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¡CON SU ARROJO LOGRARON LO IMPOSIBLE!
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(dedicado al Regimiento de Cazadores de “Alcántara”, 14º de Caballería)
Antonio Bellido Andréu
El pasado 1 de junio, el Consejo de Ministros aprobaba la concesión de la
Laureada Colectiva a Regimiento de Caballería “Alcántara” por su actuación durante
las jornadas del 22 de julio al 9 de agosto de 1921; y ese mismo día, S.M. don Juan
Carlos I firmaba el Real Decreto de concesión.
Casi 91 años se ha tardado en conceder este reconocimiento a una unidad que,
desde el primer momento de aquellas lejanas fechas, despertó la admiración popular.
Diversas vicisitudes han hecho posible esta enorme demora pero, como dice el refrán,
“más vale tarde que nunca”: felicidades al “Alcántara”.
Durante todos estos años se ha escrito mucho sobre la valerosa actuación de
“Alcántara”: algunas veces desde la fría y dura realidad de los hechos; y otras desde el
ensalzamiento desmedido. Pero, a pesar de ello, quiero sumarme a la consideración
hacia aquellos héroes recordando algunos detalles que la exultante alegría de la
reciente concesión puede hacer posible que se nos pasen por alto y caigan en el
olvido.
Durante el inicio de la retirada, el 22 de julio, “Alcántara” se encontró impotente
para detener y organizar aquella avalancha de gente que, en carrera desenfrenada y
completo desorden, se retiraba de Annual. El camino, desde esta posición, siguiendo
la estrechura de un barranco, ascendía hasta los altos de Izummar; a continuación,
descendiendo con duras pendientes, el camino se enfoscaba en las fragosidades del
terreno, encajándose en un estrecho y largo barranco, dominado por ásperas laderas,
por cuyo fondo discurría tres kilómetros. Es en este escenario en el que “Alcántara”, al
ver que de aquellas fuerzas no podía sacar provecho, tomó posiciones para proteger la
retirada de las mismas. ¿Cómo lo hizo? Sin lugar a dudas, como preconizaban para el
Arma los reglamentos de la época, con absoluto desprecio del peligro. Tal debió ser la
sensación de seguridad que transmitían que le llevo al teniente coronel Pérez Ortiz, de
Infantería, a declarar que ocupaban las lomas “en orden cerrado”; y esto, como
manifestó algún testigo de la época, “llevando cada soldado de Caballería, en la grupa
de su caballo, uno o dos soldados recogidos en el campo” y mientras eran tiroteados
constantemente por los flancos.
A pesar de que siempre se habla, en general, de la actuación de “Alcántara”, hay
que tener en cuenta que sólo pudo actuar como unidad orgánica durante el día 22. La
tarde de esa fecha salió de Dar Drius un escuadrón mandado organizar por el general
Navarro, para proteger la retirada a Batel del Parque Móvil de Artillería, heridos,
impedimenta y caballos de desecho; eligiéndose, de cada escuadrón, los 25 caballo y
25 jinetes que se encontraban en peores condiciones de resistencia.
Último verso de una poesía de Rafael Blanco Belmonte, dedicada al Regimiento “Alcántara”. «España
en sus héroes», nº. 26. 1969.
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Y a partir de la tarde del día 23, cuando llegaron a Batel tras el cruce del río
Igan, toda reorganización pareció imposible. En el descontrol de aquellos momentos,
una parte de “Alcántara” pernoctó en Batel, otros siguieron hasta Tistutín; y un tercer
grupo recibió orden de continuar a Zeluán.
Aunque, normalmente, sólo se habla de las cargas que “Alcántara” dio para
permitir y proteger el cruce del río Igan, la realidad es que se vio obligada a cargar en
más lugares: unas veces para amparar al resto de la columna; y otras para protegerse
a sí mismos (ver figura).
Ha habido autores que, incluso, han llegado a contabilizar el número de cargas
que dio “Alcántara”: tarea inviable de la que nos podemos hacer idea a la vista de la
figura indicada anteriormente. Igual ocurre con “la última carga al paso”. Suena muy
romántico y propio de la denominada “Arma del sacrificio”, pero absolutamente inútil.
Otra cosa es que algunos caballos alcanzaran tal grado de agotamiento que sólo
pudieran moverse a ese aire.
Viendo la figura citada, podemos apreciar que las unidades de “Alcántara” ya
cargaron, el día 22, entre Ben Tieb y Dar Drius, en dos zonas diferentes. Y en la
mañana del 23, efectuaron varias cargas, en la zona marcada al oeste de Dar Drius,
para proteger la retirada, según iban llegando, de las unidades que guarnecían, al
menos, Ababda, Ain Kert, Azib de Midar, Cheif, Karra Midar y Tafersit; siendo
recibidos, a sus regresos a Dar Drius, con grandes demostraciones de agradecimiento
y alegría. Y en la tarde del 22 y en el 23 vemos, además del cruce del río Igan, otras
seis zonas donde unidades de “Alcántara” se vieron precisadas a cargar para impedir
ser batidos por el enemigo.
Si a todas estas cargas añadimos los recorridos efectuados por las unidades en
esos dos días, todavía nos parece más imposible que aguantaran los caballos.
Podemos imaginar el esfuerzo que llevaron a cabo, teniendo en cuenta que la longitud
de las jornadas preconizadas por los reglamentos era de 40 kilómetros: pues el día 22
hubo quien, sin contar cargas, recorrió unos 50 kilómetros; y el 23 los recorridos
(también sin contar cargas) oscilaron entre 49 y 75 kilómetros. Todo ello con escasez
de agua y el agobiante calor del verano marroquí.
Otro de los lugares comunes que se han creado en relación con “Alcántara” es el
que transmite la sensación de que este regimiento fue sucumbiendo en el itinerario
entre Annual y Monte Arruit, donde llegaron sus últimos supervivientes, para morir
allí o caer prisioneros en la capitulación: nada más lejos de la realidad. Es cierto que a
Monte Arruit llegaron, aproximadamente, unos 50 ó 60 hombres (de tropa) de
“Alcántara”; pero es que en Zeluán se concentraron (entre el escuadrón formado el día
22, por el general Navarro, y los que allí enviaron al día siguiente) unos 300 de tropa
(que sufrieron unas 220 bajas). A estas cifras habría que añadir los 8 soldados que
había en Ishafen (todos muertos entre el 23 y el 25, cuando la posición cayó en poder
del enemigo); los 19 (uno de ellos sargento) de Segangan, que pudieron replegarse a
Melilla el día 24; y los 33 que se encontraban en Zoco el Telatza y que protegieron la
retirada, a Hási Uezga (en la zona francesa del Protectorado) de las nueve compañías
de Infantería que allí había de guarnición.
En resumen ¿cuántas bajas sufrió “Alcántara” en esta protección de la retirada,
en beneficio del resto de las fuerzas? No hay certeza en el número de hombres que
tomaron parte en la protección de la retirada y también varían los números de bajas y
supervivientes; pero puede afirmarse que las bajas totales del regimiento,
contabilizando jefes, oficiales y tropa, fueron entre un 75 y un 80 por ciento. S egún
autores, entre un 74,52 % y el 78,41 %.
Y no fue esta la única contribución de “Alcántara”. La sensación de tranquilidad
y seguridad que supo transmitir al resto de las fuerzas se hizo patente, de forma
destacada, en Monte Arruit. Según declaraciones de algunos testigos, “todos los jefes y
oficiales del regimiento estaban constantemente en el parapeto con nosotros,
animándonos”. Podría resumirse en las opiniones que algunos dan sobre el teniente
coronel Primo de Rivera, jefe y, por tanto, cabeza visible de “Alcántara”: “sabiendo que
mientras él estuviera vivo los moros no entrarían en la posición”. Fernando Primo de
Rivera murió el día 8 de agosto; el 9 capituló la posición.
Quiero terminar reproduciendo el final de un soneto, dedicado al soldado
español por el poeta Antonio Fernández Grilo (1845-1906).
Pero si el triunfo su valor pregona
para el que lucha y sufre y vence y calla
¿no ha de tener la Patria una corona?
Para “Alcántara” la ha tenido.
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