CATEQUESIS ¿Qué es un Congreso Eucarístico? 1 O R A C I O N Señor, Padre Santo, que en Jesucristo, tu Hijo, presente realmente en la Eucaristía, nos das la luz que ilumina a todo hombre que viene a este mundo, y la vida verdadera que nos llena de alegría; te pedimos que concedas a tu pueblo que peregrina al inicio del tercer milenio, celebrar con ánimo confiado el Congreso Eucarístico, para que, fortalecidos en este Banquete sagrado, seamos en Cristo, luz en las tinieblas, y vivamos íntimamente unidos a Él que es nuestra vida. Que la presencia eficaz de Santa María, Madre del verdadero Dios por quien se vive, nos sostenga y acompañe siempre. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén. 2 ¿Qué es un Congreso Eucarístico Diocesano? 1. INTRODUCCIÓN 2. DEFINICIÓN 3. ORIGEN 4. HISTORIA y DESARROLLO a. b. c. d. e. f. Centralidad de la Celebración Eucarística Renovación de la Adoración Eucarística Eucaristía y comunión eclesial Eucaristía y misión Compromiso social Otras actividades y celebraciones 5. PARA LA REFLEXIÓN y el TRABAJO EN GRUPO * * * * * * * * * * * * * * * 1. INTRODUCCIÓN La Diócesis de Valladolid prepara para el curso 2015-2016 un Congreso Eucarístico Diocesano que culminará en la próxima solemnidad del Corpus Christi, el domingo 29 de mayo de 2016. Desde el inicio del curso pastoral conviene que todos los fieles de la Diócesis se preparen para vivir intensamente este “Año Eucarístico”, que renovará la identidad cristiana de cada uno de los bautizados, fomentará la participación en la celebración y el culto eucarísticos, y alentará muestro compromiso y testimonio evangélicos allí donde nos encontremos. La Eucaristía y el Domingo serán “fuente y culmen” para la vida de los fieles y de las comunidades cristianas de nuestra Diócesis. Fundamentalmente la Eucaristía Dominical, convocatoria más importante para el cristiano a lo largo de la semana. En definitiva, se pretende que el Congreso Eucarístico Diocesano ayude a valorar el misterio de la Eucaristía y alentar nuestra participación en la Misa del Domingo, el Día del Señor, como uno de los signos más expresivos de nuestra identidad cristiana. 3 2. DEFINICIÓN Un Congreso Eucarístico es una convocatoria o estación (statio) que hace una Iglesia local a todos sus fieles y a la que puede convocar a otras Iglesias de la misma región, nación o del mundo entero. Su finalidad es aumentar la comprensión y la participación en el Misterio Eucarístico en todos sus aspectos, que abarca desde la celebración al culto fuera de la Misa hasta la irradiación en la vida personal y social. 3. ORIGEN Para comprender los Congresos Eucarísticos es necesario partir de sus orígenes, presentar sumariamente su camino, analizar su trabajo, valorar su importancia en la historia de la Iglesia moderna, recorrer su camino de crecimiento hasta la renovación conciliar y las cambiantes condiciones del mundo. El movimiento congresual, desde su nacimiento, está vinculado casi exclusivamente a la promoción de las Obras Eucarísticas que comprendían todas las actividades destinadas a sostener y a difundir la devoción y el culto al Santísimo Sacramento fuera de la Misa. Tales Obras Eucarísticas eran denominadas de diferente manera en los primeros Congresos Eucarísticos: adoración reparadora, adoración nocturna, hora santa, viático a los enfermos, preparación de los niños para la primera comunión, visita diaria al Santísimo, obra de la Misa reparadora, adoración de los niños, guardias de honor, obra del santo Viático, liga eucarística, cruzada eucarística, procesión eucarística mensual, etc. Pero, entre todas estas obras, la procesión solemne era considerada por los promotores iniciales como el medio por excelencia para dar significado social al culto de la Eucaristía y afirmar de manera grandilocuente la fe de los católicos en la presencia real, misterio ridiculizado por los positivistas de la época1. Los congresos eucarísticos nacen en la segunda mitad del siglo XIX en Francia y tenían por objeto proclamar públicamente la fe en la Eucaristía con manifestaciones de piedad, sesiones de trabajo, conferencias y, sobre todo, manifestaciones públicas de fe. En medio de una época difícil, marcada por la secularización, la señorita Émile Tamisier (1843-1910), dirigida primero por San Pedro-Julián Eymard, fundador de la congregación del Santísimo Sacramento, 1 R. AUBERT, Les Congrès…cit, p. 121. 4 y posteriormente por Antonio Chevrier (1826-1879), fundador “Del Prado”, descubre que su vocación y misión es dedicar su vida a “la salvación de la sociedad por medio de la Eucaristía”. Por eso se dedicó a la promoción de las peregrinaciones eucarísticas y a instituir la Obra de los Congresos Eucarísticos Internacionales2. Los Congresos Eucarísticos nacen en el interior del catolicismo francés que ve en la piedad eucarística y en la devoción al Sagrado Corazón la posibilidad de reconstruir la sociedad cristiana debilitada por la Revolución Francesa. El primer Congreso Eucarístico tuvo lugar en Lille en 1881. A partir de aquel sencillo inicio, en pocos años, los Congresos Eucarísticos, bendecidos por el Papa León XIII y puestos inmediatamente al servicio de la Santa Sede, crecieron hasta transformarse en un movimiento mundial capaz de convocar a las grandes ciudades del mundo: Montreal (1910), Madrid (1911), Chicago (1926), Sidney (1928), Buenos Aires (1934), Manila (1937), Río de Janeiro (1955). Los Congresos Eucarísticos, junto con el movimiento bíblico, litúrgico, ecuménico… contribuyeron a diseñar el rostro renovado de la Iglesia que surge del Concilio Vaticano II, donde la Eucaristía aparece denominada como “fuente y culmen de toda la vida cristiana” (LG 11). Y como dice el Ritual de la Comunión y del Culto Eucarístico fuera de la Misa: “Los Congresos Eucarísticos, que en los tiempos modernos se han introducido en la vida de la Iglesia como peculiar manifestación del culto eucarístico, se han de mirar como una “statio”, a la cual alguna comunidad invita a toda la Iglesia local, o una iglesia local invita a otras Iglesias de la región o de la nación, o aun de todo el mundo, para que todos juntos reconozcan más plenamente el misterio de la Eucaristía bajo algún aspecto particular y lo venera públicamente con el vínculo de la caridad y de la unión” (109). 2 Cf. M. DE HENDOUVILLE, Moinsegneur de Ségur. Sa vie – Son Action. 1820-­1881, Paris 1957. 5 El concepto de statio se ha de entender como una parada de oración y compromiso a la que una comunidad invita a otras comunidades para profundizar en algún aspecto del Misterio Eucarístico y de su veneración pública, vividos en la unidad y en la caridad. Los objetivos del Congreso (profundización de algún aspecto del misterio eucarístico y su veneración pública), realizados en el vínculo de la caridad y de la unidad, reclaman además los caracteres fundamentales de aquella eclesiología eucarística cuyas semillas, esparcidas por los diversos documentos del Concilio Vaticano II, han encontrado autorizados desarrollos en la encíclica Ecclesia de Eucharistia y en la exhortación apostólica Sacramentum Caritatis. 4. HISTORIA y DESARROLLO Las razones históricas y teológicas de los Congresos Eucarísticos son reinterpretadas de modo sustancial. Veamos cómo. a. Centralidad de la Celebración Eucarística A partir del De sacra communione, la dimensión cultual (“piedad eucarística”) que ha caracterizado los Congresos Eucarísticos hasta el Concilio, se concentra sobre la celebración de la Eucaristía, sacramento pascual del Cristo ofrecido para que el mundo tenga vida. El objetivo de todo Congreso Eucarístico se centra en la celebración de la Eucaristía, sacramento pascual del Cristo ofrecido para la vida del mundo. Hasta la segunda guerra mundial, los Congresos Eucarísticos tenían tres momentos bien diferenciados. El acento principal se ponía en la gran procesión final, que desplegaba el esplendor de una solemne procesión eucarística. En otro momento se participaba en la Misa celebrada con solemnes pontificales; y, en un tercer momento, se distribuía la comunión, como era la praxis desde el siglo XII. Frente a esta concepción fragmentaria, la idea de la statio permitió restablecer la unidad del Misterio Eucarístico y su celebración. Se recomendaba que la “celebración de la Eucaristía fuera verdaderamente el centro y la culminación a la que se dirijan todos los actos y los diversos ejercicios de piedad”. A partir de entonces, aparecen Celebraciones de la Palabra, sesiones catequéticas y reuniones públicas, además de las celebraciones, que ayudan a profundizar en el tema del Congreso en sus aspectos teóricos y prácticos. 6 Hay también un tiempo determinado para la Adoración Eucarística: “Concédase la oportunidad de tener ya las oraciones comunes, ya la adoración prolongada, ante el Santísimo Sacramento expuesto, en determinadas iglesias que se juzguen más a propósito para este ejercicio de piedad” (DSC, 112/c). Todo esto ayudaba a los fieles, también, en la fase preparatoria del Congreso Eucarístico, donde se subraya la necesidad de “una catequesis más profunda y acomodada a la cultura de los diversos grupos humanos acerca de la Eucaristía principalmente en cuanto constituye el misterio de Cristo viviente y operante en su Iglesia; una participación más activa en la sagrada Liturgia, que fomente al mismo tiempo la escucha religiosa de la palabra de Dios y el sentido fraterno de la comunidad” (DSC, 111/a-b). Por tanto, el centro de la celebración del Congreso Eucarístico y del camino de preparación es la celebración de la Eucaristía y todos los gestos de Culto Eucarístico conocidos por el pueblo cristiano: adoración fuera de la Misa, procesiones, etc. Igualmente estaban orientados a tal fin las reuniones de formación y los encuentros programados para tal fin. b. Renovación de la Adoración Eucarística La centralidad de la celebración eucarística revela que “el cuerpo entregado y la sangre derramada” son el principio, la forma y el fin de la existencia cristiana y de la misión de todos los bautizados. Junto a la celebración de la Eucaristía, también el Culto Eucarístico fuera de la Misa debe tener su lugar en la celebración de los Congresos Eucarísticos, porque es prolongación del culto ofrecido al Padre por medio de su Hijo en el Espíritu durante la celebración de la Santa Misa: “La celebración de la Eucaristía en el sacrifico de la Misa es realmente el origen y el fin del culto que se tributó fuera de la Misa” (DSC, 2). “Los fieles, cuando veneran a Cristo presente en el Sacramento, recuerden que esta presencia proviene del sacrificio y se ordena al mismo tiempo a la comunión sacramental y espiritual” (DSC, 80). 7 Además, “en la organización de tan piadosos y santos ejercicios, ténganse en cuenta los tiempos litúrgicos, de modo que vayan de acuerdo con la sagrada liturgia, en cierto modo se deriven de ella y a ella conduzcan al pueblo” (DSC, 79). El culto eucarístico, bien comprendido, debe ser recomendado y alentado como justamente lo hace la encíclica Ecclesia de Eucharistia (47-52) y la Exhortación Postsinodal Sacramentum caritatis. Por lo que respecta a la Adoración Eucarística –sin necesidad de recordar aquí su evolución histórica- se ha desarrollado sobre la base de una teología eucarística individualista. El desafío hoy es integrar esta práctica espiritualmente fecunda en una óptica más general de una eclesiología eucarística orientada hacia la comunión y darla así nuevo impulso. Recordemos las palabras de san Agustín: “Si vosotros sois su cuerpo y sus miembros, sobre la mesa del Señor está aquel que es vuestro misterio; sí, recibís a aquel que es vuestro misterio”3. A partir de esta afirmación, sería tarea verdaderamente noble y meritoria de un Congreso Eucarístico renovar las formas tradicionales de devoción eucarística, alentándolas en el espíritu de la eclesiología eucarística conciliar4. Orientar la adoración solemne del Santísimo Sacramento según el espíritu de la eclesiología eucarística conciliar, significa dar preferencia al criterio de la presencia comunitaria sobre la costumbre de la adoración individual. Además, el mismo Ritual sobre la Sagrada Comunión y el culto del misterio eucarístico fuera de la Misa (DSC), cuando recomienda la exposición solemne anual del santísimo Sacramento recuerda que “se hará solamente si se prevé una asistencia conveniente de fieles” (ib, 86) mientras recomienda que la “forma de adoración, muy digna de alabanza, en que los miembros de la comunidad se van turnando de uno en uno, o de dos en dos” sea conservada en las comunidades religiosas (ib, 90). Por tanto, no basta mantener vivamente la práctica de la adoración eucarística; sino que es necesario mantener también, -según las palabras del Papa Benedicto XVI- “una catequesis adecuada en la que se explique a los fieles la importancia de este acto de culto que permite vivir más profundamente y con mayor fruto la celebración litúrgica” (SC 67). 3 S. Aurelii Augustini, Sermo 272,1, PL 38, 1247. 4 Sobre el problema de una orientación de las devociones eucarísticas en la óptica de una eclesiología eucarística, léase la conferencia de W. Kasper, L’ecclésiologie eucharistique: de Vatican II à l’exhortation Sacramentum Caritatis, en Actes du Symposium International de théologie. L’Eucharistie don de Dieu pour la vie du monde, Ottawa 2009, 194-­‐215. 8 c. Eucaristía y comunión eclesial Todo Congreso Eucarístico no solo es una gran manifestación de fe en consideración a la Eucaristía, sino una gracia para renovar permanente la vida eucarística de todo el pueblo de Dios. Esta renovación pide también descubrir la eclesiología eucarística de comunión, idea que recorre todos los documentos del Concilio Vaticano II: “La comunión del cuerpo eucarístico de Cristo significa y produce, es decir, edifica, la íntima comunión de todos los fieles en el cuerpo de Cristo que es la Iglesia”5. Así lo desarrolla la Constitución dogmática sobre la Iglesia Lumen Gentium, en la que se dice: “La unidad de los fieles, que constituyen un solo cuerpo en Cristo, está representada y se realiza por el sacramento del pan eucarístico” (LG 3). La recepción sistemática de la eclesiología eucarística de comunión ha sido actualizada por San Juan Pablo II en la Encíclica Ecclesia de Eucharistia cuyo programa está ya en la frase inicial: “La Iglesia vive de la Eucaristía. Esta verdad no expresa solamente una experiencia cotidiana de fe, sino que encierra en síntesis el núcleo del misterio de la Iglesia” (EdE 1). En los últimos años, el Papa Benedicto XVI ha afrontado las consecuencias pastorales, eclesiológicas y ecuménicas de todo esto en la tercera parte de la Exhortación Apostólica Sacramentum Caritatis, cuyo título (“Eucaristía, misterio que se ha de vivir”) indica ya la dimensión eclesial de la Eucaristía y, a la vez, la dimensión eucarística de la Iglesia. Nuestra Diócesis de Valladolid ha de ser consciente que la vida eucarística no es “un algo más” que está al margen de las diversas actividades y de los programas pastorales, sino que es la fuente y la culminación del compromiso de los bautizados para construir la Iglesia como Cuerpo de Cristo. Es tarea de cada parroquia (“comunidad eucarística”) demostrar la madurez del don para los otros, de la escucha recíproca, de la disponibilidad y de la colaboración concreta para que la comunidad de los fieles se convierta en casa de Dios y de los hermanos en medio de la casa de los hombres. Y no solo mantener las formas de piedad popular ligadas a la devoción eucarística, sino renovarlas y enriquecerlas en el espíritu de la eclesiología de comunión. Toca ahora a nuestras comunidades locales no solo preservar las antiguas formas de religiosidad popular ligadas a la devoción eucarística, sino renovarlas, dándolas sustancia y equilibrio según la forma teológica de la eclesiología de comunión. 5 Relatio finalis, II C 1; en: Enchiridion Vaticanum (Bologna, EDB, 1994) vol. 9, 1761. 9 c. Eucaristía y misión Desde la primera mitad del siglo XX, los Congresos Eucarísticos fomentaron en las Iglesias particulares de los cinco continentes una gran inspiración evangelizadora. Desde entonces, cada Congreso Eucarístico ayuda a abrir los ojos sobre la misión que brota de la Eucaristía. Porque la Eucaristía es fuente y culmen de la misión de la Iglesia (cf. PO 5): “Ninguna comunidad cristiana se edifica si no tiene su raíz y quicio en la celebración de la santísima Eucaristía, por la que debe, consiguientemente, comenzarse toda educación en el espíritu de comunidad. Esta celebración, para ser sincera y plena, debe conducir tanto a las varias obras de caridad y a la mutua ayuda como a la acción misional y a las varias formas de testimonio cristiano” (PO 6). Se podría decir que Cristo es Eucaristía para la Iglesia para que la Iglesia sea Eucaristía para el mundo. Del mismo modo, Cristo es salvación para la Iglesia y la Iglesia, cuerpo del Señor habitado por su Espíritu, se convierte en salvación para el mundo, a través de su don de comunión y de servicio. Los Congresos Eucarísticos, junto con las Jornadas Mundiales de la Juventud, de las familias, etc. continúan siendo un recurso extraordinario para testimoniar que la Eucaristía no es solo la fuente de la vida de la Iglesia, sino también el lugar de su proyección en el mundo. Esta urgencia del tiempo presente es puesta de manifiesto hoy por el Papa Francisco recurriendo a expresiones tan significativas como “Iglesia en salida” o de las “periferias”6. La opción de la “Iglesia en salida” no es nueva para los Congresos Eucarísticos celebrados hasta ahora. La relación entre Eucaristía/evangelización/misión, que se vuelve a destacar ahora, ha formado parte frecuentemente del programa de los Congresos. Ya a partir de los años Veinte del siglo XIX, bajo el pontificado del Papa Pío XI, los Congresos Eucarísticos se esforzaron en desarrollar el binomio Eucaristía/misión evangelizadora implicando a numerosas Iglesias particulares de los cinco continentes. En tiempos más recientes, desde finales de los años Ochenta, la relación entre nueva evangelización/misión y Eucaristía se ha convertido en uno de los temas centrales de la celebración de cada Congreso eucarístico. Frente al reto del mundo moderno, cada Congreso se convierte en una extraordinaria ocasión para revitalizar el cuerpo eclesial, poniendo en el centro la figura de Jesucristo y el encuentro con Él, que da el Espíritu Santo y las energías para anunciar el Evangelio a través de nuevos caminos capaces de llegar a cada ambiente y cada cultura. 6 Cfr. PAPA FRANCISCO, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium (EG), nn.20-­‐24. 10 Todo Congreso Eucarístico se convierte en una extraordinaria ocasión para revitalizar el cuerpo de la Iglesia, poniendo en el centro la figura de Jesucristo y el encuentro con Él, que proporciona el don de su Espíritu y la fuerza necesaria para anunciar el Evangelio, por caminos nuevos capaces de llegar a cada persona, ambiente y cultura. La celebración de un Congreso Eucarístico ofrece la ocasión para inculturar el Evangelio y evangelizar las culturas. La celebración eucarística es “fuente para la misión” porque despierta en el discípulo la voluntad decidida de anunciar a los otros, con audacia, cuanto ha escuchado y vivido. Así se abren las puertas del mundo. En el fondo, esto es lo que se experimenta, domingo tras domingo, en nuestra comunidades. En el Día del Señor (Ap 1, 10) hombres y mujeres de toda raza, lengua, pueblo y nación (Ap 7, 9) acuden a diferentes templos para estar unidos y comulgar el Cuerpo de Cristo; al final son enviados en paz para volver a sus lugares de origen. En una especie de movimiento eucarístico de sístole y diástole, las asambleas litúrgicas dominicales, convergen y se dispersan poco a poco, como los granos de semilla en los surcos de la tierra para dar fruto. Y así desde hace veinte siglos. De este modo se llega a las periferias, que son las geografías de los pueblos todavía no evangelizados y las de cuantos se encuentran aun lejos del corazón vivo de la Iglesia, es decir, los llamados “alejados”, que han recibido el primer anuncio de la buena noticia, pero que han dejado la fe por las diversas circunstancias de la vida. No olvidemos tampoco a los buscadores de Dios escondidos, que tienen nostalgia de Dios, pero que no conocen el camino para ir a Él y recibir el don de su amor que salva. Los Congresos Eucarísticos de esta Iglesia “en salida” buscan una Eucaristía “misionera” poniendo todo su empeño en una buena formación y en una celebración auténtica. 11 e. Compromiso social La celebración de un Congreso Eucarístico no puede olvidar su dimensión social. El Papa Benedicto XVI, en la tercera parte de la exhortación Sacramentum caritatis, expuso algunas claves sobre la dimensión social del Sacramento de la Eucaristía: - La Iglesia tiene la convicción de que ha sido puesta ante el mundo como “Cuerpo de Cristo”, “sacramento de salvación” para transformar el mundo no solo en las cuestiones morales e interiores, sino también en las sociales y culturales. - La Eucaristía orienta todas las dimensiones de la vida cristiana, también las sociales, de modo que se ha de buscar una correcta relación entre la Iglesia y el mundo según el estilo de la “forma eucarística” (SC 70-83). - La Celebración del Misterio de la Eucaristía no puede estar ajena a los sufrimientos de los pobres, las víctimas cada vez más numerosas de la injusticia, sino que compromete a todo bautizado que participa en ella a busca la dignidad y promoción de toda persona humana y a trabajar por la justicia y la transformación del mundo de manera activa y consciente. Desde los primeros Congresos Eucarísticos, el aspecto cultual se ha vinculado con la búsqueda del “reinado social de Cristo”, fórmula con la cual se quería reaccionar a la actitud de los poderes públicos empeñados en la laicización de la sociedad y, al mismo tiempo, subrayar la realidad total de Cristo, Salvador de toda la humanidad y Redentor del cosmos. Es verdad que hoy “en el campo eclesial, hay un pudor exagerado con respecto al “reinado social de Cristo” con la tendencia a remover la experiencia de los movimientos que surgió a finales del siglo XIX en toda Europa. Esta actitud, debida más a una visión ideológica que teológica del misterio de la Iglesia, corre el peligro de no aplicar la necesaria distinción entre la sustancia de los objetivos del reinado social cristiano y los elementos relacionados con las sensibilidades y las circunstancias cambiantes en la relación entre vida eclesial y dinámica socio política”7. 7 E. VECCHI, La dimensione… cit, 55. 12 La expresión “reinado social de Cristo” consiste en el descubrimiento de la centralidad de Cristo presente en la Eucaristía. Sacramento primordial de toda salvación destinado al hombre como individuo y como miembro de la sociedad. “La orientación de la Iglesia hacia el Reino encuentra su fuente y su culmen en la Eucaristía”8. En la Iglesia actual, cuando se habla de “Reinado social de Cristo” se refiere a menudo y con razón al movimiento de solidaridad/fraternidad que nace de la celebración fructuosa de este Sacramento para trabajar en el advenimiento de un mundo nuevo. Esto ha sido maravillosamente expresado en los Congresos del postconcilio, desde Bombay (1964), Bogotá (1968) y Filadelfia (1976). Han sido famosas las palabras de Pablo VI durante el 39º Congreso Eucarístico de Bogotá: “… Cristo os amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y víctima de suave olor” (Ef 5, 2). Nosotros deberemos imitarlo. ¡He ahí la Cruz! Tendremos que amar, hasta el sacrificio de nuestras personas, si queremos edificar una sociedad nueva, que merezca ponerse como ejemplo, verdaderamente humana y cristiana”9. Y delante de los campesinos afirmaba: “El sacramento de la Eucaristía nos ofrece su escondida presencia, viva y real; vosotros sois también un sacramento, es decir, una imagen sagrada del Señor en el mundo, un reflejo que representa y no esconde su rostro humano y divino… Y toda la tradición de la Iglesia reconoce en los Pobres el Sacramento de Cristo, no ciertamente idéntico a la realidad de la Eucaristía, pero sí en perfecta correspondencia analógica y mística con ella”10. Más recientemente, el Papa Benedicto XVI, en la tercera parte de la exhortación Sacramentum caritatis, ha conjugado la dimensión social del Sacramento como: - Convicción que la Iglesia ha recibido en la Eucaristía el código genético de su identidad, el don pleno que la pone delante del mundo como “Cuerpo de Cristo”, “sacramento de salvación”. De aquí nace la llamada a transformaciones no solo morales e interiores, sino también sociales y culturales. Por eso es justo hablar de un verdadero y propio ethos eucarístico. 8 M. SEMERARO, Regno di Dio, en Lexicon. Dizionario teologico enciclopedico, Casale Monferrato 1993, 878. 9 PABLO VI, Discurso para la Jornada del Desarrollo, Bogotá, 23 agosto 1968. 10 PABLO VI, Homilía, Bogotá, 23 agosto 1969. 13 - Orientación de todas las dimensiones de la vida cristiana, comprendidas también las sociales, a partir de la Eucaristía, en el contexto de la eclesiología conciliar y de la correcta relación Iglesia-mundo según el estilo de la “forma eucarística” (SC 7083). - Promoción de la centralidad y de la dignidad de la persona. Delante del Señor de la historia y del futuro del mundo, los sufrimientos de los pobres, las víctimas cada vez más numerosas de la injusticia y todos los olvidados de la tierra no pueden permanecer ajenos a las celebraciones del misterio eucarístico que compromete a los bautizados a trabajar por la justicia y la transformación del mundo de manera activa y consciente11. f. Otras actividades y celebraciones La celebración de un Congreso no se reduce a su semana conclusiva sino que se concreta en un significativo camino de formación de los pastores y de los fieles a través de los instrumentos habituales de la catequesis para que el pueblo de Dios se acerque cada vez más a la comprensión auténtica del Sacramento. Un Congreso Eucarístico destacará por la centralidad de la Celebración Eucarística, a la que se ordenan todos los demás actos y ejercicios de piedad. Durante el Congreso se deberá percibir claramente que todas las acciones litúrgicas –la Eucaristía, la Liturgia de las Horas, los diversos sacramentos y la asamblea reunida, los símbolos, los gestos, las palabras– son esencialmente celebraciones de la Pascua de Cristo, es decir, del acontecimiento escatológico por excelencia: “Porque unidos en la caridad, celebramos la muerte de tu Hijo, con fe viva proclamamos su resurrección y con esperanza firme anhelamos su venida gloriosa”12. Además, el Congreso Eucarístico no es un privilegio honorífico confiado a una diócesis, sino un servicio para el crecimiento dinámico del pueblo de Dios. Muchas fuerzas activas en la Iglesia (grupos parroquiales, movimientos apostólicos, jóvenes, formas de vida consagrada, asociaciones, voluntariado,…) esperan objetivos a realizar. Estas son las fuerzas que habrá de implicar para persuadir que la Eucaristía nos es una actividad más entre otras sino el fundamento, la fuente y la cumbre de la vida y de la actividad misionera de todo bautizado. 11 Mensaje del Sínodo de los Obispos al pueblo de Dios, 22 octubre 2005. 12 Missale Romanum (Editio typica tertia, MMVIII) Ordo Missae, Praefatio communis V, 561. 14 Por tanto, el programa del Congreso Eucarístico podrá enriquecerse con otras muchas actividades, entre las cuales se aconsejan: Celebraciones de la Palabra, catequesis, reuniones públicas, etc. para que “el tema propuesto se investigue con mayor profundidad, y se propongan con mayor claridad los aspectos prácticos a fin de llevarlos a efecto. Las celebraciones de la Palabra congregarán a los fieles para escuchar la Palabra de Dios, dentro del clima litúrgico, y preparar mejor la Celebración Eucarística. Serán encuentros de oración común, que ayudarán a escuchar mejor la Palabra de Dios y a responder con nuestros cantos y plegarias. Sería bueno ofrecer una serie de catequesis o ponencias formativas para que el Pueblo de Dios se formara en los diversos aspectos del Misterio Eucarístico, tanto en su vertiente teológica como en su praxis litúrgica, pastoral y socio-caritativa. Además sería conveniente que haya momentos de Adoración prolongada ante el Santísimo Sacramento, expuesto en determinadas iglesias que favorezcan la oración de los fieles y donde se garantice un clima de silencio. Por último, se podrá organizar una procesión en la que se traslade el Santísimo Sacramento con himnos y preces públicas por las calles de la ciudad, adaptándola a las condiciones sociales y religiosas del lugar. 15 PARA LA REFLEXIÓN y el TRABAJO EN GRUPO Esta primera catequesis pretende acercarnos al objeto o finalidad de un Congreso Eucarístico Diocesano como el que se va a celebrar en Valladolid. Después de haber leído el texto ¿qué es lo que te ha parecido más novedoso?, ¿qué es aquello en lo que conviene profundizar más? En el desarrollo de la catequesis nos hemos fijado en algunas dimensiones de la Eucaristía o el Culto Eucarístico: • Centralidad de la Celebración Eucarística: ¿Cómo vivo la Eucaristía? ¿Cómo se vive en mi comunidad parroquial? • Renovación de la Adoración Eucarística: experiencia de esta realidad? Luces y sombras. ¿Tienes • Eucaristía y comunión eclesial: sentido de pertenencia a mi comunidad en la que celebro y adoro la Eucaristía. • Eucaristía y misión: ¿cómo integrar: fe y obras / fe y vida? • Compromiso social: el altar se dilata para que cada vez se sienten más alrededor de él, ¿qué implicaciones sociocaritativas se desprenden de la Eucaristía en tu contexto y, también, fuera de él? • ¿En qué actividades o celebraciones te gustaría implicarte? Diócesis de Valladolid 16