James Shank Villalobos Estudiante Ing. Industrial 18/08/2011 Mi experiencia en Hogar CREA "No importa cuánto se hunde un corcho, porque siempre sale aflote." Este es uno de los dichos de Hogares CREA (Centro de Reeducación para Adictos), el cual describe la mentalidad propuesta por el programa y tomada por los residentes quienes lo componen. A mediados del mes de Mayo de este año (2011), tuve que escoger un centro en donde yo podría realizar mi trabajo comunal universitario (TCU). Al principio me costó mucho saber en dónde realizarlo, porque no tenía la menor idea de cómo iba aplicar mi carrera, ingeniería industrial, a un centro de ayuda social. Lo primero que se me ocurrió fue que realmente podría ayudar en cualquier aspecto administrativo, en cuanto a sistemas y procesos de información, documentación, formalización de documentos, presupuestos, entre otros. Pero entre más desarrollaba cada tipo de aplicación de mi carrera en un centro, me daba cuenta que realmente esas aplicaciones realmente no me insertaban en el ambiente social de la población meta. Es decir, realmente no terminaría compartiendo con ellos, sino que sería igual que barrer las instalaciones, solo que de otro modo, porque a final de cuentas lo que haría sería para limpiar, tal vez no el piso pero sí los aspectos administrativos, entonces no resultaría en una relación con los integrantes del centro. Entonces me di cuenta que esta dificultad de escogencia del centro iba ser la misma para cualquier institución, independientemente del aspecto social a tratar. Con este supuesto, proseguí a escoger mi centro TCU no con base en el trabajo que pensaba realizar, sino con base en un aspecto personal mío que me ayudaría en relacionarme con los integrantes del centro. En este momento fue cuando se me ocurrió por primera vez escoger un hogar CREA como mi centro TCU. Siempre había visto a los muchachos, algunos adultos jóvenes y algunos mayores, recolectando plata en la calle alrededor de semáforos, o vendiendo lapiceros, maní, o boletos de rifas, y así conocía que existían centros de rehabilitación aunque realmente no sabía nada de nada de cómo funcionaban. La razón por la que escogí CREA fue porque hoy en día, nosotros que formamos parte de la juventud, somos constantemente bombardeados por información acerca de drogas, desde la televisión en reportajes de matanzas, o sucesos sobre lo mismo en La Nación, y también en fiestas, "raves", bares, y conocidos envueltos en quehaceres de la calle. De esta forma, yo mismo he sido fuertemente expuesto a varias situaciones a lo largo de mi vida desde mi preadolescencia, y he visto lo efectos que tienen las drogas sobre las personas. Ya que estaba haciendo un proyecto de acción social, quise observar la perspectiva que tiene una institución de rehabilitación como CREA, y cuál era su estrategia para combatir el bombardeo de información o exposición que se sufre con más y más frecuencia en nuestras vidas de hoy. Con esta idea de ir a CREA, eliminé las instituciones que estaban relacionadas con niños, adultos mayores, y mujeres puesto que realmente, la posibilidad de relacionarme con integrantes de un centro con muchachos como yo con problemas era mucho más probable que relacionarme con el resto. El hogar CREA en donde realicé mi TCU fue el de Alajuela, ubicado en El Roble de Alajuela, simplemente porque era el hogar más cercano a mi casa. Yo no sabía que este hogar era uno de los hogares más grandes del país, el cual es altamente exitoso en recaudar fondos que sirven no solo para ese hogar sino el resto para el programa de CREA en general en el país. Mi experiencia al realizar el TCU en este hogar me ha dado varias lecciones que mantendré en mente creo que para el resto de mi vida. La mayor parte de estas lecciones las he recibido gracias a largas discusiones que he tenido con varios residentes, en donde la lección no radica necesariamente en la realidad del residente en cuestión y cómo yo facilmente podría llegar a la misma realidad, sino más bién se basa en el entorno de su situación y cómo yo me puedo relacionar a ese entorno. En parráfos próximos, explicaré en más detalle un par de experiencias de aprendizaje arriba mencionadas que tuve al realizar el proyecto de acción social. En síntesis, nunca olvidaré las experiencias que tuve al realizar mi TCU en el Hogar CREA de El Roble de Alajuela. Cuando se habla de un aprendizaje obtenido en el centro TCU, alguien podría creer que por haber estado, visto, o participado en actividades, uno habría aprendido con base en las maneras de actuar de las personas, sus conductas, el impacto de la estructura de la organización en ellos. Realmente no es así. El núcleo del aprendizaje en estos centros son las relaciones y discusiones con las personas. Sólo así es como uno verdaderamente logra comprender la situación social de la población meta, en mi caso, los residentes del hogar CREA en Alajuela. Yo no aprendí por haber participado en las terapias educativas, a las cuales todos los residentes presentes deben atender, ni se podría atribuir mi aprendizaje sobre mi mismo por cómo el programa está estructurado y la estrategia que emplea para ayudar a los residentes. Yo aprendí sobre mi mismo y el entorno en el que vivo y trabajo mediante simples conversaciones con los residentes. Digo simple porque el hablar es simple, pero los pensamientos que instigan son los que causan un profundo efecto. Entre las conversaciones que he tenido con varios residentes, hay algunos que puedo destacar por el simple hecho que me impactaron a tal grado que nunca olvidaré sus relatos. Una de las conversaciones más impactantes que tuve fue con un residente llamado Kenneth. Él tiene 42 años y esta es su segunda participación en el programa. Él tiene dos hijos, un muchacho de 24 años y una muchacha de 21 años. Los dos tienen un trabajo estable y no consumen drogas, hecho que hace muy orgulloso a Kenneth. Cuando él era niño, Kenneth era muy apegado a su mamá. Ella era quien lo cuidaba en términos de salud, amor, disciplina, como buena madre. En cambio la relación con su padre, no era tan positiva. Él mismo me decía que todos en la casa vivían atemorizados de él. Cada vez que llegaba en carro a la cochera de la casa, existía un aire de estrés o tensión, y cuando él entraba era cuando comenzaban los problemas. Por ende, la relación entre Kenneth y sus hermanos era frustrada, porque aunque estos lo defendían ante su padre, la manera en que ellos se relacionaban con él era similar a como el padre era con ellos, a puro grito y puño. Yo había tenido mis propias frustraciones con mi padre, y en un principio, especialmente al compararlos a las frustraciones sufridas por mis compañeros de colegio, las creí serias. Pero al escuchar a Kenneth relatar sobre la dinámica que tenía su familia, vi que realmente mis frustraciones con mi padre no incluían gritos y puños. Aunque habíamos tenido desacuerdos, siempre existía un aire positivo de comunicación en donde, sin gritar o acudir a violencia de alguna forma, lográbamos comunicar nuestra perspectiva sobre el tema de discusión. Ahí es donde aprendí que debo dar gracias y apreciar la comunicación que tengo con mis familiares, no solo con mi papá, pero con mis hermanas, mi mamá, y mi familia lejana. No solo hablando con Kenneth me he dado cuenta de lo bendecido que soy con la gente que me rodea en mi círculo familiar, y que no debo ser malagradecido sino más bien muy agradecido por la calidad de comunicación que he disfrutado. Otro residente de quien aprendí es uno de apellido Carballo. Este hombre es de alrededor de cuarenta años, quizá menos, de aspecto moreno, y le hacen falta todos los dientes de la parte de arriba de la boca y la mitad de la parte de abajo. También tiene tiene parálysis en algunos músculos de sus pies, haciendo que no pueda moverlos. Puede caminar, pero es muy notable que tiene una discapacidad. Carballo trabajaba con narcotraficantes. Él es el típico residente del hogar quien tiene un pasado como criminal - comenzó consumiendo droga por un problema familiar, llegó a un momento donde la familia lo echó de la casa, comenzó a trabajar con narcotraficantes para mantener su vicio, y finalmente casi muere gracias a los problemas generados por su involucramiento en ese mundo. Un vicio como el que tenía él, podía ser mantenido porque existía una alta demanda en la calle para la droga que consumía. La plata que él generó para sus empleadores financiaba carros, armas, viviendas, entre otros, y todos muy lujosos. La mayoría de los que trabajaban en el mundo del narcotráfico reconocen que es así, al menos al corto plazo. Como dicen entre ellos, aunque uno gana mucho y muy rápido, "a todo pavo le llega su noche buena". Todos los dientes que perdió, los perdió cuando una banda enemiga lo capturó y lo torturó con planes de eventualmente matarlo. Según Carballo, personas amigas de él tuvieron que escarbar un túnel debajo de la vivienda en donde lo tenían durante 2 días para sacarlo, mientras que a él le sacaron los dientes uno por uno con un destornillador. En otra ocasión, intentó robar un almacén, y al escaparse la policía le disparó, pegándole en ambos pies, paralizándole los músculos que le permitían caminar de forma normal. Aparte de que su experiencia es altamente impactante y le haría a cualquiera evitar encontrarse en una situación similar, el aprendizaje más grande que obtuve de él fue que la compra de todas drogas, sin importar su efecto o seriedad que les da la sociedad, resultan en el directo financiamiento de este tipo de experiencia. Sin plata para operar, bandas como a la que pertenecía él o como las enemigas, no tendrían como subsistir, y tendrían menos opciones para financiar su criminalidad. En el mundo que yo vivo, existen varios conocidos que compran droga de forma regular. Realmente es una realidad de todos en mi opinión, la única diferencia es que algunos como yo, lo sabemos y vemos, y otros no. Al aprender sobre lo que he hablado con Carballo, me siento más armado con criterios reales para concientizar a estos conocidos sobre la realidad de la situación en la que se encuentran, y poder argumentar soluciones pragmáticas al problema del narcotráfico en general. En mi proyecto TCU, mis discusiones o conversaciones con los residentes sirvieron como mayor (y por mucho) fuente de aprendizaje. Casos como el de Kenneth y Carballo eran muchos, y también habían otros que quizá no eran tan dramáticos, pero igualmente sirvieron como base de aprendizaje. Un caso fue el de un residente con el apellido Trejos, quien resulta ser el hermano del pulpero en el barrio de mi abuelita, y a ellos yo los he conocido desde mi infancia, lo cual me hace ver que el mundo es más pequeño de lo que uno se imagina. El impacto que yo he dado en el centro, posiblemente se sentirá en el barrio de mi abuela. Lo que quiero decir es que, el impacto del proyecto no ha sido únicamente en mi y los residentes, sino también en varias comunidades, porque al impactar un miembro de una comunidad, la misma comunidad se ve impactada de forma indirecta. De todas estas comunidades, el impacto más fuerte es y será en la comunidad en donde vivo yo, porque el programa ha servido como un portal para integrarme a la misma. A final de cuentas, cualquier cambio que se vea en cada una de esas comunidades, será gracias no a actividades que realicé con los residentes necesariamente, pero sí a la relación directa que establecí con cada uno de los residentes. Ellos han llegado a ser parte de mi vida, y apuesto que yo también he llegado a ser parte de la vida de ellos. El Hogar CREA de El Roble de Alajuela queda ni a quince minutos de mi casa, las actividades comunitarias que realizan son muy alegres, y siento que como he podido impactarles durante este proyecto, podría impactarles aún después. De esta forma, veo muy probable que yo siga visitando al hogar, y así los residentes y yo mismo seguiremos aprendiendo uno del otro.