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es un período de la historia de la arquitectura que vino
precedida del Renacimiento y del Manierismo; se generó
en Roma durante el siglo XVII y se extendió hasta
mediados del siglo XVIII por los Estados absolutistas
europeos.
El término Barroco, derivado del portugués "barru",
"perla de forma diferente o irregular", se utilizó en un
primer momento de forma despectiva para indicar la
falta de regularidad y orden del nuevo estilo. La
característica principal de la arquitectura barroca fue
la utilización de composiciones basadas en líneas
curvas, elipses y espirales, así como figuras
policéntricas complejas compuestas de motivos que se
intersecaban unos con otros. La arquitectura se valió de
la pintura, la escultura y los estucados para crear
conjuntos artísticos teatrales y exuberantes que
sirviesen para ensalzar a los monarcas que los habían
encargado.
Plaza de San Pedro de Roma, ejemplo de plaza barroca.
En 1585 el Papa Sixto V inició las obras para la transformación urbana de Roma, encargando a Doménico Fontana la
conexión entre los principales edificios religiosos de la ciudad por medio de grandes ejes viarios rectilíneos. El proyecto,
que se basaba en la ratificación de Roma como ciudad santa, estableció el precedente para las intervenciones que se
habrían de llevar a cabo en diversas ciudades europeas.
Difusión de la arquitectura barroca en el siglo XVII
En la España, la afirmación del Barroco se encontró con las dificultades debidas a la decadencia económica del reinado de Felipe III.
En la segunda mitad del siglo XVI, Felipe II había mandado construir el importante complejo del Monasterio de El Escorial, construido
en su mayor parte según el proyecto de Juan de Herrera (1530-1597). A Herrera se debe también el proyecto de la Catedral de
Valladolid, en el que se refuerza el concepto del eje central y que sirvió de modelo para la Catedral de México.
Progresivamente, la arquitectura española del siglo XVII fue evolucionando hacia el estilo barroco, aunque no dejó grandes ejemplos
significativos. La mayor parte de las influencias barrocas fueron recogidas de forma exclusivamente decorativa, especialmente en
las iglesias. Este lenguaje, que resultaba rápidamente comprensible incluso para el segmento de la población menos instruido, fue
exportado con éxito a las colonias americanas.
Entre los edificios religiosos más importantes del siglo XVII en España puede destacarse la Colegiata de San Isidro en Madrid, iniciad
en 1629, la iglesia de Santa María Magdalena de Granada (iniciada en 1677 con planta longitudinal derivada de los edificios con esta
disposición de la Antigua Roma) y la Capilla de Nuestra Señora de los Desamparados en Valencia, de planta elíptica.
Etapas y evolución de la arquitectura española
Palacio de Santa Cruz (Madrid)
I.- Periodo purista o postherreriano (abarca los dos primeros tercios del siglo XVII). La penetración del barroco -en sus formas
arquitectónicas italianas (plantas complicadas, movimiento de fachadas, decoración abundante y creadora de contrastes de luz)- va a ser
lenta. La presencia de la ideología religiosa de la Contrarreforma y el prestigio de la monarquía de Felipe II pesan sobre el arte de la época:
se prefiere la sobriedad, la sencillez y la uniformidad. Hay una evidente pobreza de materiales –ladrillo, tapial y yeso- junto a una
depuración de líneas -al estilo del Escorial-. Así como un escaso desarrollo del movimiento en plantas y alzados; se prefiere la línea recta a
la curva; hay un predominio de la Iglesia de nave única con capillas entre contrafuertes -tipo de la iglesia del Gesù de los Jesuitas. Las
fachadas expresan la misma sencillez de planos: "De un espíritu abstracto, los palacios, las Iglesias y conventos son con fac hadas de
paramentos lisos a base de grandes rectángulos ligeramente resaltados e interiores de diáfana blancura en la que solamente se recortan
de manera neta las decoraciones de cuadrados y triángulos geométricos de las bóvedas, resultando conjuntos graves y apaciguados para
aquellos que los contemplan al exterior o penetran al interior".
Finales del siglo XVII.
Se comienza a complicar la arquitectura; primero penetran las formas decorativas del barroco italiano (columnas de
orden gigante y salomónicas, movilidad de planos en las fachadas, etc.), y luego las formas espaciales (plantas ovaladas,
o cóncavo-convexas, llenas de movimiento).Destacan: fachada de la Catedral de Granada -de Alonso Cano-, dispuesta a
manera de arco de triunfo de tres calles, cubiertas de arcos de medio punto; el Pilar de Zaragoza; la torre de las
campanas y la del Reloj (Domingo de Andrade) de Santiago de Compostela. Durante el siglo XVII son escasas las
construcciones; ya a finales de siglo se construyen: el presbiterio de la Catedral de Valencia. Las obras más barrocas
son la fachada de la Catedral- claro ejemplo de los movimientos de fachadas al estilo de Borromini- : entre el escaso
espacio que quedaba entre capilla del santo cáliz y Miguelete, se despliega una fachada a modo de biombo con tres calles
plegadas en movimientos sinuosos cóncavo convexo, recargada de decoración en relieve y esculturas. La capilla de la
Virgen de los desamparados: de planta ovalada, con espacios de entrada o capillas; destacando el camarín de la Virgen.
Otros ejemplos son el museo de Bellas Artes, San Pío V y la torre de Santa Catalina, Palacio del Marques de Dos Aguas.
III.- Corriente nacional: Churrigueresco. Durante el siglo XVIII se acelera la construcción de edificios; resalta la plena
asimilación de las formas espaciales de Italia (De Borromini y Bernini) en edificios como: San Marcos de Madrid, las
Salesas Reales de Madrid, San Francisco El Grande -Madrid-, Palacio Real de Aranjuez -capilla. Son todos ellos edificios
en los que destaca su compleja planta con juegos de curvas y contracurvas, cambitación de formas ovaladas, tangentes
y secantes; con alzados en los que las cúpulas, bóvedas, etc. son de gran complejidad (destacan las cúpulas encamonada
creadas por Francisco Bautista en e1 siglo XVIII: son un sistema de doble cúpula en el que el intradós es de madera y
yeso, mientras que el exterior se despega y separa quedando un espacio hueco para lograr mayor efecto de altura y
monumentalidad. Al ser de menor peso permite la constitución de espacios más desahogados).
El término churrigueresco proviene del apellido Churriguera. Los Churriguera fueron una familia de arquitectos
barrocos cuya obra se caracterizó porque presentó una recargada decoración. Por extensión, el término se ha
utilizado para denominar el barroco español del primer tercio del siglo XVIII. Se entendían por churriguerescas
todas aquellas arquitecturas que poseían un marcado movimiento y una abigarrada ornamentación, sobre todo en
la retablística.
Este estilo es una variante del estilo barroco que presenta más ornamentación. Fueron construcciones de retablos
efímeros y también en lo arquitectónico.
El primero de los Churriguera fue José de Churriguera (1665-1725), quien se formó como ensamblador de
retablos, elaborando algunos muy importantes para diversos templos de Salamanca, Madrid, Valladolid y otras
ciudades de España. Algunos han desaparecido y actualmente sólo se conservan algunas trazas.
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