Estudio del Asentamiento de TELL HALULA

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Estudio del asentamiento de Tell Halula
(valle del Éufrates, Siria): aportaciones para
el estudio de la emergencia de las sociedades
agrícolas en el Próximo Oriente
MIQUEL MOLIST
Universidad Autónoma de Barcelona
JOSEP ANFRUNS
Universidad Autónoma de Barcelona
WALTER CRUELLS
Universidad Autónoma de Barcelona
XAVIER CLOP
Universidad Autónoma de Barcelona
MARIA SAÑA
Universidad Autónoma de Barcelona
La aparición de las primeras sociedades campesinas, denominadas tradicionalmente neolíticas, representa uno de los hitos de la historia de la Humanidad. Se trata, en efecto,
del paso que las poblaciones prehistóricas
han realizado, bien sea a partir de la evolución autóctona, bien por adopción de un
modo de vida de larga tradición basado en la
caza, la recolección y pesca, hacia la propia
producción de subsistencia. Pero esta transformación no es puramente económica sino
que implica variaciones significativas en
otros ámbitos que integran las sociedades humanas. A menudo se ha enfatizado el desarrollo tecnológico como causa y/o efecto de
esta transformación, pero no hay que olvidar
las variaciones en la estructura de la población, o el cambio en el sistema social, la mutación del mundo simbólico... De hecho, como se destaca a menudo, el conjunto de innovaciones realizadas por las primeras sociedades se halla en la base del futuro desarrollo
que unos milenios más tarde marcará la evo-
lución hacia las sociedades complejas, con la
aparición de la ciudad y del Estado.
En la zona eurasiática se sigue considerando el Próximo Oriente, en general, y particularmente las regiones más mediterráneas
del área de Turquía, Siria, Líbano, Israel y
Jordania, como los escenarios privilegiados
para el estudio de esta transformación, dado
que son las regiones naturales donde estos
cambios se documentan con una mayor antigüedad y se dan a partir de una plena
transformación autóctona, es decir, por propia evolución. La zona del Valle del Éufrates
constituye una de las zonas ecológicas donde a partir de los trabajos pioneros de investigadores como J. Cauvin, A. Moore y M.
Van Loon en los yacimientos de Mureybet y
Abu Hureyra, permitieron incorporarla al
núcleo restringido de las áreas pioneras donde se documenta plenamente la revolución
agrícola: el Valle del Jordán, el oasis de Damasco, el sudeste de Anatolia y las estribaciones del Zagros y del Taurus.
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La construcción del embalse de Tchrine en
la zona del Éufrates medio motivó, desde finales de los ochenta, el inicio de una operación de salvamento patrimonial auspiciada
desde el Ministerio de Cultura de la República Árabe de Siria y en la que han participado
un importante número de instituciones e investigadores internacionales, con equipos de
Gran Bretaña, Francia, Australia, Italia...
La invitación recibida por parte de la Dirección General de Antigüedades y Museos
(DGAM) de Siria en 1989, permitió fijar
nuestro interés en un asentamiento en pleno
valle fluvial y prácticamente inédito: Tell Halula. Se trata de un yacimiento excepcional de
época neolítica, con unas grandes dimensiones (8 hectáreas de superficie y más de 11 m
de altura de potencia estratigráfica), en donde las problemáticas que se intuían a partir de
la documentación de la prospección preliminar, se incorporaban plenamente a la línea de
investigación que estábamos desarrollando
desde 1986 en la Universidad Autónoma de
Barcelona. Desde ese momento el proyecto
se incorporó en el Programa de Actuaciones
Españolas en el Extranjero de la Dirección
General de Bienes Culturales y del Instituto
del Patrimonio Histórico Español, otorgándole apoyo financiero y colaboración técnica,
con la colaboración más puntual de la AECI,
y de la Embajada de España en Damasco. Por
otra parte, el proyecto contó siempre con el
apoyo incondicional de la DGAM del Ministerio de Cultura de Siria y se erigió en el
centro de actuación de un equipo interdisciplinario de la División de Prehistoria de la
UAB, abierto a la colaboración de investigadores, especialistas y estudiantes de otras universidades e instituciones.
La prioridad inicial dedicada al trabajo de
campo, sobre todo de excavación dado el
carácter de operación de salvamento, se ha
ido compensando a lo largo de los casi
quince años de actividad con la incorporación de campañas de estudio y análisis en el
propio yacimiento, con la realización de
programas específicos de estudio o desarrollo de analíticas con la implicación de nuevos doctorandos y estudiantes en el programa, lo que ha significado la realización de
tesis doctorales, o de trabajos de investigación en el marco de los estudios universitarios. Respecto a la difusión, los resultados
científicos obtenidos han sido expuestos en
congresos y reuniones, tanto nacionales como internacionales, y sus aspectos más novedosos han sido publicados en revistas especializadas como Paleorient, Journal of Archaeological Science... La publicación sistemática de los resultados a escala detallada
con la publicación de monografías ha sido
otra de las actividades de difusión emprendidas con dos publicaciones ya realizadas.
Tampoco se ha descuidado la divulgación
genérica, exponiendo desde 1993 los resultados en la prensa y revistas de divulgación
general (española, siria e internacional). Por
último, en el aspecto de exposiciones, se
dispone a petición nuestra de un espacio expositivo en el Museo de Alepo, cuyo contenido se ha ido actualizando a medida que se
avanzaba en el conocimiento y los hallazgos
en el propio yacimiento. Nuestra participación en 1996 en la exposición «Syrian-European Archaeology Exhibition: Working
together» organizada por la Unión Europea
y la DGAM de Siria, significó el inicio de la
presencia de nuestros trabajos en exposiciones internacionales como es el caso de la organizada en 1998 en Bruselas con el título
«Syrie; Aux origines de l’Ecriture» o en
1999 en «Syrie. Terre de Civilisations», esta
última organizada por el Musée des Civilisations de Montreal y que ha sido expuesta
en diferentes ciudades de Canadá, de Estados Unidos y de Europa. Recientemente
también se ha colaborado con exposiciones
en Barcelona (Ciclo Mediterraneum del
Museu d’Història de la Ciutat de Barcelona) o en la ciudad de Gavà. Completan esta línea divulgativa un gran número de conferencias, tanto en las ciudades de Damasco
o Alepo en Siria, como ciudades españolas,
destacando por su significación las realizadas en la fase inicial del proyecto en el Museo Arqueológico Nacional (Madrid) y la
efectuada muy recientemente en el Musée
du Louvre (París), donde se expusieron los
principales resultados de los últimos años.
Un medio privilegiado
para el estudio histórico
El Valle del Éufrates, además de ser un marco geográfico emblemático para la globalidad de la historia antigua oriental, constituye, en la parte del curso medio y alto de Siria y sudeste de Turquía, una región natural
cuya ocupación y explotación durante la
transición de las sociedades cazadoras-recolectoras a las agrícolas y su consolidación,
está documentándose tanto en los aspectos
históricos y/o arqueológicos como en los
más medioambientales. Es por ello, que en
el caso del asentamiento de Tell Halula, el
ecosistema preferencial de interés por parte
de las sociedades agrícolas arcaicas es el ecosistema de ribera, que les permitía beneficiarse de todos los recursos propios del llano aluvial y de los márgenes del propio valle del Éufrates como de los afluentes próximos. Pero su ubicación en la zona de contacto de varios ecosistemas naturales le permite, asimismo, explotar la zona de estepa
semiárida así como los recursos de una pequeña cordillera o montaña baja que rodean
el asentamiento por la parte este. Los recursos naturales disponibles en estos tres am-
bientes son plenamente explotados por los
habitantes y su caracterización y estudio,
además de los aspectos paleoeconómicos,
nos han permitido una primera caracterización paleoambiental. En efecto, se ha podido establecer la zona como de estepa arbórea, con unas condiciones hídricas y de pluviosidad más alta que en la actualidad, lo
que significaba una cubierta vegetal mucho
más extensa con alta proporción de gramíneas. En estos últimos años se está priorizando, además, la recuperación de los indicadores paleoclimáticos, tanto a partir de las
metodológicas usuales como a partir de
nuevos métodos, como, por ejemplo, la
aplicación del análisis de isótopos estables.
El asentamiento
Una de las primeras prioridades del proyecto fue establecer el marco cronológico y espacial preciso de las ocupaciones presentes
en el tell. A esta operación, siempre básica
en el inicio de un estudio, le siguió la excavación y estudio de los niveles mejor conservados y cuya documentación se conside-
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partir de dataciones absolutas, principalmente C14, calibradas), enmarcándose en los
horizontes históricos tradicionalmente denominados: Neolítico Precerámico (Pre.
Pottery Neolithic B –PPNB fases media y
reciente–), Neolítico Cerámico (Fases:
Amuq A-B, Pre-Halaf ) y transición Neolítico-Calcolítico (culturas Halaf y Obeid). En
superficie, se han recuperado restos materiales parciales de períodos más recientes (Post
Uruk, Edad del Bronce, Edad del Hierro,
Helenístico, etc.), pero hasta la actualidad
no se han localizado horizontes y restos estructurales en posición estratigráfica.
ra más significativa para el conocimiento de
las primeras sociedades agrícolas orientales.
En los últimos años se están investigando
además de los objetivos generales expuestos,
dos temáticas específicas: una centrada en
las prácticas funerarias, tanto en sus aspectos sociales como en la vertiente más antropológica, es decir, en los aspectos poblacionales, demográficos, ADN antiguo; la segunda se centra en el origen de la cerámica
y sus primeros desarrollos en relación con la
formación de las culturas «clásicas» (Halaf,
Samarra...). Hay que destacar no obstante
que, desde el inicio, se han priorizado, dada
la época y el interés histórico que representan, el estudio de los fenómenos de la domesticación animal y vegetal que van ligados a la aparición de la agricultura y ganadería como nuevas formas económicas y de
fuerte incidencia social.
Globalmente se han abierto y excavado
unos 2.500 m2, distinguiéndose más de cuarenta niveles de ocupación con varios miles
de unidades estratigráficas diferenciadas, y
que permiten documentar una ocupación
prácticamente continua entre el 7800 y el
5700 a. n. e. (años antes de nuestra era, a
El poblado: hábitat con arquitectura
de adobe compleja
El poblado tiene a lo largo de toda su ocupación una extensión considerable, que alcanza las 8 hectáreas en los momentos de
mayor concentración. La organización del
espacio construido es variable según las etapas históricas, en la franja más antigua en el
VIII milenio. Las unidades de habitación se
presentan de manera ordenada según un eje
dominante, sur-norte, con pequeños espacios de circulación (de 0,40 cm a 1,5 m) entre ellas. Los espacios delante de las casas
son más amplios y se convierten en zonas
abiertas donde se realizan buena parte de las
actividades domésticas de producción. En
las fases más recientes del poblado (VII y VI
milenio), el emplazamiento de las construcciones y la distribución del tejido del poblado cambia significativamente con un grado
de aglomeración menor y la documentación
de grandes espacios libres y/o abiertos entre
las diferentes casas. Estos espacios son los
que también nos muestran una gran riqueza de actividades domésticas, al documentarse hogares y hornos enterrados, grandes
áreas de acumulación de testimonios de
combustión, suelos preparados... Se ha descubierto un conjunto de elementos arquitectónicos que nos indican la capacidad de
estas poblaciones para la construcción de
«equipamientos» colectivos, al mismo tiempo que nos indican una cierta
previsión/predeterminación en el modelo
de ocupación del espacio en el interior del
poblado. Sin duda el más espectacular es el
impresionante muro de piedra, con una altura conservada de unos 4 m y que la excavación ha permitido ponerlo al descubierto
en una longitud continua de cerca de 30 m,
pero que los análisis globales (prospección
geoeléctrica, sondeos...) indicarían su localización en la globalidad de la parte oeste del
asentamiento con una forma elíptica que
puede superar los 200 m lineales. La función de esta construcción puede compararse a la famosa muralla de Jericó, pues se trataría de construir una terraza o plataforma
elevada, en la cual se ubicarían construcciones, entre las cuales destaca un edificio de
características arquitectónicas bien diferenciadas de las casas domésticas habituales
(planta rectangular pluricelular compleja,
piedra como material de construcción, etc.)
y que podría constituir un edificio colectivo, si bien los datos disponibles son demasiado parciales para hacer una propuesta definitiva. La fase inicial de esta construcción
se data en torno al 7000 a. n. e., habiéndose documentado una continuación en las
épocas posteriores, durante más de 1.500
años, hasta la época del Halaf medio, con
una función similar. Esta construcción es
excepcional, dado que si bien se conocen
trabajos de aterrazamiento en yacimientos
contemporáneos, los documentos descubiertos en Tell Halula constituyen, tanto
por su monumentalidad como por la envergadura de la obra, los primeros testimonios
de arquitectura monumental en Siria.
En las fases recientes del poblado, en torno al 6500 a. n. e., se documenta otra novedad importante con el hallazgo de un
muro o muralla con una altura media conservada de 1,20 m, también construida en
piedra, pero esta vez con una función claramente de cierre, delimitando, o mejor dicho, cerrando la instalación sudeste del poblado. En este mismo sector del yacimiento
se ha descubierto una fosa excavada con paredes y fondos arreglados a lo largo de los
más de 20 m ya documentados y que indican su probable funcionalidad como una
estructura de canalización de aguas. Hay
que destacar que este último testimonio es
singularmente importante, dado que precede en más de un milenio, según la documentación actual, a las más antiguas evidencias de sistemas de irrigación y constituye una nueva evidencia de la capacidad arcaica para la «manipulación» de agua.
En el ámbito de la arquitectura doméstica, durante toda la fase del poblado, las uni-
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dades de habitación muestran la gran habilidad e inversión de trabajo realizada. En las
fases más arcaicas se trata de casas de morfología muy uniforme de planta rectangular, de tipo pluricelular con tres, cuatro o
cinco habitaciones, distribuidas según un
plan ordenado que se va repitiendo en las
diferentes unidades. El elemento central de
las casas es una habitación de grandes dimensiones (entre 18-22 m2), de acabado
cuidado como nos muestran los suelos y los
muros revestidos y enlucidos de cal y donde
se instalan los dispositivos domésticos destinados a la cocción: hogar construido de
planta circular o rectangular y horno con
cubierta plana, construido sobre un zócalo
de piedra (que aumenta el poder calorífico),
en ambos casos enlucidos también de cal.
Las habitaciones complementarias tienen
unas dimensiones menores, con una morfología y calidad constructiva más variada, como muestra, por ejemplo, que las paredes y
suelos pueden o no tener un enlucido de
cal, la presencia de silos construidos u hogares es también variable. En fin, un conjunto de estructuras y/o distribuciones espaciales de los restos materiales que indican
funcionalidades complementarias, como el
almacenamiento, proceso de fabricación de
útiles, secado de cereales, etc.
Los materiales de construcción son el
adobe, las piedras y, originalmente, la madera, aunque en este último caso su conservación es muy reducida. Las piedras tienen
un abundante uso para las hiladas inferiores
o para los cimientos de las casas. El material
base para la construcción es, no obstante, la
tierra, principalmente en forma de adobe,
aunque también se ha documentado algún
tapial. Los adobes son ya de dimensiones y
morfología uniformes y la maestría de los
constructores se constata en la construcción
de ángulos dinteles... La buena conservación del material orgánico carbonizado ha
permitido descubrir esteras, de forma semicircular o rectangular, ubicadas tanto en los
espacios abiertos exteriores como en los interiores de habitaciones cerradas.
En las fases recientes del poblado, esencialmente a partir de los horizontes PreHalaf, la arquitectura doméstica muestra
peor conservación que en las etapas anteriores. Se trata de un hábitat doméstico,
con una gran riqueza estructural, dada la
presencia de dos tipos de construcciones: la
casa de planta rectangular o cuadrada (de
tipo pluricelular), continuando pues la tradición anterior y, por otro lado, la planta
circular o tholoi, como se suelen denominar
regionalmente. Si de las primeras no insis-
timos, dado que sus características son próximas a las ya descritas, destaca la aparición
de un nuevo tipo de construcción cuyas características indicarían su uso complementario, a nivel funcional, de las casas y/o habitaciones de planta rectangular, lejos, por
tanto, de las primeras interpretaciones que
se vinculaban a templos. En efecto, se trata
de edificios de planta circular (tholoi) de
construcción simple y de dimensiones medianas (diámetros entre 2,5 y 4,5 m) y técnicas de construcción similar a los anteriores (zócalos de muros de piedra, suelos enlucidos, etc.). Hasta la actualidad se han
documentado los tholoi tanto en las fases
más recientes de la época Pre-Halaf como
en los horizontes Halaf.
En las áreas exteriores distinguiríamos
entre las que pueden considerarse principalmente como áreas de desechos, como por
ejemplo, las que se encuentran en paralelo a
las casas de las fases antiguas; de las zonas
con función más diversificada documentada, por ejemplo en las zonas más amplias,
en la parte delantera de las casas, donde
además de pequeñas áreas de desechos se
documentan también áreas de trabajo doméstico o de actividad productora: descuartizamiento de animales, zonas de talla, etc.,
y donde algunas estructuras construidas,
bien de conservación (silos), bien de combustión (hogares en cubeta, hogares en fosa, etc.) o, incluso, plataformas de secado
(estructura de tipo «grill plan») indican la
gran actividad de estas áreas. Las variaciones
funcionales de estos espacios externos en las
diferentes fases del poblado son menores,
variando, como indicábamos, más por sus
dimensiones y distribución que por el propio contenido de los depósitos arqueológicos, que siempre denotan su uso como lugar prioritario de las actividades domésticas.
En los últimos años se han producido una
serie de descubrimientos de elementos de
carácter simbólico en algunas de estas construcciones domésticas. Se trata, por un lado, de uno de los rituales comunes de los
hábitats del neolítico oriental como es el depósito de bucráneos de uro (Bos Primigenius) en los cimientos de algunas de las casas. Por otro lado, el uso regular y en todas
las fases de vida del poblado del subsuelo de
las construcciones como lugar para las prácticas sepulcrales de la población, como veremos más adelante. Pero el hallazgo significativo ha sido la constatación de que los
suelos de la habitación principal pueden estar decorados con pinturas. En efecto, en
una de las construcciones se ha descubierto
un conjunto de figuraciones esquemáticas,
en pintura de color rojo, formado por un
total de 23 figuras femeninas, distribuidas
alrededor de una representación igualmente
simbólica, formada por un cuadrado con
rayas internas. Es importante destacar que
este documento constituye una de las más
antiguas representaciones humanas pintadas del Próximo Oriente.
Transformaciones de la economía
de subsistencia: la aparición
de la agricultura y la ganadería
La excavación ha puesto al descubierto
un rico conjunto de restos vegetales y de
fauna que permiten caracterizar Tell Halula
como un poblado de los primeros agricultores/ganaderos. Los estudios arqueozoológicos y paleobotánicos proporcionan los elementos materiales para constatar la evolución de una economía de subsistencia centrada esencialmente en la explotación de especies salvajes en los niveles inferiores, hacia
la gestión de los productos domésticos en
las fases superiores.
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La explotación de los recursos vegetales
muestra desde la base, y por primera vez en
el valle del Éufrates, una agricultura incipiente de diferentes especies de trigos morfológicamente domésticos (Triticum aestivum/durum, Triticum Monococcum, Triticum
Dicoccum), pero se constata también la existencia de variedades de tipo salvaje como el
Triticum Diccoides, la cebada (Horeum spontaneum), bien como el resultado de una recolección, bien en forma de explotación
agrícola pero sobre morfología salvaje. Por
otro lado, se documenta la explotación agrícola de leguminosas (guisantes, lentejas,
etc.), así como la explotación de árboles frutales como el olivo y ciruelo (prunus). Los
análisis antracológicos muestran una gran
variedad de importantes especies como el
Pistacia, Quercus, Fraxinus o Populus, que serían indicadores de una vegetación adaptada
a un clima ligeramente más húmedo que el
actual. Las características más favorables a la
existencia de cultivos de secano han sido
igualmente puestas en evidencia por los análisis de isótopos de C13. La constatación del
proceso de domesticación de las principales
especies animales suministradoras de ali-
mento (cabra, oveja, cerdo y buey) es sin duda una de las aportaciones más significativas
del asentamiento en general y de estas fases
más antiguas en particular, pues Tell Halula
constituye hasta el momento uno de los únicos asentamientos del área del levante oriental donde ha sido posible hacer un seguimiento de forma continua y progresiva en el
tiempo de estos procesos de domesticación.
Los análisis arqueozoológicos realizados
hasta el momento se han centrado en evaluar la variabilidad espacio-temporal que
presentan los conjuntos de restos de fauna
en el total de 40 fases de ocupación diferenciadas. Los resultados obtenidos evidencian
la existencia de cambios significativos en la
gestión de los recursos animales a lo largo
de la secuencia arqueológica, destacando,
en este sentido, la incorporación de las cuatro principales especies domésticas, la consolidación y diversificación productiva de
las estrategias ganaderas, paralelamente al
descenso paulatino de la actividad de caza.
Durante las ocupaciones más antiguas, las
especies salvajes desempeñan todavía un rol
preeminente en el aprovisionamiento de alimentos de origen animal (principalmente
gacela, cérvidos, équidos, suidos y bovinos).
La estrategia de caza practicada se caracteriza por la explotación simultánea de biotopos
diferenciados, evidenciándose, a partir de los
criterios de selección, una utilización flexible
y no especializada de los mismos. La única
especie doméstica documentada durante las
ocupaciones más antiguas del PPNB Medio
es la cabra (Capra hircus). A diferencia de la
actividad de caza, en la estrategia ganadera
practicada durante este intervalo temporal
se registra un elevado grado de selección,
evitando el sacrifico de los ejemplares implicados directamente en la reproducción, con
un énfasis significativo sobre los machos de
edad inferior a los seis meses.
No será hasta los momentos finales del
PPNB Medio cuando se documenta uno de
los principales puntos de inflexión en la gestión de los recursos animales, coincidiendo
con las fases de ocupación 6, 7 y 8. Durante las ocupaciones 6 y 7 los restos de cabra
doméstica desaparecen prácticamente del
registro arqueológico. El sacrifico de animales domésticos se ve reemplazado por la intensificación de la caza de uros, gacelas y
cérvidos. Y será a partir de la fase de ocupación siguiente, la fase de ocupación 8, cuando se asiste de forma progresiva a la plena
estabilización de la actividad ganadera. Ésta
contempla la incorporación, a finales ya del
PPNB medio, de una nueva especie doméstica, la oveja (Ovis aries), paralelamente al
incremento, de nuevo, de la ganadería caprina. No obstante, las ovejas no tardarán
en reemplazar y superar la importancia económica hasta el momento concedida a las
cabras. Paralelamente, las prácticas cinegéticas, si bien continúan constituyendo una
fuente de suministro alimentario básico, experimentan un descenso significativo, dirigiéndose ahora hacia el binomio équidossuidos en detrimento de gacela, cérvidos y
bovinos. La cantidad de alimento potencialmente suministrada por ovejas y cabras no
supera, de todas formas, el 15% del producto obtenido de los recursos animales.
Paralelamente al producto cárnico, los patrones de sacrificio documentados para los
ovicaprinos durante estas cronologías evidencian la potencial explotación de la lana.
Como dato significativo, cabe plantear
también, actualmente, la posibilidad de la
incipiente domesticación de los uros y jabalíes durante las últimas ocupaciones del
PPNB medio. Tanto la disminución de talla
como de sus porcentajes de representación,
así como la dinámica registrada en los patrones de representación esquelética, están
indicando un cambio en la modalidad de
gestión de estas especies. Puede decirse,
pues, que es a partir de los momentos iniciales del PPNB reciente (fases de ocupación 9-12) cuando se asiste a la consolidación de la actividad ganadera en el asentamiento de Tell Halula.
A partir de este momento, y durante las
fases sucesivas de ocupación, las estrategias
cinegéticas y ganaderas practicadas por parte de estas comunidades asentadas seguirán
unas pautas más homogéneas. La explotación de los recursos animales se centrará
ahora de forma prácticamente exclusiva en
el cuidado y manutención de los rebaños
domésticos. La combinación de rebaños de
cabras, ovejas, cerdos y bueyes y de sus producciones (lana, leche, carne, fuerza de trabajo) permitirá superar las fluctuaciones estacionales, constituyendo una alternativa a
la actividad de caza. Esta última, con una
importancia económica inferior, se centra
ahora de forma mayoritaria en la adquisición de especies animales favorables a un
biotopo estepario, principalmente la gacela.
Se documenta también, a partir del PPNB
reciente, un cierto grado de diversificación
en las producciones obtenidas de los rebaños
de animales domésticos. Tanto la producción
de leche, de lana como posiblemente la utilización de los bóvidos como fuerza de trabajo contribuyen de esta forma a la implementación de nuevas estrategias ganaderas centradas no ya tan sólo en la combinación de
especies animales sino también de sus productos. La eliminación progresiva de ovicaprinos y bóvidos de los procesos de producción cárnica y el aumento relativo de la importancia de los suidos constatan el pleno
dominio de las técnicas ganaderas durante las
ocupaciones Pre-Halaf.
Tell Halula constituye, de esta forma,
uno de los pocos asentamientos que han
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permitido constatar que el proceso de domesticación de cabras, ovejas, cerdos y bueyes es muy rápido en el tiempo, ya que en
tan sólo unos 200-300 años se habría completado. Al mismo tiempo, permite afirmar
con toda seguridad que hacia 8500 B. P. en
la zona del valle del Éufrates las principales
especies animales suministradoras de alimento son ya domésticas.
Innovaciones en las actividades
artesanas
Las actividades técnicas; la industria
lítica como fuente de información
La documentación y el estudio de las herramientas, utillajes y otros elementos de los denominados testimonios materiales, nos han
proporcionado un conjunto significativo de
informaciones históricas que hacen referencia tanto a los aspectos económicos, como
socioeconómicos y culturales de estas poblaciones. Así, por lo que respecta a la industria
lítica tallada, que constituye el documento
más numeroso, observamos un aprovisionamiento y utilización de diferentes materias
primas: el sílex, la más utilizada; la obsidiana,
con una presencia mucho menor por el hecho de que la fuente de aprovisionamiento se
encuentra a una gran distancia y, por último,
la piedra calcárea será también poco utilizada
probablemente por su menor resistencia al
trabajo. La diferenciación mineralógica de
diversos tipos de sílex nos indica que si bien
los más comunes y abundantes son los de
origen local (guijarros transportados por el
río Éufrates), se reconoce, también una variedad de mayor calidad y bien adaptada a la
talla, que tendría un origen alóctono, por el
cual se constata un uso específicamente
orientado a la fabricación de algunos tipos de
artefactos con un mayor grado de reutilizaciones, que incluso podrían haber sido elaborados fuera del asentamiento. Por lo que
respecta a las técnicas de fabricación, la cadena operativa está caracterizada por una talla
laminar, de tipo esencialmente bipolar, entre
las cuales se documentan los clásicos núcleos
naviformes.
Los soportes laminares permiten la elaboración de un utillaje en el cual destacan por
su abundancia las puntas de flecha, esencialmente de tipo Biblos, juntándoseles en
los niveles más recientes algunos otros tipos
clásicos como las puntas Amuq. Los elementos líticos para las hoces estaban constituidos en los niveles más arcaicos por simples láminas retocadas, mientras que en los
niveles más recientes se observan también
láminas con truncadura y dorso, que constituyen un utillaje típico de la región en esta facies cronológica. Rascadores, buriles y
perforadores completan los conjuntos, caracterizados por su calidad técnica y un proceso de trabajo cuidadoso. El análisis funcional de los conjuntos de industria lítica
nos facilita la aproximación al tipo de trabajo realizado y sobre qué materiales se ha
trabajado. Dos características serían significativas: por un lado, la larga vida de las herramientas, sobre todo las realizadas con
una materia prima de calidad, con una reutilización diversificada e intensiva, y, por
otro lado, la importancia significativa de los
trabajos sobre las rocas y la materia vegetal.
De este último, destacaríamos los análisis
sobre los elementos de hoz que están permitiendo la proposición de la morfología de
las hoces con mango derecho o curvado, en
los cuales los elementos líticos se insertan
con la ayuda de alquitrán. La obsidiana está
documentada principalmente en forma de
laminillas. Es significativo recordar que los
análisis de caracterización de materia prima
de las mismas, ha permitido atribuir su origen a los afloramientos de materia prima de
las regiones central y oriental de Anatolia.
En las fases recientes del poblado (fases
Pre-Halaf y Halaf ), las producciones líticas
y la misma industria ósea muestran cambios
significativos que podríamos caracterizar
globalmente por una menor inversión de
trabajo, que configuran un utillaje más sencillo, fruto de cadenas operativas más diversificadas con un aumento de la talla unipolar sobre sílex de tipo local de menor calidad (grano medio y basto) y una menor caracterización tipológica. En efecto, entre el
utillaje, las puntas y proyectiles siguen estando presentes, pero ahora la mayoría son
de morfología más simple, destacando, no
obstante, algunos artefactos (puntas de tipo
Amuq) de gran belleza; entre las otras categorías se documenta una gran abundancia
de lascas y láminas retocadas, rascadores, etc. La obsidiana está bien representada,
tallada por presión, en alguno casos in situ
como indican los núcleos unipolares descubiertos. El mobiliario pulimentado es abundante y las categorías de herramientas diversificadas: hachas, cinceles, vasos de piedra, morteros y molinos, con un área de
aprovisionamiento de materias primeras
tanto local, la más numerosa, como alógena
para rocas particulares. La industria en hueso es muy abundante y característica, con
una representación de objetos muy variados
con alisadores, punzones, agujas, etc. Destaca la presencia de espátulas sobre hueso
como útil más significativo, así como las figuritas hechas en hueso o barro cocido. Por
primera vez observamos recipientes de vajilla blanca, es decir, fabricados en cal, pero
no es muy abundante.
El modelado de arcilla se utiliza inicialmente, en la fase precerámica, para la fabricación de figuras animales esquemáticas y
algunos sellos, estos últimos decorados
siempre con motivos geométricos. En las fases más recientes, ya en plena fase de neolítico cerámico, estos elementos continúan
fabricándose, pero realizados con cerámica.
En estas mismas fases persiste la tradición
de un mobiliario lítico pulido rico y abundante, representado principalmente por hachas y vasos fabricados sobre diferentes tipos de rocas como el basalto y las calcáreas,
rocas utilizadas también para la fabricación
de molinos. Como objetos menos abundantes, pero destacados por su singularidad están las hormas para la fabricación de calzados, además de las clásicas perlas, colgantes
y otros elementos de ornamentación.
La aparición de la cerámica y la ruptura
tecnológica en las actividades artesanales
La gran novedad tecnológica asociada tradicionalmente a las primeras sociedades agrícolas es la producción de las primeras cerámicas y su rápido desarrollo. En el Próximo
Oriente esta innovación se manifiesta cuando los otros grandes factores de transformación, como las nuevas prácticas económicas
o el sedentarismo de la población, ya se habían completado. En efecto, no es hasta en
torno a 7000 cuando en varias regiones culturales como la parte central de Anatolia, la
región de la costa mediterránea, y el norte
de Mesopotamia, aparecen las primeras
producciones de cerámicas, constituyendo
uno de los cambios tecnológicos más significativos. En Tell Halula la aparición de la
primera cerámica es contemporánea de las
primeras producciones orientales citadas y
la documentación tanto de las primeras
producciones como de su amplio desarrollo
posterior es importante para conocer la secuenciación de las diferentes producciones
en el valle del Éufrates en relación a las otras
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ESTUDIO DEL ASENTAMIENTO DE TELL HALULA (VALLE DEL ÉUFRATES, SIRIA): APORTACIONES
PARA EL ESTUDIO DE LA EMERGENCIA DE LAS SOCIEDADES AGRÍCOLAS EN EL PRÓXIMO ORIENTE
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regiones citadas. En efecto, los estudios realizados nos han permitido identificar tres
fases en la evolución morfológica, tipológica y estratigráfica que cubren la etapa del
VIII milenio a. n. e., así como otras cuatro
fases relacionadas ya con la emergencia del
mundo Halaf y que completan toda su secuencia del VII milenio a. n. e. De las tres fases iniciales, denominadas Pre-Halaf, destaca la primera, que ha proporcionado un
conjunto cerámico no muy abundante pero
con unas cerámicas de una gran calidad técnica, junto a otras producciones de tecnología y morfología muy simples. En las fases
posteriores se amplía la variabilidad de categorías, documentándose también un incremento significativo de la producción, que
conlleva una disminución en su calidad tecnológica. Se amplía también la funcionalidad de los vasos básicamente destinados a
tareas domésticas como la preparación y
cocción de alimentos, a vajillas de mesa, a
vasos de almacenamiento si bien se amplía
su funcionalidad como recipientes rituales,
básicamente como depósitos de enterramientos infantiles. La ampliación del estudio a los aspectos de las materias primeras
utilizadas para su fabricación, ha proporcionado un conjunto de informaciones significativas. Sintéticamente, podríamos caracterizar la evolución establecida hasta ahora
por una fuerte presencia de las producciones locales, incluso muy específicas del propio yacimiento durante las dos primeras fases, mientras que en la tercera se observan
características más generalizadas en otras regiones del Levante Norte. En este campo
pues, Tell Halula está completando un vacío documental importante en relación al
proceso de producción y consolidación de
las primeras cerámicas del Próximo Oriente, y especialmente en el Valle del Éufrates,
hasta ahora poco conocidas.
En la segunda fase de producciones cerámicas, ya entre 6220 y 5500 a. n. e., éstas adquieren gran calidad y belleza significativas,
pues son las fases que pertenecen a la denominada cultura Halaf y su transición hacia la
fase Obeid, caracterizadas todas ellas por su
riqueza y variedad decorativa. Hay que destacar en primer lugar el desarrollo tecnológico,
con recipientes elaborados en pastas depuradas, cocción y acabados de calidad, sobre todo para las series finas con formas ya elaboradas (cuencos carenados, vasos de base plana,
jarras globulares con cuello alto, platos...) y
decoración pintada con motivos simples de
temática geométrica principalmente, pero
también con temas antropomorfos y naturalistas. El análisis y la caracterización de las
materias primeras utilizadas para las producciones de estas fases recientes indican un mayor grado de movilidad e intercambio de productos, procedentes de centros productores
de la zona de la alta Mesopotamia. Esta visión
que encaja bien, por otra parte, con esta cultura Halaf, de estructura social ya evolucionada a la que algunos autores no dudan en calificar entre las sociedades de Calcolítico y con
una estructura social de tipo jefatura (Watson, Redman, Akkermans...).
La evolución de las prácticas
funerarias
La documentación de las prácticas funerarias es muy significativa en arqueología, posibilitan la extracción de datos que permiten
una aproximación a la propia estructura de
la población, pero también a la estructura y
economía de la misma y en cierto modo, al
campo más difícil: el mundo simbólico. En
líneas generales, se considera que las prácticas funerarias se mueven en dos grandes tipos de rituales funerarios, los enterramien-
tos primarios, es decir, inhumaciones «intactas» depositadas poco después de la muerte
del individuo, y las secundarias, cuando se
documentan esqueletos de individuos que
han sido manipulados dado que se encuentran incompletos o desarticulados, ya que
han sido transportados hasta la sepultura.
En los dos casos la sepultura puede ser individual o colectiva. Así pues, tanto, los últimos cazadores-recolectores como en los primeros poblados de agricultores se documentan prácticas muy diversificadas, tanto en el
ámbito regional como dentro de un único
asentamiento, como si el gesto funerario estuviese poco normalizado, como lo prueban
las documentaciones de Mallaha (Israel), entre los últimos cazadores recolectores o Cayonu (Turquía) entre los primeros agricultores. Esta diversidad no oculta una evidencia
general como es la vinculación de las sepulturas en el hábitat doméstico, dado que sea
cual sea el ritual, siempre se hallan en el interior de las casas, o bien la existencia en algunos yacimientos de construcciones colectivas con la función de receptáculo comunitario de sepulturas, como en el caso ya citado de Cayonu en el alto Tigris.
A partir de 8200 a.n.e. se documenta, en el
Levante Mediterráneo, una mayor regularización de las prácticas funerarias, con la práctica de la inhumación primaria e individual
debajo el suelo de la habitación de la propia
casa. Esta innovación está siendo documentada de manera importante en Tell Halula,
donde se han hallado más de ochenta sepulturas distribuidas entre las casas habitadas.
En efecto, se trata de un ritual funerario bien
establecido en las fases más arcaicas del yacimiento, al tratarse de sepulturas primarias individuales. Su posición en las casas es muy
uniforme), dado que se encuentran agrupadas en su parte meridional y se realiza la deposición de las mismas mientras éstas están
siendo habitadas, dadas, constantes reconstrucciones de los enlucidos de cal de los suelos. La estructura funeraria se caracteriza por
una simple fosa circular, excavada en el mismo suelo, de dimensiones variables pero en
general reducidos tanto a nivel diámetro como de profundidad (medias de 30-40 cm).
La disposición del cadáver es mayoritariamente idéntica, colocándolo en posición flexionada, sentado en el fondo de la fosa, con
los brazos y piernas flexionados y pegados
contra el cuerpo (posición fetal). En algunas
de estas sepulturas se han documentado restos orgánicos y de materia vegetal en algunas
tumbas que hemos interpretado como restos
de algún sudario o mortaja para envolver el
cuerpo. Los documentos más explícitos proceden de la sepultura E 98, donde se constata en primer lugar una estera vegetal completa cubriendo la parte superior de la fosa, por
encima del cráneo y antes del adobe de cierre
del enterramiento. En la parte inferior y rodeando el conjunto de restos óseos, se documentan restos orgánicos plenamente cristalizados. Una documentación más excepcional
ha sido la de la tumba E 93, correspondiente
a una mujer de unos 20 años de edad, en la
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PARA EL ESTUDIO DE LA EMERGENCIA DE LAS SOCIEDADES AGRÍCOLAS EN EL PRÓXIMO ORIENTE
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cual se han documentado unos 10 fragmentos de tejido de lino localizados en la parte interior de la fosa, cerca del tronco del individuo. El hallazgo de tejidos es excepcional dada la dificultad de preservación de estos materiales. Los restos documentados en Tell Halula son uno de los de mayor antigüedad de
Oriente Próximo, datados hacia 8600 B. P.,
en el horizonte cultural del PPNB medio.
Hay que recordar que hasta la actualidad la
primera documentación de hilos y tejidos de
esta zona se da en dos yacimientos de la zona
de Palestina: el poblado de Jericó y la cueva
de Nahal Hemar, los dos atribuidos a la fase
del PPNB Medio. En el período posterior,
entre 8000-7500 B. P. la documentación, a
pesar de seguir siendo excepcional, tiene un
mayor número de ejemplares procedentes de
diferentes áreas geográficas: Çatal Huyuk
(Anatolia), Jarmo (Zagros), El Kown (oasis
de Palmira), Khirokitia (Chipre).
El número de sepulturas por casa es variable, entre tres y doce individuos. Aunque el
análisis y estudio definitivo están en curso,
las primeras observaciones indican una gran
uniformidad de ritual y morfología funeraria, dado que infantiles y adultos tienen un
tratamiento similar, sólo diferenciado por
los primeros ajuares formados por herramientas, elementos de adorno personal (collares, colgantes) según el sexo y la edad. Esta práctica, también documentada en Ain
Ghazal en Jordania, muestra, a nuestro entender, la consolidación de la unidad familiar como estructura social. En efecto, la visión más general de los restos arqueológicos
de los primeros asentamientos y su consolidación, como sería el caso del hábitat con el
desarrollo de las grandes habitaciones rectangulares, o los aspectos tecnológicos, parecen insistir, por lo que respecta a la estructura social, en una nueva estructuración en
torno a la familia, con probables diferencias
sociales respecto de sexos y edades, que podrían estar favorecidas por una división sexual del trabajo, no perdiendo cohesión de
grupo que se manifestaba, probablemente,
en labores como los trabajos agrícolas que
necesitan de una gran cooperación entre los
miembros del grupo.
La documentación funeraria de las fases
recientes no es tan abundante y regular como
la descrita para los niveles inferiores, aunque
permite seguir observando cómo el subsuelo
de las casas sigue siendo la ubicación de las
sepulturas y la incorporación de las vasijas cerámicas como contenedores ideales para los
restos de la población infantil.
La población
Los restos humanos recuperados en la excavación constituyen una muestra poblacional,
que comparte globalmente unos rasgos comunes, lo que hace de ellos un grupo bas-
tante homogéneo. En la mayoría de casos de
se trata de individuos no muy altos y de características marcadamente gráciles. A partir
del análisis osteológico se ha podido constatar cómo las fuertes extremidades denotan
unas inserciones musculares propias de un
constante movimiento. Sus vértebras, a menudo dañadas, denotan un trabajo importante de transporte de pesos. El estudio genético actualmente en curso, pone de relieve
la homogeneidad de las muestras, pudiendo
tratarse de un grupo humano bastante cerrado, a excepción de ciertos individuos, en algunos casos masculinos, que tal vez se incorporan al grupo procedentes de otros conjuntos poblacionales, confirmando la hipótesis
de una gran homogeneidad intragrupal así
como una mayor diversidad intergrupal.
La dieta de esta población está marcada
por la adquisición de nuevos productos, los
agrícolas, pero todavía no de una manera
mayoritaria. Por otra parte, los indicadores
de estrés, como por ejemplo las hipoplasias
del esmalte, muy presentes en esta población denotan unas condiciones de transición en el sistema de subsistencia, un aumento demográfico rápido y una concentración de la población, lo que propicia crisis alimentarias periódicas, facilitando la
transmisión de enfermedades endémicas y
epidémicas. En este sentido, podemos observar cómo el período de mayor riesgo para la salud se concentra en el momento del
nacimiento, con un grave riesgo, tanto para
la madre como para el feto y en la fase de los
2 a los 4 años de edad, momento en que podía coincidir con el abandono de la alimentación materna y el momento de mayor vulnerabilidad, documentándose un gran número de defunciones, el mayor después del
momento del nacimiento. Calculamos que,
aproximadamente, al nacer morían un 25%
de los individuos y entre los 2 y los 4 años
otro 25%. Por el contrario, los individuos
que superasen estas cribas infantiles llegando a la edad reproductiva y/o adulta, tendrían grandes posibilidades de vivir bastantes años. En algunos individuos han podido
observarse patologías degenerativas, propias
de edades avanzadas.
Un breve balance
Un proyecto de salvamento patrimonial realizado como proyecto científico destinado a
conocer cómo era una aldea de los primeros
agricultores en la zona primigenia, para el
mundo eurasiático, del Valle del Éufrates.
Unas amplias excavaciones arqueológicas están permitiendo conocer desde la estructura
de las casas, su ordenación en el espacio, las
construcciones colectivas..., pero también
las prácticas económicas con el origen de la
agricultura y ganadería como centro de interés primordial para esta época, sin descuidar
los siempre difíciles campos de la simbología
o de los complejos y extensos campos de estudio de las diferentes tecnologías... Se trata
pues, de un proyecto interdisciplinar, a la
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PARA EL ESTUDIO DE LA EMERGENCIA DE LAS SOCIEDADES AGRÍCOLAS EN EL PRÓXIMO ORIENTE
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manera de un estudio poliédrico, donde las
diferentes caras se complementan para avanzar en el conocimiento de una aldea de hace
más de 8.000 años y su inserción en el conocimiento de las primeras sociedades agrícolas mediterráneas.
En el transcurso del último siglo un gran
número de ideas han sido avanzadas para explicar el cómo, el porqué y en qué medida la
«Revolución Neolítica» ha afectado la evolu-
ción de las agrupaciones humanas y su medio
ambiente. El proyecto de Tell Halula y las demás excavaciones arqueológicas efectuadas en
el último decenio en toda el área del Levante
Mediterráneo, han permitido avanzar algunas
respuestas pero, como es natural, han hecho
nacer una larga lista de nuevas preguntas a las
cuales sólo se podrá responder con nuevas investigaciones tanto en el ámbito de campo
como en los laboratorios.
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