Liderazgo del Estado y liderazgo de las personas :

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Liderazgo del Estado y liderazgo de las personas :
dos caras de la misma moneda? Chile y Estados Unidos
de América
Julio Fiol Zúñiga (*)
Cónsul General de Chile en Nueva York
Introducción
El diccionario de la Real Academia Española señala que liderazgo o liderato
es el ejercicio de la condición de líder y que líder – palabra de origen inglés para
designar a un guía – significa “la persona a la que un grupo sigue, reconociéndole
como jefe u orientadora”.
La primera premisa es entonces que para que exista un líder debe existir un
grupo humano que requiera ser guiado, ya sea, para enfrentar a un enemigo o a
alguna dificultad de dimensiones considerables, o para atravesar un territorio
desconocido. La segunda condición es que exista una persona que sea capaz de
llevar a sus dirigidos por la senda que estos identifican como la correcta.
Ahora bien, a través de la historia han existido múltiples líderes, pero el
fundamento de su liderazgo ha sido diferente. En la época del imperio romano, la
fuerza física y la dominación psicológica - aunque esta última pacífica y
permitiendo que los pueblos subyugados mantuvieran sus tradiciones e idiomas –
servía de razón de ser al poder que ejercían los Emperadores. Incluso esa
dominación comprendía el aspecto físico de las relaciones interpersonales al
punto que la homosexualidad que practicaban era una precisamente una forma
de demostrar su liderazgo al resto de su comunidad.
(*) Las opiniones vertidas en este texto representan exclusivamente el pensamiento de su autor y en
forma ni caso alguno, pueden considerarse como que representan el parecer del Ministerio de
Relaciones Exteriores de Chile sobre las materias tratadas.
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Es más, el Emperador en Roma permanecía en su poder mientras era capaz
de controlar, precisamente por la fuerza, todas aquellas manifestaciones y
conspiraciones que se organizaban con el objetivo de destronarlo.
En el Medioevo – periodo en el cual en Europa central la Iglesia ocupó el
vacío de poder generado por el traslado del imperio romano a oriente – es
impactante constatar cómo el poder era ejercido a través del miedo que se
infundía a las personas, circunstancia que motivaba a los feligreses a efectuar
cuantiosas donaciones con el fin de asegurar su camino al paraíso eterno.
Por contraste, durante el periodo de la ilustración, se vio como la fuerza de
la razón se imponía como piedra angular del orden terrenal. Sus pensadores
sostenían que la razón podía combatir la ignorancia, las supersticiones y la tiranía
en la esperanza de construir un mundo mejor. Asimismo, es interesante constatar
que la Revolución Francesa vino a poner término al absolutismo monárquico, para
dar lugar a la burguesía y las masas populares como líderes del poder político.
Adentrados ya en el siglo XX, nos encontramos con un periodo de desorden
y anarquía consecuencia de la primera conflagración mundial y así tenemos a los
países europeos en una búsqueda frenética de estabilidad económica pero
también animada por reivindicaciones territoriales.
Italia, que considera atropellada su dignidad al haber conformado parte de
la coalición vencedora en 1919 y no obstante ello haber perdido territorio – lo
que los autores definen como “la victoria mutilada” – está además sumida en un
caos social. Un humilde profesor primario - cuyo padre había sido dirigente
socialista y gran admirador de Benito Juárez – irrumpe en la escena política y
logra que el Rey Vittorio Emanuelle III lo designe como Primer Ministro de Italia
en diciembre de 1922.
En ese contexto, más allá de la simpatía o antipatía que pueda despertar
Benito Mussolini, es interesante observar, no obstante el tiempo transcurrido, las
reacciones diversas que provoca en la actualidad en la población italiana su
gobierno que duró 23 años.
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Es innegable que hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial, Benito
Mussolini ejerce el liderazgo de Italia con el consentimiento de la mayor parte de
su nación. Múltiples obras de adelanto, como el secado de los pantanos aledaños
a Roma hacia el sur que constituyen la zona agrícola que alimenta a dicha ciudad,
la reforma previsional y de salud, la creación de la Villa Olímpica y la promoción
del deporte en general en la península itálica, constituyen hitos concretos de su
gobierno.
Sin embargo, su participación en la Segunda Guerra Mundial - provocada
directamente por la presión del gobierno alemán – significa perder el apoyo de la
monarquía y del pueblo para terminar siendo ajusticiado en la calle por los
‘partigiani’ el 28 de abril de 1945 en la vecindad del Lago Como.
Nadie puede discutir el liderazgo político que Benito Mussolini ejerció en el
periodo 1922-1939 en su país, como tampoco nadie duda que su accionar a partir
del ingreso de Italia a la Segunda Guerra Mundial y hasta su muerte, es
absolutamente reprochable. ¿Pero cuáles son los elementos que configuran ese
liderazgo?
En primer término, la situación caótica que vivía Italia después de la
Primera Guerra Mundial. En segundo lugar, la atomización político partidista
imperante y, por último, la personalidad exuberante de Benito Mussolini que
atrajo a las multitudes y que hace que todavía su gobierno sea considerado
positivamente por las generaciones mayores de edad, beneficiarias directas de
sus medidas de adelanto y progreso social.
Similar y distinta a la vez era la situación de Alemania en esa misma época.
Un país devastado anímicamente por las pérdidas territoriales ocasionadas por la
Primera Guerra Mundial; amenazado financieramente por las restituciones o
compensaciones de guerra, que la verdad sea dicha nunca pago totalmente y una
inflación desatada constituyeron el sustrato ideal para que un ciudadano de
origen austriaco asumiera la primera magistratura.
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Nuevamente, en este caso confluyen factores económicos y sociales que al
provocar una crisis profunda, hacen que la población crea en una propuesta
política de quienes asume la responsabilidad de poner en orden un país.
Dicho en otras palabras, lo que facilita la presencia de líderes como
Mussolini o Hitler, más que su carácter y carisma es la existencia de un conjunto
de circunstancias particulares de deterioro de un país que hacen que ellos sean
llamados por sus poblaciones para hacer frente a una situación de conflicto
político, social, económico, etc.
Existe numerosa literatura sobre las características que debe tener un líder.
Rudolph Giuliani, ex alcalde de Nueva York, al concluir su mandato el año
2002, escribió una obra titulada precisamente “Leadership” o liderazgo en que
aborda las condiciones que todo líder debe tener. Entre ellas destaca: saber
distinguir lo importante de lo accesorio; tener capacidad de reaccionar siempre
en todo momento; contar con la mejor gente al lado de uno; reflexionar y luego
decidir; comunicar con convicción los planteamientos; prometer poco pero
producir mucho; generar lealtad; organizarse en torno a un propósito; mantener
un constante proceso de aprendizaje; confrontar las injusticias; ser uno mismo y
asumir siempre la responsabilidad por los actos propios.
Una reciente publicación del profesor Bernardo Bárcena de la Universidad
Católica de Argentina (1) señala que las ocho claves del liderazgo del Papa
Francisco son un líder con inteligencia emocional, con empatía, con capacidad de
emocionarse y entender la emoción de los demás y que todo ello lo racionaliza
adecuada y equilibradamente; un líder que tiene visión propia de la realidad y
sabe entusiasmar a los demás para que comprendan y sigan esa visión a la vez
que entusiasmar a los demás por la coherencia con la que él vive lo que dice y lo
que hace; un líder innovador, que cuestiona lo que se hace, que cambia y adapta,
que se “sale del guion” y busca siempre nuevos métodos, estrategias y maneras
de relacionarse con los demás; un líder coherente que inspira confianza porque
hace lo que dice y dice lo que piensa; un líder que sabe comunicar con todos los
medios y en distintos lenguajes; un líder servicial pues está al servicio de las
necesidades de sus colaboradores; un líder que sabe reconocer y destacar el
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trabajo bien hecho de sus colaboradores y un líder con empatía generacional,
que está siempre abierto a escuchar y aprender a ver lo posible de los demás y las
demás generaciones, distintas a la que pertenece.
Elementos del liderazgo
1. Capacidad para entender adecuadamente la realidad y alcances de una
situación determinada.
Es un elemento de la naturaleza del liderazgo. Sin una capacidad
adecuada para evaluar las situaciones que se plantean en la vida de un
país así como las verdaderas intenciones de todos los actores
involucrados en un proceso político determinado, es realmente poco lo
que candidato a líder puede lograr.
Para ello es fundamental lograr desarrollar una red de contactos que
permitan recoger información oportuna y veraz adecuada para planificar
una acción conducente a fortalecer la presencia de un líder frente al
grupo en el cual actúa.
2. Carisma o la capacidad de influenciar a un grupo determinado. Es el
carisma algo innato o puede ser adquirido?
Este es el elemento de caracteriza verdaderamente a un líder pero tal
vez el más difícil de conceptuar. Las personas que aspiran a
transformarse en líderes, deben necesariamente contar con una base de
adherentes que casi irreflexivamente están dispuestos a seguir los
postulados de su líder. Y digo casi irreflexivamente porque la historia de
la humanidad está plagada de casos de obediencia ciega a un “pseudo
líder” que muchas veces ha significado la desaparición de ese grupo
humano precisamente a petición expresa de un “pseudo líder”.
La gran disyuntiva que plantea el carisma es si el mismo es innato o
puede ser adquirido. Todos estamos acostumbrados a escuchar que
personas determinadas “tienen cualidades innatas de líder” pero la
verdad es que poco pueden lograr esas personas si tras una aparente
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facilidad para relacionarse con los demás – sea por su capacidad
oratoria o sea por su facilidad para establecer relaciones con sus
semejantes – esa virtud no es acompañada por otros elementos como
por ejemplo la coherencia y la disciplina y rigurosidad en la formación
profesional del futuro líder.
El mundo ha evolucionado a un punto tal y es tan fácil tener acceso a las
fuentes de información directa que un eventual líder no puede
permitirse el lujo de improvisar como tampoco ser poco acucioso en la
información que sirve de base al mensaje que entrega.
3. Confianza que genera la coherencia entre el mensaje que transmite el
líder y su accionar.
Los líderes carismáticos son aquellos que verdaderamente logran
provocar un cambio de actitud en un conglomerado humano cualquiera.
Pero ello no es tan fácil como parece y la coherencia, esto es, la
capacidad de un líder de no abandonar sus postulados a lo largo del
tiempo y de ser capaz de reconocer sus propios errores, constituyen
elementos también de la esencia del verdadero líder.
4. Configuración o Alineación de los astros, dicho en otras palabras, la
necesaria suerte o fortuna que debe acompañar a todas las personas
en la vida.
Un bisabuelo mío decía a sus parientes que la fortuna era aquella mano
invisible que lograba que todo ocurriera. Así recuerdo a mi abuela
repetir la frase favorita de este bisabuelo: Dios te de suerte en la vida
que el saber de nada te vale”.
Ustedes estarán de acuerdo conmigo que dicho postulado escapa
completamente a cualquier análisis serio del liderazgo. Sin embargo, es
evidente que la fortuna juega un papel en el surgimiento de un líder
pero no nos equivoquemos que a la fortuna a que me refiero no es la
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lotería si no aquella que permite que un futuro líder por coincidencias
del destino, se encuentre en el momento oportuno en una situación en
que un conglomerado humano busca desesperadamente a una persona
que logre resolver sus problemas y angustias.
Características de un líder diplomático.
Sir Harold Nicolson, diplomático británico que vivió gran parte de su vida
profesional entre las dos conflagraciones bélicas más importantes del siglo XX
señala en su obra “DIPLOMACIA”, (3) que un diplomático ideal es aquel capaz de
llevar adelante una negociación exitosa sustentada en la influencia moral de si
mismo la cual se sustenta en siete virtudes diplomáticas: la veracidad, la
precisión, la calma, el buen temperamento, la paciencia, la modestia y la lealtad.
Esta habilidad de ganarse la confianza y la preferencia de las autoridades
del país ante el cual se encuentra acreditado el diplomático, continua diciendo
Nicolson, necesariamente presupone una especial consideración del tiempo y
lugar en que ejerce sus funciones diplomáticas el representante de un estado
extranjero. Dicho en otros términos, un diplomático exitoso debe tener todos los
elementos a que me he referido como las características de un líder.
Y cómo se logra entonces que dos Estados tengan un óptimo nivel de
relaciones diplomáticas?
La respuesta es muy simple: de la misma forma que dos personas
cualesquiera desarrollan una relación interpersonal fuerte, los Estados forjan
relaciones bilaterales potentes precisamente logrando sustentar su vinculación en
la confianza mutua, en principios o intereses convergentes y en una misma visión
de futuro.
Dicho en otras palabras, las relaciones entre los Estados son influenciadas
directamente por las relaciones personales que existen entre sus máximas
autoridades y también por el nivel de vinculación que logra desarrollar una agente
diplomático ante el gobierno ante el cual se encuentra acreditado. Lo anterior
equivale a señalar que cualquier agente diplomático debe ser un líder ante las
autoridades y comunidad del país en que se encuentra acreditado, claro está, un
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líder que jamás debe inmiscuirse en los asuntos de política interna so pena de ser
declarado persona non grata y tener que abandonar el país por expresa petición
de las autoridades locales.
Aun cuando la función de la información es importante para la toma de
decisiones del gobierno que envía al agente diplomático, la misma ha sido
superada por la instantaneidad de los medios informativos que pueden despachar
sus noticias en el mismo momento en que estas se producen. Sin embargo, la
función de analizar dicha información y darle un sentido coherente para tomar
decisiones adecuadas, continua siendo junto a la capacidad de vinculación, las dos
características más relevantes para el ejercicio de la función diplomática.
Chile y Estados Unidos de América: imperios en conflicto
Ya en la época de la independencia de Chile en 1810, asoman elementos
que hacen presagiar una vinculación complicada entre ambos países, matizada
por elementos de disímil naturaleza que llevan a enfrentamientos directos en los
diferentes campos del accionar de Estados Unidos de América y Chile. Es así como
hacia fines de 1860, periodo en que ambos países desarrollan agresivas políticas
de liderazgo regional merced a potencialidades políticas, económicas y militares
similares, se producen situaciones de crisis que se extienden por al menos 20
años uno de cuyos capítulos más complicados se vive durante la Guerra del
Pacífico y a consecuencia del incidente conocido como el “caso Baltimore” y que
tiene por protagonista a un buque de guerra estadounidense de paso por el
puerto de Valparaíso.
Las dos guerras mundiales también producen impacto en la relación
bilateral pues mientras la primera marca el inicio de la hegemonía
norteamericana y la consecuente adecuación del escenario mundial y regional, la
segunda guerra mundial evidencia las diferencias de opinión entre Chile y Estados
Unidos frente al conflicto bélico europeo.
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A partir de 1960 se producen claros altibajos en la relación bilateral que van
desde una confrontación ideológica y financiera profunda con claras señales de
intervencionismo (1970 a 1973) a periodos de convivencia pacífica desde
comienzos de la década de los años 90 sustentada en la democracia como modelo
político, el respeto a los derechos humanos y la libertad de comercio.
Como lo ha señalado William F. Sater (2) gran conocedor y escritor de la
historia de Chile, esta relación bilateral puede ser descrita como la de un país
“que reclama respeto frente a otro que pide gratitud, pero que ninguno cree que
el otro merece”.
La disyuntiva en la relación bilateral ha estado siempre presente por
razones que se remontan al origen de ambos países y que se ha manifestado en
enfoques políticos de relaciones exteriores manifiestamente diversos en que Chile
siempre ha tratado de mantener una actitud de independencia frente a los
requerimientos estadounidenses mientras Estados Unidos de América manifiesta
privadamente que Chile no ha estado a la altura de las circunstancias.
Tal vez si la explicación de ello se encuentre en que el concepto de
“interés”, que está presente a lo largo de toda la vida independiente de Estados
Unidos de América, no ha sido comprendido cabalmente por gobernantes de
países que como Chile, sustentan su accionar internacional en los respeto a los
“principios del derecho internacional” como piedra angular de su accionar
exterior.
Sin embargo, hoy puedo decirles que las relaciones bilaterales con Estados
Unidos pasan por un momento de absoluta complementación como lo
demuestran las diversas visitas mutuas de alto nivel recientemente llevadas a
cabo, la incorporación de Chile al programa de exención de visas de turismo –
único país en la región latinoamericana actualmente parte de ese programa – la
implementación de un ambicioso programa de intercambio comercial sustentado
en un tratado de libre comercio – Chile ha celebrado más de 60 acuerdos de esa
misma naturaleza – y la reafirmación de la importancia fundamental de la
democracia y el respeto a los derechos humanos como elementos fundamentales
para una relación bilateral sólida y con sentido de futuro.
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Vinculación de un líder con la prensa: relación de amor y odio
Henry Kissinger en su obra “Years of Upheaval” (4) señala que hay pocas
cosas más difíciles para un diplomático que mantener una buena relación con la
prensa.
El diplomático siempre se mueve en una línea muy delgada que es la
coincidencia de intereses entre el país que lo envía y aquel ante el cual está
acreditado ya que, por una parte jamás puede llegar a colocar a su contraparte en
una negociación en una posición que su propia parte considere que ha fracasado
como consecuencia de entregar información a la prensa antes que la negociación
haya concluido y por otra, necesita a la prensa para lograr sus objetivos como
líder carismático que está llamado a ser ante las autoridades y la comunidad del
país en que se encuentra acreditado.
Lo mismo ocurre con los líderes de opinión pública de manera que, por
ahora, me limitare a señalar que cualquier persona que quiera llegar a convertirse
en líder, debe cultivar una cuidadosa relación con la prensa so pena de ver
frustradas sus aspiraciones de convertirse en líder.
Reflexiones finales:
1. La empatía definida como aquella capacidad de “colocarse en la
situación del otro”, es sin lugar a dudas un elemento fundamental del
liderazgo. Si la persona que pretende convertirse en líder de un grupo
humano no logra esa “conexión de alma” con su contraparte, mal puede
esa contraparte convertirlo en su líder. La empatía genera el carisma
pues al fin de cuentas, los líderes son personas en las cuales el común de
las personas se ven reflejadas y representan sus más profundas y
sentidas aspiraciones.
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2. El buen entendimiento que puede generarse entre las personas es el
mismo que se genera entre los Estados que son representados por esas
personas. Por ello es tan importante que ustedes, los jóvenes, se
atrevan a aventurar en este mundo cibernético que les tocó vivir pues la
relaciones que generen ahora indudablemente les aportarán elementos
de sustentación muy sólidos para su futuro desempeño profesional.
3. Las capacidades de liderazgo pueden ser desarrolladas. Ya hemos
señalado que el liderazgo es el producto o resultado de la confluencia de
distintos elementos, a saber, la capacidad para entender
adecuadamente la realidad y alcances de una situación determinada; el
carisma o la capacidad de influenciar a un grupo determinado; la
confianza que genera la coherencia entre el mensaje que transmite el
líder y su accionar y la configuración o “alineación de los astros”, dicho
en otras palabras, la necesaria suerte o fortuna que debe acompañar a
todas las personas en la vida, son todos elementos que pueden ser
desarrollados merced a un esfuerzo sistemático y sostenido en el tiempo
teniendo siempre presente que el capital más importante que tiene un
líder es su credibilidad bajo todas las circunstancias.
4. El liderazgo no se traspasa. A diferencia de las monarquías, el liderazgo
no se traspasa porque es prácticamente imposible que a las
características personales que pudieran llegar a confluir en varios
individuos, se deben agregar la situación particular frente a la cual le
toca desenvolverse al eventual líder y la reacción de su comunidad,
elementos estos últimos de difícil repetición. Por ello, cada uno de
ustedes está llamado a convertirse en potenciales líderes en la medida
que estén dispuestos a “jugársela” por aquellos intereses que logren
identificar en sus comunidades como los más relevantes para ella.
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5. El objetivo de todo líder : crear una nueva realidad
Como ya hemos señalado, los líderes son llamados por sus comunidades
para ayudarles a resolver problemas que afectan a su existencia como
grupo humano. Incluso aquellos líderes que la comunidad internacional
ha calificado como nefastos para su existencia, han sido elevados a la
categoría de líderes por sus comunidades. Distinta cosa es que después
de haber asumido un liderazgo pretendan perpetuarse en el poder y
ejercerlo con absoluto desprecio de los derechos humanos o incluso
practicando el genocidio como forma de gobierno.
El objetivo de todo líder debe ser generar las condiciones para que su
comunidad pueda lograr mejores condiciones de vida, mayor respeto
por sus derechos y libertades fundamentales y una convivencia pacífica
con todos sus vecinos lo cual indudablemente no está exento de
problemas y contratiempos. Por ello aparece como un desafío crear una
nueva realidad que permita el logro de esos y otros objetivos pero
estamos ciertos que un líder verdadero no puede claudicar en la
creación de una nueva realidad para su comunidad.
Para concluir, dos situaciones diversas en el mundo contemporáneo en las
cuales el liderazgo juega un papel preponderante: el rescate de los mineros
chilenos ocurrido en octubre de 2010 y el conflicto árabe israelí.
Cuando en agosto de 2010 se derrumbó la mina San José al interior de la
ciudad chilena de Copiapó sepultando en vida a 33 esforzados mineros, los ojos
del mundo se volcaron hacia mi país. Me acuerdo que en ese periodo de tiempo,
no importaba cual fuera el motivo que convocaba mi presencia, todos los
participantes querían saber los detalles de dicha operación de salvamento. Y la
verdad es que no fue fácil. Distintos elementos hacían presagiar un desenlace
poco feliz. Sin embargo, el liderazgo ejercido en ese momento, en cuanto
permitió conformar un grupo de expertos de múltiples nacionales venidos de
todo el orbe con el único propósito de rescatar a esas 33 personas, resulto
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fundamental al momento de alcanzar el resultado que se obtuvo y ha sido
reconocido por todos los participantes de ese magno esfuerzo humanitario.
La semana recién pasada fui invitado junto a un grupo de cónsules generales
acreditados en Nueva York, a visitar Israel y Palestina, con el único propósito de
conocer de primera fuente lo que allí ocurre hace tantos años. Todos ustedes
conocen que el conflicto tiene orígenes milenarios sustentados en
consideraciones religiosas lo que lo hace de muy difícil solución. Sin embargo
pocos de nosotros sabíamos que aun enfrentando dificultades enormes como una
falta de confianza entre las partes involucradas, lo que más anhelan ambas partes
es poder contar con líderes efectivos que, con el respaldo de sus comunidades,
puedan llegar a solucionar dicho conflicto. Es cierto que no es fácil ser líder en
esas circunstancias – como que nadie envidia la situación de las máximas
autoridades políticas de ambas partes – pero ello no es óbice para considerar que
liderazgos como los ejercidos por Yasser Arafat, Yizak Rabin o Menahim Begin son
ahora más necesarios que nunca.
Jóvenes, no solo de Baja California Sur sino del resto del mundo, el futuro
es vuestro y si no están dispuestos a ejercer un liderazgo verdadero, pocas
expectativas aguardan a las futuras generaciones. El querer ser líder parte de uno
mismo. El mundo actual está en búsqueda de líderes que lo ayuden a solucionar
sus actuales aflicciones. No dejen pasar la oportunidad que les ofrece esta
querida Universidad Mundial de tomar contacto con personas que de alguna u
otra forma, a veces sin quererlo, se han transformado en líderes de opinión.
Aprendan de ellos y más importante aún, convénzanse que ustedes también
pueden ser líderes.
Muchas gracias.
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Bibliografía
1. Síntesis del artículo “Claves del liderazgo espiritual del Papa Francisco”
escrito por el profesor Bernardo Bárcena de la Universidad Católica de
Argentina y publicado en la revista mensual “Palabra” en su número de
los meses de agosto/septiembre de 2014
2. “Chile and the United States of America: Empires in conflict”. William
Sater, The University of Georgia Press, 1990
3. “Diplomacy”. Sir Harold Nicolson, Institute for the Study of Diplomacy.
Georgetown University School of Foreign Service, 1988
4. “Years of Upheaval”. Henry Kissinger, Little Brown and Company, 1979
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