Abd-el`Krim `los prisioneros Lo que se trató en

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áftO IV,
MADItm
miM.
84*
DOMINGO tj DE AGOSTO DE tp»»
SUSCRIPCIONES
Nlaieirlef, ctn m o s
tt
Tifda la correspondencia dM>9 ifírtgtr»* át
Director de La Ubertad
P>tai«
Apartado de Como* 9Si
2 5 EJmulB 1,75
Los anurifíics se reciben en nuestras oficinca. (tu
diez de la mañana a diez de la noche, y a partir
de esta hora, hasta la madrugada, en la imprenta.
Factor, 7
LA LIBERTAD «eñala a tas lectores y annnclantM
; qa« es el periódicc de más grandes tiradas s :
Número suelto, 10 céntimos
EN [EL MMPO ENEMIGO
Abd-el'Krim 'los
prisioneros
Como nos ven los
I<o fundamental para nuestra misión
Sí pretendemos Intentar stqutera d cumplir k misión qu« en la Conferencia de
Alg«ciras tuvieron a bien conferirnos 'as
^^randes Potencias, es fundamental que ins'-maoa ^ k » moros respeto y admiración.
emos de protegerlos y civilizarlos, ; no
ea «si ? Pues bien; sólo de c^uien se
admira y se respeta puede admitirse una
influencia educativa y amparadora. Esto
pertenece a la lógica elemental.
Y los moros poseen una lógica superior. U n a lógica de tanta fuerza que les
permite explicarse todo, hasta lo que parece que había de ser inexplicable para sus
ideas y sus sentimientos. Vaya de esto una
prueba asombrosa, qi 3 no está aquí de
más, ya que constituye una de las notas
pintorescas d e mi viaje.
Cierto guardia d e los d e la escolta, qufe
para honrarme y vigilarme de consuno me
acompañaba constantemente, hubo de pregtintarme si me daban mucho dinero por
haber ido a meterme en su campo.
— N a d a ; no me dan n a d a — r e p i ^ .
•—Cómo—insistió—, ¿tú ganar lo mismo si venir que si no venir?
—Exactamente lo mismo.
Quedó ün instante serio y silencioso:
'Reflexionaba. Al cabo se iluminó su rostro
con la luz de la comprensión. Sonrió y
dijo:
—~¡AK, y a ! . . . | T i i venir aquí por víaniesia»!
» '
Así diíscurre un simple soldado, xin ignorante; kabileño. ¡Considerad cómo lo harán-los moros ilustrados, los que ejercen
jefaturas!
Consideradlo y convendréis en que han
de pensar de la misma manera elementalmente lógica, señalada por las primeras
líneas de este apartado.
Y así, si no nos respetan y no nos admiran, ¿cómo van a creer que podamos
cumplir una misión para !a que no nos
juzgan aptos ?
,
S
'No nos tienen admiración ni respeto
J
^'
ConfirniaTido lo que estas titulares rezan
hoy, h a y notas a montón en mi «carnet».
CoEfió siempre, sin añadir ningún comentadlo, voy a pasarlas a las cuartillas. Los
com<?ntarios los pondréis mentalmente vosotros, lectores.
Y o quiero, sin embargo, advertiros una
cosa para que no os avergoncéis de nüestro pensamiento, si por acaso en vuesfra
mente surge la idea de que al no respetamos ni admirarnos tienen razón los moros. Y es que ellos nos ven como ante
ellos nos presentamos; es decir, como nos
revela nuestra conducta, la conducta que
tíos yierfcn imponiendo los que nos gobiernan patrióticamente y los que patrióiticamcnte apoyan la gestión gubernamental,
A éstos, pues, y no a nosotros, se debe el que ni admirativos ni respetuosos
ciertamente sinteticen los moros su opinión diciendo que «españoles estar tontones de cabeza».
Porque, como veréis, tal es el concreto
¡juicio que les merecernos.
El testamento de Isabel la Católica
,, Abd-Lus-Osaba es un moro que posee
lina finca en la misma pla5-a de Suani.
'Guando sobre la arena abrasada, y sin otro
«mparo contra los ardorosos rayos del sol
que la tienda de los guardias del mar, espejábamos la respuesta al mensaje mandado a Abd-ol-Krim solicitando que hiciese extensivo mi salvoconducto a Alfonsito y Pepe Díaz, nos ofreció su casa para
que deseansás<'mos mejor. Con permiso de
Ei Maal-ien aceptamos, y Abd-Lus nos regató "una ^sandía y su opinión sobre el testamento de la conquistadora Granada.
Efeta opinión es a la letra:
«España cogerla loa moros. Volver a
Cogerla ios espaaol-ís. ¿ Q u é más querer
3-a?* Estar tontería ir mcícrs? en caía de
otro.»
I
Sobre el coste de la guct ta
1 -Oesdc Napoleón, quien dijo que para
guerrear eran i n d i s p ^ s a b l e s ' tres cosas:
difiero,; dinero y dinerp, hasta Elcyd
George, maniifestando que la victoria de
k -conflagración europea sería de guien
t i i v l ^ la últimii tnoneda d« oro, todos
moros
{La Redacción de LA LIBERTAD esti
!formada por Luis d« Oteyza, Director;
Antonio de Lezama, Redactorijete; Alojo
Garcia Géngora. Secretario; Joaquín Amar,
Augusto Barcia, Carlos Bonet, Ezequiel Bn«
déri«, Teresa de Escorian, Narciso F«mán>
dea Boixader, Helíodwo Fmi&iidez Evaige*
lista, Victor Gabinnido, RicaMo HerainAn
d « PoM, Francisco B o é o i » ^ Mlr, Rafád
Hemindez Ramírez, M « w á Machado, Ricardo Mario, MaxiaiiU«»> iMifléa, Eduardo
Ortega y Gassot, Mainwl Ortiz do Ploedo,
Darío Pérez, Pedro de Répide, Luis Salado, Luis de Tapia, Antonio de la Villa,
Antiwio Zozaya y Lute de Zulneta.
POR LA PAZ DE YEBALA
>mi
I - . . — i M W
. 1 .
Lo que se trató en
Adiaz
Ventajas e inconvenientes detpacto
los Hombres d e Estado miran en los conLa situación del ftaisuni
que las cuentas que tiene pendientes cofll
flictos bélicos el aspc.to económico
El Xerif vive a lo gran señor, pese a España son de las que no sé pueden liAsí lo entiende también Mahomedl Ben
los anuncios que pomposamente se hicie- quidar en plan armónico. Y para ése,
H a h . Este moro es un estadista. Ya he que presenciaron su carga. Se cañoneó •ran d e que estaba en las últimas y a dos según en Adiaz escuché, parece q u e está
dicho que secunda las labores del joven el barco y se le echó a pique.
dedos de teiter que salir a los zocos para abierto el camino de Guezaua, donde proAbd-el-Krim en los negocios extranjeros,
— Abd-el Krim — termina Mahomed vender dátiles de Berbería. Manda en yecta unirse a las gentes d e Abd-«1-MaConocei pues, su país y los otros países. Quijote—si estar gente formal.
gran número de kábilas, dispone de fuer- lek. Los demás seguirán al Raisuni em
E s voto de calidad, por tanto.
¿ P a r a qué nos sirven los Peñones?
tes núcleos de soldados decididos, fanáti- todas sus andanzas.
Y Mahomedi Ben H a h dice respecto
cos, aptos por todos conceptos para manEl
Maal-lem,
hombre
de
finanzas,
se
FJ regreso al B u h a s e n
de lo que gastamos en ía guerra l o ^ e s tener desesperada resistencia, y hasta enexplica
perfectamente
que
deseemos
expañoles y no gastan 'os beniurriagueles:
U n a vez que terminó la conferencia s*
»tre los naturales adictos a España disfru—A España costarle mucho dinero, plotar las minas. Hasta me figuro que ta de ' p r ^ t i g i o , porque para el moro la sirvió una comida abundante y s^ dispuso
miuoho, la guerra. A nosotros no costar- alternaría gustoso con R o m a n o n e s . y su jerarquía es siempre digna de respeto, y el regreso de las dos expediciones a loar
nos ni Una cebolla. No pagar soldados y distinguida familia, metiendo en la em- además, porque entre tetuaníes y no te- respectivos puntos de origen : la del R a i presa de San Juan el dinero que dedicano necesitar darles" de comer.
tuaníes se admiran las cualidades de man- suni, al campamento del Buhasem, y la
Luego añade algo terrible y temible- ba a la importación de telas catalanas y do que en el Raisuni se reconocen.
nuestra, ai de Hamadex, para emprender
que con el bloqueo tiene parado. Lo que
mente cierto: "
al siguiente día la marcha a-Tetuán<i
—¿Cómo está el Xerif? ¿ L e ha visto
—Cañones, fusiles y municiones tetier- no se explica es que nos empeñemos en
Los esclavos presentáronse, llevando
usted? ¿ E s t á bueno? ¿ E s t á ágil? ¿ E s
dominar
sitios
de
los
que
no
se
saca
nada.
nerlos nosotros sin pagar.
uno de ellos del diertro un^i muía enjae— ¿ P a r a qué serviros los P e ñ o n « ? — cierto que ^ hará la paz con él ? ¿ Vendrá zada al estilo del país, con arreos d e plata
La campafia de infundios
a vivir entre nosotros?
me pregunta.
N
y riois telas en la silla.
Lo que más nos d e ^ r e s t i g i a ante los
Estas y otras muchas interrogantes me
—Estar ciegos—^añade—; estar que no
Raisuni subió a ella sin auxilio alg^<>
moros es la patriótica campaña que núes- vxsr .conveniencia vuestra.
I han hecho, a mi paso por Tetuán, varias no, a pesar d e su proporcionada obesidad,
tra Prensa imperialista hace, dando un par
Y sigue tratando de abrirme los ojos: personalidades moras de prestigio, algu- después de liaberse despedido de todos ca»»
de infundios diarios, como noticias más o
-^Peñones y Chafarinas tenerlos cua nas de las cuales ocupan cargos en el pro- riñosamente.
menos oficiales.
•
tro s)igtlo9, no serviros más que para gas teaorado. E intesrogaban poniendo en el
En un pequeño caballejo montó su hi-4
Cuando me vino a vwr «spajarilo* éie tar dinero. Hombre, si hasta agua tener preguntar un vivo deseo de qu« la resjo, y a los lados colocáronse los jefeSf.fll
dijo b u r l ó n :
que traer. T m e r comida, traer ropd, traer- puesta fuese afirmativa, porque quieren
—No esperarías C[ue Be visitase an lo todo. Hasta aoua, hombre; ya decirte de veras al Raisuni y se interesan por su pie todos y con armas.
Abrieron marcha tres soldados; siguió^
muerto.
que hasta agua. Y tener que pagar a los salud y desearían tenerle al lado en nor- les un fuerte grupo, a r m a al h o m b r o ; p».*
Amogar, el simpático amigo de la pis- que estar allí. Pag;arlí>s mucho, ¿ verdad ? mal convivencia.
saron las caballerías entre las gentes, q u *
tolita, también tuvo un rasgo de humo- Claro, hombre, si se aburren. Si no paEn Adiaz he visto un verdadero ejérci- pugnaban por acercarse a besar las rt^ws
rismo.
to ; más de ochocientos soldados, bien ves- del Xerif, y cerraron la comitiva u n q s
garles mucho irse.
—Ver tú. a los ayjatiqrcs»-in« 'dijo-ry , ,Le. digft .^tiei^Mi .ffWJtí»» df-.-Sobi^nii^. tidos, €0^ saxmi^i modernas y con notorio cien homíjres en formación c»riw.ta, á f*
ver que estar abrasados vivos.
aspecto militar. Son gentes del país, mu- cabeza de ios cuales, y alineados junto a
de defensa.
Mahomed Quijote, paseándome por sus
— ¿ D e defensa hombre?—dice extra chos de ellos de las regiones oficialmente los jinetes, iban los rñencionados cabe<;i«
baterías, me contaba en broma que había ñaldo.
sometidas, por las que circulan a su an- lias.
tirado al mar los cañones desmontados por
Y calla. Soy su huésped... N o miicre tojo y donde cuentan con elementos que
Así tenían que hacer más d e seis Korad
nuestros fuegos, para que no los viera yo. burlarse de mí. Soy su h u é s p e d . . . ^ a l l a , les auxilian fmra dar los golpes de mano
—Estar bahía Uena de pedazos—explica- tragándose las palabras con una mueca. que tantas veces hubo que lamentar. Lu- de camino, pasando Yebel-Alam, BabStah y los linderos de Tasarut, territorio»
ba—. Llena, llena... Echar anzuelo, ^ s c a r Pero, ¡ay!, no necesita decirme nada.
chan por su independencia, que creen lodos en que ellos dominan a pesar de las»
cureña.
Desde la galería de su casa veo el P e - amenazada, porque no tuvimos en sazón famosas operaciones de Ma>-o.
No menos irónico, aunque hablase con la ñón de Alhucemas sin ruido, sin movi- oportuna el tacto de hacerles ver prácticagravedad que adquirió en la Residencia miento, sin vida, en la parte que da a la mente que no íbamos en plan de conquisDe Hamadex a Tetuán
de Estudiantes, de Madrid, rectificaba costa. Y sé que en la parte opuesta, me- t a ; y tienen, además, en su abono fa seP o r la hora avanzada a que regresamo*
Mahomed Abd-el-Krim la gran campafia tidos en cuevas, están unos hombres ab- rie de errores políticos que allí se comeal
campamento de Hamadex nos vimos
de Marnisa, en que resultó herid® su her- negados, viviendo solamente lo que el tieiron desde que las tropas pasaron los
forzados
a hacer allí una noche más, dismano y perdidos varios cañones y ametra- sentimiento del deber les obliga.
tarajales de Ceuta para dirigirse a Teponiendo
la salida para las cinco de lai
lladoras :
tuán.
La cuestión de las recompensas
mañana siguiente.
—No hubo lucha contra nosotros; aseHabía, repito, en Adiaz enemigo basAl llegar a la posición, un moro de laü
Y a he consignado en mis informacioguro a usted formalmente que no hubo
tante
para sostenerse con eficacia al am- Policía se me acerca sonriente y me intenes
anteriores
que
los
moros
no
profesan
lucha.
una extremada simpatía a los militares es- paro de su conocimiento del terreno y de rroga con vivo interés por el Xerif, haY añadía:
la decisión que le impulsa a batirse; y es
—Hamido tuvo dificultades con las gen- pañoles. N o creo que al recoger este senti- preciso tener también en ouenta que, pa- ciéndome acerca de él un chaparrón d «
preguntas.
miento
d
e
los
que
con
nuestro
Ejército
tes sobre las que ejerce mando. Y Hamira abandonar el Xerif su refugio del Buandan
a
tiro
limpio
ha^gi
hecho
ninguna
— ¡ Y o lo quiero m u c h o ! j Y o también
do fué el que, a requerimiento nuestro, pehasem, no habría de incurrir en J a canditranscendental
revelación.
Ni
que
con
ello
soy
xerif!—exclama.
*
leó hasta dominarlos. Ix)s venciíj, y i>ara
dez de retirar las fuerzas con que lo deV, en efecto, el simpático e infatigaW#
que cuide d e que no se le vuelvan a levan- haya ofendido al brazo armado de la'pa-, fiende.
teniente Ceano me dice que Uldebuya, el
tar, le hemos exigido y nos ha entregado tria, ¿verdad, señores patrioteros?... Pues
—¿Habéis levantado el campo del Bu- consabido policía que por s ' a j diarias sirsus cuatro hermanos en rehenes. Eso es continúo.
Todos los moros con los que he hablado hasem ?—se preguntó a uno de los jefes. ve a los españoles, es un xerif auténtico,
todo.
i—AHÍ todo ha quedado lo mismo—con—Pero sidi Mohamed—pregunté—, ¿ n o echan la culpa de la guerra a los milita- testó—; están las guardias, están las tien- muy considerado por sus compañeros, al
res, a los oficiales, claro; (¡soldados venir
los que anima en el peligro y <x>n lo» qi|«
está herido?
das y sigue la gente en los refugios que brinda frecuentementej con rico mosto, al
porque
mandárselo».
Pero
uno
en
parti—Ya lo verá usted con sus propios
cular comenta y señala como causa de la se han hecho paira los casos de bombar- la salud de España.
ojos.
guerra la tan debatida cuestión de las re- deo.
En esto de infringir el Koran son muNo somos fíente formal
—¿ QuSén manda durante la ausencia del
compensas.
chos
los hijos de Mahoma ique no d a n
El jefe de la artillería me presenta a un
Es éste Abd-d-Krim Ben Siam, que me Xerif?
paz a las tragaderas. Asi ocurre que e t
joven moro, que jamás había visto un ca- ha d i c h o :
—Su primo, Muley el Husain.
Rahali, cocinero y ^\\c\&, herido J u a t r o
ñón antes del desastre y que actualmente
—¿ Y hay mucha gente ?
—Ser
militares
los
que
querer
f
uerra.
veces
a nuestro servicio, tan alegre d^ «{ira
los maneja con tal acierto, que d e dos dis- ^ P o c a ; la necesaria nada más.
—No, hombre, no—le replico—. ¿ P a r a
como torpe de andares, se presenta tt d*»
paros hundió el «Juan de Juanes».
Ese es el enemigo aniquilado, vencido,
— ¿ Y por qué hicisteis eso?—pregunto, 'qué van a querer la guerra los militares? en fuga, sin elementos de subsistencia, cirnos que la botella del cognac se h a la—Mira,
yo
saberlo—explica—
Tener
deado y no le queda ni gota.
más que para otra cosa a fin de evitarme
sin armas, sin municiones, sin entusiasmo,
una
estrella,
querer
d
o
s
;
tener
dos,
qu^}
Y cuando comentamos el caso, s u r g í
el tener que felicitar por su puntería a
;SÍn ideal. Esa es la verdad que pregona- «Maruja», otro policía de los de a s'as,
rer tres. Yo saberlo.
quien tan grave daño nos causó.
bfn ciertos voceros, a los que lo menos de al que dan ese remoquete en recuerdo d i
Para finalizar
— f orque vosotros no estar gente forq'tie puede acusarse es de inconsciencia.
Y basta ya. Creo que con las notas que ¡Así se engañaba a E s p a ñ a ! ¡Así se ibü una mona que tenía su misma cara, y nog
mal.
acabo de exponer hay bastante para que por el despeñadero hacia la ruina total de dice muy en serio que la botella, efecti\^a—¿ Que no som»s gente formal ?
mcnte, se ladeó de modo definitivo.
se conozca el concepto en que nos tienen nuestra causal
—Ño, no.
L o único que no logramos poner en clalos
moros
y.
se
vea
qué
lejos
está
d
e
ser
Le requiero insistente y me explica el
¿ Puede el óobierno, quiere el Gobierno
el respetuoso y admirativo en que habrían decir al pais si en un documento del c[ue ro es si el plano inferior estaoa a la altucaso.
Se había pactado que la playa de Aydir de tenernos para admitir nuestra misión sólo detemiinadas líneas fueron leídas en ra de la garganta de «Maruja», del R a h a y la plaza de Alhucemas fuesen a rñodo educativa y amparadora. ¿ No 't
las Costes se señalaba plazo para derro- li y de algún otro compañero d e chilaba y;
Por si acaso vaya para finalizar esta in- tar al Raisuni y para asegurar la paz de de marrullería.
de puntos neutrales por donde hubiera la
La esperanza del pronto regreso nos M J
necesaria comunicación para los tratos que formación una última nota, que definitiva- los territorios que estaba y sigue ocuzo
pasar una excelente noche, y al a m a entre campos enemigos siempre han de mente demuestra lo que d i g o .
pando ?
necer salíamos por el camino «que el áié
existir.
Se nos aconseja, se nos previene...
Mohamed Abd-el-Krim, al despedirse
Como base "primordial del, convenio fiCon el Raisuni hallábanse en Adiaz los, anterior siguiera Castro Girona, y, aho*
guraba la condición de que la isla no do mí, me rogó que escribiera esta amplia- principales lugartenientes suyos. H e visto' rrándonos dos horas de recorrido, l l e g a '
reforzase sus defensas, Y Abd-el-Krim ción a sus manifestaciones:
a El Harlili, Ben ííam-man^el-Fehilu, el mos a la pista cerca de Ben-Kárrich y t o (iTengo que decirle que todo está como Xerif El I^lud-den, El Meneb-bi, El Tui-, mamos los «autosD, que a mediodía no*
hubo de enterarse t}ue en los convoyes
se llevaba material de guerra, cuando KÍJ'O antes de julio de! pasado afio. ¡ T o d o ! Y let y otros menos afamados, porciue toda-j dejaban en Tetuán.
que si continúa Hspañh. el mlsn^ó proce- v í a ' n o habrán tenido tiempo de cometerj Tuvimos-escolta de Policía y Regulares,víveres se ifxxiían llevarAvisó entonces, escribiendo al capitán der ocurrirá otra catástrofe mi'.y pronto. las enormidades que esos hicieron. Todos j y con ellos hicieron también el trayecto
AgTiilar que mandaba la jjlaza. Si vuel- Yo quiero que conste que de las vidas están, a la voz del Xerif, dispuestos a so-^ tres soldados del Raisuni q u e fueron doi
ve a traer armas y municiones el barco que,'§e sacrifiquen aquí no seremos nos- meterse o a continuar la vida de bando-' exploración y que al llegar a B e n - K a r r i d l
será ecliado a pique. Tal fué la indica- otros los responsables. Publique usted co- lerismo, según aquél les mande, y todos' pidieron permiso para quedarse en urini
mo se las dicto estas palabras mias.»
ción terminante.
se rinden a - s u p a s o - y ofrendarían sin: kábila cercana, donde tienen a sus fami*
Publicadas van a estar. Veremos quién titubear la calx'za para ser gratos a su' lias.
Salió el «Juan de Juanes» de Melilla.
y antes que el navio a la plaza llegó al ejerce el prutecíorado. T a l vez n.05 ¡srotege amo y señor.
As! terminó núe'Jtra excursión a Yebfrl'
can^po la noticia de que llevaba arma- ciuien asi nos avi^a.
Sólo uno de ellos, E l Tuilet, parece ser Alam, tan abundante «n molestias inevita*
in«ftt<^ y i s t » % comprobada poc ««pías
JbUIS D E O T B Y Z A
q u e n o entraría en convessio» a causa d e bles cocEH> grata por las atenclwNt redbl»
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