destronamiento de los borbones

Anuncio
VADEMÉCUM HISTÓRICO
DESTRONAMIENTO DE LOS BORBONES
(VH-1808.05.06- Destronamiento de los Borbones)
TEMAS Y ESTUDIOS CONEXOS
VH-1807.10.11- Escorial de lesa majestad.
VH-1807.10.27- Tratado de Fontainebleau.
VH-1808.03.17- Aranjuez: Apocalipsis Rex.
VH-1808.05.06- Destronamiento de los Borbones.
VH-1808.06.17- Manifiesto de la Suprema Junta de Sevilla.
DESTRONAMIENTO DE LOS BORBONES
PREÁMBULO
Los drásticos y vertiginosos acontecimientos en Europa, más exactamente entre el Emperador
Napoleón Bonaparte y los Monarcas de España en 1808, constituyen el episodio más
importante que se torna en la causa inmediata para que los territorios de las Españas en
América meridional, entren en un proceso de autarquía no calculado, que en el transcurrir de
un par de años de caos político y administrativo, originado en primer lugar por la codicia de
sus gentes notables y pudientes, conduce a la barbarie de una guerra civil fratricida y
devastadora, que la posteridad desinformada llama de independencia.
Sobre esa barbarie independentista trata la extensa obra que nuestro lector tiene ahora en sus
manos, mientras que con este corto estudio dentro de ella, resumimos aquellos
acontecimientos que hemos enunciado y que por el contrario sí fueron genialmente calculados
en la mente de sus progenitores que creían tener en sus manos el destino de la humanidad, que
en efecto lo tuvieron, para desgracia de los pueblos víctimas de sus devaneos.
Posiblemente el título que hemos optado para este ensayo, que trata sobre una serie de
acontecimientos sin lugar a dudas de la mayor importancia y trascendencia, que sacuden el
destino del pueblo español en la Península, pero que tuerce irreversiblemente el de los
pueblos españoles en América, no sea el más acertado, porque, a más de haber sido inducidos
en un proceso de auto destronamiento, los Borbones no caen por su mera fuerza de inercia,
sino son amoblados por los que tienen títulos nobles y cuantiosas riquezas e intereses
personales, quienes engañan a un pueblo que ante la Historia hacen pasar como responsable
de tumbar a un Borbón que lo aflige y humilla, para coronar a otro que lo sigue vejando. El
pueblo no emerge como se le quiere presentar, porque su lugar, pese a que su nombre llena las
páginas de la Historia cuando se relatan los sucesos históricos, es siempre el mismo, o sea a la
altura del cascajo de las calles en donde siempre se encuentra y perdura. En España presentan
a este pueblo como un grupo amorfo deseoso de recuperar a su monarca destronado por el
imperio de los inteligentes, y su imagen es plasmada en óleos que la posteridad admira en
museos de bellas artes.
LOS PROTAGONISTAS
Son cuatro los protagonistas principales: dos vencedores entronados y dos perdedores
destronados.
Los vencedores, astutos, de armas tomar e insaciablemente ambiciosos:
1
LUIS EDUARDO SCHROEDER SOTO
BOLÍVAR, "...SIN EXCEPTUAR UNA PAJA"
Bonaparte, Napoleón, [1769.08.15-1821.05.05] Emperador de los Franceses “Empereur
des Français”.
Murat, Joaquín o Joachim, [1767.03.25-1815.10.13]. Mariscal y Gran Almirante, Gran
Duque de Berg y Cleves. Militar y estadista al servicio del anterior, su cuñado.
Los perdedores, poco inteligentes, amilanados, discordes y pésimamente asesorados:
Carlos IV de Borbón [1748.11.11-1819.01.20], Rey de las Españas y las Indias.
Fernando VII de Borbón [1784.10.14-1833.09.29], hijo del anterior y su fugaz sucesor.
Hay un quinto protagonista importante, pero en el periodo que cubren los acontecimientos que
se estudian en este ensayo, su actuación es pasiva siendo, por el contrario, su presencia y su
desempeño previo, altamente influyente en la situación política que se presenta. Este sujeto,
del bando de los destronados pero con excelentes relaciones con los entronados, es:
Godoy Álvarez de Faria Ríos Sánchez Zarzona, Manuel [1767.05.12-1851.10.04] Príncipe
de la Paz y de Basano, Duque de Alcudia y de Sueca, Capitán General de los ejércitos y
Gran Almirante de España e Indias. Alteza serenísima, Presidente del Consejo de Estado
de Carlos IV y favorito de la Reina María Luisa.
Hay un nutrido número de protagonistas secundarios, pero nos limitamos a mencionar tan
sólo algunos de los más conspicuos en ambos bandos contrincantes.
En el bando español:
Antonio Pascual de Borbón y Wettin [1755.12.31-1817.04.20]: Infante de España, hijo
segundo de Carlos III, hermano menor de Carlos IV. Preside la Junta Suprema de
Gobierno por designación de Fernando VII.
Azanza, Miguel José de: Duque de Santa Fe, ex-Vi.rrey de Nueva España. Ministro de
Hacienda.
O’Farril, Gonzalo: General español. Ministro de Guerra.
Piñuela: Ministro de Justicia.
Ceballos, Pedro: Ministro de Estado. 1er Secretario de Estado de Fernando VII.
Gil y Lemus: Ministro de Marina.
Escoiquiz, Juan: Canónigo preceptor de Fernando VII. Intrigante, astuto, servil y falto de
escrúpulos. Consejero de Estado.
Carvajal, José Miguel; Duque de San Carlos, diplomático español amigo de Fernando VII.
En el bando francés:
2
VADEMÉCUM HISTÓRICO
DESTRONAMIENTO DE LOS BORBONES
Bonaparte, José [1768.01.07-1844.07.28]: Alias Pepe Botella, hermano mayor de
Napoleón, abogado, diplomático y político francés, a la sazón Rey de Nápoles [1806 1808].
Bessières, Jean-Baptiste. Mariscal del Imperio Francés [39].
Savary, Mariano Juan María Renato: General francés y hábil diplomático.
Champagny, Jean-Baptiste Nompère de: Duque de Cadore, Ministro de Asuntos
Exteriores.
Beauharnais: embajador francés en España.
El pueblo español, sobornado, engañado y manipulado por todos los protagonistas antes
mencionados, y muchísimos más que pasan anónimos pero que de una y otra forma sacan
tajada, o salen perdiendo, por los resultados de los acontecimientos, también son
protagonistas de primer orden pero en un escenario de calidad inferior, la calle, en donde su
actuación se realiza en algunas ocasiones en el mero plano de coreografía, pero siempre en el
papel principal como víctimas o como auditorio explotado y vejado.
ANTECEDENTES
Se habla y se escribe amplia y substancialmente sobre el destronamiento de los Borbones en
1808 y en forma tal que da lugar a profundos sentimientos de consideración y solidaridad para
con la familia real de Carlos IV, víctima de la insaciable codicia de Napoleón Bonaparte,
sentimientos que inclusive hacen foco sobre la persona del Príncipe de Asturias, alias
Fernando VII, a quien con mayor simpatía se le mira, olvidándose que es precisamente este
Fernando quien, dándole la espalda a su padre Carlos IV en una situación de alta urgencia
ante el acoso del enemigo, y que en vez de solidificarse con su padre contra el agresor, inicia,
engreído de ambición, la miserable caída de la Corona de España de paso por el palacio de
veraneo de Aranjuez , camino a una cobarde deserción, más que abandono, más que exilio.
Nunca antes en España se había producido un destronamiento como el que tiene lugar en
marzo de 1808, en el que el Rey Carlos IV es sustituido por su propio hijo Fernando después
del triunfo de un motín que tiene lugar ante el Palacio de verano de Aranjuez.
El descontento ante la forma de gobierno de Carlos IV y, sobre todo, de su ministro y favorito
Manuel Godoy, venía en realidad de mucho tiempo atrás. Carlos IV era un monarca débil
dominado por su esposa María Luisa de Parma, y ambos a la vez dominados por el favorito
real, designado primer ministro en 1792. Su nombramiento puso entonces de manifiesto la
fragilidad del sistema de reformas que se había iniciado durante el reinado anterior y
precisamente cuando la Revolución Francesa comenzaba a dejar sentir su influencia al sur de
los Pirineos.
La penetración en España de las ideas revolucionarias fue impulsada por el proselitismo
girondino, y calaron en ciertos sectores minoritarios de la burguesía radical. El día de San
Blas de 1796, un grupo de revolucionarios intentó dar un golpe en la capital de España
(1796.02.03-Mi.). La plana mayor de la conspiración estaba compuesta por cinco o seis
personas, entre las cuales se hallaba el maestro mallorquín Juan Picornell. Sus fines no
3
LUIS EDUARDO SCHROEDER SOTO
BOLÍVAR, "...SIN EXCEPTUAR UNA PAJA"
aparentaban estar entonces muy claros, aunque en un manifiesto que se distribuyó por las
calles de Madrid, figuraba el lema del nuevo Estado que se pretendía imponer:
«...Libertad, igualdad y abundancia...»
No parece sin embargo que los conjurados quisieran llegar tan lejos como apoderarse del
poder supremo. La conspiración fue descubierta antes de que estallara y sus instigadores
fueron apresados y deportados. Aquellos hechos sin embargo, ponían en evidencia que el
germen revolucionario se había extendido por España. Año y medio más tarde, Picornell tiene
un chance de revancha en la provincia de Venezuela, con otro intento de conspiración que
igualmente es frustrado antes de estallar. A pesar de su fracaso inmediato, la conspiración no
fue en absoluto esfuerzo perdido. Las palabras de José María España, uno de los sediciosos
venezolanos al ser ajusticiado: «...que no pasaría mucho tiempo sin que sus cenizas fuesen
honradas...», se tornaron en proféticas y tuvieron plena realidad. (1797.07.13-Ju.), (VH1797.07.13- Conspiración de Gual y España)
La trayectoria que esa corriente revolucionaria tomó en los años siguientes en España no
puede seguirse con nitidez, pero se sabe que a comienzos del siglo XIX empezó a dibujarse
un partido fernandino, como fuerza de oposición al monarca y al que se arrimaron los
descontentos. Ya para 1803 y 1804 se advierten indicios de un plan para cambiar a Carlos IV
por Fernando VII. Para unos sería simplemente un medio de alejar a Godoy, para otros, la
posibilidad de llevar a cabo importantes cambios políticos. Pero la primera maniobra de la
que se tienen datos concretos fue llamada Conjura de El Escorial en 1807, que estudiaremos
de cerca a continuación, la que no pasó de ser un mero intento fallido de substituir a Carlos IV
por el heredero, alentado por personas del propio servicio palaciego, como el canónigo
Escóiquiz, preceptor de Fernando, Príncipe de Asturias.
Entre otros antecedentes que han influido en los ánimos del pueblo se debe anotar las
consecuencias de la derrota de Trafalgar (1805.10.21-Lu.) que recayó fundamentalmente en
contra de las clases humildes, a lo que se le suma el descontento general de las gentes por las
intrigas de la Corte y el poder absoluto de Godoy, como hemos anotado, más el temor del
clero a las medidas desamortizadoras
Refiriéndose al escenario netamente europeo se empezará a hablar sobre una revolución
española en un mundo contemporáneo, y los estudiosos se profundizarán detectando ciclos
revolucionarios plasmando perfiles históricos. Se escribe también sobre programas políticosociales y los impactos de la guerra peninsular en Europa, pero la historia española de
comienzos del siglo XIX nunca podrá ser comprendida a cabalidad si los eruditos siguen
insistiendo en mantenerse exclusivamente en el escenario europeo, en su terquedad de
siempre relegar los acontecimientos de las Españas de ultramar, alias las Indias, a capítulos
secundarios que a duras penas se narran a modo de apéndices a los que se alude sólo de paso
en el texto consagrado a la Metrópoli. Porque bien claro tenemos ahora, que la revolución
liberal se produce simultáneamente bajo distintas apariencias, pero en un solo mundo que se
llama Hispanidad. Ya se ha aceptado el término, que incluso recibió un espaldarazo oficial en
el Congreso de Historia Hispanoamericana de 1949, que presenta la guerra de emancipación
de los virreinatos como una «...guerra civil española...», y ha de aceptarse esa interpretación
como definitiva, por cuanto los protagonistas fueron españoles, e hijos de españoles, en ambas
orillas del Océano; los unos españoles peninsulares, los otros españoles americanos, llamados
criollos. (VH-1808.07.19- Esbozo del proceso independentista en Hispanoamérica)
4
VADEMÉCUM HISTÓRICO
DESTRONAMIENTO DE LOS BORBONES
El último capítulo de lo que podría calificarse como pre-revolución española coincidió ya con
la invasión napoleónica. La familia real había huido a Aranjuez ante las alarmantes noticias
que llegaban a la capital sobre las intenciones de los supuestos aliados franceses: Es aquí
cuando entramos en nuestro estudio, dando una mirada más detallada, aunque sucinta, sobre
los hechos que van a repercutir tan agridulce y contundentemente en los destinos de los
pueblos españoles en América. Pero antes, como anunciábamos, pasaremos unos días en las
intimidades de la Casa Real Española agonizando el año 1807.
No hay quien ignore el estado fatal de la España al tiempo de su invasión por las armas
francesas en mayo de este año. Tampoco es desconocida la oportunidad que brindaba la salida
de la familia real dejando en orfandad el reino, para que estas distantes provincias se
aprovechasen de ella y constituyesen su gobierno peculiar; pero no todos están al cabo de la
generosidad con que el pueblo caraqueño rehusó someterse al nuevo dominio de Bonaparte,
cuando Murat, como regente del reino, envió sus diputados a anunciarnos su entrada
triunfante en Madrid, y a exigir su reconocimiento por Venezuela. El 15 de julio se
presentaron los comisionados franceses en Caracas (VH-1808.07.14-16 Asonada engañosa en
Caracas): y ni el feliz contraste que este día nos ofrecía respecto del 15 de julio del 97 (VH1797.07.13- Conspiración de Gual y España): ni el punzante recuerdo de tres siglos de
opresión y duro tratamiento por los españoles: ni la favorable coyuntura que los
acontecimientos políticos nos brindaban; nada pudo influir en los pechos caraqueños para
dejar de ser nobles y generosos hacia sus enemigos. Caracas se olvidó de sus justos y
arraigados sentimientos y obró con magnanimidad despreciando las proposiciones de los
emisarios.
Mas a virtud de las insinuaciones que había dirigido la parte de la Península libre de los
franceses, para que las Américas imitasen su conducta en la formación de juntas provinciales,
pretendió el ayuntamiento de Caracas la creación de su junta gubernativa; y aunque el Capitán
General interino D. Juan de Casas se la permitió en 28 del propio julio, muy luego mandó
suspenderla a virtud de las observaciones del regente visitador D. Joaquín de Mosquera y
Figueroa.
—————————————————————————————
1808.03.19-SA.
Encontrándose en Castillejo, el Gran Duque de Berg, recibe con gran asombro la noticia de la
abdicación de Carlos IV, y pasa de inmediato a comunicársela en carta a Napoleón. En las
líneas que escribe, Murat desvela por primera vez los secretos de su ambición al considerar la
posibilidad de sustituir a los Borbones.
1808.03.21-LU.
Dos días más tarde, en El Molar, llega a manos de Murat la primera de una serie de cartas que
le dirige María Luisa de Borbón, Reina de Etruria, en nombre de sus padres, quien
considerándole el salvador de la atemorizada familia real, le solicita entre otras cosas
protección para ellos. La misiva descubre ante los ojos del Gran Duque de Berg las
insospechadas posibilidades que se le ofrecen en caso de poner en entredicho la espontaneidad
y validez tanto de la abdicación de Carlos IV, como una posible abdicación del nuevo
monarca suplantador. La Reina-Infanta constituye un importante eslabón que enlaza
5
LUIS EDUARDO SCHROEDER SOTO
BOLÍVAR, "...SIN EXCEPTUAR UNA PAJA"
inicialmente a los Reyes padres, que por en cuanto se hallan únicamente preocupados por
liberar a Godoy y obtener un lugar de retiro.
Aunque la nota de María Luisa, se considere evidentemente manipulada, Murat responde
enviando a su edecán, el general Monthyon, para ofrecer a los Reyes padres asilo en su
ejército, considerando a Carlos IV «... un rehén que nos asegura la tranquilidad de
España...», como le informa a Napoleón en carta que le envía en la misma fecha,
comentándole la carta de María Luisa y desarrollando el plan completo de su acción ulterior...
«... La frente del Rey despojada de su corona inspirará interés aún contra su hijo, a
quien no se podrá por menos de mirar como a hijo rebelde, si es cierto, como la
carta de la reina parece probarlo, y como se cree generalmente, que ha obligado a
su padre a abdicar la corona. Si viene a mi cuartel general lo enviaré ante V. M., y
entonces España se encontraría verdaderamente sin Rey, ya que el padre habrá
abdicado y vos seréis dueño de no reconocer al hijo, a quien se puede considerar
como otro usurpador. Creo que no debo reconocer al Príncipe de Asturias como Rey
hasta que V. M. lo haya reconocido...»1
Según las notas de la Infanta-Reina de Etruria [25], y de su madre María Luisa de Parma [56],
los Reyes padres no hacen sino clamar ante Murat por la vida de Godoy [40] y un retiro para
los tres. Textualmente la Reina María Luisa espera…
«...que el gran duque consiga del emperador que el Rey mi esposo, a mí y al
Príncipe de la Paz se de lo necesario para poder vivir todos tres juntos donde
convenga par nuestra salud sin mando ni intrigas, pues nosotros no las
tendremos…»2
Esto a sabiendas de que Fernando VII está dispuesto a ofrecerles las Baleares, bajo la forma
de la soberanía y rentas. Carlos IV y María Luisa se prestan de muy buena gana a las
sugestiones que el Gran Duque de Berg les transmite por boca de su enviado Monthyon y
cuyo resultado es la Protesta, fechada falsamente este día 21 de marzo, y que versa:
«…Protesto y declaro que todo lo que manifiesto en mi decreto de 19 de marzo,
abdicando la corona en mi hijo, fue forzado por precaver mayores males y la efusión
de sangre de mis queridos vasallos, y por tanto de ningún valor.
Yo El Rey
Aranjuez, 21 de marzo de 1808…»
A partir de este momento Murat dispone de los elementos para plantear públicamente el caso
jurídico de la dinastía española. Si no los explota es porque considera que se puede ganar más
con una política de convicción, aunque guarde siempre como su más preciada reserva la
protesta del viejo Rey. Simultáneamente comienza a traslucir su ambición entre las líneas de
1
Si no se dice lo contrario, los textos que se citan son resúmenes tomados de: Menéndez Pidal, Ramón [18691968]: Historia de España, tomo XXXII "La España de Fernando VII". La guerra de la Independencia y los
orígenes del Constitucionalismo.
2
Blanco y Azpurúa: Documentos para la historia de la vida pública del Libertador de Colombia, Perú y Bolivia.
Caracas, 1875-1877. Tomo II.
6
VADEMÉCUM HISTÓRICO
DESTRONAMIENTO DE LOS BORBONES
su correspondencia. Miente al Emperador en cada una de sus cartas para demostrarle que es el
único Rey posible para España. Escribe falseando totalmente los acontecimientos. Busca
desacreditar a Fernando VII presentándole impopular, al tiempo que describe el inmenso
favor de que él goza personalmente.
Murat se apresura a enviar a Beauharnais «...a Aranjuez a pedir al Príncipe de Asturias que
suspendiese su entrada en Madrid...», pero el embajador continúa firme en su ya caduca
política fernandista, y no sólo no le retiene, sino que, por el contrario, le empuja en la
dirección prohibida.
1808.03.23-MI. CARLOS IV PROTESTA ANTE NAPOLEÓN POR SU ABDICACIÓN FORZADA.
Desde Aranjuez, Carlos IV escribe una carta altamente controversial al Emperador Napoleón:
«…Señor mi hermano:
V. M. sabrá sin duda con pena los sucesos de Aranjuez y sus resultas; y no verá con
indiferencia a un rey que forzado a renunciar la corona acude a ponerse en los
brazos de un grande monarca aliado suyo, subordinándose totalmente a la
disposicion del único que puede darle su felicidad, la de toda su familia y la de sus
fieles vasallos.
Yo no he renunciado a favor de mi hijo sino por la fuerza de las circunstancias
cuando el estruendo de las armas y los clamores de una guardia sublevada me
hacian conocer bastante la necesidad de escoger la vida o la muerte, pues esta
última se hubiera seguido después de la de la reina.
Yo fui forzado a renunciar; pero asegurado ahora con plena confianza en la
magnanimidad y el genio del grande hombre que siempre ha demostrado ser amigo
mio, yo he tomado la resolucion de conformarme con todo lo que este mismo grade
hombre quiera disponer de nosotros y de mi suerte, la de la reina y la del Príncipe
de la Paz.
Dirijo a V. M. I. y R. una protesta contra los sucesos de Aranjuez y contra mi
abdicación. Me entrego y enteramente confio en el corazón y amistad de V. M., con
lo cual ruego a Dios que os conserve en su santa y digna guarda.
De V. M. I. y R. su muy afecto hermano y amigo.
Carlos…»3
3
Blanco y Azpurúa: Documentos para la historia de la vida pública del Libertador de Colombia, Perú y Bolivia.
Caracas, 1875-1877. Tomo II, pág. 115.
7
LUIS EDUARDO SCHROEDER SOTO
BOLÍVAR, "...SIN EXCEPTUAR UNA PAJA"
Retrato de Carlos IV, por Francisco de Goya (c.1789)
Co. Hemos visto que la protesta del Rey destronado, es un corto texto de suma importancia
producido por el ex monarca a insinuación del Gran Duque de Berg; mejor formulado, es
una anatema abortada por Carlos IV, a modo de soborno a este zorro francés (1808.03.21Lu.). Su carta que hoy día dirige a Napoleón es, por el contrario, un producto genuino de
su real candidez.
No hace mucho, en alguna parte de nuestro intenso estudio, tildábamos a Carlos IV de
imbécil (VH-1808.03.17- Aranjuez: Apocalipsis Rex)-(1808.03.16-Mi.), calificativo de
axiomático calibre que aquí revocamos, convencidos de que el pobrecito no pasa de ser
nada más que un bobito. A estas horas de su vida todavía cree en la benevolencia del más
terrible de los usurpadores en toda Europa. Esta carta, sumada a una anterior suya
(1807.10.30-Vi.) y otra de Fernando (1807.10.11-Do.), dirigidas al mismo rapaz, son los
espolonazos más efectivos que Napoleón haya recibido para, sin titubear un segundo,
lanzarse a apoderarse de Las Españas y Las Indias, que los Borbones le sirven en bandeja
de plata. (VH-1807.10.11- Escorial de lesa majestad)
1808.03.23-MI.
En este mismo día, Joachim Murat [41], Mariscal y Gran Almirante, Gran Duque de Berg y
Cleve, lugarteniente de Napoleón Bonaparte [38] en España, entra con sus tropas a Madrid en
las horas de la tarde.
1808.03.24-JU. ENTRADA OFICIAL DE FERNANDO VII A MADRID.
Cediendo a la impaciencia pública Fernando de Borbón [23], Ferdinandus Rex, como rezan
los pasquines para su recepción, señaló el día 24 de marzo para hacer su entrada en Madrid.
La sola noticia causa indecible contento, saliendo a aguardarle en la víspera por la noche
numeroso gentío de la capital y concurriendo al camino con no menor diligencia y afán todos
8
VADEMÉCUM HISTÓRICO
DESTRONAMIENTO DE LOS BORBONES
los pueblos de la comarca. Rodeado de tan nuevo y grandioso acompañamiento llega a las
Delicias, desde donde por la puerta de Atocha entra en Madrid a caballo, siguiendo el paseo
del Prado y las calles de Alcalá y Mayor hasta Palacio. Van detrás y en coche su tío Antonio
Pascual de Borbón y Wettin [52], y su hermano el Infante Carlos María [20].
Horas enteras tarda el Rey Fernando en atravesar desde Atocha hasta palacio con escasa
escolta, estrechado y abrazado por el inmenso concurso por doquiera que pasa, adelantando
lentamente el paso tendiéndosele al encuentro capas con deseo de que sean holladas por su
caballo. De las ventanas tremolan los pañuelos, y de todas las bocas salen vivas y clamores,
repitiéndose y resonando en plazuelas, calles, en tablados y casas mientras que doblan las
campanas, acompañados de las bendiciones más sinceras y cumplidas. «…Nunca pudo
monarca gozar de triunfo más magnífico ni más sencillo, ni nunca tampoco contrajo alguno
obligación mas sagrada de corresponder con todo ahínco al amor desinteresado de súbditos
tan fieles…»4
Murat que ha distribuido cuidadosamente sus tropas bajo el pretexto de mantener el orden, ha
ordenado maniobras de sus filas francesas en las mismas calles por donde pasa el nuevo
monarca, al tiempo que reyes y valido son motivo de escarnio organizado en tabernas y plazas
públicas en donde se leen décimas como ésta:
«...Pregunta que María Luisa hace a su marido el gran Carlos IV:
¿Dime, Carlos, es verdad
que ha caído Manolito?
¡Mujer! ¿No oyes el grito
que publica su maldad?
Pues, hombre, su majestad,
su gran aparato y tren,
siendo él aquel a quien
todo el mundo ha obedecido...
Yo no sé cómo ha caído,
que él se ponía muy bien...»5
En carta al Emperador en este mismo día, Murat puntualiza los detalles de su plan de expoliar
a los Borbones:
«...He pensado hacer protestar al Rey contra el suceso de Aranjuez, hacerle declarar
que había sido forzado y, en fin, hacerle abdicar el trono en favor de V. M. para
disponer de él en favor de quien queráis...»
Las palabras que siguen demuestran hasta qué punto lo que se trama en relación a los
Borbones es obra del propio lugarteniente:
«...Íntimamente convencido de que esto era actuar conforme a los proyectos que V.
4
5
Ídem. Tomo II, pág. 111.
Díaz Plaja, Fernando: Fernando VII.
9
LUIS EDUARDO SCHROEDER SOTO
BOLÍVAR, "...SIN EXCEPTUAR UNA PAJA"
M. pueda tener acerca de España, he hecho presentar al rey y a la reina el borrador
de las cartas de que adjunto aquí una copia...»
La inhibición política de Berg y la resistencia del embajador francés Beauharnais a reconocer
al nuevo monarca, a pesar de las estrechas relaciones que había mantenido con él cuando sólo
era Príncipe de Asturias, crean una situación insostenible en la Corte. La política del
Lugarteniente imperial consiste en mantener inalterada la situación, en no cometer ningún
error, en no adelantar nada, de manera que cuando llegue la decisión imperial no haya ningún
acontecimiento accidental e irreparable que impida su ejecución.
Antes de los acaecimientos de Aranjuez ya se había anunciado la venida de Napoleón
Bonaparte, y se había confirmado en varias ocasiones por repetidos oficios de su corte. En
este día sin embargo, a fin de contrarrestar popularidad al nuevo monarca que se instala en la
capital, la parte francesa encuentra oportuno volver a confirmarla al pueblo.
1808.03.25-VI.
Enterado Fernando VII de la próxima venida del Emperador de los Franceses, no deja de
preocuparse por la misteriosa oscuridad de los proyectos que trae a tan distinguidísimo
visitante, aún más viendo la proximidad de sus tropas, que no son pocas. Empezando a
intranquilizarse un tanto, determina a tomar medidas por lo menos en el campo de la
conciliación, y así, no contento del todo con haberle enviado parte oportuno de su exaltación
al trono en los términos más amistosos y expresivos, nombra y hace pública en esta fecha una
diputación de tres Grandes de España: el Duque de Medinaceli, el Duque de Frías y el Conde
de Fernán Núñez, con la misión de salir en su Real nombre a Bayona, a cumplimentar al
Emperador y darle la bienvenida al territorio español si desea pasar a éste. Igualmente nombra
a otro Grande de España para que haga igual complimiento al Gran Duque de Berg, que se
halla ya en las proximidades de Madrid.
Uno de los resortes que ponen inmediatamente en práctica los agentes franceses, es asegurar
al Rey, y divulgar por todas partes, que S. M. I. está por llegar de un momento a otro a la
capital. Con este motivo se dan las disposiciones convenientes para preparar en el palacio un
alojamiento correspondiente a la dignidad de tan augusto huésped, procediendo Fernando VII
a escribir nuevamente al Emperador cuán agradable le sería conocerle personalmente, y
poderle asegurar de palabra sus ardientes deseos de consolidar más y más la amistad y alianza
que subsisten entre ambos Soberanos.
Simultáneamente Joachim Murat, que había entrado a Madrid a la cabeza de sus tropas
(1808.03.23-Mi.), una vez informado del estado de las cosas, empieza a sembrar la discordia,
hablando artificiosamente de la abdicación de la Corona hecha por el Rey Padre a favor de su
hijo en medio del tumulto de Aranjuez, e indicando que mientras el Emperador no
reconociese a Fernando VII, le es imposible hacer ninguna gestión de reconocimiento, por lo
que se ve precisado a tratar sólo con Carlos IV.
R – La situación creada por Murat, produce prontamente los efectos perseguidos por éste.
Enterados los Reyes Padres de la posición optada por el Mariscal francés, aprovechan las
circunstancias para adelantar diligencias y salvar a su válido el Príncipe de la Paz, que se
encuentra en prisión, a lo que Murat se manifiesta complaciente, sin otro objetivo que
lisonjear a SS. MM., aumentando la rivalidad entre éstos y su hijo Fernando hecho Rey. Sin
embargo, mientras que el nuevo Monarca subía al Trono con tan buenos auspicios
10
VADEMÉCUM HISTÓRICO
DESTRONAMIENTO DE LOS BORBONES
demostrados por el pueblo con ocasión de su entrada a Madrid (1808.03.24-Ju.), escena
verdaderamente grande y tierna, Murat entiende que sería dificultoso realizar cualquier plan
mientras que Fernando estuviese a la vista de todos, por lo que empieza a trabajar con todo
esfuerzo para separarlo de Madrid.
Para conseguirlo, el Gran Duque de Berg esparce a cada instante la noticia del arribo de un
nuevo correo con los avisos de la familia del Emperador de París, y de la pronta llegada de
éste a la Corte de Madrid.
1808.03.26-SA.
Desde Tolosa, las autoridades de Guipúzcoa responden a Fernando VII que los duques de
Frías y Medinaceli y el conde de Fernán Núñez, están prontos a viajar a Bayona para
cumplimentar en su Real nombre al Emperador de los franceses a su arribo a las fronteras y a
obsequiarle y acompañarle en caso de que deseara pasar a los dominios de Rey, misión que
realizarán «...con mucho gusto deseando sacrificarnos en obsequio de V. S. ...» a la que
desean «...dilatados siglos en la mayor prosperidad...».
1808.03.27-DO.
Pasada una semana desde el sábado 19, se recibe por fin en París la noticia de la abdicación de
Carlos IV. Lo acontecido en Aranjuez...
«...no cambió las miras del emperador, que eran servirse de España para acrecentar
el poder de Francia, sino el camino que se proponía seguir para realizarlas. Su
primer designio había sido arrojar al Príncipe de la Paz, lo que hubiera sido muy
agradable al pueblo español, y gobernar en su lugar mediante hombres de su
elección. La rebelión de un hijo contra su padre pareció ofrecerle un pretexto y
conducirle a mayores resultados...».
Napoleón deja de conformarse con las provincias del Norte y ahora aspira a quedarse con todo
el país por medio de la sustitución dinástica, una idea que tiene desde mucho antes
(1807.07.07-Ma.). Inmediatamente ordena una campaña de prensa que se inicia con la
publicación en el Moniteur del día 29, de una carta noticiosa de Madrid, fechada a los dos
días del motín, al tiempo que los demás periódicos son invitados a dirigir la opinión en igual
sentido.
Aparentemente el Emperador tenía todo previsto de antemano: a las pocas horas de recibir la
noticia declara la abdicación nula y pasa a ofrecer la corona de España a su hermano Luís
[28], Rey de Holanda desde 1806:
«…El Rey de España acaba de abdicar la corona, habiendo sido preso el Príncipe
de la Paz. Un levantamiento había empezado a manifestarse en Madrid, cuando mis
tropas estaban todavía a cuarenta leguas de distancia de aquella capital. El Gran
Duque de Berg habrá entrado allí el 23 con 40.000 hombres, deseando con ansia sus
habitantes mi presencia. Seguro de que no tendré paz sólida con Inglaterra sino
dando un gran impulso al continente, he resuelto colocar un príncipe francés en el
trono de España… En tal estado he pensado en ti para colocarte en dicho trono…
Respóndeme categóricamente cual sea tu opinión sobre este proyecto. Bien ves que
no es sino proyecto, y aunque tengo 100.000 hombres en España, es posible, por
11
LUIS EDUARDO SCHROEDER SOTO
BOLÍVAR, "...SIN EXCEPTUAR UNA PAJA"
circunstancias que sobrevengan, o que yo mismo vaya directamente, o que todo se
acabe en quince días, o que ande más despacio siguiendo en secreto las operaciones
durante algunos meses. Respóndeme categóricamente: si te nombro Rey de España
¿Lo admites? ¿Puedo contar contigo?
Napoleón.
París 27 de marzo de 1808…»6
El Gran Conde de Berg, tan inteligente y ambicioso como su cuñado Napoleón, no teniendo
sin embargo ni idea de esta rápida movida ejecutada por su imperialísimo amo, también tiene
sus propios planes que, entendiblemente, debe poner en ejecución con muchísimo tacto y a
mayor brevedad. Considerándose como único y el más oportuno candidato, su idea consiste
en hacer que el trono de España quede vacante, y que el Emperador obviamente pase a
entregárselo en un gesto de agradecimiento y premio por sus fieles servicios.
Como vemos, nosotros los favorecidos con las bondades de la perspectiva histórica,
conociendo simultáneamente todo lo que los protagonistas de la trama, piensan y ejecutan
independientemente de las grandes distancias que los separan, podemos ahora deleitarnos
siguiendo paso a paso el desenlace de un espeluznante y fascinante drama que se desarrolla
sobre las cabezas de millones de almas en varios continentes, y cuyo resultado cambiará la
cosmética del destino de media humanidad.
En los días que siguen, la activa correspondencia del lugarteniente imperial continúa
demostrando la necesidad de acabar con el Príncipe de Asturias, de intervenir en España, de
establecer un nuevo sistema y una nueva administración, al tiempo que insiste en sostener que
el Emperador todo lo puede, llegando en sus afirmaciones a extremos inconcebibles cuando le
expresa: «...V. M. es esperado como el Mesías...».
En todo este tiempo Murat percibe intuitivamente y desarrolla con absoluta simultaneidad los
mismos planes que Napoleón prepara de idéntico modo desde París. En este mismo día, por
ejemplo, envía a Madrid al general Savary, su emisario especial, para cumplir la misma
misión que el Gran Duque, en su carta de ayer 26, le informa que pensaba encargar a un
officier général. Las cartas del Emperador se cruzan, conteniendo instrucciones en todo
semejantes a las comunicaciones que le hace su lugarteniente. Cuando Murat recibe las cartas
de Napoleón, sus órdenes ya están prácticamente cumplidas desde días antes.
La imprecisa situación a que había llegado España después de la protesta de Carlos IV del 21
de marzo, se presenta llena de peligros para los planes imperiales y exige una solución
inmediata. La misión de Savary incluye dos tareas delicadas: la primera de notificar al Gran
Duque la decisión imperial de ceder la Corona española a uno de sus hermanos, y la otra la de
llevar a Fernando a su presencia. Antes de su marcha Savary recibe sus instrucciones
verbalmente del Emperador, lo que indica el alto grado confidencial y delicado de su misión.
6
Blanco y Azpurúa: Documentos para la historia de la vida pública del Libertador de Colombia, Perú y Bolivia.
Caracas, 1875-1877. Tomo II, pág. 111.
12
VADEMÉCUM HISTÓRICO
DESTRONAMIENTO DE LOS BORBONES
Por el contrario, a Murat le envía por escrito recomendándole para que haga como si el
antiguo monarca reinase aún, recomendaciones que le repite tres días más tarde encargándole
específicamente que debe restablecer a Carlos IV en El Escorial:
«...Debéis restaurar al Rey Carlos IV en El Escorial, tratarle con el mayor respeto.
Declarar que es quien reina en tanto que yo no haya reconocido la revolución...»
En general, en sus cartas desde que conoce el motín de Aranjuez, Napoleón ordena sin
descanso a Murat, a Bessiéres y a todos sus secuaces, que deben restablecer a Carlos IV,
salvar a Godoy y desautorizar a Fernando.
1808.03.29-MA.
El Gran Duque declara que los espíritus están bien preparados para un cambio de dinastía y
empuja al Emperador para anticiparlo:
«...Puedo afirmar a V. M. que lo puede todo sobre la opinión de este país, y que se
bendecirá la opinión que tome sobre España, cualquiera que sea...»
Murat no se engaña sin embargo al enjuiciar la actitud del pueblo, pero arrastrado por su
desmedida ambición, deja vagar su imaginación sin avisar al Emperador de la realidad de la
situación, que conoce en detalle según prueba en carta que envía a Leroi, cónsul de Francia en
Cádiz, en la que le expone con gran claridad cómo el pueblo español odia a Godoy,
especialmente por haber entregado el país a los extranjeros, pero tolera provisionalmente la
presencia de éstos porque le han hecho creer que precisamente venía para arrojar al valido.
La inhibición política de Murat y la resistencia del embajador Beauharnais a reconocer al
nuevo monarca, a pesar de las estrechas relaciones que había mantenido con él cuando sólo
era Príncipe de Asturias, crean una situación insostenible en la corte. La política del
lugarteniente imperial consiste en mantener inalterada la situación, en no cometer ningún
error, en no adelantar nada, de manera que cuando llegue la decisión imperial no haya ningún
acontecimiento accidental e irreparable que impida su ejecución. Para completar su control de
la situación destaca al general Watier con una escolta para la protección de los Reyes padres,
que aún siguen en Aranjuez.
En estos días decisivos de la crisis española, resulta evidente a todos que la solución del
conflicto familiar y político está en las manos de Napoleón, cuyas órdenes espera impaciente
Murat, y ante cuya presencia desean verse los Reyes padres. Fernando VII y sus consejeros,
sin dejar de lado los temores, ponen igualmente su esperanza en el Emperador, cuya
inmediata llegada constituye un insistente rumor en los medios políticos madrileños.
1808.04.03-DO.
En Madrid, el nuevo Monarca Fernando VII determina se forme causa a Don Manuel Godoy,
Príncipe de la Paz, «…por su extravíos y excesos públicos, manejo de intereses, y demás que
resulte, así de las diligencias practicadas hasta aquí, como de la causa del Escorial…»
13
LUIS EDUARDO SCHROEDER SOTO
BOLÍVAR, "...SIN EXCEPTUAR UNA PAJA"
1808.04.05-MA.
El Gran Duque de Berg da entretanto los primeros pasos para llevar ante la presencia imperial
a todos los miembros de la familia real, e insiste cerca del Rey Carlos IV para que el Infante
Carlos salga al encuentro del Emperador, sosteniendo que sin duda hallaría a Napoleón en las
cercanías de Burgos.
Murat tiene éxito en su insistencia y hoy día sale una segunda expedición de representantes
españoles, en la que acompañaban al Infante Carlos el duque de Híjar, Pedro Macanaz y
Pascual Vallejo, quienes llegan hasta Tolosa, donde se detienen al no tener noticia alguna del
Emperador.
c – Como hemos venido viendo, el Lugarteniente Imperial ha puesto en marcha su plan de
llevar a toda la familia real a la presencia de su cuñado y amo en Bayona, para lo que no se
retrae en mentir con noticas figuradas de un próximo arribo del Emperador a la capital
española, induciendo a las diferentes augustas personas a salir a su encuentro a la altura de
Burgos, lo que obviamente ha de resultar en una prolongación de sus respectivos viajes hasta
la boca de la trampa en aquella ciudad francesa. Simultáneamente, junto con el Embajador
Beauharnois y todos los agentes franceses, Murat se encuentra trabajando en el sentido de
maniobrar para arrancar a los Reyes Padres una protesta formal contra la abdicación de la
Corona, con las solemnidades acostumbradas.
El próximo en turno en salir al encuentro de Napoleón, es Fernando VII, que lucha entre la
necesidad de tener con su aliado una condescendencia que le promete la confabulación de
Murat y sus secuaces confabulados, y el deseo de no abandonar a su leal y amado pueblo en
circunstancias tan críticas. Varios son sin embargo los que aconsejan a Fernando a no
arriesgarse a salir de Madrid.
1808.04.07-JU.
El General Mariano Juan María Renato Savary, Duque de Róvigo emisario imperial, llega a
Madrid e inmediatamente solicita del Rey una entrevista, que es el primer acto de la comedia
que va a representar hasta la llegada a Bayona. Savary presenta la venida de Napoleón como
inminente, y expone que de adelantarse Fernando a su encuentro, sería como un obsequio
«...muy grato y lisonjero a S. M. I...», y tiene el descaro en prometer y jurar que su amo
imperial reconocerá al rey en cuanto se encuentren. De su capacidad de convicción se tendrá
prueba cuando logre vencer la resistencia del Consejo de Castilla que, careciendo de todo
programa de acción, no quiere sino mantenerse aferrado a Madrid y a la situación presente.
El mismo día de su llegada, el Duque de Róvigo se entrevista con el de Berg. «...El general
Savary ha llegado, y me ha hecho conocer su misión. Las órdenes de V. M. serán
cumplidas...», escribe Murat en esta misma fecha en carta al Emperador. Es el duque de
Róvigo quien tiene que pasar por la incomodidad de comunicar a Murat la decisión del
Emperador de entregar la Corona a uno de sus hermanos. De su reacción no tenemos noticia,
pero sin embargo nos preguntamos si en relación con sus proyectos dinásticos, Napoleón no
ha dejado ex profeso a oscuras a su lugarteniente, para asegurarse de este modo una mejor y
más eficaz colaboración.
14
VADEMÉCUM HISTÓRICO
DESTRONAMIENTO DE LOS BORBONES
1808.04.10-DO. REAL CÉDULA PARA RECONOCIMIENTO DE FERNANDO VII COMO REY.
Antes de emprender el viaje para Bayona, citado allí por el Emperador Napoleón, Fernando
da Real Cédula mandando que se le reconozca y se le jure por todo el reino y todos sus
dominios, como Rey y Señor natural de ellos:
«…El Rey
Con fecha de diez y nueve de marzo próximo pasado se sirvió expedir mi Augusto
Padre el Real Decreto del tenor siguiente: …»
Aquí inserta el decreto (1808.03.19-Sa.), (VH-1808.03.17- Aranjuez: Apocalipsis Rex)
«…En consecuencia tuve á bien expedir otro Real Decreto con fecha del siguiente
dia veinte del expresado mes de marzo, por el que vine en aceptar, y acepto en
debida forma dicha abdicacion y renuncia de la Corona hecha por el referido Rey
mi Augusto Padre, y mandar se levanten en el Reyno los Pendones por mi, y en mi
Real nombre, y me tengan desde ahora en adelante por su Rey y Señor natural,
executándose todas las ceremonias que se acostumbran en semejantes casos.
Publicado en mi Consejo de las Indias acordó su cumplimiento, y expedir esta mi
Real Cédula, por la cual mando á mis Vireyes, Presidentes, Audiencias,
Gobernadores de las Provincias de mis Reynos de Indias é Islas adyacentes, y
Filipinas, que respecto haber recaido en mi Real Persona todos los Reynos, Estados
y Señoríos pertenecientes á la Corona de España, en los que se incluyen los de
Indias, y hallándome en la posesion, propiedad y gobierno de ellos, dispongan
publicar el contenido de esta mi Real Cédula con la solemnidad que en semejantes
casos se hubiere acostumbrado, para que llegue á noticia de aquellos mis amados
vasallos, y me reconozcan por su legítimo Rey y Señor natural, obedeciendo mis
Reales órdenes, y las que en nombre mio les dieren dichos mis Vireyes, Presidentes,
Audiencias, Gobernadores, y demás (á quienes he habilitado para continuar en sus
respectivos destinos por otro Real Decreto) en todo lo perteneciente al buen
régimen, conservacion y aumento de los expresados Dominios de Indias, á fin de que
se mantengan con la quietud y buena administracion de justicia que conviene al
servicio de Dios y mio…»7
Termina dando instrucciones para la correspondiente celebración por parte de sus ejércitos en
todos su reinos y dominios.
Co. Aprovechamos para hacer hincapié en la nota que el Ministro Silvestre Collar, encargado
de hacer y tramitar los duplicados de esta Cédula, deja en el original de la misma, siendo
éste un dato interesante al que le damos un seguimiento especial, con el fin de establecer
claramente el momento en que esta noticia llega a conocimiento de las autoridades en
Santa Fe y Caracas. La nota versa:
«…Duplicado.- Participando á los Vireyes, Presidentes, Audiencias, Gobernadores,
7
Blanco y Azpurúa: Documentos para la historia de la vida pública del Libertador de Colombia, Perú y Bolivia.
Caracas, 1875-1877. Tomo II, pág. 126.
15
LUIS EDUARDO SCHROEDER SOTO
BOLÍVAR, "...SIN EXCEPTUAR UNA PAJA"
y Ciudades de Indias é Islas Filipinas las abdicacion que ha hecho de la Corona el
Señor Rey Don Carlos Quarto en su mui amado hijo Don Fernando, para que
executen lo que se expresa…»
Al hacer la remisión que se destina a Caracas, Collar incluye la siguiente Nota:
«…Al Gobernador y Capitán General de Venezuela.
Remito á V. S. el adjunto Real Despacho duplicado de 10 del corriente mes sobre la
abdicacion que ha hecho de la Corona el Señor Rey Don Cárlos Quarto en su muy
amado hijo Don Fernando, para que mediante hallarse en posesion de ella, se
execute lo que se expresa; y de su recibo me dará V. S. aviso con brevedad,
aprovechando la primera ocasion.
Dios guarde á V. S. muchos años.
Madrid 15 de abril de 1808…»
1808.04.10-DO. SALIDA DE FERNANDO VII PARA BAYONA.
Fernando VII sale de Madrid con la intención de ir al encuentro del Emperador Napoleón.
José Hervás, que vino a la corte como intérprete del General francés Mariano Juan María
Renato Savary, Duque de Róvigo...
«...avisó con cautela que por lo que a su cuñado, el gran mariscal de palacio Duroc,
y a otros personajes había oído, le parecía que si el monarca español se ausentaba
del reino, peligraba su persona...»
Este testimonio, imposible de comprobar por el momento, resulta sin embargo confirmado por
una carta de la Reina de Etruria quien 6 años más tarde, en 1814, recuerda a su hermano:
«...La antevíspera de tu salida de Madrid para ir, como se decía, a Burgos, al
encuentro de Napoleón, hablando yo con Murat y recomendándole como siempre mi
vuelta a Toscana, este hombre me dijo: Espere usted que Fernando se vaya a
Bayona y todo se compondrá...»
La comunicación de Hervás al monarca no bastó para detener su marcha.
En su viaje, Fernando VII va acompañado de la totalidad de los íntimos que constituyen su
consejo privado: Infantado, San Carlos, Ceballos, Escoiquiz, Labrador, Ayerbe, y junto con
ellos el General francés Savary. Durante 10 días, la vida del país queda en suspenso y los
agentes imperiales se ven obligados a practicar un juego lleno de eventualidades, todas ellas
igualmente posibles.
Poco antes de su marcha hacia Bayona, considerando que su ausencia sería por poquísimos
días, Fernando VII constituye la llamada Junta Suprema de Gobierno, presidida por su tío el
Infante don Antonio Pascual de Borbón [52] y compuesta por cuatro de sus anteriores
ministros. En la formación de esta Junta se ve confirmada su increíble imprevisión en ir a
ponerse en manos de Napoleón. Además, pese a que piensa abandonar el reino, esta Junta no
sólo no es de Regencia, sino que a duras penas recibe algunas instrucciones verbales que la
16
VADEMÉCUM HISTÓRICO
DESTRONAMIENTO DE LOS BORBONES
prescriben mantener «...la buena armonía con el general que mandaba las tropas
francesas...», al tiempo que limitan su capacidad en las materias gubernativas y urgentes,
obligándola a consultar por conducto de Ceballos los restantes problemas. A pesar de sus
limitaciones, la Junta es de todas formas, la depositaria de la soberanía, honor al que distará
mucho de corresponder.
En su actuación la Junta de Gobierno tratará de armonizar la fidelidad al monarca que la ha
constituido, con las constantes presiones que sobre ella ejerce el lugarteniente imperial, a
cuyos deseos no ofrecerá sino una resistencia decreciente con el paso del tiempo. Entre sus
primeras decisiones figura, como veremos, la entrega de la persona de Godoy.
Co. Como ha quedado mencionado, Fernando está sabiendo que ausentándose del reino
peligra su persona, pero aun así da prioridad a su convencimiento que saliendo al
encuentro del Emperador, y congraciándose con éste con tan noble y grato gesto, sería
fácilmente reconocido por su magna persona como soberano y señor de los españoles.
Entre los que le infunden tales expectativas es el General Savary, enviado de Napoleón,
quien le asegura que S. M. I. no se mezclaría en nada de lo interior del Reino español, y
que naturalmente reconocería a Fernando como Rey de España y de Las Indias. Savary es
tan hipócrita que inclusive, saliendo de la audiencia con el Rey, pregona por doquier los
mismos embustes, y con tal descaro en sus maneras, que en efecto queda muy difícil
sospechar siquiera que tan correcto general viniese determinadamente a engañar a los
españoles cumpliendo órdenes del Emperador.
1808.04.11-LU.
Llegada a Burgos la gran comitiva real, viendo que el Emperador no se encuentra allí, se
empeña Savary en convencer al Rey de la conveniencia de proseguir su marcha hasta Vitoria,
no sin mantenerse varios debates sobre el partido que debe tomarse, en los que el artificio y la
perfidia luchan contra el honor y la buena fe. Y en esta lucha tan desigual, las mismas
benéficas intenciones que habían sacado a Fernando de su Corte, le arrastran hasta la Victoria,
y llegando allí, el zorro Savary, bien persuadido de que S. M. está resuelto a no pasar más
adelante, continúa de su parte el viaje hasta Bayona, sin duda con el designio de informar al
Emperador sobre lo acontecido y tratar de que este origine una carta con términos tales que
destrabe a Fernando de su optada posición en expectativa.
En esta ciudad el monarca español recibe numerosas incitaciones para escapar de las manos
francesas. Mariano Luis de Urquijo y Muga [22], que más tarde se afrancesa, llega desde
Bilbao para proponer la huida del Rey ofreciéndose a cubrirla con un batallón del Inmemorial
del Rey que guarnece Mondragón. El pueblo también se manifiesta soliviantado y dispuesto a
impedir por la fuerza la continuación del viaje, hasta tal grado que en el momento de reanudar
el viaje se amotina llegando a cortar los tirantes de las mulas. Entre los diversos planes de
evasión que le sugieren, que llegan incluso a extremos desesperados, está el atacar la plaza y
hay un momento en que 300 migueletes esperan en la línea fronteriza para cubrir la fuga del
Rey. La constante negativa de Fernando inutiliza tanta buena voluntad y espíritu de sacrificio,
resiste a todos los intentos y prosigue su marcha hacia Bayona.
De Madrid llega la noticia de que Murat reclama la entrega del Príncipe de la Paz. Desde la
mañana del mismo día en que Fernando salió de Madrid, Murat inició sus requerimientos para
que se le entregase Manuel Godoy; una demanda que renueva cotidianamente. La respuesta
de Fernando VII, dirigida a la Junta de Gobierno, es de no acceder a la demanda del Gran
17
LUIS EDUARDO SCHROEDER SOTO
BOLÍVAR, "...SIN EXCEPTUAR UNA PAJA"
Duque, señalando además que se tenga entendido que la suerte del preso no se debe mantener
en consideraciones con aquel delegado francés.
A estas alturas, el Infante Carlos, que había permanecido en Tolosa, ya se encuentra en
Bayona y los grandes que le acompañan han tenido oportunidad de conferenciar con el
Emperador. En las noticias que éstos envían a España, todos coinciden en la esperanza de que
Napoleón llegaría a reconocer a Fernando como Rey. Algunos de ellos comentan que aquél se
encuentra de «...buena fe...» y que en sus comentarios «...trata a nuestro soberano como a
hermano...», pero es de entenderse que esta actitud de Napoleón es una de sus bien entrenadas
artimañas que aplica en el campo de las batallas políticas.
1808.04.15-VI.
La estada del monarca español en Vitoria amenazaba con hacer fracasar el atrevido plan
napoleónico y crea una tensa situación en la Península, que Murat trata de aliviar con la idea
de reunir una asamblea parlamentaria en Bayona, idea que daría a España su primera y nunca
vigente Constitución. Continuando su política, el Gran Conde se niega a aceptar unas
instrucciones que recibe hoy día de manos del general Reille, apresurándose a contestar al
Emperador:
«...Los propósitos de V. M. acerca del Rey y de la Reina, resultan inoportunos, pues
parece que deseáis colocarlos al frente de los asuntos para serviros de ellos en la
consecución de vuestro sistema acerca de España. Los dos inconvenientes que
encuentro al conservarlos, son: el restablecerlos y después el de arrojarlos
nuevamente. Por el contrario, su ausencia nos da los medios para preparar los
ánimos en favor de los proyectos de S. M. y el emperador, teniéndolos cerca de sí,
conseguirá más fácilmente obligarles a hacer todo lo que él quiera...».
Según puede reconstruirse a través de la correspondencia. En la política francesa parece
detectarse una ligera divergencia entre Napoleón y su lugarteniente, que se hace más notoria a
partir de la segunda decena de abril, respecto al modo de expoliar a los Borbones. En tanto
que Murat prepara el despojo inmediato desde el 21 de marzo, tal vez desde unos días antes,
el Emperador, por el contrario, proyecta restablecer a Carlos IV en el trono, para más tarde
privarle nuevamente de su corona y entregársela a uno de sus hermanos.
1808.04.16-SA.
Murat, a quien hemos visto resistir a los mandatos imperiales en que se ordena el inmediato
restablecimiento del viejo monarca, esgrime sin embargo ante la Junta Suprema de Gobierno,
la eventualidad del retorno de Carlos IV al trono. Así es que hoy da a leer a 0’Farrill, Ministro
de Guerra español, el texto manuscrito de una proclama con la que el Rey padre anunciaría su
vuelta al poder, amparándose en la violencia que se le hizo para obligarle a abdicar la corona.
Convocados en las horas de la noche dos miembros de la Junta: Azanza y O’Farril, para
discutir más extensamente el asunto, se llega finalmente al acuerdo que sea el propio Carlos
quien comunique directamente a la Junta sus deseos de volver al trono, acto que no tendría
ninguna consecuencia política, por cuanto ésta se limitaría a dar traslado de la misiva a
Fernando VII, logra así poner en entredicho la autoridad de la Junta, atacando la confianza de
los miembros en su gestión al negar validez a la abdicación del Rey padre sin tener que llegar
18
VADEMÉCUM HISTÓRICO
DESTRONAMIENTO DE LOS BORBONES
a la pública restauración, solución a la que hemos visto siempre se ha mostrado enteramente
opuesto.
Con esta genial movida, Murat conseguía, finalmente, un aplazamiento hasta tanto que los
monarcas españoles se reuniesen con el Emperador. Los comisionados españoles consideran
por su parte, que la fórmula dilatoria constituía un triunfo de su capacidad dialéctica, sin darse
cuenta de que la solución acordada sirve ante todo los intereses de Murat, y tiene a la vez la
virtud de empujar hacia Bayona a los Reyes padres, objetivo primordial de las artimañas del
Gran Duque.
Mientras tanto, el Emperador mantiene entretenido a Fernando dejándolo creer, mediante
carta que le escribe llegado hoy día a Bayona, que está de parte suya, aunque encuentra
necesario rectificar ciertas cosas que últimamente le han salido mal a la Corona española. Sin
duda alguna esta carta corresponde a la del destrabe que el General Savary se había propuesto
obtener del Emperador, llevándola él en persona a manos de Fernando, simultáneamente
cuando las tropas francesas acantonadas en las inmediaciones de Victoria, hacen algunos
movimientos sospechosos, acordados con su jefe en Bayona.
Napoleón inicia su misiva acusándole recibo de su primera carta con la que le pide la mano de
una princesa de su familia (1807.10.11-Do.):
«…Hermano mío:
He recibido la carta de V. A. R.: ya se habrá convencido V. A. por los papeles que ha
visto del Rey su padre del interés que siempre le ha manifestado: V. A. me permitirá
que en las circunstancias actuales le hable con franqueza y lealtad. Yo esperaba, en
llegado a Madrid, inclinar a mi augusto amigo a que hiciese en sus dominios
algunas reformas necesarias, y que diese alguna satisfacción a la opinión pública.
La separación del Príncipe de la Paz me parecía una cosa precisa para su felicidad
y la de sus vasallos…»8
Obsérvese que Napoleón, sabiendo de la abdicación de Carlos IV en la persona de Fernando,
le escribe tratándolo aún de Alteza Real, o sea nada de Rey sino todavía de Príncipe heredero;
la aclaración viene más adelante. Continúa diciéndole que no se constituye en juez de lo
acontecido en Aranjuez, ni de la conducta del Príncipe de la Paz, pero que ve peligroso para
los reyes que se permita que los pueblos se acostumbren al derramamiento de sangre
haciéndose justicia por sí mismos, y que por lo tanto no sería prudente a los intereses de
España que se persiga…
«…a un príncipe que se ha casado con una princesa de la familia real, y que tanto
tiempo ha gobernado el reino…»
Le hace ver que aquél «…ya no tiene más amigos…» y le recuerda que Fernando tampoco los
tendrá si algún día llega a ser desgraciado: «…los pueblos se vengan gustosos de los respetos
que nos tributan…». Además…
8
Blanco y Azpurúa: Documentos. La Opinión Nacional. Caracas, 1875-1877. Tomo II, pág. 214 y 215.
19
LUIS EDUARDO SCHROEDER SOTO
BOLÍVAR, "...SIN EXCEPTUAR UNA PAJA"
«… ¿Cómo se podría formar causa al Príncipe de la Paz sin hacerla también el Rey
y a la Reina vuestros padres? …»
Su concepto es que esta causa fomentaría el odio y las pasiones sediciosas siendo de resultado
funesto para la Corona. Le recuerda que Fernando no tiene más derechos que los trasmitidos
por su madre y «… si la causa mancha su honor, V. A. destruye sus derechos…», en otras
palabras Fernando…
«…no tiene derecho para juzgar al Príncipe de la Paz; sus delitos, si se le imputan,
desaparecen en los derechos del trono…».
Napoleón reconoce que muchas veces ha manifestado su deseo de que se separase a Godoy de
los negocios, y que si no ha hecho más instancias, ha sido por amistad al Rey Carlos
«…apartando la vista de las flaquezas de su afección…». Sin embargo, considerando que
tales errores son un producto de la debilidad humana, todo esto también se puede conciliar
sugiriendo:
«…Que el Príncipe de la Paz sea desterrado de España, y yo le ofrezco un asilo en
Francia…»
Con respecto a la abdicación de Carlos IV le explica que…
«…ella ha tenido efecto en el momento en que mis ejércitos ocupaban la España, y a
los ojos de la Europa y de la posteridad podría parecer que yo he enviado todas esas
tropas con el solo objeto de derribar del trono a mi aliado y mi amigo…»
Esta salida del zorro Napoleón llega demasiado tarde; a estas horas cuando España está
completamente invadida por un número escandalosamente alto de sus mejores tropas, que
supuestamente deberían haberse dirigido contra Portugal, nadie, mucho menos el usurpador
Fernando, le da crédito a sus palabras, además de que a él personalmente no le importa un
pepino lo que en Europa se pueda comentar a este respecto. Lo único nuevo en su imperial
retórica, es que aquí se permite cierto devaneo con la «…posteridad…» y «…el mundo
entero…», como se puede ver en el párrafo siguiente, con el que tocando el tema de la
abdicación de su padre, le formula un estate quieto, que por el contrario sí está debida y
oportunamente concebido.
«…Como soberano vecino debo enterarme de lo ocurrido antes de reconocer esta
abdicación. Lo digo a V. A. R., a los españoles, al universo entero; si la abdicación
del Rey Carlos es espontánea, y no ha sido forzado a ella por la insurrección y motín
sucedido en Aranjuez, yo no tengo dificultad en admitirla, y en reconocer a V. A. R.
como Rey de España. Deseo pues conferenciar con V. A. R. sobre este particular…»
El lógico, como lo venimos viendo, que Napoleón está muy al tanto de todos los detalles a
este respecto, pero no quiere tratar el asunto por carta, previniéndole de que en Bayona se
solucionarán las cosas, pero a la vez que lo prepara para un desenlace que pueda serle algo
sorpresivo, se cuida muchísimo en ir a alarmarlo demasiado y con esto trate de retroceder de
vuelta a Madrid. Las siguientes palabras, aunque algo ambiguas, pueden lograr estimularlo a
que siga camino hacia Bayona:
«…Las circunspección que de un mes a esta parte he guardado en este asunto, debe
20
VADEMÉCUM HISTÓRICO
DESTRONAMIENTO DE LOS BORBONES
convencer a V. A. del apoyo que hallará en mí, si jamás sucediese que facciones de
cualquier especie viniesen a inquietarle en su trono…»
Nótese que aunque lo trata solamente de Alteza, aquí lo sienta temporalmente en «…su
trono…», y continúa:
«…Cuando el Rey Carlos me participó los sucesos del mes de octubre próximo
pasado, me causaron el mayor sentimiento, y me lisonjeo de haber contribuido por
mis instancias al buen éxito del asunto del Escoria…»
¿A qué éxito se refiere el Emperador francés? Lo que hubo en el Escorial fue una intentona
frustrada de parricidio. ¿Será que se refiere a su indiscreción calculada de hacer pasar a
Carlos IV noticia, y a lo mejor hasta copia, de la carta (1807.10.11-Do.) que le enviara su hijo
Fernando? De alguna otra maniobra de Napoleón que hubiera influido en el curso de los
hechos aquellos negros días finalizando el mes de octubre de 1807 en el Escorial, no tenemos
razón alguna. En lo que tuvo éxito Napoleón fue en hacer irreconciliable la discordia entre el
padre Rey y el hijo Príncipe heredero. (VH-1807.10.11- Escorial de lesa majestad)
Si lo que escribe a continuación lo hubiese expresado honradamente a su «…aliado y
amigo…» Carlos IV, inmediatamente que recibiera la carta de Fernando, todo hubiera
continuado en el curso drástico con que el Rey inicia la represión contra su hijo, o sea que a
estas alturas el desheredado Príncipe de Asturias, estaría, si no bajo tierra, por lo menos
confinado a una de esas tantas mazmorras en los asentamientos españoles en el África, pero
claro está que esto hubiera estropeado sus planes y por tal razón, muy inteligentemente, sólo
lo utiliza ahora para intimidarlo e ir preparándolo para el lance final:
«…V. A. no está exento de faltas: basta para prueba la carta que me escribió, y que
siempre he querido olvidar. Siendo rey sabrá cuán sagrados son los derechos del
trono: cualquier paso de un príncipe hereditario cerca de un soberano extranjero es
criminal…»
Luego de esta poderosa acusación, pasa a distraerlo comentando sus aspiraciones con respecto
a su matrimonio:
«…El matrimonio de una princesa francesa con V. A. R. le juzgo conforme a los
intereses de mis pueblos, y sobre todo como un circunstancia que me uniría con
nuevos vínculos a una casa, a quien no tengo sino motivos de alabar desde que subí
al trono…»
Como se puede notar, Napoleón es muy cuidadoso en alternar los párrafos de su carta de
acuerdo a su contenido: un párrafo en el que expresa una crítica o toca un asunto negativo, va
seguido por otro suavizador en el que no falta un cumplimiento o lisonja; o sea que en el
siguiente deba tocar un asunto delicado, como en efecto lo hace. En este caso es una clara
advertencia para que no se vaya a presentar represalias contra sus tropas:
«…V. A. R. debe recelarse de las consecuencias de las emociones populares: se
podrá cometer algún asesinato sobre mis soldados esparcidos; pero no conducirán
sino a la ruina de la España…»
21
LUIS EDUARDO SCHROEDER SOTO
BOLÍVAR, "...SIN EXCEPTUAR UNA PAJA"
Y claro está, finalizando su carta el siguiente párrafo debe ser altamente reconciliador y
afectuoso:
«…Esté V. A. persuadido de mi deseo de conciliarlo todo, y de encontrar ocasiones
de darle pruebas de mi afecto y perfecta estimación. Con lo que ruego a Dios os
tenga, hermano mío, en su santa y digna guarda.
En Bayona a 16 de abril de 1808.
Napoleón…»
Re. A las expresiones poco circunspectas, menos decorosas y no muy lisonjeras de esta carta,
Savary agrega tales y tantas protestas del interés que toma el Emperador por S. M. y por
España, que llega a decir:
«…Me dejo cortar la cabeza si al cuarto de hora de haber llegado S. M. a Bayona,
no le ha reconocido el Emperador por Rey de España y de las Indias. Por sostener
su empeño empezará probablemente por darle el tratamiento de Alteza; pero á los
cinco minutos le dará Majestad, y a los tres días estará todo arreglado, y S. M.
podrá restituirse a España inmediatamente…»9
1808.04.17-DO.
Hemos visto cómo es que el 15 de abril Murat discute por primera vez las órdenes imperiales.
Pasados dos días, cuando ya ha recibido las cartas del 27 y 30 de marzo y 10 de abril, y tal
vez las del 12 de los corrientes, escribe al Emperador indicándole lo innecesario de devolver
la Corona a Carlos IV, puesto que conociendo...
«...los cambios que pensáis para España... He creído entrever, siguiendo las
instrucciones de V. M., que no debía despojar de la autoridad al Príncipe de
Asturias y devolverla a Carlos IV más que en caso de que este Príncipe no quisiese
presentarse ante V. M. Ahora, o ha llegado a Bayona o está detenido en Vitoria por
el general Verdier, en caso de que no haya querido abandonar dicha ciudad. En este
último caso, Carlos IV, por la declaración que le haré hacer mañana (protestando
su abdicación), será de derecho el único Rey de España. Si Fernando está con V. M.
es inútil devolver efectivamente la autoridad a Carlos IV, ya que no tenéis el
proyecto de dejársela y que esto sería crearse obstáculos gratuitamente...».
1808.04.18-LU.
Hoy lunes, Murat vuelve a enviarle al Emperador una larga epístola en la que insiste en las
ventajas de su pensamiento y llegando a la conclusión de que...
«...No creo tener necesidad del vano simulacro de Carlos IV...»
9
Exposición de Pedro Cevallos, 1er Secretario de Estado de Fernando VII. Incluido en Documentos de Blanco y
Azpurúa. Tomo II, pág. 203.
22
VADEMÉCUM HISTÓRICO
DESTRONAMIENTO DE LOS BORBONES
El Emperador, por su parte, ha tomado las medidas que exige la posibilidad de una resistencia
española de última hora. Desde el momento en que Fernando VII ha llegado a Vitoria, prevé
incluso la eventualidad de hacerle prisionero en su propio reino. A Bessiéres, que manda las
fuerzas que cubren la ruta de Madrid, le ordena:
«...Si el Príncipe de Asturias sale de Vitoria, y retrocede a Burgos para regresar a
Madrid, le haréis perseguir y prender, donde quiera que se le encuentre: porque si
rehúsa la entrevista que le he propuesto, es señal de que pertenece al partido de los
ingleses y hay que tratarlo como enemigo...».
Nótese que en esta nota Napoleón se refiere a Fernando definitivamente como Príncipe de
Asturias y no como Rey Fernando VII. Además, la misión confiada al Duque de Istria está,
como el texto indica, subordinada al resultado de la gestión que se confía al general Savary, a
quien Napoleón hiso portador de la ambigua carta de hace un par de días (1808.04.16-Sa.).
La noche del 18 de abril es, sin duda alguna, el momento crítico del viaje. Estando reunidos
los consejeros de Fernando VII, se recibe la primera representación de la Junta Suprema de
Gobierno dejada en Madrid, en relación con la pretensión de Murat de restaurar a Carlos IV.
Al tener noticia de ella, Fernando VII manda llamar al general Savary y le entera de su
contenido. La respuesta del zorro general plenipotenciario es que el Emperador había
ordenado posteriormente al Gran Duque de Berg no hacer innovación alguna, puesto que S.
M. ─Fernando VII─ ya ha determinado pasar a Bayona y allí se entendería entonces
directamente con S. M. I.
Consideradas las diversas posibilidades que se ofrecen, y a la vista de las numerosas tropas
imperiales presentes en la ciudad, la comitiva del Rey opta por desechar cualquier plan de
fuga y prepararse para marchar al día siguiente a Irún y Bayona.
Mientras tanto en Madrid, los peligros originados por la ambigua situación, inspiran a la Junta
Suprema a elevar al Rey una representación para informarle del nuevo giro de los
acontecimientos. En dicho informe se implica un llamamiento a la decisión, al tiempo que se
señalan los inconvenientes de prolongar semejante estado político:
«...La Junta se cree obligada a exponer a V. M. que si hasta ahora la nación, a
fuerza de las diligencias del gobierno, ha podido reprimir los ímpetus de la lealtad y
amor a su real persona y el deseo de conservar su independencia de toda autoridad
extranjera, acaso permaneciendo por largo tiempo en esta violenta comprensión, se
irá habituando demasiado a ella y se enfriará algo su entusiasmo, tan necesario
para el caso en que V. M. se viese precisado a resistir una ley dura que se le quisiera
imponer...»
La Junta piensa incluso en enviar a uno de sus miembros para que informe personalmente al
Rey «...muy por menor de las ocurrencias de estos días, que no pueden referirse bien por
escrito...», pero comete la ingenuidad de hacer que Azanza [63] pase a despedirse del Gran
Duque, que naturalmente logra frustrar el viaje, manifestando su inutilidad al tiempo que hace
toda clase de intimidaciones más o menos veladas. Azanza logra sin embargo poner en
camino una nota en la que escribe...
«...con estas noticias, con la de haberse puesto en movimiento el cuerpo de tropas
francesas que se hallaban en Burgos para Vitoria, y con la de estarse imprimiendo
23
LUIS EDUARDO SCHROEDER SOTO
BOLÍVAR, "...SIN EXCEPTUAR UNA PAJA"
una proclama o bando a nombre del Rey padre, con el fin de publicarla en el
momento que llegase aquí la noticia de haberse disparado un fusilazo hacia
Vitoria..., la Junta no tuvo por conveniente mi partida y entró en nuevos cuidados,
aumentados con los movimientos que se notaron en el pueblo...».
Ceballos da contestación a la serie de escritos en que la Junta Suprema de Gobierno comunica
su difícil situación ante la inesperada postura adoptada por el lugarteniente imperial, y da
transmite inclusive una real orden...
«...una R. O. para que se ejecutase cuanto convenía al servicio del Rey y del reino, y
que al efecto usase de todas las facultades que S. M. desplegaría si se hallase dentro
de sus estados...».
Hay sin embargo quienes niegan que una orden de tal naturaleza se haya recibido en Madrid,
justificando de esta manera la pasividad que se le achaca a la junta, la que a su turno asevera
haber dirigido al monarca las siguientes consultas de las que se esperó por mucho tiempo una
respuesta:
«...1ª - Si convenía autorizar a la Junta a sustituirse, en caso necesario, en otras
personas, las que S. M. designase, para que se trasladasen a paraje en que pudiesen
obrar con libertad, siempre que la Junta llegase a carecer de ella.
2ª - Si era la voluntad de S. M. que empezasen las hostilidades, el modo y tiempo de
ponerlo en ejecución.
3ª - Si debía ya impedirse la entrada de nuevas tropas francesas en España cerrando los pasos de la frontera.
4ª - Si S. M. juzgaba conducente que se convocasen las Cortes dirigiendo su real
decreto al Consejo y en defecto de éste... a cualquier chancillería o audiencia del
reino que se hallase desembarazada de las tropas francesas...».
1808.04.20-MI. FERNANDO VII LLEGA A BAYONA.
Fernando VII y sus acompañantes cruzan el Bidasoa, y apenas pone sus pies en el territorio de
Francia, nota que nadie sale a recibirle hasta que llegando a S. Juan de Luz, se presenta el
Maire, con toda la municipalidad, quien deteniendo el coche, arenga al visitante con las más
vivas demostraciones del júbilo que le anima, sor ser el primero que tiene la honra de recibir a
un Rey amigo y aliado de Francia, y poco después tiene lugar el encuentro con los Grandes
enviados desde Aranjuez, quienes informan al Rey «...que la verdadera intención del
emperador era la de destronar a la casa de Borbón de España...», una noticia que «...no fue
la más lisonjera...». Sin embargo, la proximidad a Bayona no da ya lugar a mudar de rumbo,
por lo que continúa el viaje.
Salen al encuentro de Fernando VII el Príncipe de Nenfchatel y el Mariscal de Palacio Duroc,
con una partida de guardia de honor, que los bayoneses habían destinado al Emperador, y
convidan al Rey a entrar a Bayona donde se le tiene preparado su alojamiento. Una vez
instalado Fernando, se le anuncia la aproximación de S. M. I. quien a poco rato llega
acompañado de varios Generales; Fernando baja a recibirle hasta la puerta de la calle y allí se
abrazan ambos monarcas con demostraciones de afecto y amistad. Napoleón se detiene un
breve rato con Fernando, y se despide luego con nuevos abrazos.
24
VADEMÉCUM HISTÓRICO
DESTRONAMIENTO DE LOS BORBONES
A breve tiempo llega nuevamente el Mariscal Dcuroc a convidar al Rey a comer con el
Emperador, cuyos coches se aproximan para conducirlo al palacio de Marrac, y llegados allí,
corresponde al Emperador bajar a recibir al Rey visitante hasta el estribo del coche, le abraza
de nuevo y le conduce por la mano a los adentros. En la mesa evita Napoleón tratarle como
príncipe o como rey. Acabada la comida, permanecen S. M. I. y S. A. R. juntos poco tiempo,
y se despiden quedando el monarca español y sus consejeros contentos del agasajo y
renaciendo en ellos la esperanza de que todo va a componerse bien y de acuerdo a sus
ilusiones.
Vuelto Fernando a su aposento, entra en ella luego el General Savary con el inesperado
mensaje, de que el Emperador había resuelto irrevocablemente derribar del trono la estirpe de
los Borbones, substituyéndola con la suya, y que por consiguiente S. M. I. exigiría que el Rey
en su nombre y en el de toda su familia, renunciase la corona de España e Indias a favor de la
dinastía de Bonaparte.
No se sabe si lo que más sorprende es la resolución en sí, junto con la ocasión de su anuncio,
o la serenidad del mensajero encargado de transmitir la noticia. No habían transcurrido aun 5
días desde que este General Savary había respondido con su cabeza de que el Emperador
reconocería al Príncipe de Asturias por Rey (1808.04.16-Sa.), si éste hiciese la demostración
amistosa de pasar a Bayona, y ahora es el mismo sujeto, por no titularlo General, el encargado
no ya de poner dudas o condiciones al reconocimiento, sino de intimar al Rey y a su familia el
despojo absoluto del trono heredado de sus abuelos. ¡Inaudita audacia! A lo que se agrega el
cinismo de aguardar para notificar la terrible decisión de Napoleón, hasta el momento
oportuno en que acababa de dársele pruebas de un amistoso hospedaje. Es posible que esto
estuviese planeado por el propio huésped, un hombre colocado al frente de una nación grande
y poderosa, y aun así en una época de costumbres suaves.
Co. En el Diario Histórico (1808.04.30-Sa.), trascribimos la versión que el Oidor Justo María
de Ibarnavarro da sobre la forma como Napoleón trata a Fernando VII a su llegada a
Bayona, y le informa sobre su decisión de arrebatarle la Corona de España y sus dominios.
Ibarnavarro es uno de los ministros españoles que están presentes cuando Fernando VII
llega a aquella ciudad.
Cuando esto está aconteciendo en Bayona, el Gran Duque de Berg en Madrid está pasando
unos días insoportables; el 19 y 20, hasta la media noche, alarmado por la carencia de
noticias, teme que Fernando se niegue a abandonar el país y se prepara, forzado por las
circunstancias, a jugar su último triunfo: la restauración de Carlos IV.
El tiempo apremia y faltan los informes de estos días. La ajustada máquina de su cerebro
trabaja a todo vapor: «...No he recibido aún la estafeta que debía haber llegado esta
mañana...». En un momento tan delicado, «...las últimas noticias colocaban a Fernando en
Vitoria...», se preocupa, «...estoy un poco inquieto...» y se dispone, para el caso de que el
Príncipe de Asturias se haya negado a continuar el viaje, a publicar una declaración de Carlos
IV a la Junta de Estado y una proclama que acaba de hacerle firmar...
«...a fin de poderlas publicar en el momento en que reciba la noticia del arresto del
Príncipe. Si hubiese que recurrir a este sistema, Carlos IV no encontraría ninguna
clase de oposición para volver a ocupar el trono...»
25
LUIS EDUARDO SCHROEDER SOTO
BOLÍVAR, "...SIN EXCEPTUAR UNA PAJA"
En las horas de la mañana de hoy miércoles 20 aún piensa, como único recurso, en la
posibilidad de un regreso del viejo monarca al poder, y, previendo todas las contingencias,
ordena que se imprima por la noche la proclama que le ha hecho firmar la víspera.
El Consejo de Castilla, como organismo de gobierno, ahora en manos de Murat, y con el fin
de mantener el orden, programa invariable a lo largo de estos días críticos, hace público que
será penada con cuatro años de cárcel la circulación de cualquier impreso no autorizado.
A la medianoche, Murat recibe la noticia de la prosecución del viaje de Fernando e,
inmediatamente, escribe a Napoleón anunciándole que...
«...ha suspendido todas las diligencias relativas a Carlos IV y que se dispone a
enviar a Bayona a los Reyes padres...».
Sobre el destino del Príncipe de la Paz, ya hemos anotado que Murat inició sus requerimientos
para que se le fuera entregado, desde el mismo día en que Fernando VII salió de Madrid. Sin
Embargo, la Junta de Gobierno consulta al Rey, que a la sazón se encontraba en Vitoria, y
aunque éste les ha ordenado no acceder a la pretensión del Gran Duque, hoy día el general
Augusto Belliard, jefe del Estado mayor general, escribe a la Junta de Gobierno afirmando
que:
«…Habiendo S. M. el Emperador y Rey manifestado a S. A. el Gran Duque de Berg,
que el Príncipe de Asturias acababa de escribirle diciendo “que le hacía dueño de la
suerte del Príncipe de la Paz”, S. A. me encarga en consecuencia que entere a la
Junta de las intenciones del Emperador, que le reitera la orden de pedir la persona
de este príncipe y de enviarle a Francia…»10
Sin tener en cuenta si ha transcurrido el tiempo mínimo para que pudiese cruzarse toda la
correspondencia que el oficio del jefe del Estado Mayor francés implicaba, esta misma noche
tiene lugar la entrega del prisionero, quien a continuación emprende el camino de Bayona.
1808.04.21-JU.
En Bayona se renuevan las conversaciones entre el Emperador y Escoiquiz, por un lado, y los
ministros de Asuntos Exteriores de ambas partes, por otro lado. Los consejeros de Fernando
VII tratan inútilmente de hacer cambiar de idea a sus interlocutores. En su entrevista con
Champagny, Ceballos mantiene una postura de absoluta corrección legal al sostener que...
«...el Rey no podía ni debía renunciar su Corona a favor de otra dinastía sin faltar a
lo que debía a sus vasallos y a su propia reputación, que tampoco podía hacerlo en
perjuicio de los individuos de su familia llamados en su caso por las leyes
fundamentales del reino, ni menos podía condescender en que reinase otra dinastía,
que sólo debería ser llamada al trono por la nación española en virtud de los
derechos originarios que tiene para elegirse otra familia, luego que se concluya la
10
Blanco y Azpurúa: Documentos para la historia de la vida pública del Libertador de Colombia, Perú y Bolivia.
Caracas, 1875-1877. Tomo II.
26
VADEMÉCUM HISTÓRICO
DESTRONAMIENTO DE LOS BORBONES
que actualmente reina...»
La intervención del propio Emperador, que ha escuchado la conferencia, pone fin a la gestión
del ministro español, al que Napoleón califica de traidor por haber servido sucesivamente al
padre y al hijo en el mismo puesto ministerial.
Mientras tanto en Madrid, parece que el horizonte se le aclara a Murat, quien se cree mantener
con claridad la situación política española, y en carta a su amo imperial desarrolla las turbias
movidas de las sustituciones dinásticas:
«...Por fin se encuentra España sin soberano... Ha llegado el momento de que
conozca vuestros deseos; el medio infalible para que sean recibidos con entusiasmo
es que el Príncipe de Asturias devuelva la autoridad a Carlos IV y hacer declarar al
padre que no encontrándose en estado de gobernar por más tiempo y seguro de que
su hijo no tiene medios para hacerlo, y queriendo contribuir hasta el último
momento aun después de su muerte a ser útil a su patria, no puede conseguirlo sino
rogando a V. M. se encargue de la felicidad de España...»
Para completar la maniobra realizada por separado, y aun conjuntamente entre el Emperador y
su lugarteniente, tan sólo falta enviar a Bayona a los bien dispuestos Reyes padres que, desde
el 8 de abril, se encuentran escoltados al tiempo que custodiados por fuerzas francesas. La
correspondencia que venían manteniendo desde fines de marzo mostraba claramente la
influencia que sobre ellos seguía ejerciendo Godoy, y al que se hacía preciso liberar, tanto
para ganarse la voluntad de los monarcas como para proporcionarles un consejero igualmente
inclinado a los franceses.
Entonces, para que todo salga definitivamente como planeado, es necesario que todos los
miembros de la familia real se reúnan en un mismo lugar, Bayona, evitando así que alguno de
ellos, quedando a la deriva, se pueda convertir en un símbolo para una resistencia armada
contra los franceses. Dado esto, y en otra movida sagaz, Murat reclama a partir de hoy, a
nombre de los propios Reyes padres, el traslado de la Reina de Etruria [25] y del Infante
Francisco de Paula Antonio [14] a Bayona. Aunque inicialmente la Junta Suprema de
Gobierno se niega a entregar las personas regias, tiene que acceder a esta exigencia a causa de
la impertinente y conminatoria carta que la hija de Carlos IV había dirigido a su presidente.
Colaborando en los esfuerzos de Murat, la Sala de Alcaldes de Casa y Corte, cumpliendo
instrucciones del Consejo de Castilla, hace público que serán castigados a cuantos en las
tabernas o posadas hablasen sin la debida consideración de los generales y tropas franceses.
1808.04.22-VI.
En Bayona continúan las entrevistas sin que se llegue a ningún resultado concreto y hoy
viernes, no habiendo el Rey respondido a la propuesta de los franceses, Ceballos informa a la
Junta en Madrid acerca de las pretensiones imperiales:
«...Se reducen nada menos que a pretender una absoluta renuncia de la Corona de
España...»
27
LUIS EDUARDO SCHROEDER SOTO
BOLÍVAR, "...SIN EXCEPTUAR UNA PAJA"
1808.04.23-SA.
A partir del momento en que se sabe en Madrid la llegada de Fernando a Bayona, aumentan
las pretensiones de Murat, sin que la Junta se atreva en ningún momento a hacerle frente con
una decisión radical. Las respuestas dilatorias a Murat y las Gacetas extraordinarias en las que
el pueblo se informa de la situación, sólo contribuyen a mantener una apariencia de
normalidad, cada vez más difícil de lograr a medida que aumentan las fricciones y los
incidentes entre soldados y paisanos, en los que se expresa la irritación popular por la
presencia de los franceses, la reciente liberación de Godoy y los rumores del retorno de Carlos
IV al trono.
Al saberse que un impresor había sido requerido por los franceses para editar una proclama en
nombre del anterior monarca, se produce un tumulto en la capital. En Toledo, ciertas
manifestaciones de un militar francés, contrarias al acceso de Fernando VI al trono, son las
que motivan los desórdenes. En Burgos, el intendente, marqués de la Granja, pasa el trance de
ser asesinado por la multitud disuelta a tiros por el general Merle.
Estos incidentes sirven para incrementar las exigencias del Gran Duque, quien hoy dirige a la
Junta Suprema de Gobierno un oficio conminatorio que concluye manifestando:
«…Debo seguridad y protección a todos los buenos españoles: los debo sobre todo a
la buena Villa de Madrid, que ha adquirido eternos derechos a nuestro
reconocimiento por el entusiasmo que ha mostrado, y la buena acogida que nos ha
hecho desde nuestra entrada en sus murallas. Debo por vuestro órgano hacer cesar
sus inquietudes, (…). Debo, en fin, deciros por la última vez, que no puedo permitir
reunión alguna. Yo no veré sino sediciosos, enemigos de la Francia y de la España,
en los individuos que se atreviesen todavía a reunirse o esparcir alarmas. Daos
prisa pues a anunciar a la Capital y a las Españas mi generosa resolución; y si no
os encontráis con bastante fuerza para responder de la tranquilidad pública, me
encargaré de ella más directamente...»
La alusiva respuesta de su presidente, el Infante Antonio Pascual [52], revela la indecisión del
más alto organismo de Gobierno que existe en el país. En el momento más crítico, cuando el
pueblo espera y reclama una línea de conducta enérgica y definida, la Junta no pretende otra
cosa que...
«...no echar a perder el fruto que sólo se esperaba de las visitas del emperador y no
frustrar las negociaciones importantes de su soberano...»
Como van las cosas, la Junta es incapaz de satisfacer a los requerimientos populares, y al
mismo tiempo tratar de conservar las buenas relaciones con los franceses, que le prescriben
las órdenes procedentes del monarca, y en esta situación nada puede hacer para evitar una
crisis que se avecina. El descontento creciente tan sólo está a la espera de un motivo o causa
que haga estallar los ánimos de las gentes.
El Consejo de Castilla, por su parte y monitoreado por Murat, amplía las amenazantes
medidas destinadas a mantener el orden y la tranquilidad, que ha venido publicando en los
últimos días, haciendo público un nuevo edicto contra los que fijasen pasquines o circulasen
libelos sediciosos.
28
VADEMÉCUM HISTÓRICO
DESTRONAMIENTO DE LOS BORBONES
1808.04.24-DO.
Napoleón instruye a su ministro Champagny para que le dirija un informe previamente
corregido de su propia mano, en el que se enuncia la necesidad de colocar en el trono de
España a un Príncipe de la familia imperial. Fundándose en consideraciones históricas,
especialmente sobre la política de Luis XIV, se demuestra en éste cuán necesario es para la
seguridad del Imperio las buenas relaciones con España, cuyas fuerzas y recursos convenía
acrecentar a fin de presionar a Inglaterra a pedir la paz, puesto que...
«...Europa no ha conocido la paz más que con la alianza de estas dos naciones...».
El Emperador, por su parte, haciendo el papel de árbitro benefactor, aparenta encontrarse
imposibilitado a restablecer por la fuerza a Carlos IV contra la opinión nacional, así como
tampoco puede reconocer a Fernando VII, sublevado contra su padre y apoyado por los
ingleses, y en medio de este dilema, tampoco puede dejar a España sumida en la anarquía y en
manos de Inglaterra. Detrás de esta estratagema política están, además, los tratados secretos
entre España e Inglaterra, las vejaciones sufridas por los comerciantes franceses, la ley del
bloqueo, etc. En otras palabras, encontrándose España en plena decadencia, es necesario
regenerarla. Champagny termina diciendo:
«...He expuesto a V. M. las circunstancias que le obligan a tomar una gran decisión.
La política lo aconseja, la justicia lo autoriza, los disturbios de España fuerzan la
necesidad. V. M. debe, pues, proveer a la seguridad de su Imperio y salvar a España
del influjo inglés...»
En cuanto a la numerosa delegación española en Bayona, sin haberse pronunciado aún el Rey
auto deportado, y a fin de asesorarlo en su delicada situación, Ceballos anuncia la formación
de una Junta «...con asistencia de todos los que tienen la honra de acompañar a S. M...». Esta
Junta o Consejo es una maniobra que, ante todo, busca diluir las graves responsabilidades que
pesan sobre quienes han empujado al Rey hasta Bayona y forman parte de ella...
«...los gentiles hombres, mayordomo de semana, exentos de guardia, oficiales de secretaría,
individuos del cuerpo diplomático y ayudas de cámara...»
De lo que se dice en sus reuniones a duras apenas queda algún documento fidedigno, en
forma de certificaciones extendidas con posterioridad a las sesiones y a petición de alguno de
los participantes. Escoiquiz recuerda aquellas reuniones con poca simpatía, al decir de ellas:
«...En fin se tuvo aquel Consejo que puede llamarse tumultuoso, pues la mayor parte
de los vocales, ignorantes hasta entonces de los datos y poco instruidos para poder
hablar y decidir en un asunto tan delicado, votaron con el mismo alboroto y la
misma ligereza que se acostumbra en el Ayuntamiento general de una aldea...»
En la primera sesión del Consejo se plantean dos cuestiones:
«...si residían facultades en los individuos que componían dicha junta para decidir
la cuestión y si el Rey podía renunciar la Corona en favor de otra dinastía...»
Según Ceballos, la opinión fue unánime y negativa a ambas preguntas. En su carta de esta
fecha a la Junta Ceballos añade en relación al segundo punto...
29
LUIS EDUARDO SCHROEDER SOTO
BOLÍVAR, "...SIN EXCEPTUAR UNA PAJA"
«...que el Rey no podía ni debía hacer semejante renuncia sin faltar a lo que debe a
su reputación, ni en perjuicio de los demás de su familia, llamados a la Corona por
las leyes fundamentales del reino, ni tampoco ofender los deberes originarios que
tenía con la nación española para elegir otra dinastía en llegando el caso de faltar
la que actualmente reina...»
Esta decisión no es comunicada de inmediato al Emperador...
«...por haberse creído conveniente responderle primero que se sirviese mandar
poner por escrito sus proposiciones, por no incurrir en alguna equivocación...»
Infantado se entrevista este mismo día con el Emperador para trasladarle la anterior petición,
y acto seguido Champagny visita la residencia de la delegación española en donde dicta a
Infantado y Escoiquiz los términos concretos de las exigencias imperiales, que son recogidas
en un memorándum de nueve puntos en los que determina que Fernando VII y el Infante don
Carlos renuncian a sus derechos al trono español a cambio de Etruria, y Napoleón se
compromete a respetar la independencia e integridad de España y América bajo el gobierno
de uno de sus hermanos. La fórmula adoptada por el ministro francés tiene la ventaja de no
dejar en manos de los españoles ningún documento oficial que pudiese hacerse público.
La sesión del Consejo asesor en que se discuten las exigencias imperiales pone de manifiesto
las divergencias existentes entre sus miembros; mientras que unos consideran que se trata
únicamente de una maniobra de intimidación, otros se muestran dispuestos a aceptar el
trueque propuesto. La postura intransigente es defendida por un grupo en el que figuran
Ceballos, Labrador y Ayerbe. En sus memorias cuenta Ceballos:
«...Mi dictamen fue que S. M. no debía ni podía hacer la renuncia de su Corona, que
las leyes no le autorizaban para disponer de ella de modo alguno y menos para
acceder al desigual y ridículo cambio del reino de España por el de Etruria...»
El grupo inclinado a pactar tiene entre sus partidarios a los duques de San Carlos y Frías,
Macanaz y Escoiquiz. En sus memorias dice el canónigo Escoiquiz:
«...Mi dictamen fue el de temporizar lo posible, agotar todos los medios para hacer
variar en favor nuestro su determinación; pero sin exponernos al extremo de perder
también la Toscana; que cuando no quedase otro remedio debía admitirse con las
condiciones propuestas o más ventajosas si se podian sacar...»
1808.04.25-LU.
Sin haber conseguido llegar a un acuerdo sobre la cuestión fundamental, el Consejo asesor de
Fernando VII aprueba por unanimidad exigir del Emperador una comunicación en la que se
ratifique oficialmente los extremos dictados por Champagny en “su nota” presentada a la
víspera. No queda duda de que la finalidad de esta movida de los españoles es permitir una
dilatación de la respuesta que el monarca debe dar a las peticiones napoleónicas.
1808.04.26-MA. MANUEL GODOY SE HACE PRESENTE EN BAYONA.
Manuel Godoy [40], alias Príncipe de la Paz, se hace presente en Bayona, después de haber
quedado en libertad condicional el pasado miércoles 20 en Madrid. Los Reyes padres por su
30
VADEMÉCUM HISTÓRICO
DESTRONAMIENTO DE LOS BORBONES
parte ya han iniciado igualmente el viaje que los conduce al mismo destino; ante la
perspectiva de reunirse con su favorito, han accedido a acudir a Bayona escoltados por tropas
francesas.
1808.04.27-MI.
El Consejo de Fernando VII sigue debatiendo vivamente el problema de su renuncia. La
nueva fórmula es que los consejeros presenten su voto por escrito, ratificando sus
manifestaciones de días precedentes. Escoiquiz es en esta vez contrario a la renuncia «...ni
puede ni debe hacer esta abdicación...». El Duque del Infantado es más explícito:
«...Creo en mi honor y conciencia que el Rey nuestro señor Fernando VII que Dios
guarde, jurado por sucesor de S. M. Carlos IV como hijo primogénito en las Cortes
formadas de los tres estamentos de la nación, reconocido y aclamado soberano con
general aplauso por toda España y sus colonias, en virtud de la abdicación libre y
espontánea de su augusto padre, no puede renunciar un pacto tan solemnemente
contraído sin que para ello concurran las mismas voluntades que lo formaron...»
Eliminado Ceballos de la negociación por la hostilidad que le manifiesta el Emperador, es
nombrado Labrador como plenipotenciario para proseguir la negociación sobre las mismas
bases:
«...El Rey está resuelto a no conceder a las solicitudes del emperador; ni su
reputación, ni lo que debe a sus vasallos se lo permiten; no puede obligar a éstos a
que reconozcan la dinastía de Napoleón, ni menos privarles del derecho que tienen a
elegir otra familia soberana cuando se extinga la que actualmente reina...»
Y aún se mantiene con decisión que...
«...si por esta negativa el emperador se cree autorizado a usar de los medios de la
fuerza, S. M. espera que la divina Justicia, dispensadora de los tronos, protegerá su
buena causa y la de sus reinos...»
Con esto es evidente que la negociación no puede prosperar, y en la entrevista del nuevo
plenipotenciario español con el ministro francés, este último concluye:
«...que no reconocía a nuestro soberano sino como a Príncipe de Asturias, que el
Rey Carlos IV estaba próximo a llegar; que con S. M. se entendería el emperador y
rey...»
1808.04.28-JU.
Aunque las tildes ya están bien puestas sobres las íes, Labrador pregunta a su contendor
Champagny, si el Rey está libre para regresar a España, a la vez que Ceballos, nada
achicopalado, pasa una comunicación oficial en el mismo sentido:
«...no puede menos S. M. de desear la quietud de sus amados vasallos y restituirse
con este objeto a su seno...»
31
LUIS EDUARDO SCHROEDER SOTO
BOLÍVAR, "...SIN EXCEPTUAR UNA PAJA"
Su interpelación, sin embargo, no obtiene otra respuesta que el refuerzo de la guardia que
custodia al monarca...
«...quien sufrió por dos noches el insulto de un alguacil, que desde la puerta de la
calle obligó a S. M. y al señor Infante don Carlos a que retrocediesen a sus
alojamientos...»
1808.04.29-VI.
Fracasada la gestión de Labrador, le sucede Escoiquiz, a quien ya hemos visto anteriormente
en prolongadas charlas con Napoleón. El Emperador, sin embargo, aprovecha su confianza
con el canónigo para dar un ultimátum de horas para que Fernando VII renuncie a la corona.
El día termina sin respuesta del agobiado Rey.
1808.04.30-SA. CARLOS IV Y LA REINA MARÍA LUISA LLEGAN A BAYONA.
Cuando Escoiquiz se apresta a dar una respuesta, obviamente negativa, se encuentra con que
Napoleón ha decidido seguir el camino indirecto que llevaba a dejar vacante el trono español
a través de los Reyes padres, que llegan a Bayona. Carlos IV y su mujer María Luisa, son
recibidos en la frontera con los honores debidos a monarcas reinantes. Con su presencia se
inicia la segunda fase de la crisis monárquica en la que veremos si el Consejo del joven Rey
seguirá en su empedernida resistencia o se derrumbará permitiendo la entrega del país como
un producto de la rivalidad entre sus propios soberanos ahora presentes en el mismo
escenario.
Con las cartas gordas en sus manos, Napoleón pone en práctica una táctica de captación, y
aplicando su sagaz artimaña de actuar como intérprete de la voluntad real de Carlos IV,
convoca a Ceballos, Infantado, San Carlos y Escoiquiz, asesores de Fernando, a quienes
manifiesta el deseo del Rey padre de recuperar su corona. Para lograr que la corona de
España quede acéfala según sus planes, es indispensable que padre e hijo en disputa, no
tengan oportunidad de cambiar palabra en persona ni mediante intermediario alguno, sin
embargo entre ellos se entabla un intenso y reñido debate epistolar (1808.05.01-Do.).
Entre tanto en Madrid el lugarteniente Murat sigue en su pelea local con la Junta Suprema de
Gobierno, a la que envía el Conde de Laforest, nuevo embajador francés con la misión de
insistir en la demanda en relación con la persona del Infante Francisco de Paula Antonio [14],
amén de manifestar otra serie de pretensiones, como la evacuación de Madrid de los guardias
de corps que la guarnecen.
La Junta por su parte procede, sin saberlo, a imitar lo hecho en Bayona por los consejeros de
Fernando, o sea diluyendo su responsabilidad al unir a sus deliberaciones a los gobernadores
y decanos de los Consejos Supremos, junto con dos ministros de cada uno de ellos. En su
primera sesión se acuerda en desechar las demandas de Murat, excepto en lo relativo al
traslado de los guardias y a la libertad de la familia de Godoy. El Gran Duque estima
insuficiente la respuesta y tras amenazar con disolver la Junta, continúan las negociaciones sin
que se llegue a un acuerdo acerca de la persona del Infante.
32
VADEMÉCUM HISTÓRICO
DESTRONAMIENTO DE LOS BORBONES
1808.05.01-DO. FERNANDO VII PLANTEA SU RENUNCIA CONDICIONADA A CARLOS IV.
En Bayona, el consejo de Fernando VII, que antes había rechazado la tesis de la abdicación
forzada del Rey padre, accede ahora de manera inmediata a la devolución de la corona, lo que
Fernando procede a plantear en nota que le envía hoy día a su padre, pero haciéndole ver que
aún se considera en legal derecho a la Corona habiendo aquél abdicado en su nombre
mediante completa libertad y voluntad:
«…Venerado padre y señor: V. M. ha convenido en que yo no tuve la menor
influencia en los movimientos de Aranjuez, dirigidos como es notorio, y á V. M.
consta, no á disgustarle del gobierno y del trono, sino á que se mantuviese en él y no
abandonase la multitud de los que en su existencia dependian absolutamente del
trono mismo. V. M. me dijo igualmente que su abdicacion habia sido espontánea, y
que aun cuando alguno me asegurase lo contrario, no lo creyese, pues jamas habia
firmado cosa alguna con mas gusto. Ahora me dice V. M. que aunque es cierto que
hizo la abdicación con toda libertad, dodavia se reservó en su ánimo volver á tomar
las riendas del gobierno cuando lo creyese conveniente. He preguntado en
consecuencia á V. M. si quiere volver á reinar; y V. M. me ha respondido que no
queria reinar, ni ménos volver á España. No obstante me manda V. M. que renuncie
en su favor la corona que me han dado las leyes fundamentales del reino, mediante
su espontánea abdicación…»11
Seguro que de todas maneras ha cumplido con sus deberes y que nada ha hecho en
contradicción en sus relaciones que como Rey lo ligan con sus amados vasallos, y para que ni
estos que tienen el primer derecho a sus atenciones, ni que su padre quede descontento de sus
obediencia, está pronto a hacer la renuncia de su corona, bajo las siguientes limitaciones:
Que Carlos IV vuelva a Madrid, hasta donde lo acompañará como su hijo más respetuoso.
Una vez en Madrid se deben reunir las Cortes junto con todos los tribunales y diputados de los reinos.
Ante esta asamblea, Fernando formalizará su renuncia exponiendo los motivos que lo conducen a ella, que se resumen en el
amor que tiene por sus vasallos correspondiendo al que ellos tienen por él, procurándoles la tranquilidad y redimiéndolos de los
horrores de una guerra civil que pudiera originar su renuncia.
Que Carlos IV no llevará consigo personas que justamente se han concitado el odio de la nación. Esto pensando expresamente
en Godoy.
Y que en caso de que Carlos, a pesar de todo, no quiera reinar ni volver a España, será él, Fernando, quien gobernará como
lugarteniente suyo, advirtiendo que :
«...Ningún otro puede ser preferido a mí, tengo el llamamiento de las leyes el voto de
los pueblos, el amor de mis vasallos, y nadie puede interesarse en su prosperidad
con tanto celo ni con tanta obligación como yo...»
En lo que va de este emocionante show, porque es en verdad un espectáculo de lo mejor que
se puede leer en las páginas de la Historia, es fácil ir concluyendo que Fernando VII y sus
consejeros han cometido errores políticos de suma trascendencia. Impulsados por la afanosa
11
Blanco y Azpurúa: Documentos. La Opinión Nacional. Caracas, 1875-1877. Tomo II, pág. 133 y 134.
33
LUIS EDUARDO SCHROEDER SOTO
BOLÍVAR, "...SIN EXCEPTUAR UNA PAJA"
búsqueda del reconocimiento imperial de los sucesos de Aranjuez, han dado pasos semejantes
a los que da un niño cuando teme por el regaño que de antemano está sabiendo se hace
acreedor a razón de sus pilatunas. No faltan quienes acreditan a Fernando VII de Borbón un
alto grado de inteligencia, pero debe ser en un área completamente ajena a la que atañe a los
asuntos de estado y la diplomacia internacional, porque, como estamos viendo, en una
situación en la que están de por medio los destinos de medio mundo, como es ésta, el pobre
monarca suplantador no tiene el talento ni el don de mando que pudiera, por lo menos, llegar
a la altura de los talones de aquél que está arrebatándole la corona a él y a su padre, de un
mismo golpe.
Bayona es una trampa en la que los cándidos españoles caen al intentar de consolidar un trono
adquirido mediante un vulgar motín. ¿Sorprendente? ¡No! Lo sorprendente es que semejante
payasada se haga con el convencimiento de tener el apoyo y el amor de sus vasallos, como
tan elegantemente llaman a un pueblo engañado y vejado.
Hasta aquí, podríamos decir, hemos venido considerando en forma particular la actuación de
dos monarcas, de la misma casa real, padre e hijo, ligados ambos por sus obligaciones de su
condición real, y sin embargo procediendo como entre rivales despiadados a medida que se
van acercando a la cita que un tercero, que sabe explotar su miserable situación que muestran
en público, les ha puesto en Bayona. Las escenas que ahora se suceden en sus forzadas
entrevistas, son totalmente indignas. Ambos olvidan por completo las más elementales
normas jurídicas al igual que ignoran, con pasmosa indiferencia, el destino de los pueblos en
varios continentes, cual si se tratase de rebaños de su propiedad.
Antes de pasar al ineludible acto final de esta Ópera Bufa, en la que solamente la música nos
falta, se abre el telón para un acto intermedio que trata sobre un suceso en la capital, que se
venía temiendo y que rompe la parsimonia en el tejemaneje entre los protagonistas centrales.
Aquí entran el Gran Conde de Berg y la Junta Suprema de Gobierno, con la participación
estelar del pueblo de Madrid.
1808.05.02-LU. REVOLUCIÓN DEL 2 DE MAYO EN MADRID.
En Madrid, la Junta Suprema de Gobierno pasa deliberando toda la noche del 1 al 2 de mayo.
Es una de las sesiones más agitadas de su corta vida, en la que se llega a tratar la posibilidad
de una declaración de guerra, que muy pronto es rechazada, entre otras razones por la llegada
de Justo María de Ibar Navarro que, procedente de Bayona, encarga...
«...se esmerase la Junta de Gobierno en conservar la paz y buena armonía con los
franceses...»
En resumen, el único acuerdo positivo al que finalmente se llega es el de designar una nueva
Junta para el caso de que la presidida por el Infante don Antonio Pascual de Borbón quedase
sin libertad de acción.
Hacia las ocho y media de la mañana de hoy lunes 2 de mayo, tiene lugar la salida para
ponerse en viaje a Bayona de la Infanta María Luisa, Reina de Etruria [25], que debe llevar
consigo al Infante Francisco de Paula Antonio [14]. En el momento de embarcar al Infante en
el coche estacionado ante palacio, se desata una agitación entre los que en la calle asistían al
traslado. Un tal Molina Soriano, maestro cerrajero, al ver el coche del Infante, comienza a dar
gritos de «... ¡traición! ...» y un grupo formado por medio centenar de personas penetra en
34
VADEMÉCUM HISTÓRICO
DESTRONAMIENTO DE LOS BORBONES
palacio y llega hasta la presencia del Infante, quien se asoma a una de las ventanas,
aumentando con ello el número y la agitación de los reunidos al pie de la misma.
Hay otra versión más folclórica, igualmente acreditada, que narra el comienzo de la agitación
por el que «...nos los llevan...», que exclama una de las mujeres allí reunidas.
El Gran Duque de Berg, al tener noticia del tumulto, envía a uno de sus edecanes, el cual es
asaltado por los que, instigados por el citado Molina, piden su muerte. El francés es libertado
por un oficial de los guardias walonas, y ambos por un batallón de granaderos de la guardia,
que utiliza tres piezas de acompañamiento para dispersar a la multitud, causando una decena
entre muertos y heridos.
Al extenderse por la ciudad la noticia de la represión, reacciona el pueblo violentamente y
ataca a los franceses que encuentran por las calles, causando a su turno bajas entre soldados y
oficiales en estos primeros momentos. Dueños de la calle los madrileños, se organizan
espontáneamente, constituyendo partidos que capitanean individuos de toda condición, desde
académicos a sacerdotes, erigidos fortuitamente en cabecillas de la resistencia. Sin embargo el
movimiento carece por completo de unidad y coordinación.
La multitud desaforada trata de ocupar las puertas de la ciudad y así impedir la entrada de
refuerzos, pero éstas ya están en manos de los franceses, a excepción de la de Toledo, donde
las manolas del barrio de La Paloma se mantienen fuertes contra el asalto de los coraceros.
El ruido de los disparos y las órdenes de Murat, que consiguen alcanzar a las unidades
acantonadas en las afueras, determinan un movimiento concéntrico que lanza sobre la capital
hasta un total de 30.000 hombres.
«...El Retiro, los cuarteles del Pósito y de la calle de Alcalá dieron un contingente de
3.000 hombres de a caballo, que por esta misma calle y la carrera de San Jerónimo
avanzaban a toda brida, extendidos en anchos escuadrones que llenaban de acera a
acera hasta la Puerta del Sol. De la Casa de Campo subieron por el puente y calle
de Segovia 4.000 infantes; 2.000 coraceros de los Carabancheles entraron sobre los
cadáveres de las manolas por la Puerta de Toledo, corriéndose algunos hasta el
Portillo de Embajadores. De El Pardo y Puerta de Hierro subieron por la Puerta de
San Vicente otros 4.000 infantes... Del convento de San Bernardino entraron en dos
columnas otros 6.000 hombres...»
Al tiempo que estos movimientos se realizan, el lugarteniente imperial comunica a la Junta en
forma de ultimátum...
«...que toda reunión se disperse, bajo pena de ser exterminados, que todo individuo
que sea aprehendido en una de estas reuniones, sea inmediatamente pasado por las
armas...»
En las horas siguientes la Puerta del Sol y el Parque de Monteleón se convierten en centros
de una desesperada resistencia a cargo de la población civil desprovista de armas, resistencia a
la que se suman únicamente los artilleros del parque, en tanto las restantes unidades de la
guarnición se mantienen acuarteladas obedientes a la orden del capitán general Francisco
Javier Negrete.
35
LUIS EDUARDO SCHROEDER SOTO
BOLÍVAR, "...SIN EXCEPTUAR UNA PAJA"
En la Puerta del Sol se produce un choque espectacular entre la caballería imperial de
lanceros polacos y mamelucos, entre otras unidades, y la multitud reunida allí por los
acontecimientos que llega a unas 20.000 personas. El combate se convierte en una serie de
encuentros aislados, tanto más sangrientos cuanto más alejados de las normas bélicas. A pesar
del ímpetu de la carga y de la desproporción de fuerzas, la lucha se prolonga durante dos
horas, y sólo termina cuando los franceses pueden instalar piezas que barren con metralla el
ámbito de la plaza.
En su marcha desde el Este, las fuerzas del coronel Fréderic logran ocupar la Plaza Mayor y
las de Santa Cruz y Antón Martín, estableciendo contacto con la caballería ligera que manda
Grouchy, con lo que quedan divididas y aisladas las dos mitades de la ciudad.
Una parte de la inerme multitud rechazada por el avance de las columnas francesas acude al
Parque de Monteleón en busca de armas para poder resistir. En el interior de un destacamento
francés que existe en éste, su comandante obliga a entregar las armas para evitar un choque
sangriento. Los paisanos tratan de organizarse. Un batallón westfaliano que avanza por la
calle de Fuencarral es rechazado sin dificultad por los defensores del Parque, que a poco
reciben refuerzos con la llegada de nuevos grupos que se sumaban a la resistencia.
Los franceses, reforzados ahora con los efectivos de un regimiento provisional, lanzan un
segundo ataque y, rechazados, dejan a su comandante, el coronel Montholon, en manos de los
españoles. Murat se ve obligado a enviar una columna de casi 2.000 hombres a las órdenes de
los generales Lagrange y Lefranc, quienes logran, hacia las dos de la tarde, penetrar
juntamente en el Parque.
La resistencia de Madrid presenta en todas partes, a excepción de las fuerzas reunidas en
Monteleón, un carácter popular y desorganizado, que multiplica la eficacia de los
combatientes aislados en las horas de lucha y da luego ocasión a una violenta reacción de los
soldados imperiales, en la que se asesina a ciegas y se saquean los domicilios particulares, a lo
que sigue la sistemática represión ordenada por Murat, en la que...
«...la cacería organizada contra balcones y ventanas, dio el contingente más
numeroso de las víctimas de aquel día...»
La Junta de Gobierno, titular en ejercicio de la soberanía, reconocida y obedecida como tal
por todas las autoridades del país, entra en crisis a partir de los sucesos en este día, en que la
dualidad de poderes que coexistían en la corte es liquidada por el Duque de Berg, quien juega
las posibilidades políticas del momento para añadir a su condición de lugarteniente imperial la
presidencia de la propia Junta, reuniendo así en su persona la suprema autoridad sobre
españoles y franceses. En una de sus cartas que en esta fecha dirige al Infante don Antonio,
contiene una clara demanda de colaboración política:
«...Os prevengo, señores, que deseo que se me informe en lo sucesivo de todas las
medidas y determinaciones que toméis relativas a las actuales circunstancias. Yo no
debo dejar de tomar conocimiento de vuestras deliberaciones, las que deben en un
todo dirigirse al restablecimiento del orden y de la tranquilidad pública...»
Murat ignora que los poderes de la Junta emanaban de la soberanía de Fernando VII, y la
utiliza a su antojo sin preocuparse de las contradicciones jurídicas en que incurre con tal
pretensión. Dice en la misma carta:
36
VADEMÉCUM HISTÓRICO
DESTRONAMIENTO DE LOS BORBONES
«...Deseo también que hagáis saber oficialmente a la nación la protesta de Carlos IV
y que continuéis gobernando en nombre del Rey de España sin nombrar cuál...»
Una hora después, mediante otra epístola, prohíbe que continúen las comunicaciones de la
Junta con Fernando VII, al que en lo sucesivo no reconoce otro título que el de Príncipe de
Asturias.
La Junta y el Consejo de Castilla, requeridos por el Gran Duque, tratan por los medios a su
alcance de restaurar la tranquilidad. La Junta aprueba las órdenes de acuartelamiento dadas
por el capitán general. El Consejo, a instancias de Murat, fija una proclama prohibiendo se
maltrate a los franceses. Ante un segundo requerimiento se hace pública, coincidiendo con el
fin de la resistencia, la prohibición de reunirse en calles y plazas y la orden de recogida de
todas las armas. Al mismo tiempo se forman dos comisiones con los miembros de los
Consejos, algunos ministros y oficiales franceses, delegados por Murat, que se encargan de
restablecer el orden con la colaboración de destacamentos de ambas nacionalidades tomados
entre los que no han participado en la lucha.
En tanto las autoridades españolas cuidan de restablecer la paz en la corte, Murat toma
medidas encaminadas a castigar de manera sangrienta el levantamiento, creando al efecto una
comisión militar con las más severas instrucciones que se desprenden de la siguiente
proclama que da a sus tropas:
«…Soldados:
La población de Madrid se ha sublevado, y ha llegado hasta el asesinato. Sé que los
buenos españoles han gemido de esto desórdenes: estoy muy lejos de mezclarlos con
aquellos miserables que no desean más que el crimen y el pillaje. Pero la sangre
francesa ha sido derramada; clama por la venganza: en su consecuencia mando lo
siguiente:
Art. 1º - El general Grouchy convocará esta noche la comisión militar.
Art. 2º - Todos los que han sido presos en el alboroto y con las armas en la mano
serán arcabuceados.
Art. 3º - La junta de Estado va hacer desarmar los vecinos de Madrid. Todos los
habitantes y estantes quienes después de la ejecución de esta orden se hallaren
armados o conservasen armas sin un permisión especial, serán arcabuceados.
Art. 4º - Todo lugar en donde sea asesinado un francés será quemado.
Art. 5º - Toda reunión de más de ocho personas será considerada como un junta
sediciosa, y deshecha por la fusilería.
Art. 6º - Los amos quedarán responsables de sus criados; los jefes de talleres,
obradores y demás de sus oficiales; los padres y madres de sus hijos, y los ministros
de los conventos de sus religiosos.
Art.7º - Los autores, vendedores y distribuidores de libelos impresos o manuscritos
provocando a la sedición, serán considerados como unos agentes de la Inglaterra, y
arcabuceados.
37
LUIS EDUARDO SCHROEDER SOTO
BOLÍVAR, "...SIN EXCEPTUAR UNA PAJA"
Dado en nuestro cuartel general de Madrid a 2 de mayo de 1808.
Joachin…»12
En las horas de la noche, en El Pardo y en la Montaña del Príncipe Pío son pasados por las
armas los que por una u otra razón han sido tenidos por culpables ante una comisión militar.
Los hechos del 2 de mayo de 1808 marcan el comienzo de la Guerra de la Independencia
Española. Murat cree, sin duda, haber acabado con los ímpetus revolucionarios de los
españoles, infundiéndoles un miedo pavoroso. Sin embargo, la sangre derramada no hace sino
inflamar los ánimos de los españoles y dar la señal de comienzo de la lucha en toda España
contra las tropas invasoras. El mismo 2 de mayo, por la tarde, en la villa de Móstoles ante las
noticias horribles que traían los fugitivos de la represión en la capital, un destacado político,
Secretario del Almirantazgo y Fiscal del Supremo Consejo de Guerra, Juan Pérez Villamil
hace firmar a los alcaldes del pueblo un bando en el que llama a todos los españoles a
empuñar las armas en contra del invasor, empezando por acudir al socorro de la capital. Dicho
bando hace, de un modo indirecto, comenzar el levantamiento general, cuyos primeros
movimientos, promueven el alistamiento de voluntarios, con víveres y armas, más la
movilización de tropas, para acudir al auxilio de la Corte.
1808.05.02-LU. RESPUESTA SEVERA DE CARLOS IV A PROPOSICIONES DE FERNANDO VII.
En Bayona, Carlos IV da respuesta a la renuncia condicionada que su hijo Fernando hace de
la Corona de España. Padre e hijo se encuentran en el mismo lugar citados allí por el
Emperador Napoleón; sólo algunos pocos metros los separan uno de otro y sin embargo
prefieren comunicarse mediante cartas o notas, en primer lugar a causa del enorme
distanciamiento sentimental al que han llegado, y en segundo lugar porque ambos desean
dejar constancia escrita sobre sus respectivas impresiones y experiencias de lo que ha ocurrido
desde el trágico motín en El Escorial (VH-1807.10.11- Escorial de lesa majestad). La
respuesta de Carlos IV está cargada de serios reproches a la conducta de Fernando, y en ella
desvela, además de que está muy resentido con su hijo, datos muy importantes en lo que
respecta a su posición ante la política y procedimiento de Napoleón Bonaparte.
«…Hijo mio:
Los consejos pérfidos de los hombres que os rodean, han conducido la España á una
situacion crítica: solo el emperador puede salvarla…»
Continúa con una exposición de los acontecimientos y las medidas tomadas por él, desde lo
acaecido con la Paz de Basilea [1795], hasta estos días, y pasa a cantarle un par de verdades
sobre la conducta de su hijo:
«…Os habeis dejado seducir con demasiada facilidad por el odio que vuestra
primera mujer tenia á la Francia, y habeis participado irreflexiblemente de sus
injustos resentimientos contra mis ministros, contra vuestra madre, y contra mí
mismo.
12
Blanco y Azpurúa: Documentos para la historia de la vida pública del Libertador de Colombia, Perú y Bolivia.
Caracas, 1875-1877. Tomo II, pág. 135.
38
VADEMÉCUM HISTÓRICO
DESTRONAMIENTO DE LOS BORBONES
Me creí obligado á recordar mis derechos de padre y de rey; os hice arrestar, y halle
en vuestros papeles la prueba de vuestro delito; pero al acabar mi carrera, reducido
al dolor de ver perecer á mi hijo en un cadalso, me dejé llevar de mi sensibilidad al
ver las lágrimas de vuestra madre. No obstante mis vasallos estaban agitados por
las prevenciones engañosas de la faccion de que os habeis declarado caudillo.
Desde este instante perdí la tranquilidad de mi vida, y me ví precisado á unir las
penas que me causaban los males de mis vasallos á los pesares que debí á las
disensiones de mi misma familia…»13
Explica luego cómo interpretó los primero movimientos de las tropas francesas sobre el
territorio español ocupando la ribera derecha del Ebro, bajo el pretexto de mantener la
comunicación con Portugal, y su sorpresa al verlas encaminarse sorpresivamente hacia
Madrid. Conociendo la urgencia de reunir su ejército cerca de su persona, dice haber dado
órdenes para que sus tropas salieran de Portugal y de Madrid, reuniéndolas sobre varios
puntos de su monarquía con la intención de «…sostener dignamente la gloria del trono…»,
negando toda intención de abandonar el país. Aclara que según su experiencia entendía la
política de Napoleón sobre el vasto sistema del continente, previniendo sin embargo que ésta
pudiera estar en contradicción con los intereses de España, o sea que toleraba sus
movimientos con cierta prudencia y en medio de tan precaria situación más lo sorprende las
medidas optadas por su hijo:
«… ¿Cuál ha sido en estas circunstancias vuestra conducta? El haber introducido el
desórden en mi palacio, y amotinado el cuerpo de guardias de corps contra mi
persona. Vuestro padre ha sido vuestro prisionero: mi primer ministro que habia yo
criado y adoptado en mi familia, cubierto de sangre fue conducido de un calabozo á
otro. Habeis desdorado mis canas, y las habeis despojado de una corona poseida
con gloria por mis padres, y que habia conservado sin mancha. Os habeis sentado
sobre mi trono, y os pusisteis á la disposición del pueblo de Madrid y de tropas
extranjeras que en aquel momento entraban.
Ya la conspiración del Escorial había obtenido sus miras; los actos de mi
administración eran el objeto del desprecio público. Anciano y agobiado de
enfermedades, no he podido sobrellevar esta nueva desgracia. He recurrido al
emperador de los franceses, con como un rey al frente de sus tropas y en medio de la
pompa del trono, sino como un rey infeliz y abandonado. He hallado proteccion y
refugio en sus reales: le debo la vida, la de la reina, y la de mi primer ministro. He
venido en fin hasta Bayona, y habeis conducido este negocio de manera que todo
depende de la mediacion de este gran príncipe.
El pensar en recurrir á agitaciones populares es arruinar la España, y conducir á
las catástrofes mas horrorosas á vos, á mi reino, á mis vasallos y mi familia. Mi
corazon se ha manifestado abiertamente al emperador; conoce dodos los ultrajes
que he recibido, y las violencias que se me han hecho: me ha declarado que no os
reconocerá jamas por rey, y que el enemigo de su padre no podrá inspirar confianza
13
Blanco y Azpurúa: Documentos para la historia de la vida pública del Libertador de Colombia, Perú y Bolivia.
Caracas, 1875-1877. Tomo II, pág. 138 y 139.
39
LUIS EDUARDO SCHROEDER SOTO
BOLÍVAR, "...SIN EXCEPTUAR UNA PAJA"
á los extraños, Me ha mostrado ademas cartas de vuestra mano, que hacen ver
claramente vuestro odio á la Francia…»
Duras palabras estas de Carlos IV. Continúa lamentándose por la traición que Fernando le ha
hecho y sosteniendo que él hubiese enfrentado las últimas calamidades con dignidad y con
éxito conciliando los intereses de sus vasallos con los de su familia…
«…Empero arrancándome la corona, habeis deshecho la vuestra, quitándola cuanto
tenia de augusta y la hacia sagrada á todo el mundo.
Vuestra conducta conmigo, vuestras cartas interceptadas han puesto una barrera de
bronce entre vos y el trono de España; y no es de vuestro interes ni de la patria el
que pretendais reinar. Guardaos de encender un fuego que casusaria
inevitablemente vuestra ruina completa, y la desgracia de España.
Yo soy Rey por el derecho de mis padres: mi abdicación es el resultado de la fuerza
y de la violencia, no tengo pues nada que recibir de vos, ni ménos puedo consentir a
ninguna reunión en junta; nueva necia sugestion de los hombres sin experiencia que
os acompañan…»
Termina diciendo que ha reinado para la felicidad de sus vasallos y que no quiere dejarles la
guerra civil, los motines, las juntas populares y la revolución, y sus últimas palabras son:
«…bajaré al sepulcro perdonándoos la amargura de mis últimos años.
Dado en Bayona en el palacio imperial llamado del Gobierno á 2 de mayo de
1808…»
Como hemos podido leer, Carlos IV profesa un verídico e irreversible desprecio a su hijo, a la
vez que da alto precio, respeto y confianza a Napoleón Bonaparte. Queda claro que él es aún
el Rey de España y como tal no se somete a condiciones de ninguna naturaleza dictadas por
hijo usurpador, pero lo más interesante del caso es que él está sabiendo que Fernando, por
voluntad suya y de Napoleón, no es ni será Rey de España. Y en cuanto a él corresponde
como Rey, nada deja entrever, dando sin embargo a entender que los destinos de las Españas
los deja en las seguras manos del Emperador. Veremos si Fernando refuta o acepta la versión
que su padre le pinta sobre los hechos vividos y especialmente en conexión con el propio
procedimiento de aquél (1808.05.04-Mi.).
1808.05.03-MA.
Continúa la cruel represión en Madrid. Murat no se conforma con haber aplastado el
levantamiento sino que tiene tres objetivos: controlar la administración y el ejército español;
aplicar un riguroso castigo a los rebeldes para escarmiento de todos los españoles; y afirmar
que es él quien gobierna España.
El Consejo de Castilla publica una proclama en la que se declara ilícita cualquier reunión en
sitios públicos y se ordena la entrega de todas las armas, blancas o de fuego. Militares
españoles colaboran con Grouch en la comisión militar. En estos primeros momentos, las
clases pudientes parecen preferir el triunfo de las armas de Murat antes que el de los patriotas,
compuestos únicamente de las clases populares. En el Salón del Prado y en los campos de La
40
VADEMÉCUM HISTÓRICO
DESTRONAMIENTO DE LOS BORBONES
Moncloa se fusila a centenares de patriotas. Quizá unos mil españoles pierden la vida en el
levantamiento y los fusilamientos subsiguientes.
Sale definitivamente para Bayona el cortejo con la Infanta María Luisa y el Infante Francisco
de Paula Antonio. En las horas de la noche su tío, el Infante Antonio Pascual, mantiene una
entrevista secreta con el conde de Laforest y con Freville, quienes le convencen de la
necesidad y urgencia de su marcha a Bayona. Aunque la Junta o alguno de sus miembros
tratan de disuadirle, el Infante insiste en su determinación, despidiéndose oficialmente con un
breve y frívolo billete:
«...A la Junta, para su gobierno, la pongo en su noticia cómo me he marchado a
Bayona, de orden del Rey, y digo a dicha Junta que ella siga en los mismos términos
como si yo estuviera en ella. Dios nos la dé buena. Adiós, señores, hasta el valle de
Josafat...»
1808.05.04-MI. FERNANDO VII SUPLICA A CARLOS IV VELAR POR SU DINASTÍA.
En Bayona continúa el duelo entre el padre, Rey abdicado y el hijo, Rey usurpador. Fernando
VII da respuesta a la nota recibida de Carlos IV (1808.05.02-Lu.), que a su turno es respuesta
a su propuesta condicionada de retornarle la corona (1808.05.01-Do.):
«…Mi venerado padre y señor:
He recibido la carta que V. M. se ha dignado escribirme con fecha de antes de ayer,
y trataré de responder á todos los puntos que abraza con la moderación y respeto
debido a V. M.…»14
Expresándole que ni él, ni nadie en España ha puesto en duda su buena labor con respecto a
Francia desde la Paz de Basilea, pasa de inmediato a referirse a sus críticas, que con respecto
a la causa de El Escorial, hace sobre su difunta mujer, encontrándolas injustas ya que el
asunto había sido probado legalmente exonerándosele de cualquier motivo de acusación.
Pasando al tema de la movilización de tropas que el Rey dice haber efectuado a su cercanía
viendo el alarmante avance de las tropas francesas, dice que no ha debido sorprenderle la
entrada de las tropas que califica de amigas y aliadas, y que por el contrario, con tal medida
solo confirmaba su total desconfianza, y además le echa en cara:
«…Permítame V. M. observarle igualmente que las ordenes comunicadas por V. M.
fueron para su viage y de su real familia á Sevilla; que las tropas las tenian para
mantener libre aquel camino, y que no hubo una sola persona que no estuviese
persuadida de que el fin de quien lo dirigia todo era trasportar á V. M. y real familia
á América. V. M. publicó un decreto para aquietar el ánimo de sus vasallos sobre
este particular; pero como seguian embargados los carruajes, y apostados los tiros,
y se veian todas las disposiciones de un próximo viage á la costa de Andalucía, la
desesperacion se apoderó de los ánimos, y resultó el movimiento de Aranjuez…»
14
Blanco y Azpurúa: Documentos para la historia de la vida pública del Libertador de Colombia, Perú y Bolivia.
Caracas, 1875-1877. Tomo II, pág. 139 y siguientes.
41
LUIS EDUARDO SCHROEDER SOTO
BOLÍVAR, "...SIN EXCEPTUAR UNA PAJA"
La parte que él tuvo en aquel movimiento, dice que fue cumpliendo precisamente mandato
suyo de ir a salvar del furor del pueblo al objeto de su odio, o sea a Godoy, porque le creían
autor del viaje. Además encuentra oportuno que se informe con el Emperador francés, quien
le escribiera una carta (1808.04.16-Sa.) en la que dice tener intenciones de ir a Madrid a
entrevistarse con su padre para sugerirle algunas reformas de urgencia en las que entraba la
pronta separación del Príncipe de la Paz, cuya influencia era la causa de todos los males.
«…El entusiasmo que su arresto produjo en toda la nacion es prueba evidente de lo
mismo que dijo el emperador. Por lo demas V. M. es buen testigo de que en medio de
la fermentacion de Aranjuez no se oyó una sola palabra contra S. M., ni contra
persona alguna de su real familia; antes bien aplaudieron á V. M. con las mayores
demostraciones de júbilo y de fidelidad hacia su augusta persona…»
Así es que, dice, la abdicación que Carlos IV hace en su favor sorprendió a todos y muy
especialmente a él, puesto que nadie lo esperaba ni lo había solicitado. Además, el Rey
comunicó personalmente la abdicación a todos sus ministros, ordenándoles fuera reconocido
como Rey y señor natural, al igual que lo comunicó verbalmente al cuerpo diplomático,
siempre asegurando que su determinación procedía de su espontánea voluntad y que la tenía
tomada de antemano.
«…Esto mismo lo dijo V. M. á su muy amado hermano el Infante Don Antonio,
añadiéndole que la firma que V. M. habia puesto el decreto de abdicacion era la que
habia hecho con mas satisfaccion en su vida, y últimamente me dijo V. M. á mí
mismo tres dias despues, que no creyese que la abdicacion habia sido involuntaria,
como alguno decia, pues habia sido totalmente libre y espontánea…»
Sobre su supuesto odio a Francia, que según palabras de Napoleón le echa en cara Carlos IV,
Fernando no encuentra razón para tal acusación y se apresura a recorrer todo lo contrario,
informándole sobre todas las cartas que él enviara al Emperador a partir de Aranjuez,
recordando y ratificando a todo momento las relaciones de amistad y estrecha alianza.
Además, explica, su viaje a Madrid fue una de sus mayores pruebas de confianza que ha
podido dar al Emperador, puesto que habiendo entrado Murat el día anterior con una gran
parte de su ejército, y encontrándose Madrid sin guarnición, «…fue lo mismo que entregarme
en sus manos…».
Poniendo otros ejemplos de cortesía y buenas intenciones para con Napoleón, Fernando no
comprende cómo puedan hallarse cartas suyas en poder de aquél, que prueben su odio contra
Francia después de tantas pruebas de amistad y no habiendo escrito cosa alguna que indicara
tal odio.
Sobre el procedimiento que en su primera carta sugiere a su padre para la devolución del
trono (1808.05.01-Do.), le explica que lo sugirió, no porque esto lo creyese necesario para dar
valor a la renuncia, sino porque lo juzgó muy conveniente para evitar la repugnancia de esa
novedad, capaz de producir choques y partidos, y …
«…para salvar todas las consideraciones debidas á la dignidad de V. M. á mi honor
y á la tranquilidad de los reinos…»
Vuelve sin embargo a sostener que, en caso de que Carlos no quiera reinar por sí, él reinará en
su nombre o en el propio…
42
VADEMÉCUM HISTÓRICO
DESTRONAMIENTO DE LOS BORBONES
«…porque a nadie corresponde sino a mí el representar su persona, teniendo, como
tengo en mi favor el voto de las leyes y de los pueblos, ni es posible que otro alguno
tenga tanto interes como yo en su prosperidad…»
Termina formulándole una súplica de alta prioridad, haciéndole entender el peligro que se
avecina:
«…Ruego por último á V. M. encarecidamente que se penetre de nuestra situacion
actual, y de que se trata de excluir para siempre del trono de España nuestra
dinastía, substituyendo en su lugar la imperial de Francia; que esto no podemos
hacerlo sin el expreso consentimiento de todos los individuos que tienen y puedan
tener derecho á la corona, ni tampoco sin el mismo expreso consentimiento de la
nación española reunida en córtes y en lugar seguro; que ademas de esto,
hallándonos en un pais extraño no habria quien se persuadiese que obrábamos con
libertad, esta sola circunstancia anularia cuanto hiciésemos, y podria producir
fatales consecuencias.
Antes de acabar esta carta permítame V. M. decirle que los consejeros que V. M.
llama pérfidos, jamas me han aconsejado cosa que desdiga del respeto, amor y
veneracion que siempre he profesado y profeso a V. M. cuya importante vida ruego á
Dios conserve felices y dilatados años.
Bayona, 4 de mayo de 1808.
Frenando…»
En Bayona, en la respuesta que hoy da Fernando, se mantiene aún en la anterior línea política,
repitiendo los términos de su propuesta de abdicación. En las horas de la noche llega a sus
manos la consulta de la Junta en relación con la declaración de guerra a Francia y con la
convocatoria de Cortes.
1808.05.04-MI.
Con la partida del Infante Antonio Pascual para Bayona, temprano en horas de la mañana, la
situación de la Junta, que pierde su presidente, se hace todavía más complicada y difícil. De
hecho sigue siendo la autoridad soberana, aunque de derecho ha perdido su cabeza y ni
siquiera sabe en nombre de qué monarca ejerce sus funciones. Apenas el Infante abandonó la
corte, cuando, en la misma mañana, los miembros de la Junta tienen una primera entrevista
con el Duque de Berg, quien manifiesta de manera más explícita su deseo de asociarse a las
deliberaciones de ésta. Sus miembros «...le manifestaron, desde luego, que esto no se hacía
compatible ni con los poderes de la Junta, ni con la representación que desempeñaba...»,
testimonio que es confirmado por la comunicación en la misma fecha destinada a Fernando
VII, y que es el texto más incomprensible de los documentos salidos del seno de la Junta de
Gobierno, de una desconcertante redacción en que parece anunciarse un incipiente
colaboracionismo.
Murat participa poco después a la acéfala Junta, «...que por invitación del rey mismo he
resuelto tomar y encargarme de la presidencia de la Junta de Gobierno, hasta que la gran
querella que se halla sometida al arbitraje del emperador y rey por la familia real se
dirima...». En esta comunicación, el lugarteniente imperial se atribuye facultades que en este
mismo día, desde Bayona, le son concedidas por Carlos IV al designarle «...lugarteniente
43
LUIS EDUARDO SCHROEDER SOTO
BOLÍVAR, "...SIN EXCEPTUAR UNA PAJA"
general del reino...», decreto que llegará a sus manos en unos tres días (1808.05.07-Sa.), y
que naturalmente no está sabiendo.
En la sesión de la Junta en horas de la noche, se presenta Murat ante ésta de improviso, y
renueva su pretensión de presidirla. El acta de la sesión, muy reelaborada, remata con la
resolución unánime de nombrarlo como su presidente, habiendo quedado el cargo vacante por
el viaje del Infante, y al mismo tiempo se designa al conde de Casa Valencia para las
funciones de secretario. De los nueve miembros que la integra, cuatro ministros y cinco
representantes de los Consejos, cuatro de ellos: Azanza, Otarrill, Gil y Lemus, y el marqués
de las Amarillas, presentan en días sucesivos su protesta por la designación, «...considerando
que no residían en mí facultades para este reconocimiento...», según expresa uno de ellos, y
al mismo tiempo hacen dimisión de sus cargos.
1808.05-INI
Desde finales de marzo hasta principios de mayo hemos presenciado la discrepancia entre
monarcas y asesores españoles que origina un agotador forcejeo epistolar, mientras que el
Emperador ha sido constante en sus planes y aspiraciones, y ha esperado serenamente por la
respuesta a su ofrecimiento que hizo el 18 de abril al Rey de Nápoles. Empezando el nuevo
mes manda al Gran Duque:
«...Apoderaos de los periódicos y del gobierno...»
Y a Bessiéres explícitamente:
«...Influid sobre la opinión. El inconveniente menor de separarse de mí es atraerse
desgracias de todas clases, la guerra civil y la pérdida de América. Mi acta de
mediación va a aparecer pronto; dirigid la opinión hacia el Rey de Nápoles...»
1808.05.05-JU.
En la mañana de hoy jueves, Fernando VII pone su firma a los dos últimos decretos de su
corto reinado, que no son sino una tardía respuesta a las anteriores preguntas. Otorga a la
Junta el ejercicio de la soberanía, fija el comienzo de las hostilidades para el momento en que
fuese internado en Francia y manda al Consejo de Castilla convocar las Cortes, las cuales...
«...se ocupasen únicamente en proporcionar los arbitrios para atender a la defensa
del reino...»
A las cuatro de la tarde, el Emperador va a visitar a los Reyes Padres, durando la conferencia
hasta la cinco, hora en que es llamado Fernando por su augusto padre, para oír a presencia de
la Reina y del Emperador expresiones y dictados tan denigrativos y humillantes, que se niega
a la mano a escribirlos. Todos los presentes se encuentran sentados menos Fernando a quien
su padre da la orden de hacer una renuncia absoluta so pena de ser tratado, con su comitiva,
como usurpador de la corona y conspirador contra la vida de su padre.
Fernando hubiera arrostrado la muerte, pero no queriendo envolver en su desgracia a muchos
comprehendidos en la amenaza de Carlos IV, se encuentra forzado a hacer otra renuncia que
lleva en sí los caracteres de la violencia, y que de nada sirve para colocar siguiera la
usurpación proyectada por el Emperador. (1808.05.06-Vi.)
44
VADEMÉCUM HISTÓRICO
DESTRONAMIENTO DE LOS BORBONES
A partir de este momento se desmorona por completo la resistencia del joven monarca y sus
consejeros...
«...desde allí adelante abandonaron al joven rey y a su hermano a sus propios
dictámenes...»
1808.05.05-JU. CARLOS IV CEDE A NAPOLEÓN SUS DERECHOS AL TRONO DE ESPAÑA Y DE LAS
INDIAS.
Tratado de Carlos IV con el Emperador Napoleón, cediendo el 1º al 2º sus derechos al Trono
de Las Españas y de Las Indias:
«…Carlos IV, Rey de las Españas y de las Indias, y Napoleón, emperador de los
franceses, rey de Italia y protector de la confederacion del Rin, animados de igual
deseo de poner un pronto término á la anarquía á que está entregada la España, y
libertar esta nacion valerosa de las agitaciones de las facciones; queriendo asi
mismo evitarle todas las convulsiones de guerra civil y extranjera y colocarla sin
sacudimientos políticos en la única situacion que atendida la circunstancia
extraordinaria en que se halla puede mantener su integridad, afianzarle sus
colonias y ponerla en estado de reunir todos sus recursos con los de Francia, á
efecto de alcanzar la paz marítima: han resuelto unir todos sus esfuerzos y arreglar
en un convenio privado tamaños intereses…»15
Para los arreglos de este tratado se han dado plenos poderes a Don Manuel Godoy, Príncipe
de la Paz y Conde de Evora Monte, por la parte del Rey de las Españas y de las Indias, y al
General de división Duroc, Gran Mariscal de Palacio, por la parte del Emperador Napoleón,
etc. Canjeados sus poderes, se conviene en lo siguiente:
Art. 1º - El Rey Carlos, no pudiendo las circunstancias actuales ser sino un manantial de
disensiones tanto más funestas, cuando las desavenencias han dividido su propia familia;
ha resuelto ceder, como cede por el presente, todos sus derechos al trono de las Españas y
de las Indias al Emperador Napoleón, como el único que, en el estado a que han llegado
las cosas, puede restablecer al orden. Se entiende que dicha cesión sólo ha de tener efecto
para hacer gozar a sus vasallos de las condiciones siguientes:
1a- La integridad del reino será mantenida: el príncipe que el Emperador Napoleón juzgue
deber colocar en el trono de España, será independiente y los límites de la España no
sufrirán alteración alguna.
2a- La religión católica, apostólica, romana será la única en España. No se tolerará en su
territorio religión alguna reformada, y mucho menos infiel, según el uso establecido
actualmente.
15
Blanco y Azpurúa: Documentos para la historia de la vida pública del Libertador de Colombia, Perú y Bolivia.
Caracas, 1875-1877. Tomo II, pág.142.
45
LUIS EDUARDO SCHROEDER SOTO
BOLÍVAR, "...SIN EXCEPTUAR UNA PAJA"
Art. 2º - Cualesquiera actos contra los fieles súbditos desde la revolución de Aranjuez, son
nulos y de ningún valor, y sus propiedades les serán restituidas.
Art. 3º - El Emperador se obliga a dar un asilo en sus estados al Rey Carlos, a su familia, al
Príncipe de la Paz, como también a los servidores suyos que quieran seguirles, los que
gozarán en Francia de un rango equivalente al que tenían en España.
Art. 4º - El palacio imperial de Copiegne, con los cotos y bosques de su dependencia, quedan
a la disposición del Rey Carlos mientras viviere.
Art. 5º - El Emperador da y afianza al Rey Carlos una lista civil de treinta millones de reales,
que el emperador le hará pagar directamente todos los meses por el tesoro de la corona. A
la muerte del Rey Carlos dos millones de renta formarán la viudedad de la Reina.
Art. 6º - El Emperador Napoleón se obligará a conceder a todos los Infantes de España una
renta anual de 400.000 francos, para gozar de ella perpetuamente así ellos como sus
descendientes, y en caso de extinguirse una rama, recaerá dicha renta en la existente a
quien corresponda según las leyes civiles.
Art. 7º - El Emperador hará con el futuro Rey de España el convenio que tenga por acertado
para el pago de la lista civil y rentas comprendidas en los artículos antecedentes. Para este
objeto el Rey Carlos sólo se entenderá directamente con el tesoro de Francia.
Art. 8º - El Emperador Napoleón da en cambio al Rey Carlos el sitio de Chambord, con los
cotos, bosques y haciendas de que se compone, para gozar de él en toda propiedad y
disponer de él como le parezca.
Art. 9º - En consecuencia el Rey Carlos renuncia, a favor del Emperador Napoleón, todos los
bienes alodiales y particulares no pertenecientes a la corona de España, de su propiedad
privada en aquel reino. Los Infantes de España seguirán gozando de las rentas de las
encomiendas que tuvieren en España.
Art. 10º - El presente convenio será ratificado, y las ratificaciones se canjearán dentro de ocho
días o lo más pronto posible.
Fecho en Bayona a 5 de mayo de 1808.
Así cambia Carlos IV los reinos de Las Españas y de Las Indias por unos cuantos francos un
palacio y un coto para disfrutarlos el resto de su vida, recordando que a la sazón tiene 59½
años.
1808.05.06-VI. RENUNCIA INCONDICIONAL DE FERNANDO VII.
Tras las depresivas escenas familiares descritas anteriormente, Fernando VII renuncia la
corona mediante una breve epístola que dirige a su padre en este día. Es hasta cierto punto una
renuncia justificable desde un punto de vista legal, supuesta la violencia en los sucesos de
Aranjuez, aunque en consideración a lo que Carlos IV tiene entre manos con el Emperador
Napoleón, se podría calificar de una renuncia fatal y en este caso sí realmente obligada so
pena de vida de Fernando y su comitiva:
46
VADEMÉCUM HISTÓRICO
DESTRONAMIENTO DE LOS BORBONES
«…Venerado padre y señor:
El 1º del corriente puse en las reales manos de V.M. la renuncia de mi corona en su
favor. He creido de mi obligacion modificarla con las limitaciones convenientes al
decoro de V. M. á la tranquilidad de mis reinos, y á la conservación de mi honor y
reputacion. No sin grande sorpresa he visto la indignacion que han producido en el
real ánimo de V. M. unas modificaciones dictadas por la prudencia, y reclamadas
por el amor de que soy deudor á mis vasallos.
Sin mas motivo que este ha creido V. M. que podia ultrajarme á la presencia de mi
venerada madre y del emperador con los títulos mas humillantes; y no contento con
esto exige de mí que formalice la renuncia sin límites ni condiciones, so pena de que
yo y cuantos componen mi comitiva seremos tratados como reos de conspiracion. En
tal estado de cosas hago la renuncia que V. M. me ordena, para que vuelva el
gobierno de la España al estado en que se hallaba en 19 de marzo en que V. M. hizo
la abdicacion espontánea de su corona en mi favor.
Dios guarde la importante vida de V. M. los muchos años que le desea, postrado á L.
R. P. de V. M. su mas amante y rendido hijo.
Fernando
Bayona 6 de mayo de 1808…»16
Esta renuncia es resultado de la falaz artimaña tendida por Napoleón Bonaparte a los
Borbones de España. Carlos IV ya ha vendido tapadamente su corona al mismo Emperador
por un miserable plato de lentejas. Ahora sólo falta que presente su renuncia oficialmente.
Las Personas Reales españolas no son las únicas engañadas. Sólo hasta hoy día Joaquín Murat
es notificado sobre la decisión de Napoleón de elegir a su hermano José como Soberano de
España. El Gran Duque continuaba abrigando esperanzas de ser elegido para ocupar el trono
español. Venía concibiendo proyectos, proponiendo reformas, comprometiéndose con los
españoles y comprometiendo al propio Emperador, sin que a ningún momento decayera su
entusiasmo por el problema español. No obstante, con esta misma fecha, recibe carta del
Emperador en la que le hace el ofrecimiento de un trono, a elegir, entre Portugal y Nápoles.
Co. Ésta es la última renuncia en la que Pedro Cevallos participa como Ministro y 1er
Secretario de Estado de Fernando VII, y deja noticia de que personalmente no tiene
conocimiento de una tercera que se dice haberse efectuado más tarde en Burdeos. Por el
contrario sí asegura que le consta que el Emperador, en la conferencia de despedida con
Fernando le expresa las siguientes palabras:
«…Prince, il faut opter entre la cession et la mort…»
Lo que traduce:
16
Blanco y Azpurúa: Documentos. La Opinión Nacional. Caracas, 1875-1877. Tomo II, pág. 143.
47
LUIS EDUARDO SCHROEDER SOTO
BOLÍVAR, "...SIN EXCEPTUAR UNA PAJA"
«…Príncipe, es forzoso elegir entre la cesión y la muerte…»17
1808.05.07-SA.
Se recibe en Madrid la noticia de la abdicación de Fernando VII. En sesión de la Junta en este
día, se tiene mucho que tratar, empezando por las protestas y dimisión de cuatro de sus
miembros (1808.05.04-Mi.), por lo que...
«...se decidió unánimemente que ningún miembro tenía facultad de dar su dimisión
de la Junta ni de los empleos en estas críticas circunstancias, ni aun en manos del
señor Infante don Antonio si aquí existiese...»
Desde el 21 de abril, en que Fernando abandona España, hasta hoy 7 de mayo, en que se
recibe la noticia de su abdicación, la Junta de Gobierno fue, de hecho, a pesar de la carencia
de instrucciones, el único poder soberano; reconocida por cuantas autoridades constituyen la
Administración, juntó en su mano la totalidad de los recursos del país. Tuvo sobradas
ocasiones para darse cuenta de la trascendencia y sentido de los acontecimientos, y tampoco
le faltaron coyunturas críticas, tales como la noche del 1 de mayo, el mismo día 2, la intrusión
de Murat el 4.
En resumen, hemos visto entonces una Junta de Gobierno perpleja y anonadada; ni la
autoridad, ni la coyuntura han sido suficientes para inclinar a sus componentes a una decisión
acorde con las circunstancias. Sus vacilaciones no son sino el resultado de su estado de
perplejidad y teme hacerse cargo de la soberanía que sus soberanos abdican
inescrupulosamente en Bayona. Una orden real, que nunca llegó, los hubiera lanzado a la
guerra, y sin ella son incapaces de tomar una decisión de tal calibre. Para ellos el texto legal,
los reglamentos, las instrucciones, son más fuertes que su propio criterio; procediendo como
simples tinterillos en mercados públicos, se niegan a ver el problema en su contextura real, se
resisten a mandar y al ser revocados, la soberanía que, tanto de hecho como de derecho, pasa
a sus manos habiéndola despreciado los reyes, prosigue su inexorable degradación yendo a
parar a la siguiente instancia gubernativa: el Consejo de Castilla, que a su turno se limita a
plantear dificultades de mediocre alcance e intentar a toda hora evadirse de sus
responsabilidades.
1808.05.08-DO. CARLOS IV CEDE FORMALMENTE TODOS SUS DERECHOS A NAPOLEÓN
BONAPARTE.
Real Decreto de cesión de los derechos sobre España e Indias.
«…El Rey.
Y en su nombre como su Lugar Teniente General del Reyno el Príncipe Joaquin de la
Casa imperial de Francia, Gran Duque de Berg y de Cleves, Gran Almirante de
Francia &, & con fecha de 19 del corriente mes de mayo ha pasado al Consejo de
Indias Don Sebastian Piñuela, Secretario de Estado y del Despacho de Gracia y
17
Exposición de Pedro Cevallos, 1er Secretario de Estado de Fernando VII. Incluido en Documentos de Blanco y
Azpurúa. Tomo II, pág. 208.
48
VADEMÉCUM HISTÓRICO
DESTRONAMIENTO DE LOS BORBONES
Justicia, para sus publicacion, y que se comunique á los Dominios de Indias, el Real
Decreto del Señor Don Carlos IV, y proclama de S. A. R. Don Fernando, y de los
Señores Infantes Don Carlos y Don Antonio, del tenor siguiente…»18
Como última prueba de su real amor a sus vasallos y con su acostumbrada real retórica, por
cuantas providencias, justos fines, etc. etc. llena líneas informando que ya tiene un acuerdo
firmado con el Emperador de los franceses, sin dar detalles de su contenido, claro está, y…
«…Así pues, por un tratado firmado y ratificado, he cedido a mi Aliado y caro
Amigo el Emperador de los Franceses, todos mis derechos sobre España e Indias…»
Y ordena que este decreto se publique a diestra y siniestra… lanzando el nombre de su aliado
y caro amigo, etc. etc. y pone su última firma para siniestra ruina de todo el mundo.
«…Dado en Bayona en el Palacio Imperial llamado de Gobierno, a 8 de mayo de
1808.
Yo El Rey…»
La proclama mencionada del Príncipe de Asturias y de los Infantes Carlos y Don Antonio, es
de fecha 12 de mayo, firmada en Burdeos, en la que:
«…agradecidos al amor y a la fidelidad constante que les han manifestado todos los
Españoles, los ven con el mayor dolor en el dia sumerjidos en la confusión, y
amenazados de resultas de esta, de las mayores calamidades…»
Y pasan en consecuencia a manifestar que Fernando había tomado las riendas del gobierno a
razón de que muchas provincias se encontraban ocupadas por un gran número de tropas
francesas, etc., etc. y que finalmente fueron obligados a ir a Bayona en donde Carlos IV
sorpresiva e indiscutiblemente exigía la devolución de la corona, etc., etc. y que si no seguían
sus instrucciones todo esfuerzo hubiese sido funesto, y se derramaría ríos de sangre etc., etc.,
y todo termina
«…Absolviendo a los Españoles de sus obligaciones en esta parte y exhortándolos,
como lo hacen, a que miren por los intereses comunes de la Patria, manteniéndose
tranquilos, esperando su felicidad de las sabias disposiciones y del poder del
Emperador Napoleón…»
1808.05.08-DO.
El Emperador Napoleón transmite a su lugarteniente Murat en Madrid, instrucciones
detalladas a fin de que la Junta y el Consejo le eleven solicitud de que ponga a su hermano
José, a sazón Rey de Nápoles, como sucesor de los Borbones.
18
Blanco y Azpurúa: Documentos. La Opinión Nacional. La Opinión Nacional, Tomo II, pág. 143.
49
LUIS EDUARDO SCHROEDER SOTO
BOLÍVAR, "...SIN EXCEPTUAR UNA PAJA"
1808.05.09-LU.
Se reciben en Madrid finalmente los textos de la abdicación, al igual que el decreto de Carlos
IV designando al Gran Conde de Berg como Lugarteniente general del reino, y se procede a
nombrar a Murat para el cargo que venía ocupando desde días atrás, pudiéndose considerar
que su situación entra de nuevo en plena legalidad, y aunque no hace públicos estos
documentos por un último escrúpulo hacia Fernando VII, luego de llegar a sus manos la
renuncia que éste hace en su padre y la correspondiente revocación de sus poderes originarios,
se consideran sus miembros en entera libertad para colaborar con la nueva dinastía y sus
representantes. Además de estos acontecimientos, Azanza recibe por su parte los dos últimos
decretos expedidos por Fernando el pasado jueves 5 (1808.05.05-Ju.), que quedarán olvidados
hasta mucho tiempo después. La Junta, que continúa colaborando con Murat, marca ya la
transición al afrancesamiento de la institución y de las personas.
1808.05.10-MA. EL PRÍNCIPE DE ASTURIAS SE ADHIERE AL TRATADO DE CARLOS IV CON
NAPOLEÓN.
Teniendo varios puntos que arreglar, el Emperador de los franceses y el Príncipe de Asturias
convienen un tratado por el cual el segundo se adhiere a lo convenido entre su padre Carlos
IV y Napoleón (1808.05.05-Ju.), y para esto nombran a sus respectivos plenipotenciarios a
saber: Por S. M. I. el General de División Duroc, Gran Mariscal de Palacio, y por S. A. R.
Don Juan Escoiquiz, Consejero de Estado de S. M. C., Caballero de la Gran Cruz de Carlos
III.
Después de canjeados sus plenos poderes, los plenipotenciarios convienen en los siguientes
artículos:
Art. 1º - S. A. R el Príncipe de Asturias adhiere a la cesión hecha por el Rey Carlos sus
derechos al trono de España y de Las Indias, a favor de S. M. I. el Emperador de los
franceses, y renuncia en cuanto sea menester a los derechos que tiene como Príncipe de
Asturias a dicha corona.
Art. 2º - S. M. I. el Emperador concede en Francia a S. A. R. el Príncipe de Asturias el título
de A. R. con los honores y prerrogativas de que gozan los príncipes de su rango. Los
descendientes de S. A. R. el Príncipe de Asturias, conservarán el título de Príncipe y de A.
Serma., y tendrán siempre en Francia el mismo rango que los príncipes dignatarios del
Imperio.
Art. 3º - S. M. I. el Emperador cede y otorga por las presentes en toda propiedad a S. A. R. y
sus descendientes los palacios, cotos, haciendas de Navarra y bosques de su dependencia
hasta la concurrencia de 50.000 arpents libres de toda hipoteca, para gozar de ellos en
plena propiedad desde la fecha del presente tratado.
Art. 4º - Dicha propiedad pasará a los hijos y herederos de S. A. R. el Príncipe de Asturias; en
defecto de éstos a los del Infante Don Carlos, y así progresivamente hasta extinguirse la
rama. Se expedirán letras patentes y privadas del monarca al heredero en quien dicha
propiedad viniese a recaer.
50
VADEMÉCUM HISTÓRICO
DESTRONAMIENTO DE LOS BORBONES
Art. 5º - S. M. I. el Emperador concede a S. A. R. 400.000 francos de renta sobre el tesoro de
Francia, pagados por dozavas partes mensualmente, para gozar de ella y trasmitirla a sus
herederos en la misma forma que las propiedades expresadas en el artículo 4º.
Art. 6º - A más de lo estipulado en los artículos antecedentes, S. M. I. el Emperador concede a
S. A. R. el Príncipe una renta de 600.000 francos, igualmente sobre el tesoro de Francia,
para gozar de ella mientras viviere. La mitad de dicha renta formará la viudedad de la
Princesa su esposa si le sobreviviese.
Art. 7º - S. M. I. el Emperador concede y afianza a los Infantes Don Antonio, Don Carlos, y
Don Francisco:
1º- El título de A. R. con todos los honores y prerrogativas de que gozan los príncipes de
su rango; sus descendientes conservarán el título de príncipes y el de A. Serma., y tendrán
siempre en Francia el mismo rango que los príncipes dignatarios del Imperio.
2º- El goce de las rentas de todas sus encomiendas en España, mientras vivieren.
3º- Una renta de 400.000 francos para gozar de ella y trasmitirla a sus herederos
perpetuamente, entendiendo S. M. I. que si dichos Infantes muriesen sin dejar herederos,
dichas rentas pertenecerán al Príncipe de Asturias, o a sus descendientes y herederos: todo
esto bajo la condición de que SS. AA. RR. adhieran al presente tratado.
Art. 8º - El presente tratado será ratificado y se canjearán las ratificaciones dentro de ocho
días o antes si se pudiere.
1808.05.10-MA.
Sin esperar respuesta de su lugarteniente sobre el resultado de sus últimas instrucciones,
Napoleón procede a notificar a su hermano mayor en Nápoles, su decisión de que se encargue
de la Corona en España. En su misiva le escribe:
«...La nación, por medio del Consejo Supremo de Castilla, me pide un rey. Es a vos
a quien destino esta corona. España no es lo que el reino de Nápoles; se trata de
once millones de habitantes, más de 150 millones de ingresos, sin contar con las
inmensas rentas y las posesiones de todas las Américas. Es una corona que, por lo
demás, os establece en Madrid a tres días de Francia, que cubre totalmente una de
sus fronteras. Estando en Madrid, estáis en Francia; Nápoles es el fin del mundo.
Recibiréis esta carta el 19, partiréis el 20 y estaréis aquí el 1° de junio...»
Napoleón no pierde minuto esperando noticias de Madrid ni de su propio hermano, de quien,
como vemos, tampoco se espera ninguna noticia sobre su consentimiento.
Mientras tanto en Madrid, el Consejo de Castilla circula de oficio las noticias de la abdicación
de Fernando VII y del nombramiento de Murat como teniente general del reino por Carlos IV,
lo que implica que en esta forma la Junta de Gobierno desaparece legalmente, y aunque se
mantengan en sus funciones los mismos individuos que la componen, esto a fin de conservar
la apariencia de una continuidad política, la institución cambia radicalmente su naturaleza de
jure.
51
LUIS EDUARDO SCHROEDER SOTO
BOLÍVAR, "...SIN EXCEPTUAR UNA PAJA"
«...Habiéndole revocado sus poderes el señor D. Fernando VII y conferido los suyos
el señor D. Carlos al gran duque de Berg como su lugarteniente, los que eran
individuos de la Junta no quedaron en la que siguió después, puramente consultiva,
con otro carácter que el de ministros del nuevo jefe del Gobierno, encabezándose a
nombre de éste las actas y órdenes que se expidieron en lo sucesivo...»19
1808.05.11-MI.
En Madrid, en comunicación al Consejo de Castilla, el ministro Sebastián Piñuela plantea el
problema de las abdicaciones.
1808.05.12-JU.
En tanto Napoleón prepara a su hermano para recibir el trono español, su lugarteniente en
Madrid se encarga de crear una apariencia de opinión favorable a José. La Junta se pliega sin
dificultades a los requerimientos de su nuevo presidente y presta su colaboración para forzar
la resistencia del Consejo, que termina por sumarse a la petición de ésta y del Ayuntamiento
de Madrid. Estudiada la comunicación de Piñuela, Caballero, O’Farril e Iriarte instan al
Consejo para que pida a Napoleón que transmita sus derechos a José Bonaparte. El informe
unánime de los fiscales dice:
«...El Consejo no se halla autorizado ni con facultades para acceder a la propuesta
que se le ha hecho hoy...»
Esto no pasa de ser meras chapaleadas de ahogado, a las que nadie pone atención.
La idea de reunir Cortes, cuya propuesta inicial se debe a Murat, es aprovechada por el
Emperador en sus preparativos para la entronización de José, dándole al país su primer texto
constitucional y así crear un partido a su hermano entre los grupos favorables a una reforma
de la monarquía. Napoleón comunica en este día al Conde de Berg, los términos en que tal
reunión podría llevarse a cabo. Tres días más tarde la Junta emprende la tarea de organizar la
reunión de la asamblea.
Lejos de Madrid, en Burdeos, ciudad por la que se encuentra de paso, Fernando sorprende
renunciando de sus derechos como Príncipe de Asturias, renuncia que no encaja en modo
alguno en un esquema legal, a la que se unen los Infantes don Carlos y don Antonio que lo
acompañan, a la vez que los tres firman una proclama «...absolviendo a los españoles de sus
obligaciones...». En esta decisión no toman parte sino los tres príncipes, que no dudan en
labrarse una situación a cambio de unos derechos que consideran eventuales, según lo
estipulado en el tratado acordado con Napoleón y que, sin embargo, de acuerdo con todo el
pensamiento político tradicional español, no tienen en su mano ningún derecho de suscribir.
El sentido de los acontecimientos, cuyos aspectos más significativos venimos destacando, es
tan claro que resulta indudable e innegable; tanto los monarcas como los Infantes han
19
Menéndez Pidal, Ramón [1869-1968]: Historia de España, tomo XXXII "La España de Fernando VII". La
guerra de la Independencia y los orígenes del Constitucionalismo. Espasa-Calpe. Madrid, 1968.
52
VADEMÉCUM HISTÓRICO
DESTRONAMIENTO DE LOS BORBONES
renunciado de manera injustificable, cualquiera que sea el punto de vista político a cuya luz se
consideren. Los monarcas, al despojarse de sus atributos, abandonan simultáneamente la
soberanía.
1808.05.13-VI. EL GRAN DUQUE DE BERG, LUGARTENIENTE DE CARLOS IV EN ULTRAMAR.
Mediante decreto en esta fecha Fernando VII hace saber a la Junta Suprema de Madrid, la
renuncia hecha por él de la Corona y Reino de España e Indias a favor de su padre Carlos IV.
En virtud de esta renuncia Fernando revoca los poderes que había otorgado a la Junta de
Gobierno antes de su salida de Madrid para el despacho de los negocios graves y urgentes que
pudiesen ocurrir durante su ausencia. Fernando escribe:
«…La Junta obedecerá las órdenes de nuestro muy amado Padre y Soberano, y las
hará executar en los Reynos. Debo antes de concluir dar gracias á los individuos de
la Junta, á las Autoridades reconocidas y á toda la Nacion por los servicios que me
han prestado y recomendarles que se reunan de todo corazon a mi amado Padre el
Rey Don Carlos y al Emperador Napoleon, cuyo poder y amistad pueden mas que
otra cosa alguna conservar el primer bien de las Españas, á saber, su independencia
y la integridad de su territorio. Recomiendo asimismo que no os dexeis seducir por
las asechanzas de nuestros eternos enemigos, de vivir unidos entre vosotros y con
nuestros aliados, y de evitar la efusion de sangre y las desgracias que sin esto serian
el resultado de las circunstancias actuales, si os dexaseis arrastrar por el espíritu de
alucinamiento y de desuninon. Tendráse entendido en la Junta para los efectos
convenientes, y se comunicará a quienes corresponda.
Fernando al Infante Don Antonio…»20
Copia de este decreto, junto con copias de la renuncia que Fernando VII hace del trono en su
padre Carlos IV, y el decreto de Carlos IV nombrando a Murat lugarteniente suyo, se adjuntan
a un despacho que el Gran Duque de Berg envía a los gobiernos en Ultramar, ordenando que
le obedezcan. El oficio de Berg empieza:
«…El Rey.- Y en su nombre como su Lugar-Teniente General del Reyno el Príncipe
Joaquin, de la Casa Imperial de Francia, Gran Duque de Berg y de Cleves, Grande
Almirante de Francia &c. &c. Con fechas de nueve y diez del corriente mes de mayo
ha pasado al Consejo de Indias Don Sebastian Piñuela, Secretario de Estado del
Despacho de Gracia y Justicia, dos Reales Decretos de los Señores Don Carlos IV y
Don Fernando VII expedidos con fechas quatro y seis del mismo mes, cuyo tenor es
el siguiente: …»
─Aquí pasa a transcribir los textos correspondientes─
Y continúa:
20
Blanco y Azpurúa: Documentos para la historia de la vida pública del Libertador de Colombia, Perú y Bolivia.
La Opinión Nacional, Tomo II, pág. 146.
53
LUIS EDUARDO SCHROEDER SOTO
BOLÍVAR, "...SIN EXCEPTUAR UNA PAJA"
«…En su consequencia he venido en aceptar y acepto en debida forma dicho
nombramiento de Lugar-Teniente General del Reyno y Presidente de la Junta de
Gobierno; y mando que por el Consejo y Cámara de Indias se comunique a…»
─Aquí da una lista de instancias parecida a la que sigue abajo─
Y continúa:
«…para que continúen administrando justicia, y exerciendo las demás funciones
correspondientes á cada uno, á cuyo fin habilitarán en sus respectivos distritos y
partidos el papel sellado, haciendo poner en el membrete “Valga por el Gobierno
del Lugar-Teniente General del Reyno”…»
Y termina con las siguientes líneas:
«…Y habiéndose visto en el referido Consejo y Cámara de Indias, acordó su
cumplimiento; en cuya consequencia mando á los Virreyes, Presidentes, Audiencias,
Gobernadores y Capitanes Generales; á los Concejos, Justicias y Regimientos,
Caballeros, Escuderos, Oficiales y Hombres buenos de las Ciudades, Villas y
Lugares de todos los Reynos de Indias é Islas adyacentes, y Filipinas; y ruego y
encargo á los M. RR. Arzobispos y RR. Obispos de las Iglesias Metropolitanas y
Catedrales de los mismos Reynos é Islas tengan entendido las Reales Resoluciones
insertas, comunicándolas á los Prelados Regulares, y obedeciendo y cuidando se
obedezcan las órdenes y determinaciones que tuviere á bien dar como tal LugarTeniente General de estos y aquello Reynos, sin contravenirlo ni permitir su
contravencion en manera alguna; quedando sin efecto en adelante la Real Cédula de
diez de abril de este año, en que se comunicó la exaltacion al Trono del Señor Don
Fernando VII; pero continuando los sellos del Señor Rey Don Carlos IV hasta nueva
providencia. Y del recibo de este despacho, y de lo que en su virtud se executare, se
me dará puntual aviso.
Fechado en Madrid á trece de Mayo de mil ochocientos y ocho.
Por mando de S. A. J. y Rl. tente Granl. del Rno.
Silvestre Collar…»
Co. A primera vista todo parece ser muy fácil apoderarse, o por lo menos tratar de apoderarse
de casi medio mundo, con sólo producir unos papeles y sin dar un solo tiro de cañón.
Como vemos, esto es lo que aparentemente pretende Joaquín Murat [41], alias Gran
Duque de Berg, hombre de armas tomar, siempre alerta y a la vanguardia tomando la
iniciativa a favor de su cuñado el Emperador de los franceses. En verdad que Napoleón y
Joaquín compaginan excelentemente, y de allí que en el transcurso de sólo un par de
meses se apoderan de Las Españas y las Indias, sin esforzarse demasiado. Hay que
reconocer que el engaño en que caen los Monarcas y las Altezas de España, es una movida
sencillamente genial por parte de los franceses.
Todo transcurre vertiginosamente viendo a este par de hombres manejando los destinos de
millones de gentes, como si estuviesen jugando con fichas de dominó, lo que hace
entendible que los pobres vasallos parsimoniosos en Santa Fe y Caracas, sobre los que
nosotros tenemos los ojos puestos, queden completamente anonadados y paralizados
cuando reciben mensajes de este calibre. En el curso de 1 mes y 3 días, han sido 3 los
54
VADEMÉCUM HISTÓRICO
DESTRONAMIENTO DE LOS BORBONES
mensajes que se han despachado de la Península destino a citadas capitales, anunciando a
sus gobiernos sobre los severos cambios en la cúpula de la Monarquía, a lo que se suma el
tobogán de noticias convulsivas publicadas por los diarios de Londres, y las delegaciones
francesas e inglesas que en estos mismos instantes se embarcan para hacerse a la mar y a
toda vela poner rumbo a las costas de Tierra Firme, llevando personalmente sendos
documentos que confirman los cambios de Regencia. La situación es caótica a ambos
lados del Océano.
Joaquín Murat - Retratado por Francisco Gérard (1801)
1808.05.13-VI. LAS ESPAÑAS Y LAS INDIAS: DOMINIOS DEL EMPERADOR DE LOS FRANCESES.
En este mismo día viernes 13, el gran Emperador de los Franceses procede a designar la
persona de su familia que deba ocupar el trono de Las Españas y de Las Indias.
«…El Emperador de los Franceses y Rey de Italia tiene concluido su tratado con el
Rey de España Carlos Quarto, y su Hijo Fernando el Príncipe de Asturias, por el
cual han cedido ambos en manos y voluntad de S. M. I. y R., todos su derechos á la
corona; en cuyo supuesto, y debiendo recaer en Príncipe de su Imperial Familia,
conforme á su deliberada voluntad, desea S. M. I. que el Consejo de Castilla
manifieste el que le parezca mas á proposito, sin que por esta especifica designacion
se entienda que el Consejo se mezcla en la aprobacion o desaprobacion de dicho
tratado, ni que los derechos del Rey Carlos, su Hijo y demas sucesores á la corona,
55
LUIS EDUARDO SCHROEDER SOTO
BOLÍVAR, "...SIN EXCEPTUAR UNA PAJA"
segun las Leyes del Reyno, queden de modo alguno perjudicados por dicha
designación…»21
Co. ¿Habrase visto colmo de la hipocresía y cinismo? ¡Qué importa indagarlo si todo es
válido para el que es dueño del poder!
Ya vimos hace 5 días atrás (1808.05.08-Do.), que Napoleón dio órdenes a su lugarteniente
Murat en Madrid, para que la Junta y el Consejo le elevasen solicitud de que pusiera a su
hermano José como sucesor de los Borbones., Entonces… ¿Para qué preguntarlo ahora? Y
con todas esas trabas y condiciones que limitan el radio de acción de los consultados…
¿Para qué les pide que se manifiesten? Y a fin de cuentas, ¿Quién se atreve a responder?
Naturalmente que hubo quien osara pronunciarse, pero todo esto es libreto barato de teatro
ambulante, en el que no deseamos perder tiempo. El resultado de todo esto lo tenemos sin
embargo en breve (1808.06.06-Lu.).
1808.05.23-LU.
Napoleón concluye el proyecto constitucional que empezó a elaborar de modo precipitado a
mediados de este mes, y procede a enviarlo a Madrid hoy mismo en las horas de la tarde.
1808.05.28-SA.
En Madrid, una comisión de magistrados españoles se reúne durante seis horas en tanto La
Forest y Freville leen y releen el texto constitucional propuesto por Napoleón, en el que
introducen ciertas variaciones, que transmiten de vuelta al Emperador a pesar de que no
afectaban sino a cuestiones secundarias.
1808.05.24-MA.
La Gaceta de Madrid publica la convocatoria oficial para la reunión de una Diputación
general que nada tiene que ver con las Cortes tradicionales, aunque se han hecho esfuerzos
para que conste de representantes de los tres estamentos: el clero, la nobleza y el estado
general. La Diputación estará formada por 150 miembros que acudirán a Bayona el 15 de
junio...
«...para tratar allí de la felicidad de toda España, reconocer todos los males que el
anterior sistema la ha ocasionado, y las reformas y remedios más convenientes para
destruirlos en toda la nación y en cada provincia en particular...»
No obstante se reconozca el derecho de las ciudades con voto en Cortes para designar sus
procuradores de acuerdo con la fórmula tradicional, el sistema electoral resulta enteramente
arbitrario dado a las reformas que se le ha dado, añadiéndose 50 eclesiásticos de diversas
procedencias, y 38 representantes de la nobleza en sus distintos grados, más una serie de
21
Blanco y Azpurúa: Documentos para la historia de la vida pública del Libertador de Colombia, Perú y Bolivia.
La Opinión Nacional, Tomo II, pág. 151.
56
VADEMÉCUM HISTÓRICO
DESTRONAMIENTO DE LOS BORBONES
diputados del reino de Navarra, provincias de Vizcaya, Guipúzcoa, Alava, Mallorca, Canarias,
el Principado de Asturias y América. Finalmente los Consejos, el Ejército, la Marina, las tres
universidades mayores y los consulados de comercio designarán los diputados necesarios para
completar la cifra prevista. La misma convocatoria incluye una relación de individuos
designados por la propia Junta o de las instituciones que han de designarlos.
1808.05.25-MI. NAPOLEÓN, REGENERADOR DE ESPAÑA.
En Bayona, Napoleón da proclama anunciando un nuevo Rey de las Españas y la
convocatoria de una Asamblea General:
«…Napoleón, Emperador de los Franceses, Rey de Italia y Protector de la
Confederación del Rin, &, &. A todos los que las presentes vieren salud. Españoles:
Después de una larga agonía vuestra Nación iba a perecer. He visto vuestros males,
y voy a remediarlos. Vuestra grandeza y vuestro poder hacen parte del mío. Vuestros
Príncipes me han cedido todos sus derechos a la Corona de las Españas. Yo no
quiero reinar en vuestras Provincias; pero quiero adquirir derechos eternos al amor
y al reconocimiento de vuestra posteridad. Vuestra monarquía es vieja: mi misión se
dirige a renovarla: mejoraré vuestras instituciones; y os haré gozar de los beneficios
de una reforma, sin que experimentéis quebrantos, desórdenes ni convulsiones.
Españoles: he hecho convocar una Asamblea General de las Diputaciones de las
Provincias y de las Ciudades. Yo mismo quiero saber vuestros deseos y vuestras
necesidades.
Entonces depondré todos mis derechos, y colocaré vuestra gloriosa Corona en las
sienes de otro Yo mismo, asegurándoos al mismo tiempo una Constitución que
concilie la santa y saludable autoridad del Soberano con las libertades y los
privilegios del Pueblo. Españoles: acordaos de los que han sido vuestros padres, y
mirad a lo que habéis llegado. No es vuestra la culpa, sino del mal gobierno que os
regía: tened suma esperanza y confianza en las circunstancias actuales; pues yo
quiero que mi memoria llegue hasta vuestros últimos nietos, y que exclamen: “Es el
regenerador de nuestra Patria”.
Dado en nuestro Palacio Imperial y Real de Bayona a 25 de mayo de 1808.
Napoleón…»22
Por orden del Emperador, Azanza, que ha abandonado Madrid con objeto de informarle
acerca del estado de la Hacienda, es designado para la presidencia de la Asamblea General
que se reunirá en Bayona el día miércoles 15 de junio (1808.06.15-Mi.).
1808.06-INI.
Ante la inacción de la Junta de Gobierno y de los consejeros, de quienes no se reciben en
provincias sino recomendaciones pacifistas y ninguna incitación a la revuelta contra los
22
Ídem. Tomo II, pág. 153 y 154.
57
LUIS EDUARDO SCHROEDER SOTO
BOLÍVAR, "...SIN EXCEPTUAR UNA PAJA"
franceses, corresponde a las Audiencias y a los Capitanes Generales, categoría inmediata en la
jerarquía administrativa, el ejercicio de la soberanía de que no han querido hacerse cargo las
instancias superiores.
Los Capitanes Generales reúnen el mando propiamente militar y el control general, y como
presidentes de las Audiencias, la administración provincial. En las provincias libres de la
ocupación francesa, durante los meses de mayo y junio, se enfrentan con el fundamental
problema del levantamiento del pueblo contra los ejércitos invasores, teniendo que resolver,
por tanto, dos cuestiones distintas aunque íntimamente enlazadas entre sí. Por una parte toman
una posición ante la incompetencia o inactividad de los poderes centrales, lo que en definitiva
significa recabar para sí la soberanía vacante desde la marcha del Rey. Por otra parte, hacen
frente a las exigencias de un pueblo, insobornable y decidido a iniciar las hostilidades, que
reclama de ellos se atribuyan la facultad soberana de declarar la guerra a los franceses. En
términos generales, su política les lleva a eludir aquella obligación, pidiendo instrucciones al
Consejo de Castilla y, en ocasiones, refuerzos militares para intentar mantener a toda costa,
en un esfuerzo inútil, el orden público.
La actuación de las autoridades provinciales nos interesa a partir del momento en que tienen
que afrontar los primeros intentos de levantamiento popular. No obstante, siendo este un tema
que requiere páginas enteras para su detenido estudio, nos limitamos a mencionar que en los
primeros días de junio, la situación política de la Península es, a grosso modo, la siguiente:
hay dos Capitanes Generales que de hecho tienen todo el poder en sus manos, y trece Juntas
Supremas con una auténtica dirección colegiada, y dependiendo de ellas existen una infinidad
de Juntas de Armamento y locales. De la antigua Administración no queda el menor rastro,
pues aun las instituciones que conservan nombre y miembros, como las Audiencias y
Ayuntamientos, han sufrido variaciones tan sustanciales como la confirmación popular que
las juntas les confieren, la que va acompañada de sistemáticos recortes en sus atribuciones,
reduciéndolas a una posición subordinada siempre a la Junta local.
En el Diario Histórico han quedado, sin embargo, debidamente registradas las formaciones de
Juntas de Gobierno regionales y su declaración de guerra a las fuerzas invasoras, así como su
actuación en la consecución de un apoyo inglés en la campaña que éstas inician.
1808.06.03-VI.
La Junta de Gobierno en Madrid promulga un manifiesto junto con un llamamiento a la
pacificación, que constituye un auténtico programa político colaboracionista, en el que dice:
«...El Príncipe más poderoso de Europa ha recibido en sus manos la renuncia de los
Borbones, no para añadir nuevos países a su imperio, ya demasiado grande y
poderoso, sino para establecer sobre nuevas bases la monarquía española, y para
hacer en ella todas las reformas saludables porque tanto suspirábamos hace algunos
años y que sólo puede facilitar su irresistible poder...»
Tras manifestar lo inmotivado y poco astuto de resistir al cambio de una nueva dinastía,
concluye:
«...la Junta os va a manifestar cuáles son las intenciones del nuevo soberano que
viene a gobernarnos. Oídles y juzgad...»
58
VADEMÉCUM HISTÓRICO
DESTRONAMIENTO DE LOS BORBONES
Y prosigue:
«...Las Cortes, este antiguo baluarte de nuestra libertad y de nuestros fueros, van a
ser restablecidas, más poderosas y mejor constituidas que lo estuvieron antes: se
celebrarán cada tres años a lo menos, y además todas las veces que pareciere
conveniente convocarlas para urgencias de la Nación.
Los gastos de la Casa Real quedarán reducidos a menos de la mitad de lo que hasta
ahora se contribuía para este objeto: tendrán una asignación fija sobre el tesoro
público, que no se podrá alterar.
Los vales serán reconocidos como deuda pública, nacional y sagrada.
Los empleos todos serán ocupados por españoles, y ningún extranjero podrá
obtenerlos.
La Religión Católica será la única de España, y no se tolerará ninguna otra.
Finalmente, la Junta tiene grandes motivos para esperar que, lejos de aumentarse en
el nuevo Gobierno la contribución personal para la guerra, habrá de disminuirse
considerablemente, así por las mejoras que recibirá el antiguo método, como por la
situación política y militar de Europa, según la cual la marina debe llamar
primeramente la atención, y acrecentarse tanto como habrá de disminuirse el
ejército de tierra.
Añadid a esto las útiles reformas que gradualmente se irán haciendo en todos los
ramos: el crédito público restablecido, la deuda consolidada y extinguida en pocos
años, la administración de la justicia, sujeta a reglas inalterables, no será jamás
impedida por la autoridad del Gobierno; la agricultura floreciente; el comercio
reanimado; la industria creada de nuevo; la población aumentada; el ejército y la
marina vueltos a su antiguo lustre; y todos los ramos de la felicidad a un tiempo
promovidos y mejorados; y juzgad si es interés vuestro tomar las armas para
oponeros a que se os haga felices, y no a vosotros solamente, sino a vuestros hijos y
vuestros nietos; y si los que os aconsejan sediciones y motines son verdaderos
españoles y amantes de su país...»23
1808.06.06-LU. JOSÉ I PROCLAMADO REY DE ESPAÑA Y DE LAS INDIAS.
Sin esperar la liquidación del conflicto familiar, Carlos IV había suscrito un tratado
(1808.05.05-Ju.) en el que se lee la inconcebible cláusula de ceder al Emperador Napoleón
«…todos sus derechos al trono de España e Indias...». Con esta abdicación de Carlos IV en el
Emperador Napoleón I de Francia, éste pasa de inmediato a firmar decreto que cierra el ciclo
de la crisis dinástica española, poniendo fin a la serie de transmisiones de la Corona, en el que
dice:
23
Menéndez Pidal, Ramón [1869-1968]: Historia de España, tomo XXXII "La España de Fernando VII". La
guerra de la Independencia y los orígenes del Constitucionalismo. Espasa-Calpe. Madrid, 1968.
59
LUIS EDUARDO SCHROEDER SOTO
BOLÍVAR, "...SIN EXCEPTUAR UNA PAJA"
«...La Junta de Estado, el Consejo de Castilla, la villa de Madrid, etc., etc.;
habiéndonos por sus exposiciones hecho entender que el bien de España exigía que
se pusiese prontamente un término al interregno, hemos resuelto proclamar como
Nos proclamamos por las presentes Rey de España y de las Indias a nuestro muy
amado hermano José Napoleón, actualmente Rey de Nápoles y de Sicilia...»
José I de España.
1808.06.15-MI. ASAMBLEA GENERAL DE ESPAÑA EN BAYONA.
Los diputados españoles en número de 65 tienen una reunión inaugural de las Cortes en
Bayona. En los días que siguen se han de celebrar sesiones, de las que salga una nueva
Constitución, sobre la base del proyecto presentado por el Emperador en la tarde del 23 de
mayo a la consideración de los más destacados españoles de la Junta de Gobierno y del
Consejo de Castilla.
El levantamiento de las provincias ha hecho que un gran número de designados se excusaran,
por uno u otro motivo, de su participación en el Consejo, hasta tal punto que en los primeros
días de este mes de junio se hizo preciso acudir al nombramiento de una treintena de nuevos
diputados, buscando en ellos, ante todo, la facilidad y la intención de acudir a Bayona.
Gracias a las medidas de última hora, cuando se repartieron credenciales entre los españoles
que estaban en Bayona, se pudieron reunir el día de la apertura los 65 mencionados, cifra que
el 7 de julio, fecha de clausura, logra aumentar hasta alcanzar un máximo de 91 asistentes.
La gestión inmediata de los diputados reunidos en Bayona implica una total negación de la
legitimidad del sistema representativo, teóricamente seguido en su elección. La situación
española les obliga a redactar una proclama destinada a contener la insurrección que se
propaga a lo largo de todo el país. En ella exponen la necesidad de someterse a la realidad de
los acontecimientos que, por otra parte, han de redundar en beneficio de la nación, mejorando
60
VADEMÉCUM HISTÓRICO
DESTRONAMIENTO DE LOS BORBONES
la legislación, organizando el ejército y la armada, y dictando una administración sabia para
animar la industria nacional, y cortar las trabas infinitas que detienen el comercio.
Por nombramiento de Murat, a la Asamblea concurren dos granadinos ilustres: Francisco
Antonio Zea, e Ignacio Tejada. El primero, Zea, nacido en Medellín, Director del Jardín
Botánico de Madrid, es conocido desde los tiempos en que conspiraba con Nariño, brilla en el
Congreso de Bayona por su elocuencia y tiene ocasión de tratar muy de cerca a Napoleón y de
sentarse a su mesa. El segundo, Tejada, nacido en el Socorro, aboga con vehemencia en favor
de la unión de las posesiones americanas con la Metrópoli. Los dos granadinos siguen en la
comitiva del Rey José cuando éste hace su primera entrada en Madrid.
1808.07.08-VI. EN ESPAÑA SE JURA Y PROMULGA LA CONSTITUCIÓN DE BAYONA.
José I de España se presenta para dar y recibir los juramentos a la nueva constitución: «...El
monarca, el de ser fiel a la Constitución; los diputados, el de ser fieles al rey...».
Seguidamente nombra su primer ministerio que queda formado por Mariano Luis de Urquijo
para la cartera de Estado, Pedro de Ceballos para la cartera de Negocios Extranjeros, Miguel
José de Azanza para la cartera de Indias, Gonzalo 0’Farril para la cartera de Guerra, José de
Mazarredo para la cartera de Marina, el conde de Gabarrús para la cartera de Hacienda,
Sebastián Piñuela y Gaspar Melchor de Jovellanos que no aceptó para la cartera de Justicia e
Interior. (VH-1808.07.08- Actas y constituciones)
«...La elección era acertada y en ella se descubre el deseo de adherirse las personas
de mejor concepto y de mérito más distinguido del país. La mayor parte de ellos
habían desempeñado, o desempeñaban todavía, ministerios, y llevaban por España
la reputación de probos y de entendidos...»
Escudo de José Bonaparte (1808-1813)
CONCLUSIÓN.
Las abdicaciones de Bayona no constituyen únicamente un cambio dinástico. En una
proclama a los españoles el 25 de mayo, Napoleón establece que España se encuentra frente a
un cambio de régimen, con los beneficios de una Constitución sin necesidad de una
revolución previa. A continuación, Napoleón convoca en Bayona una asamblea de notables
españoles, la Junta española de Bayona. Aunque la asamblea es un fracaso para Napoleón,
61
LUIS EDUARDO SCHROEDER SOTO
BOLÍVAR, "...SIN EXCEPTUAR UNA PAJA"
pues sólo acuden 75 de los 150 notables previstos, en nueve sesiones debaten el proyecto de
Constitución preparado por Napoleón y, con escasas rectificaciones, aprueban en julio de
1808 la Constitución, llamada Estatuto de Bayona.
La situación en Bayona estaba adquiriendo el aspecto de una ópera bufa. Carlos IV afirmó
que la renuncia al trono producida tras el motín de Aranjuez era nula y exigió la devolución
de sus derechos. Napoleón le obligó a ceder sus derechos a cambio de asilo en Francia para él,
su mujer y su favorito Godoy, así como una sustancial pensión (30 millones de reales
anuales). Cuando llegaron a Bayona las noticias del levantamiento de Madrid y de su
represión, Napoleón ordenó a Fernando VII reconocer a su padre como Rey legítimo. A
cambio de un castillo y de una pensión anual de cuatro millones de reales, aceptó, ignorando
que su padre había renunciado en favor de Bonaparte. Era el 6 de mayo de 1808. La corona de
España, pues, recayó en Napoleón, el cual se la cedió a su hermano, José Bonaparte, que
reinaría en España como José I.
Para América Latina, la figura de Napoleón es fundamental. Su intervención en España, las
abdicaciones de Carlos IV y Fernando VII, la entrega del trono español a su hermano José, la
promulgación de la Constitución de Bayona que reconoce la autonomía de las provincias
americanas del dominio español y sus pretensiones de reinar sobre aquellos inmensos
territorios cuyos habitantes nunca llegan a aceptar los planes y designios del emperador, son
elementos básicos para entender los movimientos de emancipación.
En el resto del continente, la negociación de Louisiana y el manejo que Francia da al proceso
de independencia de Haití tienen una enorme influencia en el desarrollo del continente.
Cerramos este ensayo con palabras de Daniel Florencio O’Leary, que ilustran los sentimientos
de los americanos en relación con la evolución que toman los acontecimientos aquí narrados:
«...Los historiadores españoles, con más pasión que justicia y sin querer investigar
las verdaderas causas, ó mejor dicho, cerrando los ojos á la verdad, se quejan de la
ingratitud de las colonias con la madre patria y les echan en cara haberla
abandonado en los momentos de dura prueba. Pero son más bien las colonias las
que pueden enrostrar á los españoles el haberles hecho traición, pretendiendo
uncirlas al carro de Bonaparte, cuando ellas daban pruebas de fidelidad á
Fernando.
Fué la deslealtad de los malos hijos de España lo que primero despertó en el pecho
americano el sentimiento de la injusticia con que se les trataba, y entonces sintieron
más el escozor de las llagas hechas por el yugo cruel que los oprimía y que tan
pacientemente habían sufrido; y avivóse su dolor cuando, vuelto aquel monarca á
España, sancionó aquellos crueles tratamientos, y desde entonces, trocaron en odio
y desprecio el amor y veneración que habían tenido por el rey legítimo y por la
nación española.
Las escandalozas ocurrencias del Escorial en 1807, las de Aranjuez en 1808 y los
acontecimientos de Bayona, cuyo recuerdo cubre de rubor el rostro de todo
62
VADEMÉCUM HISTÓRICO
DESTRONAMIENTO DE LOS BORBONES
verdadero español, europeo ó americano, llenaron la Península de confusión y
espanto, y brindaron á las lejanas posesiones de España fácil coyuntura para hacer
valer sus derechos á la emancipación de un pueblo que se olvidaba de sus nobles
tradiciones. Y que esas tradiciones eran nobles, ninguno se atreverá á negarlo...»24
Años más tarde, en Santa Elena, Napoleón reconoce el error de haber invadido España.
EL CAUTIVERIO DE VALENÇAY.
En tanto se inicia en España la resistencia y en Bayona se inaugura el nuevo reinado,
Fernando VII y los Infantes don Carlos y don Antonio inician el que ha de ser un largo
cautiverio. El 10 de mayo emprenden la marcha hacia el castillo de Valençay, donde los
espera Talleyrand, a quien el emperador ha confiado su custodia. En Burdeos aún tienen una
última esperanza de escapar a su destino, y frustrada, continúan su marcha hasta Valençay,
adonde llegan finalmente el 18 de mayo.
El séquito que acompañaba a los Infantes está constituido por los que aceptaron
espontáneamente seguirles al destierro. Las personalidades más destacadas son los
mayordomos duque de San Carlos y marqués de Ayerbe, tres gentileshombres, los Marqueses
de Guadalcázar y Feria y el Mariscal de Campo Antonio Correa, y dos capellanes, siendo los
demás, criados o funcionarios de importancia secundaria, entre los cuales ocupaba una
posición relevante el consejero de Hacienda Pedro Macanaz, que hace funciones de
intendente.
Los cautivos encuentran poco favorable tanto el lugar como el castillo. El régimen de vida
establecido tiende a disimular la condición de prisioneros de los Infantes. Durante el día
pueden pasear, unas veces en calesa y otras a caballo, sin limitación ninguna, aunque siempre
acompañados de algunos de los gentileshombres destinados por el emperador a estos fines. Al
caer la noche se alzan los puentes levadizos del parque y la puerta principal y se distribuyen
por los contornos partidas de gendarmes, para evitar cualquier intento de fuga.
Para amenizar la estancia de los príncipes, Talleyrand trae músicos y compañías de teatro, que
dan algunas representaciones a las cuales asiste la princesa de Benevento acompañada por
varias de las señoritas que viven con ella...
«...La jornada de los príncipes se dispone cada día de la manera más conveniente
para que les sea agradable. Por la mañana los dos jóvenes príncipes toman
lecciones de baile y el Príncipe don Fernando de música, además. Por la tarde
montan a caballo y se pasean en calesa; ayer han tenido una partida de pesca. Por
la noche tienen baile y ellos también lo hacen, mostrando en todo su satisfacción...»
24
O’Leary, Daniel Florencio [1800-1854]: Bolívar y la emancipación de Sur-América. Memorias del general
O’Leary. Biblioteca Ayacucho. Bajo la dirección de don Rufino Blanco-Fombona.
63
LUIS EDUARDO SCHROEDER SOTO
BOLÍVAR, "...SIN EXCEPTUAR UNA PAJA"
Tal género de vida es de corta duración, por cuanto en agosto Talleyrand, requerido por el
Emperador, abandona el castillo. Con él parten su esposa y las damas de su pequeña corte,
cambiando profundamente el régimen de vida a partir de septiembre.
La renuncia a sus derechos suscrita por Fernando VII y los Infantes en Bayona, prevén en
compensación rentas que reunidas alcanzan una cifra próxima a los dos millones de francos.
Durante las primeras semanas, Talleyrand corre con los gastos, hasta que a instancias de
Fernando acepta que los Infantes abonen los suyos, y a partir de septiembre éstos se ven en
una difícil situación financiera de resultas del retraso de la Hacienda imperial en cumplir los
términos del tratado. Para resolver este asunto, Macanas marcha a París en donde mantiene
varias semanas de inútiles negociaciones.
San Carlos y Escoiquiz solicitan en agosto autorización para pasar a la corte y gestionar el
arreglo de las cuestiones económicas y lo referente a la entrega del castillo de Navarra, en
Normandía, que se había prometido igualmente a Fernando VII. En París no son recibidos por
Napoleón, y cuando San Carlos expone a Champagny el retraso del pago de las mesadas y el
descuento que en ellas se hace, el ministro se limita a responder que «...como no se recibían
rentas de España, con las que se había contado, no podía cumplirse lo ofrecido...». Por tal
razón el mayordomo se ve obligado a implantar un régimen de austeridad.
El comienzo de la campaña napoleónica en la Península coincide con nuevos rigores en
relación con la vida en el castillo de Valençay, a cuyos habitantes se trata de mantener
totalmente incomunicados con España. Varios servidores del Rey son detenidos por recibir
cartas dirigidas a nombre de distinta persona. El 30 de marzo, el chambelán del emperador,
d’Arberg, que acompaña en Valençay a los Infantes, comunica al mayordomo la decisión del
Gobierno español que reclama «...a todos los oficiales y demás individuos de la servidumbre
de los príncipes bajo pena de confiscación de bienes...», dándoles un plazo de dos días para
ponerse en camino. Tal medida supone la liquidación de la pequeña corte de Valençay.
En marzo de 1810, d´Arberg es sustituido en las funciones de gobernador del castillo de
Valençay. Poco después tiene lugar un intento de liberación con la llegada del barón de Kolly,
personaje al que denuncia personalmente el propio monarca.
«...El ministro inglés falsamente persuadido que yo estoy aquí detenido por la fuerza
dijo a Berthemy me hace proponer medios de fuga, pues me ha enviado un emisario
que bajo el pretexto de venderme objetos curiosos debía darme un recado de S. M..
el Rey de Inglaterra...»
Los restantes intentos destinados a sacar a Fernando de su prisión no pasan de la categoría de
proyectos, por lo que el monarca no se ve en el trance de verse nuevamente requerido para
huir de Valençay. En enero de 1811 no queda sino una veintena de servidores en torno a los
príncipes. Nuevos rumores de fuga llevan a extremar la vigilancia. La vida en Valençay sigue
sin alteraciones durante el resto de la guerra, hasta que en noviembre de 1813 llega a ellos el
Conde de La Forest para negociar su vuelta al trono.
DATOS BIOGRÁFICOS DE JOAQUÍN MURAT.
Nace en Labastide-Fortunière, el 25 de marzo de 1767 y muere en Pizzo, el 13 de octubre de
1815. Hijo de un posadero, abandona sus estudios de teología para alistarse en el ejército tras
estallar la Revolución Francesa. Forma parte de la guardia constitucional de Luis XVI y se
64
VADEMÉCUM HISTÓRICO
DESTRONAMIENTO DE LOS BORBONES
convierte en General durante la campaña de Egipto. Juega un papel crucial en la segunda
batalla de Aboukir, donde captura al jefe del ejército enemigo después de haber sufrido una
herida por arma de fuego.
Participa activamente en el Golpe de Estado el 9 de noviembre de 1799 y se convierte en
Comandante de la Guardia Consular. Se casa con Carolina, hermana de Napoleón Bonaparte
en 1800. El 10 de noviembre es elegido diputado por el departamento de Lot. Sustituye a
Jean-Andoche Junot, Duque de Abrantes, caído en desgracia, como comandante de la primera
división militar de París y Gobernador de París, con 60.000 hombres bajo su mando.
Responsable de la seguridad del gobierno, tiene una estrecha relación con Napoleón. A causa
de sus funciones, es el encargado de nombrar la comisión militar que debe juzgar a Luís
Antonio Enrique de Borbón, Duque de Enghien, quien ya estaba condenado por adelantado,
pero se opone frontalmente. El 18 de mayo de 1804 es nombrado Mariscal, Gran Almirante
del Imperio, en 1806 Gran Duque de Berg, una región alemana, y en 1808 Napoleón lo
nombra Rey de Nápoles con el nombre de Joaquín I Napoleón.
Brillante y audaz en el empleo de la caballería, Napoleón le debe una parte importante de sus
victorias en las batallas de Austerlitz (1805.12.02-Lu.), Jena (1806.10.14-Ma.) y Eylau
(1807.02.07-Sa.). Durante la campaña de Prusia en 1806, lleva a cabo la terrible persecución
tras la batalla de Jena y llega a capturar lo esencial del ejército enemigo. Esta campaña acaba
con sus palabras: «...Sire, el combate cesa por falta de combatientes...».
En 1807 lanza la carga de caballería más grande de la historia, en la batalla de Eylau
(1807.02.07-Sa.) que involucra entre 10.000 y 12.000 jinetes, a fin de impedir que el ejército
ruso divida en dos a las tropas francesas. En 1812 participa en la campaña de Rusia y en la
batalla de Leipzig [1813.10.19-Ma.], donde lucha una última vez por el Emperador. Obtiene
sin embargo un acuerdo con Austria que le permite mantener su trono. Durante los Cien Días
traiciona a sus nuevos aliados para intentar sublevar a los patriotas italianos. Derrotado por
los austriacos en la batalla de Tolentino [1815.05.03-Mi.], se fuga a Córcega tras la caída de
Napoleón. Durante un intento por reconquistar Nápoles, es arrestado en Calabria y fusilado.
Cuando le llega la hora fatal, Murat marcha con paso firme hacia el lugar de la ejecución, tan
tranquilo e impasible como si se tratase de un pase de revista ordinario. No acepta la silla que
le ofrecen y tampoco consiente que le venden los ojos: «...He desafiado a la muerte en
demasiadas ocasiones como para tenerle miedo...». Se mantiene firme, orgulloso y sin
mostrarse intimidado ni perder la compostura ante los soldados. Cuando está preparado, besa
un cristal de cuarzo anaranjado que tiene el rostro de su esposa grabado y pronuncia las
palabras: «...Respetad mi rostro -- apuntad al corazón -- ¡fuego! ...»
EL DESTINO DE GODOY.
Al acabar la Guerra de la Independencia, Fernando VII regresó a Madrid el 14 de abril de
1814. El 1º de octubre de 1814, Carlos IV abdica nuevamente en su hijo Fernando VII, a
cambio de ocho millones de reales. Los monarcas se instalan definitivamente en el exilio y
residen en la Corte Papal, en Roma. Fernando VII también consigue que Manuel Godoy sea
desterrado a Pesaro ─Italia─.
En el exilio, la fidelidad de Godoy a sus antiguos soberanos es digna de encomio. Su esposa,
María Teresa de Borbón y Vallabriga, Condesa de Chinchón, prima de Carlos IV, con quien
casó en 1797, le abandona cansada ya de su constante infidelidad con Pepita Tudó, para la que
65
LUIS EDUARDO SCHROEDER SOTO
BOLÍVAR, "...SIN EXCEPTUAR UNA PAJA"
Godoy había solicitado los títulos de Condesa de Castillofiel y Vizcondesa de Rocafuerte con
el fin de que pasaran a sus dos hijos extramatrimoniales que había tenido con ella.
Godoy acompaña a Carlos IV y María Luisa a Compiégne y Marsella. En 1812 se instala con
ellos en Roma, en el palacio Barberini, donde mueren los reyes años después [1819].
Fernando VII, ya Rey de España, le persigue constantemente. Le obliga a renunciar al título
de Príncipe de la Paz y al principado de Bassano, concedido por el Papa, e invalida el
testamento que la Reina hizo en su favor para compensar las enormes pérdidas, que le
llevarían a la miseria, que supuso un destierro que fue acompañado de la confiscación de
todos sus bienes sin formación de causa alguna. Poco antes muere en París su esposa legítima,
que es enterrada en Boadilla del Monte y Godoy se apresura a regularizar su unión con Pepita
Tudó, aunque finalmente ésta se traslada a Madrid para seguir de cerca los procedimientos
judiciales y sus intereses en España. Pepita Tudó muere en Madrid y está enterrada en la
Sacramental de San Isidro.
Instalado en París en 1832, Luis Felipe de Orleans le concede una modesta pensión, con la
que puede dedicarse a escribir sus Memorias, traducidas al francés por el coronel Esménard y
publicadas en París entre 1836 y 1838, y luego en Madrid en versión española. Dos decretos
de 1844 y 1847 de Isabel II devuelven sobre el papel a Godoy todos sus bienes. Le son
devueltos los honores, cargos militares y títulos, salvo los de Príncipe de la Paz, Generalísimo
y Gran Almirante. Con ochenta años, Godoy puede por fin volver a la patria, pero no se
decide. En París asiste a las jornadas revolucionarias de junio de 1848 y a la exaltación al
poder de Napoleón III. La demora en la entrega de sus bienes supera el momento de su
muerte, continuando las reivindicaciones sus herederos hasta que el tiempos de la Primera
República 1871 el Presidente Emilio Castelar declara la nacionalización de todos los bienes
de Godoy, pese a que éste tenía sobre ellos los títulos de propiedad y las sentencias
declarativas a su favor que declaraban como expoliación ilegal las sustracciones que había
sufrido desde 1808.
El 4 de octubre de 1851, fallece sin que su desaparición apenas interese ni en Francia ni en
España. Reina ya Isabel II. En un primer momento, sus restos permanecieron en la cripta de la
iglesia de Saint Roch. Trascurrido un año sin que nadie reclamase su cadáver, uno de sus
últimos banqueros compra un reducido espacio en el cementerio del Este, conocido hoy como
Père-Lachaise. En 2008, el ayuntamiento de Badajoz pretende devolver sus restos a su ciudad
natal donde le ha sido levantado un monumento y depositarlos bajo el mismo en la plaza de
San Atón, donde se encontraba el seminario donde estudió Godoy.
De la condesa de Chinchón le sobreviviría una hija, Carlota Luisa, heredera del condado y
duquesa de Sueca, que casaría con Camilo Ruspoli, un romano al que conoce en el largo
exilio que vive en Roma junto a su padre, y cuyos descendientes viven en España.
LAS FUENTES.
Blanco y Azpúrua --Blanco, José Félix [1782-1872] y Azpurúa Peláez, José Ramón [18111888]: Documentos para la historia de la vida pública del Libertador de Colombia, Perú y
Bolivia. La Opinión Nacional, 14 vols. Caracas, 1875-1877.
Ludwig, Emil [1881-1832]: Napoleón. Editorial Juventud. Barcelona, 1929.
66
VADEMÉCUM HISTÓRICO
DESTRONAMIENTO DE LOS BORBONES
Menéndez Pidal, Ramón [1869-1968]: Historia de España, tomo XXXII "La España de
Fernando VII". La guerra de la Independencia y los orígenes del Constitucionalismo.
Espasa-Calpe. Madrid, 1968.
Queralt, María Pilar: La vida y la época de Fernando VII. Planeta. Barcelona, 1997
Sánchez Mantero, Rafael: Fernando VII. Un reinado polémico. Ediciones Temas de hoy.
Madrid, 1996
Toreno, Queipo de Llano Ruíz de Saravia, José María, Conde de [1786-1843]: Historia del
levantamiento, guerra y revolución de España. Librería Europea de Baudry, 3 vol. París,
1838.
Villanueva, Carlos A. [1865-1925]: La monarquía en América. Fernando VII y los nuevos
estados. Ollendorff. Paris s. f.
Villanueva, Carlos A. [1865-1925]: Napoleón y la independencia de América. Paris, Garnier,
1911.
Villanueva, Carlos A. [1865-1925]: La monarquía en América. Bolívar y el general San
Martín. Librería Paul Ollendorff. Paris, 1911.
Voltes Bou, Pedro [1926 - ]: Fernando VII. Vida y reinado. Editorial Juventud. Barcelona,
1985.
VH-1808.05.06- Derrocamiento de los Borbones
Por:
Luis Eduardo Schroeder Soto

67
Descargar