Pruebas de la evolución

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PRUEBAS DE LA EVOLUCION
La teoría de la evolución es una explicación científica, basada en datos obtenidos por observación, que lleva a
concluir que la aparición y diversificación de las especies es un proceso natural.
PRUEBAS TAXONÓMICAS
Linneo estableció un sistema de clasificación binomial. El primer nombre, el genérico, es compartido por
otras especies muy similares, mientras que el segundo, el específico, diferencia a la especie de otras del
mismo género.
Para este sistema es básico el concepto de especie. Una especie está formada por un grupo de plantas o de
animales, que comparten características similares y que son fértiles entre sí. De acuerdo con esto, si al cruzar
dos grupos de animales no obtuviésemos descendencia o ésta fuera estéril, diríamos que pertenecen a dos
especies distintas.
Una vez agrupados los individuos en especies y las especies en géneros, Linneo sigui6 agrupándolos en
categorías taxonómicas de orden superior. Reunió los géneros parecidos en familias, las familias en órdenes,
los órdenes en clases y las clases en reinos. Posteriormente E. Haeckel creó la categoría phylum, que reúne
varias clases.
Por debajo de la categoría especie, los individuos se pueden agrupar en subespecies, variedades y razas, lo que
no implica ningún tipo de aislamiento reproductor, como ocurre entre especies distintas.
Linneo clasifica los seres vivos basándose en semejanzas y diferencias. Lamarck habla de un arquetipo
común, a partir del que evolucionarían todas las demás formas. Para Darwin la clasificaci6n de los seres vivos
tendría un sentido claramente evolutivo. Las categorías taxon6micas representarían grados de parentesco: las
especies agrupadas en un género tienen antecesores comunes más recientes que diversos 6rdenes agrupados en
una clase, que los tendrán también, pero más remotos. El sistema taxon6mico se puede representar como un
árbol. Las raíces serían los orígenes de la vida. Los organismos más antiguos se van diversificando en ramas,
que engloban las distintas categorías taxon6micas, hasta llegar a su máxima diversificaci6n en la copa del
árbol, las especies.
Si representásemos el árbol con todos los grupos taxon6micos que existen o han existido, muy pocas ramas
llegarían al final. La historia evolutiva es en realidad un proceso de extinciones y sustituciones, a veces
masivas. Probablemente, más del 98 por 100 de los grupos que han existido alguna vez se extinguieron en un
pasado más o menos remoto.
PRUEBAS ANATÓMICAS
Cuvier, crítico de Lamarck y partidario a ultranza del creacionismo, es el fundador de una de las pruebas
clásicas de la evoluci6n, la anatomía comparada. Los conceptos básicos en anatomía comparada son la
homología y la analogía. Dos órganos son homó1ogos si su origen embrio1ógico es común, aunque su
funci6n sea distinta, mientras que serán análogos si, desempeñando la misma funci6n, su origen embrio1ógico
es distinto.
Ejemplos de órganos homó1ogos los tenemos en las extremidades superiores de muchos mamíferos, con una
estructura anat6mica similar, que se ha ido adaptando para desempeñar funciones distintas natatorias
(cetáceo), prensiles (mono), voladoras (murciélago), andadoras (caballo), excavadoras (topo), etc., debido a
un proceso de evoluci6n divergente llamado también irradiación adaptativa
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Ejemplos de órganos análogos son aquellos que desempeñan la función de volar en organismos tan distintos
como un petrodáctilo (reptil volador de la era secundaria), un ave, un murciélago y un insecto. El origen del
ala en cada uno de ellos es distinto: en los insectos es una membrana sostenida por venas quitinosas, en las
aves son las plumas que nacen de toda la extremidad anterior, en el murciélago es un pliegue de la piel que se
sustenta, fundamentalmente, por el alargamiento de cuatro de los dedos, mientras que en el petrodáctilo el
pliegue cutáneo se sustenta por el alargamiento de un solo dedo.
El proceso mediante el cual dos grupos de animales distintos dan lugar, a lo largo de la evolución, a formas
parecidas se denomina convergencia evolutiva.
La anatomía comparada permite comprobar la existencia de órganos vestigiales. Cuando tienes frío o te dan
un gran susto, se te pone la piel de gallina. Ello se debe a la presencia de músculos que ponen erectos cada
uno de los pelos. Para un mamífero con pelo abundante, esa respuesta crea una cámara de aire que le protege
del frío o le da un aspecto amenazador (con mayor volumen aparente), lo que puede disuadir a un agresor.
En la especie humana se pueden citar más de un centenar de caracteres vestigiales, siendo los más conocidos
el apéndice (recordatorio de nuestro pasado herbívoro), el tercer molar (o muela del juicio), los músculos que
mueven el pabellón de la oreja y el pliegue semilunar, situado en el ángulo interno de cada ojo (degeneración
de la membrana nictitante, que actúa de tercer párpado en muchos vertebrados).
PRUEBAS EMBRIOLÓGICAS:
En los comienzos del darvinismo, Haeckel destacó como defensor y propagador de las ideas de Darwin y por
sus estudios en embriología, con los que aport6 pruebas a la teoría de la evoluci6n.
Para Haeckel, la ontogenia de un organismo, es decir, las distintas formas por las que pasa en su desarrollo
desde la fase de huevo hasta adulto, es una recapitulaci6n de su filogenia, es decir, de las distintas formas por
las que han pasado sus antecesores en la evoluci6n. Realmente, la ley bio.
genética de Haeckel no se cumple tal como él la propuso. Las distintas etapas en las ontogenias de los
vertebrados se parecen entre sí tanto más cuanto más pr6ximas estén a la etapa inicial de huevo y se van
diferenciando tanto más cuanto más pr6ximas estén a la fase adulta. El parecido no es entre determinada fase
embrionaria y la fase adulta del antecesor evolutivo, sino entre distintas fases embrionarias.
PRUEBAS PALEONTOLÓGICAS
El estudio de los restos fósiles no só1o ofrece argumentos a favor del cambio y modificación sufrida por
antecesores de las especies actuales, sino que indica también que el proceso ha sido muy lento.
Un aspecto importante es la dataci6n de los restos fósiles. Los métodos actualmente disponibles son los del
C14 (carbono 14), is6topo radiactivo del carbono, utilizado para datar sustancias orgánicas relativamente
recientes (de menos de 50 000 años de antigüedad), y los de otros isótopos radiactivos, K40, U235, etc., que
sirven para datar fósiles con millones de años de antigüedad.
El método se basa en estimar la proporción del isótopo radiactivo existente en los restos fósiles o en los
sedimentos en que se encuentran, respecto del is6topo no radiactivo. Como consecuencia del proceso de
desintegración radiactiva, las proporciones variarán en funci6n del tiempo transcurrido.
Los paleontó1ogos dividen la historia de nuestro planeta en eras, períodos y épocas, con una duraci6n de
millones de años. Si el origen de nuestro planeta, en lugar de haberse producido hace unos 4 500 millones de
años, lo situásemos a las cero horas del 1 de enero de un año cualquiera y el momento presente a las 24 horas
del último día del año, la aparici6n de la vida tendría lugar a primeros de abril, los primeros vertebrados
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marinos a finales de noviembre y los primeros primates el día de Navidad.
Los animales y vegetales que vivieron en épocas pasadas, sedimentados en condiciones adecuadas, se
fosilizaron, y así se han conservado hasta nuestros días. El estudio de los fósiles permite establecer un registro
fósil que, aunque no es completo, permite reconstruir las filogenias, es decir, las historias evolutivas de
muchos grupos vegetales y animales.
Quizás los restos f6siles más interesantes, y también más escasos, son los que nos permiten comprender la
aparici6n de los grandes grupos taxon6micos. En pizarras de la región alemana de Solenhofen se encontraron
en 1861 restos del Archeopteryx. Con características reptilianas indudables, hubiera sido clasificado como un
dinosaurio primitivo a no ser por las plumas, que lo convierten
En el género de aves más antiguo que se conoce: esto aclara el origen reptiliano de las aves.
Los f6siles no son siempre restos conservados en sedimentos. A veces podemos considerar a formas actuales
como f6siles vivientes, que aparentemente no han evolucionado, conservando las características de animales
que vivieron hace millones de años.
Un aspecto muy importante a tener en cuenta, cuando se estudian las formas fósiles, es la deriva continental.
La corteza terrestre es semifluida y sobre ella «flotan» grandes masas continentales, que se reúnen y se
separan en el transcurso del tiempo. Hace 250 millones de años existía un único continente llamado Pangea.
Su fraccionamiento y separación en masas continentales independientes dio lugar a la distribución actual.
La deriva continental ha provocado en el transcurso de la evoluci6n cambios importantes de clima (por
España pasó el ecuador durante el Devónico), emersión o inmersión de grandes áreas y conexión y
desconexión de continentes. Norteamérica estuvo conectada con Eurasia hasta hace pocos millones de años, lo
que explica las migraciones de los équidos. Australia se separó de las grandes masas continentales antes de la
aparición de los vertebrados placentarios, quedando como un reducto de monotremas y marsupiales.
PRUEBAS BIOQUÍMICAS
Cuando se comparan los procesos metabólicos y bioquímicos de organismos diferentes, sorprende la
universalidad de las soluciones adoptadas. Por ejemplo, todos los organismos eucariotas poseen proteínas
implicadas en la respiración celular. De una de estas proteínas, el citocromo c, que se encuentra en las
mitocondrias, se ha estudiado la secuencia de aminoácidos en diversos grupos.
Teniendo en cuenta las semejanzas y diferencias de dichas secuencias pueden establecerse unas relaciones
filogenéticas, que coinciden con las obtenidas por criterios morfológicos, taxonómicos, paleontológicos,
embriológicos, etc. Entre el ser humano y el chimpancé hay un solo aminoácido diferente, el que ocupa la
posición 66, que en el ser humano es isoleucina y en el chimpancé treonina. Entre el ser humano y el caballo
hay 12 djferencias y entre el mono y el caballo 11.
Teniendo en cuenta el código genético, se puede calcular el número mínimo de mutaciones (sustituciones de
nucleótidos) necesario para cambiar el codón de un aminoácido por el codón de otro y establecer así una
filogenia en el ámbito molecular. Estas filogenias coinciden básicamente con las establecidas por otros
métodos. Si, de acuerdo con Kimura, la mayoría de las sustituciones de aminoácidos de una proteína se
considerasen neutras, por no cambiar su función, y el ritmo de sustituciones de aminoácidos fuera constante a
lo largo del tiempo, la comparación de las secuencias de aminoácidos de una misma proteína entre diversos
grupos permitiría establecer un reloj evolutivo.
Determinando por métodos paleontológicos y de datación radiactiva el origen de la diversificación de dos
grupos, el reloj evolutivo permitiría establecer una cronología para medir el tiempo de aparición de todas las
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ramificaciones de la filogenia de dichos grupos.
PRUEBAS GENÉTICAS
Las investigaciones en genética han aportado también multitud de pruebas. Al comparar los cromosomas de la
especie humana con los de los grandes primates, chimpancé, gorila y orangután, se observa una gran
homología en cuanto a tamaño, posición del centrómero y bandas teñidas con giemsa. La única diferencia
notable es que la especie humana tiene 23 parejas y los primates 24. No obstante, cada uno de los dos brazos
del cromosoma 2 de la especie humana, metacéntrico, se puede considerar homólogos a dos cromosomas
acrocéntricos de estos primates. Probablemente, en la línea evolutiva que condujo a la especie humana, los
dos cromosomas acrocéntricos se fusionaron para dar lugar a dicho cromosoma 2.
Un aspecto a tener en cuenta es que la cantidad de información genética de los seres vivos ha tenido que ir
aumentando a lo largo de la evolución. Al hablar de la estructura de los cromosomas, vimos que una de las
modificaciones estructurales y numéricas consiste en la duplicación de cromosomas completos o de
segmentos de cromosomas. Para pasar del ADN de una bacteria ancestral a la de un mamífero bastaría con
ocho o nueve duplicaciones del ADN. A lo largo de unos 3 500 millones de años, ello supone una duplicación
cada 300 ó 400 millones de años.
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