Raquel Correa: La prensa chilena en 1973

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LICEO MINERO AMÉRICA
DEPTO. HISTORIA Y CS. SOCIALES
Raquel Correa: La prensa chilena en 1973
Reflejo de la polarización política que vivía el país, en 1973 la prensa chilena como pocas veces en
su historia tomó abierto partido por uno y otro bando. Protagonista de esos años, la periodista
Raquel Correa, actual entrevistadora del diario El Mercurio, jugó un papel clave. De reconocida
trayectoria profesional, Raquel Correa analiza para educarchile cómo era la prensa en los últimos
años de Allende, cómo fue afectada por el golpe militar y cómo enfrentó la censura del gobierno
militar.
El clima político de la época era muy tenso y era muy culposo, muy de echarse culpa unos a otros,
se deshicieron hasta noviazgos, o pololeos entre periodistas de un lado y otro. Esa situación se
refleja en la prensa, como es natural. Entonces era un cobarde el que no se la jugaba: estaba
vendido a la CIA, y el que estaba a favor del gobierno, estaba vendido a Moscú.
Vivir en el conflicto siempre ha sido dramático para las personas, el periodismo se nutre del
conflicto, o sea, había noticias y había muchos temas, la gente se jugaba por lo que creía.
... tengo una entrevista con el general Mussante, que era el ministro de Justicia, yo le plantee la
cosa así en forma descarnada... no sí hablé, porque no tengo grabación de esa época, no de los
detenidos desaparecidos, pero sí de detenidos que los familiares no sabían nada.
Además de la gran cantidad de diarios de distintos colores políticos, dos programas periodísticos
concentraban la atención de los chilenos en 1973: uno era el célebre "A esta hora se improvisa"
que conducía en Canal 13 Jaime Celedón. El otro, se transmitía por Radio Cooperativa y se llamaba
"Las mujeres también improvisan". De este último, la periodista Raquel Correa fue activa panelista
junto a sus colegas Carmen Puelma, Silvia Pinto, María Eugenia Oyarzún y Patricia Guzmán.
"A esta Hora se Improvisa" de Canal 13, fue un programa muy importante. Figuraban pensadores
y conversadores de distintas raleas, pero ahí prácticamente no había ningún periodista, salvo Julio
Martínez. Fue ahí que a la Carmen Puelma, que trabajaba en Radio Cooperativa, en ese tiempo
una radio de derecha, se le ocurrió hacer un programa que fuera con periodistas mujeres, sólo
mujeres.
Ése, recuerda Raquel Correa, fue el punto de partida de Las mujeres también improvisan que se
transmitía los días sábados. Allí se comentaba mucho de actualidad y se hicieron célebres
entrevistas.
Entre los invitados estuvo el propio presidente Allende y muchos otros personajes de esa época.
La mayoría de las periodistas, a excepción de Correa, eran de derecha. "Yo era la más neutral que
digamos. El 11 fui casi una testigo, una persona más de este país no más. No tuve ningún papel
protagónico, porque no estuve ni en contra ni a favor del gobierno, yo no me jugué en esa pelea".
El relato de sus distintos trabajos y cómo desde ahí se vio envuelta en la vorágine política, sin ser
ella militante de nada, ayuda a mirar el clima que se estaba viviendo.
Yo hacía entrevistas en ese tiempo, trabajaba en la revista Vea, que era muy distinta a la revista
Vea de hoy, y también en la televisión, donde había entrado a raíz del programa "Las mujeres
también improvisan" y ellos pensaron que sería interesante tener en la televisión ese programa.
Nos citaron a todo el grupo y no sé qué pasó que después sin ninguna explicación me llamaron a
mí no más. Entonces empecé a hacer entrevistas en el 13 al mediodía. Después el canal me dijo
que le interesaba mucho que yo hiciera las entrevistas pero que no fueran entrevistas políticas, así
que yo partí con cosas de tipo humano, cosas de interés general, con personajes de la cultura,
incluso cosas del deporte.
Pero de pronto, y sin darme cuenta yo -creo que sin que lo advirtiera el propio canal- fui entrando
también en la vorágine de la actualidad política, entrevistando al General Carlos Prats, al
subsecretario, a varios ministros, a los personajes de la época. Fue inevitable, fue algo que se fue
dando en forma muy natural.
Entonces ahí yo partí haciendo entrevistas en serio y en la revista Vea me dijeron, bueno, si está
haciendo entrevistas en otra parte por qué no las hace también aquí en la revista. O sea, yo estaba
de planta en la revista y estaba bastantes años ahí.
Seguí haciendo algunas entrevistas de vez en cuando, también entrevistas políticas de actualidad
porque la situación era inevitable, era la política de entonces, es lo que es ahora la fanfarria, la
farándula.
El clima político de la época era muy tenso y era muy culposo, muy de echarse culpa unos a otros,
se deshicieron hasta noviazgos, o pololeos entre periodistas de un lado y otro. Esa situación se
refleja en la prensa como es natural. Entonces era un cobarde el que no se la jugaba: estaba
vendido a la CIA, y el que estaba a favor del gobierno, estaba vendido a Moscú. Era una cosa bien
insoportable realmente, bien insoportable. Al margen de eso uno vivía como persona situaciones
que vivían todos los chilenos, como era la escasez, como era el desorden callejero, los mítines en
las calles... Era una situación muy, muy sofocante.
Otras cosa que refleja muy bien el clima de esa época eran los insultos, los agravios y eso por
ambos lados. Por ejemplo, en un diario de ese tiempo hablaban de "la señora", por Jorge
Alessandri, que había sido Presidente de Chile... Desde la derecha, en tanto, a Allende lo trataban
para qué decir. Claro que siempre ha habido diferentes clases de prensa. El Mercurio nunca cayó
en el insulto o la cosa soez, pero otros medios sí, por supuesto. El Mercurio tiene otro sistema
para atacar, diferente. Más elegante Y aunque no me gustaría hablar del medio en el que llevo 22
años trabajando, debo decir que he sentido un gran respeto por mi trabajo. Sí, pero ese respeto
uno se lo gana, la verdad es que después de tantos años yo sin trabajo, porque en el gobierno
militar no me querían, la mayoría de los periodistas que eran partidarios del gobierno militar se
fueron de agregados de prensa, de embajadores... María Eugenia Oyarzún estuvo en la OEA,
estuvo en diferentes partes, la Silvia también se fue a Buenos Aires, Patricia Guzmán se fue a
Venezuela y después a París.
¿De alguna manera se les premió...?
Eso es interesante, una vez conversando con un coronel de ese tiempo, que estaba a cargo de
comunicaciones, me dijo algo que era muy revelador, ellos se operaron de los periodistas
inteligentes, agudos, que podían tarde o temprano tener alguna actitud crítica, porque los
periodistas jamás deben ser adscritos a una cosa como si fuera su partido o su religión. La propia
Silvia Pinto, por ejemplo, que fue una de las más destacadas luchadoras contra Allende a través de
la prensa. La Silvia después tenía su columna en el diario La Tercera y le pareció muy mal al
gobierno militar, la columna de la Silvia, porque ella empezó a hacer críticas, críticas a la política
económica, críticas a la falta de sensibilidad social, hizo artículos muy interesantes, habría que
recogerlos alguna vez. Se deshicieron de ellos y además los premiaron seguramente, está la doble
connotación. Llamó mucho la atención eso, porque lo obvio es decir, sí, los premiaron... Pero, hay
que ver además que los quitaron del medio.
¿Cómo era la prensa en la UP?
Durante el gobierno de la Unidad Popular la situación de la prensa era angustiante e interesante;
las dos cosas: había libertad extrema, de eso yo no tengo ninguna duda; no me acuerdo jamás que
haya habido censura, revisión de textos, ninguna de esas cosas que sí conocí en carne propia en el
gobierno militar.
Vivir en el conflicto siempre ha sido dramático para las personas, el periodismo se nutre del
conflicto, o sea, había noticias y había muchos temas, la gente se jugaba por lo que creía.
Los periodistas que estaban en la trinchera, como digo yo, pueden haber recibido amenazas, pero
yo no estaba en ninguna trinchera. Yo hacía entrevista con la misma independencia, la misma
distancia, nunca recibí.
El día 11 de septiembre, sí recibí un llamado telefónico anónimo en el que me avisaban que, no
puedo repetir la palabra porque es muy grosera, que en el fondo que me iban a liquidar, después
una cartas... Pero, no, no, yo no fui un personaje en ese período.
En tiempos de Pinochet yo trabajaba en la revista Vea. Dos años después del golpe militar me
dejaron sin trabajo y me tienen durante dos años sin poder trabajar en ninguna parte. Yo no era
del régimen, como tampoco había sido de la Unidad Popular. A mi generación, a mi curso, a mi
época nos inculcaron que debíamos ser independientes y yo eso lo hice carne en mí. Eso me valió
que me dijeran que era una persona indefinida, acomodaticia porque no me afiliaba a ninguna
corriente. Pero es que era otra mi vocación; mi vocación era comunicadora, mi vocación era de
periodista, y no de política.
Si hubiera sido política habría entrado a la política, nada más sencillo. No he militado nunca en
ningún partido, nunca me he adherido a ninguna candidatura, me gusta o no me gusta yo tengo mi
corazón, también tengo mi cabeza, hay cosas que me gustan más, voto y tengo un voto
relativamente consistente, pero en mi trabajo no.
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