Fístula traumática: la lucha por recibir una indemnización

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VIOLENCIA SEXUAL
RMF 27
Fístula traumática: la lucha por
recibir una indemnización
por Arletty Pinel y Lydiah Kemunto Bosire
La agresión sexual a mujeres con palos, pistolas, ramas
o botellas y el consiguiente daño de sus genitales forma
parte de la estrategia de la guerra. En algunos casos, las
heridas provocadas son irreparables. Las fístulas traumáticas
son habituales. Igual que ocurre con las víctimas de la
tortura y otros abusos graves de los derechos humanos, es
imprescindible devolverles la salud a las sobrevivientes, en
la medida de lo posible, y ofrecerles indemnizaciones.
Una fístula traumática es una abertura
anormal que aparece entre el aparato
reproductor y uno o más órganos o
mucosas del cuerpo de una mujer o de una
niña. Resulta de un trauma ginecológico
directo producido, normalmente, por
agresiones sexuales violentas, violaciones
en grupo o introducción forzada de
objetos en la vagina de la víctima. Por
ello, lo normal es que el número de
casos sea mayor durante y después
de los conflictos. De este modo, una
agresión sexual violenta puede provocar
heridas en los genitales de la víctima
que pueden derivar en una ruptura de
tejidos -denominada fístula-, por la que
terminan comunicándose la vagina con
la vejiga o el recto, o bien todos ellos.
La fístula traumática implica, no sólo
el trauma psicológico, miedo y estigma
propios de una violación, sino también
el riesgo de embarazo no deseado y
de contraer infecciones de transmisión
sexual o el VIH, además de menores
oportunidades para casarse, trabajar o
integrarse plenamente en la sociedad . Las
mujeres afectadas no pueden controlar
el flujo de orina o heces, que se filtra por
el desgarro. A menudo, el marido acaba
divorciándose de ellas, y la comunidad,
rechazándolas, y no son pocos los casos
en que quedan incapacitadas para
trabajar o cuidar de su familia. Además,
suelen padecer complicaciones de
salud a largo plazo, como infertilidad,
prolapso uterino o aborto espontáneo.
El personal médico ha detectado casos de
fístula traumática durante la guerra o la
posguerra en Burundi, Chad, República
Democrática del Congo, Sudán, Ruanda
y Sierra Leona, aunque también se han
denunciado en otros países como Etiopía,
Guinea, Kenia, Liberia, Somalia, Tanzania
y el norte de Uganda. Sin embargo, no
se tienen cifras exactas. Por un lado, es
difícil recabar información durante un
conflicto o posteriormente, porque las
personas afectadas temen represalias y
mayor humillación; por otro lado, porque
no saben de la existencia de servicios de
reparación quirúrgica de la fístula. La
infraestructura sanitaria es deficiente y
la inseguridad, constante. La ausencia de
datos no ayuda a comprender la verdadera
magnitud del problema, ya que los
investigadores sólo pueden determinar
su repercusión a tenor del número de
mujeres que acuden a los centros de salud
y reparación para recibir tratamiento.
En muchos de los casos, un cirujano
experto con formación específica puede
reparar las lesiones. El coste medio de
la cirugía y el cuidado postoperatorio
de una paciente suele ser de unos 300
dólares. Este último debería ser de tipo
psicológico, físico y rehabilitador. Curar
todas las heridas, especialmente las
psicológicas, lleva su tiempo. Algunas
mujeres, sobre todo aquellas a las que
les introdujeron objetos en la vagina o en
el recto por la fuerza, no pueden sanar
incluso tras someterse a varias operaciones
y quedan maltrechas de por vida.
Cuando el campo de batalla se prolonga
en el cuerpo de las mujeres, hablar de
reconstrucción y reconciliación nacional no
tiene sentido para las personas afectadas
(tanto de forma directa como indirecta),
si no se reconoce que se produjeron
graves violaciones de los derechos de una
parte de la población y las comunidades
destruidas no vuelven a unirse por
menos que puedan. El acto público
por el que se destroza el cuerpo de una
mujer es símbolo de la descomposición
del tejido social, que afecta a la unidad
de la familia y alimenta sentimientos
de odio y venganza, que prolongan el
conflicto. En términos de compromiso,
los responsables humanitarios no pueden
obviar la situación de las sobrevivientes,
cuyo cuerpo se convierte en la expresión
más cruda de la violencia de guerra.
Las indemnizaciones de Bruselas
El Llamamiento a la Acción de Bruselas,
elaborado en junio de 20061 en el
Simposio Internacional sobre la Violencia
Sexual durante y con posterioridad a los
Conflictos , solicitó a los participantes el
reconocimiento del “derecho de todas
las sobrevivientes a indemnizaciones
materiales y simbólicas, inclusive
restitución, compensación, rehabilitación,
satisfacción y garantías de no repetición
de los incidentes, y asegurar el acceso
de todas las sobrevivientes a dichas
indemnizaciones”. Es importante que las
medidas compensatorias hagan ver a las
mujeres que son ciudadanas de derecho
y que no se tolerará la vulneración de su
derecho a la vida y a una vida digna.
En primer lugar, es necesario intervenir
a la afectada para restablecer el
funcionamiento de su organismo, tratar la
fístula y detener la incontinencia. Para ello,
hay que dotar a los centros quirúrgicos de
expertos y medios para practicar anestesias
y transfusiones de sangre. A menudo,
los mismos medios quirúrgicos que se
utilizan para operar fístulas se utilizan
también en la práctica de cesáreas y otras
operaciones rutinarias, lo cual contribuye
a reducir los desequilibrios de género en
el acceso a los servicios sanitarios, que
provocan una alta tasa de mortalidad
materna. En este sentido, también se debe
informar a las comunidades afectadas de
que disponen de servicios de reparación.
El segundo aspecto de las indemnizaciones
exigidas en Bruselas es el de las
compensaciones. Aunque los activistas
en pro de los derechos humanos y las
agencias de seguros siguen poniendo
precio a los daños causados por torturas,
violaciones, ejecuciones extrajudiciales
(homicidios) y otros abusos, en algunos
países no es posible compensar a las
sobrevivientes que padecen fístulas. Sin
embargo, el hecho de que los ministerios
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de economía no tengan recursos suficientes
para indemnizar a las afectadas (y que a
los organismos internacionales les cueste
-no quieran- hacerlo), no implica que este
no sea un principio importante sobre el
que haya que insistir constantemente.
En ausencia de indemnizaciones
materiales, las compensaciones simbólicas
son significativas. ¿Deberíamos conseguir,
como hacemos con las violaciones
“ortodoxas” de los derechos humanos,
que el Estado se disculpe oficialmente ante
las víctimas afectadas por una fístula y
por la violencia sexual grave, dado que
él es el supuesto garante de los derechos
vulnerados? ¿O deberíamos erigir un
monumento a aquellas mujeres que han
padecido en su propio cuerpo los estragos
de la guerra para recordar a la comunidad
que tales aberraciones no deben ocurrir
nunca más; hacer ver a las sobrevivientes
que su lucha no ha caído en el olvido;
retratarlas como heroínas y sufridoras;
honrarlas, en vez de rechazarlas y
culparlas; y reclamar un espacio público
para manifestar dicho respeto?
El tercer elemento del Llamamiento
a la Acción es la recuperación física y
psicológica. Las mujeres acuden a los
escasos centros de tratamiento existentes
pensando que preferirían estar muertas
antes que cargar con la deshonra de la
violación, de la incontinencia provocada
por la fístula y de la posibilidad de
contraer el VIH. Lo más difícil es conseguir
que recuperen su dignidad y se convenzan
de que en el futuro se respetarán sus
derechos . Todas las intervenciones deben
conducir a la rehabilitación psicológica
de las sobrevivientes y deben llevarse
a cabo de forma general y rutinaria,
no sólo las de aquellas afectadas que
deban declarar ante un tribunal o
una comisión de investigación.
Por último, el Llamamiento a la Acción
exige que no se vuelvan a producir
agresiones sexuales. Para ello, es necesario
reformar las instituciones, que deben
garantizar el respeto de los derechos
humanos y, en particular, de las mujeres
como personas de pleno derecho. Es
necesario acabar con la impunidad y
convencer a los responsables de que estos
delitos son intolerables. Los cuerpos
de seguridad, tanto regulares como
extraoficiales, que a menudo son los
principales perpetradores, deben saber que
se aplicarán sanciones por estos delitos.
La comunidad internacional debe
denunciar de forma unánime a cualquier
Estado que no sancione a sus fuerzas
de seguridad, si se demuestra que han
causado fístulas traumáticas, como
ya ocurre con los delitos de tortura.
Estos cuerpos no pueden participar en
misiones de paz. Los generales de las
milicias extraoficiales cuyos soldados
se vean implicados en casos de este
tipo deberían responder por delitos de
tortura y hacer frente a las consecuencias
penales internacionales de sus actos.
Progresos
Es fundamental:
n formar comisiones de investigación
sobre las causas, consecuencias y
magnitud de los casos de fístula
traumática, con objeto de desarrollar
programas de ayuda efectivos y
planificar intervenciones eficaces
n conseguir que los hospitales ofrezcan
servicios de reparación adscritos a
los quirófanos y que dispongan de
equipamiento útil para tratamientos
femeninos complementarios (por
ejemplo, práctica de cesáreas)
n diseñar intervenciones que faciliten
el acceso a los tratamientos
antirretrovirales y a los servicios
de planificación familiar para
evitar embarazos no deseados
n incluir información sobre las
fístulas traumáticas en los
programas formativos de todas
las unidades militares, fuerzas
de paz y cuerpos policiales
n homogeneizar la respuesta de
emergencia de la ONU y los
organismos internacionales de modo
que incluyan los siguientes servicios
clínicos: exámenes médicos adecuados,
medios anticonceptivos de urgencia,
cirugía fístular, personal cualificado
que ofrezca servicios ginecológicos
y obstétricos de calidad, equipos
apropiados, así como asistencia
y tratamientos psicológicos
n reforzar el sistema sanitario: en la
actualidad, cuando la ONU organiza
su Proceso de Solicitud Consolidado
entre Organismos anual para países en
crisis (CAP, por sus siglas en inglés),
los programas de salud reciben menos
de un 25% de los recursos solicitados
n desarrollar sistemas dentro de la
comunidad que permitan informar
de las atrocidades ocurridas, para
remitirla posteriormente a organismos
jurídicos nacionales e internacionales
(la existencia de fístula traumática
debería tener valor probatorio)
n trabajar con las comunidades
y los medios de comunicación
para cambiar aquellas actitudes e
ideas que exacerban el estigma, la
discriminación y la exclusión que
sufren las mujeres afectadas
n apoyar la labor de las organizaciones
de sobrevivientes y desarrollar
programas para favorecer la creación
de un entorno comprensivo y la
reintegración en su comunidad
Si deseamos favorecer un sentimiento de
reconciliación es importante restablecer
la confianza de las sobrevivientes en
la sociedad y conseguir que vuelvan a
sentirse ciudadanas de pleno derecho.
El primer paso para reconstruir este
sentimiento y reparar una sociedad
dividida por la guerra y las diferencias
políticas consiste en satisfacer las
necesidades de aquellas mujeres
que quedaron desgarradas literal y
deliberadamente en el conflicto. De no
hacerlo así, el resto de intervenciones
no tendrían repercusión alguna.
Arley Pinel, Doctora en Medicina,
([email protected]) es la Presidenta de
la Sección de Salud Reproductiva del
Fondo de Población de las Naciones
Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés);
Lydiah Kemunto Bosire (l.k.bosire@
gmail.com) es consultora del UNFPA.
Para más información, consulte
el documento: Fístula traumática
ginecológica: una consecuencia de la
violencia sexual durante los conflictos
(Traumatic Gynecologic Fistula: A
Consequence of Sexual Violence in
Conflict Seings) www.acquireproject.
org/fileadmin/user_upload/ACQUIRE/
Publications/TF_Report_final_version.pdf
1.Véase la contraportada.
En 2003, el UNFPA abanderó la Campaña
Mundial para Erradicar la Fístula, que
opera en más de 35 países y está orientada
a la prevención y tratamiento de la fístula,
así como también al restablecimiento
y capacitación de las mujeres tras el
tratamiento. www.endfistula.org
Los donativos a la Campaña
contribuyen al restablecimiento de la salud, la
esperanza y la dignidad de
las mujeres que viven con
esta grave afección.
Para hacer donativos
en línea, visite
www.endfistula.org/
donate.htm
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