Cultura HISTORIA DE AYER Y DE HOY LA ACCIÓN PSICOLÓGICA DE NAPOLEÓN EN ESPAÑA A unque Napoleón ya había pensado antes en apode­ rarse de España y Portu­ gal, fue después de sus grandes victorias en Austerlitz y Jena, y de haber firmado la paz con el Zar Alejandro I, cuando pensó el llevar a la práctica esa gran opera­ ción. Después de vencer en Jena al Ejército Prusiano, entró en Berlín y allí mismo decretó el “Bloqueo continental” contra Inglaterra. Por toda Europa se extendió la idea de que Napoleón era invencible, idea que persistió hasta la batalla de Bailén. Napoleón vio clara­ mente que, para completar la efec­ tividad del bloqueo, le era nece­ sario forzar a Portugal a romper su alianza con Inglaterra, idea a la cual se superpuso la de que, para conseguir la victoria final contra Inglaterra, el mejor, o el único camino era apoderarse de toda la Península. Ya al final de 1806 Napoleón exigió que, en cumplimiento del Tratado de San Ildefonso, España enviase a Dinamarca un cuerpo de ejército. Fue la famosa expedi­ ción del marqués de La Romana, completada con una división que se encontraba en Italia a punto de regresar. En marzo de 1807, al despedirse el marqués de La Ro­ mana, Godoy le recomendó que en todo momento tuviese previsto un Napoleón Bonaparte. cambio de alianza. No se fiaba de Napoleón. Y ese cambio de alianza fue realidad poco más de un año después. El 22 de octubre de 1807, de acuerdo con el Tratado de Fon­ tainebleau, un cuerpo de ejército francés, mandado por el mariscal Junot, entraba en España para ir a Portugal, donde Junot había sido embajador hacía poco. Aho­ ra llevaba la orden de estar en Lisboa el primero de diciembre y apoderarse de la Familia Real portuguesa, creando el consiguien­ te vacío de poder. Y cuando el 30 de noviembre entró en Lisboa y llegó hasta el puerto, apenas pudo MILITARES 92 44 MARZO 2011 ver, ya muy lejanos, los barcos en que marchaba al Brasil la Familia Real portuguesa que había recibido oportunamente la infor­ mación de la invasión francesa. En Lisboa quedó un Consejo de Regencia que tuvo que recibir a Junot y tratar con él y siguió gobernando pero, a poco, Junot nom­ bró un comisario francés para presidirlo en su nombre, con lo que fue él quien ejerció realmente el poder. Para impedir la posible reacción hizo pasar a retiro a los mandos del Ejército y licenciar a la tropa, con lo que el Ejército quedó disuelto. En Lisboa hizo sustituir la guardia del castillo de San Jorge por francesa, arriar la bandera portuguesa e izar la francesa. Ello provocó un levanta­ miento popular que fue reprimido duramente, con lo que Lisboa quedó dominada por el terror. Es lo que habían hecho en Milán y harían después en Madrid. Después de apoderarse de Por­ tugal Napoleón empezó su gran maniobra política y estratégica para apoderarse de España. En virtud del referido Tratado España tenía que reforzar a Junot con tres divisiones. Napoleón había conseguido disolver el Ejército portugués y disminuir el español en dos cuerpos de ejército, uno enviado a Dinamarca y otro a Por- Cultura tugal. Ello dejó casi desguarnecido el interior de España, ya que el estado de guerra con Gran Bretaña había obligado a desple­ gar la mayor parte de nuestras unidades en las zonas costeras. El camino para la invasión quedaba abierto. El 22 de noviembre, invocando el mismo Tratado, con el pretexto de ir a Portugal otro cuerpo de ejército penetró en España y fue ocupando Vitoria, Burgos y Va­ lladolid. En ese mes tuvo lugar la lla­ mada “Conspiración de El Es­ corial”, que fue una trama orga­ nizada por el embajador francés Beauharnais, que a nada llegó y nada se pudo probar pero ahondó la animosidad contra Godoy en ciertos sectores cortesanos. En febrero de 1808 los franceses ocuparon Aranda de Duero y, a primeros de marzo, estaban ya en Buitrago con el pretexto de que se dirigían a Gibraltar. Godoy vio el peligro y propu­ so el traslado del Rey, pero sólo consiguió que fuera de El Escorial a Aranjuez. También envió a Buitrago una comisión de recep­ ción en la que iba el capitán Ve­ larde, académico correspondiente de la Academia Francesa de Cien­ cias, con misión de información. Al regreso, el 10 de marzo, Velarde informó a Godoy, exponién­ dole su convicción de que los franceses venían a apoderarse de España como habían hecho con Portugal. Pasado un tiempo prudente, Beauharnais había reanudado las intrigas, organizando una nueva trama que desarrolló una intensa acción psicológica, basada en la mentira llevada hasta la calumnia. Como escribió el académico de la Historia D. Juan Pérez de Guzmán, el más profundo inves­ tigador sobre esa época, “un fu­ rioso torbellino de mentiras y ca­ lumnias tomó vuelos vergonzosos pero irresistibles”, incluso contra el honor de la Reina, del Rey y Godoy. Tras la información de Velarde, Godoy inició la ejecución del plan para el traslado de la Corte a Se­ villa. Para ello ordenó el traslado desde Madrid de las unidades de Guardias de Corps, Guardias Es­ pañolas y Walonas, Carabineros Reales y parte de los Suizos. Por razones misteriosas, las órdenes para ese traslado de fuerzas tuvie­ ron inexplicables retrasos, por lo que no pudieron llegar a Aranjuez hasta el amanecer del día 17 de marzo. Pero al anochecer de ese día empezó el “Motín de Aran­ juez” y quedó impedido el viaje que se iba a emprender el 18. Para ello, habían llegado a Aranjuez los personajes que más se oponían al viaje del Rey así como el conde de Montijo, enemigo de Godoy por enfrentamiento de familias; por otra parte, individuos descono­ cidos en el Real Sitio y, por otra, Beauharnais. El resultado es conocido: des­ titución de Godoy el 18, abdicación de Carlos IV el 19, y prisión de aquél, que fue salvado por el nuevo Rey, Fernando VII, pues hasta se le quiso asesinar. Las buenas intenciones quedaron aho­ gadas por la venganza, el engaño y la actuación irracional de la masa movida por la acción psico­ MILITARES 92 45 MARZO 2011 lógica. El verdadero vencedor era Beauharnais, es decir, Napoleón. Fernando VII empezó su rei­ nado con medidas acertadas y justas, con preocupación por los problemas sociales y corrigiendo injusticias cometidas contra perso­ najes prestigiosos, como el Conde de Floridablanca y Jovellanos. Ello aumentó enormemente su popularidad, demostrada el día 24 en su entrada en Madrid, en su reco­ rrido hasta la Plaza Mayor y en su proclamación en la misma, que fueron una auténtica apoteosis. Pero el día antes había llegado Murat al frente de un cuerpo de ejército, cuyas unidades se estable­ cieron alrededor de Madrid, con unos efectivos que suponían el cuádruplo del total de las unidades existentes en la capital. Pese a ello, Murat no pudo cumplir la orden de Napoleón de impedir que Fer­ nando VII entrara en Madrid. Inmediatamente empezaron los choques entre la población civil y los soldados franceses, cuyo comportamiento no era corregido pese a las reclamaciones y quejas a Murat y al nuevo Embajador fran­ cés. Savary. Éste, cumpliendo las instrucciones de Napoleón, con­ testaba que todo se arreglaría en la entrevista que Napoleón quería tener con Fernando VII en Madrid; después la contestación fue que no podía venir hasta Madrid por problemas que habían surgido, y rogaba que Fernando VII se ade­ lantara para reunirse en un punto cercano a Francia. Así se organi­ zó el viaje del Rey, que fue una nueva apoteosis en las ciudades y pueblos del recorrido. Así, con engaños de Savary, el viaje se fue Cultura alargando hasta llegar a Bayona. Lo realmente ocurrido allí se ha difundido poco, manteniéndose mucho las falsedades escritas du­ rante el siglo XIX, pues no se ha investigado seriamente hasta los primeros años del siglo XX, cuan­ do ya estaba desclasificado el ar­ chivo de Napoleón. Y, pese a la profunda investigación en el mis­ mo de historiadores de la talla de Pérez de Guzmán e Izquierdo, han tenido más difusión las falsedades de los que tomaron por docu­ mentación histórica la propaganda napoleónica. Para desprestigiar a la Familia Real Española y crear ambiente a favor de Napoleón, siguiendo las instrucciones de éste, Murat orde­ nó llevar a cabo una acción psi­ cológica basada totalmente en el uso de la mentira bien presentada literariamente. Entre el 10 de abril y el 1 de mayo se editaron y dis­ tribuyeron miles de ejemplares de cinco libelos, que contenían tal cúmulo de falsedades que deja­ ban pequeña la serie de mentiras con las que se apoyó el “Motín de Aranjuez”. El primero, titulado Documentos de Oficio, no era más que una sarta de calumnias contra la Familia Real de la que, como escribió Pérez de Guzmán, “no quedaba ningún miembro a quien no afectara en su prestigio y su reputación”. El segundo, con el título de ¿Debemos esperar o temer?, era el menos dañino y de menor interés por lo farragoso de su exposición y su escaso contenido. El tercero llevaba el título de Dictamen que formará la posteri- Mariscal Murat. dad sobre los asuntos de España, y sus contenidos eran: 1º) una sátira contra los reyes, en general, y en especial contra Carlos IV y Fer­ nando VII; 2º) una comparación entre la Francia revolucionaria, presentada como nación regenera­ da, brillante y próspera, y Espa­ ña, presentada como una nación envilecida; 3º) incitación a una renovación de España, cambiando de dinastía por medio de una revolución; y 4º) una serie de elo­ gios a Napoleón, sus planes y su familia. El cuarto, titulado Reflexiones históricas sobre las relaciones entre España y Francia, era una serie de ataques a todos los reyes de España, desde los Reyes Ca­ tólicos, con la idea dominante de que España sólo progresó cuando estuvo unida a Francia. El quinto, con el título de Carta de un oficial retirado a sus antiguos compañeros de armas, ter­ minaba diciendo: “jamás el genio de Napoleón se habrá ocupado de una obra más bella que la creación de la gloria española”. Ése fue el que produjo una mayor MILITARES 92 46 MARZO 2011 indignación, pues fue el que hizo ver claramente las intenciones de Napoleón. El autor de estos libelos fue el abate Marchena, uno de los personajes más viles de la época, trai­ dor y calumniador, a la vez, que al final huyó a Francia y se hizo francés. Después, Napoleón ordenó tam­ bién al mariscal Bessières que hiciera una propaganda parecida “para crear opinión”, de lo que Bessières desistió al ver su efecto. De toda esta acción psicológi­ ca a Napoleón sólo le fue útil la más burda y menos preparada: la desarrollada como preparación del “Motín de Aranjuez”. Quienes en realidad aprovecharon esa propa­ ganda, con las falsedades que in­ cluía, fueron las logias masónicas (fundadas bajo la ocupación fran­ cesa) (1) y los liberales españoles, que siguieron el mismo modelo de propaganda y, naturalmente, hi­ cieron uso de la que, sin saberlo, les había regalado Napoleón. El resultado de ello fue el descrédito de Fernando VII y Godoy, y hasta de la reina María Luisa, víctimas de una masiva campaña de false­ dades tomadas de lo difundido por la acción psicológica napoleónica que, posteriormente, narradores superficiales, en libros y en la prensa, fueron difundiendo a su vez, copiándose unos a otros. GABRIEL RODRÍGUEZ PÉREZ Coronel de Infantería D.E.M. NOTAS (1) VIDAL, César: “Los Masones”, Barcelona, Ed. Planeta, 2005.