VII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Lisboa, Portugal, 8-11 Oct. 2002 Visiones sobre el papel de los actores no gubernamentales en las políticas públicas José Real Dato Universidad de Granada Comunicación presentada para el VII Congreso del CLAD Lisboa, octubre de 2002 En un artículo titulado "Pluralismo, pluralismo reformado y neopluralismo: el papel de los grupos de presión en la elaboración de políticas", publicado originalmente en 1990, Martín J. Smith afirmaba lo siguiente: "Los grupos son sólo un factor en la determinación de la política, y en qué medida son importantes hay que valorarlo sólo mediante la investigación empírica" (Smith 1994: 152). Partiendo del acuerdo con esta afirmación cabe señalar que, no obstante, la tarea de valoración de la importancia del papel desempeñado por los grupos de presión y los actores no gubernamentales en general, depende de los instrumentos teórico-analíticos utilizados. Esto significa que la teoría sobre la intermediación de intereses o sobre el proceso de las políticas públicas, la lente conceptual que se utilice influirá en el rango de fenómenos a los que el investigador prestará atención. Para mostrar este hecho, en las páginas siguientes se pretende repasar varias de las aproximaciones teórico-analíticas al objeto de estudio aparecidas en la ciencia política en los últimos cincuenta años. No obstante, ha de advertirse sobre el carácter no exhaustivo de dicha revisión. En primer lugar, la limitación de espacio obliga a seleccionar aquellas aportaciones sobre las que existe un consenso general dentro de la literatura politológica acerca de su relevancia. En segundo lugar, dicha falta de exhaustividad responde también a las propias limitaciones del que escribe estas líneas. En este caso, lo único que cabe esperar es la comprensión del lector. ACTORES NO GUBERNAMENTALES Con la expresión "actores no gubernamentales" (a partir de ahora, ANGs) se está aludiendo, a grandes rasgos, al conjunto de actores designados generalmente en la literatura politológica como "grupos de presión" o "grupos de interés". Sin embargo, si sobre algo hay acuerdo en este campo es, paradójicamente, sobre el desacuerdo existente en cuanto a "qué se estudia cuando se estudian los grupos de presión" (Jordan / Maloney / McLaughlin 1992). No es el propósito de este trabajo añadir más confusión al ya de por sí enmarañado debate terminológico. Lo que se pretende únicamente es establecer una definición precisa y explícita del objeto de estudio a fin de dotar de claridad a la exposición. Tampoco es éste el momento preciso para realizar una revisión exhaustiva de los diferentes significados con los que distintos autores han utilizado los conceptos "grupo de interés", "grupo de presión" y otros muchos términos creados ex profeso para referirse a fenómenos más o menos similares1. Lo que sí se observa en esta ingente terminología es el hecho de que los conceptos utilizados son en unas ocasiones demasiado amplios y, en otras, demasiado limitados para el objeto de este trabajo. En el primer caso, tenemos por ejemplo la definición de Lindblom, para quien son actividades de los grupos de interés "todas las interacciones a través de las cuales individuos y grupos privados que no ostentan autoridad gubernamental buscan influenciar las políticas, junto con aquellas de los miembros del gobierno [en sentido amplio] que van más allá del uso directo de su autoridad" (1980: 85). En cuanto a las definiciones restringidas, un ejemplo es la de Graham K. Wilson: "organizaciones, separadas del gobierno aunque a menudo en cercana asociación con este, que intentan influir las políticas públicas" (Wilson 1990). Se han escogido estas dos definiciones porque enlazan directamente con el concepto de “actores 1 Para dicha revisión, se recomienda el trabajo citado de Jordan / Maloney / McLaughlin (1992). VII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Lisboa, Portugal, 8-11 Oct. 2002 no gubernamentales” que aquí se pretende utilizar. La de Lindblom hace referencia a lo que aquí se entenderá por ANGs: "individuos y grupos privados que no ostentan autoridad gubernamental [y que] buscan influenciar las políticas". No obstante, también considera a los actores gubernamentales que participan en el proceso de las políticas públicas más allá del ejercicio de las funciones que estatutariamente les están asignadas, los cuales no encajan dentro del concepto aquí propuesto. Por su parte, la definición de Wilson incluye únicamente a los actores organizacionales que, pese a constituir una categoría fundamental dentro del conjunto de participantes en las políticas públicas, no es la única dentro del concepto de ANGs, donde, por ejemplo, también se encuentran expertos, líderes de opinión y otros participantes individuales. En definitiva, en este trabajo, cuando se hable de "actores no gubernamentales" de las políticas públicas, se estará haciendo referencia a "aquellos individuos y grupos privados no dotados de autoridad gubernamental y no pertenecientes al entramado institucional del Estado (gobierno, administración, parlamento, partidos, tribunales) que influyen o buscan influir de influenciar de manera activa, independientemente de los medios utilizados, en el proceso de las políticas públicas". PLURALISMO: IDEOLOGÍA, GENERALIZACIONES Y TEORÍA A la hora de abordar el papel que en la literatura politológica se concedió a los ANGs durante las décadas de los cincuenta y sesenta del siglo XX, resultaría sencillo referirse a la corriente pluralista en los siguientes términos: "Los pluralistas consideran a los grupos de interés como si todos tuvieran la misma influencia, que el acceso al Estado está siempre abierto y que el Estado es neutral en sus relaciones con los grupos de interés" (Smith 1994: 138). Asimismo, respecto al papel de los grupos en el proceso de las políticas públicas, se suele acudir a citas como la de Latham en las que se afirma que "Lo que puede ser llamado política pública es el equilibrio alcanzado en esta contienda (entre grupos de interés) en cualquier momento, y representa un balance que las facciones de grupos contendientes tratan constantemente de inclinar a su favor" (1952: 37, citado en Jordan 1999: 40). No obstante, el debate es mucho más complejo que esto. Las generalizaciones sobre el papel que la teoría pluralista concede a los ANGs responden en muchas ocasiones más a la versión “ideológica” del pluralismo que a lo que que escribieron los autores pluralistas. Lowi, por ejemplo, es consciente de este hecho, y cuando en The End of Liberalism (1979) se refiere al “liberalismo de los grupos de interés” (interestgroup liberalism)2 lo considera en todo momento un constructo ideológico más que una constatación empírica del funcionamiento “real” del sistema político estadounidense3. De ahí que sea necesario prestar atención a lo que dicen los propios autores pluralistas. Por un lado, dentro de la teoría clásica de grupos (Molins 1998), considerada claro exponente del pensamiento pluralista, no debe confundirse la referencia a la importancia del papel desempeñado por los "grupos" con el de lo que aquí se denomina ANGs. Es esta una confusión fundamentalmente terminológica. Así por ejemplo, para Truman, considerado uno de los autores clave dentro de esta corriente, el concepto “grupo de interés” hace referencia a "cualquier grupo que, sobre la base una o más actitudes compartidas realiza cierto tipo de demandas sobre otros grupos en la sociedad", de tal modo que, según esto "todos los grupos son grupos de interés porque son grupos de actitudes compartidas" (1971: 33). La existencia de estas actitudes le lleva a emplear también el concepto de 2 Los rasgos de este “liberalismo de grupos de interés” serían: 1) Los intereses organizados son homogéneos y fáciles de definir. Se entiende que la opinión del representante de un grupo de interés es la de todos sus miembros; 2) Los intereses organizados emergen en todos los sectores sociales y representan adecuadamente la mayoría de esos sectores. De este modo, es posible encontrar siempre un grupo de interés contraponiéndose a otro; 3) el papel del gobierno es el de asegurar el acceso de los intereses más eficazmente organizados, y el de ratificar los acuerdos y ajustes producidos entre los líderes de los grupos en competencia (Lowi 1979: 51). 3 El propio Lowi afirma que “Un breve bosquejo del modelo de trabajo del liberalismo de grupos de interés resulta ser una versión vulgarizada del modelo pluralista de la ciencia política moderna” (1979: 51). 2 VII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Lisboa, Portugal, 8-11 Oct. 2002 "grupo potencial", basándose en la existencia de actitudes compartidas en la sociedad pero no actualizadas por los individuos a través de interacciones específicas (1971: 34), incluyéndolo dentro de la categoría general de "grupos de interés". En este sentido, la organización formal no es necesaria para la existencia de un grupo de interés (1971: 36). Por tanto, cuando Truman, afirmando la centralidad de los grupos en el proceso político, escribe que "Tanto la forma como las funciones del gobierno de turno son un reflejo de las actividades y demandas de tales grupos" (1971: 505) , no se está refiriendo únicamente a la de los grupos de intereses organizados (incluidos aquí en la categoría de ANGs), sino más bien al conjunto de agregaciones de intereses (actitudes compartidas) dentro de una sociedad4. En segundo lugar, el papel desempeñado por los grupos (aún en el sentido amplio empleado por Truman) no debe ser interpretado como el "único" factor causal de las políticas. Pese a lo que puede deducirse de la cita anterior sobre el hecho de que las funciones del gobierno son reflejo de las actividades y demandas grupales, a lo largo de toda la obra parece filtrarse el hecho de que el estado no tiene un papel de mero "espejo" de la batalla grupal, sino que goza de cierto grado de influencia sobre la misma5, por ejemplo, para decidir a qué grupos garantizará el acceso6. Otro de los lugares comunes del pluralismo es el de la dispersión del poder (manifestado en la dispersión de recursos en la sociedad y en la pluralidad de puntos de acceso a las instituciones estatales) y, por tanto, el no predominio estable de ningún grupo sobre el resto gracias al contrapeso ejercido por otros grupos en competencia. En este sentido, en la teoría de Truman, el papel de los "grupos potenciales" sería fundamental para garantizar este equilibrio. No obstante, ello no quiere decir que se admitiera que los grupos actuaban en igualdad de condiciones. El propio Truman, por ejemplo, admitía la posición privilegiada de los grupos empresariales (1971: 249; 292; 354). Otro autor adscrito usualmente a la corriente pluralista, Robert Dahl (1961), concedía la existencia de dispersión de recursos de influencia en el sistema local de New Haven, pero que dicha dispersión no equivalía a igualdad de recursos sino a fragmentación (1961: 227; citado en Jordan 1993). Otro hito en la corriente pluralista a la hora de entender el papel de los ANGs es el artículo de Charles Lindblom, "The Science of 'Muddling Through'" (1959), que estableció las bases de la teoría incrementalista de la toma de decisiones. Según ésta, la multiplicidad de participantes en el proceso de las políticas públicas hace que las decisiones sean el resultado del ajuste mutuo de intereses entre las diferentes partes impidiendo su adopción según criterios de pura racionalidad económica (Subirats 1989: 81). Con lo anterior se ha querido mostrar lo impreciso de algunas generalizaciones sobre el papel de los ANGs en la teoría pluralista. Cabría suscribir las palabras de Smith cuando afirma que "la mayoría de pluralistas atribuirían a los grupos de presión un papel central en el proceso político. Los pluralistas creen que los grupos poseen 'cantidades significativas' de poder y que por ello son importantes en la determinación de los resultados políticos" (1993: 138). A esto cabría añadir que es también lugar 4 Por ejemplo, en otro párrafo, refiriéndose a la influencia de los "grupos potenciales", afirma lo siguiente: "Interests that are widely held in the society may be reflected in government without their being organized in groups. They are what we have called potential groups. If the claims implied by the interests of tehse potential groups are quickly and adequately represented, interaction among those people who share the underlying interests or attitudes is unnecessary. But the interest base of accepted governmental forms and fuctions and their potential involvement in overt group activities are even present when not patently operative" (1971: 506). 5 Esto parece desprenderse, por ejemplo, cuando Truman afirma que el acceso de los grupos organizados a las instituciones gubernamentales depende, entre otros factores, del estatus o prestigio en la sociedad (1971: 506-507). 6 En el prólogo a la segunda edición de The Governmental Process, Truman, refiriéndose a los autores que concedían todo el protagonismo a los grupos, afirmaba que "A third weakness associated with this research vogue is a simplistic conception of the process, one that assigns to interest groups a monopoly of political inititative. In this view governmental actors (…) are no more than referees of group conflict (…) The obvious error of this superficial viewpoint is that it treats an extreme situation as if it were typical (…) Locating the sources of initiative and identifying the variable roles of governmental actors are among themost challenging assignments of the political scientist. Therefore, to assume these problems out of existence is a kind of intellectual abdication" (1971: xxv, citado en Jordan 1993: 56). 3 VII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Lisboa, Portugal, 8-11 Oct. 2002 común (y no polémico) entre los teóricos pluralistas la relativa facilidad y fluidez de acceso a las instituciones gubernamentales, gracias a la fragmentación y dispersión de los recursos y puntos de acceso, lo que posibilita a los ciudadanos la participación en el proceso político más allá de las citas electorales, contribuyendo a la legitimación del sistema. No obstante, no se garantiza que esa participación tenga lugar en igualdad de condiciones. Finalmente, las decisiones son resultado del ajuste mutuo entre las distintas partes, ajuste que dependerá de la citada distribución de recursos (Dunleavy / O'Leary 1987). Estudios llevados a cabo durante estos años parecían confirmar los postulados pluralistas, como es el caso de Freeman (1955) (Rhodes / Marsh 1992: 5). Este autor, precisamente, sería también el precursor de un concepto clave en la literatura posterior sobre el papel de los ANGs en las políticas públicas: el de subsistema (sub-system) (Jordan 1990; Rhodes / Marsh 1992). Freeman mostró el fenómeno de división del proceso de las políticas públicas estadounidense en subunidades centradas en torno a políticas concretas, donde interactuaban actores gubernamentales especializados (agencias administrativas y comités del congreso) con los grupos interesados (Jordan 1990: 322). Los preceptos pluralistas se confirmaban, dado que las decisiones finales respondían al juego variable de fuerzas entre las coaliciones de actores dentro del subsistema (Baumgartner / Leech 1998: 122). SUBGOBIERNOS Y TRIÁNGULOS DE HIERRO Freeman no fue el primer autor que observó subestructuras de interacción entre actores participantes en el proceso político. Dos décadas antes, Griffith (1939) argumentó que las políticas públicas eran elaboradas a través de "vorágines" (whirlpools) o centros de actividad informales en los cuales aquellos interesados en un determinado asunto participaban (Jordan 1990: 321). No obstante, el énfasis en este tipo de estructuras como herramientas heurísticas del proceso de las políticas públicas estaría fundamentalmente relacionado con la crítica a la visión pluralista, con autores como Cater (1964) o McConnell (1966). El primero mostró como, en contraste con la división formal de poderes en el sistema estadounidense, las políticas públicas eran elaboradas por alianzas ("subgovernments") compuestas por expertos, ANGs y miembros del poder ejecutivo y del legislativo. (Jordan 1990: 323). Por su parte, McConnell insistió en cómo la democracia estadounidense experimentaba cada vez más la influencia del poder de las grandes corporaciones empresariales, reduciendo el impacto de la participación política ciudadana y sesgando el proceso democrático. La propia dinámica de la administración estadounidense, tendente a propiciar la existencia de agencias gubernamentales independientes con el fin de impedir la influencia de la política partidista, había conducido, paradójicamente, a la "captura" o "conquista" de estas agencias por parte de las grandes corporaciones empresariales. Aquellas agencias habrían pasado a establecer una relación de estrecha colaboración (incluso dependencia) de las organizaciones privadas que constituían su clientela o que participaban en su gestión. De esta manera, para McConnell quedaba usurpada la autoridad pública, rompiendo con la imagen pluralista en la que el estado mediaba entre los diferentes intereses (Alford / Friedland 1985: 148-151). En la misma línea que los anteriores, otro autor, Lowi (1964 a), en un trabajo sobre los grupos agrarios estadounidenses, mostraba como las políticas en este sector eran elaboradas en una estructura triangular que involucraba a una agencia gubernamental, un comité del congreso o un subcomité y los comités locales de distrito de agricultores, asociados usualmente a alguna organización regional o nacional (Jordan 1990: 323). En su obra de 1969, The End of Liberalism, al referirse a esta estructura triangular en el sector de las políticas agrarias, Lowi hablará de "self-governing systems" (1979: 74). En dicha obra, dentro de la crítica a lo que él denomina ideología del "liberalismo de los grupos de interés" (interest group liberalism) dominante en Estados Unidos, señala cómo la necesidad de especialización de la administración, derivada de la expansión de la intervención pública, contribuía a fragmentar el ámbito de las políticas públicas. De este modo, la representación de intereses en torno a un determinado 4 VII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Lisboa, Portugal, 8-11 Oct. 2002 sector o agencia administrativa tienden a reducirse a aquellos grupos también más especializados, lo cual anula la premisa pluralista de la "competencia" entre grupos de intereses como eje de la elaboración de las políticas públicas. Estos grupos en el entorno de la agencia administrativa "acaban por aprender que la confrontación directa conduce a pérdidas netas por parte de todos los competidores". De ahí que "más que un poder de contrapeso haya más probablemente una acomodación de poderes" (Lowi 1979: 58). La visión triangular de Lowi daría lugar a uno de los conceptos más conocidos para designar la estructura básica en la que se desarrollaba la elaboración de políticas públicas en Estados Unidos: los "triángulos de hierro" (iron triangles). En el seno de estas estructuras funcionales se desarrollaba una relación simbiótica. Por un lado, el grupo de presión necesitaba a la agencia para poder prestar servicios a sus miembros y tener al tiempo un punto de acceso al gobierno. Por otro lado, la agencia necesitaba al grupo para obtener apoyo para sus programas, y el comité del congreso requería de la capacidad del grupo para movilizar electoralmente a sus miembros (Peters 1986: 24; citado por Rhodes / Marsh 1992: 6). La constatación de la existencia de estas estructuras cerradas en la elaboración de las políticas públicas chocaba con uno de los puntos básicos de la teoría pluralista, el de la relativa accesibilidad del proceso político para los ANGs. Los "subgovernments" y los "triángulos de hierro" muestran, por el contrario, un panorama mucho menos acorde con aquel ideal. Conectando con desarrollos teóricos como el de Olson y su The Logic of Collective Action (1965), donde se mostraban los problemas que encontraban los individuos cuando querían asociarse voluntariamente en la producción de bienes públicos, los teóricos de los "subgovernments" ponían en entredicho que las políticas públicas fuesen resultado del "ajuste mutuo" entre intereses compitiendo que compiten entre sí. Los triángulos de hierro aparecen como estructuras cerradas a los forasteros, alejadas del escrutinio público y con pautas de interacción dotadas de una cierta estabilidad. No obstante, pese a que la noción de "captura" de la agencia gubernamental por el ANG parecía estar en un primer momento asociada al concepto, los estudios realizados posteriormente no llegaban a un acuerdo sobre el grado de apertura del sistema y el nivel de conflicto interno (Baumgartner / Leech 1998: 122-123)7. La fuente de esta discrepancia sobre las pautas predominantes dentro de los subsistemas se debía, fundamentalmente al carácter de "estudio de caso" que tenían todas estas investigaciones8. La tendencia a observar estructuras cerradas en el proceso de elaboración de las políticas públicas era producto del sesgo de elección de los casos estudiados, que primaban los issues fuera de la agenda política nacional, menos visibles al público y, por tanto, capaces de interesar sólo a aquellos ANGs con intereses en esas políticas específicas (Baumgartner / Leech 1998: 123). NEOCORPORATISMO Si la literatura estadounidense sobre subsistemas contribuyó a poner en entredicho la teoría pluralista sobre representación de intereses, en Europa dicha labor correría a cargo fundamentalmente de la corriente académica neocorporatista. Precisamente, en un artículo seminal del que se considera uno de los "padres fundadores" de esta corriente, Philippe C. Schmitter presentaba el neocorporatismo como un paradigma alternativo al pluralismo (1979: 14). Schmitter concibió el corporatismo como un sistema de intermediación de intereses, "un modo 7 Así, por ejemplo, Redford (1969) concebía los subsistemas de políticas públicas no como rígidos "triángulos de hierro" sino como estructuras estables de interacción, donde el conflicto seguía presente y continuaban existiendo vías de acceso para los actores externos (citada en Baumgartner / Leech 1998: 123). 8 En este sentido cabe señalar el intento realizado por Lowi de elaborar un marco tipológico capaz aportar comparatividad a los estudios sobre políticas públicas (Lowi 1964 b). Su distinción entre arenas de políticas distributivas, redistributivas y regulatorias permitía el desarrollo de hipótesis en cuanto a la estructura de las relaciones entre los actores intervinientes. (véase esquema en Lowi 1964 b: 713). 5 VII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Lisboa, Portugal, 8-11 Oct. 2002 de arreglo institucional para ligar a los intereses asociacionales organizados de la sociedad civil con las estructuras decisionales del estado" (Schmitter 1979: 9)9. La emergencia de este arreglo institucional estaría basada en ciertos "imperativos básicos o necesidades del capitalismo para reproducir las condiciones de su existencia y continuamente acumular nuevos recursos" (1979: 24). El neocorporatismo aparecería así en un contexto en el que el estado se ha convertido en garante indispensable del capitalismo a través de la expansión de su actividad regulatoria. Para cumplir con esta función, el estado necesitaría cada vez más de "la experiencia profesional, la información especializada, la agregación previa de opiniones, la capacidad contractual y la legitimidad participativa diferida que solo monopolios singulares, jerárquicamente ordenados y consensualmente establecidos pueden proporcionar" (1979: 27). A cambio, el estado devolvería o compartiría con esas asociaciones gran parte de la autoridad decisional adquirida, produciéndose una suerte de "devolución de autoridad a los intermediarios" (Schmitter 1985: 460). De este modo, parte del monopolio estatal sobre determinadas políticas es cedido a las organizaciones10. Esta visión del neocorporatismo se centra, por tanto, más en el intercambio entre organizaciones de intereses y estado que en la participación de las primeras en el proceso de las políticas públicas. En este sentido, Lehmbruch, otra figura clave dentro de la literatura neocorporatista, proporciona mayor apoyo. Para este autor neocorporatismo es concebido como un "patrón institucionalizado de formación de las políticas públicas en el cual grandes organizaciones de intereses cooperan unas con otras y con las autoridades públicas no solo en la articulación (o incluso en la intermediación) de intereses, sino -en sus formas desarrolladas- en la 'asignación autoritaria de valores' y en la implementación de tales políticas" (1979: 150)11. Por tanto, según Lehmbruch, no habría que confundir neocorporatismo con la simple consulta y cooperación entre gobierno e intereses organizados, algo que considera común en todas las democracias occidentales, sino caracterizarlo por "el alto grado de colaboración entre estos grupos en la formación de las políticas económicas" (1979: 150). La funcionalidad de esta versión del neocorporatismo sería, junto con la manifestada por Schmitter, conseguir un consenso específico entre las organizaciones representantes del trabajo y el capital de cara a la formulación e implementación de la política macroeconómica en los años setenta (Lehmbruch 1979: 151 y ss.). Schmitter y Lehmbruch insisten sobre todo en el papel desempeñado por las asociaciones representando a las dos principales categorías funcionales de la actividad productiva. Pero, ¿qué sucedía con las organizaciones fuera del espectro económico? ¿Atenderían en su relación también a patrones neocorporatistas? Una de las principales críticas vertidas sobre este enfoque ha sido su sesgo "macro" y el centrarse solamente en las relaciones a nivel de la sociedad en su conjunto (Estadogrupos). Esto suponía el peligro dejar de lado la diversidad de estructuras en las relaciones entre ANGs y autoridades públicas que los estudios empíricos descubrían, comprometiendo a su vez el valor del neocorporatismo como categoría aplicable a toda un sistema político. De ahí que autores como Cawson 9 En su definición, convertida en la "definición típica-ideal" del neocorporatismo, Schmitter lo caracteriza del siguiente modo: "Corporatismo puede ser definido como un sistema de representación de intereses en el cual las unidades constituyentes están organizadas en un limitado número de categorías singulares, obligatorias, no competitivas, jerárquicamente ordenadas y funcionalmente diferenciadas, reconocidas o autorizadas (cuando no creadas) por el estado y a las cuales se le ha concedido un monopolio representacional dentro de sus respectivas categorías a cambio de observar ciertos controles sobre la selección de sus líderes y la articulación de demandas y apoyos" (1979: 13). 10 Por ejemplo, en el caso de las organizaciones empresariales esto podría consistir en la administración por parte de estas de ayuda estatal regional, de programas de formación ocupacional, o incluso la capacidad para regular determinados aspectos de un sector productivo (lo que se ha denominado "gobiernos de intereses privados"). Véase Schmitter / Streeck 1999; Grant / Coleman 1987. 11 La definición de Cawson es bastante similar a la de Lehmbruch: "Corporatismo es un proceso socio-político específico en el cual las organizaciones representantes de intereses funcionales monopolísticos se asocian en intercambio político con las agencias estatales sobre los productos de las políticas públicas, y que involucra a aquellas organizaciones en un papel que combina la representación de intereses y la implementación de políticas públicas a través de la autoejecución delegada" (1986: 38). 6 VII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Lisboa, Portugal, 8-11 Oct. 2002 prefiriesen "ir distinguiendo entre diferentes niveles según el alcance de las asociaciones de intereses implicadas" (1994: 114). Para este autor, "cuando [las relaciones estado-grupo] están confinadas a un sector específico de la producción (…) las prácticas corporatistas pueden desarrollarse donde no hay ninguna base de clase necesaria para la organización de intereses, y donde no hay necesidad de colaboración transclasista. Este nivel de interacción entre agencias estatales y las asociaciones de intereses organizados puede ser útilmente identificado como mesocorporatismo" (Cawson 1994: 116 [cursivas en el original]). No obstante, habría que advertir que aunque Cawson dota al corporatismo de un carácter únicamente sectorial, otros autores admiten también la existencia de estructuras mesocorporatistas territoriales12. Este descenso de nivel permitía la compatibilidad del neocorporatismo como categoría analítica aplicable empíricamente y la existencia de otras estructuras de interacción entre ANGs y estado. En este sentido, para el propio Cawson, existirían dos esferas dentro de toda sociedad democrática avanzada: por un lado, una esfera corporativa, donde intervendrían grupos corporativos asociados a intereses económicos; y, por otro, una esfera competitiva, con un funcionamiento acorde con los parámetros pluralistas, donde intervendrían el resto de grupos y en la que se debatirían problemas morales e ideológicos (1994: 119-120). Aunque la relación no es determinista, dado que el sistema democrático permitiría en ocasiones que los grupos de la esfera competitiva pudiesen hacer prevalecer sus demandas en el sistema político, Cawson sostiene que, en el largo plazo, "los requerimientos del diseño y la ejecución de las políticas públicas tienden a generar relaciones de apoyo mutuo y exclusivo entre e Estado y los intereses organizados de los productores [la esfera corporativa]" (1994: 121). EL CONTRAATAQUE PLURALISTA Tanto la literatura sobre subsistemas como el neocorporatismo mostraron las flaquezas de la teoría pluralista a la hora de analizar el papel de los ANGs en el proceso de las políticas públicas. Ante esto, a finales de los años setenta se produjo lo que algún autor ha denominado "el contraataque pluralista" (Jordan 1990: 328)13. Se trataba, ante todo, de demostrar por un lado la compatibilidad de los presupuestos pluralistas (tras añadir las necesarias reformas, claro está) con las observadas pautas de fragmentación, encapsulamiento y ausencia de competencia en las políticas; y, por otro, de tener en cuenta el papel destacado desempeñado por los ANGs vinculados al ámbito de la producción. En 1978, Hugh Heclo publica "Issue Networks and the Executive Establishment" como crítica a la inadecuación del concepto de "triángulo de hierro" para comprender los cambios que habían tenido lugar en la política federal norteamericana durante los años setenta (Heclo 1978: 88). Dichos cambios hacían referencia, primero, al crecimiento de la intervención gubernamental y, en segundo lugar, al paralelo incremento del número y categorías de actores que trataban de influir en el proceso de las políticas públicas. De este modo, frente a la figura del "triángulo de hierro", que presumía un pequeño y estable número de participantes, aislados y autónomos respecto al entorno, Heclo elabora el concepto de "issue network", para dar cuenta del gran número de actores que pululaban en torno a las políticas, con grados variables de compromiso o dependencia mutua, moviéndose constantemente dentro y fuera de la red resultante. Al mismo tiempo, ninguno de estos actores conseguía el control total de las políticas, y el papel de los intereses económicos era tan importante como el de los compromisos ideológicos o emocionales (Heclo 1978: 102). La nueva conceptualización de Heclo estaba asociada con el fenómeno observado en la sociedad estadounidense desde finales de los años setenta del surgimiento de multitud de grupos y organizaciones vinculados a la defensa de intereses no económicos (grupos feministas, 12 Véase la compilación de trabajos a cargo de Carlota Solé (1987). "Faced with such a critique, it is not surprising that the pluralists hit back in the late 1970" (Rhodes / Marsh 1992: 6) [cursivas añadidas]. 13 7 VII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Lisboa, Portugal, 8-11 Oct. 2002 medioambientalistas, étnicos, de defensa de los derechos y libertades civiles, etc.)14. No obstante, también habría que mencionar cambios dentro del propio sector de los ANGs empresariales, donde se ha incrementado la diversidad y las divisiones debido a las crecientes complejidades del mercado, al cambio tecnológico y a la naturaleza cambiante de la competencia (Baumgartner / Leech 1998: 112). Dentro de esta reacción pluralista cabría también incluir la "teoría del poder triádico" de Andrew McFarland (1987). Según este autor, el proceso de las políticas públicas puede ser contemplado en términos de áreas específicas de políticas. En estas los ANGs económicos se organizan para tratar de influir en la agencia gubernamental, frente a los cuales aparecen otros actores organizados ("countervailing interests") representando intereses (fundamentalmente no económicos) contrarios a los primeros. En este contexto, la agencia gubernamental conserva la autonomía suficiente como para que la decisión no se incline siempre a favor de los ANGs económicos15. En Europa, los protagonistas del contraataque pluralista fueron inicialmente Jeremy Richardson y Grant Jordan (1979) y su idea de las "policy communities"16. Como uno de los propios autores señala, el concepto hacía referencia a la tendencia observada en el Reino Unido a la sectorialización, así como a la existencia de una relación cercana entre grupos y gobierno en la elaboración de las políticas públicas (Richardson 1999: 3). Más exactamente: "El mapa de la elaboración de políticas públicas es en realidad una serie de compartimentos verticales o segmentos, cada uno habitado por un conjunto diferente de grupos organizados y generalmente impenetrable para los 'grupos no reconocidos' " (Richardson / Jordan 1979: 74; citado por Rhodes / Marsh 1992: 9). Tal como señala el propio Jordan, el concepto en sí no suponía una novedad respecto a elaboraciones anteriormente citadas (1990: 326). En este sentido, el contraataque parecería estar más orientado contra la corriente politológica que a finales de los años setenta tendía a observar patrones de organización neocorporatista en el Reino Unido. Frente al enfoque de los autores vinculados a aquella corriente, centrado en caracterizar el sistema político considerándolo como un todo (enfoque macro), Richardson y Jordan volvían la mirada al nivel del detalle, contemplando las diferentes subdivisiones o "segmentos" que conformaban las políticas públicas británicas y el comportamiento de los actores involucrados. Paralelamente, la defensa de la postura pluralista se llevó a cabo a través del cuestionamiento de la validez y oportunidad de todo el complejo teórico-conceptual neocorporatista para comprender unos fenómenos de los que las herramientas del pluralismo podían dar perfecta cuenta17. VISIONES COMPLEJAS DEL POLICY PROCESS: POLICY NETWORKS Y OTROS DESARROLLOS TEÓRICOS Como se ha visto, las investigaciones de finales de los años setenta ponían el acento en los procesos de fragmentación/segmentación de las políticas públicas, y en la tendencia a la especialización en la elaboración de las políticas públicas. Estos fenómenos son consecuencia de la expansión de la responsabilidad gubernamental y a la creciente complejidad de los asuntos públicos (Smith 1997). Kenis y Schneider (1991) ofrecen algunos de los rasgos de esta nueva realidad de las políticas 14 Véase Berry 1977. Evidentemente, esta es una versión simplificada. No son tenidos encuenta otros factores señalados por McFarland, como el signo político del gobierno en el poder, el grado de regulación de la actuación de la agencia gubernamental, la pertenencia de la decisión al ámbito de la "rutina" o al de la "alta política", etc. Para una visión más completa, véase McFarland 1987: 142-147. 16 El concepto fue utilizado por vez primera por Jack Walker (1974) (Jordan / Maloney 1997: 558). Posteriormente fue empleado por Heclo y Wildavsky (1974). 17 Uno de los principales valedores del "pluralismo" frente al "neocorporatismo" ha sido el propio Grant Jordan. Véase como ejemplos Jordan 1981; 1984) 15 8 VII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Lisboa, Portugal, 8-11 Oct. 2002 públicas18. Los resultados de estas tendencias son, por un lado, la difuminación en muchas ocasiones de los límites entre lo privado y lo público y, por otro, las cada vez mayores dificultades del estado para movilizar recursos en la sociedad (lo que se ha dado en llamar problema de la "sobrecarga" del gobierno). Por último, cabe añadir el hecho de que el aumento de la complejidad y la interdependencia hacen fundamental el acceso a la información por parte de los decisores, lo que ha llevado a una vinculación cada vez mayor de las políticas públicas con el conocimiento técnico-científico (proceso de cientifización de las políticas) (Kenis / Schneider 1991: 34-36). Este panorama obliga necesariamente a adaptar los instrumentos de análisis de las políticas públicas al nuevo contexto19. En las siguientes páginas se abordarán los enfoques que más han destacado en los últimos años: el de las policy networks, el de la elección racional institucional (institutional rational choice) y el de la “coalición de apoyo” (advocacy coalition framework)20. Un rasgo común a todos ellos es su concepción de las políticas públicas como resultado de los procesos de interacción de un conjunto más o menos limitado de actores públicos y privados, actuando en una diversidad de niveles de gobierno, que dan lugar estructuras de acción más o menos estables con un grado variable de autonomía unas respecto a otras. El resultado es una visión policéntrica del policymaking, en unos casos fragmentada y en otros segmentada, donde la jerarquía como principio coordinador pierde gran parte de su eficacia tradicional y en donde la imagen del estado como actor intencional o como unidad de acción se desintegra (Jordana 1995: 85). En cuanto al papel de los ANGs, hay que considerarlo dentro de las mencionadas estructuras de interacción. En todos los enfoques mencionados se les considera como participantes activos del proceso de las políticas públicas. La importancia del papel que desempeñan, el grado en que influyen en el resultado final, dependerá de factores tales como la voluntad de influir en el proceso, el grado de dependencia de los actores públicos en la elaboración o implementación de los recursos controlados por los ANGs (desde información hasta consentimiento) o el grado de afinidad personal o ideológica (aquí en el sentido amplio de "concepción del mundo") entre ANGs y decisores. En este sentido, un lugar común en estos enfoques parece ser el de la existencia de un cierto grado de consenso dentro de los núcleos de actores donde se deciden las políticas, bien en cuanto a la definición y posibles soluciones de los problemas, bien respecto a los comportamientos y procedimientos aceptables a la hora de participar en el proceso político. El enfoque de las policy networks en el Reino Unido Como señala Richardson, gran parte de la literatura europea continental y británica sobre el rol de los ANGs en el proceso de las políticas públicas se centra en su participación en las policy networks (redes de políticas públicas) (Richardson 1999: 2). 18 Entre ellos destacan, el crecimiento del número y categorías de actores que participan en las políticas públicas, producto de la emergencia de la sociedad organizada y del consiguiente incremento del número de actores colectivos, así como de las tendencias hacia la sectorialización y la diferenciación funcional de la sociedad. Al mayor grado de complejidad e interdependencia que esto supone hay que añadir, por su parte, el aumento de la intervención pública, cada vez en mayor número de sectores, que conduce a su vez a la fragmentación y descentralización del estado (funcional y territorial) acompañada también de una creciente transnacionalización de las políticas públicas (Kenis / Schneider 1991). 19 Aunque también sucede que es el policy process el que es modificado por los instrumentos de análisis (Sabatier / JenkinsSmith 1999). 20 Esta selección es, en cierto modo, voluntariamente limitada y puede que algún lector la juzgue arbitraria. Existen otras teorías del proceso de las políticas públicas quizá tan relevantes como las mencionadas, tales como la del "equilibrio puntuado" (punctuated equilibrium) de Baumgartner / Jones (1993) o la de las "corrientes múltiples" (múltiple streams) de Kingdom (1984). No obstante, se ha decidido limitar la revisión tanto por razones de espacio, como por considerar que los enfoques tratados son una muestra representativa de la variedad de visiones actualmente reinante sobre el proceso de las políticas públicas y, en particular, sobre el papel desempeñado por los ANGs. 9 VII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Lisboa, Portugal, 8-11 Oct. 2002 La genealogía de este enfoque enlaza con la literatura estadounidense sobre subsistemas21 y a las teorizaciones de Heclo sobre issue networks. En Europa, influenciados por los estudios provenientes de USA y por la teoría interorganizacional alemana el enfoque fue desarrollado en el Reino Unido a partir de los mencionados trabajos de Richardson y Jordan sobre las policy communities. Asimismo, en la Europa continental también arraigó el enfoque de las policy networks, fundamentalmente en Alemania y Holanda, sobre la base también de la literatura en torno a las relaciones interorganizacionales (Marsh 1998; Kenis y Schneider 1991). Quizá sea en el Reino Unido donde el enfoque ha tenido mayor predicamento. En este país, el concepto de policy network ha sido utilizado más como herramienta descriptivo-heurística que como modelo explicativo (Marsh 1998; Peters 1998; Dowding 1995). Durante los años ochenta inspiró dos importantes proyectos de investigación. Uno, el de Wilkes y Wright (1987 a), centrado en las relaciones entre gobierno e industria en varios países, enfatizaba el carácter interpersonal de las relaciones dentro de la red más que las relaciones estructurales, así como la necesidad de dirigir la mirada al nivel subsectorial de las políticas públicas22. El otro proyecto dirigido por Rhodes (1981), inspirado más en la literatura europea sobre relaciones interorganizacionales que en la estadounidense sobre subsistemas (Marsh 1998: 7), concentró su atención en las relaciones interinstitucionales entre los niveles gubernamentales local y central en el Reino Unido23. El modelo de Rhodes fue posteriormente desarrollado por el propio autor y David Marsh (Marsh / Rhodes 1992 a). Esta nueva elaboración trata de subsanar las carencias de la anterior, sobre todo su incapacidad para explicar el cambio (Rhodes / Marsh 1992: 14), haciendo mayor hincapié en el papel de los ANGs en las políticas públicas. Los autores continúan utilizando en concepto policy network como concepto genérico y, al igual que en el anterior modelo, establecen un continuum conceptual entre dos tipos ideales extremos: policy community e issue network. Cada uno de ellos responde a una combinación de las características extremas dentro de una serie de dimensiones: número de participantes, tipo de intereses presentes, frecuencia de la interacción, continuidad en el 21 Algún autor incluso se remonta al propio Truman (1971), que para mostrar el carácter fluido y horizontal de las relaciones entre grupos y administración ya se había referido a la “telaraña de relaciones en el proceso administrativo" ("The Web of Relationships in the Administrative Process", título del capítulo XIV de su libro) (Kenis / Schneider 1991: 27). 22 En el modelo elaborado por ambos autores, distinguen policy community y policy network , como dos categorías conceptualmente diferentes y referentes a fenómenos distintos (Wilkes / Wright 1987 b: 295). Parten del establecimiento de distintos niveles de desagregación de las políticas públicas, diferenciando así entre "áreas o funciones de políticas públicas" (policy areas or functions) (industria, salud, trasporte, vivienda, control presupuestario, etc.) que encierran, a modo de muñeca rusa, otros niveles cada vez más concretos: sectores y subsectores de policías públicas (policy sector y policy subsector). En las interacciones entre sectores y subsectores surgirían los policy issues. La diferencia entonces entre policy community y policy network estaría en el nivel de referencia. La primera designaría a aquellos actores y actores potenciales que comparten un mismo interés en un sector o subsector de las políticas públicas22 (1987 b: 298), mientras que la policy networks describiría un complejo de organizaciones conectadas por relaciones de dependencia de recursos, distinguidas de otras por rupturas en la estructura de dependencias, y constituidas alrededor de un issue o conjunto de issues (Wilkes / Wright 1987 b: 299). 23 El modelo inicial de Rhodes se basaba en cinco proposiciones básicas: la dependencia de recursos de unas organizaciones respecto a otras; el intercambio de recursos como vía para la consecución de los objetivos de las organizaciones; la existencia de una coalición dominante que influencia decisivamente en la definición de los problemas y los recursos necesarios; la existencia de unas reglas de juego conocidas que regulan los procesos de intercambio; y la dependencia del potencial relativo de poder de las organizaciones del nivel de recursos, las reglas del juego imperantes y el proceso de intercambio (Rhodes / Marsh 1992: 10-11). En este contexto, Rhodes se centra en el nivel "meso" de análisis (relaciones entre administraciones) y usa la definición de Benson de policy network también empleada por Wilkes y Wright. Las diferentes estructuras de intercambio de recursos y el tipo de actores intervinientes dan lugar a un continuum de cinco tipos de policy networks, ordenados de mayor a menor grado de integración: policy communities, redes (networks) profesionales, redes intergubernamentales, redes de productores e issue networks. Analizando los extremos, las policy comunities se caracterizarían por su estabilidad en las relaciones, continuidad, número restringidos de miembros, interdependencia vertical y aislamiento; a su vez, los issue networks estarían formadas por un número elevado de participantes y un grado limitado de interdependencia (Rhodes / Marsh 1992: 12-14). 10 VII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Lisboa, Portugal, 8-11 Oct. 2002 tiempo de la red, presencia/ausencia de conflicto/consenso, distribución de los recursos en la red, distribución de recursos entre los participantes y relaciones de poder. De este modo, el tipo ideal de policy community se caracterizaría por tener un número limitado de miembros, fundamentalmente representando intereses económicos, con una frecuencia de interacción alta, continua en el tiempo y donde los participantes comparten unos valores y una visión comunes de los problemas. En cuanto a los recursos, todos los participantes tendrían recursos, distribuidos jerárquicamente, estando basadas las relaciones en su intercambio. En este sentido, las relaciones de poder tenderían a estar equilibradas dentro de la policy community. La distribución de las dimensiones de la issue network sería la opuesta (Marsh / Rhodes 1992 b: 249-251)24. Por su parte, Jordan desarrolló también el concepto de policy community más allá de su colaboración con Richardson. Frente al énfasis en las issue networks desde el pluralismo estadounidense, Jordan subraya la tendencia de las políticas públicas a generar estructuras estables de interacción entre ANGs y decisores (1990; Jordan / Maloney 1997). Jordan contempla así las policy communities como un tipo de red, caracterizada por la estabilidad en los intercambios entre ANGs y actores públicos. Esta relación está caracterizada por la mutua interdependencia entre ambos grupos, aunque se reconoce la existencia de una asimetría última a favor de los actores gubernamentales (Jordan 1990: 333). El autor define así la policy community como "un tipo especial de red estable con ventajas para pontenciar la negociación en la resolución de políticas públicas (…) existente donde hay visiones comunitarias efectivamente compartidas sobre un problema. Donde no hay tales actitudes compartidas no existe tal policy community"25 (Jordan 1990: 327)[cursivas en el original]. Los rasgos básicos son: la interdependencia entre ANGs y decisores; la segmentación y la especialización de los actores; la confianza y el aprecio compartido entre los actores; su carácter dinámico dentro de la estabilidad y la tendencia a desagregar las cuestiones problemáticas; estabilidad, orden y rutina en la toma de decisiones con el fin de buscar la predecibilidad; acceso restringido, muchas veces fruto de la propia "autoselección" de los ANGs motivada por el alto nivel de especialización (cada ANG tiende a especializarse en un nicho propio, relacionado con un issue o problema muy concreto26 (Jordan / Maloney 1997: 565-576). La generación de estas estructuras está relacionada con el "sentido común de la elaboración de las políticas públicas" (Jordan / Maloney 1997: 580;), dada su funcionalidad a la hora de conseguir una efectiva acomodación de intereses dentro de la complejidad ambiental existente. La policy community contribuye así a aislar a los participantes interesados y con visiones similares sobre el problema y sus formas de solución, incrementando las probabilidades de resolución efectiva y satisfactoria. Esta literatura sobre policy networks no ha estado exenta de críticas. Por un lado, se le ha acusado de constituir una herramienta fundamentalmente heurística o descriptiva, pero sin suficiente poder explicativo (Dowding 1995; Peters 1999). Según Marsh y Rhodes, el "enfoque estructural" propio del estudio de los diferentes tipos de policy networks podría contribuir a explicar los diferentes resultados de políticas, especialmente su continuidad/discontinuidad (1992 b: 262)27. Esto, como se verá ha sido cuestionado desde el ámbito de la "elección racional institucional".Otras críticas vertidas sobre el enfoque de las policy networks son: los problemas para identificar la red y encuadrarla en una u otra categoría definitoria; la dificultad para explicar los procesos de cambio, tanto dentro de las redes como en las redes en sí; o la falta de ligazón explícita entre los modelos de policy networks y los 24 Otros intentos de clasificación de las policy network son los llevados a cabo, por ejemplo, por Van Waarden (1992) o por Jordan y Schubert (1992) (véase para un tratamiento completo sobre la clasificación de Van Waarden en Jordana 1995: 79). 25 Conviene señalar que Richardson no está de acuerdo con esta visión de la policy community como "conjunto de actitudes compartidas" (1999: 8) 26 Véase a este respecto Browne 1991; Baumgartner / Leech 2001. 27 Así, por ejemplo, según Marsh y Rhodes, las policy communities tenderían a producir una continuidad en las políticas producidas, basándose en la existencia de un núcleo de valores y actitudes compartidos en su seno (1992 b: 262). 11 VII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Lisboa, Portugal, 8-11 Oct. 2002 modelos del proceso de las políticas públicas28. El enfoque del "análisis estructural de redes" (structural network analysis) La literatura proveniente de Estados Unidos se ha caracterizado por hacer hincapié en las interacciones en el nivel individual entre actores clave más que en las relaciones estructurales entre instituciones (Marsh 1998: 6), así como por el empleo de sofisticados métodos de análisis cuantitativos basados en la teoría sociológica del análisis estructural de redes sociales. Los ejemplos más sobresalientes son los trabajos de Laumann y Knoke (1987) y los de Heinz, Laumann, Nelson y Salisbury (1993). El primero es un estudio sobre las estructuras de elaboración de las políticas públicas de los sectores sanitario y energético. Partiendo de una concepción del sistema político de las sociedades industriales avanzadas como un complejo de organizaciones formales en conflicto unas con otras sobre la asignación de recursos sociales escasos. A través del uso de las relaciones de poder dentro y entre redes interorganizacionales, los gestores estatales y los líderes de los grupos de interés compiten para movilizar recursos políticos para dar forma a políticas que beneficien los objetivos de sus organizaciones, incluyendo la supervivencia de la propia estructura de poder (Laumann / Knoke 1987: 8). Los autores se centran en lo que denominan "dominios de políticas públicas" (policy domains), definidos como "un conjunto de actores con importantes intereses sobre un área sustantiva de políticas públicas, cuyas preferencias y acciones deben ser tenidas en cuenta por los otros participantes en el dominio" (1987: 10). Dentro de estos dominios Laumann y Knoke tratan de descubrir los patrones estables y recurrentes de relación que enlazan unos actores con otros y constituyen la estructura relacional (la red) del dominio (1987: 12-13), y cómo esas pautas relacionales influyen en el proceso de las políticas públicas (reconocimiento del problema, generación de opciones de políticas públicas, la ordenación de la agenda y la decisión final) (1987: 14-18). Asimismo, los autores no sólo se preocupan de cómo la estructura de interacciones afecta a la política pública, sino también como la ordenación de "eventos" (definidos como "cuando una proposición concreta para una acción de autoridad es situada ante un cuerpo decisional" [1987: 17]) y los ámbitos institucionales en los que esos eventos tienen lugar influyen en las relaciones entre los actores (1987: 29-32)29. El trabajo de Heinz et al. (1993) explora la estructura de representación de intereses privados en cuatro dominios de la política federal estadounidense: energía, salud, laboral y agricultura. Los autores se centran en el estudio de los factores (variables) que inciden sobre la labor de los representantes de las organizaciones de intereses y en las pautas de interacción dentro esta élite política. Las variables estudiadas van desde las características sociodemográficas hasta el tipo de relación mantenida con otros actores (fundamentalmente capacidad de acceso a actores gubernamentales). El trabajo es interesante sobre todo porque trata de demostrar empíricamente sobre qué variables descansa en éxito/fracaso de estos ANGs .En este sentido, los resultados obtenidos muestran la segmentación existente en las políticas públicas, la tendencia de los ANGs a la especialización en pequeños “nichos” de problemas para evitar el conflicto con otros participantes, y la debilidad de las variables estructurales frente a las propias del contexto de negociación para explicar las decisiones resultantes30. El empleo del análisis estructural de redes en el estudio del proceso de las políticas públicas tiene como virtud principal el hecho de que trata de superar el uso meramente metafórico del concepto 28 Para un examen exhaustivo de estas críticas, véase Peters 1998. Y un intento de responder a las mismas y mejorar el modelo con aportaciones procedentes de otros ámbitos teóricos ("institutional rational choice", análisis estructural de redes y enfoque de la interacción personal) en Marsh / Smith 2000. 29 "Para comprender cómo se desarrollan las políticas públicas nacionales, uno debe tener en cuenta como las organizaciones perciben y responden a la estructura de oportunidades que afectan a los productos (outcomes) políticos, creada por la secuencia temporal de eventos relevantes en el campo de las políticas públicas" (Laumann / Knoke 1987: 30) 30 Véase especialmente el capítulo 11 "Participación y éxito en las decisiones" (Heinz / Laumann / Nelson / Salisbury 1993: 313 y ss.) 12 VII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Lisboa, Portugal, 8-11 Oct. 2002 de policy network, tratando de identificar empíricamente a través de sofisticadas técnicas sociométricas y estadísticas las pautas de interacción existentes entre los actores componentes de esas redes y sus propiedades estructurales. Entre las principales críticas está lo que se podría denominar la "falta de eficiencia" de este enfoque. Como señala Dowding, existe una clara desproporción entre el esfuerzo requerido para la recolección y el análisis de los datos31 y los resultados obtenidos, muchas veces similares a aquellos a los que se habría podido llegar empleando una metodología cualitativa (1995: 156). De este modo, lo que se obtiene frecuentemente es más un mero "mapa" de la estructura de relaciones entre los actores intervinientes en el proceso de las políticas públicas que una explicación en sí "estructural" de dicho proceso (Dowding 1995: 156-157)32. Así, en estudios como los de Heinz et al. se asemejan a una detallada instantánea de una parte del proceso de las políticas públicas, en la que sin embargo no es posible atisbar los elementos de cambio. La corriente europea continental del enfoque de las policy networks Lo que Marsh denomina "literatura europea" (y aquí se denominará "corriente europea continental) de las policy networks (Marsh 1998: 7) hace referencia al conjunto de autores, fundamentalmente alemanes y holandeses, que han utilizado el enfoque fuera de las islas británicas. La diferencia fundamental respecto a los autores británicos es que en la literatura europea continental las policy networks son algo más que un modelo de representación de los grupos de intereses: constituyen una forma de ordenación social, de governance 33 (Marsh 1998: 8). En este sentido, la gobernanza a través de las redes aparece como alternativa a los otros dos modos de ordenación social, el mercado y la jerarquía. El grado de dinamismo, diversidad y complejidad (Kooiman 1993) de las actuales sociedades dificulta la coordinación social a través de estos modos tradicionales. La coordinación a través de redes o auto-coordinación negociada u horizontal (Scharpf 1993: 137) es considerada como la alternativa para garantizar la gobernabilidad de las actuales sociedades. El desarrollo de redes cooperativas entre actores individuales contribuiría así a reducir los costes de transacción propios de otro tipo de relaciones (indiferencia o competencia) al mismo tiempo que evitaría los "fallos" propios de las formas de coordinación jerárquicas (Scharpf 1993)34. Dichas redes estarían basadas en la "confianza" (trust) existente entre el grupo de actores, una especie de acuerdo tácito que asegura que ningún actor tomará ventaja oportunista en algún momento de su relación con otro/s. Elección racional institucional (institutional rational choice) Este último enfoque permite enlazar con la visión de los autores integrados dentro de lo que se ha dado en llamar "elección racional institucional" (institutional rational choice). Estos tratan de explicar los procesos sociopolíticos a partir del comportamiento de los individuos. Frente a la concepción clásica de la teoría de la elección racional, que asumía que los actores tienen información completa y un conjunto completo y ordenado de preferencias, su versión "institucional" ofrece una 31 Como ejemplo, obsérvese la laboriosidad del procedimiento de elaboración de la muestra en el trabajo de Heiz et al. (1993). 32 En este sentido, dos autores dentro de la corriente del análisis estructural de redes, John y Cole son de la opinión de que la aplicación de técnicas sociométricas ha de ser contemplada más como un "complemento" que como una "alternativa" (replacement) a los estudios de caso (John / Cole 1998: 133). 33 "Modo de coordinación" es utilizado aquí como sinónimo de governance. Por "governance" se entiende "los modos estructurados y los medios en los que las preferencias divergentes de actores interdependientes son traducidas en elecciones de políticas públicas, de tal modo que la pluralidad de intereses es transformada en acción coordinada y el acatamiento de los actores es logrado" (Eising / Kohler-Koch 1999: 5) 34 No obstante, hay autores que estas policy networks, aunque horizontales y descentralizadas, nunca operan completamente fuera de las relaciones de poder-dependencia (Marin / Maintz 1991: 16). 13 VII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Lisboa, Portugal, 8-11 Oct. 2002 imagen más compleja de los individuos. Los autores dentro de la "elección racional institucional" consideran que los cálculos de coste y beneficio en las acciones de los individuos están influidos no sólo por la experiencia que dichos actores tienen de otros individuos, también calculadores, sino también por el conjunto de las reglas vigentes, las condiciones físicas y materiales y la cultura o valores compartidos que afectan a los contextos de acción donde aquellos individuos interactúan (Ostrom 1999). Los individuos, por tanto, son falibles y están en un constante proceso de aprendizaje. De este modo, teniendo en cuenta esta serie de presupuestos sobre el comportamiento individual, pueden elaborarse modelos matemáticos a partir de los cuales extraer inferencias más o menos consistentes sobre los resultados de los procesos de interacción entre actores. Esta supuesta superior capacidad explicativa de la teoría de la elección racional institucional ha estado en la base de las críticas vertidas desde esta perspectiva sobre en enfoque de las policy networks. En este sentido, autores como Dowding (1995) sostienen lo superfluo y el escaso valor científico que tiene el acudir a metáforas estructurales para explicar el proceso de las políticas públicas, tal y como hacen los representantes del enfoque de las policy networks. Para Dowding, dichas estructuras pueden ser vistas perfectamente como juegos de negociación. En estos juegos los actores involucrados pueden disponer de cinco tipos de recursos: conocimiento o información; autoridad legítima; incentivos no condicionales capaces de afectar a los intereses de otros; incentivos condicionales (amenazas, ofertas); y reputación. Estos recursos son puestos en juego por los actores a la hora de elaborar estrategias de acción que les permitan afectar a las preferencias de los otros y obtener resultados lo más óptimos posible de acuerdo con su propia estructura de preferencias (Dowding 1995: 144-146). El enfoque de la "coalición de apoyo" (advocacy coalition framework) Concebido durante la década de los ochenta por Paul Sabatier y Hank Jenkins-Smith35, este enfoque un puesto de considerable relevancia dentro de las teorías de las políticas públicas actualmente en boga, sobre todo entre aquellas que tratan de explicar los procesos de cambio. Sin entrar en una crítica de las debilidades de este enfoque (que, por otra parte, pueden verse explicitadas en la revisión crítica de Sabatier / Jenkins-Smith 1999), sus rasgos principales serían los siguientes. Cinco son las premisas de las que parte este enfoque. En primer lugar, la idea de que las teorías del cambio en las políticas públicas han de dar cuenta del papel desempeñado por la información de carácter técnico. Una segunda premisa es que la comprensión del proceso de cambio requiere una perspectiva temporal de una década o más. Tercero, la unidad de análisis básica son los subsistemas (o dominios) de políticas públicas, consistentes en aquellos actores públicos y privados que están activamente interesados con un problema o issue. En cuarto lugar, la concepción de los subsistemas debe ampliarse respecto a la tradicional de los "triángulos de hierro", ampliando las categorías de actores comprendidos para incluir así a dos nuevos grupos: periodistas, investigadores y analistas de políticas públicas, y a los actores en cualquier nivel de gobierno con un papel activo en la formulación e implementación de políticas. Por último, la quinta premisa, es que las políticas públicas incorporan teorías implícitas sobre cómo alcanzar sus objetivos, pudiendo así ser concebidas como sistemas de creencias (Sabatier / Jenkins-Smith 1999: 118-119). Por tanto, este enfoque tiene en común con otros vistos hasta ahora la concepción fragmentada de las políticas públicas, dentro de subsistemas de actores más o menos estables. Estos son concebidos como agregados de coaliciones de actores, cada una de ellas caracterizada por estar compuesta tanto por actores gubernamentales como por ANGs, que comparten un sistema de creencias y envueltos en actividades de cooperación a lo largo del tiempo (Sabatier / Jenkins-Smith 1999: 120)36. 35 Sobre el proceso de gestación de este enfoque, véase Sabatier / Jenkins-Smith 1999: 117-118. Los comportamientos dentro de estos subsistemas son influidos a su vez por dos grupos de variables exógenas. Por una parte, un grupo estable compuesto por los atributos básicos del problema, la distribución de recursos naturales, la estructura social y los valores culturales predominantes y la estructura constitucional básica. Por otra, sobre el subsistema influyen 36 14 VII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Lisboa, Portugal, 8-11 Oct. 2002 La visión de las coaliciones como "sistemas de creencias" es especialmente importante a la hora de explicar la elaboración de las políticas públicas y su cambio. Cada sistema de creencias está dividido en tres niveles. Existe, por un lado, un "núcleo duro" (deep core) formado por las nociones ontológicas y normativas básicas. En un segundo nivel están las "creencias políticas básicas" (policy core beliefs) donde se incluyen los compromisos normativos básicos de la coalición y sus percepciones causales dentro del subsistema. Y en un nivel más superficial se encuentran los "aspectos secundarios" (secondary aspects), que comprenden un amplio conjunto de creencias concernientes a la gravedad del problema, medidas específicas a adoptar en la política, etc. (Sabatier / Jenkins-Smith 1999: 121-122). En función de su sistema de creencias, cada coalición de actores adopta una estrategia propia con el fin de convertirse en la "coalición dominante" del proceso o, al menos, influir en su resultado final37. Al mismo tiempo, la estabilidad de dichas estrategias está sometida a un proceso de continua revisión por parte de los actores, fruto de la retroalimentación producida por la experiencia acumulada o del acceso a nueva información, fundamentalmente técnica. La importancia de este tipo de información hace que el papel desempeñado por los científicos y los analistas de políticas públicas sea considerado fundamental en este enfoque. Este aprendizaje38 (dentro de la propia coalición, o entre coaliciones) puede resultar en un cambio en las políticas, fruto de la modificación producida en el sistema de creencias de la coalición. No obstante, los autores advierten que dicho proceso suele afectar únicamente a los "aspectos secundarios" del sistema de creencias, mientras que los cambios sustanciales en los otros dos niveles hay que explicarlos por la influencia de variables exógenas al subsistema, fundamentalmente cambios en el "mundo real" (es decir, el entorno físico o socieconómico) (Sabatier / Jenkins-Smith 1999: 122123). En relación con el comportamiento de las coaliciones, los autores señalan estabilidad en torno a los núcleo duro y de creencias políticas básicas (dicha estabilidad suele abarcar períodos de diez o más años), mientras que los aspectos secundarios son más maleables. También se admite la diferencia de comportamiento entre distintos tipos de actores: así, los actores gubernamentales tienden a defender posturas más moderadas que los ANGs (Sabatier / Jenkins-Smith 1999: 129) y, dentro de estos, aquellos que representan intereses no económicos suelen estar más limitados en la expresión de sus creencias y posiciones políticas (1999: 134). Otra pauta interesante en las interacciones dentro de una coalición es la de que sus miembros mostrarán mayor tendencia a colaborar si sus oponentes son poderosos y pueden imponerles costes sustanciales en caso de derrota (1999: 140). Por último, en la interacción entre coaliciones es frecuente que cada una trate de compensar el control que las otras tienen de determinadas rutas de acceso y/o influencia (ejemplo, una agencia gubernamental) mediante el control de otras rutas alternativas (ejemplo, grupo parlamentario o comisión legislativa), con lo cual es posible que se den situaciones de estancamiento o “tablas” (stalemate) (1999: 145). COMENTARIOS FINALES Estas últimas líneas se dedicarán a señalar las diferencias/semejanzas entre los diferentes enfoques tratados. Para ello servirán de marco organizador las siguientes dimensiones no totalmente excluyentes39: 1. competencia / captura-cooptación; 2. fragmentación / segmentación; y 3. negociación / acuerdo procedimental-valorativo básico. factores más variables, como cambios socioeconómicos, cambios en la coalición sistémica de gobierno o el impacto de otras decisiones políticas tomadas en otros subsistemas (Sabatier / Jenkins-Smith 1999: 120-121). 37 Los autores subrayan la importancia del papel desempeñado en muchas ocasiones por los "mediadores" (policy brokers), encargados de encontrar un compromiso razonable entre las diferentes coaliciones. 38 La denominación técnica de este proceso es policy-oriented learning. 39 Es decir, se admite que los enfoques encuadrados en uno de los dos polos de cada dimensión pueden presentar, aunque en menor medida, también rasgos propios del otro extremo. 15 VII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Lisboa, Portugal, 8-11 Oct. 2002 La primera de las dimensiones (competencia/captura-cooptación) hace referencia a las relaciones entre ANGs y actores gubernamentales. Por un lado, diversos enfoques enfatizan la competencia entre los ANGs por conseguir influir en los decisores públicos, los cuales mantienen una relación, si no de total autonomía, sí de cierta equidistancia respecto a los otros participantes. Aquí se podría incluir a los pluralistas clásicos, el enfoque de las issue networks, las perspectivas de la elección racional (donde los actores gubernamentales participan en los juegos como un actor más) e incluso el enfoque de la coalición de apoyo, en tanto que este insinúa la importancia de los “mediadores públicos” entre las coaliciones enfrentadas. Frente a estos, otras teorías enfatizan la posición dominante de alguna categoría de ANGs (fundamentalmente económica y/o técnico-científica) respecto a los decisores públicos, con los que mantienen una relación privilegiada, bien sea por la dependencia de los actores gubernamentales respecto a sus socios, o porque desde el estado se concede un status superior a determinados ANGs. Esto suele ir acompañado de la restricción del acceso al resto de actores no gubernamentales, o la reducción del mismo a un hecho meramente simbólico. Aquí se incluiría a los primeros teóricos de los subsistemas, los representantes de la corriente de las policy networks centrados en las policy communities, la teoría neocorporatista y también el enfoque de la coalición de apoyo, dada la estabilidad en la permanencia de la coalición dominante. La dimensión fragmentación/segmentación se orienta hacia la organización de los dominios de políticas públicas. Una concepción fragmentada del espacio de las políticas públicas conlleva la existencia de una dispersión (no confundir con igualdad) de recursos entre los ANGs, así como la disponibilidad de múltiples vías institucionales de acceso para influir en la decisión. Un espacio de políticas públicas fragmentado suele ir asociado a pautas competitivas entre los actores, así como a un cierto grado de permeabilidad entre los distintos dominios, en el sentido de que es habitual encontrarse a actores actuando en varios dominios o, dentro de un dominio, participando en distintos issues. Entre los enfoques que destacan esta visión de las políticas públicas están el pluralismo clásico y el enfoque de los issue networks de Heclo. El resto de enfoques tienden a resaltar una distribución menos dispersa de los recursos, la organización de los dominios en torno a núcleos decisores más o menos aislados de la influencia de otros. Esto restringe el número de vías de influencia a disposición los ANGs, así como la permeabilidad inter e intra dominios, dado que la autonomía de los núcleos decisores y la reducción de las vías de acceso conduce a una mayor especialización los ANGs, tanto material como estratégica40. Esta visión aparece en los teóricos de los subsistemas, mesocorporatismo, el enfoque de las policy communities, el análisis estructural de redes, la teoría de la elección racional institucional y el enfoque de la coalición de apoyo. Por último, la dimensión negociación/acuerdo procedimiental-valorativo básico hace referencia al procedimiento de adopción de decisiones. Aunque todos los enfoques hacen referencia a la negociación entre actores como rasgo básico del proceso de las políticas públicas, y aunque todos insisten en la necesidad de un acuerdo normativo-valorativo mínimo sobre los procedimientos legítimamente aceptados (formalizado o no), existen evidentes diferencias de grado. Enfoques como el de la elección racional institucional, el pluralista clásico o el de las issue networks inciden en señalar la importancia de la negociación ad hoc entre actores, aunque en el caso de la elección racional institucional se admita la existencia de cierto consenso previo en cuanto a las normas de procedimiento o los valores sociales básicos sobre los que se asienta la negociación. El resto de enfoques no descartan la existencia de negociaciones entre los actores, pero resaltan más la afinidad en cuanto a visiones del problema y de sus posibles soluciones políticas, como es el caso de la perspectiva de los subsistemas, las policy communities o el enfoque de la coalición de apoyo. 40 Esto no significa que disminuya la cantidad de estrategias a disposición de los ANGs, sino que se incrementa la preferencia por unas más que por otras. 16 VII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Lisboa, Portugal, 8-11 Oct. 2002 De acuerdo con lo que se dijo al principio de este trabajo, puede observarse cómo las dimensiones que acaban de señalarse no son independientes entre sí, sino que constituyen diferentes manifestaciones de dos maneras básicas de contemplar el proceso de las políticas públicas: bien como proceso fundamentalmente abierto y conflictivo, donde diferentes actores con diferentes intereses entran en juego, y en el que la decisión política es resultado del equilibrio final de poder entre los participantes; o como proceso donde las políticas son decididas por un conjunto limitado de actores, con concepciones semejantes sobre el diagnóstico de la situación y sobre cuál ha de ser la dirección de las medidas a tomar. En conclusión, y aceptando la afirmación de Smith con que comenzaba este trabajo sobre el hecho de que la determinación del papel de los ANGs en la política es ante todo una cuestión empírica, lo hasta aquí expuesto muestra cómo dicha tarea está condicionada por los instrumentos teóricoanalíticos que generan las hipótesis a comprobar. Por tanto si, como aquí se sostiene, teoría e investigación empírica van unidas, es preciso demandar que las lentes conceptuales utilizadas permitan enfocar la mayor variedad posible de estados del fenómeno estudiado, tratando de mantener al mismo tiempo la consistencia interna que se requiere a toda elaboración teórica. REFERENCIAS -ALFORD, Robert R. y Roger FRIEDLAND (1985) Powers of Theory. Capitalism, the State, and Democracy. Cambridge: Cambridge University Press. -BAUMGARTNER, Frank R. y Bryan JONES (1993) Agendas and Instability in American Politics. Chicago: University of Chicago Press. -BAUMGARTNER, Frank R. y Beth L. 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En la actualidad es miembro del Departamento de Ciencia Política y de la Administración de dicha Universidad, y trabaja en un proyecto de tesis doctoral sobre las asociaciones empresariales en Andalucía y su papel como actores políticos. 20