chos islotes sueltos, como Las Isletas ó Corales de junto á Gra

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ANALES
DE
HISTORIA
NATURAL;
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chos islotes sueltos, como Las Isletas ó Corales de junto á Granada, de que haré mérito después. El más importante pico es,
pues, el Ometepe mencionado, volcan extinguido, de regularidad casi matemática, que descansa en una espaciosa base.
Éste y el Mombacho se distinguen entre los demás por no ha^
ber producido erupción en los tiempos históricos.
La hidrografía del lago de Granada es más interesante que
la del de Managua. Por la parte del Pacífico el rio Lajas aporta
el agua procedente de las fuentes superiores de cerca de San
Juan del Sur; en cambio, el Grande, que nace cerca de dicho
Océano y se dirige hacia el lago, retrocede de repente y vierte
en el Pacífico. En la ladera opuesta, pequeños anuentes bajan
de la Sierra de Chontales, componiendo un total de cuarenta
rios, algunos navegables, que enriquecen el gran depósito nicai"agüense. Sin embargo, son más importantes los afluentes
del Mediodía, y entre ellos el San Carlos, y sobre todo el Serapiqui, reunión de casi todas las arterias de la meseta de
Costa-Rica, que vierten sus aguas en la cuenca del San Juan
y no en la del lago.
El rio de San J u a n sirve de desagüe á los lagos, como quedó
dicho. Es una arteria inmensa que recorre un trayecto de 180
kilómetros, e n u n a comarca abierta y elevada en medio de la
selva más espléndida y bella que he visto en parte alguna. La
cuenca del rio es estimada por Blanchet como cuatro veces l a
superficie del lago, es decir, u n a extensión de 24.000 kilómetros cuadrados. Al N. se encuentra la meseta de Mosquitia á
u n a altitud de 700 á 900 metros, cuyos contrafuertes vienen á
invadir parte del cauce en avanzadas cuyas cimas se hallan
á variable altura, desde 50 hasta 450 metros sobre el rio, ejemplo de la última el Monte Chorrera; por el Mediodía, la elevada meseta de Costa-Rica contribuye también á veces á estrechar el rio.
Los dos grandes lagos nicaragüenses sirven durante la estación de las lluvias (que dura allí la mitad del año) de i n mensos reservónos al rio de San Juan; sin ellos las aguas del
territorio verterían en los mares impetuosa é imitilmente, al
paso que por esta feliz disposición del suelo se regula la distribución del elemento líquido, que marcha encajonado por
aquella cuenca en forma de una arteria comparada aL Ródano por el caudal de sus aguas. Como estos lagos;no se en-
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