t09-c10 - Encuentro Nacional de Docentes Universitarios

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PADRE LEONARDO CASTELLANI: ARQUETIPO DEL DOCENTE
CATÓLICO
Hugo Alberto Verdera
1. INTRODUCCIÓN: VALOR PARADIGMÁTICO DEL PADRE
LEONARDO CASTELLANI
Vivimos tiempos oscuros, en el más pleno sentido de la palabra. Imperan
las tinieblas, por la real “corrupción de la inteligencia” y por la vigencia en
nuestra actualidad de una auténtica “pérdida del sentido del pecado”. Y esta
oscuridad se manifiesta en una “aparente luminosidad de un pretendido
progreso”, que ha “liberado al hombre” de las ataduras que impedían su
“auténtica libertad”. Las palabras usadas han perdido su real contenido, impera
un “nominalismo”, una “autosuficiencia”, una “autonomía”; una pretendida
“liberación”, cuyos resultados evidentes son la vigencia de un “humanismo
antihumano”, resultado inevitable de un “voluntarismo” desgajado de su
relación con la razón. En suma, no se acepta ni se tolera a la verdad.
Las raíces filosóficas y religiosas que constituyen la dolorosa enfermedad
del mundo moderno, han llevado a que prevalezca actualmente una profunda
desconfianza en las capacidades de la razón humana para conocer la verdad,
resultado lógico de la negación a esa razón humana de sus posibilidades de
alcanzar el ser de las cosas, lo que conlleva a un constante cuestionamiento de
la verdad. No se acepta, en teoría y en la práctica común, que la verdad sea
conocer lo que las cosas son, es decir, conocer el ser de las cosas. Dicho
escolásticamente, que la verdad sea la adecuación entre el entendimiento y
la cosa. Se ha dado, pues en esta postmodernidad, un “oscurecimiento o
eclipse de la verdad”. Por eso, con evidente realismo, Juan Pablo II llegó a
afirmar rotundamente: “¿Quién puede negar que la nuestra es una época
de gran crisis, que se manifiesta ante todo como una profunda crisis de la
verdad?”1.
Esta circunstancia explica el auge del “relativismo ético”, consecuencia
propia del “relativismo cognitivo” (“agnosticismo filosófico intelectualista”), que
avanza en la estructura socio-política, adquiriendo características de “único
pensamiento correcto”, y que va a derivar, en su lógica férrea interna, en una
auténtica “dictadura del relativismo”. Ese el concepto conque Benedicto XVI
ha caracterizado la actual situación que vivimos. Así, en la Homilía de la Misa
“Pro Eligendo Pontifice”, enfatizaba el futuro Pontífice que “el relativismo, es
decir, dejarse «llevar a la deriva por cualquier viento de doctrina», parece
ser la única actitud adecuada en los tiempos actuales. Se va
constituyendo una DICTADURA DEL RELATIVISMO que no reconoce nada
como definitivo y que deja como última medida sólo el propio yo y sus
antojos”, afirmando
la “pretensión de hegemonía cultural” que el
relativismo ostenta, es decir, su pretensión de presentarse como la negación de
la intolerancia y del fundamentalismo, ya que sostener la realidad de la
existencia de verdades absolutas es, para esta “dictadura del relativismo”, lo
propio de la mentalidad fundamentalista, intransigente, intolerante. Y acentúa
que “a quien tiene una fe clara, según el Credo de la Iglesia, a menudo se
1
Juan Pablo II, en la Carta a las Familias.
2
le aplica la etiqueta de fundamentalismo”2 . Ya anteriormente en un discurso
dado en Cracovia el 26 de mayo de 2006, el Santo Padre sostenía que “hoy se
trata de crear la impresión de que todo es relativo: hasta la verdad de la fe
dependería de la situación histórica y de la valoración humana. Pero la
Iglesia no puede callar el espíritu de la verdad. No caigamos en la
tentación del relativismo…”3. Y en un reportaje anterior, afirmaba que “hoy
realmente se da una DOMINACIÓN DEL RELATIVISMO. Quien no es
relativista parecería que es alguien intolerante. Pensar que se puede
comprender la verdad esencial es visto ya como algo intolerante. Pero en
realidad esta exclusión de la verdad es un tipo de intolerancia muy grave
y reduce las cosas esenciales de la vida a un subjetivismo”4.
El Padre Leonardo Castellani fue un auténtico “fundamentalista”, pues
comprendió sólo la verdad nos hace libres y n0s posibilita una auténtica
liberación; por ello, fue intolerante ante el error. Y todo eso lo hace,
consiguientemente, testigo de la verdad. Por eso se hace ineludible nuestro
deber de docentes católicos de enfatizar la necesidad de la presencia de ese
auténtico testigo de la verdad. Porque si es necesaria una restauración de la
verdad, para que los tiempos aciagos que vivimos cambien, cuando la cordura
vuelva a resurgir, entre otros, resurgirá públicamente la figura del Padre
Leonardo Castellani.
Leonardo Castellani, sacerdote de Cristo en el más profundo de los
sentidos, cuya obra se caracteriza por la asunción vivencial de la urgente
necesidad de que el cristiano de nuestra época tome con seriedad una postura
ante Jesús y el mundo: O con Cristo o contra él, ya que consideró
realísticamente que de esta decisión depende nuestra vida eterna y nuestra
felicidad en este mundo.
“Si el mundo os aborrece, sabed que me aborreció a mí primero que
a vosotros. Si fueseis del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque
no sois del mundo, sino que yo os escogí del mundo, por esto el mundo
os aborrece. Acordaos de la palabra que yo os dije: No es el siervo mayor
que su señor. Si me persiguieron a mí, también a vosotros os
perseguirán”5. Estas palabras de Jesucristo fueron y son viven ciadas por
Leonardo Castellani. Con plenitud evangélica, decía el Padre Castellani que “el
medio de digerir la injusticia es un secreto del cristianismo. Es la actitud
heroica, y aparentemente imposible a las fuerzas humanas de devolver
bien por mal, de bendecir a los que nos maldicen”6.
Es decir, que los enemigos del cristianismo merecen que les demos las
gracias, puesto que nos demuestran con ese odio profundo que lo que odian es
el testimonio, ya que no quieren tener nada en común con Cristo y con quienes
son de Cristo. Y el odio a Leonardo Castellani, realmente hoy vigente, es un
“odium theologicum”, “odio teológico”, de manera expresa o bien implícita, pero
vigente, sirve para ratificar el poder de la Verdad, siempre efectiva, siempre
Benedicto XVI, Homilía la Misa “Pro Eligendo Pontifice”, del 18 de abril de 2005.
Ib., Discurso en Cracovia, del 26 de mayo de 2006.
4 Ib., entrevista a la Agencia Zenit, del 1º de diciembre de 2002.
5 Jn 15, 18-19, 20.
6 Leonardo Castellani, Sentencias y aforismos políticos.
2
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3
victoriosa, aunque la calumnia y a la maledicencia, se prohíban libros o se
confabulen en la conspiración del silencio. En esa negación de los enemigos a
la figura de Leonardo Castellani, hay también una ratificación del testimonio
paradigmático que él nos entrega, haciendo presente la necesidad ineludible
que, como católicos, tenemos que vivenciar, nuestro deber de patentizar y
realizar nuestra identidad cristiana, en todo momento y en todo lugar.
Recordaba el Padre Castellani la afirmación de quien tanto peleó y tanto sufrió;
aquel mártir que fue el danés Kirkegor (en la grafía de Castellani), que
diáfanamente afirmó que “no se debe traficar, no se debe alterar el
cristianismo. No se debe exasperarlo con persistir en un puesto
equivocado, sino vigilar sólo que siga siendo lo que era: escándalo para
los judíos, locura para los griegos. Y no una tontería cualquiera de la que
ni los judíos ni los griegos se escandalicen, sino del que se sonríen y se
irritan por el hecho de que se lo defiende”7.
Y ello vale hoy,
lamentablemente, para tanto traidores inmersos en el cuerpo místico,
religiosos y laicos, que pregonan la claudicación en nombre del diálogo y
el ecumenismo, claudicación que únicamente merece el nombre de
traición. Sin duda, los claudicantes no pueden soportan a hombres firmes en
su fe.
El padre José María Iraburu, luego de señalar que Castellani fue uno de
los más grandes escritores del siglo XX en lengua hispana, destacando su
lenguaje, siempre lúcido y lleno de humor, y su incondicional ortodoxia, enfatiza
su valentía para combatir a los más venerados ídolos de su tiempo, poniendo
como ejemplo la crítica que Castellani hizo de Teilhard de Chardin (1881-1955).
Y exige que se reconozca que hoy estamos urgentemente necesitados de la
irreverencia bien documentada del lenguaje del Padre Leonardo Castellani ante
la manga de sabiazos elevados en nuestro tiempo, frente al Magisterio
apostólico, como grandes ídolos teológicos. Y para Iraburu, “el lenguaje que
Castellani, estando él muy solo, emplea contra tantos falsos profetas
venerados en su tiempo, y concretamente, contra la gnosis panteístaevolucionista de Teilhard, es semejante al lenguaje de Cristo y de San
Pablo contra letrados y fariseos. Y ése es el lenguaje que hoy queremos
recuperar en la Iglesia católica. Tiene razón Castellani: nos toman por
memos”8.
Cuando Castellani encara el análisis de la educación en la Argentina,
penetra como un bisturí en la malformación del sistema. “El Estado no está
hecho para ser pedagogo, sino para hacer marchar derecho a los
pedagogos, lo mismo que a todos los demás oficios particulares, los
cuales no debería tratar de ejercer por sí mismo, a no ser en función
extraordinaria y supletoria. Su misión es general y su objeto formal no es
ni la Ciencia ni la Cultura ni el Saber, sino el Orden y la Justicia"9 .
De este modo, los niños “pertenecen al Estado” que se arroga a sí mismo
el derecho de “formarlos” atentando de esta manera con lo sostenido por el
Derecho Natural que se verifica en toda la secular tradición filosófica de
7
Soren Kierkegor, Diario.
Padre José María Iraburu, Reforma o apostasía, Capítulo 27, El lenguaje el Padre
Castellani-Teilhard (en internet).
9 Castellani, Las Canciones de Milites, p. 37.
8
4
Occidente que "se alza unánimemente contra la absorción por el Estado de
los derechos y deberes primordiales y directos de los padres hacia los
hijos". Posteriormente, en tal sentido, Juan Pablo II, constataba el camino
totalitario de la democracia liberal a partir del cual "el Estado deja de ser la
«casa común» (...) y se transforma en un Estado tirano"10. Y en relación a
la niñez, estamos viendo en nuestro país “las tropelías ideológicas de los
cultores de la muerte que profundizan el desquicio educativo con la
imposición de la mentada teoría de género y la ideología homosexualista.
Así, y esto sólo a modo de ejemplo, se trata de "derribar los estereotipos
desesencializando la naturaleza del varón y la mujer" y retorcer el espíritu
infantil con nociones satánicas como la de los "intersexos", demoliendo
sus certezas acerca de la familia y un largo, larguísimo, etcétera”11.
En segundo lugar, Castellani delata la desnaturalización del propio
carácter vocacional de maestros y profesores, que está íntimamente
relacionada con el monopolio estatal de la educación, pues el Estado que
impone programas, cursos de perfeccionamiento, etc., a los fines de ideologizar
al cuerpo docente y ponerlos al servicio de la “cultura de la muerte”.
En efecto, en decenas de sus artículos periodísticos y varios de sus libros,
nuestro autor desmenuza agriamente el proceso de descomposición de los
educadores argentinos que, por otro lado, está directamente asociada. Una
poesía del Padre sintetiza la cruda realidad que vivimos:
La Argentina tiene más profesores que soldados.
Eso sí casi todos están desocupados.
Y de los ocupados la mitad son judíos,
Con gran ardor consagrados a educar a nuestros críos.
En la Escuela Normal les enseñamos esto:
Primero Pedagogía y después a encontrar puesto.
Y luego es su oficio el enseñar a leer bien o mal,
Por medio de escuela activa y de enseñanza sexual.12
Y con vigor enfatiza que “quien quiera cambiar la enseñanza ha de
empezar por conformar su acción a esos dos teoremas del Derecho
Natural que adjudican al padre antes que a nadie la «persona» del menor;
y que adjudican al que posee un saber, la potestad (física y, por ende,
también jurídica) de impartirlo. Aquí yace el irrespeto a la naturaleza de
las cosas de aquél que adjudica ambas potestades a la política”13.
Por ende, el pensar de Castellani sobre la educación argentina y su
imperioso llamado de volver al orden natural, colocando al Estado en su rol
propio y haciendo del docente un instrumento de auténtica educación y no un
“trabajador de la educación”, adquiere, ante la perversión del ataque a nuestra
niñez y nuestra juventud, el carácter de imperioso compromiso para todos
nosotros. Cada maestro debe combatir para que “no se adultere la leche” y
10
Juan Pablo II: Evangelium vitae, n°20.
Sebastián Sánchez, o. c., pp. 97-98.
12 Castellani, Las Canciones de Milites, p. 98.
13 Castellani, La reforma de la enseñanza, Buenos Aires, Vórtice, 1993, p. 47.
11
5
cada padre y madre de familia debe denunciar a los adulteradores,
comenzando por los perversos que manejan la educación malparida hoy en
nuestra Patria
El Padre Leonardo Castellani, fue sacerdote, maestro e inspirador. Y
lo fue porque fue un auténtico amante de la verdad y como tal, enemigo
acérrimo de la idiotez, que esconde el panegírico del error y la violencia de lo
auténticamente humano, que es la inteligencia. Solía citarnos dos frases, que
son de una actualidad eterna; una de Kant: “Nunca discutas con un idiota.
La gente podría no notar la diferencia”; la otra de Gracián, en El Criticón:
“Los sabios mueren, los necios revientan”. Hay, pues, en el Padre
Castellani, la más plena aplicación del “sentido común”, entendido como el
camino que todo argentino y todo cristiano debemos transitar, que no es otro
que testimoniar a Cristo testimoniando la verdad de las cosas, la verdad
del mundo y la verdad del hombre; testimonio que implica, pues, ser
servidores de la verdad, amándola y sabiéndola decir, que es lo que hizo
vitalmente nuestro querido Castellani.
Testimoniar la verdad, contra viento y marea; denunciar el error y el
pecado, donde este impera gobernando para la destrucción de la Ciudad de
Dios; soportar las calumnias e injurias, pero afirmarse siempre en la defensa de
la fe. Este es el común denominador del actuar concreto del Padre Leonardo
Castellani. Y ese es el valor y la importancia arquetípica que adquiere para
nosotros.
2. EL PADRE CASTELLANI FRENTE A LA ACTUAL “CULTURA DE
LA MUERTE”
En nuestra patria, como en tantas otras, no hay lugar para el niño: hoy se
lo busca matar por el aborto, por la pornografía, por la prostitución infantil, y
tantos otros modos de matarlos que tienen los Herodes modernos. En las
familias preocupadas por “el tener” no encuentra lugar para que nazca un
nuevo niño. Este doloroso diagnóstico profundo y verdadero, va al centro del
problema, lo muestra como llaga purulenta y nos indica el bisturí necesario
para la inmediata extirpación del mal. Y es que frente a esta malévola “cultura
de la muerte”, el Padre Castellani se constituye en auténtico centinela de la
aurora mucho antes que esta maligna guerra se desatara. Y es así, porque él
supo señalar con actitud cuasiprofética la raíz espiritual perversa del actual
ataque contra la niñez.
Nuestro querido Ermitaño Urbano, con profética lucidez, precisó la
verdadera naturaleza espiritual depravada de la “cultura de la muerte”,
poniendo claramente ante nuestros ojos el juicio de Dios sobre ella. Y de este
modo, patentizó la verdadera naturaleza espiritual de la “cultura de la muerte”,
en especial su demoníaca insidia contra la infancia, en una guerra no
declarada, pero malignamente practicada, con farisaica hipocresía, en nombre
de los derechos del niño. De hecho, son meras declamaciones que se
repiten ad nauseam mientras se multiplica y se hace efectiva la continua
legitimación de los atentados contra la vida, física y espiritual de la
infancia.
6
La razón íntima de este despiadado ataque, lo que motiva a los
escandalizadores es el odium Christie, pues, si Dios se hizo niño, “es
comprensible que quienes reniegan de Él no sólo no quieran aniñarse,
sino que además pretendan matar al Niño Dios que cada criatura revela
por haber sido hecha a su imagen y semejanza”14.
Pero el Padre Leonardo nos da la clave teológica de ese odio concretado
en el asesinato de nuestra niñez. En uno de sus mejores libros, Martita Ofelia
y otros cuentos de fantasmas, cuyo argumento gira en torno al diabólico
asesinato de una niñita15, Castellani lo demuestra arquetípicamente. Sí, su libro
se constituye en arquetípico, pues denuncia a todas las niñas que son en
cualquier época escandalizadas. Es por ello que, como se ha señalado
agudamente, “este libro, que tiene a Martita Ofelia como protagonista, no
es para ella, que ya goza del descanso en el Padre, sino para todas las
«martitas» que son escandalizadas en cualquier lugar y época. Se trata,
en suma, de una obra destinada a todas las víctimas rituales de la
civilización socavada por la locura social, por la sed de sangre inocente,
por la ciudad filicida”.16
Dice rotundamente: “A la manera que toda vivencia emotiva de un
modo desemboca en conductas sexuales, así toda vivencia emotiva de la
masa argentina va a desaguar al cauce genérico y profundo de la
politiquería, a quien proporciona sangre y fuerza motriz. LA DESGRACIA
DE LA NIÑA MÁRTIR Y DE SU FAMILIA QUE, JURO AL DIOS VIVO, FUE
DESGRACIA DE TODA LA FAMILIA ARGENTINA, VENGABLE DEL FUROR
DIVINO, SE CONVIERTE EN ASUNTO DE COMITÉ (...) A tal extremo ha
llegado en el país la pérdida del sentimiento de lo sacro, pérdida que es la
condición y el clima de todos sus males morales y políticos, que son
irremediables y crecerán día a día sin la restauración de Aquello Otro”17.
Aquí está Castellani en pleno; todo crimen de un niño o de una niña, sea físico
o espiritual; sea aborto, infanticidio, perversión, ataque a su inocencia, es algo
que AFECTA A TODA LA FAMILIA ARGENTINA Y QUE CLAMA AL CIELO,
EXIGE LA JUSTICIA DIVINA. ES UNA INJUSTICIA NO REPARADA, Y PARA
CASTELLANI, “UNA INJUSTICIA NO REPARADA ES UNA COSA
INMORTAL, UN VENENO QUE ROE Y SE EXPANDE”18. Cuando
escuchamos a Jesús en el Evangelio, vemos que no establece diferencias
mayores entre sus discípulos y los niños. Para Nuestro Señor, la niñez expresa
la pureza del alma. Por eso, serán los que se hagan como niños los auténticos
discípulos. Como dice el Padre Bojorge, Jesús “suele hacer poca diferencia
entre los niños y sus discípulos. Ve a sus discípulos como a niños y trata a los
niños como a discípulos. Sus hermanitos más pequeños parecen ser unas
veces los discípulos otras veces los niños”. De este modo, se percibe en Jesús
14
Antonio Caponnetto, Los niños de Acuario, Buenos Aires, Claretiana, 1995, p. 8.
Castellani, Martita Ofelia y otros cuentos de fantasmas, Buenos Aires, Dictio,
1977. El cuento dramático se titula Martita Ofelia, víctima ritual.
16 Sebastián Sánchez, Escándalo de la niñez. Los ataques a la infancia según cuatro
pensadores católicos: Wast - Gnocchi - Chesterton – Castellani, Fundación Jesús de la
Misericordia, Quito-Ecuador, FvT Librería Fiat Voluntas Tua Inc., Miami, U.S.A., Enero de
2006, p. 101. Magnífica trabajo, que evidencia una lectura profunda de los autores tratados y
de la aplicación a la crítica situación actual de nuestra Patria.
17 Leonardo Castellani, o.c., p. 39.
18 Castellani, Psicología humana, Mendoza, Jauja, s/f, p.176.
15Leonardo
7
una “una profunda mirada, que percibe un vínculo que relaciona el misterio de
la infancia con el misterio del discipulado, el de la generación y de la filiación
divina con la generación y la filialidad humana”19.
Castellani ve similar relación como explicativa de la perversa persecución
de los enemigos de Cristo y de su Iglesia, que encarnizados en la persecución
de los discípulos, se encarnizan hoy especialmente y con la mayor ferocidad
con la niñez y la infancia, desde el seno de la madre. Se patentiza así que
Satanás se manifiesta abiertamente como es: homicida desde el principio,
enemigo radical del hombre. Y para ello, entroniza el pecado como derecho.
Resuena nuevamente la actualidad y ortodoxia de nuestro querido
Ermitaño Urbano. Así, Juan Pablo II expresaba que “el pecado es, en el
sentido más amplio de la palabra, la injusticia” (...) aquella que deviene del
“agravio hecho al otro, aquél cuyos derechos han sido violados con la
acción que constituye precisamente el pecado”20. Y, sobre todo, “el
pecado, por esa esencial naturaleza suya de «injusticia», es ofensa a
Dios, ingratitud por sus beneficios, además de desprecio a su santísima
persona”21.
En suma, el Padre Castellani advierte el intento de configurar la «CIUDAD
FILICIDA», claro objetivo de la actual “cultura de la muerte”. Si la niñez
resulta, como Martita Ofelia, “víctima ritual”, ello ocurre porque la
injusticia se ha erigido en gobernante de la “ciudad filicida”, la ciudad que
consagra como derecho asesinar a los niños, convertidos así
perversamente en sus víctimas rituales. El demoníaco proyecto de la Ciudad
Filicida exige el castigo divino. Castellani afirma que “HAY MADRES
COLECTIVAS COMO LA PATRIA, LA IGLESIA, LA SOCIEDAD; CUANDO
ESTAS MADRES MATAN A SUS HIJOS SUCEDEN GRANDES DESASTRES
COLECTIVOS”22.
Castellani es drástico en su rechazo a la injusticia y en su llamado a la
lucha por la justicia. Afirma: “El amor a los enemigos no excluye la lucha
contra la injusticia que está en ellos, antes a veces la impone. Hay
algunos que tienen la misión o el deber profesional de luchar por la
justicia. (...) Son los jueces (los juristas), los gobernantes (los pastores), y
los soldados (los guerreros). Desgraciadamente la época moderna ha
transformado a los jueces en máquinas, a los gobernantes en
economistas y a los soldados en militares; y padecemos una gran
escasez de caballeros andantes”.23
De este modo, nuestro Ermitaño Urbano nos da las pautas que configuran
el deber de esta hora, que magníficamente sintetiza Sebastián Sánchez: “se
trata, en suma, de trocar la ciudad filicida, sometida a la lógica del
maligno, por la ciudad de Dios, la ciudad del padre que cobija a sus hijos
19
Padre Horacio Bojorge, en su Introducción a la precitada obra El escándalo de la niñez, p.
7.
20.Juan Pablo II: Creo en Dios Padre. Catequesis sobre el Credo, I, Palabra, 1996, p. 334.
21 Id., p. 335.
22 Castellani, Psicología humana, p. 234.
23 Castellani, Los papeles de Benjamín Benavides, Buenos Aires, Dictio, 1978, p.351.
8
y les anuncia la promesa del reino en el que podrán vivir por toda la
eternidad en la visión beatífica”24. Se trata de defender la ciudad, dispuestos
a dar la vida por ella y por sus hijos, porque hermosamente afirmaba el Padre
Leonardo, “DICHOSO AQUÉL QUE MUERE PARA QUE QUEDE INDEMNE
LA VIDA DE UN NIÑITO, LA GLORIA DE UN PAÍS”25.
En síntesis, para el Padre Castellani la niñez es la “víctima ritual” de
esta perversa “ciudad filicida” que busca constituir la sedicente “cultura de
la muerte”. Denunció clarividentemente el escándalo de la niñez, con su
palaba templada, dolorida pero indignada, esta demoníaca pretensión del
escándalo de los niños, buscando hacernos reaccionar ante el proyecto que
veía instrumentarse; buscó hacernos tomar conciencia de lo que se nos venía.
Como se ha señalado agudamente, nuestro querido Padre Castellani “le
escribió a sus compatriotas para que saliesen de la Argentina
fantasmagórica, afligida por una peculiar locura social que afecta a los
habitantes del patrio suelo de muy diversas maneras, ora por la ceguera,
ora por la sordera y casi siempre por la confusión”26.
3. CONCLUSIÓN: EL PADRE CASTELLANI, AUTÉNTICO DOCENTE
CATÓLICO
El Padre Castellani trato al pecado como pecado y vivió las penurias con
la alegría de quienes dan Testimonio. Ha despreciado por crítico pedante y
silenciado por una siniestra campaña de negación, puesto que los enemigos de
la Iglesia de Cristo, embarcados en una “guerra cultural” radical contra el
catolicismo, ve en él un peligro real, un obstáculo invencible para sus
propósitos. Y en estos tiempos nefastos en los que la cultura y la educación en
nuestra patria están en sus perversas manos, reivindicar la obra y la vida de
Leonardo Castellani se constituye en una imperativa forma de resistencia
nacional.
En el año 2011, con motivo de la recepción de la Estatuilla “Nuestra
Señora del Libro”, por parte Manuel Outeda Blanco, Presidente del Comité
Ejecutivo de la Exposición, el entonces Arzobispo de Buenos Aires y Cardenal
Primado de la Argentina, Jorge Mario Bergoglio expresó su agradecimiento:
«Al recibir esta Estatuilla quiero agradecer a don Manuel Outeda
Blanco su perseverancia en la consecución de esta tarea evangelizadora
de la cultura. Esto nos tiene que hacer pensar (…) EN ESTE MOMENTO
EN QUE SE ESTÁ INTENTANDO DESMONTAR LA CULTURA DE
NUESTRA PATRIA, EN QUE SE ESTÁ DESMONTANDO LA CULTURA
CATÓLICA CON UN ESFUERZO CADA DÍA MÁS FUERTE, esta exposición
tiene un significado muy particular, porque muestra cómo la cultura
católica arraigó en nuestra patria, cómo la cultura católica es parte de
nuestra patria, y no es una capa de pintura que se pueda cambiar o
“limpiar”. La exposición del libro católico tiene, EN MOMENTOS DE
CONTRACULTURA, una importancia sumamente especial. Comprometo la
24
Sebastián Sánchez, o. c., pp. 110-111.
Leonardo Castellani, Crítica literaria, p. 318.
26 Sebastián Sánchez. o. c., p. 27.
25
9
oración de todos nosotros por aquellos que se preocupan por organizarla
y llevarla adelante. y para que todos los años sea una nueva sorpresa» 27.
Estas expresiones adquieren hoy, para nosotros, docentes universitarios
católicos, una particular importancia y una innegable obligación. Si el
libro católico es esencial para enfrentar este proceso de sustitución, este
intento que “está desmontando la cultura católica con un esfuerzo cada
día más fuerte”, “en momentos de contracultura”, como expresaba en esa
ocasión el actual sucesor de Pedro, con más razón se potencia la necesidad
de arquetipos para los docentes católicos. Y se potencia la presencia
magisterial del Padre Castellani.
Pero esos enemigos esencialmente opuestos a la verdad católica,
encuentran la complicidad de aquellos traidores que quieren socavar desde
adentro la Iglesia de Cristo. Son los fariseos que tan claramente perfiló en su
perfidia el Padre Leonardo; aquellos que con dolor, pero con absoluta verdad,
el Padre Leonardo definió terminante: “… hay hoy día en la Iglesia (y no es
posible ocultarlo) elementos, sucesos, cosas y personas que la ensucian
enormemente, y que la hacen repugnante a los ojos de muchos… Esas
cosas y personas están en la Iglesia pero no son la Iglesia”28.
El Padre Castellani “libró el buen combate”, por la Iglesia y por la Patria.
Desde ya, no somos tan ilusos para pretender que los personeros de la “cultura
de la muerte” y del “hedonismo desenfrenado”, de los izquierdistas fungidos
camaleonisticamente en “capitalistas salvajes” que hoy nos gobiernan y
pretenden ostentar la “hegemonía del pensamiento único políticamente
correcto”, tengan la capacidad o generosidad de reconocer cosas semejantes.
No, no pueden ni lo quieren, ya que comparten, y en grado superlativo, la
“penuria filosófica invencible” de que hablaba Castellani. Pero más aun, su odio
teológico los incapacita y domina, por eso proclaman que “van por todo”.
El Padre Castellani miró al mundo con una honesta y viril actitud de crítica
y de denuncia de la filosofía moderna desgajada y opuesta a la metafísica y por
ende a la verdad y la belleza, creando condiciones para una vida moderna
signada por el abandono del bien y el avance del mal ante la inacción de la
sociedad y el aburguesamiento de los católicos. Pero al mismo tiempo expresó
y plasmó en sus obras su amor por la justicia y la necesidad de un testimonio
activo para alcanzar la restauración del orden social en Cristo.
Teológicamente, Castellani ve en esta frenética sed de sangre inocente de
la Ciudad filicida, la impronta del mentiroso y homicida desde el principio; ve la
satánica concreción del odio del Maligno hacia el hombre, imagen y semejanza
del Creador. En ese odio a los niños está centrado hoy el máximo esfuerzo del
enemigo máximo de la humana criatura, pues la infancia espiritual ha sido
puesta por el mismo Jesucristo como modelo y condición para alcanzar el
Reino de Dios. Así, Juan Pablo II pregunta, en su Carta a los niños, “¿acaso no
pone Jesús al niño como modelo incluso para los adultos?”, y continua: “en el
niño hay algo que nunca puede faltar a quien quiere entrar en el Reino de los
Cielos. Al cielo van los que son sencillos como los niños, los que como ellos
27
El Buen Libro”, Revista de la Exposición, Año 2011, p. 3, in fine.
Carta dirigida a Gaynor, según nota aclaratoria del Padre Ferrari, en Victorio Tiraboschi, 24
Cartas del Padre Castellani, Córdoba, 30 de abril 1999.
28
10
están llenos de entrega confiada y son ricos de bondad y puros. Sólo éstos
pueden encontrar en Dios un Padre y llegar a ser, a su vez, gracias a Jesús,
hijos de Dios”29. De este modo, la infancia espiritual es la actitud interior
que se corresponde con la enseñanza evangélica: “Si no os hacéis como
niños...” (Mt 18, 3).
Debemos lavar nuestras culpas, que son las de la patria, debemos expiar
a las “martitas ofelias”, a tantos “hijitos que no quieren dejar nacer”,
cotidianamente afrentados en nuestro país, “víctimas rituales” del Moloch
sangriento que hoy gobierna nuestra Patria. Porque debemos tener presente
que, como magnífica y dolorosamente nos decía nuestro querido Padre
Castellani, que antes recordamos y ahora repetimos, “EL BOFETÓN DEL
DEMONIO A TODA INOCENCIA Y TODA PATERNIDAD CONTINÚA
ENROJECIENDO DE SANGRE Y FUEGO CÁRDENO EL CREPÚSCULO DE
LA PATRIA”30. .
Leonardo Castellani, nuestro Ermitaño Urbano, maestro de las letras y
del pensamiento auténticamente argentino; visionario de la catástrofe de los
últimos tiempos; ardiente animador de la segunda venida de Cristo; orgullo y
ejemplo para nuestra Patria y para toda América, amante ardiente de la Patria
Argentina; valiente defensor de la verdad, odiado por los liberales, los
marxistas, los sionistas, los fariseos y los pusilánimes traidores progresistas.
Tal era Castellani, y como tal, amado por los docentes fieles y obedientes a la
verdad.
Leonardo Castellani: hombre de profunda fe, enraizado en las verdades
insondables del Verbo Encarnado, hombre de “teología impecable” por su
adhesión auténtica a la ortodoxia, hizo de la expresión de esa fe católica la
causa y el fin de su vida y su obra. Católico, en fin, cabal, íntegro, completo.
Caballero católico, hoy seguramente en el ejército triunfante de la gloria eterna.
Gracias, Dios nuestro, por habernos dado este magnífico argentino, auténtico
“arquetipo del docente católico”.
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Juan Pablo II, Carta del Papa a los niños, p. 14.
Leonardo Castellani, Martita Ofelia, p.30.
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