El creador del Fingo abandona el país

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Interés general
La Plata, miércoles 10 de julio de 2002
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UN INGENIERO EN ROBOTICA DESOCUPADO
El creador del Fingo abandona el país
Fernando López creó el famoso auto sin volante, con el que dio la vuelta al mundo y entró al Guiness. Ahora vive en La Plata y no consigue trabajo
Los hermanos Wright crearon el
avión. Trevitchick la locomotora a vapor. Un tal Daimler el auto, Santos
Dumont el dirigible y Starley la bici.
La lista de los inventores del mundo
es larga, y a ella se le suman otros
desconocidos, pero no por ello de
menor envergadura. Uno de los creativos made in argentina es Fernando
López, quien tiene en su haber la patente del primer auto sin volante, el
Fingo, que recorrió el mundo en casi
un año y medio.
Pero el dicho “nadie es profeta en
su tierra” le cabe a la perfección a este inventor radicado en La Plata desde hace unos meses. A pesar de
haber creado este singular automóvil, en nuestro país nadie le reconoce
lo hecho. A tal punto, que está a
punto de emigrar donde pueda
trabajar en lo que más ama: crear cosas, le cuenta a Hoy.
Fernando es un inventor. Ante
cualquier necesidad, saca de la galera
una buena idea y la pone en práctica.
No es el único del país, pero es muy
bueno en lo suyo. A pesar de no contar con los recursos económicos para
costear sus investigaciones, hace magia para “darle vida” a sus creaciones,
lo que se traduce en hacer palpables
los sueños que tiene en su cabeza o
en borradores.
Ya está por irse. Aunque se resiste.
“Tuve muchas ofertas para trabajar
afuera mientras recorrí el mundo con
el Fingo, pero preferí venir acá para
poder trabajar de lo mío en mí país.
Siempre quise que mis inventos sean
made in Argentina, pero por lo visto es
imposible”, cuenta el creador del ya
mítico Fingo. Tiene 36 años y se de-
En la historia
El Fingo en La Plata. Llegó en febrero de 2001, tras su periplo por 1.331 ciudades
fine como inventor. La idea de hacer
un auto sin volante se le ocurrió tras
ver en un noticiero a un ex combatiente de Malvinas mutilado. “No
puede ser que un tipo inválido no
pueda manejar”, pensó. Y de inmediato se puso a trabajar en el tema.
López está casado con
una platense. Está por
tener un hijo. Y ya
le creó pañales
y una cuna especial
Corría el año 1998 y tenía apenas 22
años. La idea fue contribuir al proceso de integración social de personas
que padecieran diferentes discapacidades, y que por ello no tienen posibilidades de conducir un automóvil
tradicional.
El Fingo -montó su proyecto sobre
la carrocería de un Renault Twingoposee dos computadoras de abordo,
una desarrollada para la operación
total del vehículo y la otra con una
base con acceso permanente a internet. El control de la dirección se basa
en un panel digital el cual tiene varias
funciones. El motor del Fingo es una
adaptación del inventor y consume 4
litros cada 100 kilómetros. El vehículo posee varios dispositivos, como un
reconocedor de voz que hace que el
auto se ponga en marcha sólo con
una orden del inventor. Además se
puede conducir el vehículo desde mil
metros de distancia a través de un
control remoto.
En setiembre de 1999, partió junto
a Osvaldo Malvestitti desde Córdoba
con el fin de recorrer el mundo “al
mejor estilo Verne” y lograr así un récord Guiness. En su periplo por di-
Mucho más que un viaje
El Fingo piloteado por su inventor, Fernando
López, junto a su navegante Osvaldo Malvestitti,
partió del Obelisco el 18 de agosto de 1999 a las
21. Desde ahí, el equipo fue por ruta hacia la
ciudad de Córdoba en donde el 4 de septiembre
a las 11, ante un escribano público, se certificó la
salida oficial para el libro de los récords. Entonces
el equipo recorrió las rutas del norte argentino
ingresando a Brasil por Puerto Iguazú llegando
hasta la ciudad de Río de Janeiro. Luego el
equipo se trasladó a Europa en un avión carguero. Llegados al viejo continente, comenzaron
su recorrido cruzando Holanda, Bélgica, Francia,
Alemania, Austria, Italia y Grecia. Luego desde
Atenas un ferry los transporto a Haifa (Israel). Allí
comenzaron el recorrido por las rutas de Medio
Oriente pasando por Palestina hasta Egipto. Otro
carguero los llevo a Hong Kong (China). Allí, cargaron al Fingo en un barco hacia Los Estados
Unidos. Continuó su recorrido por las rutas del
sur de California pasando por México,
Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua,
Costa Rica y Panamá. Allí el último carguero, lo
transportó a la ciudad de Cali (Colombia).
El equipo reanudó su viaje por Ecuador, Perú y el
norte de Chile, ingresó a Argentina por la
Provincia de Jujuy, llegando a Buenos Aires el 7
de febrero del 2001.
Nacido en 1965 en el barrio
porteño de Mataderos, a partir
del mes de marzo de 1987
Fernando López comenzó a trabajar -sin el apoyo económico
de nadie- en la creación de un
automóvil “especial”.
Solo el apoyo moral de algunos
allegados y con un descomunal
esfuerzo propio, logró alcanzar
su meta en 1999: finalizó la construcción del prototipo que se
convirtió en el primer automóvil
sin volante que recorrió el
mundo haciendo historia en la
industria automotriz.
versos países (durante un año y cinco
meses pasaron por 1.331 ciudades y
anduvieron 45.700 kilómetros) obtuvo un gran reconocimiento, como así
también muchas propuestas por su
creación.
Pero volvió a la Argentina, en febre-
En Japón le ofrecieron
45 millones de pesos
para patentar su
invento. En Argentina
le cierran las puertas
ro del 2001. Y desde entonces “solamente recibí promesas de políticos y
empresarios, que nunca llegaron a
materializarse”. Cansado de tanto
“chamullo” decidió hacer las valijas,
aunque le duela.
El auto sin volante no es su única
invención. Por ejemplo, desde que se
enteró que va a ser papa en noviembre (está casado con la platense Carolina Mayer) creó un pañal que indica
qué hizo la criatura: tiene un cintillo
que se torna de color rojo cuando orina y rojo cuando defeca. E incluso
una cuna que se mueve como si lo hiciera una mamá cuando el bebé comienza a llorar o se pone inquieto.
Hay más: inventó un auto sin vidrios
ni puertas, “super seguro y con una
mayor aerodinamia”, dijo. En lugar
de parabrisas tiene una gran pantalla
de cuarzo líquido, y se ingresa por
medio de un dispositivo electrónico
que abre una parte del rodado.
Todas estas creaciones, entre otras
tantas, no parecen servirles para desarrollar su profesión en el país. Y cada una de las puertas que se le cierran
lo expulsan cada vez más hacia otros
países en donde sí están interesados
en los inventores como él.
“Cuando pasé con el Fingo por Japón, una empresa me ofreció 45 millones de pesos por la patente, y encima trabajo como inventor en la
compañía”, comenta. En cambio acá
“no me quedó lugar para presentar
proyectos, tanto organismos públicos
como empresas privadas”.
Fernando vive de los ahorros. Y de
la ayuda de los familiares. “Es injusto, y por eso estoy amargado: yo estudié (es ingeniero, especializado en
robótica) en este país, y es acá donde me gustaría vivir y trabajar. Pero
parece que es imposible”, remarca
con una evidente amargura.
La famosa “fuga de cerebros” está
a punto de ganarse un nuevo inventor. Y van....
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