¿adonde nos arrastra la crisis económica internacional?

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¿ADONDE NOS ARRASTRA
LA CRISIS ECONÓMICA
INTERNACIONAL?
El comportamiento de los principales actores en la economía
mundial recuerda a las tragedias
griegas, donde los personajes
tienden inexorablemente hacia la
catástrofe pese a que ésta es claramente perceptible. La colisión
entre América latina, por una parte, y la banca transnacional y los
gobiernos acreedores, por la
otra, parece acercarse. La vida
demuestra que cuando no se
puede no se paga, cualquiera
sea la voluntad previa o las amenazas
Los países industrializados parecieron haberlo entendido cuando el 9 de junio al concluir su
cumbre en Londres, reconocieron que si fracasaban en reducir
las tasas de interés la recuperación económica se vería seriamente comprometida y los efectos serian muy graves para el
Tercer Mundo; sin embargo, las
tasas no han bajado, peor aun,
han vuelto a incrementarse y lo
seguirán haciendo. Los gobiernos industrializados, en particular
el de Estados Unidos, tendrán
que pagar la cuenta de una eventual cesación de pagos, como lo
demuestra el caso del Continental Illinois, uno de los mayores
bancos americanos que ya colapso; no obstante insisten en no
aceptar negociaciones políticas
al respecto, porque no sería conveniente, según afirman, interferir con las fuerzas del mercado,
mientras cierran sus fronteras a
nuestros productos completando
la tenaza que impide pagar.
Los bancos transnacionales
prestaron a destajo cuando nuestras economías simulaban ir
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bien, sin preocuparse del destino
de los fondos ni de la capacidad
de repago; pero, apenas hubo
signos inquietantes, en vez de
ayudar a sus clientes, han pretendido retirar el capital comprometido, conducta que hace imposible que les paguen y amenaza
con conducirlos a la quiebra.
El Fondo Monetario Internacional (FMI), sabe como todos, que
los problemas de pagos de
América latina no se solucionarán en un ano o dos; pero impone
acuerdos por periodos breves,
acepta o promueve la política de
"rienda corta" que en el mismo
sentido aplica la banca, trata el
problema como una crisis de liquidez temporal cuando es obvio
que se enfrenta una de solvencia, no objeta el aumento de las
tasas de interés, principal tactor
desequilibrador, e insiste en programas de ajuste tan extremos
que ni las dictaduras pueden aplicarlos.
Los deudores también han hecho su parte. Primero, desprotegieron las economías, desmantelando el sistema de regulaciones
y filtros de la influencia de los
mercados internacionales que la
experiencia de precedentes crisis
había forzado a introducir. Luego, negaron la existencia de problemas hasta que los desequilibrios crecieron en exceso En tercer lugar, varios de los gobiernos
justificaron su carencia de políticas culpando de todos los males
a los tactores externos (como si
no existiera la opción de protegerse de ellos) y elaboraron teorías acerca de las ventajas de la
inacción: el "ajuste automático" y
la tesis de que tos países industrializados se recuperarán muy
pronto y ello de suyo solucionaría
nuestra dificultades. En marzo se
tuvo la primera señai de un cambio de actitud en algunos gobiernos de América latina, aquellos
interesados en salvar las posibilidades de un proyecto nacional
de desarrollo. Argentina decidió
no subordinar los intereses nacionaies a los del capital financiero, no aceptó la imposición del
acuerdo estándar con el FMI y la
banca, recibiendo la solidaridad
efectiva de México, Venezuela,
Colombia y Brasil, los cuales facilitaron los recursos que el FMI
negó. Esta decisión marcó un
punto de giro hacia la búsqueda
de una salida política concertada
a la crisis de pagos y abrió el camino que condujo a la reunión de
ministros en Cartagena.
Un continente insolvente
Los esfuerzos de ajuste hechos por los países de América
latina han sido extremos. Pese a
que las exportaciones se redujeron, el déficit comercial externo
existente hasta 1981 se transformó el año pasado en un superávit de 34 mil millones de dólares.
a consecuencia de una drástica
reducción en un 40% de las importaciones. Los estrictos acuerdos firmados con el FMI se reflejaron además en la disminución
del producto bruto conjunto, el
cual por habitante fue un 10°o
menor en 1983 que en 1980, o
sea inferior al de 1977. Al mismo
•
COMENTARIO INTERNACIONAL
No nos aqueja un consumo excesivo, sino la miseria
tiempo se elevó la desocupación
y la inflación. Todo ello, sin embargo, no ha sido suficiente. Los
pagos por concepto de utilidades
e intereses han crecido tanlo que
persiste un déficit en la cuenta
corriente de la balanza de pagos
conjunta de casi 9 mil millones de
dólares. No se lo puede cubrir insistiendo en el camino actual; nadie en su sano juicio puede proponer un nuevo ajuste similar al
anterior, con las consiguientes
reducciones en el producto, el
empleo, la capacidad industrial,
etc. Además, el ajuste ha erosionado la capacidad productiva y
de exportación, arrastrando el
conjunto de las variables a la
baja, pero manteniendo los desequilibrios. Más aun, lo logrado no
es siquiera estable: no es posible
contener las importaciones en un
nivel lan bajo como el del año pasado (de hecho, en 1984 se han
incrementado), las tasas de interés han vuelto a subir, los precios
de las materias primas siguen
deprimidos y los mercados de los
países centrales se cierran todavía más. La conclusión inevitable
es que todavía no ha pasado lo
peor.
MENSAJE N J 331 AGOSTO 1S84
La salida no es automática
ni vendrá de fuera
Las esperanzas en la recuperación de los países centrales no
se han confirmado. Los indicadores de reactivación son débiles.
En la economía norteamericana
se han acumulado tensiones y
desequilibrios muy preocupantes: déficit comercial externo en
rápido incremento, altas tasas de
interés, elevado déficit del gobierno federal, persistencia del
desempleo y de las dificultades
en la productividad y en la renovación del capital; tensiones que
pueden conducir a una caida recesiva más aguda que la de años
pasados.
Los pronósticos son pesimistas, pues la política económica
se ha revelado impotente para
orientar el qué hacer. Como
siempre, el desajuste básico que
induce a una fase descendente
del ciclo es la insuficiencia de las
ganancias. Primero se intentó
continuar aplicando la respuesta
keynesiana de incrementar la demanda global y luego se regresó
al esquema clásico de reducir los
salarios. Pero la economía no
respondió. En mi opinión, porque
se enfrenta un problema nuevo,
no son los salarios los que están
reduciendo las ganancias, sino el
creciente predominio del capital
financiero sobre el productivo: es
la punción que significan las tasas de interés, cuya importancia
en los costos ha aumentado continuada y sustantivamente en los
últimos veinte años. La política
friedmaniana agrava el problema
al incrementar el costo del dinero
y convierte la crisis en más profunda y prolongada, expandiéndola por todo el orbe.
Además, tampoco es correcta
la idea de que una eventual recuperación de los países centrales
nos sacaría a nosotros de la crisis. Uno de los argumentos más
repetidos para justificar la concentración del ingreso, el poder y
la riqueza es que cuando los ricos sean más ricos van a invertir
beneficiando al final a los pobres.
Ello ha sido siempre desmentido
por la realidad. La débil recuperación de los países centrales en
los últimos 18 meses no ha tenido tales supuestos efectos positivos. Por el contrario, como se señaló, los mecanismos de transmi-
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COMENTARIO INTERNACIONAL
sión de la crisis continúan operando con toda intensidad en
contra nuestra: en los últimos
tres meses las tasas de interés
subieron 1,5 puntos en condiciones de menor inflación y dólar
más caro; se mantiene la sequedad en el flujo de créditos; el proteccionismo se extiende desde
las manufacturas a los productos
básicos; y los términos de intercambio, si bien mejoraron levemente para los subdesarrollados
no exportadores de petróleo, no
lo harán de ninguna manera en
una magnitud que compense el
deterioro de 1980-1982.
Miopía e intransigencia
de los acreedores
Uno de los pocos consensos
que comparten los gobiernos,
bancos y empresas de los paises
industrializados es que debe reforzarse ei papel del FMI en el
manejo de la crisis. Desgraciadamente el Fondo se ha demostrado incapaz de entender y orientar
la problemática económica de
nuestros paises. A pesar de haber cumplido 40 años el mes pasado, el FMI continúa tratando a
los países
subdesarrollados
como esos médicos antiguos que
cuando el paciente tenia fiebre
siempre recetaban sangría. El
diagnóstico se reduce a exceso
de demanda y la receta a disminuir el gasto fiscal y los salarios.
Sin embargo, la realidad de
nuestras economías es otra. No
sufrimos de un uso exagerado
del potencial productivo, sino de
capacidad ociosa y enorme desempleo; no nos aqueja un consumo excesivo, sino la miseria;
no tenemos gobiernos que ahogan a la economía, sino incapaces de orientarla. Además, el
Fondo se ha limitado siempre a
exigir ajuste sólo en uno de los
dos lados que tiene todo desequilibrio: a los países con déficit y
no a los que tienen superávit, a
los subdesarrollados y no a los ricos; no exige que bajen las tasas
de interés, no se preocupa del
precio de las materias primas, no
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impone que se abran los mercados de ellos, etc. Su aporte se ha
reducido a forzar a la banca a
abandonar su conducta inicial de
pánico
La banca ha tratado la crisis
con miopía. Está más preocupada de los reguladores y controladores del gobierno americano,
que del hecho de que le paguen
o no. Está angustiada por la imagen de insolvencia que hará huir
a depositantes y grandes clientes
y por ello estrecha las exigencias, se niega a prestar, busca
soluciones de muy corto plazo,
eleva los márgenes de intermediación, inventa nuevos tipos de
comisiones, recarga hasta los
gastos de hotel y teléfonos de
"...no son los
salarios los que
están reduciendo las ganancias, sino el
creciente
predominio del
capital financiero
sobre el
productivo..."
sus funcionarios. Con elfo ha logrado inflar las ganancias anuales, pero al mismo tiempo ha debilitado la capacidad de pagar, ha
ganado en intereses, pero quizás
a costa del capital.
Un proyecto nacional y
latinoamericano de
desarrollo
Altonsín demostró que hay una
alternativa. Dos veces, en marzo
y junio, se vencieron los plazos
contables impuestos por tos
acreedores sin que el gobierno
se sometiera a las condiciones
que deseaban imponerle. La primera crisis la superó la acción
solidaria de los otros gobiernos,
la segunda vez debió ceder la
banca.
En parte, ello fue posible por
las particulares condiciones favorables de Argentina: la legitimidad democrática que le da respaldo nacional e internacional,
producción interna de los bienes
más esenciales y comercio significativo con los paises socialistas, todo lo cual reduce su vulnerabilidad a las represalias.
Sin embargo, más allá de las
especificidades, Argentina confirmó lo que muchos sostenían en
el plano académico: los deudores
tienen una capacidad de negociación muy superior a la utilizada hasta ahora; sólo que ello requiere la decisión de romper con
IDS intereses y ataduras del capital financiero interno y externo y
apoyarse en la solidaridad mutua.
La reunión de Cartagena fue
un primer paso para retomar la
senda del nacionalismo latinoamericano. Los acuerdos íueron
cuidadosos. Conocedores de la
agresividad y sensibilidad de la
banca y el Fondo, los participantes descartaron expresamente
cualquier beligerancia conjunta,
e insistieron en que su objetivo
era crearse condiciones para pagar. Concordaron en normas de
renegociación común, recomendaciones para modificar los convenios con el FMI y establecieron
un mecanismo de seguimiento
que incluye una secretaria mínima y nuevos encuentros. Ello
puede o no cumplir un papel positivo, dependiendo del comportamiento de los acreedores, de la
evolución de la economía mundial y de la propia situación de los
deudores.
Lo importante que deja Cartagena es la señal clara de que los
gobiernos están abiertos a considerar un camino diferente: apoyarse en sus pueblos y en los
que están acosados por los mismos problemas. La dificultad
para muchos de ellos es que ha
cerlo tiene consecuencias políticas internas, los coloca en un camino en el cual no es posible seguirse sosteniendo contra la voluntad de sus ciudadanos.u
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