Novena a la Inmaculada Concepción

Anuncio
Novena de la Inmaculada
para gente joven
todo por un Sí
Luis Martínez de Velasco Farinós
Quito, 2009
• Cuarta Edición
Con licencia eclesiástica
Todos los derechos reservados por el autor
ISMB: 9978 - 86 - 397 - 4
Registro: 16424
Dibujo de la portada: Rommy Struve
Ilustraciones interiores: Arturo Guerrero
Diseño y composición: “Cromia S.A.”
Impreso por:
Editorial Arquidiocesana “Justicia y Paz”
Telef.: 2433 - 075
Septiembre de 2009
Guayaquil, Ecuador
• Carta del Autor
Querido (a) joven:
He escrito mi Novena de la Inmaculada pensando en tu capacidad, casi infinita,
de ser amado y amar. Tu edad es lo de menos. Lo que importa es lo que tienes
en el corazón. Si anhelas un amor total, no dudes en leerla y meditarla.
La componen nueve consideraciones sobre las palabras con las cuales el
arcángel San Gabriel, según nos cuenta San Lucas, comunicó a la Virgen el
llamado personal que Dios le hacía. Te ayudarán a amar la Voluntad de Dios, y
a ser feliz tratando de cumplirla.
Si quieres, puedes recurrir a estas meditaciones para hacer una Novena
propiamente dicha. Basta con que cada uno de los nueve días (según el orden
con que las presento) hagas la oración preparatoria que te ofrezco en la
contraportada; consideres dos o tres segundos la palabra del Señor que
corresponde; leas reposadamente el respectivo comentario; y reces con piedad
el Ángelus.
Te sugiero esta oración como final porque resume y recuerda, con palabras
inspiradas, lo que Dios quiere decirte en la Novena.
En un primer momento (el ángel del Señor anunció a María) te subraya la
existencia de una vocación divina; después (he aquí la esclava del Señor) la
respuesta que el Señor desea oír de ti; y por último (el Verbo se hizo carne y
habitó entre nosotros) el efecto que se sigue de decirle “si” a la invitación de
Dios.
Al final de la Novena, por si quieres repasarlos, he recogido unos cantos
marianos. Si te animas a cantar a Nuestra Madre Inmaculada, Ella hará que te
enamore el verdadero Amor.
Que el arcángel San Gabriel, a quien trato un poco alegremente en la Novena,
interceda por nosotros.
PRESENTACIÓN
“El principio del camino,
que tiene como final
la completa locura por Jesús,
es un confiado amor
hacia María Santísima”.
San Josemaría
(Santo Rosario)
La médula de esta Novena es la respuesta de la Virgen al anuncio del
arcángel San Gabriel. Su fin, facilitar que, como Ella, los jóvenes respondan a
su vocación con generosidad. Es decir, que tomen la resolución de amar y de
servir a Dios en el lugar y en el estado que el Señor disponga.
Mas como todos regresamos a la juventud cuando nos esforzamos por
cumplir la Voluntad de Dios, también puede servirnos a los ya maduros.
Cada día se presenta un comentario sobre el Evangelio que puede ser
utilizado como apoyo para la oración mental. Y también se ofrece una oración
jaculatoria que permite recordar durante el día lo considerado.
Puede hacerse la Novena, personal o colectivamente, en cualquier
momento y sitio. Puede hacerla la familia entera, los fieles de una Parroquia,
los alumnos de una clase o los jóvenes de un grupo. También pueden seguirla
juntos los enamorados.
Dura desde el día 30 de Noviembre hasta el 8 de Diciembre. Y se
comienza del siguiente modo:
“En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Recurriendo a la intercesión de
la Santísima Virgen María, de su Esposo San José y de los Ángeles Custodios, vamos a
considerar cómo Nuestra Señora correspondió a la Voluntad de Dios. Que el Espíritu de Amor
nos enamore”.
Luego se leen despacio las palabras de San Lucas que se ponen al
principio. Después de unos segundos (dos o tres) se lee el comentario. Y para
terminar se reza el Angelus.
Concluidas estas oraciones puede entonarse algún canto mariano. (ver
página 45)
Que el arcángel San Gabriel, a quien encargo especialmente ésta
Novena, interceda por la gente joven.
La Preparación
30 de Noviembre
Primer Día
“En el sexto mes fue enviado el ángel Gabriel de parte de Dios a una ciudad de Galilea,
llamada Nazaret” (Lucas 1, 26 )
Nazaret era un pueblito que albergaba unas dos mil personas. Casi todas
dependían de la agricultura. Tenía una pequeña sinagoga donde cada sábado,
estando separados los varones y mujeres, se leía y explicaba la Sagrada Biblia.
También había en Nazaret una bonita fuente de agua fresca y cristalina.
Allí vivía una preciosa joven que jamás imaginó lo que le pediría Dios. Había
sido destinada a ser Madre de Dios y Reina de los Cielos y la tierra. Por eso San
Gabriel, el arcángel encargado de anunciar su vocación a aquella joven, meditaba en
la importancia de su encargo.
Recordó que la muchacha, de apenas quince años, era la escogida por Dios
Padre para ser la Madre de Dios Hijo. Y que el Espíritu Santo, queriendo preparar en
ella una morada digna de Dios Hijo, había dirigido todo el curso de la historia para
conseguirlo.
Los múltiples cuidados requeridos para que la joven estuviera en condiciones
de aceptar su vocación, estaban para terminar.Y de ahí que San Gabriel, conociendo
lo que estaba en juego, contara los segundos que faltaban para hablar con ella.
La joven mientras tanto, sin saber lo que el Señor se proponía, ayudaba en
las tareas de la casa, y aprendía a dar cariño en el hogar. Así se preparaba para su
futuro matrimonio con José, el hombre más encantador que había conocido.
Pocurando hacerlo todo lo mejor posible, por dentro repetía muchas veces:
“Señor: que yo haga siempre lo que más te guste”.
Cumpliendo bien nuestros deberes –estudiar, trabajar, servir a quienes
nos rodean- hacemos lo que a Dios le gusta. Y también nos disponemos para
conocer y amar nuestra misión en este mundo.
Con objeto de que la Novena nos siga iluminando todo el día,
podemos repetir esta jaculatoria:
“Señor, que solo viva
para hacer tu voluntad”.
La Suprema Donación
1 de Diciembre
Segundo Día
“A una virgen desposada con un varón de nombre José, de la casa de David, y el nombre de la
virgen era María” (Lucas 1, 27).
Los ángeles tienen una inteligencia mucho más perfecta que la nuestra.
Aman y cumplen, sin fallar en nada, la voluntad de Dios. Pueden hacerse
visibles si el Señor se lo autoriza. Conocen lo que nos sucede, y pueden
ayudarnos si se lo pedimos. Pero ignoran lo que haremos, porque somos libres.
El arcángel conocía el nombre de la joven; que estaba desposada con
José; que el joven artesano tenía por antepasado al rey David; que entre las
gentes de Israel, los esponsales eran mucho más que el compromiso de
casarse; y que, para perfeccionar el matrimonio, faltaba únicamente que
vivieran juntos bajo el mismo techo.
No ignoraba que José, para servir a Dios, había deseado una familia
numerosa. Pero que poco antes de los esponsales, había decidido, después de
haber hablado con María, abstenerse de los actos necesarios para transmitir la
vida. Porque su prometida le había confiado que quería, siguiendo una divina
inspiración, permanecer perpetuamente virgen.
Sabía que José, habiendo comprendido que los dos harían, con la
ofrenda de sus almas y sus cuerpos, la suprema donación a Dios y a los
demás, se había entusiasmado con aquel deseo de su prometida.
San Gabriel también estaba al tanto de que aquella decisión le había
complacido mucho a Dios. Pero en cambio no sabía cuál sería la respuesta de
la joven cuando oyera el plan de Dios. Por esto San Gabriel contaba los
segundos que faltaban con cierto nerviosismo.
Dios quiere que la mayoría de los hombres y de las mujeres se una en el
Santo Matrimonio. Pero a algunas personas, porque el Señor las quiere mucho
más, les pide que renuncien a los actos necesarios para transmitir la vida. En
uno y otro caso, Dios nos pide todo nuestro amor.
Hoy podemos repetir esta jaculatoria:
“Jesús: ayúdame a quererte cada día más”.
Lo necesario
2 de Diciembre
Tercer Día
“Y habiendo entrado donde ella estaba, le dijo: Dios te salve, llena de gracia, el Señor es
contigo” (Lucas 1, 28).
Como los ángeles recuerdan todo, el hecho de que San Gabriel, al
saludar a María, no pronunciara su nombre, no fue culpa de un olvido. La llamó
“llena de gracia” porque Dios había puesto en ella toda la hermosura
imaginable. Y si después añadió “el Señor es contigo”, se debió a que la joven,
por privilegio divino, jamás había desaprovechado nada de lo recibido: su unión
con Dios era total.
A María Dios le había dado todo lo preciso para ser una mujer
excepcional: una excelente salud, una belleza suprema, una gran inteligencia,
una firme voluntad y un inmenso corazón. Mas por encima de todos estos dones,
el Señor le había concedido ser la más perfecta hija de Dios. Es decir, le había
dado la más completa participación en su naturaleza divina, que puede recibir
ninguna criatura. Y todo para que pudiera ser, si lo aceptaba libremente, Madre
suya y madre nuestra.
Dios nos da su gracia a todos, haciéndonos sus hijos, en el Santo
Sacramento del Bautismo. Pero a la Virgen María le dio más gracia que a nadie:
la preservó del pecado original con que nacemos todos. Desde el instante mismo
en que sus padres la engendraron, María siempre fue de Dios. Por eso se
celebra, como algo insuperable, su Inmaculada Concepción.
A medida que la niña fue sabiendo lo que Dios le había dado, lo puso
enteramente a su servicio. Y así la joven María, que ya era santa nada más ser
concebida, fue más santa cada día. Por eso el ángel la llamó “llena de gracia”, y
le dijo que el Señor se complacía en Ella. Y también por esta causa, resumiendo
su perfecta santidad, la Iglesia la proclama “Inmaculada”. Esto es: sin mancha
alguna de pecado.
A todos el Señor nos da lo necesario para que seamos santos. Pero como
nacemos con la mancha del pecado original, y permanecen en nosotros, incluso
habiendo sido bautizados, algunas de sus consecuencias, tenemos que
purificarnos muchas veces. Si es preciso, recurriendo al Sacramento de la
Penitencia.
Hoy podemos repetir:
“Perdóname, Señor,
que quiero amarte cada día más”
Lo mismo
que sintió María
3 de Diciembre
Cuarto Día
“Ella se turbó al oír estas palabras,
y consideraba qué significaría esta salutación” (Lucas 1, 29).
El arcángel San Gabriel, para cumplir su encargo, debía hacerse visible.
Sabía que a lo largo de la historia, para dejar bien claro quiénes eran, los
ángeles se habían presentado rodeados de esplendor y de poder. Mas
pensaba que en su caso no era razonable impresionar a su futura Reina. Por
eso San Gabriel, cuando se apareció a la joven, se cuidó de no asustarla.
Sin embargo, lo que dijo sí turbó a María.Porque el hecho de que San
Gabriel, en lugar de proclamar lo que el Señor había hecho, destacara lo
poquito que ella había puesto de su parte, le causó cierta preocupación. De
modo que la Virgen trató de hallar alguna explicación.
Las personas soberbias no saben valorar lo que el Señor les da. Piensan
que su inteligencia, su salud y su belleza, no se las deben a Dios. Tampoco
consideran que las tienen para amarle y para amar a los demás. Por eso se
hacen incapaces de escuchar la voz de Dios. Y aunque se consideran sabias,
nunca llegan a saber por qué les da el Señor tantos regalos.
Como la Virgen era humilde (más aún, era la criatura más humilde que
existió y existirá) intuyó que Dios le iba a pedir algo muy grande. Y se dijo en su
interior: ¿por qué me quiere tanto Dios? ¿por qué me ha dado tanta gracia y
tantas cualidades? ¿por qué me dice el ángel que le gusto a Dios?
Cuanto más consideraba la salutación, la Virgen más se preocupaba. Y
siendo tan humilde llegó a tener temor. No de Dios, sino de no poder cumplir lo
que el Señor quisiera.
Lo que el Señor concede a cada uno, tanto lo del alma como lo del
cuerpo, tiene como fin que le sirvamos y le amemos. Si sentimos algo de
temor por lo que Dios pueda pedirnos, no debemos sorprendernos: es lo
mismo que sintió la Virgen.
Hoy podemos repetir:
“Con la ayuda del Señor, podré cumplir su voluntad hasta la muerte”.
La oración
4 de Diciembre
Quinto día
“Y el ángel le dijo: No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios: concebirás
en tu seno y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús” (Lucas 1, 30 y 31).
Notando que la joven estaba preocupada, el arcángel la trató de serenar,
volviendo a repetirle que el Señor la amaba. Y en cuanto comprobó que estaba
más tranquila, le dio la gran noticia: Dios quería hacerla Madre.
Esto volvió a sorprenderla. Porque habiéndole inspirado Dios la ofrenda
de su alma y de su cuerpo en la virginidad, aquello de tener un hijo resultaba
poco razonable.
Le vinieron a la mente sus recientes esponsales. Recordó cómo el
Señor le había dado luz y fuerza para ser la esposa de aquel varón
extraordinario. Y repasó lo dicho por José cuando le confió su decisión de ser
perpetuamente virgen: que también quería dar a Dios su facultad de procrear.
Meditando en lo que San Gabriel había dicho, se preguntó María: ¿para
qué quiso el Señor mostrarme, con aquella inspiración, que la virginidad por
Dios es superior al matrimonio? ¿por qué, después de haberme dado un
hombre excepcional, capaz de compartir mi decisión de ser perpetuamente
virgen, el arcángel me propone la maternidad?
También el nombre dado al hijo que concebiría (Jesús, que significa Dios
salva) le sorprendió a la Inmaculada. Pero como la joven solo ansiaba hacer la
Voluntad de Dios y no la suya, escuchó serenamente.
En la oración mental Dios nos habla con palabras que no suenan. Solo
oyendo a Dios en la oración, con humildad y sin desalentarnos, acabaremos
entendiendo lo que quiere de nosotros el Señor.
Hoy podemos suplicar con humildad:
“Jesús: que nunca deje de escucharte
en mi oración”
Fe
5 de Diciembre
Sexto Día
“Será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su
padre, reinará eternamente sobre la casa de Jacob, y su reino no tendrá fin” (Lucas 1, 32 y 33)
Conforme San Gabriel iba explicando quién sería y qué misión tendría
el hijo de la Inmaculada, María se asombraba más y más. Comprendía muy a
fondo - porque había meditado muchas veces la Escritura Santa - que llamar
al niño que concebiría “Hijo del Altísimo” era igual que proclamarle Hijo de
Dios. Y que heredar el trono de David para reinar eternamente, era igual que
destacar el cumplimiento de las Profecías. Por tanto se enteró perfectamente
de que sería el Mesías.
María se dio cuenta de que San Gabriel había mencionado una
maternidad jamás imaginada. Porque el hijo que concebiría, siendo fruto de su
vientre, sería el Hijo de Dios. Sin embargo no podía comprender cómo se haría
eso. ¿Cómo Dios – consideraba- podría hacerse hombre sin dejar de ser
eterno? ¿cómo podría encarnarse en su seno? ¿cómo hacerse dependiente de
su sangre y de sus pechos? ¿de qué maternidad hablaba?
Sabía bien la Virgen que la paternidad y la maternidad pueden no ser
corporales. Que los hombres y mujeres, mucho más que al engendrar,
ejercen la paternidad o la maternidad al enseñar a su familia cómo amar a
Dios. Y que por consiguiente - no sólo en los casados, sino también en los
solteros por amor a Dios – puede hablarse de paternidad y de maternidad en
un sentido amplio.
Mas Gabriel se había referido claramente a un embarazo. Y si el Señor
le había ya inspirado que no tuviera hijos ¿por qué el arcángel no lo tuvo en
cuenta? Aquello requería mucha fe.
A veces lo que Dios nos pide puede parecernos poco razonable. Lejos
de desconcertarnos, hemos de considerarlo en la oración, pidiéndole al Señor
su luz.
La jaculatoria que podemos repetir en este día es la siguiente:
“Señor, auméntame la fe”.
Más limpios cada día
6 de Diciembre
Séptimo Día
“María dijo al ángel: ¿De qué modo se hará esto, pues no conozco varón? ( Lucas 1, 34)
Al arcángel se le hacían siglos los segundos. Mas como su misión no
consistía en obligarla a que aceptara, se limitó a pedir intensamente a Dios que
aquella joven, con toda libertad, manifestara su consentimiento.
Recordando que el Señor le había sugerido que fuera siempre virgen,
María preguntó una sola cosa: ¿qué pensaba hacer Dios-Padre para hacerla
Madre de su Hijo?
Al arcángel le encantó lo que quería averiguar la joven. Porque aquella
pregunta, a la vez que le ofrecía la oportunidad de darle a conocer el gran
misterio de la Encarnación, demostraba que la Virgen valoraba y ordenaba a
Dios el don de su sexualidad. Aquella joven pura, ni tenía una vergüenza tonta
para hablar sobre la forma de ser madre, ni trataba esos asuntos sin pudor. Y
el arcángel recordó que muchos hombres y mujeres, al no guardar el sexto y el
noveno mandamientos, reducen y entorpecen su capacidad de amar hasta vivir
casi como animales.
El arcángel a continuación agradeció al Señor que hubiera concedido a
aquella joven –como otorga siempre a los humildes- el don de la pureza.
Después imaginó cuántas personas, si la Virgen aceptaba, recurrirían a su
intercesión para imitarla en su pureza. A cuántas les enseñaría, siendo Madre
Virginal, lo que se debe hacer para evitar que la afectividad y la sexualidad que tienen como fin servir a Dios – nos tiranicen. Y también a cuántas las
apartaría de los ejemplos malos, de las conversaciones sucias, y de mirar lo
que disgusta a Dios.
El arcángel, finalmente, se alegró considerando que no pocos lavarían
sus pecados de impureza, alentados por la Inmaculada, mediante el
Sacramento de la Penitencia. Y después de haber considerado todo esto, se
dispuso a responder.
Con el auxilio de la Inmaculada podemos ser más limpios cada día.
Tanto en la preparación para llegar al matrimonio, como después de contraerlo.
Y también, si Dios así lo quiere, sirviéndole solteros.
Hoy podemos suplicar:
“Jesús, te pido que me des un corazón
a la medida del tuyo”.
El plan divino
7 de Diciembre
Octavo Día
“Respondió el ángel y le dijo: El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá
con su sombra; por eso, el que nacerá será llamado Santo, Hijo de Dios. Y ahí tienes a tu prima
Isabel, que en su ancianidad ha concebido también un hijo, y la que era llamada estéril, hoy cuenta
ya el sexto mes, porque para Dios no hay nada imposible” (Lucas 1, 35 a 37).
Después de haber considerado la pureza de la Inmaculada, el arcángel
resumió lo que quería hacer la Santa Trinidad. Si la joven aceptaba su
propuesta, el Padre celestial desplegaría todo su poder. Y en cuanto diera su
consentimiento, el Espíritu de Amor descendería sobre ella. Fecundaría un
óvulo en su seno, le infundiría un alma, y en ese mismo instante de su “sí”,
Dios-Hijo se uniría a aquella alma y a aquel cuerpo para siempre. De este
modo misterioso el hijo de María sería Dios y hombre verdadero.
El arcángel añadió, sin que la Virgen lo solicitara, lo sucedido con Santa
Isabel. Y recordó que Dios lo puede todo. No lo dijo porque aquella joven lo
ignorara, sino porque a los hombres y mujeres nos conviene no olvidarlo
nunca.
Conocido el plan de Dios, llegó para la joven el momento de entregar su
corazón. Estaba por un lado lo que Dios quería. Y por otro la necesidad de
confiar en el poder de Dios. La gloria del Señor y la felicidad del mundo
dependían de su “sí”.
No se pueden describir los sentimientos de la Inmaculada. Su vocación
estaba clara: Dios la había destinado - por puro Amor, sin ningún mérito
previo - a ser Madre de Dios y madre nuestra. Pero también estaba clara la
desproporción entre su condición de criatura y el hecho de llegar a ser Madre
de Dios. De modo que la entrega de su corazón, solo apoyada en la fe,
dependía de su libertad.
El Señor quiere vivir en todos los cristianos. Mas para que se lleve a
cabo su deseo, es preciso que nos decidamos cuanto antes – pensando en
Dios y en los demás, como la Inmaculada - a tomar nuestro lugar en ese plan
de salvación.
Hoy podemos implorar sin miedo:
“Hágase, Señor, tu Voluntad”
El Amor de los Amores
8 de Diciembre
Noveno Día
“Dijo entonces María: He aquí la esclava del
Señor, hágase en mi según tu palabra. Y el
ángel se retiró de su presencia” (Lucas, 1, 38).
Ser esclavo es no regirse nunca por el propio gusto. Por eso cuando
aquella joven comenzó por expresar su condición de esclava del Señor, el
arcángel se quedó encantado.
El también había decidido, por Amor, servir a Dios como un esclavo. Y
desde entonces se consideraba el ángel más feliz del Cielo. Su vida no podía ser
mejor: siempre estaba junto a Dios, no se cansaba de amarle, ayudaba a que las
criaturas le glorificasen, y se sabía siempre amado por su Amor. De modo que al
oír cómo María, siendo la Inmaculada, se consideraba nada más que esclava del
Señor, le pareció escuchar la más hermosa música del mundo.
Por fin la Virgen pronunció su “sí” diciendo con firmeza: “Hágase en mi según
tu palabra”. Y sin perder un segundo, encarnado nuestro Dios y hecha María su
Madre, el arcángel se postró para alabar al Dios tres veces Santo.
Cuando se levantó para marcharse al Cielo, el arcángel refulgía como un sol.
Jamás había estado tan contento. Había presenciado el hecho más grandioso de la
historia. Había protagonizado, hablando con la Virgen, el Angelus eterno de la
humanidad.
Se retiró de la presencia de la joven sin poder articular palabra. La miraba y
remiraba, porque ya vivía Dios en sus entrañas virginales, como un enamorado
mira a la mujer amada. Le daba mucha pena regresar a sus tareas ordinarias. El
cielo que dejaba en Nazaret era como una transparencia del Cielo al que volvía.
El Señor no se dejó ganar en generosidad: acompañó a su esclava
siempre, le dio todo su Amor, la hizo muy feliz toda su vida, y después la coronó
como la Emperatriz del universo.
Si somos generosos, si damos nuestro “sí” como la Inmaculada, tendremos
el Amor de los amores para siempre.
A lo largo de este día de la Inmaculada Concepción, pidamos muchas
veces para que se nos conceda:
“ Haz, Jesús, que me parezca
a tu bendita Madre”.
cantos a
la Virgen
Tomados de la selección hecha por
Mons. Roberto Pazmiño Guzmán en su libro
Cantemos al Señor.
Hoy te Quiero Cantar
Hoy te quiero rezar,
Madre mía del cielo;
si en mi alma hay dolor,
busco apoyo en tu amor
y hallo en ti mi consuelo.
Hoy te quiero cantar,
hoy te quiero rezar,
mi plegaria es canción.
/Yo te quiero ofrecer
lo mas bello y mejor
que hay en mi corazón./
2. /Porque tienes a Dios,/
Madre todo lo puedes.
/Soy tu hijo también,/
y por eso me quieres.
3./Dios te quiso elegir,/
como puente y camino,
/que une al hombre con Dios,/
en abrazo divino.
/A tu Amor nos Acogemos
María ruega por nos./
1. Salve, salve, cantaban, María,
¿quién más pura que tú? sólo Dios
/y en el cielo una voz repetía:
más que Tú, sólo Dios, sólo Dios./
2. Con torrentes de luz que inundan,
los arcángeles besan tu pie;
/las estrellas tu frente circundan
y hasta Dios complacido te ve./
3. Pues llamándote pura y sin mancha
de rodillas los mundos están,
/y tu espíritu arroba y ensancha
tanta fe, tanto amor, tanto afán./
4. ¡Ah! bendito el Señor que en la tierra
pura y limpia te pudo formar,
/como forma el diamante la sierra,
como cuaja las perlas el mar./
Cuántas veces siendo Niño, Te Recé;
con mis besos te decía
que te amaba;
Poco a poco, con el tiempo,
alejándome de ti,
/por caminos que se alejan
me perdí./
Hoy he vuelto, Madre, a recordar
cuantas cosas dije ante tu altar,
y, al rezarte, puedo comprender
/que una madre no se cansa de esperar./
2. Al regreso me encendías una luz,
sonriendo desde lejos,
me esperabas
en la mesa la comida aún caliente
y el mantel
/y tu abrazo en mi alegría d volver./
Mientras Recorres la Vida
tú nunca sólo estás,
contigo por el camino
Santa María va.
Ven con nosotros al caminar
Santa María, ven,
ven con nosotros al caminar
Santa María, ven.
2. Aunque te digan algunos
que nada puede cambiar,
lucha po un mundo nuevo,
lucha por la verdad.
3. Si por el mundo los hombres
sin conocerse van,
no niegues nunca tu mano
el que contigo está.
4. Aunque parezcan tus pasos
inútil caminar,
tú vas haciendo caminos,
otros lo seguirán.
Madre, Óyeme
mi plegaria es un grito en la noche.
Madre, mírame
en la noche de mi juventud.
Madre, sálvame;
mil peligros acechan mi vida;
Madre, lléname
de esperanza de amor y de fe.
Madre guíame
en las sombras no encuentro el camino
Madre, llévame
Que a tu lado, feliz cantaré.
Virgen, Tú eres la Madre,
Madre de la juventud.
Virgen, Tú eres la Madre,
Madre de la juventud.
2. Madre, una flor
una flor con espinas es bella;
Madre un amor
un amor que ha empezado a nacer.
Madre, sonreir,
sonreir aunque llore en el alma,
Madre, construir,
caminar aunque vuelva a caer,
Madre, sólo soy
el anhelo y la carne que luchan,
Madre, tuyo soy
en tus manos me vengo a poner.
Iglesia Rectoral San Josemaría,
Vía a Samborondón, Km 8 1/2
Tel.: (04) 2836 225
Tel.: (04) 2097 825
Guayaquil - Ecuador
Para hacer la Novena
• Al Comienzo:
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Recurriendo a la intercesión de la Santísima Virgen María, de su Esposo
San José y de los Santos Ángeles Custodios, vamos a considerar cómo
nuestra Señora dijo sí a la Voluntad de Dios.
Que el Espíritu de Amor nos enamore.
• Al Final:
V./ El ángel del Señor anunció a María
R./ y concibió por obra del Espíritu Santo.
Avemaría
V./ He aquí la esclava del Señor
R./ hágase en mi según tu palabra.
Avemaría
V./ El Verbo se hizo carne
R./ y habitó entre nosotros.
Avemaría
V./ Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
R./ Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor
Jesucristo.
V./ Oración: Te rogamos, Señor, que derrames tu gracia en nuestras almas
para que quienes hemos conocido, por el anuncio del ángel, la Encarnación
de tu Hijo Jesucristo, por su Pasión y Muerte de Cruz seamos llevados a la
gloria de su Resurrección. Por Jesucristo Nuestro Señor.
R./ Amén
Descargar