La reseña que el lector tiene ante sí, se encuentra íntimamente relacionada con las garantías de libertad, en particular con las de expresión, de imprenta y religiosa, así como con las características que éstas revisten para asegurar su protección frente al poder público. En esa tesitura, fue que el 29 de noviembre de 2006, la Primera Sala del más Alto Tribunal, se pronunció por la preservación y la salvaguarda del orden constitucional establecido en México, al resolver, en su carácter de órgano protector de las garantías individuales previstas en nuestra Carta Magna, el amparo en revisión 1595/2006, mediante el cual se establecieron criterios de suma importancia jurídica y social en nuestro país. Cabe señalar que la trascendencia de este asunto resultó del análisis efectuado a las garantías de libertad, las cuales representan el ejercicio de diversos derechos públicos subjetivos que no tienen mayores restricciones que los expresamente señalados en la Constitución Federal, en donde al Estado no sólo le corresponde no interferir en la esfera de garantías de libertad de los individuos, sino establecer los medios de defensa necesarios para protegerlas y asegurar las condiciones para que gocen de vigencia. Al respecto y como preámbulo al tema mencionado, resulta importante destacar que dentro de las principales características de las garantías individuales, se encuentran la unilateralidad y la irrenunciabilidad.1 La primera particularidad proviene de la observancia a cargo del Estado de hacerlas respetar cuando un acto de autoridad las vulnere; la segunda, radica en el hecho de que nadie puede desistirse de ellas, toda vez que los derechos humanos son inherentes al hombre y, por ende, resulta lógico que los medios para asegurarlos compartan esa relación. Además, puede decirse que las garantías individuales también son supremas, en virtud de que se hallan establecidas en la Constitución Federal; inalienables porque no pueden cederse a otros; e imprescriptibles pues su vigencia no está sujeta al paso del tiempo. Por ello, cuando el gobernado demanda del Estado y sus autoridades el respeto a los derechos garantizados por la Constitución, ejerce un derecho subjetivo público, en virtud de que se trata de una facultad derivada de una norma y porque se intenta contra sujetos pasivos públicos, es decir, la autoridad. De ahí que una de las principales atribuciones del Poder Judicial de la Federación es la protección de los derechos fundamentales de los individuos, responsabilidad que se encuentra encaminada a determinar el alcance y sentido de estas prerrogativas. 1 Para profundizar sobre este tema puede consultarse: Colección Garantías Individuales, Poder Judicial de la Federación, Suprema Corte de Justicia de la Nación, 2ª. Edición, México, 2005. 2 Cronista: Licenciado Saúl García Corona. El asunto en cuestión derivó del amparo que promovió una persona en contra del artículo 123, fracción X, del Bando Municipal emitido por el Ayuntamiento de Toluca, Estado de México, así como su acto de aplicación, que consistió en la imposición de una multa. El motivo por el cual el quejoso se hizo acreedor a dicha multa fue porque, tal como lo establece el artículo impugnado, no contaba con un permiso previo por parte del Municipio para repartir en la vía pública papeletas que difundían la realización de un concierto gratuito de carácter religioso, así como un cuadernillo que contenía literatura religiosa. Dentro del juicio de amparo, el quejoso formuló diversos conceptos de violación tendientes a combatir el artículo impugnado desde la perspectiva constitucional y a su vez, planteó la ilegalidad de la multa impuesta. Por razón de turno correspondió conocer del asunto al Juez Segundo de Distrito en Materias de Amparo y de Juicios Civiles Federales en el Estado de México, y previos los trámites de ley a que hubo lugar, dictó resolución el 5 de abril 2006, en la que resolvió, por un lado, negar el amparo en lo referente a la inconstitucionalidad planteada respecto al artículo 123, fracción X, del Bando Municipal de Toluca, Estado de México y, por otro, conceder el amparo sólo en contra del acto reclamado al Director de Seguridad Pública Municipal y al Oficial Calificador Adscrito al Primer Turno del Ayuntamiento, consistente en la imposición de una multa de cuatro días de salario mínimo, por considerar que este 3 acto de autoridad no se encontraba fundado y motivado, contraviniendo lo establecido en el artículo 16 constitucional. Ante esta determinación el quejoso interpuso recurso de revisión, del cual conoció por razón de turno el Primer Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Segundo Circuito, quien lo admitió a trámite y ordenó su registro con el número 300/2005. Con la finalidad de pronunciarse sobre el tema y al considerar que el asunto cumplía con los requisitos de importancia y trascendencia, los señores Ministros José de Jesús Gudiño Pelayo y José Ramón Cossío Díaz solicitaron a la Suprema Corte de Justicia de la Nación el ejercicio de la facultad de atracción respecto del citado recurso de revisión, solicitud que fue resuelta por la Primera Sala del más Alto Tribunal el día 16 de agosto de 2006, en el sentido que ésta conociera de dicho amparo en revisión, ya que se reunían las condiciones materiales y formales establecidas por la Constitución Federal y las leyes aplicables.2 La Primera Sala consideró que los problemas jurídicos involucrados en el amparo en revisión entrañaban la posible afectación de garantías individuales que encerraban valores sociales, como son la libre expresión de las ideas u opiniones, especialmente por escrito y con trasfondo religioso, dirigidas a la sociedad en general en bienes del dominio público del Estado (de la Federación, Estados y Municipios), en particular los de uso común, como la vía pública. De esta manera, se ordenó formar y registrar el expediente relativo al mencionado recurso de revisión con el número 1595/2006 y correspondió al señor Ministro José Ramón Cossío Díaz formular el proyecto de resolución respectivo, el cual fue sometido a la consideración de los señores Ministros que integran la 2 Lo anterior fue resuelto en la solicitud de ejercicio de la facultad de atracción 4/2006-PS. 4 Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en la sesión de fecha 29 de noviembre de 2006. El proyecto presentado por el señor Ministro ponente se fundamentó en tres argumentos esenciales, a través de los cuales dio respuesta a las cuestiones que consideró debían atenderse para resolver el asunto planteado. De este modo, desarrolló una serie de razonamientos jurídicos que permitieron determinar con claridad si era constitucional una norma municipal que exija solicitar un permiso previo a las autoridades para difundir o repartir documentos en la vía pública y si dicha norma vulneraba las libertades de expresión e imprenta y/o la libertad religiosa, de modo que correspondiera a la Suprema Corte de Justicia de la Nación conceder el amparo de la Justicia Federal. En primer lugar, se identificaron los derechos individuales que resultaban relevantes en el análisis y, en ese sentido, se describieron en términos generales su función y su ámbito básico de protección. En segundo lugar, y partiendo de la premisa de que los derechos fundamentales no son absolutos y de que los poderes públicos están autorizados para expedir normas destinadas a armonizar su ejercicio con la atención de otros derechos y bienes, se establecieron los requisitos que dichas normas deben cumplir para ser constitucionales. Finalmente, se analizó el precepto cuestionado a la luz de los criterios anteriores, a efecto de poder determinar si se puede considerar, o no, constitucionalmente razonable lo establecido en dicha norma y con ello tomar la decisión respecto de conceder o negar el amparo solicitado. En cuanto al primer punto de análisis el proyecto presentado señaló que el comportamiento del quejoso implicaba, por un lado, el ejercicio de las libertades de expresión e imprenta establecidas en los artículos 6o. y 7o. de la Ley 5 Fundamental y, por otro, de la libertad religiosa establecida en el artículo 24 de la Constitución Federal. Asimismo, se consideró que también podría involucrarse otro tipo de libertades, como la ideológica, la ambulatoria o la de asociación, sin embargo, no fueron estudiadas, toda vez que en los agravios formulados no se combatieron dichas cuestiones, por lo que el estudio se centro desde la perspectiva de los derechos comentados en un principio. De esta forma, se tomó como base, y para poder desarrollar lo que debe entenderse como libertad de expresión y de imprenta, lo establecido en el numeral 6o. de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, así como lo señalado en el artículo 13 de la Convención Americana de Derechos Humanos, haciendo un especial énfasis en lo pronunciado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos al resolver un caso en el que se estudiaron aspectos directamente relacionados con las libertades involucradas en este asunto.3 Así, se especificó que es imprescindible tener plena libertad para expresar, difundir y publicar ideas, no sólo para poder ejercer plenamente otros derechos fundamentales, como el de asociarse y reunirse pacíficamente con cualquier objeto lícito, o el derecho de petición, o el de votar y ser votado, sino que constituye además un elemento funcional de importancia esencial en la dinámica de una democracia representativa. Del mismo modo, se señaló que la protección del Estado no solamente representa el acto estático de opinar o divulgar lo que uno estime conveniente, sino la actividad consistente en divulgar lo expresado, a través de cualquier medio 3 El asunto mencionado se refiere al Caso “La Última Tentación de Cristo” (Olmedo Bustos y otros) Vs. Chile, sentencia de 5 de febrero de 2001, el cual puede consultarse en la página Web de la Corte Interamericana de Derechos Humanos: http://www.corteidh.or.cr/casos.cfm. 6 y a las personas que uno desee, pues se encuentra implícito en la propia idea de comunicar, además de que es un factor sin el cual la libertad de expresión no podría cumplir sus funciones. Con lo anterior, se llegó a la conclusión de que para respetar y garantizar las libertades de expresión e imprenta, se exige del Estado el cumplimiento tanto de obligaciones negativas como positivas y que en el tema de constitucionalidad analizado era importante destacar, de manera especial, una obligación de carácter negativo, la cual, por su relevancia, plasman los textos fundamentales y que se refiere a la prohibición de censura, esto es, el Estado no puede someter las actividades expresivas o comunicativas de los particulares a la necesidad de solicitarle previamente un permiso. Con base en este criterio se emitió la tesis aislada de rubro: LIBERTADES DE EXPRESIÓN E IMPRENTA Y PROHIBICIÓN DE LA CENSURA PREVIA. 4 En lo relativo a la libertad religiosa, el proyecto puesto a consideración de la Primera Sala del Máximo Tribunal especificaba que el artículo 24 de la Constitución Federal establecía, en términos generales, que esta libertad representa la voluntad de sostener y cultivar las creencias religiosas que cada uno considere, misma que incluye la de cambiarlas y que engloba, tanto una referencia a su dimensión interna (todo hombre es libre de profesar la creencia religiosa que más le agrade), como a su dimensión externa (y para practicar las ceremonias, devociones o actos de culto respectivo, siempre que no constituyan un delito o falta penados por la ley). Derivado de los argumentos anteriores se aprobó la tesis aislada de rubro: LIBERTAD RELIGIOSA. SUS DIFERENTES FACETAS.5 4 Véase tesis 1a. LVIII/2007, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo XXV, febrero de 2007, p. 655, IUS 173251. 5 Véase tesis 1a. LX/2007, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo XXV, febrero de 2007, p. 654, IUS 173253. 7 Asimismo, se estimó que en el contexto del presente asunto el interés primordial se fijaba en mayor medida sobre la dimensión o proyección externa de la libertad religiosa, ya que en muchas ocasiones, ésta se entrelaza de modo estrecho con el ejercicio de otros derechos individuales, tales como la libertad de expresión, la libertad de reunión, o la libertad de enseñanza y, que en este caso, se exteriorizaba con lo que se conoce como la libertad de culto, que se refiere a la libertad para practicar las ceremonias, ritos y reuniones que se asocian con el ejercicio de determinadas creencias religiosas. El criterio anterior se plasmó en la tesis aislada de rubro: LIBERTAD RELIGIOSA Y LIBERTAD DE CULTO. SUS DIFERENCIAS. 6 En esa tesitura y conforme al análisis elaborado sobre las garantías de libertad antes mencionadas, el señor Ministro ponente propuso declarar inconstitucional la norma contenida en la fracción X del artículo 123 del Bando municipal de Toluca, Estado de México y, en consecuencia, dejar de aplicarla a la parte quejosa. La inviabilidad constitucional referida, se fundamentó en el hecho de que el permiso exigido permite que las autoridades municipales efectúen la censura previa de los mensajes y documentos que los ciudadanos desean difundir, lo cual está explícitamente prohibido en la formulación textual del derecho. En otros términos, se especificó que la norma impugnada sitúa a las personas en la posición de tener que pedir permiso al Municipio para hacer algo para lo cual la Constitución Federal les concede un permiso directo, y en el caso de que no lo hagan, las hace acreedoras de una sanción. 6 Véase tesis 1a. LXI/2007, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo XXV, febrero de 2007, p. 654, IUS 173252. 8 También se precisó que si bien de la literalidad del precepto refutado se desprende muy claramente la expedición de una norma con fines constitucionalmente válidos, cuyo objetivo es velar por el buen uso, limpieza y adecuada preservación de los bienes de dominio público federal, estatal o municipal, o de bienes que, pudiendo ser en estricto sentido privados, están en el espacio público, lo cierto es que en el presente asunto no se instauraba un medio constitucionalmente admisible, pues junto con las medidas que podrían estar justificadas, se incluían otras condiciones que limitaban la libre expresión y difusión de escritos, obstaculizando al mismo tiempo el ejercicio normal de la libertad religiosa. Es decir, la norma impugnada, al prever la imposición de una multa a quien distribuya propaganda comercial o de cualquier otro tipo, sanciona una conducta que está en el núcleo del ordinario ejercicio de las libertades de expresión e imprenta y que forma parte del normal despliegue de la libertad religiosa, cayendo dentro del ámbito de una prohibición constitucional expresa y puntual, esto es, la prohibición de censura previa. Consecuentemente, se determinó que la actividad pacífica de difundir pensamientos y actividades, como la que el quejoso realizaba en las calles de la ciudad de Toluca, en ejercicio de sus derechos fundamentales para expresar sus ideas religiosas, mediante la difusión de material impreso, se vio suprimida por una norma reglamentaria municipal que lo obligaba a solicitar un permiso a las autoridades municipales, a quienes la norma les permite discrecionalmente concederlo o negarlo y, por tanto, se instituye una censura previa terminantemente prohibida por el artículo 7o. de nuestra Carta Magna. 9 Con tales argumentos se sustentó la tesis aislada de rubro: CENSURA PREVIA. SU PROHIBICIÓN COMO REGLA ESPECÍFICA EN MATERIA DE LÍMITES A LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN. 7 Ante los argumentos y consideraciones presentadas en el proyecto antes descrito, los señores Ministros que integran la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación estuvieron de acuerdo y, en ese sentido, se resolvió por unanimidad de cinco votos de los señores Ministros José de Jesús Gudiño Pelayo, Sergio A. Valls Hernández, Juan N. Silva Meza, Olga María del Carmen Sánchez Cordero de García Villegas y presidente José Ramón Cossío Díaz, amparar y proteger al quejoso en contra de la aplicación del artículo 123, fracción X, del Bando para el Municipio de Toluca, Estado de México. 7 Véase tesis 1a. LIX/2007, Novena Época, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XXV, Febrero de 2007, p. 632, IUS 173368. 10