Según la mitología griega, VESTA era una divinidad, hija de

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"UNA "VESTAL", CASO DE DESTRUCTIVIDAD VENGATIVA"
Dra. Marcia Olga Morales Figuerola
Según la mitología griega, VESTA era una divinidad, hija de Cronos y de Rea, o de Saturno y de Ope según los latinos. Era la
diosa del hogar o mujer del fuego que arde y no quiso casarse con
ningún dios para conservar su virginidad. Su culto, establecido en Roma por Nima, duró hasta el final del paganismo.
Por la historia misma de la civilización, conocemos la destruc
tividad en todas sus formas. No existe acto destructivo que se le
pudiera ocurrir a la imaginación humana que no haya sido ejecuta
do una y otra vez. El Dr. Erich Fromm nos dice que la destructiva
dad aparece en dos formas: espontánea y ligada a la estructura de
carácter. La primera son los estallidos de impulsos destrucitvos
inactivos (no necesariamente reprimidos) y la segunda son la pre
sencia de rasgos destructivos en el carácter.
La "destructividad vengativa" es una reacción espontánea al su_
frimiento intenso e injustificado infligido a una persona o a los
miembros de un grupo con quien ella se identifica.
Un ejemplo clásico podría ser la "Ley del Talión" del Antiguo
Testamento. La amenaza de castigos por una fechoría hasta la
2a.
y 3a. generación, debe considerarse manifestación de venganza
de
parte de un dios que fue desoido.
La venganza es una represión mágica, tal vez ésto significa -que el hombre está dotado de un sentido elemental de justicia t™
tando de llevar a cabo una "igualdad existenci al ", todos somos na_
cidos de madre, fuimos una vez niños indefensos y tendremos que -
morir algún día. Aunque el hombre no siempre se puede defender -del daño que le infligen, en su deseo de desquite trata de negar
lo mágicamente. Además trata de tomarse la justicia por su mano cuando le fallan Dios o autoridades afectivas. Es como si en su -
pasión vindicativa se elevara el papel de Dios y de ángel de la guarda. Ciertamente esta pasión de venganza está muy difundida en
tre los hombres, pero con grandes diferencias de grado e indivi
duos que conservan solo mínimos vestigios de ella. Paracería
ser
Morales, M. O., 1988: Una Vestal, Caso de Destructividad Vengativa. In: S. Millán (Ed.),
Anuario 1987-1988. Instituto Mexicano de Psicoanalisis A. C., Mexico 1988, pp. 11-21.
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que la explicación en la diferencia es por un lado personas con capacidad de confianza a la vida disfrutando de ella, y en el otro
extremo personas de carácter atesorador nardsistas, que le giran
la cara a la vida labrándose un Intenso anhelo de desquite.
El caso que a continuación presentaremos, acaso sea un ejemplo
ilustrativo de lo antes mencionado.
El caso clínico siguiente me interesó por ciertas peculiarida
des existentes en la estructura caracterológica de la paciente. -
El rasgo predominante es de origen narcisista, insertado por
una
patología histérica, y dado esa estructura desarrolla una situa
ción transferencia! muy difícil a pesar de un trabajo de 2 años de labor analítica, los logros son minlmos, quedando su estructu
ra Impenetrable.
La paciente me fue remitida por su ginecólogo. Este puso como
condición el que asistiera ella con su esposo. A la primera sesión
asistieron ambos cónyuges: la paciente María, tiene 26 años, es de media estatura, piel blanca, facciones finas, ojos cafés, lle
va el cabello trenzado, viste con elegancia y cuida su arreglo -personal.
Su marido José
tiene 28 años.
El comportamiento de ambos durante la primera sesión fue anta
gónico. Ella esperaba apaciblemente a que su esposo tomara la pa
labra, permanecía en silencio, Insegura, temerosa, vigilante, en
su mirada se percibía cierta amargura, tristeza y preocupación.
Llamaba la atención la verborrea de José acusando a María;
en
síntesis dijo quererla mucho a pesar de que en 5 años de matrimo
nio ella se conservaba virgen mediante excusas que le impedían pe
netrarla adecuadamente.
Pregunté a María su parecer sobre lo dicho por su esposo y con
testó que exlstia falta de comunicación entre ellos y estaba dis
puesta a someterse a tratamiento analítico pues estaba Interesada
en quedar embarazada.
Dada la naturaleza del problema que presentaban los pacientes,
sugerí que ambos llevaran tratamiento analítico decidiendo que me
haría cargo de María y al esposo lo remití con un especialista.
María se presentó a su primera sesión 8 días después de la an
terior acompañada por el marido aguardándola en la sala de espera.
Dijo sentirse feliz de que alguien la oyera, comprendiera y le --
Morales, M. O., 1988: Una Vestal, Caso de Destructividad Vengativa. In: S. Millán (Ed.),
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brindara ayuda. Expresó que a pesar de tener un buen marido
algo
marchaba mal con ellos y no eran felices. "Dijo que sus disgustos
mayores existían porque José bebía obsesivamente en cualquier reu_
nión sin importarle la imagen lamentable que daba ante los demás,
y esto era aprovechado por él para insultarla,
humillarla y reba-
jarl a".
Además José le había contado a toda su familia que ella
era
--
virgen y otras indiscreciones íntimas entre ellos. Creía que se hacían alianzas en la familia de José; la suegra la defendía
a --
ella y el suegro lo reforzaba a él creándole una gran dependencia
hasta para administrarlo. El matrimonio se había convertido dema
siado aburrido y respecto al sexo decía estar confusa, pues en -cierto grado ella pensaba que gozaba el coito entre ellos a pesar
de que José no era tierno, ni cariñoso, ni hacía preámbulo amoro
so, no la excitaba pero cuando él no se violentaba "hasta llegaba
a tener orgasmo".
Expresó estar muy confusa pues hasta que el médico le informó
que nunca había sido penetrada; no estaba muy segura de ello; per
cibía algo extraño pues no usaban ningún anticonceptivo y nunca se había embarazado; al principio no le daba mucha importancia, después al pasar el tiempo,
la gente murmuraba, dijo sentir miedo
de que siguiera pasando el tiempo y no pudiera nunca llegar a te
ner un hijo, pero sentía ambivalencia de tenerlo pues "podría mo
rirse o volverse loca" como le habían
informado su madre.
María :
La paciente nació en 1955. Fué la sexta de siete hermanos, cua_
tro mujeres y tres varones. Cuando tenía seis meses el más peque
ño de sus hermanos y ella dos años, la madre decidió abandonar al
padre para irse a vivir con otro hombre.
Debido a ello, los siete
hermanos se repartieron entre la familia paterna y materna. A —
ella le tocó vivir con los abuelos maternos, ella cancerosa y
él
alcohólico. Después de ser abandonado por su esposa, el padre
de
María
se casó dos
veces más.
De estos dos
matrimonios nacieron --
otros siete hermanos. La madre volvió a casarse y procreó cinco -
veces más. Esto le dá a María 18 hermanos, aunque admite la exis
tencia de otros más que no conoce, define a su padre como "macho
despreciable y promiscuo, cínico e irresponsable, nada selectivo,
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lo único que le importa es hacerle hijos a cuanta mujer se deja,
aunque estén emparentadas entre sí". La paciente dice que veía a
su padre: "con miedo y grandeza pero lo fué conociendo y he llega_
do a odiarlo y a repugnarlo. A veces he llegado a gritarle que se
muera.
Es un avaro, no dá nada.
Menos
afecto. Su vida es un caos.
Empezó a hacer dinero al separarse de mi madre. Primero con una industria avícola. Después con otros negocios, llegando a formar
una buena fortuna; y ese es su colmo en la vida, mueblerías, edi
ficios,
carros tan caros como un ferrari y no tiene un hogar,
en
donde vivir, siempre arrimado con la amante en turno, se cree
"el padrino", lo único que le admiro es su astucia para- hacer di
nero, ojalá y aprendiera mi marido".
A los 7 años la madre llegó a vivir a la misma vecindad, en —
una de las casas del fondo,
con su nueva
familia y su esposo,
un
día en los baños generales, el padrastro le bajó a María los cal
zones y "la estimuló sexualmente", el abuelo se dio cuenta corrién_
dolo del lugar, abandonando el hogar por algún tiempo, ya que
unos meses después al cumplir María 8 años murieron la madre
(eclampsia) y la abuela (cáncer). La paciente relata la siguiente
incongruencia: "fue la mejor etapa de mi vida, vivia feliz, rodea_
da de cariño"; el abuelo era orfebre, grabador de plata en el zó
calo, a veces lo acompañaba y por las tardes se detenía en las —
cantinas a beber hasta
que ella
se quedaba dormida.
Otras veces este no salía de la casa y cuando ella regresaba -
de la escuela golpeaba la puerta pero no era escuchada
por el es
tado de ebriedad en el que se encontraba, por lo cual tenía que refugiarse con algún vecino que le diera asilo.
Ella siempre jugaba en las calles, descuidada, a veces sin
a la escuela,
ir
las vecinas llamaron al padre y la fue a recoger de
la casa del abuelo; ese día lo conoció (8 años). Expresa que le dio miedo, pero a la vez sintió bonito tener un papá "grandote co
mp si fuera presidente".
A los 9 años tuvo su menarca, no tenía ninguna información so
bre los cambios
orgánicos, ni sexuales, se asusto pensando que -
se había cortado. Se aislo "vendándose los pechos como monja", --
porque le empezaban a crecer y le daba pena que los demás lo nota_
ran .
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Su etapa adolescente fué difícil. Al darse cuenta, "lo bonita
que se creía en su infancia", ahora habia desaparecido, compararse con su hermana era gorda y fea.
A los 17 años tuvo un novio 2 ó 3 años
mayor que ella,
le gus
taba y la atraía sexualménte porque era atractivo y varonil, lo adoraba mucho, pero la relación duró poco tiempo.
A los 19 años empezaron los problemas graves con el padre el cual la corrió de su casa diciéndole sin razón "puta" como a la -
madre; José hizo un gran esfuerzo por terminar la carrera presio
nándose económica y académicamente para proponerle matrimonio.
Ella se sintió comprometida a casarse a pesar de que el "no la
merecía, porque hasta sus amigas le decían que era demasiado boni^
ta para el marido que había escogido".
"Todo pasó muy rápido" expresa María, recordando la ceremonia
matrimonial que al terminar y quedarse sola con José, lo primero
que pensó fue:
notorio;
ipara que me casé! echándose a llorar sin hacerlo
José "al contrario trato de ser amable y cariñoso". Ma
ría expresó que antes de la primera noche de bodas no había teni
do relaciones sexuales con nadie, en su familia el sexo no se tra_
taba y su padre era muy exigente respecto a la virginidad de
las
mujeres, dijo que al principio del matrimonio su participación -era nula; tenía pocos deseos y no sabía como se hacía el sexo, -simplemente se dejaba guiar, la posición que utilizaban al princi^
pió era ella abajo y José arriba pero ella "no se sentía muy como
da", luego a petición de ella cambiaron de postura al revés, de esa forma se sentía mucho mejor; y a ella se le facilitaba acomo
darse horizontalmente sintiéndose estimulada en el clítoris.
María
afirmaba que entonces empezó a gozar el sexo expresándose de la -
siguiente manera: "sobre todo cuando José bebía más de la cuenta,
pues retardaba la eyaculación", inclusive aprendió a tener orgas
mos y los definió como "algo muy bonito que se siente cuando más
exitada estoy, es muy diferente al resto de las cosas que siento,
y algo cambia en mi cuerpo, lo que más me doy cuenta es del abultamiento en los pezones, al terminar el orgasmo José eyacula siem
pre fuera de mi, después de esto lo único que yo deseo es bañarme
y dormirme porque me da asco su sudoración". Curiosamente aquí -existe una contradicción, por una parte ella niega haberse perca-
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tado de ser penetrada en cambio si constata que José eyacula fue
ra
de
ella.
Durante los primeros 5 años de casados, José había expresado -
que no le gustaban los niños, justificándose así el no poder emba_
razar a María ante los amigos y familiares que hacían sarcasmos -
al respecto. Sin embargo la angustia en ambos fue creciendo y acu_
dieron al ginecólogo, quien les informó que ella no había sido pe_
netrada y fué de esta manera como ambos me fueron referidos.
El
primer sueño que llevó al análisis, fue a la 4a. sesión. Ex_
presó que era un sueño repetitivo de un año a la fecha sin recor
dar
exactamente cuando había sido la última vez.
Lo transcribo —
tal como quedó en mis notas:
"Me perseguía un hombre, lo único que veía a la hora que yo —
reaccionaba es que el diablo me quería matar y yo me desesperaba
porque no me podía despertar,
por fin le enseñaba una cruz y me -
despertaba rezando".
A la siguiente sesión llevó su primer sueño dentro del análi
sis,
"usted doctora se encontraba frente a mi con
gro,
yo no hacía
A los
5 meses
nada,
de
un turbante ne
me limitaba a admirarla".
tratamiento se
dieron
varias circunstancias:
María entró a laborar dándose cuenta que no era tan incapaz
como
creía. Además le gustaba. Ahorró y compró un automóvil prescindiera
do de su marido como chofer, por otro lado, José entró a psicoaná^
lisis lo cual aprovechaba para chantajearla de vez en cuando
abandonar la terapia si ella no cumplía sexualmente con la
con
fre
cuencia o disposición que el imponía.
Como a los 10 meses de análisis, María no definía si quería
o
no tener un hijo, constantemente discutía y se enojaba porque Jo
sé bebía demasiado y "la hacia quedar mal" en las reuniones a las
que asistían. Era el pretexto que ella utilizaba para premiar o castigar los fines de semana al marido con el coito. Si ella esta_
ba contenta aumentaba la frecuencia de coitos y había más disponi_
bilidad. Si él bebía, volteaba a ver a otra mujer o no le cumplía
algún capricho,
todo se deterioraba.
Al año 2 meses de tratamiento se presentaron resistencia ella
expresó que sus coitos con José se habían espaciado a pesar de -que "ella cumplía" pensaba que "José no era bueno para hacer el -
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sexo", que no la excitaba lo suficiente. Su participación se redu^
cía a "dejarce hacer todo lo que a ella
era como "hacer que
hace pero
le gustaba",
su actitud -
no hace nada".
Al año cuatro meses dos situaciones angustiaron a María, su me_
jor amiga tuvo un bebé y nació el
primer nieto en la familia de -
José. Se acrecentaron las críticas y comentarios respecto a su -infertilidad, aumentaron los sarcasmos respecto a su ineficacia y
"el la presionó a tal grado, que hacían el sexo únicamente buscan_
do el camino de la penetración, ella insistía en estar segura
de
haber sido penetrada totalmente, había visto hasta "sangre en las
sábanas" y todo parecía mejorar. Dijo que en el último coito ella
"se entregó" sin oposición alguna, tratando de ser penetrada, co
locándose el pene de José en correcta posición y al ser introducid
da le dolió y gritó, por lo cual deducía que ya no existía himen.
Sin pedirle una explicación detallada del coito, yo presentía que
nada más eran masturbaciones clitoridias con un rechazo absoluto
a la penetración vaginal. Así se lo expresé y a la siguiente se
sión llegó "frustrada y angustiada" planteándome que había ido al
ginecólogo y éste había confirmado mi sospecha. Se veía con cier
to abatimiento y verbalizó "sentirse en desventaja con otras muje
res", ahora existían presiones y críticas constantes hacía ella y
sorprendentemente el único que no le habia dicho nunca el menor comentario era su padre, porque era tan "macho"
mujeres
que odiaba a
las
panzonas.
Como se puede observar hasta este momento no existía ningún --
cambio: María sentía que cambiaba y en realidad hacía su mejor es_
fuerzo pero dinámicamente las cosas seguían igual, había un refo¿
zador alabando su narcisismo, y creía que con su intención más la
pócima y magia de la "cartomanciana" eran suficientes. La prueba -
no tardó, poco tiempo después llegó el sueño; "me cambiaba de tra_
bajo a uno nuevo y había un enjambre de mujeres todas bien arre
gladas, dudaba en cambiarme o no, me preocupaba me fuera arrepen
tí" r".
Un sueño de lo más elocuente, con una expresión, "enjambre" —
una palabra bellísima expresada oniricamente; en su oficina actual
es la "abeja reina" en la nueva
oficina había muchas "reinas". --
Sueño con un gran contenido narcisista, inseguridad y competencia;
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1E
todos sus rasgos intactos al año 5 meses. Es decir lo que yo le interpretaba María no lo elaboraba.
La transferencia que se daba en el tratamiento era negativa
y
agresiva; trataba de agradarme, nunca faltaba a una sesión a pe
sar de vivir en el otro extremo déla ciudad, acudía anti ci padamen_
te a cada
sesión,
las 3 ó 4 veces que faltó fué por motivos impre
vistos y siempre avisó con tiempo. Pagó puntualmente, no una gran
suma, así acordado; cuando ella empezó a trabajar, la cual aumen
taría al recibir mejor salario; su actitud era sumisa, amable y -
detallista, elogios y observaciones atentas de su parte, creía --
"ser sincera" y a veces llevaba material esperando que yo la rega_
ñara. Ante mi actitud apasible reacomodaba las cosas diciendo —
"que era lo esperado en mi", a veces sus planteamientos eran como
pidiéndome permiso, pero ella se adelantaba a darse una respuesta
que ya sabía que "yo no daba consejos ni fórmulas", sin embargo -
con el solo hecho de trasmitirlo parecía bajar parte de su "angus_
t i a".
Al décimo noveno mes de análisis apareció el novio de la adole
cencia y ante un intento frustrado de coito con José decidió "bu£
car a un hombre de verdad que supiera hacer el sexo" así el novio
fué seducido y ella relató lo siguiente:
"Una vez que llegamos al hotel, lo primero que esperaba era -deslumhrarlo con mi belleza y mi actitud fué la misma de siempre;
pasiva esperándolo todo. El galán al principio estuvo haciendo un
poco de esfuerzo pero después se detuvo:
al darse cuenta
que no -
tenía ni iba a tener erección "él me dijo que no podía funcionar
así; tú no te entregas, no eres ardiente, no pones nada de tu pir_
te, eres una egoísta, además eres una dominante y quieres contro
larlo todo", yo me quede furiosa y muy dolida de la situación". -
Al día siguiente María llegó a sesión expresando mucha ira, dece£
cionada y cuestionándose qué podría haber pasado, si ella deseaba
ser
penetrada .
Después de lo ocurrido verbalizó que el ser vigen en realidad
a nivel
práctico le causaba
muchos conflictos,
ba de que alguien se llegara a dar cuenta,
pues se avergonza
"es como ir en contra
de la naturaleza de ser mujer". Expresaba que ella aprendió que -
una mujer debe algún día casarse, tener hijos y para esto necesi-
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taba ser penetrada y perder su virginidad; que le estorba, la en
tristece, la conflictúa y angustia actualmente. (Lo que se perci
bía con ella era superficialidad, en realidad no le preocupaba su
neurosis sino su imagen ante los demás). Es decir todo era una --
forma aparente, realmente no estaba angustiada, al contrario pare
cia
triunfante.
Empezó una época de angustias e inseguridades respecto a su re
lación como pareja que obviamente repercutía en el sexo, en su --
trabajo y en el análisis, inventaba viajes, al fin se fue 24 días
al extranjero con sus hermanas. Regresando de vacaciones dijo es
tar deprimida; algo pasaba con José no la extañó como pensaba y estaba segura que existía otra mujer, los celos la obsesionaban,
discutieron y José terminó durmiendo en casa de sus padres. Al -día siguiente tuvieron un coito y ella estaba muy satisfecha por
que sintió que por primera vez "algo importante había cambiado".
José trató de penetrarla y ella
estaba dispuesta, sin embargo no pudo al final, casi la penetró pero los músculos de ella se --
hicieron rígidos e inesperadamente él verbalizó que: "su doctor decía que él estaba bien y la loca era ella, que la iba a llevar
al ginecólogo para que la perforara con un bisturí".
Al cumplir dos años en el análisis sucedieron dos incidentes,
José atropello a un borracho en la vía pública. Al contárselo a María éste desapareció y ella lo fue a buscar a la delegación en
donde casi lo acusa dando todo tipo de detalles sobre el acciden
te, al darse cuenta
que practicamentelo estaba
delatando regreso
a su casa donde la esperaba José; éste al saber los detalles se enfureció y fueron a vivir a casa de sus padres para ocultarse, donde no tuvieron relaciones sexuales porque él dijo que temía -ser oidos.
El otro
incidente fué el haber informado a María
que por moti
vos personales yo saldría a vivir fuera de México por un par de años teniendo que suspender nuestro trabajo analítico en tres me
ses aproximadamente.
Las siguientes sesiones ella expresó su desesperación por ser
penetrada y José no cooperaba, ahora ella abria las piernas, con
un espejo le indicaba el orificio vaginal, inclusive, le ayudaba
a introducir el dedo por su vagina y a José siempre le ocurría al_
Morales, M. O., 1988: Una Vestal, Caso de Destructividad Vengativa. In: S. Millán (Ed.),
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go, un día se embriagaba a tal grado que no se levantaba del piso,
otro día cuando estaba a punto de penetrarla su pene estaba flági
do, total ella decía encontrarse angustiada.
Diagnóstico Dinámico
La paciente buscó ayuda psicoanal itica al ser remitida por
un
ginecólogo que detectó que durante 5 años de matrimonio no había
sido penetrada.
A la primera consulta de terapia asistieron ambos cónyuges; el
marido me explicó la problemática anterior, mientras ella permane
cía en silencio, les sugerí tratamiento analítico, haciéndome car
go de ella y remitiendo a un especialista al marido, al cual asis_
tió 5 meses después.
El tratamiento estuvo matizado por una transferencia negativaagresiva. La paciente se mostraba aparentemente cooperadora, acep
tante, sumisa, pas iva-recepeti va, tratando de agradarme, puntual y
agradecida. Casi no mostraba angustia, enojo, molestia, desagrado
o contradicción. Tal parecía que no entendía el proceso analítico
a pesar de su buena inteligencia y capacidad de intuición.
La neurosis de la paciente es característica de una histeria -
donde se evidencian manifestaciones por ejemplo: somatizaciones -
(sudoración equivalente a eyaculación y lubricación), histrionismo (como el sentirse "la niña bonita"), exhibicionismo ("era una
competencia de belleza contra belleza"), búsqueda de afirmación -
(competitividad), labilidad afectiva (principalmente en la rela
ción con el padre y en el sexo), simulación ("pensaba que había sido penetrada"),
En realidad a la paciente no le preocupaba su neurosis sino la
imagen proyectada ante los otros, existe una gran superficialidad
y todo ello matizado por un narcisimo severo, grave, cargado que
impide el proceso evolutivo y provoca constantemente regresiones,
impidiendo la evolución para aceptarse como mujer, el cual propi
cia la. negativa a ser penetrada.
Es evidente una androfobia sobre todo la aceptación del hombre
a través del sexo, en vista de tener al padre presente como figu
ra predominante de conflicto, lo vive con expresiones ambivalen
tes, por un lado es "grandote como presidente" y por el otro "ma-
Morales, M. O., 1988: Una Vestal, Caso de Destructividad Vengativa. In: S. Millán (Ed.),
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cho despreciable, promiscuo, avaro y cínico, garañón, autoritario,
abandonador, atropel1 ante" . Esta misma ambivalencia la proyecta hacia el marido, aceptándolo como bueno y viviéndolo por encima,
al tratar de profundizar la relación, ésta es rechazada, agredida
y está satanizada lo cual es asociado con el sexo, locura y epi
lepsia, relacionada a núcleos hereditarios maternos, es decir
el
embarazo es castigado con la muerte, locura, fealdad y pérdida de
seguridad. (Por ejemplo: "en el fondo no me quiero embarazar, te
mo quedar desarreglada con un hijo, he visto a mis hermanas y ami_
gas y les estorban, me voy a sentir en desventaja, me volvería —
fea como mi madre").
La actitud regresiva de no aceptación ni decidir el desarrollo
y el crecimiento es la consecuencia de ser desflorada
para poder
seguir siendo "la favorita de papá", "la niña bonita del abuelo",
"la guerita linda del marido", y la "abeja reina" de las oficinas
donde labora; inclusive no acepta el desarrollo de su glándula ma_
maria al evidenciarlo vendándose al inicio de la pubertad.
Ante el dilema de ser mujer y por sus actitudes regresivas nar
cisistas
se desarrollan núcleos homosexuales en
simbiosis con
la
madre y rechazo a la heterosexualidad con matices androfóbicos —
(que viene a ser una alianza mistificada con la madre contra el -
padre mujeriego, garañón que preña mujeres promiscuamente). Dichos
núcleos homosexuales expresan la fascinación de estar unida a la
mujer-madre, cuya última meta es el regreso al seno materno,
ne
gándole importancia a la existencia que la conduce a actitudes ne
crofi 1icas.
En síntesis:
Una vestal que no quiso casarse con ningún dios para conservar
su viginidad y así vengarse de los hombres que tanto daño le han
inflingido autoagrediéndose en su condición de mujer y una posi
ble maternidad.
Morales, M. O., 1988: Una Vestal, Caso de Destructividad Vengativa. In: S. Millán (Ed.),
Anuario 1987-1988. Instituto Mexicano de Psicoanalisis A. C., Mexico 1988, pp. 11-21.
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