Contenido 3 ¿Se hereda la Enfermedad Inflamatoria Intestinal? 7 La Enfermedad Inflamatoria Intestinal pediátrica: peculiaridaddes 11 Aspectos psicológicos de la Enfermedad Inflamatoria Intestinal 13 16 Dr. Manuel Castro Fernández Dr. César Sánchez Sánchez Dra. Marta Iglesias ¿Qué puedo hacer yo para prevenir brotes y llevar una vida saludable? Enfermera Mª Mercedes Cañas Gil Ostomía en la Enfermedad Inflamatoria Intestinal Enfermera Inmaculada García Reina Consejo editorial Dr. Federico Argüelles Arias Hospital Universitario Virgen Macarena, Sevilla ENFERMERÍA: Dra. Pilar Martínez Montiel Hospital 12 de Octubre, Madrid D. Jorge Funuyet Guirado Hospital Universitario Virgen de Valme, Sevilla Dr. José Luis Cabriada Nuño Hospital Galdakao - Usansolo, Galdakao Vizkaya Dña. Laura Marín Sánchez Hospital Universitario Germans Trias i Pujol, Badalona Con la colaboración de ACCU España 6017_MSD ESP_v4 Edición y coordinación PRODUCCIÓN EDITORIAL: Diseño editorial: Europa Press © EUROPA PRESS COPYRIGHT 2012 Esta literatura refleja las opiniones y hallazgos propios de los autores y no son necesariamente los de Merck & Co., Inc., ni los de ninguna de sus afiliadas. El contenido que se proporciona en esta literatura es información general. En ningún caso debe sustituir ni la consulta, ni el tratamiento, ni las recomendaciones de su médico. 3 ¿Se hereda la Enfermedad Inflamatoria Intestinal? Dr. Manuel Castro Fernández Enfermera Mª José Jiménez Barbero Unidad de Enfermedades Digestivas. Hospital Universitario de Valme. Sevilla . ¿Se hereda la Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII)?, ¿puedo transmitir la enfermedad a mis hijos? o ¿cuál es la causa de la enfermedad?, son algunas de las preguntas más habituales de los pacientes. La pregunta ¿se hereda la EII? requiere al menos dos respuestas: •La EII no se hereda. •No se hereda la EII pero sí se puede heredar la predisposición o susceptibilidad a padecerla. Ambas respuestas son válidas tanto para la enfermedad de Crohn (EC) como para la colitis ulcerosa (CU). La causa de la EII no está totalmente aclarada pero se admite que en todos los pacientes es multifactorial y consecuencia de una interacción entre factores genéticos, inmunológicos y ambientales. Se considera que la EII se desarrolla en personas predispuestas genéticamente, por reacciones defensivas anómalas o incontroladas del sistema inmunológico en la pared del intestino frente a proteínas (antígenos) de origen bacteriano o alimenticio, y favorecida por la influencia de otros factores ambientales como el tabaquismo. Los pilares básicos de la etiopatogenia de la EII serían: •La predisposición genética. •Las bacterias intestinales. •El sistema inmunológico defensivo intestinal. Es probable que en algunos pacientes predomine más la influencia genética y en otros la del medio ambiente, pero ambos factores serían importantes en todos los casos. La EII tiene indudablemente una base genética, y la herencia tiene un papel muy importante, pero no es una enfermedad hereditaria, en el sentido clásico o coloquial del término, y no está presente o determinada en el embrión o en el recién nacido. La herencia, por sí sola, no sería suficiente para el desarrollo de la enfermedad. Hay que admitir que en la población sana existen personas con alteraciones genéticas relacionables con la EII que nunca padecerán la enfermedad. Influencia de la herencia en la EII Hay datos epidemiológicos y observaciones de los pacientes que hacen sospechar la influencia de la herencia en la EII. No es excepcional que haya más de un caso de la enfermedad en la misma familia (agrupamiento familiar) y, asimismo, la EII es más frecuente en gemelos monocigóticos que dicigóticos y en determinados grupos étnicos. Se admite que el riesgo de padecer EII es mayor en los familiares de un paciente que en la población general y que el mayor riesgo de padecer la enfermedad es precisamente tener un familiar afectado. La influencia genética es mayor en la EC que en la CU. Los estudios realizados sobre la influencia de la herencia en la EII muestran que: 4 •Es más frecuente en la población de raza blanca que en la afroamericana y asiática. Es especialmente frecuente en la raza judía, independientemente de su localización geográfica. •En gemelos monocigóticos, que comparten la misma información genética, la concordancia de EC es aproximadamente de 50% y de CU de 10%, mientras que en gemelos dicigóticos sería en ambos casos inferior a 5%. •El 5-10% de los pacientes con EII tiene algún familiar afectado por esta enfermedad. La EII no se hereda, pero sí se puede heredar la predisposición o susceptibilidad a padecerla El riesgo de desarrollar la enfermedad, CU o EC, en un familiar de primer grado de un paciente con EII es 10-15 veces superior al existente en la población general. El mayor riesgo tiene lugar cuando ambos padres padecen la enfermedad, por lo que se alcanza una prevalencia de 10-36%. Es habitual que los familiares afectados presenten el mismo tipo de enfermedad (75%), ya sea CU o EC, aunque en ocasiones (25%) puede darse la circunstancia contraria. Hay que considerar que la presencia de varios casos de la misma enfermedad en una familia no estará condicionada únicamente por la influencia genética sino también por compartirse factores ambientales como alimentación, hábitos higiénicos, riesgo de infecciones, etc. Los datos aportados sobre el agrupamiento familiar en la EII pueden preocuparnos pero nunca asustarnos, ya que el riesgo real que un hermano de un paciente con EC o CU padezca la enfermedad no es superior a 5% y el riesgo de que el hijo de un paciente con EC o CU padezca la enfermedad no es mayor a 10% y 2% respectivamente. La trasmisión intrafamiliar justificaría un porcentaje bajo de los casos de la EII. La gran mayoría de los hijos o hermanos de pacientes con EII nunca desarrollarán la enfermedad. Conceptos básicos de herencia y enfermedad hereditaria. Alteraciones genéticas de la EII En este artículo, y de una forma concisa, hemos afirmado que la EII no es una enfermedad hereditaria, en el sentido clásico o coloquial del término, pero también hemos afirmado que la herencia tiene un papel importante en los mecanismos que la originan. Estas afirmaciones compatibles requieren ciertas aclaraciones para evitar confusiones entre los conceptos de heredar una enfermedad 5 El riesgo de desarrollar la enfermedad en un familiar de primer grado de un paciente con EII es 10-15 veces superior al existente en la población general y heredar la predisposición a padecerla. La herencia genética es el mecanismo por el cual los padres transmiten a sus hijos en el momento de la concepción, presente por tanto en el embrión y en el recién nacido, una información que va a influir no solo en aspectos morfológicos, como estatura, color del pelo o piel, sino también en el desarrollo o predisposición a ciertas enfermedades. La información se transmite a través de los genes, presentes en los cromosomas del núcleo de las células sexuales (espermatozoides y óvulos), por lo que el futuro recién nacido tiene información genética de ambos padres, pudiendo en unos aspectos ser más influyente la información materna que la paterna o viceversa. Algunos de los genes que se transmiten pueden ser defectuosos y no tener ninguna repercusión en la salud o bienestar de la persona, pero en otras ocasiones, por desgracia, estos genes tienen mayor importancia y son causa del desarrollo de enfermedades que pueden tener gran repercusión en la calidad o expectativa de vida. Esta circunstancia se presenta en las denominadas enfermedades hereditarias en las que el padre y/o la madre transmiten a sus hijos un gen anómalo responsable del desarrollo de una futura enfermedad que se puede manifestar clínicamente en el recién nacido o en etapas posteriores de la vida. En algunas enfermedades es suficiente que el gen anómalo o defectuoso lo transmita uno de los padres (herencia dominante) mientras que en otras ocasiones es necesario que ambos padres transmitan el mismo gen anómalo (herencia recesiva). En estas enfermedades hereditarias podemos conocer el riesgo de transmisión de la enfermedad al recién nacido (habitualmente 25-50%) y es aconsejable en algunos casos la asesoría genética a los padres y el diagnóstico prenatal. Entre las enfermedades hereditarias podemos mencionar, entre otras, a la fibrosis quística, la fenilcetonuria, la hipercolesterolemia familiar, la hemofilia, y la distrofia muscular de Duchenne. La EII, como probablemente la mayoría de las enfermedades conocidas, tiene una base genética pero no entraría en el concepto comentado de enfermedad hereditaria. En la EII no existe ningún gen único responsable de la enfermedad, al contrario de las enfermedades hereditarias explicadas; sin embargo, se han, detectado diversas alteraciones genéticas en distintos cromosomas que probablemente predispondrán, en mayor o menor medida, a su desarrollo. La EII ha sido clasificada como enfermedad hereditaria multifactorial. En este concepto se incluyen enfermedades con una predisposición genética, que radicaría en la interacción 6 de varios genes de distintos cromosomas (trastorno genético poligénico), que requieren siempre la participación de otros factores (denominados ambientales), no genéticos ni hereditarios, para su desarrollo. Entre las enfermedades hereditarias multifactoriales habría que incluir a aquellas tan comunes como la hipertensión arterial, cardiopatía isquémica, obesidad, diabetes, etc. Los genes defectuosos relacionados con la EII intervendrían en funciones como son los mecanismos defensivos inmunológicos frente a bacterias o proteínas extrañas en la luz intestinal, en la permeabilidad de la mucosa intestinal y en aspectos no bien conocidos. Es probable que algunos genes tengan mayor influencia que otros en la predisposición a padecer la enfermedad. Se han producido grandes avances, todavía insuficientes, en el estudio del genoma humano en las distintas enfermedades. Actualmente se considera que la información genética influiría no sólo en el desarrollo de la EII, sino también en sus manifestaciones clínicas, complicaciones y respuesta a fármacos. Conclusiones La EII no es una enfermedad hereditaria en el concepto clásico, verdadero o coloquial del término. La EII, como la mayoría de las enfermedades, podría ser clasificada como enfermedad hereditaria multifactorial, al tener la herencia un importante papel. Las alteraciones genéticas detectadas en la población con EII, potencialmente heredables, no son suficientes para el desarrollo de la enfermedad, aunque sí la predisponen, y en todos los casos es necesaria la participación de otros factores, denominados ambientales, que son ajenos a la herencia. Podemos concluir de forma similar a la que comenzamos este artículo: La EII no se hereda pero sí puede heredar la predisposición a padecerla, aunque en cualquier caso es muy bajo el riesgo de transmisión de la enfermedad de padres a hijos. No es aconsejable, en ningún caso, la asesoría genética a los padres ni mucho menos el intento de un diagnóstico prenatal. 7 La Enfermedad Inflamatoria Intestinal pediátrica: Peculiaridades Dr. César Sánchez Sánchez H. Materno Infantil Gregorio Marañón La enfermedad inflamatoria intestinal (EII) pediátrica tiene características propias y diferentes tanto en sus manifestaciones clínicas, criterios diagnósticos, protocolos terapéuticos y peculiaridades psicosociales. Se caracteriza por la inflamación crónica a nivel intestinal acompañada con frecuencia de manifestaciones extraintestinales, con una evolución crónica con alternancia de periodos de actividad con otros de remisión asintomática. En la actualidad, tres entidades clínicas se incluyen en este trastorno: la Colitis Ulcerosa (CU), con afectación limitada exclusivamente a la mucosa del colon; la Enfermedad de Crohn (EC), proceso inflamatorio que puede afectar a la totalidad del tracto digestivo, con alteración de todas las capas del intestino de forma no continua, y la EII no clasificada, cuando por sus características es difícil la diferenciación con las entidades antes descritas. En el momento actual, el origen de la enfermedad aún no está aclarado. Parece ser que la predisposición genética, por los antecedentes familiares presentes, junto a la interacción de factores ambientales, la flora intestinal y una respuesta inmunitaria anómala por parte del organismo, explicarían el desarrollo de la enfermedad. Asimismo, actualmente gracias a los avances científicos, al mayor conocimiento de la enfermedad y a factores aún no conocidos, la EII se diagnostica de forma más precoz y a edades más tempranas, de tal manera que hasta un tercio de los adultos fueron diagnosticados antes de los dieciocho años de edad. Estudios epidemiológicos recientes han demostrado un aumento en la incidencia de la enfermedad en la edad pediátrica en la última década, hasta tres veces más en el caso de la EC y dos veces más para la CU. En lo que se refiere a los niños, se diagnostica con más frecuencia la enfermedad de Crohn, sobre todo en aquellos por encima de los 5 años de edad. La EII puede manifestarse a cualquier edad, aunque es rara durante el periodo de lactante y edad preescolar, y es en estos casos más frecuente la existencia de familiares de primer grado enfermos, y más habitual en la infancia tardía y adolescencia (12-14 años). En cuanto a la distribución por sexo de la enfermedad, parece ser ligeramente más frecuente en varones. Como hemos comentado con anterioridad, una de las peculiaridades más importante de la EII en la edad pediátrica es que se produce durante etapas de crecimiento situación que, condiciona Una de las peculiaridades más importante de la EII en la edad pediátrica es que se produce durante etapas de crecimiento 8 la necesidad de diagnóstico precoz y de un tratamiento orientado a preservar un adecuado estado nutricional y de desarrollo de peso y talla, así como especial atención a aspectos psicosociales tan importantes en esas edades. hasta tres veces más, en la EC pediátrica. Por esta razón, en los niños con EII es imprescindible el seguimiento del crecimiento, estado nutricional, maduración ósea y sexual, sobre todo en etapa prepuberal y puberal. En lo relativo a las manifestaciones clínicas de la enfermedad, cabe destacar que los síntomas más representativos de la EII en adultos, diarrea mucosanguinolenta, dolor abdominal y pérdida de peso, suelen presentarse solo en una cuarta parte de los niños afectados y esa diferencia es más evidente en la EC pediátrica. En población pediátrica son más frecuentes los síntomas inespecíficos, relacionados en muchas ocasiones con retraso del crecimiento y del desarrollo, lo que conlleva diagnósticos diferenciales más amplios y con posibilidad de demora diagnóstica. El retraso en el crecimiento afecta con mayor frecuencia, Ante un paciente pediátrico en el que se sospecha la posibilidad de una EII, es especialmente importante una completa historia clínica, centrada en síntomas digestivos y no digestivos. La sospecha diagnóstica se establecerá cuando los síntomas sean persistentes y recurrentes, con afectación del estado general, sobre todo en el caso de dolor abdominal, diarrea, sangrado rectal y pérdida de peso. Otros síntomas que pueden apoyar la sospecha serán la fiebre, el retraso de crecimiento, la malnutrición, artropatías no traumáticas, lesiones en piel, ausencia de menstruación en niñas con ciclos establecidos, retraso del desarrollo sexual o enfermedad perianal. Especial interés en la edad pediátrica, por su elevada frecuencia como primera manifestación son los síntomas extraintestinales, sobre todo en EC, lo que en ocasiones puede dominar y preceder el cuadro digestivo lo que contribuye al retraso diagnóstico. Estas últimas manifestaciones pueden ser de tipo articular, dermatológicas, oculares, hepatobiliares y urinarias. La sospecha diagnóstica aumentará en el caso de la existencia de algún familiar de primer grado diagnosticado de EII. En pediatría como en adultos, no existen pruebas específicas de EII. Desde el punto de vista analítico, la presencia de anemia, alteración de marcadores de inflamación inespecíficos y marcadores serológicos específicos apoyarán el diagnóstico. Es imprescindible la monitorización de parámetros nutricionales dada la elevada presencia de malnutrición en los niños. En todos los pacientes se realizarán estudios microbiológicos con el fin de descartar causas infecciosas que puedan confundirse con cuadros similares. 9 Es imprescindible la monitorización de parámetros nutricionales dada la elevada presencia de malnutrición en los niños Para el diagnóstico definitivo, se realizará un estudio endoscópico superior y colonoscopia preferentemente bajo anestesia, teniendo en cuenta que hasta un tercio de los pacientes puede presentar alteraciones en ambas pruebas. Mediante la realización de estos exámenes podremos valorar la extensión de la enfermedad y confirmar el diagnóstico anatomopatológico. La aplicación de criterios específicos para EII pediátrica con dichas pruebas y la realización de un estudio mediante técnicas de imagen (tránsito baritado, RMN) permiten el estudio de la afectación alta y minimizar los diagnósticos no definitivos teniendo en cuenta que hasta un tercio de los pacientes pediátricos son diagnosticados con una EII no clasificada o inespecífica, y que este diagnóstico se puede mantener a lo largo del tiempo. La realización de dichas exploraciones complementarias se hará de forma individualizada y racional evitando procedimientos innecesarios y agresivos en la medida de lo posible. Los estudios de extensión demuestran que en niños la EII suele presentar una afectación más extensa, sobre todo en colón, y como hemos comentado, del tracto digestivo superior, así como una evolución tórpida más precoz en muchos de los pacientes. En lo que se refiere al tratamiento, este debe dirigir todos sus esfuerzos a inducir y mantener la remisión clínica, prevenir las recaídas, reducir su número y gravedad, mantener una adecuada evolución nutricional con especial seguimiento del crecimiento y desarrollo sexual, con una buena calidad de vida, y evitar en la medida de lo posible las repercusiones psicológicas y sociales de esta enfermedad crónica. En general, el tratamiento médico debe ser siempre individualizado y adaptarse a la severidad, localización y extensión de la enfermedad, el estado nutricional y la existencia de complicaciones. La mayoría de los tratamientos empleados en niños se basa en la experiencia en adultos, con semejantes indicaciones, pero ajustando las dosis según el peso de los pacientes. Debido al inicio más temprano de la enfermedad en los niños, es conveniente ser más agresivos en el tratamiento a estas edades, ya que se ha observado que hay una mejor tasa de respuesta a inmunomoduladores y a terapia biológica y, además, mejoran el curso de la enfermedad. Sin embargo, diversos estudios demuestran que la respuesta terapéutica es más prolongada y mejor que en los adultos. Especial atención dedicamos a establecer un soporte nutricional adecuado para corregir las posibles deficiencias detectadas y a mejorar el estado nutricional del paciente con el fin de alcanzar un correcto desarrollo. Asimismo, 10 debemos minimizar en la medida de lo posible los efectos secundarios de las medicaciones empleadas. El tratamiento quirúrgico se debe reservar para aquellos casos en que sea difícil lograr remisiones estables, falta de respuesta o mala calidad de vida con el tratamiento farmacológico. Dentro del seguimiento de los pacientes pediátricos con EII, debemos atender especialmente al desarrollo psicosocial teniendo en cuenta la vulnerabilidad de la infancia frente a la cronicidad de la enfermedad, los cambios físicos experimentados, la evolución con recaídas y hospitalizaciones más o menos frecuentes, los efectos secundarios del tratamiento, y la alteración de la dinámica familiar ocasionada con el fin de mejorar la calidad de vida de los pacientes. Para finalizar, podemos concluir que la EII pediátrica presenta diferencias en relación con la misma enfermedad en adultos. El pediatra la debe conocer con objeto de sospecharla de forma precoz, no demorar el diagnóstico y mejorar el tratamiento médico, con especial cuidado de los aspectos nutricionales, de crecimiento y de los aspectos psicosociales del niño. 11 Aspectos Psicológicos de la Enfermedad Inflamatoria Intestinal Dra. Marta Iglesias Hospital Universitario de Santiago de Compostela La enfermedad inflamatoria intestinal (EII), por sus características clínicas, repercute de forma importante en las vidas de las personas que la padecen, así como en su entorno más cercano. Fundamentalmente, las áreas más afectadas son la laboral, la familiar y la social. Pero igual de importante es tener en cuenta el impacto psicológico que supone. Cuando una persona recibe el diagnóstico de una enfermedad crónica, como es el caso de la EII, tiene que hacerle frente a una serie de circunstancias y aspectos nuevos hasta ahora desconocidos para ella, siendo el impacto todavía más grave dado su diagnostico en edades tempranas de la vida. Esto significa que debe desarrollar nuevas habilidades o poner en práctica conductas que ya habían sido aprendidas con anterioridad: tomar la medicación de la forma pautada, seguir las indicaciones médicas, conocer, controlar y distinguir los síntomas propios de la enfermedad, aprender a vivir con ella, etc. A Muchas veces la persona puede sentir que es incapaz de sobrellevar toda esta situación y se Durante las primeras etapas de la enfermedad y los brotes es cuando las personas pueden sentirse más vulnerables en los aspectos físico y psicológico ve superada por las imposiciones propias de la enfermedad. En ocasiones también pueden adoptarse actitudes que no favorecen la mejora de su situación como puede ser el negar la enfermedad, no seguir las pautas médicas, hábitos de vida poco saludables (como por ejemplo el tabaquismo en la enfermedad de Crohn), etc. Durante las primeras etapas de la enfermedad y durante los brotes es cuando las personas pueden sentirse más vulnerables en los aspectos físico y psicológico: durante estos periodos es más probable que se sientan totalmente abatidos por la enfermedad y el sentimiento de que hagan lo que hagan su mejoría no está en sus manos. Se sienten totalmente a la deriva. Esto puede desembocar en actitudes pasivas en las que el peso de la enfermedad, y por tanto de sus cuidados, recaen totalmente en los demás. La atención excesiva focalizada en el propio cuerpo puede repercutir en la vida diaria porque dificulta la realización de actividades cotidianas. A esto también le acompaña el miedo a la aparición de una recaída, lo que les hace vivir en un estado de alarma constante. Este proceso forma parte del aprendizaje inicial que implican los primeros momentos de la convivencia con una enfermedad crónica. A ello hay que añadir el hecho de que muchas veces la persona puede sentirse incomprendida por su entorno más cercano, sus relaciones sociales dañadas e incluso 12 una enfermedad crónica puedan tener una calidad de vida lo mejor posible. La persona de esta forma percibe que hay gente profesional a su alrededor trabajando para que recupere su bienestar. un menor rendimiento laboral, lo que desemboca en sentimientos de aislamiento, inutilidad, dependencia, pérdida de autoestima, etc. Entre los aspectos claves para afrontar de forma efectiva la enfermedad están la información y la toma de control por parte del paciente. Si una persona está informada (conoce las características de la enfermedad, los diversos tratamientos, etc.) es menos probable que tenga un “bajón emocional” o que todo el tiempo fije su atención en sus sintomas, porque entiende cómo y cuándo hay que alarmarse realmente. Puede destinar su energía al desarrollo de otras actividades mucho más placenteras y gratificantes. Igualmente comprenderá, que desde las primeras etapas hasta que se consigue mantener la enfermedad bajo el control médico, éstas son difíciles, pero que al final se terminan controlando. Y aunque al principio esto pueda repercutir en su entorno directo, sabe que uno de los principales objetivos de las personas que le están tratando no es sólo que se restablezca clínicamente, sino que todos estos aspectos vuelvan a la normalidad. Cada vez más se tiene en cuenta que los individuos que padecen La adopción de una actitud activa, de dominio y control de su vida y su enfermedad es una cuestión sumamente importante. El máximo responsable de la salud es uno mismo y por eso no debe esperar que los demás lo hagan todo por él. En este caso el entorno debe servir como ayuda y apoyo, pero nunca sustituir a lo que el paciente pueda hacer por sí mismo. Respetando, eso sí, las limitaciones que cada caso particular imponga, es la propia persona la que debe decidir junto con su médico las mejores opciones terapéuticas para su caso y responsabilizarse de hacer todo lo posible para cuidar y mejorar su salud. Lo importante de que se sufran altibajos no es el hecho en sí, sino aprender de cada situación, qué le preocupa, qué provoca su malestar, qué puede hacer por él mismo y, en caso de que no sea capaz, pedir la ayuda profesional necesaria. Asimismo, saber expresar adecuadamente los sentimientos y mejorar el diálogo con las personas cercanas, permite transmitir de una forma fiel cómo nos sentimos y, a su vez, entendemos cómo se sienten los demás. De esta manera mejorarán tanto las relaciones interpersonales como el clima familiar y social. Entre los aspectos claves para afrontar de forma efectiva la enfermedad están la información y la toma de control por parte del paciente 13 ¿Qué puedo hacer yo para prevenir brotes y llevar una vida saludable? Enfermera Mª Mercedes Cañas Gil H ospital Clínico San Carlos. Madrid La Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII) es una patología crónica que cursa con periodos de actividad o “brote” y de inactividad o “remisión”. Durante las fases de actividad los pacientes suelen presentar síntomas digestivos como: dolor, diarrea, sangrado y fiebre, según la localización de la lesión; y manifestaciones extraintestinales, las más frecuentes son dolor e inflamación en las articulaciones, afecciones cutáneas y oculares. En los periodos de inactividad o remisión los pacientes se encuentran asintomáticos y en consecuencia realizan una vida dentro de la normalidad. La filosofía y la finalidad de los profesionales que nos dedicamos a tratar a los pacientes con EII, es que los periodos de remisión sean más prolongados y la intensidad de los brotes menores. Pero son los pacientes quienes deben participar activamente en el proceso de su enfermedad. Cuando un paciente es diagnosticado de una EII (Colitis ulcerosa y enfermedad de Crohn), el número de interrogantes, dudas y miedos es interminable. ¿Qué me va a pasar? ¿Cuáles son los síntomas? ¿Qué puedo comer? ¿La medicación es para siempre? ¿Puedo hacer deporte? ¿Podré tener hijos? etc. y por último la pregunta: ¿Qué puedo hacer yo para prevenir los brotes? La aparición de los brotes es impredecible, es decir, no sabemos cuándo aparecerán. Entonces ¿cómo sabremos qué hacer? Es cierto que hay factores que favorecen la aparición de estos brotes, de modo que evitándolos, estaremos ayudando a que éstos no aparezcan, o lo hagan de manera más leve. Estos factores son los siguientes: DIETA No hay alimentos prohibidos para los pacientes que padecen EII. Si es cierto que una dieta equilibrada y variada favorece el bienestar, la dieta mediterránea es la idónea para este tipo de pacientes ya que cumple estos requisitos. Teniendo en cuenta algunas individualidades, diremos que se realizarán al menos cinco comidas al día, sin ingerir grandes cantidades ya que ocasionaría una sobrecarga en nuestro intestino. Evitaremos en lo posible bebidas carbonatadas (refrescos con La aparición de los brotes es impredecible pero hay factores que los favorecen, evitándolos, estaremos ayudando a que no aparezcan 14 gas), porque favorecen la aparición de gases, y picantes por su poder irritante. En cualquier caso cada paciente sabe aquello que le sienta peor o no le gusta. En ocasiones hay pacientes que limitan o retiran el consumo de lácteos de su dieta, sin una base científica fiable, únicamente deberán restringir su consumo aquellos que de manera repetida tras su ingesta, aparezcan o aumenten los síntomas. La leche y los derivados son un alimento muy completo y recomendable por su alto contenido en calcio, proteínas y minerales, requerimientos necesarios en pacientes con EII, tanto por su enfermedad como por los efectos secundarios de los fármacos utilizados en ella. De todos modos en la actualidad disponemos en el mercado de leches y derivados exentos de lactosa, que hacen que se digiera con mayor facilidad. La fibra es otra de las grandes protagonistas en la dieta de los pacientes con EII. En los periodos de remisión o inactividad, como hemos comentado anteriormente deben tomar una dieta variada y equilibrada, esto incluye la fibra, es decir consumo de frutas, verduras, legumbres y cereales. Son fundamentales para un buen funcionamiento del tránsito intestinal. En fases de brote es cuando está indicado retirar la fibra insoluble de su dieta. Esta fibra insoluble la encontramos en alimentos como: cereales integrales, salvados, fruta y verdura leñosa como los espárragos y las alcachofas y las legumbres. Esta fibra insoluble produce un aumento del volumen fecal en el intestino por lo que se recomienda reducir su ingesta en los casos de Enfermedad de Crohn estenosante ya que puede aumentar la sintomatología. La fibra en general, produce gas en muchos pacientes por lo que se recomienda reducir su ingesta en los casos de brote para disminuir el dolor abdominal. Una dieta saludable también incluiría la ingesta de al menos dos litros de agua. TABACO De todos es sabido lo perjudicial del tabaquismo y cómo influye negativamente en la salud, como factor predisponente en la aparición de enfermedades respiratorias, cardiovasculares y cáncer. Existen diversos estudios que relacionan el consumo de tabaco con la enfermedad de Crohn, aumentando la incidencia y empeorando el pronóstico o curso de la enfermedad. EJERCICIO FÍSICO Una actividad física moderada realizada de manera habitual aumenta la masa muscular y ósea lo que previene la aparición de osteoporosis. La actividad física en periodos de remisión de la enfermedad favorece la calidad de vida de los pacientes ya que nuestro cuerpo segrega una sustancia que se llama serotonina que nos hace sentir mejor. Durante el ejercicio físico liberamos estrés lo cual es beneficioso para nuestra salud. En periodos de brote, se recomienda interrumpir el ejercicio físico, aunque sí podría realizar una actividad física leve, siempre previa consulta con su doctor. 15 CUMPLIMIENTO TERAPÉUTICO Este último apartado es fundamental para una evolución satisfactoria del curso de la enfermedad. La realización de las analíticas y las pruebas prescritas por su médico y acudir a las revisiones periódicamente son la base de un correcto seguimiento de su enfermedad. Solamente el paciente en contacto con su equipo médico y de enfermería, serán capaces de detectar de manera temprana aquellos síntomas de brote. ESTRÉS El diagnostico de la enfermedad, el pronóstico incierto, el elevado número de visitas a los centros hospitalarios, sumados a conflictos en el ámbito laboral, familiar y personal aumentan los niveles de estrés en los pacientes. No hay estudios concluyentes que relacionen el estrés con la enfermedad inflamatoria intestinal, aunque es indudable que situaciones de estrés propician en la mayoría de las ocasiones una desestabilización en el paciente. Por ello es recomendable llevar un estilo de vida lo más tranquilo posible, tanto en el entorno laboral como familiar y realizar una actividad física moderada. La enfermedad inflamatoria tiene carácter crónico como hemos comentado anteriormente, ello supone que el paciente debe seguir un tratamiento farmacológico continuo y prolongado en el tiempo. La adherencia al tratamiento se asocia con un curso favorable de la enfermedad y menor número de recaídas. Es más común de lo que nos gustaría que el paciente abandone el tratamiento, sobre todo en fases de remisión prolongada, por encontrarse bien. También es posible que lo interrumpa por efectos adversos al mismo, en todo caso debe comunicarlo a su médico, él será quien le intente proporcionar una solución a este problema. Como conclusión podemos decir que un estilo de vida saludable no evita la aparición de brotes pero junto con los tratamientos sí nos puede proporcionar mayor bienestar y prolongar los periodos de remisión. Un estilo de vida saludable no evita la aparición de brotes pero sí nos puede proporcionar mayor bienestar y prolongar los períodos de remisión 16 Ostomía en Enfermedad Inflamatoria Intestinal Enfermera Inmaculada García Reina H ospital de Jerez . Jerez de la Frontera Se considera ostomía al establecimiento de una abertura temporal o permanente entre el intestino y la pared abdominal. Cuando la ostomía es a través del colon se denomina colostomía, y cuando es a través del íleon se denomina ileostomía. Cerca del 10% de todos los pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal (EII) requieren una ostomía. A veces, en algunas EII (Enfermedad de Crohn y Colitis Ulcerosa) está indicada la creación de un estoma (abertura quirúrgica que une el intestino con el exterior) que puede ser permanente o temporal. Por lo general se puede crear un estoma en los distintos niveles intestinales. ¿Cuáles son las preguntas más frecuentes del paciente ante una ostomía? La ostomía comporta una agresión física y psíquica que, al afectar a la integridad corporal, afecta también a la propia imagen, a la capacidad funcional y relacional, y a la calidad de vida. Por este motivo el paciente se plantea muchas preguntas, demandando respuestas claras y concisas, a ser posible: •Actividad laboral: va a depender de su estado anímico y actitud, y no del estoma. •Actividad deportiva: se podrá practicar con normalidad, aunque a veces se aconseja evitar en los primeros meses aquellos ejercicios que comprometan la musculatura abdominal. •Actividad sexual: el estoma no influye en la actividad sexual. Algunas recomendaciones específicas referidas al manejo de la bolsa durante la actividad sexual, ayudarán al paciente a sentirse más confiado. Elementos, como la cubierta para la bolsa o el uso de bolsas de pequeña capacidad, facilitan distraer la atención de la ostomía durante la actividad sexual. •Dieta: con carácter general, debe ser sana y equilibrada, para evitar diarreas y estreñimiento. Es importante masticar bien. En las colostomías hay que mantener un buen aporte de líquidos y comer de manera frecuente y en pequeñas cantidades. Si se presentan leves diarreas, se realizará una dieta astringente. Si por el contrario existe estreñimiento, la dieta será rica en fibra para movilizar las heces. Después de un periodo de adaptación, será lo más normal posible. Las recomendaciones dietéticas irán encaminadas a reducir molestias, tales como heces líquidas, malolientes o gases. En las ileostomías la dieta debe ser más controlada en fibras. Al principio será astringente y se realizará una correcta hidratación. Es aconsejable que sea rica en proteínas y se evitarán los alimentos flatulentos y los que aumenten los movimientos intestinales. Se disminuirán las grasas y se controlará el consumo de lácteos. Después de un periodo de adaptación, la capacidad del intestino mejora y poco a poco la alimentación debe tender a una dieta equilibrada. •¿Cómosonlosdispositivos?,¿sabréponérmelos yo solo? Existe una gran gama en el mercado: abiertos, cerrados, de una pieza, de dos, con osinfiltros,yhabráqueelegirelquemejorle vaya a su estoma. Por ejemplo, si se le ha practicadounacolostomíaylashecessonformadas, podrá utilizar uno cerrado; y si es portador de unaileostomíaserámejorutilizarlosabiertos. Cerrado De dos piezas Bolsa abierta deberá retirarla con cuidado sujetándose con una mano el abdomen y con la otra despegar el adhesivo. Si es de dos, sujetará la base para evitar que se despegue al retirar la bolsa. Asimismo, si es abierta, deberá vaciarla en un retrete o palangana antes de retirarla. Es importante realizar una buena higiene del estoma. En el cuarto de baño prepararemos: agua templada, jabón o gel neutro, esponja suave, toallas y el dispositivo que se va a utilizar. La limpieza se hará delante del espejo para ver el estoma. Lavamos el estoma y la piel de alrededor, y secamos suavemente sin frotar. El baño o ducha se puede realizar con bolsa o sin ella. Con el tiempo el paciente conocerá cuál es el momento más propicio para la higiene. Es más recomendable antes del desayuno (hay menor salida de heces, puesto que durante la noche no se suele ingerir alimentos), o antes de las comidas (es cuando el flujo intestinal disminuye). Si se realiza la higiene sin la bolsa, se recomienda tener papel higiénico cerca por precaución. Posteriormente colocaremos el nuevo dispositivo, comprobando antes que la piel está perfectamente seca. Cuidados del estoma El paciente debe ocuparse de los cuidados de su estoma lo antes posible. La higiene debe realizarsealmenosunavezaldía. La bolsa se vaciará cuando le falte una cuarta parte del llenado completo. Hay que tener en cuenta el tipo de bolsa que el paciente lleve. Si es de una pieza, Si el dispositivo es de una sola pieza, se comprueba el diámetro del estoma y se coloca la bolsa, ajustando desde la parte inferior hacia la superior, evitando que queden pliegues. Si es de dos piezas, y además hay que colocar una nueva base, se presionará ésta con los dedos alrededor del estoma, para obtener de esta manera una perfecta adherencia. En las bolsas abiertas debe incorporarse la pinza o cerrarla si lleva cierre incorporado. Es importante ajustar bien eldiámetrodeldispositivoaldelestoma,asícomo que tenga un buen protector cutáneo (productos que favorecen la regeneración de la piel o rellenan sus irregularidades, facilitando la adherencia de los dispositivos) para que se adhiera correctamente y proporcione seguridad. Recomendaciones •Observar el proceso de cicatrización del estoma y que su coloración sea siempre rosada. Si se observa irritación alrededor del estoma hay que ponerse en contacto con un experto. •Medir la ostomía con asiduidad, ya que irá disminuyendo de tamaño en los primeros meses. Esto nos servirá para elegir el dispositivo adecuado y su correcta adaptación. •No es necesaria la utilización de gasas para la limpieza del estoma, ya que pueden producir irritación. Es más conveniente utilizar papel de celulosa, o esponja y toalla suaves. •Observar la cantidad y forma de las heces. •Si el estoma sangra no hay que asustarse, es normal ya que la mucosa sangra con facilidad. •En el caso de que existan vellos se aconseja cortarlos con unas tijeras para que el dispostivo pegue mejor. No rasurar. •No utilizar alcohol, cremas, etc., pues dificultan la adherencia del protector. •Cuando salga del domicilio deberá llevar una bolsa de aseo con todos los utensilios necesarios para realizar un cambio. •Con respecto a los medicamentos, recordar que algunos fármacos, como los antibióticos, pueden producir diarreas, que las vitaminas pueden dar mal olor, etc. •El paciente, siempre que vaya a una consulta, debe recordarle al médico que es portador de un estoma, sobre todo si es por una ileostomía, ya que la absorción intestinal es diferente. •Siempre que vaya a realizarse una prueba que requiera preparación intestinal, hay que preguntar si puede tomar dicha preparación. •Para un buen cuidado del estoma existen en el mercado distintos productos que pueden ser de utilidad, como polvos para el estoma (para zonas supurativas y pequeñas heridas), tiras adhesivas (para surcos profundos en la piel), pasta para estoma (para crear un encaje perfecto cuando la piel es irregular), sprays de barrera cutánea (protegen contra la humedad y aumentan la adherencia), lámina protectora de la piel (para zonas grandes de la piel con supuración), anillos protectores de la piel (para estomas hundidos), cinturón para estoma (para sistemas de estomas muy hundidos). •A veces existen complicaciones del estoma a tener en cuenta, como: 1.Isquemias o necrosis, que se observan por un cambio de coloración. 2.Hemorragia en las primeras horas del postoperatorio. 3.Separación entre el estoma y la piel (dehiscencia). 4.Inflamación del estoma (edema). 5.Infecciones alrededor del estoma. 6.Perforaciones o fístulas. 7.Desplazamiento hacia fuera de la zona cercana al estoma (prolapso o evisceración). 8.Estrechamiento del orificio del estoma (estenosis). 9.Granos rojizos alrededor del estoma (granuloma). 10.Hundimiento del estoma (retracción). 11.Irritación de la piel (dermatitis). 12.Infestación por hongos. En todos estos casos es conveniente consultar con un especialista. 19 Con la colaboración de: GAST-1058612-0000 ( Noviembre 2012 ) Merck Sharp & Dohme de España, S.A. C/ Josefa Valcárcel, 38 · 28027 Madrid. www.msd.es