34 años después: detenidos desaparecidos siguen presentes en la

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34 años después: detenidos desaparecidos siguen presentes en la memoria
ciudadana
autor María Eliana Vega
lunes, 10 de septiembre de 2007
En Concepción, la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos adhirió a la conmemoración de otro 11 de
septiembre de 1973, con una exposición fotográfica e informativa en el paseo peatonal. Fue la ocasión también para
hacer presente su inquietud por las facultades que no tendrá el Instituto de Derechos Humanos.
-Papá, ¿de quiénes son esas fotos?, pregunta un pequeño y señala varios rostros que cuelgan en un pendón.-Son
personas que mataron los milicos, le contesta el padre y lo toma de la mano, como en actitud protectora. Me queda
dando vueltas la respuesta y lo miro alejarse con el niño que, al parecer, sigue preguntando. Es otro 11 de septiembre
en Concepción. Ya pasaron 34 años desde el golpe militar y todavía los recuerdos siguen muy vivos. En el paseo
peatonal Barros Arana, muy cerca de la plaza de la Independencia, integrantes de la Agrupación de Familiares de
Detenidos Desaparecidos de la VIII región, preparan su exposición. Es su forma de sumarse a la conmemoración de esta
fecha que para ellos resulta funesta. Hace tiempo que dejaron de marchar, ahora prefieren informar. “Es increíble
cómo la gente se acerca y lee con detalle las fotocopias de artículos de prensa referidos a las violaciones a los derechos
humanos”, me comenta Ester Araneda, una de las coordinadoras de la agrupación. Ella viste de negro y lleva
prendida en su pecho una desteñida foto en blanco y negro de su compañero, Alfonso Araya, detenido en Santiago en
1976. Más allá veo a Mercedes Sánchez, la otra coordinadora del grupo, afanada entregando el material para armar
la exposición. Todavía no están terminados los paneles y ya varias personas se acercan con evidente interés por leer y
mirar. Entre los paneles, sobresalen dos pendones con los rostros de los detenidos desaparecidos de la VIII región.
Hombres y mujeres, muchos de ellos muy jóvenes, a quienes se castigó con una de las prácticas represivas más
crueles: la detención forzada. Y por sólo el hecho de pensar distinto. Al mediodía, la exposición está lista. Julia Aguilera,
madre de Alberto Salazar, coloca claveles rojos entre las fotografías y los textos. “Cada once de septiembre
recordamos a nuestros seres queridos a quienes nunca hemos dejado de buscar. Nuestra exigencia de verdad y justicia
sigue vigente”, escucho que declara Ester a un canal de televisión local. En otro lado, Mercedes conversa con la
periodista de una radio. “Ellos son familiares de detenidos desaparecidos”, le explica una mujer a una
adolescente que intenta tomar una foto con un celular. “Esto me da una gran tristeza”, le dice. Más atrás
escucho que alguien comenta: “Estas fotos son originales, tienen más valor”. Observo que se refiere a
varias fotografías, la mayoría blanco y negro, que dan cuenta de las diversas marchas y acciones realizadas por la
agrupación desde 1978, cuando los familiares empiezan a organizarse. De pronto, se escucha una consigna.
“Detenidos desaparecidos...”, grita alguien. “Presente”, responde una veintena de personas,
militantes del PC que con una corona de flores en las manos, caminan por el paseo rumbo al edificio donde hasta hace
unos días funcionó la intendencia regional. Saludan a la agrupación y siguen su paso. Julia Aguilera y Juan Salazar hablan
con un fotógrafo. Le cuentan de su hijo, Alberto, desaparecido en Valparaíso en 1974..Julia tiene en sus manos dos
pequeñas fotos en blanco y negro. “Este es mi hijo cuando niño”, le explica. La imagen es de un niño
tranquilo, de ojos inteligentes. Tenía entonces nueve años. Desapareció a poco de cumplir 22. “Hace bien
compartir sus historias, así los mantenemos presente”, dice Julita con ojos melancólicos. Recorro un instante la
exposición. Veo a varias personas muy concentradas leyendo sobre la Operación Colombo, Colonia Dignidad, el patio 29,
el caso Laja San Rosendo... Muy cerca diviso a Mercedes saludando cariñosamente a Lucy Neira, actriz, actual
directora regional del Consejo de la Cultura. “Con Merceditas nos conocemos hace mucho tiempo”, me
cuenta Lucy después de saludarnos. “Además fuimos compañeros de teatro con su marido, Ricardo”,
agrega. “Sí, estaban en el TUC (Teatro de la Universidad de Concepción)”, ratifica Mercedes. Su marido,
Ricardo Troncoso León, fue detenido el 1 de octubre de 1973, en su hogar en Chillán. “¿Te acuerdas cuando se
presentó la Cantata Santa María en el gimnasio de la parroquia Santa Cecilia?”, pregunta Lucy. “Ese día llovió
mucho, pero igual se llenó”, acota Mercedes y siguen recordando un rato otros momentos de solidaridad y lucha.
Luego , Lucy dice: “Estábamos en reunión de gabinete y la intendenta nos dijo que venía para acá”.
Efectivamente, minutos más tarde llega la intendenta acompañada de varios secretarios regionales ministeriales. Entre
ellos encuentro al seremi de Justicia, Eduardo de la Barra. Me saluda y de repente exclama. “No hablo más del
11 de septiembre del 73. Esta fecha me provoca angustia”. Su espontáneo comentario me sorprende. No soy la
única. Una señora le alcanza a escuchar parte de la frase y le dice: “Perdón, ¿qué dijo?”. “Que no
hablo más del 11 de septiembre porque me atormenta”. “Ah, le había entendido mal, casi le pego”,
le confiesa ella. De la Barra sonríe y otra persona se adelanta y le dice: “Tranquila señora, él es de los
nuestros”. La intendenta conversa con Mercedes y Ester. Ellas le hacen presente su malestar por las
modificaciones introducidas al proyecto de ley que crea el Instituto de Derechos Humanos.La autoridad las escucha y
les pregunta. Existe la posibilidad de que la presidenta Bachelet, que estará el viernes en Talcahuano, las pueda
recibir. Se hacen las gestiones respectivas y los encargos. “Yo tengo confianza en la presidenta”, dice
Mercedes. En la agrupación hay inquietud porque de aprobarse en la Cámara de Diputados los cambios que el ministro
secretario general de la Presidencia, José Antonio Viera Gallo, acordó con los senadores de la Alianza, Alberto Espina y
Andrés Chadwick, prácticamente las víctimas y sus familias quedarían en la más absoluta indefensión. Esto a raíz de
que al Instituto se le quitan las facultades para ejercer acciones penales en los casos de violaciones a los derechos
humanos. La conversa se extiende un buen rato. Mientras eso ocurre, veo que José Acevedo, hijo del ex alcalde de
Coelemu, Luis Acevedo, detenido en 1974, cuenta su historia a un periodista de TVN Red Bíobío. “Yo tenía 12
años cuando detuvieron a mi papá, él era militante comunista y tengo un buen recuerdo suyo. Era honesto y
trabajador, le preocupaba la gente, por eso hay un buen recuerdo de su persona, incluso entre sus adversarios”.
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Tribuna del Bio-Bio
Creado el: 20 November, 2016, 17:08
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Eglantina Alegría, mamá de José y esposa del desaparecido alcalde, pide que no se olviden del otro detenido
desaparecido de Coelemu: Omar Manriquez, cuya madre nunca dejó de buscarlo hasta su muerte. “Sus familiares
están alejados por eso nos pidieron a nosotros que lo recordáramos”, explica Eglantina mientras señala su
foto de entre los demás rostros. Es hora de almuerzo y de a poco la concurrencia disminuye. Es tiempo de un alto para
tomar una bebida y comer unas galletas. La exposición dura hasta las 6 de la tarde. Aún quedan algunas horas. Antes
de partir, escucho a una señora que con voz dolida, llena de tristeza, exclama: “¡Cuántas personas que
quedaron sin sus familias...!” Por María Eliana Vega Concepción, 11 de septiembre de 2007.{moshits} Veces leída.
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