hasta el Pozo de Peralta, mientras tanto se recibían refuerzos
de los pueblos amigos para sitiar y atacar en el momento oportuno a las tropas francesas que
habían ocupado Juchitán.
4a.—Apostar vigías y destacar puestos avanza-dos en observación sobre el camino carretero
Juchitán-Espinal-Ixtaltepec y otros, posibles lugares hacia donde podría llegar el enemigo.
5a.—Acuartelar el Batallón de "Zaragoza", para reforzar en el momento preciso el punto que
estuviera más comprometido.
6a.—Designar al coronel Crisóforo Canseco, comandante militar de la defensa de Juchitán y la
organización de las unidades de voluntarios juchitecos y de auxilio de los pueblos
circunvecinos. Al recibir el Visitador Imperial el informe de los embajadores con el resultado
negativo de sus gestiones, ordenó que el general imperialista Luciano Prieto marchara sobre
Juchitán, comandan-do el 910. Batallón Francés "Cola del Diablo-, reforzado con tres unidades,
en combinación con las fuerzas regionales al mando del coronel Remigio Toledo. El efectivo de
ambos combatientes, según los datos que se han podido encontrar, era como sigue:
TROPAS EN PRESENCIA:
El día 2 de septiembre de 1866 se encontraban acantonadas las tropas contendientes en la
forma siguiente: En la Plaza de Tehuantepec, Oax., las tropas imperialistas al mando del
general Luciano Prieto y del coronel Remigio Toledo, de apodo "Gubixi" (ladino), sumaban
2,500 hombres perfectamente pertrechados con dos piezas de artillería. En la plaza de
Juchitán, Oax., distante de Tehuantepec en línea recta 28 kilómetros, se encontraban
acantonadas las fuerzas defensoras de Juchitán, compuestas por el Batallón de "Zaragoza",
comandado por el coronel oaxaqueño Crísóforo Canseco, y con un efectivo de 500 hombres,
las fuerzas de voluntarios de San Blas, Barrio de Tehuantepec, capitaneadas por los coroneles
Francisco Cortés y Benigno Cartas, regularmente dotados de municiones y armas; una pieza
vieja de artillería y el valiente pueblo de Juchitán, con las armas que encontraron a su alcance:
hachas, machetes, lanzas improvisadas, varas de carreta, escopetas, etc. El Batallón de
"Zaragoza", reforzado, contaba entre sus filas a los siguientes aguerridos juchitecos: Coronel
Albino Jiménez (Binu Cada) Coronel Cosme Damián Gómez Coronel José Pedro Gallegos (('he
Pedro) Mayor Primo (Hida) Razgado Capitán lo. Anastasio Castillo (Tacho Shada) Capitán lo.
Albino López Una — Capitán lo. Mariano Martínez Capitán lo. Marcos Matus Capitán 2o,
Miguel Vásquez Capitán 2o. Felipe López Lena. Teniente Pedro Jiménez Yubi — Teniente
Plácido Orozco Teniente Isidoro Jiménez (Yo do) Teniente Pantaleón Santiago Sargento 2o.
Pánfilo Marcial
Todos, con la experiencia obtenida en la Batalla del 5 de Mayo de 1862, en Puebla, en que se
cubrieron de gloria al lado del general Porfirio Díaz y del general Ignacio Zaragoza. • El día 3 de
septiembre de 1866 amaneció lluvioso, y por aviso oportuno de los "Sanblaseños" se tuvo
conocimiento de que la columna imperialista al mando del general Luciano Prieto y el refuerzo
del Batallón del coronel Remigio Toledo, se desplazaban hacia Juchitán, siguiendo el camino
viejo Tehuantepec-Ixtaltepec-Espinal, rodeando los pantanos de difícil travesía que en la recta
a Juchitán - se encontraban entre Dani-vihui Gomitas que se encuentran al sur del actual
campo aéreo de Tehuantepec y el Zanjón lgú que cruza hoy en día L carretera TehuantepecJuchitán. Desde luego el coronel Canseco ordenó tener en constante observación a las tropas
enemigas en movimiento, destacó una compañía del Batallón "Zaragoza" mando del capitán
juchiteco Anastasio Castillo, como puesto avanzado sobre la margen izquierda del rio de los
Perros a la altura de Ixtaltepec, cubriendo algunos otros pasos de acceso río abajo, misión de
librar acciones retardatrices contra el enemigo y hostilizarlo en su progresión, tratando de
ganar el mayor tiempo posible, para lo cual ya contaba con el refuerzo de voluntarios
espinaleños e ixtaltepecanos, que gustosos ofrendaban su contingente humano en la defensa
de sus tierras y de sus casas.
El día 4 de septiembre de 1866, uno de los. Observadores informó al Cuartel General de
Juchitán, que en la madrugada de ese día, las tropas avanzadas amigas habían tomado
contacto con los elementos de la vanguardia de la columna imperialista de Luciano Prieto y
que habían cruzado el río a la altura de Ixtaltepec, continuando su movimiento por el camino
carretero hacia Espinal, distante 2 kilómetros únicamente de Ixtaltepec, siendo hostilizado en
su movimiento por las tropas al mando de Anastasio Castillo, a quien le cupo la gloria, con su
compañía, de dar la "recepción" a la columna de Luciano Prieto, produciéndose así el primer
choque sangriento entre las fuerzas in-finitamente desiguales, en el aspecto material,
orgánico, de instrucción militar y, recíprocamente, en el moral; pues si el Ejército Francés y sus
alia-dos eran poderosos por su número y armamento, el Ejército improvisado del pueblo de
Juchitán era superior moralmente, porque tenía el "amor a la gloria" y porque defendía el ideal
de libertad de su Patria y de sus instituciones. La Compañía de Anastasio Castillo, en con-tacto
con el enemigo retrasa la progresión franco-conservadora, defendiendo palmo a palmo el
terreno y canalizando su movimiento hacia el pueblo de Espinal; la retirada se hace lenta, y de
acuerdo con el plan previsto, se decide utilizar el poblado de Espinal como reducto de defensa
por un tiempo razonable, para después romper el contacto con el enemigo y zafársele hasta
alcanzar la primera línea de defensa organizada en el lindero norte de Juchitán, en donde
refuerzan a los defensores y deciden resistir el choque del grueso enemigo que en tres
columnas avanzaba hacia la población.
Dispositivo de ataque enemigo.—Tres columnas acoladas. La del centro llevó el ataque frontal
tratando de abordar a los defensores de la posición defensiva; la columna de la derecha, al
mando de Remigio Toledo, en dirección al Río de los Perros, ocultando su movimiento entre
las malezas y árboles de la ribera y con misión de envolver al lado oeste de la posición, y la
columna de la izquierda, constituida por el 91o. Batallón Francés de Línea, "Cola del Diablo", se
encargó de envolver la posición por el este, chocando con la línea de defensa al mando del
coronel Canseco.
La fuerza numérica de las armas invasoras, hizo replegar a los defensores hacia las primeras
casas de Juchitán que en su totalidad eran de palma de dos aguas, dejando en el campo de la
lucha al único cañoncito con que contaba el Batallón "Zaragoza". Por la mañana del día 4 de
septiembre, don Máximo Pineda, Jefe Político, ordenó la evacuación del pueblo y de los
heridos hacia el Pozo de Peralta, situado 4 kilómetros al este de Juchitán y a Ranchu Gubiña
(Unión Hidalgo), estableciendo en el primer lugar citado, un almacén de víveres de boca. Como
al medio día, el Coronel Canseco cambió su puesto de mando del Cuartel Viejo al Camposanto
del Calvario, para no ser copado y poder retirarse en caso necesario.
Como a las tres de la tarde, y ante la presión de los atacantes, el Coronel. Canseco ordena el
traslado de su puesto de mando al Pozo de Peralta y la retirada de sus fuerzas hacia el mismo
lugar, dejando guerrilleros y francotiradores en misión de hostilizarlos, así como puestos de
observadores que debían informar del movimiento de dichos atacantes.
La plaza de Juchitán fue ocupada en la tarde de ese mismo día por la columna al mando del
general Luciano Prieto, quien encontró al pueblo sin habitantes, sin víveres de boca y con
muchos incendios, que daban impresión desoladora.
Todos los acontecimientos fueron tan rápidos que de los refuerzos de los pueblos que se
esperaban, solamente llegaron a participar en la acción del 5 de septiembre, 50 hombres de
Chicapa de Castro.
Durante toda la noche del 4 de septiembre, se hostilizó al enemigo al amparo de las llamas que
ardían de las casas; el pueblo fue saqueado a la ocupación de los franceses, y el coronel
Crisóforo Canseco, desde su Cuartel General en el Pozo de Peralta, dispuso durante la noche el
sitio de Juchitán por sus lados este, sur y norte, y al amanecer del día 5 de septiembre, el
general Luciano Prieto subió al campanario de la iglesia de San Vicente y con su catalejo pudo
darse cuenta de que el traidor coronel Remigio Toledo, que era un hombre sin escrúpulos ni
dignidad militar, había abandonado el sector de la población, cuya defensa le había
encomendado, y que era precisamente lo que hoy comprende las Secciones Primera y
Segunda, dejando al descubierto el lado norte de la plaza, y por la polvareda se le veía marchar
hacia Tlacotepec sin ninguna orden previa. Se deduce que Toledo tomó esa determinación,
porque tuvo la intuición del desastroso resultado de la campaña que había ocasionado a la
columna imperialista muchísimas bajas entre muertos y heridos y, además, el temor del cerco
que se le ponía a Juchitán con la gran cantidad de patriotas que se multiplicaban amenazando
atraparlos, sobre todo si los juchitecos recibían refuerzos de los pueblos circunvecinos.
Consumada la deserción del coronel Remigio Toledo y su Batallón, el ataque de la plaza de
Juchitán se facilitó al coronel Crisóforo Canseco, quien contaba con el grueso de las fuerzas y
del pueblo dentro de las malezas situadas a un kilómetro del lindero de Juchitán. Hombres y
mujeres habían pasado en vela la noche, y como a las cinco de la mañana se sirvió a los
combatientes, por las mujeres, el rancho improvisado a base de totopo, pozo', tasajo y atole
de masa.
En los hombres se reflejaba un dejo de melancolía muy característico en los soldados antes de
entrar al combate.
La mujer juchiteca, conociendo la psicología de los hombres de su raza, lanza a los reunidos la
siguiente admonición en zapoteco: "Shi ná tu pué, cadi máa gudiñe tu láacabe pueblo lá? pa
quizanda cúee tu láacabe ndaani shquizhinu, lagui ni, ne guudlitu ca guí baca láadu guhnáa,
ti gúulla-tu pa sabé dú láacabe o cóo!". Traducción: "Qué dicen, pues? ¿Qué ya no les
pegaron en Puebla? Si no pueden sacarlos del centro de nuestro pueblo, hablen! y nos dan a
nosotras las mujeres, las armas que tienen, y verán si los sacamos o no!"
Como un latigazo, los hombres reciben esta sentencia de la mujer juchiteca, émula de la
"espartana" de la antigua Grecia; se crecen al castigo y se refuerzan con los voluntarios que
llegan por la mañana, de Ranchu Gubiña, Chicapa de Castro, Zapotal, Zanatepec, Niltepec,
Ixtaltepec y de otros pueblos circunvecinos, y como a las 9 de la mañana del día 5, bajo el
glorioso sol de septiembre, se organizan los contingentes juchitecos para el ataque a la
población que ya estaba sitiada por un cerco de hombres valientes.
BATALLA DEL 5 DE SEPTIEMBRE DE 1866, EN JUCHITAN, DEL ESTADO DE OAXACA, Y
DERROTA DE LAS TROPAS IMPERIALISTAS FRANCESAS AL MANDO DEL GENERAL LUCIANO
PRIETO
Dispositivo de ataque. El coronel Crisóforo Canseco, Comandante en Jefe de las Operaciones
Militares en e) Sector de Juchitán, dispuso el ata-que a la Plaza en tres columnas: la primera
columna, al mando directo del Coronel Canseco, re-forzada con don Francisco León y su grupo
de voluntarios, y de los capitanes Mariano Martínez, Miguel Vásquez y Marcos Matus, atacó
con el Ba-tallón Zaragoza (menos una compañía) en dirección este-oeste hasta el Cuartel
Carlos Pacheco donde se encontraba el general. Luciano Prieto, dejando a su retaguardia a una
gran reserva de voluntarios que la seguían lentamente para inter-venir con palos, hondas y
útiles de labranza en la acción. La segunda columna, al mando del capitán Anastasio Castillo,
con los capitanes Albino López Lena y Felipe López Lena, una compañía del Ba-tallón de
Zaragoza y un contingente como de 500 voluntarios con misión de taponar el camino JuchitánEspinal para evitar la retirada por esa ruta de las tropas imperialistas sitiadas, y presionar el
ataque hasta el centro de la ciudad. La tercera columna, al mando del coronel Albino Jiménez,
con una sección del Batallón de Zaragoza, reforzada con un contingente como de 400
voluntarios, tuvo por misión atacar por el sur, taponando el camino Xadani (Cerrito)-Juchitán,
evitando a toda costa la fuga de las tropas franco-conservadoras por ese lado. Por la posesión
de la plaza de Juchitán, la lucha fue encarnizada y sangrienta; las tenazas del dispositivo
tendían a cerrarse, la primera columna al mando de Anastasio Castillo, cumplió con su objetivo
evitando la salida del enemigo hacía Espinal, y aunque lento su avance hacia el centro de la
Ciudad, se iba sintiendo. Las guerrillas de voluntarios se multiplicaban, y se luchaba cuerpo a
cuerpo, como a las doce del día, a la altura de los cercos situados en donde hoy tiene su casa el
ingeniero Enrique López Santos, en la Primera Sección, se registró una lucha cuerpo a cuerpo
entre unos seis franceses que ya no tenían municiones y una guerrilla como de 6 hombres
arma-dos con machete y varas de carreta; entre ese grupo de voluntarios iba el valiente
juchiteco Antonio López, padre de doña Antonia López China, que con su machete partió de un
tajo al francés que le tocó en suerte, quien hincado por el peso de la mochila, antes de recibir
el golpe, todavía tuvo alientos de gritar: "¡Viva Francia!", y los guerrilleros contestaron: ¡Viva
Padre Vicente! ; Viva Juchitán! ¡Viva México!". De la mochila partida del francés, salió un Cristo
de bronce, que se guarda como trofeo en el altar del Santo de la casa de la señora doña
Amable López China.
Ante la presión de los juchitecos, el general Luciano Prieto decidió evacuar la plaza, antes de
caer en manos de nuestros indios patriotas, y ordenó la salida de su maltrecha columna hacia
Tehuantepec. Los pelotones de reconocimiento se dieron cuenta de la inesperada fuga del
enemigo, rindiéndose el parte al coronel Canseco, quien dispuso que se abandonaran los
trabajos relativos al sitio y dictó las órdenes para la organización inmediata de una columna de
juchitecos para alcanzar a la columna imperialista y batirla. El general Luciano Prieto cometió
el error de retirarse con su columna, siguiendo por una brecha que pasa por el panteón de
Cheguigo y cruza los pantanos de Viahui dóo y de Igú, hasta Tehuantepec; pero la baraja
estaba echada: a las tres horas de marcha, la columna enemiga alcanzó los pantanos entre
Dani vihui y el Zanjón Igú. La desesperación de ser alcanzados por las tropas juchitecas, hizo
que los franceses lo cruzaran, haciendo más penosa su marcha, pues mientras más avanzaban,
más se hundían por el peso de la mochila y armamento. Como a las cuatro de la tarde fueron
alcanzados por la columna del. Coronel Canseco, quien previamente ordenó al personal
aligerara su vestuario, y con los calzones subidos hasta la rodilla, se lanzaron al ataque contra
aquellos hombres que se hundían cada vez más en el agua hasta la cintura. Al grito de "¡Viva
San Vicente! ¡Viva el Señor de San Blas! ¡Viva Juárez: ¡Viva México! y ¡Viva Juchitán!", se
produjeron los nuevos choques con tanto encono, con tanto ardor patriótico y con tanta
fuerza que los combatientes juchitecos batieron a los franceses y austriacos, causándoles 800
bajas, arrebatándoles sus dos piezas de artillería y recobrando el cañoncito del Batallón de
Zaragoza que habían perdido en la acción del día 4.
Al obscurecer del glorioso 5 de septiembre de 1866, el silencio del enemigo hizo pensar que los
pocos que escaparon, huyeron hacia Tehuantepec. ¡Estaba consumada por un pueblo humilde
pero mil veces patriota, la derrota de una columna que contaba entre sus filas a "Los Primeros
Soldados del Mundo"!
Dice don Jorge Fernando Iturribarría, en su "Historia de Oaxaca": "Prieto logró salvarse y llegar
con muy pocos soldados a Tehuantepec, pero fue tan terrible la impresión de miedo o de
coraje sufrido por el funesto resultado de la campaña, que empezó a minarse rápidamente su
salud. Sin poder sobrevivir a su despecho, falleció de una fiebre maligna el 14 de septiembre
de ese mismo año, a los 9 días de haber sido derrotado".
Es justo que en el Centenario del Triunfo de los Juchitecos contra las tropas Imperialistas Francesas, el 5 de septiembre de 1866, rindamos culto a los Patriotas juchitecos de aquella épica
jornada: coroneles Albino Jiménez, Cosme Damián Gómez y José Pedro Gallegos; mayor
Primo (Hida) Razgado; capitanes primeros Anastasio Castillo, Albino López Lena y Mariano
Martínez; capitanes segundos Miguel Vásquez y Felipe López Lena; tenientes Pedro Jiménez
Yubi, Plácido Orozco, Isidoro Jiménez y Pantaleón Santiago; sargento 2o. Pánfilo Marcial y
soldados francotiradores Albino Sánchez y Antonio López; don Evaristo Matus, el Dominico
Fray Mauricio López; el coronel Crisóforo Canseco con su glorioso Batallón Zaragoza, don
Francisco León; al pueblo de Juchitán y a todos los pueblos de la región que cooperaron con su
contingente humano en el triunfo contra los imperialistas franceses. Nuestras heroicas
mujeres fueron: las cuatro hermanas María Inés, Patricia, Rosalía y Simona Robles; la esposa
del capitán Castillo, solamente conocida con el nombre de María Tachu, y Paulina Vásquez.
Los tehuantepecanos que pelearon en unión de los juchitecos fueron varios, recordándose el
nombre de los sanblaseños Francisco Cortés, Benigno Cartas y sus hermanos Adelaido y
Zabulón Cartas.
La derrota de los franceses en Juchitán, inició la declinación y el eclipse del brillo de las armas
imperialistas en el Estado, como si el destino hubiera señalado a Juchitán como el punto de
partida de la marcha triunfal de las armas republicanas en el país. Así asistió la Patria a la toma
de Tlacolula por don Félix Díaz, al triunfo del 3 de octubre (1866) en Miahuatián, por el general
Porfirio Díaz; a la célebre Batalla de la Carbonera, ganada por el General Díaz; a la
recuperación de Oaxaca por el propio General Díaz; a la captura de Puebla el 2 de abril de
1867, etc., cadena de victorias que va a parar hasta Querétaro, con el fusilamiento de
Maximiliano, es decir con el derrumbamiento del Imperio.
El profesor Germán López Trujillo, en su discurso del 5 de septiembre de 1953, dijo: "Oh,
Juchitán mío: aquel día repetiste en el alma de tus hijos la vibrante estrofa de nuestro Himno
Nacional que dice: 'Y tus templos, palacios y torres / se derrumben con horrido estruendo, / y
sus ruinas existan diciendo: / De mil héroes la Patria aquí fue!'
“Juchitán, Oax., a 5 de septiembre de 1966.
Coronel de Infantería D.E.M.
Aurelio Martínez López.
BIBLIOGRAFIA
HISTORIA DE OAXACA POR DON JORGE FERNANDO ITURRIBARRIA
DISCURSO DEL PROFR. GERMAN LOPEZ TRUJILLO
5 DE SEPTIEMBRE DE 1953
RELATOS DE DON FRANCISCO LEON Y DE PARTICIPANTES DE LA BATALLA DEL
5 DE SEPTIEMBRE DE 1866
“FUNDACION HISTORICO CULTURAL JUCHITÁN, A.C.”
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