Ide@s CONCYTEG 10(126): Diciembre, 2015 ISSN: 2007-2716 Actitudes organizacionales de los trabajadores de conocimiento de una IES pública en México. Introducción En todas las personas existen actitudes que gobiernan sus tendencias a reaccionar positiva o negativamente ante otras personas, cosas o situaciones. Un trabajo puede gustar o disgustar por motivos diferentes y en distinto grado. Se podrı́a añadir que las actitudes son de gran interés para la mayorı́a de los seres humanos porque guardan estrecha relación con sus preferencias y formas de comportamiento. Es por ello que las actitudes también han sido objeto de múltiples estudios organizacionales (Meléndez, 2004; Tejada, y Arias, 2005; San Martı́n, 2013; Salazar, Guerrero, Machado y Cañedo, 2009), con la finalidad de identificar la disposición del trabajador hacia diferentes aspectos del trabajo, ya que de esta manera se podrá pronosticar el tipo de comportamiento que los empleados tendrán con respecto a su trabajo, productividad, polı́ticas y normas, procedimientos, cambio organizacional e innovación, la participación activa del trabajador, la satisfacción hacia el trabajo, relación con los compañeros, percepciones, implementación de programas de trabajo, incentivos, compañerismo y logro de metas, entre otros. No obstante, a pesar de que dentro de la literatura se encuentran múltiples referencias respecto a este tema, son pocos los estudios que se ubican en organizaciones de conocimiento que, por sus caracterı́sticas relacionadas a un alto desarrollo tecnológico, al incremento de la comunicación e información, a la innovación y a la calidad de los productos; han dado origen al surgimiento de cambios en la estructura de trabajo de los empleados (Roy, Falardeau y Pelletier, 2001), a quienes ahora se le paga no por crear, producir o manejar un producto tangible, sino para recolectar, desarrollar, procesar y aplicar información (Frost, 2002; Freedman, 1999). A este nuevo tipo de empleados se le ha llamado “trabajadores de conocimiento”. Drucker (1999), Frost (2002), Amar (2004), Davenport (2001) y Horibe (1999), coinciden al señalar que estos trabajadores de conocimiento, son reconocidos por estar entre los activos más valiosos de las empresas, y son probablemente activos influyentes en el éxito o fracaso de las mismas. Por lo que las organizaciones están enfocando su atención en identificar las caracterı́sticas de estas personas (que adquieren, procesan y aplican dicho conocimiento), a fin de atraerlas, mantenerlas y motivarlas dentro de la misma. Drucker (1999), menciona que en todas las organizaciones pueden ser identificados los trabajadores que se orienten hacia la generación de conocimiento, por lo que bastará con enfocar cuáles son las aportaciones de los sujetos a la agregación de valor de la organización, para establecer la pertinencia de considerarlos trabajadores de conocimiento. Ası́ en las Instituciones de Educación Superior (IES), podemos equiparar el trabajo que realizan sus profesores en docencia, investigación, vinculación y difusión de la cultura (algunos docentes lo hacen sólo en algunas áreas, pero existen otros que participan en todas), con actividades de manejo y generación de conocimiento. En este sentido Veloso (2006), Barambila y Veloso (2005) y Zubieta y Rueda (1998), citados en Reyes y Surinachi, (2010), proporcionan una conceptualización que ayuda a referenciar a los profesores y/o investigadores de las IES como trabajadores de conocimiento, principalmente por sus diversas actividades de producción cientı́fica que proveen un mayor valor agregado a las instituciones educativas, y a los productos y servicios producidos por la misma, especialmente los que pertenecen al Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Carrillo (2005), Rascón (2003), Ortiz (2002) y Borjas (2006), entre otros, han identificado que los trabajadores de conocimiento presentan una serie de actitudes para transferir habilidades, experiencia, 54